Leyes del Maaser
Rab Daniel Oppenheimer
La obligación de apartar y dar en carácter de caridad una décima parte de cada entrada de dinero incumbe a cada hombre y mujer judíos tanto ricos como pobres
Aun niños pequeños, cundo ya son capaces de comprender el sentido de lo que hacen, deben ser educados para la práctica de la beneficencia, y para apartar ma’aser de sus mensualidades o de cualquier otro regalo en dinero que pudieran percibir.
El diezmo no es un impuesto sobre la propiedad sino una obligación personal: jovat gavra
Esto significa que quienquiera que haya obtenido una cantidad de dinero deber apartar diezmo de ella, aunque ya lo hubiera retirado a su vez la persona de quien se hubiera recibido Del mismo modo, los novios deberán separar diezmo de la dote en efectivo que recibieron de los padres del novio o de la novia. Por lo mismo, cualquiera que hubiere heredado fondos deberá apartar diezmo de ellos, aunque el testador ya lo hubiera hecho al tiempo que ese dinero llegó a su poder.
La ética judía ha puesto un límite a los ingresos que una persona puede percibir sin salir de la categoría de los que necesitan recibir limosna, pero no ha fijado la cantidad mínima por debajo de la cual no debe o no necesita dar caridad. Es decir, que un individuo necesitado hasta el punto de que él mismo recibe caridad de otros, debe dar diezmo de ese dinero a otros indigentes. Sin embargo esa donación no podrá sobrepasar toque indica el precepto del diezmo, no se refiere al diezmo que debe ser pagado de los productos agrícolas de Eretz Israel y ciertas áreas vecinas especifica das. Este tipo de diezmo, en contraposición al que estudiamos en este Capítulo, es un impuesto que puede ser pagado en especie. Una vez que le haya sido apartado ese tipo de diezmo, el producto no tiene que volver a diezmarse cuando pase a poder de otra persona.
La Ley reconoce circunstancias excepcionales, en las cuales una persona puede quedar eximida de pagar su diezmo.
Si alguien que toda su vida apartó diezmo de sus ganancias se encuentra con problemas financieros de tal magnitud que le es imposible apartar su diezmo sin privar a su familia de satisfacer necesidades elementales para la subsistencia, puede usarlo para solventar gastos mientras dure la emergencia. Pero, dado que su costumbre anterior de apartar el diezmo se considera desde el punto de vista legal como el cumplimiento de un voto, deberá antes obtener una hatarat neder o sea una dispensa del juramento por parte de un Tribunal Rabínico (Bet Din) Si una persona estuviera acostumbrada a apartar siempre el diezmo de sus entra das, pero por circunstancias adversas (p.ej., emigración) no percibiera temporalmente ganancia alguna y dependiese de una subvención, la cual escasamente alcanzaría a cubrir sus necesidades más esenciales, no deberá apartar n’za’aser de la subvención recibida y tampoco es necesario “hatarat neder”.
Si un suegro depositare en el banco una suma de dinero como dote, para que su yerno, luego de casado, se mantenga con los intereses, pudiendo así dedicarse despreocupadamente al estudio de la Torá, no necesita éste -si el suegro así lo exige- diezmar el capital depositado, pero sí deberá apartar ma ‘aser de los intereses (Existen también casos extremos en los cuales alguien tendría que repartir su ma ‘aser entre los suyos y los pobres. P.ej. si el presupuesto familiar mínimo es de 500 libras, y el jefe de familia gana 510 libras, este deberá apartar entonces 51 libras, quedándole 459. En este caso puede usar las 41 libras que falten para mantener a su familia, debiendo repartir entre pobres solamente las 10 libras restantes 17•
*Esto no contradice lo antedicho en el Capítulo 1, relativo al pobre que debe dar diezmo de las limosnas recibidas, dado que éste tendrá que apartar el ma’aser solamente si después de hacerlo no sufriera carencia en sus necesidades elementales.
Dentro del mismo enfoque, una joven huérfana que no podría casarse si se viera obligada a ceder un dé rimo de su herencia, puede utilizarlo para su ajuar o su dote.
Las leyes del diezmo se aplican no solamente al dinero ganado en negocios*, si no también al adquirido en calidad de regalo, dote a, herencia , “hallazgo” 25 etc.1 Sin embargo, no debe ser considerado un tipo de impuesto anual a la propiedad ya que solamente debe ser tomado de las entradas reales obtenidas durante ese año.
Como el casó si A entregara dinero a B diciendo “Cómprate con esto tal objeto” o bien “¡Cómprate con esto lo que desees!” – Deberá ser tomado como regalo monetario, o como (de acuerdo a la mayoría de las opiniones) un objeto regalado, sobre el cual no recae la obligación de ma’aser, ya que el obsequiado es considerado como “Shaliaj”, mensajero del obsequiante.
Respuesta: Si el obsequiado no acostumbra apartar ma’aser de objetos regalados, tampoco está obligado a hacerlo en este caso
Es decir, cualquier suma de dinero que se perciba en forma de regalo, dote, herencia o similar, representa una adquisición en lo que al ma’aser se refiere. El diezmo debe ser tomado en cantidad entera, pero es una obligación que se cumple una sola vez. Después de eso, únicamente deben sujetarse a diezmo rendimientos derivados de la inversión de esa suma, como, por ejemplo, intereses u otro tipo de réditos 26
Lo antedicho es válido solamente para ingresos monetarios. Quien heredara un inmueble o valores, o bien si por casamiento, en lugar de recibir una dote en
“Quien no comercia con capital propio, sino con dinero prestado, y en sociedad, pague ma’aser en proporción a su aporte en las ganancias”
Hay una controversia si los Cohanim deben sacar ma’aser del dinero obtenido del rescate de los primogénitos.
Asimismo existe una controversia respecto a los regalos recibidos con motivo del Bar mitzvá o del casamiento. Aun según la opinión más fácil es aconsejable solicitar “Hatarat neder”.
Algunos codificadores sostienen que se debe tomar diezmo no solamente de ingresos en efectivo, sino también de cualquier otra entrada que tuviera valor en dinero efectivo, fuera admitido como socio propietario de un negocio, no deberá apartar ma’aser del valor de estos ingresos, ni tampoco tendrá necesidad de venderlos para poder quitar el diezmo. En cambio, recaerá la obligación del ma’aser, al vender estos bienes.
Dinero robado o extraviado, y recuperado después que el legítimo propietario ya lo daba por perdido, debe ser considerado como una nueva entrada sujeta a diezmo De aquí se deduce que debe apartarse diezmo de cualquier indemnización otorgada por el gobierno alemán a las víctimas de la persecución de los nazis.
Aquel que recibe dividendos por una inversión de capital, o por ser miembro de una sociedad, pero no tiene la seguridad de que recuperará el capital invertido, puede postergar el pago de los diezmos de sus entradas hasta asegurarse de que le será reembolsado el capital. En estos casos es especialmente importante que se lleve una contabilidad muy exacta de cualquier ingreso que provenga del capital en cuestión, para que pueda calcular correctamente el diezmo correspondiente a la entrada total, una vez que se haya devuelto a su dueño al principal.
Las leyes del diezmo se aplican únicamente a los ingresos netos. Las deducciones de la entrada bruta para el cálculo de la entrada neta de la que se retiene diezmo, incluyen los gastos relacionados con dichas entradas (incluyendo impuestos pagados sobre entradas brutas) y también las pérdidas comerciales. A continuación, siguen detalles referentes a esas deducciones.A. ExpensasTodos los gastos vinculados a la adquisición de la entrada bruta (por ejemplo: alquiler de locales; sueldos y salarios pagados a los empleados; adquisición de maquinarias; compra de un automóvil por razones de trabajo; viáticos, incluyendo alojamiento en hoteles, etc.) pueden deducirse de la entrada bruta. Sin embargo, una persona que viaje por negocios no podrá deducir de su entrada bruta todo lo gastado en restaurantes, sino solamente la suma por la cual los precios de los alimentos tomados en el camino excedan lo que hubiera pagado por ellos en su casa.Este derecho de descontar las expensas de la entrada bruta, recae solamente sobre los gastos que son normalmente necesarios para obtener ganancias (adquisición de materia prima, mercaderías, etc.). No se pueden descontar, en cambio, gastos de tipo especulativo, los cuales probablemente no traigan ganancia (p.ej. compra de billetes de lotería, etc.).Gastos personales de mantenimiento del hogar, alquiler por la casa en que se vive y salarios abonados al personal de servicio doméstico no son deductibles de la entrada bruta.
Por la misma razón, gastos relativos a la observación de preceptos religiosos obligatorios (por ejemplo: la compra de un talit, filacterias y mezuzot, o la construcción de una sucá) no pueden deducirse de la renta bruta a los fines de cálculo del diezmo.
B. Impuestos
Se deduce del párrafo anterior que los impuestos federales o locales sobre las ganancias como tales, impuestos a los ingresos, impuestos inmobiliarios (cuando la entrada provenga de alquileres de casas o bienes raíces) impuestos sobre intereses y dividendos e impuestos a los vehículos* pueden ser deducidos de la entrada bruta. Asimismo pueden deducirse los aportes jubilatorios. Por otra parte, impuestos al consumidor, como ser impuesto a las ventas, a los artículos de lujo, a entretenimientos, o sobre bienes raíces que se abonen por la residencia personal, no son deductibles de las entradas sujetas a diezmo**.
Aunque se pueden deducir impuestos sobre las ganancias brutas a fin de calcular ma’aser, hay situaciones en las cuales podría ser conveniente calcularlo en base a la ganancia bruta antes de restarle los impuestos federales y locales. Nos referimos a los pagos en aquellos países en donde las donaciones para causas filantrópicas se consideran deductibles de los impuestos. La ventaja de este sistema de contabilidad consiste en que el que va a pagar el diezmo puede obtener de este modo más dinero para caridad, a la vez que su obligación impositiva se hará más ligera que si hubiera abonado los impuestos antes de retirar el diezmo.
* Aquel que necesita un automóvil para sus negocios, pero que ocasionalmente lo usa para fines personales, no puede deducir la suma entera del impuesto por el vehículo de su entrada bruta, sino solamente una cantidad proporcional al tiempo en que utiliza el automóvil para su trabajo o profesión.
** Hay en cambio una opinión según la cual, quien percibe solamente ingresos modestos puede deducir todos los impuestos antes de quitar el ma’aser de las ganancias. Sin embargo, desde un principio, es decir antes de quitar el ma’aser por primera vez, deberá hacer un “T’nai” correspondiente. En caso de no haberlo hecho así, un “T’nai” será válido únicamente para el ma’aser a quitar en adelante. Además deberá hacer “Hatarat Neder” de su costumbre anterior.
Hay algunas personas que no basan su diezmo en una contabilidad precisa, sino que lo estiman hipotéticamente. Destinan una cantidad arbitraria de dinero a caridad, y suponen que esa donación equivale realmente a un décimo de sus entradas. Sin embargo, ese método de contabilidad deja amplio margen a errores y autoengaño, porque casi seguramente la donación total será menor que el diezmo que deberían haber pagado. La amonestación de Rabán Gamliel
“No te acostumbres a dar diezmo por conjeturas” probablemente se refiere también a aquellas personas que confían en su criterio personal al apartar el maaser kesafim.
No debe postergarse nunca el apartar el propio diezmo. Más bien, al recibir salarios, ganancias en negocios y cualquier otro tipo de entradas hay que apartarlo inmediatamente después de las debidas deducciones; aquellas personas que postergan la separación del diezmo corren el riesgo de olvidarse de hacerlo.
Quien deseare ser tan generoso como fuere posible en su obligación, no necesita conformarse con dar el décimo exigido, sino que puede esforzarse en donar hasta un quinto de la cantidad sujeta al diezmo. Quien goza de muy buena posición económica y por lo tanto no debe temer que su generosidad lo puede llevar a la indigencia, debe dar aún más de un quinto*. El que da a los pobres menos de la décima parte de su entrada merece ser llamado “ojo perverso”, es decir, avaro.
La ley religiosa no prescribe ninguna bendición especial para el momento en que se aparta el diezmo, del mismo modo en que no se necesita decirla para ningún otro acto caritativo.
Aquel que haya dado más dinero para caridad que lo que la ley del diezmo le exige, puede deducir la diferencia del diezmo siguiente, y utilizarlo entonces para fines personales. En esos casos se recomienda hacer una reserva formal para deducir del diezmo posterior las donaciones “adelantadas”.* Hay además otras circunstancias que permiten a la persona donar más de un quinto de sus ganancias, como ser:
a. Quien debiera ayunar muchos días para expiar sus pecados, y por razones de salud no estuviera en condiciones de hacerlo.
B. Quien sintiera acercarse su fin, podrá repartir o legar hasta la mitad (según otras opiniones hasta un tercio) de sus bienes para obras benéficas, siempre y cuando no se vea afectado por ello el mantenimiento de sus hijos.
C. Cuando se trata de salvar una vida (humana).
D. Cuando se trata de fomenar el estudio de la Torá.
E. Si alguien tuviera la suerte de ganar una gran suma en la lotería, es muy conveniente, donar para fines benéficos, más de un quinto de esta ganancia.
Por razones psicológicas y también para evitar errores, se aconseja depositar los diezmos, ni bien se los haya calculado, en una alcancía o caja especialmente destinada para ello, o, por lo menos, en un sobre marcado “maaser”. Parece que fuera mucho más fácil tomar mayores cantidades de dinero de un “fondo especial” que ya está apartado para este propósito, que sacarlo del “propio bolsillo”. Además este procedimiento tiene la ventaja de que, en caso de fallecimiento inesperado del pagador de maaser, sus herederos sabrán a quien estaba destinado ese dinero, y no lo considerarán parte de la herencia dejada por el muerto.
Ni siquiera aquellas personas que son tan afortunadas que pueden poner grandes sumas de dinero en la “Caja de Maaser” deben permitir que permanezcan allí mucho tiempo. Todo el diezmo que se tenga a mano deberá utilizarse antes de los años tercero y sexto de cada ciclo de shemitá. No sirve para nada dejar que el dinero se acumule indefinidamente a causa de una precaucón excesiva, porque el pagador podría morir mientras tanto, y la obligación de dar diezmo, al igual que todas las demás obligaciones religiosas, solamente puede ser observada por las peresonas vivas, y no por los muertos.
En principio, la persona que ha apartado los fondos del diezmo de sus ganancias, también tiene la facultad de disponer de ellos (tovat hanaá). Tiene el derecho de distribuirlos entre aquellas personas necesitadas o instituciones filantrópicas que estén más cerca de su corazón, o que, en su opinión, sean particularmente dignas de ayuda.
Sin embargo puede presentarse una situación en la cual los fondos del diezmo deban ser distribuidos por otra persona que aquella que originalmente los separó de sus entradas. Podría ocurrir esto, por ejemplo, si el pagador del diezmo muriere antes de tener la oportunidad de distribuir el dinero. Como el fondo del diezmo no se considera parte de la herencia del fallecido, el derecho de disponer de él no se asigna a los herederos sino a los administradores de caridad de la comunidad o congregación judía de la que hubiere sido miembro el desaparecido. Sin embargo, si éste hubiera dejado un testamento designado por su nombre la causa o causas filantrópicas a las que deben ser entregados los fondos del diezmo que hayan quedado al tiempo de su fallecimiento, sus deseos deben ser respetados.
Si niños huérfanos poseen fondos (p.e. provenientes de una herencia), los tutores no solo pueden, sino deben apartar el Ma’aser de los niños para pagar a los maestros de estos niños y comprar libros de estudio de religión para ellos.
La esposa, especialmente la de un hombre de buena posición económica, está autorizada, aun sin el permiso específico del marido, de usar los fondos del Ma’aser existentes en su domicilio para ejercer beneficencia.
Si se tratara de diezmo tomado de una dote matrimonial pagada en efectivo, es el novio, cuyo deber es apartar el diezmo de la suma total, el único que tiene derecho a decidir como será distribuido ese diezmo. Ni el padre del novio ni de la novia pueden opinar sobre el tema. En caso de que uno de los dos padres hubiere prometido a los recién casados una dote de la cual ya se hubiere tomado el diezmo, es deber del padre que da la dote distribuir ese diezmo según lo crea conveniente. Sin embargo, si tanto la novia como el novio tuvieran parientes pobres dignos de recibir ayuda monetaria, el padre que reparte la dote deberá pensar no solamente en los necesitados de la propia familia, sino, y en la misma porción, en los de ambas.
A fin de determinar el propósito para el cual los fondos del diezmo pueden ser donados legítimamente, haremos bien en definir primero aquellos para los que no se pueden utilizar.A. Usos impropios de los fondos del diezmoLos fondos del diezmo no pueden ser utilizados para sufragar gastos que debiera cubrir el pagador, independientemente de su obligación de hacer caridad, ni tampoco serán utilizados para propósitos que, aún siendo muy dignos en sí mismos, no beneficien a los indigentes.1. Un padre no puede utilizar los fondos del diezmo para pagar por la educación religiosa de sus hijos, porque el deber de instruir en la Torá a los propios vástagos, tanto personalmente como contratando para ello un maestro, recae sobre cada progenitor, independientemente de su obligación de dar caridad. Si necesitara dinero apremiantemente, el pagador podrá usar lo fondos de su diezmo para permitir que su hijo se ocupe del estudio de la Torá, es decir: que concurra a una Yeshivá.
Si bien la mujer no está obligada al estudio de la Torá como lo está el varón, incumbe a cada padre, inculcar en sus hijas al igual que en sus hijos el temor a D’os y la fidelidad a sus mandamientos. Por lo tanto, resulta lo siguiente, en cuanto al uso del dinero del ma’aser: En todo lugar donde exista una escuela “religiosa (como lo son los colegios “Beit Ja’acob”), es deber incondicional del padre, enviar allí a su hija, no pudiendo usar para ello el dinero del diezmo. Sin embargo, si la escuela religiosa
requiriera del padre más dinero del que abonaría en una escuela no religiosa, puede pagar la diferencia del arancel con dinero de ma’aser.
2. Los fondos del diezmo no deben utilizarse para pagar por el mantenimiento de los hijos menores propios, o de hijastros por los cuales se es legalmente responsable. Para saber si se pueden utilizar fondos de diezmo para mantener hijos ya mayores, ver Cap. 9 B [4] más adelante.
3. Dado que los fondos de diezmo solo pueden ser entregados a indigentes, no deben ser facilitados a alguien (mayor o menor de edad según la Ley judaica) que sea mantenido por su padre pudiente, porque darle dinero a ese alguien, es, en realidad, dar el diezmo al propio padre pudiente. Está prohibido dar dinero de fondos del diezmo a esa persona, ni siquiera con la condición de que el padre no va a obtener benéfico alguno de ellos.
4. Como los fondos de diezmo deben beneficiar directamente al menesteroso, el donante no puede entregarlos a un tercero en pago de alguna deuda en que hubiera incurrido el individuo necesitado (salvo en el caso especificado en el Cap. 9 B [8]).
5. Entre los gastos obligatorios que impone la Ley judaica, que no pueden ser sufragados con los fondos de diezmo, están los obsequios que deben ser entregados en Purim, es decir, el “medio shekel”, las dádivas con dinero a los pobres y el mishloaj manot” – obsequios en comestibles y bebidas que se envían a los amigos en esta fiesta. Es decir, que no se debe usar el dinero de ma’aser para cubrir el importe que según su nivel de vida haya previsto para estos gastos. Sin embargo, si inesperadamente concurren muchos más pobres de lo previsto, puede tomar de la caja de ma’aser la cantidad que exceda la predestinada*.
La diferenciación antedicha rige también para otros casos, como ser: Si un padre compra Tefilin para su hijo que cumple Bar Mitzvá, no podrá sufragar este caso obligatorio con dinero de ma’aser. Sin embargo, si tiene la oportunidad de adquirir Tefilin más caros, pero le resulta difícil pagar el importe por sus propios medios, puede tomar de la caja de ma’aser la cantidad que corresponda a la diferencia de precio entre el Tefilin común y el mas valioso – si ésta era su intención desde un principio.
Así también, una persona cuyos medios le alcanzan para adquirir solamente un Etrog común, puede ayudarse con el dinero del diezmo para comprar un Etrog especialmente hermoso y por lo tanto más caro. En cambio no se puede usar dinero de ma’aser para la compra de “Matzá shemurá”, porque en este “Shemurá” no es tan solo un “Hidur” (como en el uso de Tefilin y Etrog) sino que constituye una parte integral de la mitzvá misma.
6. Los fondos de diezmo no pueden ser usados por un padre de una novia o de un novio para pagar a los asistentes religiosos (Rabino, cantor, empleado del Templo) por funciones relacionadas con la ceremonia de la boda, porque esas sumas se consideran parte regular de los gastos de un casamiento. Por lo mismo, tampoco puede emplearse para abonar el casamentero que haya intervenido en la formalización del matrimonio.
7. Los fondos de diezmo no pueden usarse para la compra de un terreno destinado a cementerio, porque, de hecho, la comunidad está obligada por la ley judía a adquirir los lugares donde enterrar a sus miembros.
Sin embargo, un familiar indirecto del difunto, que no está obligado por la ley a responder por los gastos del entierro (p.e. un yerno por su suegra) puede usar para ello dinero de ma’aser.
8. Ya que el diezmo se destina únicamente a asistencia directa a necesitados, no se puede usar para saldar cuotas sociales, o para hacer donaciones a comunidades o congregaciones judías, aunque esas comunidades o congregaciones invierten sumas importantes de las cantidades que reciben en donaciones a los pobres y para educación religiosa de la juventud, con la excepción de lo especificado en Cap. 9 B [9]. De aquí se deduce que los fondos de diezmo no pueden ser entregados para pagar sueldos regulares de los empleados de la comunidad o congregación, tales como los de los rabinos o maestros de escuelas judías, ni tampoco para hacer contribuciones a fondos para mantenimiento o construcción de Sinagogas, o alquiler de asientos en éstas. En aquellas congregaciones que perciben cuotas fijas de mantenimiento del Templo solamente de sus miembros más pudientes, no podrán utilizar fondos de diezmo para abonarlas con la excusa de que, después de todo, están también pagando por los socios pobres.
9. Hay algunas situaciones (ver Cap. 9 B [11]) en las cuales una persona puede utilizar fondos de diezmo para comprar “honores” en la Sinagoga. Lo podrá hacer únicamente si no hay otras ofertas para ese “honor” en particular. En las congregaciones donde se acostumbra rematar mitzvot, el adquirente puede usar fondos de diezmo solamente para cubrir la diferencia que hubiera entre el precio de la compra que él hizo realmente, y la oferta que hubiere hecho el segundo mejor postor.
10. No debe usarse dinero del diezmo para agregarlo a fondos creados para fines caritativos (por ejemplo: dotar a novias pobres, becar estudiantes necesitados) en los cuales se entregan a los beneficiarios solamente intereses, pero no la parte principal del capital. Esto resulta que los fondos de diezmo deben ser siempre entregados lo más rápidamente posible a los necesitados, y no pueden seguir acumulándose sino que deben ser usados antes de que transcurra un período demasiado largo.
11. A veces, un pagador de diezmo ha reunido una cantidad importante en su caja de ma’aser, sin que se le hubiese presentado la oportunidad de cederlo a la caridad de su preferencia. Puede sentirse entonces tentado de aumentar esas reservas de ma’aser sacándolas de su depósito e invirtiéndolas en forma provechosa, por ejemplo, colocándolas a interés. Aunque esta actitud podría justificarse desde el punto de vista estrictamente económico, no debe llevarse a cabo: estaría en contra del propósito del ma’aser el que ese dinero no estuviera disponible para utilizarse en el caso de una necesidad caritativa inesperada y urgente.
B. Usos legítimos de los fondos del diezmo
Los preceptos que tratan ampliamente los temas de tzedaká, y que son aplicables a la distribución de los fondos de diezmo se pueden encontrar en el Kitzur Shulján Aruj de Rabi Shlomó Ganzfried (Cap. 34), y en otras fuentes que se refieren a ellos.
A continuación, más reglas específicas relativas al uso legítimo de los fondos de diezmo:
1. Préstamos: Unos dos tercios de la suma total disponible de los fondos de diezmo deberán ser utilizados para caridad en el sentido más literal del término; es decir: para ser distribuidos entre los indigentes. El tercio restante debe ser reservado para hacer préstamos a personas que los necesiten. A veces puede ser más meritorio el utilizar los fondos del diezmo para hacer préstamos y ayudar a alguien que está pasando por dificultades financieras temporales, que darlo en calidad de limosna. En primer lugar, es menos humillante pedir un préstamo que aceptar abiertamente caridad. En segundo término, un préstamo constituye un método más constructivo de ayuda que limosna. Se puede dar fondos de diezmo a una persona en buena posición económica que, momentáneamente, se encuentre urgida por alguna dificultad financiera. Pero una vez que la parte de maaser destinada a préstamos se haya incrementado en tal medida que pueda satisfacer todas las solicitudes previsibles, todo lo que vaya agregándose al fondo de diezmo deberá entregarse únicamente para atención directa al necesitado.
Si el pagador del diezmo no consiguiera ponerse en contacto con ninguna de las personas o instituciones a las cuales querría donar sus fondos, no tiene por que ceder suma alguna al primer solicitante que se le presentare, sino que puede conservar su caja de maaser, y aún “tomar prestado” de ella para su uso particular (manteniendo “en mente” la nota citada en el Cap. VIII). Pero deberá entregar el dinero al beneficiario que halla elegido ni bien pueda comunicarse con los individuos o instituciones de quienes se trate.
Respecto del límite de tiempo dentro del cual los dineros del diezmo deben ser entregados a los beneficiarios elegidos, ver Cap. VI.
2. Beneficiarios preferidos: El pagador de diezmo hará bien en pronunciar las palabras bli neder, es decir: “ésto no debe ser considerado juramento”, en el momento en que entrega su diezmo. Esta será la declaración de que no tiene intenciones de convertir en costumbre la preferencia por el beneficiario al cual está acordando prioridad absoluta de ese diezmo. Porque, según la costumbre judía, la iniciación de una práctica de este tipo es equivalente a un juramento, que no puede ser cambiado o anulado sin hatarat neder, o sea un desligamiento autorizado por una Corte Rabínica.
Aunque el propósito del diezmo es ayuda a todo tipo de individuos necesitados (tanto judíos como no-judíos), hay un grupo de ellos que merece especial preferencia. Nos referimos a aquellas personas que dedican todo su tiempo al estudio de la Torá. Por eso, las yeshivot, las instituciones educacionales judías y los fondos que se reúnen para difundir la Torá merecen prioridad en cuanto a la distribución de los fondos del diezmo.
Cuando instituciones dedicadas a la enseñanza de Torá o a la caridad, organizan loterías a fin de incrementar sus entradas, puede abonarse los billetes con dinero de ma’aser. Si con este billete llegara a ganar un premio, no se necesita devolverlo a la institución, pero sí deberá apartarse el diezmo del premio mismo, de acuerdo a las normas enunciadas en el Cap. 3.
Si algún padre no quisiere pagar la educación religiosa de sus hijos, otras personas podrán usar fondos de diezmo para contratar un instructor para el niño, o bien para pagar sus estudios y manutención en una institución educacional judía * .
Aunque los fondos de diezmo no deben utilizarse para pagar los sueldos regulares de los empleados de la comunidad, pueden emplearse para la compra o donación de regalos especiales para rabinos necesitados u otros maestros de la Torá: Estas personas pertenecen a la categoría preferencial acordada a aquellos que dedican todo su tiempo al estudio religioso.
3. Adquisición de textos religiosos: Se pueden usar fondos de diezmo para adquirir textos de consulta para el estudio de la Torá. El mejor y más recomendable procedimiento para ello es adquirir dichos libros para la biblioteca de una yeshivá, un Bet Midrash, un colegio hebreo o alguna otra institución judía. Del mismo modo, puede ser utilizado dinero del fondo del diezmo para adquirir dichos libros para uso personal, siempre que se careciera de otros medios para obtenerlos. Sin embargo, libros que hubieren sido adquiridos para uso personal con fondos del diezmo, deben llevar una indicación clara de que fueron comprados con dicho dinero. No pueden ser considerados propiedad privada del comprador y por lo tanto no podrán ser revendidos. En consecuencia, éste está obligado a prestarlos a otras personas cuando ello le sea requerido, a menos que realmente los esté usando para sus estudios en ese momento ** . A su fallecimiento, sus herederos no deberán considerar esos libros como parte de la herencia, sino que los transferirán obligatoriamente a la comunidad (por ejemplo, a la biblioteca de una sinagoga o una yeshivá).
Quien deseara imprimir “Jidushei Torá” (resultados de indagación en el estudio de la Torá) y careciera de medios para cotear los gastos de imprenta; podrá usar para ello dinero de ma’aser. Las entradas obtenidas por la venta de estos libros deberán ser devueltas a la caja de ma’aser. Si hubiera dinero sobrante, podrá tomarlo para sí.
4. Ayuda a parientes y pobres: Se puede, y de hecho es obligatorio, usar fondos de diezmo para ayudar a parientes pobres de cuyo mantenimiento uno no es responsable legalmente. Esta regla se aplica en primer término a los padres del pagador del diezmo y a sus hijos adultos. Pero la ley marca las siguientes distinciones entre el primer caso y el segundo:
se puede utilizar fondos de diezmo para sustentar a los propios padres, siempre que no se tuviera otro dinero suficiente para mantenerlos. Se considera reprensible, para usar un término suave, privar a otras personas necesitadas de ayuda económica, tomando fondos de diezmo para los padres de uno, cuando se está en condiciones de ayudarlos con recursos personales.
Por otra parte, una persona puede dar dinero de los fondos de diezmo a sus hijos adultos (si estos están en la categoría de necesitados, naturalmente) aunque dispusiera de otros recursos para mantenerlos. En este contexto se usa el término “adulto” para referirse a individuos que han alcanzado la edad en la cual muchos jóvenes van integrándose a la fuerza laboral. En la sociedad occidental, serían aproximadamente los quince años.