La edad del universo

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La Edad del Universo*

Por el Dr. Gerald Schroeder

El Dr. Gerald Schroeder ha sido doctor de física nuclear en el MIT y miembro de la Comisión de Energía Atómica de los Estado Unidos. Es el autor de los libros “Genesis and the Big Bang” (Bantam Books, 1990) y el recientemente publicado “The Science of God”. Dr. Schroeder da clases frecuentemente en la Ieshivá Esh HaTorá de Jerusalem. Su doble doctorado en Física Nuclear y Oceanografía del MIT combinado con un trabajo de investigación de alto nivel en química y las ciencias terrestres y planetarias, dan al Dr. Schroeder una amplia base para refutar muchas críticas a la Biblia. Su interés en relacionar la información bíblica y científica sobre la Creación lo llevó a escribir su tan famoso libro: “Genesis and the Big Bang”

(Bantam). Escuchen su excitante descubrimiento sobre las similitudes entre las teorías de los grandes científicos y las palabras de los grandes Sabios Judíos – amén de dar una razón científicamente satisfactoria respecto de los fósiles prehistóricos encontrados, en esta aclamada versión de lo que realmente pasó
en “el comienzo”.

Una de las aparentes contradicciones entre la Torá y la ciencia es la edad del universo. ¿Tiene mil millones de años como dicen los datos científicos, o son miles de años, como dicen los datos bíblicos? De acuerdo con la tradición de la Torá, no llegamos a tener ni 5800 años, a pesar de que los datos del telescopio Hubbell o del telescopio en Hawaii, indican un número de 15 mil millones de años. Intentando resolver esta aparente contradicción, es interesante mirar históricamente las tendencias del conocimiento, ya que como es sabido nunca hay pruebas absolutas. Podemos observar cómo la ciencia ha cambiado su visión del mundo, no siendo esta la visión de la Torá, puesto que la Torá no tiene la opción de cambiar. (Yo intentaré no usar los comentarios bíblicos modernos, porque ellos ya conocen a la ciencia moderna, y están influenciados siempre por ella).

Los únicos datos que usaré están
basados en los comentarios antiguos. Esto incluye el texto de la Torá (de
hace más de 3300 años) con la traducción de la Torá al Arameo del sabio
Onkelos (siglo I), el Talmud (redactado en el siglo V), y los tres principales
comentaristas de la Torá. Hay muchos comentaristas, pero por sobre todo hay
tres que son aceptados por todos: Rashi (siglo XI, Francia), quien trae la
comprensión simple del texto, Maimónides (siglo XII, Egipto), que maneja los
conceptos filosóficos, y Najmánides (siglo XIII, España), uno de los
primeros cabalistas.

Estos antiguos comentarios fueron
concluidos hace cientos o miles de años atrás, mucho antes de que Hubbell
fuera un destello en los ojos de su tatarabuelo. Así que no hay ninguna
posibilidad de que la información de Hubbell u otros científicos haya
influenciado sobre ellos. Esto es un componente importante en mi tentativa de
mantener la siguiente discusión en un alto grado de objetividad.

Un
Universo con un Comienzo

En 1959, fueron encuestados los
principales científicos americanos. Entre todas las preguntas formuladas
estaba la siguiente: “¿Cuál es su concepto de la edad del
universo?”. En 1959, la astronomía era popular, pero la cosmología – el
entendimiento del universo a través de la física – estaba recién empezando
a desarrollarse. La respuesta a esa encuesta fue publicada en la revista
“El Científico Americano” – la revista de ciencias más leída en
el mundo. Dos tercios de los científicos dieron la misma respuesta. La
respuesta que dos tercios – una mayoría abrumadora – de los científicos dio
fue:

“¿Comienzo? No hubo un
comienzo. Aristóteles y Platón nos enseñaron hace 2400 años que el
universo es eterno. Oh!, nosotros sabemos que la Biblia dice: ‘En el
comienzo’; eso es una linda historia que ayuda a los niños a irse a la cama
por las noches, pero nosotros los científicos sabemos más cosas: no hubo un
comienzo”.

Eso fue en el año 1959.

En 1965, Penzia y Wilson
descubrieron el eco del Big Bang en la oscuridad del cielo en la noche, y el
paradigma del mundo cambió de un universo que era eterno a un universo que
tiene un comienzo. La ciencia hizo un enorme cambio en su entendimiento sobre
el mundo. ¿Entienden el impacto? La ciencia dijo que nuestro universo tuvo un
comienzo! Que las primeras palabras de la Torá son correctas! La evolución,
el hombre de las cavernas, y mucho otros temas más, pasaron a ser problemas
triviales comparados al hecho de que ahora “entendemos” que tuvimos
un comienzo.

Por supuesto, que el hecho de que
hubo un comienzo no prueba que hubo un Iniciador. Si la segunda parte de Génesis
1:1 es correcta o no, no lo sabemos desde un punto de vista secular. La
primera parte es: “En el comienzo…”; la segunda parte es:
“…D’os creó los cielos y la tierra”. La física admite la
posibilidad de un comienzo sin un Iniciador. Yo no voy a entrar en este tema
por ahora, pero en mi nuevo libro, “The Science of G-d”, examinaré
el tema en detalle.

La pregunta en la que nos habíamos
quedado es: ¿Hace cuánto tiempo ocurrió ese “comienzo”? ¿Fue
como dice la Torá, hace un poco más de 5700 años, o hace 15 mil millones de
años como es afirmado por la comunidad científica?

Todo
Comenzó en Rosh Hashaná

Lo primero que tenemos que
entender es el origen del calendario judío. En nuestro calendario, la cuenta
de los años comienza a partir del día de la creación de Adam, el primer
hombre. Pero además, hubieron seis días anteriores a la creación de Adam y
estos seis días son también significativos. Por supuesto, la pregunta sería:
¿desde cuándo contamos el día cero?

En Rosh Hashaná, el comienzo del
año Judío, tocamos el shofar tres veces durante el servicio de musaf (en la
mañana). Inmediatamente después de tocar el shofar decimos la siguiente
oración:

“Haiom harat
olam”
“Hoy fue creado el mundo”.

Esta oración puede implicar que
Rosh Hashaná conmemora la creación del universo. Pero no es así. Rosh
Hashaná sí conmemora una creación, pero no la creación del universo.
Tocamos el shofar tres veces para conmemorar tres creaciones que tuvieron
lugar en los seis días del génesis. Primero fue la creación de todo el
universo y sus leyes naturales. Luego, en el día quinto, fue creada la vida
animal. Finalmente, al final del sexto día, fue creada la vida humana, y
justo aquí aparece Rosh Hashaná. Esto significa que nosotros comenzamos a
contar nuestros casi 5800 años desde la creación de Adam, el primer hombre,
en el sexto día de la creación del mundo.

Nosotros tenemos un reloj que
comienza con Adam, y los seis días de la creación están separados de este
reloj. Esto nos indica que la Biblia tiene dos relojes.

Esto puede parecer una moderna
racionalización si no fuese por el hecho de que los comentarios talmúdicos
de más de 1500 años de antigüedad, ya nos habían hablado de estos
conceptos. En el Midrash (Vaikrá Rabá 29:1) encontramos que todos los Sabios
están de acuerdo que Rosh Hashaná conmemora la creación de Adam y que los
seis días del génesis están separados de nuestro sistema de “contar el
tiempo”.

Cuando esta información fue
registrada por primera vez, 1500 años atrás, no fue porque uno de los Sabios
estaba hablando con su hijo de 10 años que le dijo: “Papi!, no lo vas a
creer! Fuimos hoy al museo y aprendimos todo sobre un mundo de mil millones de
años!”, a lo que el padre le contestó: “Oh, entonces más vale que
cambie la Biblia y en mi calendario contaré por separado los primeros seis días”.

Esto no fue lo que pasó. Tu
tienes que situarte hace 1500 años atrás, cuando las personas viajaban en
burro y no había electricidad.

¿Por qué los primeros seis días
fueron sacados del calendario? En ese tiempo no había necesidad de
separarlos!

La razón por la cual fueron
separados es porque el tiempo es diferente en esos seis días del génesis.
“Fue la noche y la mañana; día uno, segundo día, tercer día,
etc.”, es una manera exótica y rara para describir el tiempo.

A partir de Adam, el curso del
tiempo es descripto totalmente en términos humanos. Adam vivió 930 años,
Shet vivió 912 años, etc. Desde Adam en adelante, el curso del tiempo es
totalmente humano. Pero antes de Adam, el tiempo un concepto abstracto:
“noche y mañana”. Es como si estuvieras observando los hechos desde
un punto de vista en el que no estás íntimamente relacionado con ellos.

Mirando
Más Profundamente el Texto

Tratando de entender el curso del
tiempo, tenemos que recordar que los primeros seis días de la creación están
descriptos en sólo 31 versículos. Los seis días del génesis, los cuales
provocaron a mucha gente dolores de cabeza tratando de entender a la ciencia
como una oposición de la Biblia, están encerrados en estas 31 oraciones!!

En el MIT, en la biblioteca de
Hayden, tenemos 50.000 libros que tratan el tema del desarrollo del universo:
cosmología, química, termodinámica, paleontología, arqueología y las físicas
de alta energía de la creación. En Harvard, en la biblioteca Weiger, hay
probablemente 200.000 libros que hablan de estos mismos temas. Pero la Biblia
sólo nos ofrece 31 oraciones acerca del tema, y no pienses que con una simple
leída sabrás cada detalle que aparece dentro del texto, pues es obvio que
tenemos que profundizar en su entendimiento para obtener la información que
buscamos.

La idea de tener que profundizar
en el texto no es una racionalización. El Talmud nos dice que desde la
primera oración de la Biblia hasta el comienzo del segundo capítulo, el
texto está escrito en forma de parábola – un poema con un texto y un
subtexto. Ahora, sitúate 1500 años atrás, en los tiempos del Talmud. ¿Por
qué el Talmud piensa que fue una parábola? ¿Piensas que 1500 años atrás,
las personas pensaban que D’os no podía hacer todo el universo solamente en
seis días?

Nosotros tenemos el problema hoy
en día con la cosmología y los datos científicos. Pero 1500 años atrás,
¿cuál fue el problema que había con los primeros seis días? Ninguno. No
hubo problema.

Entonces cuando los Sabios
excluyen a los primeros seis días de nuestro calendario y dicen que todo el
texto es una parábola, no es porque tratan de justificar lo que vieron en el
museo local. No habían museos en aquellos tiempos. Nadie estaba excavando
para encontrar fósiles. El hecho es que una leída profunda del texto pone en
claro que hay mucha información oculta plegada en capas por debajo de la
superficie.

La idea de buscar un significado
más profundo en la Torá no difiere de la idea de buscar un significado más
profundo en la ciencia. Si te levantas temprano en la mañana, mira y verás
al Sol saliendo por el este. Espera algunas horas y el Sol se pondrá por el
oeste. La “lectura” simple es: “el Sol está girando alrededor
de la Tierra”. Pero hay mucho más que eso. ¿Y la Tierra girando en su
eje? ¿Y si te olvidas del resto del universo y sólo tomas el sistema
solar-terrestre? No es el Sol quien se está moviendo, a pesar de que eso es
todo lo que se recibe a través de la percepción humana.

En el sistema solar-terrestre es
el Sol quien está parado y la Tierra es la que está en movimiento, rotando
en su eje. Esto significa que en este momento nos estamos moviendo a 800
millas por hora. “Allí van las nubes, mira como pasan zumbando!”.
No, eso no es lo que está pasando, porque todos nos estamos moviendo juntos.
Nosotros no lo sentimos porque es un movimiento de inercia, no hay aceleración.
Es por eso que nos sentimos como si estuviésemos parados. Pero de hecho nos
estamos moviendo a 800 millas por hora cuando rotamos para obtener un día y
una noche en un ciclo de 24 horas.

Nuestra Tierra se mueve alrededor
del Sol a 30 millas por hora aproximadamente y todo el sistema solar se mueve
alrededor del centro de nuestra galaxia a 250 millas por segundo
aproximadamente. Pero sentimos algo? No. Es por eso que cuando Galileo discutió
y proclamó que la Tierra no estaba quieta, fue arrestado.

Así como miramos profundamente
en la ciencia, también necesitamos mirar profundamente en el texto bíblico.
Miles de años atrás aprendimos que en el texto hay entrelíneas que expanden
la idea que hay detrás de él. Son estas entrelíneas las que yo quiero ver
ahora.

La
Historia de la Naturaleza y la Historia Humana

Hay tempranas fuentes judías que
nos dicen que el calendario está dividido en dos partes (aún precediendo al
Midrash Vaikrá Rabá, que tiene más de 1500 años y lo dice explícitamente).
En el último discurso que Moshé le dio al pueblo, él les dice que para ver
las huellas de D’os en el universo, “consideren los días de antaño,
entiendan los años de las generaciones” (Deuteronomio 32:7).

Najmánides, en nombre de la
kabalá, pregunta: “¿Por qué Moshé quiebra el calendario en dos
partes: ‘Los días de antaño’ – por un lado, y ‘los años de las
generaciones’ – por el otro? Porque ‘consideren los días de antaño’ se
refiere a los seis días del génesis, mientras que ‘entiendan los años de
las generaciones’ se refiere a todo el tiempo que se cuenta desde Adam en
adelante”.

Moshé dice que podemos ver el
“sello” de D’os en el universo de una o dos maneras. Mira los fenómenos
de los seis días y el desarrollo de un universo que es increíble, y si eso
no te impresiona, entonces puedes considerar a la sociedad desde Adam en
adelante – el fenómeno de la historia humana. De cualquiera de las dos
maneras podrás encontrar el “sello” de D’os.

Recientemente me encontré en
Jerusalem con el Profesor León Lederman, Premio Nobel en física. Estábamos
hablando de ciencia, obviamente, y en la conversación le dije: “¿Qué
piensas sobre la espiritualidad, León?”. Él me contestó:
“Shroeder, yo puedo hablar de ciencia contigo, pero sobre espiritualidad
habla con las personas que están del otro lado de la calle, los teólogos”.
Él continuó: “Pero sí encuentro increíble el retorno del pueblo judío
a su tierra”.

Interesante. La primera parte de
la declaración de Moshé, “consideren los días de antaño” – sobre
los seis días del génesis, no impresionó al Prof. Lederman, pero
“entiendan los años de las generaciones” – la historia humana, sí
lo impresionó. El Prof. Lederman no encontró nada asombroso que los
esquimales comen peces en el Ártico y no encontró nada grandioso que los
griegos comían musaka en Atenas. Pero él sí encuentra algo realmente increíble
que los judíos coman falafel en la calle Yaffo porque no tendría que haber
pasado. Históricamente no tiene ninguna lógica ni sentido que los judíos
hayan vuelto a la Tierra de Israel, sin embargo eso es lo que pasó.

Y esa es una de las funciones del
pueblo judío en el mundo: actuar como una prueba y una demostración.
Nosotros no queremos que todos sean judíos en el mundo para entender que hay
algo en la historia que hace que ésta no sea en absoluto casualidad, que hay
alguna dirección en el curso de la historia. El mundo ya lo ha visto a través
nuestro. No es casualidad que Israel está en la primera página del New York
Time más que cualquier otra nación.

¿Qué
es un “día”?

Volvamos a los seis días del génesis.
Ya aprendimos que cuando el calendario judío marca cinco mil setecientos y
tantos años, nosotros debemos agregarle a esa cantidad “otros seis días”.

Hace unos años adquirí el fósil
de un dinosaurio que estaba fechado (por dos cadenas radioactivas en
decadencia) en 150 millones de años. (Si ustedes vienen a visitarme en
Jerusalem, con mucho placer les mostraré el fósil – la vértebra de un
plesiosaurio). Mi hija de siete años dijo: “Aba! Dinosaurios!? ¿Cómo
pueden existir dinosaurios de 150 millones de años cuando mi maestro de
Biblia dice que el mundo aún no tiene 6000 años?” Entonces le dije a mi
hija que mire en el libro de Salmos 90:4. Allí podrás encontrar algo
bastante increíble. El Rey David dice: “1000 años a Tus ojos (D’os),
son como un día que pasa y una fracción de la noche”. Quizás el tiempo
es diferente desde la perspectiva del Rey David de lo que lo es desde la
perspectiva del Creador. Quizás el tiempo es diferente…

El Talmud, tratando de entender
las entrelíneas de la Torá, analiza la palabra “jóshej” – que
generalmente la traducimos como oscuridad. Cuando la palabra “jóshej”
aparece en Génesis 1:2, el Talmud explica que significa “un fuego
negro” – una energía negra, una clase de energía que es tan poderosa
que no se puede ver. Dos versículos después, en Génesis 1:4, el Talmud
explica que la misma palabra – “jóshej”- significa
“oscuridad”, la ausencia de luz.

Otras palabras, tampoco son
entendidas por su definición común. Por ejemplo, “máim” –
generalmente significa “agua”, pero Maimónides dice que en el
estado original de la creación, la palabra “máim” también
significa “los bloques de la construcción del universo”.

Otro ejemplo podemos encontrar en
Génesis 1:5, donde dice: “Fue la noche y la mañana – día uno”.
Esta es la primera vez que un día está cuantificado: noche y mañana. Najmánides
habla sobre el significado de la noche y la mañana. ¿Esto quiere decir:
“puesta del sol y salida del sol”? Ciertamente parecería eso.

Pero Najmánides recalca un
problema. El texto dice “fue la noche y la mañana – día uno”,
“fue la noche y la mañana – segundo día”, “fue la noche y la
mañana – tercer día”, pero sólo recién en el cuarto día el sol es
creado. Najmánides dice que cualquier lector inteligente puede ver un
problema obvio en esto. ¿Cómo tenemos un concepto de “noche y mañana”
en los tres primeros días si el sol sólo es mencionado en el cuarto día?

Nosotros sabemos que el autor de
la Biblia – aún si piensas que fue un grupo de beduinos sentados alrededor de
una fogata en la noche – fue inteligente. Él, ella o eso produjo un Best
Seller por miles de años, así que no puedes decir que se equivocó al
escribir que el sol apareció recién en el cuarto día. La verdadera intención
del autor es enseñarnos que a medida que pasa el tiempo y las personas
entienden más sobre el universo, se puede penetrar más profundo dentro del
texto.

Najmánides responde que el texto
usa las palabras “vaiehí érev” – pero no quiere decir realmente
“fue la noche”. Él explica que las letras hebreas ain, resh, bet –
que forman la raíz de la palabra “érev” – encierran la idea de
desorden, mezcla, y a la noche se la llama “érev”, porque cuando el
sol baja, la visión se hace confusa. El significado literal de “vaiehí
érev” es entonces: “hubo desorden”. Por otro lado – dice Najmánides
– la palabra de la Torá para “mañana” – “bóker” – es el
opuesto absoluto a “érev”. Cuando el sol sale, hay
“bikoret”, el mundo se hace ordenado pues hay luz y tenemos
nuevamente la posibilidad de discernir.

Es por eso que no fue necesario
nombrar al sol hasta el cuarto día. Porque desde la noche hasta la mañana
hay un camino desde el desorden al orden, de caos a cosmos. Esto es algo que
cualquier científico va a testificar que nunca pudo haber ocurrido en un
sistema sin una guía. El orden nunca surge del desorden espontáneamente.
Debe haber una guía para el sistema. Esto es una declaración inequívoca.

El orden no puede surgir del
desorden por reacciones casuales (en la teoría puede, pero en las
probabilidades el número es tan infinitamente pequeño, que los físicos ven
las probabilidades como cero). Entonces vas al Mar Muerto y dices: “Yo
veo estos cristales de sal tan ordenados. ¿Quieres decirme que D’os está
haciendo cada uno de los cristales?” No. Eso no es lo que estoy diciendo.
Pero los cristales de sal no surgen casualmente. Ellos existen porque las
leyes de la naturaleza, que son parte del paquete de la creación, hacen que
se formen los cristales de sal. Las leyes de la naturaleza guían el
desarrollo del mundo y hay una cantidad monumental de información sobre el
desarrollo que está codificada en los primeros seis días de la creación.
Pero no está incluida explícitamente en el texto, de lo contrario tendríamos
creaciones en cada oración! La Torá quiere que te asombres con el curso del
orden, comenzando de un plasma caótico y terminando en una sinfonía de vida.
Día a día el mundo progresa hasta niveles más y más altos.

Orden que surge del desorden…
es pura termodinámica… y está dicha en terminología de hace 3000 años
atrás!!!

La
Creación del Tiempo

Cada día de la creación está
numerado, aún así hay discontinuidad en la manera en que los días están
numerados. El versículo dice: “fue la noche y la mañana; día
uno”. Pero en el segundo día no dice “fue la noche y la mañana; día
dos”, sino que dice: “fue la noche y la mañana; segundo día”,
y la Torá continúa con esta forma: “fue la noche y la mañana; tercer día…
cuarto día… quinto día… el sexto día”.

Sólo en el primer día, el texto
usa una forma diferente: no es el “primer día”, sino el “día
uno” (iom ejad). Hay muchas traducciones que cometen el error en escribir
“primer día”. Esto es porque los editores quieren que las cosas se
vean lindas y consistentes, pero de esa manera anulan el mensaje verdadero del
texto!, porque hay una diferencia cualitativa, como nos dice Najmánides,
entre “uno” y “primero”: uno es absoluto; primero
es comparativo.

Najmánides explica que en el día
uno, el tiempo fue creado. Esto es una visión fenomenal. El tiempo fue
creado. Yo puedo entender crear materia, inclusive espacio. ¿Pero tiempo? ¿Cómo
se crea el tiempo? No puedes agarrar el tiempo. No puedes siquiera verlo. Tu
puedes ver espacio y materia, sentir energía, ver energía eléctrica. Yo
entiendo una creación en esos campos. ¿Pero la creación del tiempo? Hace
800 años atrás, Najmánides llegó a este entendimiento porque la Torá usa
la frase “día uno”. Y eso es exactamente lo que Einstein enseñó
en las leyes de la Relatividad: que hubo una creación, no sólo de espacio y
materia, sino de tiempo también.

La
Ley de la Relatividad de Einstein

Miramos al universo y decimos:
“¿Cuán viejo es el universo? Mirando atrás en el tiempo, el universo
tiene 15 mil millones de años aproximadamente”. Esta es nuestra visión
del tiempo. Pero ¿cuál es la visión del tiempo según la Biblia? ¿Cómo
ella ve el tiempo? Quizás ve el tiempo de diferente manera. Y eso hace una
gran diferencia.

Albert Einstein nos enseño que
la cosmología del Big Bang no sólo trae en existencia espacio y materia,
sino que también el tiempo es parte de esta cuestión. El tiempo es una
dimensión. El tiempo está afectado por tu visión del tiempo. “Cómo lo
ves” depende de “dónde lo estás mirando”. Un minuto en la
luna va más rápido que un minuto en la Tierra. Un minuto en el sol va más
despacio. El tiempo en el sol está realmente estirado de tal manera que si
podríamos poner un reloj en el sol, correría más despacio. Es una
diferencia pequeña pero es mensurable y medida. Si pondríamos allí una
naranja a madurar, tomaría más tiempo que madure. ¿Por qué? Porque el
tiempo corre más despacio. ¿Lo sentiríamos correr más despacio? No. Porque
nuestra biología sería parte del sistema. Si estuviésemos viviendo en el
Sol, los latidos de nuestro corazón serían más lentos. Donde sea que
estemos, nuestra biología está sincronizada con el tiempo local.

Si pudiéramos mirar de un
sistema a otro, veríamos el tiempo de manera muy diferente, porque
dependiendo de factores como la gravedad y la velocidad, percibiríamos el
tiempo de manera muy diferente.

Por ejemplo: una noche estábamos
sentados en la mesa cenando, cuando mi hija de 11 años preguntó: “¿Cómo
tu puedes tener dinosaurios? ¿Cómo puedes tener mil millones de años científicamente,
y miles de años bíblicamente al mismo tiempo?”. Entonces le dije que
imagine un planeta donde el tiempo está tan estirado que mientras nosotros
vivimos dos años en la Tierra, sólo tres minutos pasaron en el planeta. Esos
lugares realmente existen y son observados desde la tierra. Sería difícil
vivir allí con las condiciones locales y no podríamos llegar allí tampoco,
pero haciendo experimentos mentales podemos lograrlo. Dos años van a pasar en
la Tierra y tres minutos van a pasar en el planeta. Entonces mi hija dijo:
“Grandioso! Mándame al planeta. Yo estaré tres minutos allí. Haré dos
años de tareas escolares por adelantado. Volveré a casa y no habrá tareas
por dos años”.

Buen intento. Asumiendo que su
edad era de 11 años cuando parte y sus amigas también, ella pasa tres
minutos en el planeta y luego vuelve a casa (el tiempo de viaje no lleva
tiempo), ¿qué edad tiene ella cuando vuelve? Once años y tres minutos. Pero
sus amigas tienen 13 años porque ella vivió tres minutos mientras que
nosotros vivimos dos años. Sus amigas crecieron de 11 a 13 años, mientras
ella sólo 3 días.

Si ella hubiese mirado hacia
nuestro planeta, su percepón del tiempo en la Tierra hubiese sido que nadie
se estaba moviendo muy rápidamente. Y si nosotros miraríamos para arriba,
veríamos que ella se está moviendo muy despacio.

¿Cuál es el tiempo correcto? ¿Tres
años o tres minutos? La respuesta es: ambos. Los dos pasan al mismo tiempo.
Esa es la herencia de Albert Einstein. Literalmente hay billones de lugares en
el universo, donde si pondríamos un reloj en esa lugar, éste correría tan
despacio que desde nuestra perspectiva (si podríamos llegar hasta tan lejos)
pasarían 15 mil millones de años… pero el reloj en esa remota localidad
marcaría seis días y nadie discute estos datos.

El
Viaje del Tiempo y el Big Bang

¿Pero cómo esto ayuda a
explicar la Torá? Porque de todas maneras el Talmud y los comentaristas
parecen decir que los seis días del génesis fueron períodos regulares de 24
horas!!

Miremos un poco más
profundamente. Las fuentes clásicas judías dicen que antes del comienzo
nosotros no sabemos realmente que hubo; no podemos decir lo que antecedió al
universo. El Midrash pregunta: ¿Por qué la Torá comienza con la letra Bet?
Porque la Bet está cerrada en todas las direcciones, hacia arriba, hacia
abajo y hacia la derecha; y sólo está abierta en su lado izquierdo, en
dirección de la continuación del texto. Es por eso que no podemos saber lo
que viene antes – sólo lo que viene después.

Najmánides complementa la
afirmación. Él dice que a pesar de que los días tienen 24 horas, ellos
contienen “kol iemot haolam” – todas las edades y todos los
secretos del mundo.

Najmánides dice que antes del
universo no hubo nada… pero repentinamente toda la creación apareció como
un grano minúsculo. Él da la dimensión del grano: algo muy pequeño, como
el tamaño de un grano de mostaza; y dice que es la única creación física.
No hubo otra creación física; todas las otras creaciones fueron
espirituales. El nefesh (el alma de los animales) y la neshamá (el alma del
ser humano) son creaciones espirituales. Hay una sola creación física y esa
creación fue un pequeño grano. El grano fue todo lo que había. Cualquier
otra cosa era D’os. En ese grano estaba toda la materia prima que sería usada
para hacer todo lo otro. Najmánides describe a la sustancia como “dak
meod, ein bo mamash” – algo muy pequeño, no hay sustancia en el. Y
cuando este grano se expandió, esta sustancia – tan delgada que no tiene
esencia – se transformó en materia, como ya sabemos.

Más adelante Najmánides
escribe: “misheiesh, itfos bo zman” – desde el momento que toda la
materia se formó a partir de esta sustancia insustancial, el tiempo se
relacionó con ella. No hubo un “comienzo”. El tiempo fue creado al
comienzo. Cuando la materia se condensa, se congela, fuera de esta sustancia
tan delgada que no tiene esencia – ahí es donde el reloj bíblico comienza.

La ciencia ha mostrado que hay
una sola “sustancia insustancial” que puede transformarse en materia
y es la energía. La famosa ecuación de Einstein: E=MC² , nos dice que la
energía puede transformarse en materia… y una vez que se transformó en
materia, el tiempo toma lugar.

Najmánides ha hecho una afirmación
increíble. Yo no sé si él conocía las leyes de la Relatividad pero
nosotros sí las conocemos. Sabemos que la energía (ondas radiales, rayos
gama, rayos x, haces de luz) viajan a la velocidad de la luz que es 300
millones de metros por segundo. A esa velocidad el tiempo no transcurre. El
universo se fue avejentando pero el tiempo sólo tuvo lugar cuando la materia
se hizo presente. Este momento del tiempo, antes de que el reloj bíblico
comience, duró 1/100.000 de un segundo aproximadamente. Un tiempo ínfimo.
Pero en ese tiempo el universo se expandió de ser un grano pequeño hasta el
tamaño del Sistema Solar. Desde aquel momento en adelante tenemos materia y
el tiempo corre. El reloj comienza aquí.

Ahora, el hecho de que la Torá
nos dice que hay “noche y mañana, día uno”, nos viene a enseñar
el tiempo desde una perspectiva Bíblica.

Einstein comprobó que el tiempo
varía de un lugar a otro en el universo, y que el tiempo varía de una
perspectiva a otra perspectiva en el universo. La Torá dice que hay
“noche y mañana, día uno”.

Si la Torá nos hubiese hablado
del tiempo en los días de Moshé y el Monte Sinai – bastante después de Adam
– el texto no hubiese dicho “día uno”, porque cuando estuvimos en
el Sinai, millones de días ya habían pasado desde la creación y como había
una gran cantidad de tiempo con el cual comparar al día uno, hubiese dicho
“primer día”. En el segundo día del génesis, la Torá dice
“segundo día”, porque ya había un primer día con el cual
compararlo. Podíamos decir en el segundo día “lo que pasó en el primer
día”, pero no podíamos decir en el primer día “lo que pasó en el
primer día”, porque “primero” implica comparación, una serie
existente, y todavía no había una serie existente. Un día era todo lo que
había.

Aún si la Torá hubiese visto el
tiempo desde Adam, hubiese dicho “primer día”, porque para su
propia afirmación habían seis días. Pero la Torá dice “día uno”
porque la Torá está mirando hacia adelante no desde Adam sino desde el
comienzo, y dice: ¿cuántos años tiene el universo? Seis días (hasta Adam).

Mirando hacía atrás en el
tiempo, decimos que el universo tiene 15 mil millones de años. Pero todo
científico sabe que cuando decimos que tiene 15 mil millones de años, hay
una parte de esta oración que nunca se dice. La otra parte de la oración es:
El universo tiene 15 mil millones de años visto desde las coordenadas del
tiempo-espacio que utilizamos donde nosotros estamos.
Esa es la visión de
la relatividad de Einstein.

La clave es que la Torá mira
hacia adelante en el tiempo, desde coordenadas de tiempo-espacio muy
diferentes, cuando el universo era pequeño. Pero desde entonces el universo
se ha expandido. El espacio se expande, y esa expansión del espacio cambia
totalmente la percepción del tiempo.

Imagínate volviendo atrás miles
de millones de años hasta el comienzo del tiempo. Ahora haz de cuenta, en el
comienzo del tiempo, que hay una comunidad inteligente (esto es totalmente
ficticio). Imagina que la comunidad inteligente tiene un láser y está por
disparar un explosivo de luz y cada segundo sale un pulso. Cada segundo un
pulso. Pulso. Pulso. Disparan la luz y luego, millones de años más tarde, más
allá de la línea del tiempo, nosotros aquí en la tierra tenemos un gran satélite
y recibimos ese pulso de luz. En ese pulso de luz está impreso (información
impresa en la luz es llamada fibras ópticas) “Yo les estoy enviando un
pulso cada segundo”. Luego un segundo pasa y el próximo pulso es
enviado.

Ahora, la luz viaja a 300
millones de metros por segundo, así que los dos pulsos de luz están
separados por 300 millones de metros. Ellos viajan a través del espacio por
miles de millones de años y llegarán a la tierra miles de millones de años
más tarde. Pero… un momento! ¿El universo está estático? No. El universo
se está expandiendo. Esa es la cosmología del universo. Y eso quiere decir
que se está expandiendo dentro de un espacio vacío afuera del universo.
Existe sólo el universo. No hay espacio afuera del universo. El universo se
expande mediante la expansión del espacio. Es así que estos pulsos viajan a
través de miles de millones de años y el universo se expande y el espacio se
expande. ¿Qué sucede entonces con estos pulsos? El espacio entre ellos también
se expande. Los pulsos realmente se alejan y alejan más. Miles de millones de
años más tarde, cuando el primer pulso llega, nosotros decimos: “Oh, un
pulso!” Y en él está escrito: “Yo les estoy enviando un pulso cada
segundo”. Tu llamas a todos tus amigos y esperas el siguiente pulso. ¿Llega
el pulso un segundo más tarde? No!! ¿Un año más tarde quizás? No. Quizás
miles de millones de años más tarde. Porque dependiendo de cuánto tiempo
este pulso de luz ha viajado a través del espacio, se determinará la expansión
que ha sufrido. Esto es cosmología standard.

¿15
Mil Millones de Años o Seis Días?

Hoy en día nosotros miramos al
tiempo hacia atrás y vemos 15 mil millones de años. Mirando hacia adelante,
desde un universo muy pequeño – 1mil millones de veces más pequeño – la Torá
nos dice: “seis días”. Verdaderamente, los dos datos pueden ser
correctos.

Lo que es excitante en los últimos
años en la cosmología, es que ahora nosotros hemos cuantificado los datos
para saber la relación entre la “visión del tiempo” desde el
comienzo, y la “visión del tiempo” hoy en día. No es ciencia ficción.
Cualquiera de una docena de libros de física trae el mismo número. La relación
general entre el tiempo cerca del comienzo y el tiempo hoy en día es un millón
de millones. Eso es 1 con 12 ceros detrás de él. Entonces, cuando una visión
desde el principio mirando hacia adelante dice “yo les estoy enviando un
pulso por segundo”, ¿lo veremos cada segundo? No. Lo veremos cada millón
de millones de segundos. Porque eso es el efecto de expansión de la extensión
del universo.

La Torá no dice cada segundo.
Dice “seis días”. ¿Cómo veríamos esos seis días? Si la Torá
dice: estamos enviando información por seis días, ¿recibiríamos esa
información como seis días? No. Recibiríamos esa información como seis
millones de millones de días. Porque la perspectiva de la Torá es desde el
comienzo en adelante.

Seis millones de millones de días
es un número muy interesante. ¿Cuánto sería en años? Dividido por 365,
viene a ser algo así como 16 mil millones de años. Esencialmente la edad
estimada del universo. Una buena estimación para 3000 años atrás!!

La manera en que estas dos
cantidades se igualan es extraordinario. Yo estoy hablando como un teólogo y
yo estoy haciendo un reclamo científico. Yo no saqué estos números de un
sombrero. Es por eso que me extendí en mi explicación, para que ustedes
puedan seguirla paso a paso.

Ahora podemos seguir adelante.
Miremos el desarrollo del tiempo día a día, basado en la expansión. Cada
vez que el universo se duplica, la percepción del tiempo se divide al medio.
Cuando el universo era pequeño, se doblaba rápidamente. Pero a medida que el
universo se hace más grande, tarda más tiempo en duplicarse. Este ritmo de
crecimiento de la expansión está citado en “Los Principios de la
Cosmología Física”, un texto que es usado en todo el mundo.

Los cálculos resultan de la
siguiente manera:

  • El primero de los días Bíblicos duró 24 horas,
    visto desde “la perspectiva del comienzo del tiempo”. Pero la
    duración desde nuestra perspectiva es de 8 mil millones de años.

  • El segundo día, desde la perspectiva de la Torá,
    duró 24 horas. Desde nuestra perspectiva duró la mitad del día
    anterior, 4 mil millones de años.

  • El tercer día también duró la mitad del día
    anterior, 2 mil millones de años.

  • El cuarto día – mil millones de años.

  • El quinto día – quinientos millones de años.

  • El sexto día – doscientos cincuenta millones de años.

Cuando sumamos los seis días,
obtenemos como resultado que la edad del universo es de 15 y 3/4 mil millones
de años. Igual que lo que dice la cosmología moderna. ¿Es casualidad?

Pero hay más aún. La Torá nos
cuenta qué pasó en cada uno de esos días. Ahora puedes tomar la cosmología,
la paleontología, la arqueología, leer sobre la historia del mundo y
verificar si se asemejan o no día por día. Te doy un adelanto, se asemejan
tanto que te dará escalofrío en todo el cuerpo cuando lo leas.

*publicado en
Internet por
www.judaismohoy.com