Perek Jelek, intro. a la Tora Oral, Rambam



[1]

Versión castellana y comentarios de

R. Itzjak ben Uzi Sakkal

Creí oportuno, explayarme aquí sobre temas básicos de la fe, muy profundos e importantes[2].

1.- Acerca del verdadero bien y recompensa de los preceptos.

Debes percatarte, que entre los observantes de la Torah, existen distintas opiniones[3]con respecto al bien que le avendrá al hombre por el cumplimiento de los preceptos que nos encomendó Dios, por intermedio de nuestro maestro Moisés, como así también, sobre el mal que nos acaecerá al transgredirlos. Es grande la brecha, entre las distintas opiniones, con respecto a esta materia, acorde a la variedad de ideas; hasta el punto de quedar sumergido el tema en una profunda confusión debido al embrollo que impera en sus razonamientos. Tal es el caso, que casi no encontrarás un individuo que tenga una idea clara en esta cuestión, ni persona que tenga una opinión concisa, más bien impera una gran mezcolanza de conceptos.

El primer grupo[4] sostiene que el máximo bien es el Jardín del Edén, y lo describen como un lugar donde se come y bebe gratuitamente, sin esfuerzo físico ni trabajo, y que existen allí casas de piedras preciosas, con camas vestidas de seda, con doncellas sirviendo vino perfumadas con deliciosos aromas y abundan en cosas por el estilo[5]. Por el contrario, el máximo mal es el infierno (Guinóm), y lo describen como un sitio de fuego ardiente donde son quemados los cuerpos y donde los individuos son sometidos a todo tipo de tormentos y sufrimientos, extendiendo mucho sus relatos al respecto.  Este grupo, aportará pruebas a su teoría de entre las palabras de nuestros sabios y de los escritos Bíblicos, los cuales son tomados literalmente, para afirmar todas o la mayoría de sus alegaciones.

El segundo grupo sostiene y piensa, que el bien supremo serán los tiempos mesiánicos: Según ellos, en dicha época todos los humanos serán como ángeles, todos vivirán y perdurarán eternamente y se elevarán mucho, serán fructíferos y colmarán la tierra para siempre, aun el mismísimo Mesías, tal como ellos lo conciben, vivirá eternamente, con la ayuda de Dios. Afirman que en aquellos días germinarán de la tierra vestimenta ya confeccionada, como así también pan ya horneado y cosas por el estilo, sobrenaturales. En cuanto al mal supremo, consistiría en que ese individuo no tenga el mérito de llegar a aquella época y presenciarla[6] aportando pruebas para lo que afirman de las palabras de los sabios y las escrituras que admiten, tomadas en su literalidad, los que ellos sostienen.

El tercer grupo piensa que el bien anhelado es la resurrección de los muertos, es decir que reviva el individuo después que murió, para reencontrarse con sus queridos y familiares, comiendo y bebiendo sin volver a morir nuevamente[7]. En cambio, el mal sería, no revivir después de fallecido, junto al resto de los resucitados.  Aportan varios de los dichos de los sabios y versículos de la Biblia que tomados literalmente parecen afirmar lo que ellos dicen, o parte de lo que alegan.

El cuarto grupo piensa que el bien que nos sobrevendrá por el cumplimiento de los preceptos será el reposo físico y alcanzar los placeres materiales en este mundo, como ser: buena tierra, muchas pertenencias, descendencia numerosa, longevidad y salud, paz y seguridad, reinando alguno de la casa de Israel y extendiendo nuestro poder sobre nuestros enemigos[8]. Por el otro lado el mal que nos sobrevendrá al revelarnos contra la Torah, será lo contrario de estas cosas, tal como lo soportamos nosotros hoy, en nuestros días, en este exilio. Aportan pruebas, acorde a su capacidad, de todos los escritos de la Torah, donde se relata acerca de las bendiciones y maldiciones, y todas aquellas historias que allí figuran.

El quinto grupo, que está conformado por mucha gente, fusionan todas las opiniones anteriores y alegan que el máximo bien será la época mesiánica, la resurrección de los muertos, acceder al Jardín del Edén, comer y beber allí y estar sanos eternamente. Empero el mayor bien, el más importante, me refiero al mundo por venir, encontrarás muy pocos que lo tengan en mente, que piensen o mediten en él, menos aún, que lo consideren como un fundamento básico. Tampoco encontrarás quienes se cuestionen sobre el tema unos a otros: ¿Cómo es que uno se hace meritorio del mundo por venir? ¿Se trata del bien supremo o es un intermedio? ¿Realmente cualquiera de las opiniones anteriores constituye el verdadero bien final? [9].Así también, notarás que son muy pocos los que sepan diferenciar entre medios para alcanzar el objetivo y el objetivo en sí. En cambio, ¿qué es lo que se cuestionan, tanto el vulgo como los más entendidos? Los interrogantes que se plantean son: ¿Cómo revivirán los muertos, vestidos o desnudos? ¿Revivirán con las vestimentas de adorno, tal como fueron enterrados o sólo con la mortaja que cubre al difunto? O preguntas tales como: ¿En la época mesiánica, el rico y el pobre, el fuerte y el débil, serán iguales? Y otras muchas preguntas por el estilo[10].

2.- Servir a Dios en forma desinteresada (por amor).

En cuanto a ti lector del presente tratado, compenétrate del ejemplo que seguidamente te ilustraré y entonces estarás en mejores condiciones para comprender lo que luego te explayaré al respecto[11]. Imaginemos un infante que es traído delante del maestro de Torah para que lo instruya en ese camino. Este es su mayor beneficio para alcanzar su realización y trascender[12], no obstante, debido a su niñez y limitados conocimientos, no comprende todavía la nobleza y pureza de este bien[13], como así tampoco cómo este estudio lo conduce a lo trascendente. Por lo tanto, el educador, al ser más inteligente que el educando, necesitará incentivar al pequeño a estudiar valiéndose de aquellas cosas que le agradan al niño, acorde a su desarrollo intelectual, por lo tanto le dirá: “Estudia y recibirás una golosina o un dulce”, y de esta manera estudiará y se esforzará, no por el estudio en sí, ya que no percibe todavía la trascendencia de ese estudio, sino que lo hace para que le den esas golosinas[14],pues poder saborear esos dulces para él, indudablemente, es más valioso e importante que el estudio. De esta forma, sin percibirlo, se encontrará estudiando y profundizando para así obtener el objetivo que él tanto ansía, es decir la golosina o el dulce. Empero cuando crezca y madure un poco más intelectualmente, y aquel objetivo que otrora fuera importante, ahora sea poca cosa a sus ojos y comenzare a perseguir otras ambiciones, deberá ser incentivado y despertar su interés, por medio de aquellas cosas que ahora le son más dignas, y le dirá entonces el maestro: “Estudia y recibirás zapatos de tal marca o ropa nueva de tal marca etc.” y de esta manera estudiará no por amor y valoración del estudio, sino por aquellas vestimentas que le prometieron, ya que aquellas ropas son a sus ojos más importantes que la Torah[15], y ellas son el objetivo de su estudio. Empero cuando se desarrolle aún más intelectualmente, hasta que también estas ambiciones se empequeñezcan a su vista, pondrá su mente en cosas más importantes. Entonces se le dirá: “Estudia esto o aquello y tendrás tanto dinero por mes”, de esta manera estudiará y se esforzará por conseguir ese dinero, pues ese monto es para él más importante que el estudio;[16]; y el motivo por el cual, él se sienta a estudiar, es que se le pague tanta plata por mes, que es lo que se le aseguró.Cuando su mente sea más íntegra y también éste objetivo sea para él despreciable y sepa que también eso[17] es poca cosa, ambicionará algo superior, entonces le dirán: “Estudia para que llegues a ser un gran rabino, o un gran juez y todos te honren y te respeten, para que se pongan de pie delante de ti y hagan todo cuanto les encomendares hacer, para que se engrandezca tu nombre en vida y aun después de muerto, como Fulano o Mengano”; de esta manera estudia y se esfuerza para poder alcanzar dichos honores[18]entonces su meta será la notoriedad y el prestigio con el cual lo ensalzarán los hombres y lo alabarán, pero, en realidad, todo esto es despreciable[19]. No obstante[20]debido a la pequeñez intelectual del hombre, es necesario poner como objetivo de la sabiduría;[21];, otra meta fuera de la sabiduría en sí, hasta llegar a afirmar: “¿Para qué estudiar?, para llegar a ser más honorable, etc.”,  todo esto en realidad es una falta a la verdad[22].Sobre este tipo de estudio expresaron los sabios que es un estudio “interesado” es decir, hacer un precepto o estudiar y profundizar en la Torah, no por su propio valor, sino por otro interés externo a ella, es por eso que recomendaron los sabios diciendo: “No la conviertas (la Torah) en corona para vanagloriarte, ni en herramienta para cavar con ella” (Avot 4:7), de esta manera insinuaron lo que te explayé, es decir, no tener como objetivo del estudio de la Torah el recibir honores ni acaudalar dinero, como tampoco dedicarse al estudio de la Torah del Dios altísimo, como medio de manutención; en resumen, que no tenga otro propósito al estudiar la sabiduría, que la sabiduría misma, es decir, saberla, aprehenderla[23]; así, el anhelo de la persecución de la verdad no es otro que la verdad misma, saber que es verdad; y la Torah es la verdad, y el objetivo de saberla es ponerla en práctica. Por lo tanto no es digno que el hombre íntegro se cuestione: -“Al cumplir con los preceptos, que constituyen las buenas cualidades y la rectitud, y al alejarme de las transgresiones, que conforman las malas cualidades, tal como nos advirtió Dios, exaltado sea, ¿cuál será la recompensa que recibiré por ello?”- ya que al pensar de esta manera, se asemeja al joven de nuestro ejemplo que dice: “¿Qué me darán si estudio Torah?” Respondiéndole que recibirá tal o cual cosa si estudia, pues con su actitud nos percatamos de la falta de madurez intelectual, la cual le imposibilita comprender el valor del estudio de la Torah por sí mismo, por lo tanto reclama al objetivo un objetivo. En este caso recibe como respuesta algo conforme a su ignorancia, tal como dice en Proverbios 26:5: “Responde al insensato acorde a su insensatez”. . También los sabios nos previenen sobre esto, al decir que, con respecto al servicio a Dios o al cumplimiento de Sus preceptos, no anteponga ningún otro objetivo, esto es lo que expresó aquel hombre íntegro quien percibió la verdadera noción del tema, me refiero a Antignos Ish Sojos, al decir: “No seáis como los servidores que sirven a su patrón para recibir una recompensa, sed como los que sirven a su patrón sin importarles la recompensa-” (Avot 1:3)[24], queriendo decir con estas palabras: “Creed en la verdad por la verdad misma”[25]. Al que se conduce de esta manera, se lo denomina que “sirve por amor”. Más aun dijeron nuestros sabios: “Está escrito en Salmos 112:1: ‘En Sus preceptos me regocijo’, dijo Rabí Eleazar: ‘En Sus preceptos’ está escrito y no ‘En la recompensa de Sus preceptos’”[26].Percátate de lo sublime y profundidad de esta afirmación y cuanta luz irradia sobre nuestro tema.

Pero más contundente aún, es lo que expresaron en el Sifré (sección Ekev): “Tal vez digas -estudiaré Torah para ser rico, o para que me llamen rabino, o para recibir la recompensa en el mundo venidero- sobre todo esto fue dicho: ‘Por amor a Dios’ (Deuteronomio 19:9) es decir todo lo que hagáis, no lo hagas sino por amor a Dios”, De esta manera queda elucidado el tema y es patente que este es el objetivo de la Torah y la base de los dichos de los sabios, por lo tanto no apartes tu vista de esto, pues sólo los necios e ignorantes, que fantasean y anulan su raciocinio, pueden apartarse de este pensamiento[27].

Esta forma de razonar constituye el nivel sublime que alcanzó Abraham, nuestro padre, pues él servía a Dios por amor[28].En este camino es apropiado encaminarse y esforzare. No escapa al conocimiento de nuestro sabios, que esta senda, es ardua y difícil y no todo individuo logra alcanzarla[29]. Ni siquiera aquellos que la alcanzan, no pensaban así al comienzo del camino[30], ni estaba del todo convencido al principio de que eso era lo correcto[31], debido a que el hombre no realiza una acción sino es para recibir a causa de ella algún beneficio, o bien, evitar algún daño o pérdida; y si no es así, entonces aquel acto a su juicio, es un acto vano y sin sentido. Por lo tanto, ¿cómo es posible decirle a alguien observante de la Torah, que debe hacer tales preceptos o apartarse de ciertas transgresiones, no por el temor al castigo Divino, ni para percibir una recompensa a cambio? Ciertamente son conceptos en extremo difíciles de asimilar, ya que no todos los seres humanos logran captar la verdad en forma tan clara como Abraham, nuestro padre. Por ser así, toleraron los sabios, que el vulgo realice los preceptos por su recompensa[32]y se aparte de las transgresiones por temor al castigo;[33]; todo esto con vistas a introducir al pueblo en la fe; por tal motivo notarás que los estimulan al respecto y refuerzan esta doctrina del vulgo [34], pretendiendo que poco a poco el individuo se percate de que no es ésta la forma más adecuada de servir a Dios, de modo que logre captar la verdad y el camino de los rectos. Tal como en nuestro ejemplo con el joven al comienzo de su estudio. Es por eso que los eruditos reprendieron al sabio Antignos Ish Sojo, por su expresión;[35]; diciendo:“¡Rabinos! Sed cuidadosos con vuestras palabras” (Avot 1:11).

Lo afirmado hasta aquí, no quiere decir que el vulgo pierde todo mérito al realizar los preceptos por temor al castigo o a la espera de la recompensa, sino que el actuar de esta manera, no es la más altruista. Por el contrario, este accionar del pueblo, puede ser positivo para ellos, en el aspecto de que los refuerza, los encamina y los predispone en el camino de la Torah y de esta manera despertará en ellos las ansias de conocer la verdad y poco a poco comenzarán a servir a Dios por amor (desinteresadamente), a esto se referían los sabios al decir: “De todas maneras, que se dedique el hombre a la Torah, aun en forma interesada, pues comenzando en forma interesada, terminará sirviendo desinteresadamente”[36].

3.- El lenguaje alegórico de los sabios[37].

Es importante que te percates, que con respecto a los dichos y expresiones de nuestros sabios de bendita memoria, existen tres posturas al respecto de cómo interpretarlos[38].

3.1 El primer grupo, que constituye la mayoría de los que conozco, o de los escritos que leí o que llegaron a mis oídos sus opiniones, son los que afirman que las máximas de los sabios deben ser tomadas y entendidas literalmente sin tolerar ningún mensaje oculto o alegórico en sus palabras, aun aquellas afirmaciones de los sabios que contradigan la realidad[39], tampoco en este caso contemplan la posibilidad de que se trate de algo alegórico, sino que sostienen que así tubo que ser en la realidad, (por más extraño e irreal que parezca). No obstante, esta manera de pensar, es producto de la falta de comprensión de la naturaleza de las cosas y la carencia de una mente especulativa, crítica e inductiva[40], como así también, nadie los ha introducido en esta materia. Sostienen que los sabios en todas sus sentencias correctas y profundas, no se refirieron, sino a lo que ellos, de acuerdo a su capacidad, entienden, siempre tomando todo en forma literal. Sin embargo, algunas de las palabras de los sabios, las deforman y las alejan de todo aspecto lógico y racional hasta el punto tal, que aun si fueran relatadas de esa manera al vulgo, mucho más si se lo dijeren a alguien inteligente, éstos se sorprenderían y quedarían perplejos preguntándose: -¿Cómo es factible que exista alguien que afirme eso, o que piense que es correcto razonar así?, concluyendo, entonces que tales palabras son incoherentes. En realidad este grupo, pobre en pensamiento, es digno de lástima, por su insensatez, pues pretenden honrar y elevar a nuestros sabios, acorde a su capacidad, pero en realidad, los sumergen en la más profunda bajeza y ni siquiera se dan cuenta ni entienden esto. ¡Como que vive Dios! Créeme, que este grupo rebaja a la Torah y le quitan todo su brillo, dejando a la Torah de Dios, justo al revés de lo que ella representa; ya que Dios, exaltado sea, dijo en Su sagrada Torah: “Cuando oigan todos estos fueros, habrán de decir: -un pueblo sabio e inteligente es esta gran nación” (Deuteronomio 4:6); empero esta agrupación, al pregonar las máximas de nuestros sabios literalmente[41], hacen que todo aquel que los escuche exclame: “Qué pueblo tonto e insensato es esta nación pequeña”.Esto es lo que logran la mayoría de los oradores que explican y comentan al pueblo lo que ellos mismos no entienden; quien nos diera que al ser que no entendieron ni captaron las palabras de los sabios, se quedarán en silencio tal como versa: “¡Ojalá callar se callasen y eso les será considerado sabiduría”(Job 13:5) o que al menos reconocieren y afirmaren: -no comprendemos a qué se refieren los dichos de nuestros sabios en este caso, por lo tanto no sabemos cómo interpretarlos. Empero ellos creen entenderlos e intentan transmitir al pueblo, no lo que los sabios quisieron decir, sino lo que ellos con su flaqueza intelectual entendieron, poniéndose a predicar delante del público, los dichos y afirmaciones de los sabios en el Talmud tratado Berajot o el capítulo Jelek del tratado Sanedrín[42], por supuesto, entendiéndolos en forma literal, palabra por palabra[43].

3.2 El segundo grupo, también es muy numeroso. Igualmente, éstos toman las palabras de nuestros sabios en forma literal y sostienen que no se referían a otra cosa fuera de lo literalmente expuesto, pero a diferencia del primer grupo, los citan de esta manera en forma despectiva y peyorativamente, difamando lo que no corresponde difamar y frecuentemente se burlan de las expresiones de nuestros sabios, considerándose ellos mismos más inteligentes y con mentes más agudas que la de los sabios, y que aquellos eruditos, eran ingenuos, poco racionales y que desconocían en absoluto la realidad y la naturaleza de las cosas, hasta el punto de no haber alcanzado la sabiduría en cualquiera de sus expresiones. Sin embargo la mayoría de los que integran este grupo, suelen equivocarse debido a que se ven a sí mismos como entendidos en las ciencias médicas, versados en las vanidades de la astrología y considerándose grandes sabios, inteligentes, jactándose de intelectuales y filósofos. Mas en realidad no se percatan cuán lejos están de aquellos verdaderos sabios y filósofos. Este grupo es más necio que el primero y mucho más ignorante que aquel. Tornándose detestables, debido a que ensucian a ilustres y grandes personalidades, cuya sabiduría es manifiesta para los más sabios, empero esta agrupación de incapaces, si tan solo excursionaran un poco en el conocimiento, hasta saber cómo es digno expresar y escribir acerca de temas metafísicos o por el estilo, tanto para el pueblo como para los eruditos;[44];comprendiendo la filosofía práctica, entonces podrían discernir si los doctos eran realmente sabios o no, entendiendo lo que aquellos quisieron decir.

3.3 El tercer grupo, son tan pocos, que por Dios, no merecen que se los denomine agrupación, sino, más bien, deberían designarse individuos. Ellos son los que perciben la grandeza y agudeza mental de nuestros sabios, al observar lo acertado que son sus dichos y afirmaciones que llegaron a nosotros.

A pesar que los aforismos de los sabios son pocos y dispersos por varios lugares, esos escritos atestiguan acerca de su grandeza y que realmente captaron la verdad. Así también, comprobamos por medio de ellos, cómo nuestros sabios descartaban lo que era imposible de ser y afirmaban aquello que en la realidad no podría ser de otra forma[45];que ellos no hablaban cosas vanas; de forma tal que queda absolutamente claro a los miembros de este grupo, que en las palabras de nuestros eruditos, hay cosas manifiestas y también mensajes ocultos[46]; y que todas sus sentencias que tomadas literalmente contradicen la realidad[47];se trata de afirmaciones metafóricas y alegóricas, pues esta es la manera de expresarse de los verdaderos sabios. Es por eso que el más célebre de los sabios[48];comenzó su libro diciendo: “Para entender proverbios y dichos agudos, las palabras de los sabios y sus alegorías” (proverbios 1:6). Como es manifiesto para los conocedores de la lengua, “alegoría” es aquello cuyo verdadero mensaje está oculto en ella, que no está expresado en forma literal y prueba de ello es lo que afirmo Sansón al decir: “les plantearé una alegoría…” (Jueces 14:12). Pues las palabras de los doctos, se refieren a temas metafísicos, y éstos son el verdadero objetivo[49];no obstante, se expresaron en forma alegórica o metafóricamente. Por lo tanto, ¿cómo es factible criticarles el hecho que hayan manifestado la sabiduría en forma simbólica o que se hayan valido de ejemplos vulgares, después de observar que el más sabio entre los hombres, actuó de esta misma manera asistido con la inspiración Divina?, Me refiero al rey Salomón en Proverbios, en el Cantar de los Cantares y partes de Eclesiastés. Y más aún, ¿cómo es posible que se nos reproche por explicar la profundidad de sus palabras, sacándolas de su sentido literal y de esa forma demostrar cómo coinciden la verdad con las sagradas escrituras, cuando ellos mismos[50]; sacan versículos de su literalidad y los plantean como alegoría? Siendo esto correcto[51];como por ejemplo encontramos con respecto al versículo: “él hirió a dos campeones de Moav” (I Crónicas 11:22) que todo es en forma metafórica[52];también lo que dice: “bajó e hirió al león dentro del pozo” (Ibídem.), como así lo que dice: “¿Quién me hiciera beber agua del pozo de Bet Lejem?” (Ibídem? 17)[53]; y el resto del relato, todo es metafórico. Asimismo con respecto al libro de Job, sostienen algunos que en su totalidad se trata de una parábola[54];sin especificar a qué se refiere dicha parábola[55];como así, opinan algunos que el episodio de la resurrección de los muertos de Ezequiel (capítulo 37), fue una alegoría y muchos otros casos por el estilo. Mas, si tú lector, perteneces a uno de las dos primeras agrupaciones, no te detengas en mis palabras ni prestes atención a ninguna cosa sobre este tema, ya que no recibirás con agrado nada alusivo a esta materia, sino que te perjudicará y lo odiarás, pues ¿cómo podemos pretender que los alimentos saludables, en su justa medida, y nutritivos, puedan gustarles a quien está acostumbrado a comer en abundancia alimentos no tan saludables ni nutritivos?, más, en verdad, a pesar de tratarse de alimentos buenos, a ellos[56]; los perjudican y ellos detestan otra comida que no sea lo que están acostumbrados; esto se puede comprobar por medio de lo que dijeron aquellas personas acostumbradas a comer cebolla, ajo y pescado: “Nuestra alma está seca con este pan detestable[57];” (Números 21:5). Empero si perteneces al tercer grupo y te topas con alguno de los numerosos aforismos de los sabios que aparentemente contradicen la lógica[58];detente, reflexiona acerca de él y descubrirás que se trata de una parábola o algo alusivo. En ese caso, pon todo tu corazón, aplica tu agudeza mental en dicha expresión analizando su razonamiento, y dedícate a descifrar el mensaje de forma tal que no contradiga a la sabiduría ni a la fe verdadera; tal como versa: “hallar palabras que agraden y escribir correctamente palabras de verdad” (Eclesiastés 12:10). Entonces profundiza en este coloquio y con la ayuda de Dios, te percatarás de su utilidad.


4.- El verdadero placer

Comenzaré ahora a desarrollar el tema que me propuse. Debes saber, que así como el ciego no puede captar los colores[59]; ni el sordo percibir los distintos sonidos[60];así los cuerpos físicos no pueden apreciar los placeres espirituales [61].Tal como a los peces les es imposible concebir la esencia del fuego, ya que viven en un hábitat que es el opuesto a aquel. [62] Asimismo es inverosímil captar en este mundo material, los deleites del mundo espiritualEn realidad, es inconcebible que el hombre goce con un placer que no sea corporal o fuera de lo que los sentidos advierten: comida, bebida y sexualidad. Cualquier otro tipo de placer fuera de este campo, es para nosotros imposible de captar y concebir de buenas a primeras, sino luego de analizar el tema en profundidad[63]. Es lógico que así sea[64]ya que nosotros estamos sumergidos en un mundo material por lo tanto sólo percibimos los placeres bajos y momentáneos [65]empero los deleites espirituales son eternos, persisten para siempre y no tienen fin; además, no tienen ningún tipo de relación ni semejanza con los placeres físicos [66].

No obstante no es correcto, en nuestro carácter de conocedores de la Torah, ni aún para los teólogos entre los filósofos, afirmar que los ángeles no tienen ningún tipo de goce[67]ya que en realidad sí experimentan un gran regocijo, al captar y percibir la verdadera esencia del Creador, y de esta manera, gozan eterna e ininterrumpidamente.

Asimismo, entre los ángeles, no se da ningún tipo de placer físico, ni pueden percibirlo, pues carecen de los sentidos, como los nuestros, para captar, tal como lo hacemos nosotros.

Así, quien entre los humanos[68]; tenga el mérito de elevarse hasta ese nivel[69]; después de la muerte, no experimentará más los placeres físicos ni los anhelará, tal como un rey, una vez que alcanza la realeza, no ambicionará despojarse del honor del trono para ir a jugar a la pelota en la calle con los niños, a pesar de que eso, en un tiempo pasado, era algo apetecible a sus ojos, aún más que acceder al trono, esto era así, cuando era un infante, falto de madurez intelectual, cuando todavía no podía diferenciar cuál de estas dos cosas[70]; es superior; así nosotros hoy, enaltecemos los placeres físicos por sobre los deleites espirituales[71];.

Cuando analices en profundidad estos dos tipos de placer[72];observarás la vileza de uno  [73]; y la excelencia del otro[74];aún estando en este mundo. Prueba de ello es que vemos a la mayoría de los seres humanos consagrar sus almas y sus cuerpos, desvelándose y esforzándose en extremo, para alcanzar honra, reputación y fama a ojos de sus semejantes; y estos deleites no son similares al placer que se experimenta al comer o beber[75].

Asimismo, muchas personas disfrutan vengándose de sus enemigos, más que con otros placeres físicos[76].Otros prefieren dejar de lado el mayor de los placeres corporales, por temor a que ello le ocasione vergüenza y deshonor delante de la sociedad, o porque ambicionan hacerse un buen nombre. Si esto es así en este mundo[77], con más razón lo será en el mundo espiritual, es decir el mundo por venir, donde nuestras almas percibirán al Creador, tal como lo hacen los seres celestiales, o más aún.

Este regocijo, no es divisible[78], tampoco puede ser contado[79]; y el goce que allí se experimenta no puede ser ilustrado con ningún tipo de ejemplo[80], sino, como dijo el profeta[81]; cuando le fue manifiesta la excelsitud del bien aquel: “Cuán magno es el bien que tienes guardado para los que te temen” (Salmos 31:20), y así afirmaron los sabios[82]: “En el mundo venidero, no existe comer, beber, bañarse[83]; ni untarse con bálsamo, sino que, allí, los justos permanecen sentados con las coronas sobre sus cabezas regocijándose con el resplandor de la Presencia Divina”; al decir: “con las coronas sobre sus cabezas” se referían a la trascendencia del alma, mediante la percepción del Creador, hasta transformarse el que capta y la captación, en uno[84];tal como aseveran los grandes filósofos y no es este el lugar para extendernos en este tema.

Cuando dijeron: “regocijándose con el resplandor de la Presencia Divina”, quisieron decir que aquellas almas se deleitan con lo que captaron y percibieron acerca del Creador, tal como se regocijan los Jaiot Hakodesh[85]; y el resto de los ángeles según su nivel, acorde a la captación y percepción del Eterno.

Queda pues en claro que el objetivo del hombre y el máximo bien que le puede acontecer, es alcanzar aquella congregación celestial y ser digno de aquel honor que mencionáramos[86].

En cuanto a la subsistencia del alma, como expresamos, es eterna[87], tal como la permanencia del Creador, ya que Él mismo es la causa de Su existencia[88], y al captarlo, el alma igualmente se eterniza[89]; tal como se aclara en la filosofía antigua.

Éste es el bien supremo, que no tiene igual ni hay deleite que se le compare, pues, ¿cómo puede equipararse lo eterno, lo que no tiene fin, con algo restringido y limitado?, esto es lo que se afirma: “Para que te vaya bien y se alarguen tus días” (Deuteronomio 22:7) cuya explicación unánime[90] que hemos recibido sobre éste versículo: “para que te vaya bien”, en el mundo en donde todo es bien, “y se alarguen tus días”, en el mundo que no tiene fin [91].

El máximo mal y la perdición suprema es la aniquilación del alma y su extinción[92], es decir, que no sobreviva y perdure y esto es a lo que se refiere en la Torah cuando dice: “Caret” (“exterminio”) queriendo decir que ese alma será destruida.

Dijeron los sabios con respecto al versículo: “exterminar será exterminada ese alma” (Números 15:31), “exterminar”, en este mundo[93], “será exterminada” del mundo por venir[94]. Y está escrito: “Y el alma de mi señor, está atada a los lazos de la vida eterna[95] (Samuel-1 25:29).

Por lo tanto, todo aquel que prefiere y se encamina en todo tipo de placeres corporales, despreciando la verdad y apegándose a lo falso, es desarraigado de ese nivel celestial, quedando en estado de materia inerte.

Ya nos anunció el profeta, que el mundo venidero no es apreciable con los sentidos corporales, al decir: “ningún ojo lo ha visto fuera de Ti Dios, que obra para los que en Él esperan” (Isaías 64:3) y explicaron al respecto los sabios: “Los profetas, en su totalidad, no profetizaron sino sobre los tiempos mesiánicos, mas con respecto al mundo venidero: `ningún ojo lo ha visto fuera de Dios`”[96].

No obstante, el significado de los beneficios y las desdichas que están escritas en la Torah[97] es el siguiente:[98] Él te asegura que si cumples esos preceptos te ayudará a poder practicar los mandamientos en forma íntegra[99] quitando de tu camino todo tipo de obstáculo o traba que te impida realizarlos ya que le es imposible al hombre cumplir los preceptos [en su integridad] estando enfermo, hambriento o sediento, como tampoco en época de guerra o persecuciones, por lo tanto, asegura Dios que apartará todas estas cosas y los mantendrá sanos y tranquilos para que de esta manera [puedan realizar los preceptos y] alcanzar un conocimiento pleno[100]; haciéndose meritorio entonces del mundo por venir.

Por lo tanto, el objetivo de esta recompensa por el cumplimiento de los preceptos no es alcanzar la abundancia terrenal o disfrutar de una vida larga y saludable[101];sino que todas estas recompensas les sean un medio para poder cumplir la Torah plenamente [102].

Asimismo, si transgreden la Torah serán castigados, les alcanzarán todos aquellos males anunciados en ella, hasta el punto tal, que se vean imposibilitados de realizar los preceptos[103]como esta dicho: “Por cuanto no servisteis al Señor vuestro Dios con alegría y con la buena predisposición de vuestro corazón y con todos vuestros medios, por lo tanto, serviréis a vuestros enemigos…” (Deuteronomio 28:37-38).

Cuando analices este tema en profundidad, te percatarás que el objetivo de estas advertencias de la Torah, es como si te dijera: “si realizas algunos preceptos por amor[104], y te esfuerzas, Yo te ayudaré a realizar todos los preceptos y apartaré de ti todo obstáculo que te lo impida[105], mas, si abandonas algunos de ellos despectivamente, traeré sobre ti todo tipo de impedimentos que no te permitirán cumplir con el resto de los mandamientos, hasta que, de esta manera, no logres alcanzar el nivel ni el mérito para heredar el mundo por venir”. Es lo que dijeron: “La recompensa del precepto es el precepto[106] y el castigo de la transgresión es la transgresión;[107].

5.- Aclaración de conceptos.

El Jardín del Edén, es un lugar físico[108]con vegetación y abundancia de todo lo bueno y hermoso de todo el mundo. En él hay varios ríos y árboles frutales.,

Este jardín lo manifestará Dios al hombre en el futuro y le enseñará el camino que conduce hacia él. Es factible que descubran allí vegetales asombrosos[109], de gran provecho, nutritivos y deliciosos, además de aquella flora que ya nos es conocida.

El edén, no es un lugar contra-natura en sí, ni que contradiga las leyes naturales, por el contrario, sería muy factible que existiera aunque no estuviera escrito en la Torah, con más razón al ser citado por ella.

El Gueinóm, es un apelativo[110];con el que se designa a todo tipo de sufrimientos y castigos que se hacen pasible los malvados. No fueron explicados en el Talmud los detalles y pormenores de esta penalidad.

Hay quienes opinan, que aquellos malvados se aproximarán al sol hasta ser quemados por el astro, valiéndose de lo dicho: “he aquí que se aproxima el día ardiente como un horno” (Malaquías 3:19).

Otros consideran que es un ardor que provendrá del interior de sus cuerpos hasta quemarlos[111];aportando como prueba lo dicho: “vuestro espíritu es un fuego que os consumirá” (Isaías 33:11) [112].

La resurrección de los muertos es uno de los principios fundamentales de la Torah de Moisés, nuestro maestro, y todo aquel que no cree en esto no tiene parte ni cabida en la religión judía;[113];no obstante, la resurrección de los muertos será sólo para aquellas personas que fueron justas e íntegras; [114]pues así está escrito [115]: “El beneficio de las lluvias afecta tanto a los virtuosos como a los malvados, empero la resurrección de los muertos es sólo para los justos”.

Más aún, ¿cómo revivirán los perversos si aún en vida están “muertos”? Pues está dicho[116]: “los malvados aún en vida son considerados muertos, mas los justos, aun después de muertos, son considerados vivos”. Sabrás, que el destino de todo hombre es morir indefectiblemente[117]y que su cuerpo se desintegrará.

Los tiempos mesiánicos se refiere a la época en que el pueblo judío vuelva a tener un rey de la estirpe de Israel [118]y vuelvan a la tierra prometida.;

Aquel rey, será muy prestigioso e importante y su reino, establecido en Sión, engrandecerá aun más su nombre.

Su fama entre los demás pueblos, superará la del rey Salomón[119]. Todos los pueblos convivirán en paz;[120]; con él y las naciones lo servirán por su gran justicia y por su maravilloso reino.

Todo aquel que se levante contra él, Dios lo hará fracasar y lo entregará en manos del Mesías.

Abundan los versículos que nos hablan acerca de su prosperidad y nuestra buenaventura junto a él. En cuanto a las leyes naturales, nada cambiará de la realidad que nosotros conocemos hoy;[121]; sólo el regreso del reino de Israel, esto es lo que dijeron los sabios: “la única diferencia entre nuestros días y los del Mesías, es el sometimiento a las demás naciones”.

También en la época mesiánica, habrán ricos y pobres, fuertes y débiles, mas en aquellos días, le será muy sencillo al hombre proveerse su sustento, bastará con muy poco esfuerzo para obtener grandes logros, es lo que dijeron los sabios: “en un futuro, la tierra de Israel hará brotar pasteles y vestimentas;[122], tal como se expresa la gente cuando encuentran algo fácil o servido: “fulano encontró pan horneado y comida cocinada”, prueba de ello es lo expresado: “y gente extraña a vosotros serán vuestros labradores y viñadores” (Isaías 61:5), con esto se demuestra que habrá siembra y cosecha[123]. Esa es la razón por la cual el sabio que afirmó esto[124]; se enfadó con su discípulo que no comprendió la metáfora y la tomó literalmente, entonces le contestó conforme a la capacidad de aquel alumno, mas se trataba de una respuesta fingida[125], evidencia de que se trataba de una respuesta ficticia;[126];es lo que trae a colación: “responde al insensato acorde a su insensatez” (Proverbios 26:3).

El gran beneficio que otorgará la época mesiánica, será la finalización del sometimiento a las demás naciones que nos oprimen y nos impiden cumplir los preceptos en plenitud[127].

También en aquellos días, la sabiduría se multiplicará, como versa: “pues la tierra se llenará del conocimiento de Dios” (Isaías 11:9) y cesarán las guerras[128]pues está dicho: “no alzará espada una nación contra otra, ni se entrenarán más para la guerra” (Mijá 4:3). En aquel tiempo la rectitud, integridad y espiritualidad abundarán y de esta manera se harán meritorios del mundo por venir [129].

El Mesías, fallecerá[130], y su hijo reinará en su lugar, y luego el hijo de su hijo. Desde antaño, el profeta, consciente de que al Mesías le llegará el día de fallecer, dijo: “No fallecerá ni será aplastado hasta que haya puesto justicia en la tierra”. Su reinado se extenderá por muchos años y los años de vida de los hombres también se incrementarán[131], ya que al disminuir las preocupaciones, nerviosismo y ansiedad, la longevidad se extenderá[132]; y no será motivo de asombro que su dinastía se extienda por miles de años, pues afirmaron nuestros sabios: “la gran asamblea cuando se reúna, no se dispersará rápidamente”.;

El motivo de nuestro anhelo y sed por la era mesiánica, no es por estos beneficios y riquezas, ni para montar en lujosos vehículos, tampoco para beber exquisitos vinos, tal como piensan los simples dentro de nuestra religión[133]sino que el verdadero motivo por el cual los profetas y los virtuosos aspiraban tanto la época mesiánica y con tanto empeño se aferraban a ese anhelo, es por la sociedad de justos que se erigirá y las buenas costumbres que en ella imperará, como así también la abundancia de la sabiduría, la justicia e integridad de aquel rey grande en erudición y cercano a Dios, como dice: “ el Señor me dijo, tú eres mi hijo, hoy te he dado a luz” (Salmos 2:7).

El cumplimiento de los preceptos de la Torah en aquella época no será una molestia o fastidio ni los harán por imposición[134] pues está dicho: “Y no dirá más el hombre a su compañero, ni el hombre a su hermano:¡conoce a Dios!, ya que todos Me conocerán, desde los pequeños hasta los grandes” (Jeremías 31:33), “Puse mis fueros en medio de ellos” (Jeremías 31:32), “Y mudaré vuestro corazón de piedra por un corazón de carne” (Ezequiel 36:26) y abundan los versículos al respecto. De esta forma[135] obtendrán una gran percepción del mundo por venir[136].

6.- El bien por el bien mismo.

En cuanto al objetivo final[137]indudablemente se trata del mundo venidero, y hacia él hay que encaminar nuestros esfuerzos; por lo tanto, aquel gran sabio, conocedor de la verdad, que profundizó en el objetivo primordial haciendo a un lado el resto, afirmó: “Todo judío tiene parte en el mundo venidero”.

A pesar de ser ésta la meta principal, no es apropiado, para aquel que pretende servir a Dios por amor[138], dedicarse a los preceptos con la intención de alcanzar el mundo por venir tal como lo explicamos anteriormente[139]. Lo correcto es que el hombre íntegro actúe de la siguiente manera: al contemplar la sabiduría de la Torah, que fue promulgada por Dios por intermedio de los profetas, las buenas cualidades que nos inculcan los preceptos, y las malas costumbres que conllevan las transgresiones, por tratarse de un hombre recto, se encaminará detrás del bien y se apartará del mal, al conducirse de esta forma, se realizará como ser humano y se distinguirá de las bestias.

Cuando se realice como persona, nada le impedirá que su alma se perpetúe en el lugar adecuado para ello, es decir, en el mundo por venir, tal como dejamos expuesto; esto es lo que afirma: “No seáis como un caballo o como una mula sin entendimiento que ha de ser sujetado con riendas” (Salmos 32:9), es decir, no seáis como aquellas bestias que precisan de algo externo a ellas para que no actúen desenfrenadamente, pues no es digno que el hombre (íntegro) obre así, sino que lo que le impida proceder de ese modo, sean sus propios principios internos, ya que cuando logra realizarse como ser humano, esa misma condición es la que le impide actuar de manera inapropiada o incorrecta, en otras palabras, apartarse de las malas cualidades y eso lo impulsará hacia aquello que lo conducirá hacia la perfección, me refiero a las buenas cualidades[140].Para mí es claro, que éste es el propósito que se esconde detrás de todos los aforismos de los sabios sobre este tema tan trascendente y elevado.

No obstante, en otro compendio[141]explicaré todos los dichos y afirmaciones que se encuentran en el Talmud y fuera de él, elucidando la sabiduría y el razonamiento correspondiente para comprender la verdadera esencia de lo expresado, acotando también pruebas de que lo que afirmo es correcto, citando palabras de los mismos sabios en cuestión [142].Asimismo, debelaré qué cosas deben ser tomadas literalmente, cuáles alegóricamente y cuáles de ellas sucedieron en sueños, mas fueron recordadas (en el Talmud), sin hacer mención de ello;[143]como si fuera que ocurrió en la realidad. En ese mismo coloquio, te debelaré grandes temas y allí me extenderé en aquellos principios que en el presente, sólo abordé en forma limitada, pero lo suficiente como para que te hagas una idea. Por lo tanto, no sería justo criticarme por el lenguaje de este extracto, reclamándome; ¿¡por qué no me explayé más en estos temas utilizando frases y un lenguaje más coloquial digno de los eruditos e intelectuales!?, pues renuncié a ello con el objetivo de que el individuo no instruido ni versado en la materia, pueda comprender estos temas que no son accesibles a todos los hombres[144].

7.- Quiénes no tienen parte en el mundo venidero[145]

La palabra “Apicorós”, proviene del arameo y se emplea para referirse a aquellos que se burlan o desprecian la Torah y a sus sabios; por lo tanto se utiliza este vocablo para designar a todo aquel que reniega de los fundamentos y principios de la Torah o que desprecia a los sabios en general o a uno en particular, o quien menosprecia a su maestro[146][Los enmarcados dentro de esta categoría, son excluidos del mundo venidero].

Libros apócrifos[147], fueron denominados así los libros que niegan la existencia de Dios, tal es el caso del libro de “Siserá”, éste fue un individuo que compuso varios libros vacuos y disparatados, que no tienen utilidad más que la pérdida de tiempo en vano[148] Así también, todo libro cuyo contenido y lectura no conduzcan a cosas de sabiduría o algún beneficio físico;[149]sino a la pérdida del tiempo vanamente.

En este estatus se incluye aquel que pronuncia versículos bíblicos sobre una herida y saliva sobre ella mientras pronuncia el versículo (a la manera que hacían los idólatras y los brujos), pues de esta manera está despreciando a Dios[150].

Asimismo, el que pronuncia el Nombre inefable de Dios, con las letras que conforman el Nombre inefable[151].

Los sabios mencionaron otros hábitos, además de los aludidos anteriormente, que el que los realiza no tiene parte en el mundo venidero, dijeron: “el que avergüenza a su prójimo en público, no tiene porción en el mundo por venir; (ni tampoco) el que apoda a su compañero[152]y el que se vanagloria del fracaso o dolor de su prójimo”. Si bien estos actos aparentemente son acciones leves, la consecuencia es tan severa, pues [normalmente] no son realizados sino por aquel que posee un espíritu nefasto, lejano de la perfección, siendo de esta manera inapto para acceder al mundo por venir [153].

8.- La esencia del judaísmo

Es importante recalcar en este contexto, por ser el más apropiado para ello[154]que los fundamentos de nuestra religión son 13 principios [155]a saber:

1º Principio

Saber[156]que existe el Creador, es decir, una existencia absolutamente perfecta en todo aspecto posible, y ella es la causa de todo lo existente[157].

En Él reside la posibilidad de ser de todo lo demás y por Él existen[158].

Es absurdo suponer que no exista, pues al dejar de existir, todo lo demás se anularía y no quedaría nada que pudiera subsistir por sí mismo[159].Si pudiéramos suponer que todo dejará de existir con excepción de Él, no se anularía la existencia de Dios y en nada Lo afectaría, pues Le basta consigo mismo para existir y no precisa de nada ajeno a Él. [160]Todo lo demás, desde lo celestial, me refiero a los ángeles, hasta lo terrenal y lo que entre ellos hay, todo precisa de Él para existir. [161].Invoca este principio lo dicho: “Yo soy el Señor tu Dios. [162]


2º Principio

La unicidad de Dios. Es decir, saber que esa existencia, que es la causa de todo, es única. No es una unidad que tiene semejantes, ni tampoco uno como un individuo de una especie, ni como un hombre que está compuesto[163]y por lo tanto se puede dividir en varias unidades [164].

Tampoco es uno como una unidad material que puede ser divisible infinitamente[165].Sino que Él, elevado sea, es una unidad única e indivisible, que no hay otra igual en ningún aspecto. [166].

Sobre este segundo principio atestigua lo escrito: “Escucha Israel, el Eterno es Dios, el Eterno es Uno[167].

3º Principio[168]

La negación de cualquier tipo de corporación de Dios[169]. Se refiere, a saber que ese Único que mencionáramos, no es corporal ni fuerza en un cuerpo[170].

Asimismo, no le afectan aquellas cosas que afectan a la materia[171] como por ejemplo, el movimiento, el tiempo o el reposo[172]no en forma constante ni casual [173]es por eso que nuestros sabios descartan la posibilidad en Él de una composición o división afirmando: “en las alturas, no existe sentarse ni pararse, no espalda ni frente”. Tal como dice el profeta: “¿A quién, entonces se equipara Dios, o con quién podréis compararle?”, “¿A quién Me asemejaréis para que se Me parezca?, dice el Santo Bendito Él” (Isaías 40:18 y 25), y si fuera corpóreo se asimilaría en algún aspecto a los demás cuerpos[174].

Todo pasaje bíblico que describe a Dios con atributos físicos tales como: Encaminarse, sentarse, hablar y semejantes, todo está expresado en un lenguaje figurativo, así dijeron los sabios: “se expresó la Torah en lenguaje humano” y se han extendido bastante al respecto[175].

Este tercer principio es lo que nos encomienda al decir: “Pues no han visto ninguna imagen[176]ya que Él, tal como expusimos, no es material ni fuerza expandida en un cuerpo.

 

,
4º Principio

La eternidad de Dios. Saber que este Ser Único, al que nos referimos, es absolutamente eterno[177].

Nada de lo existente, fuera de Él, es anterior a Él[178] prueba de ello son los abundantes versículos que hablan de este tema, en especial el que versa: “El Dios desde tiempos remotos” (Deuteronomio 33:27).

5º Principio

Sólo a Él es apropiado alabar y servir, difundir Su excelsitud y cumplir sus preceptos, y no a cualquier otro que este por debajo de Él, ya sean ángeles, constelaciones o cualquier tipo de ente[179]puesto que todos ellos son limitados, no son ellos los que juzgan ni poseen libre albedrío para actuar como les place[180]sino solo a Dios es digno glorificar.

Asimismo, no es correcto apelar a nada ni a nadie para que nos sirva de intermedio entre nosotros y Dios[181]sino sólo hacia Él deben ser dirigidos todos nuestros ruegos y dejar de lado otro medio fuera de Él.

A este 5º principio hacen referencia todas las transgresiones referentes a la idolatría y la mayoría de la Torah hace alusión a esto[182].

6º Principio[183]

Existe la profecía[184] Esto es, que en la especie humana, existen individuos con potencial y cualidades sobresalientes y dueños de una plena perfección, con un espíritu sabio e inteligente, hasta adquirir una mente sublime[185]es entonces cuando esta mente humana se apega a una “mente superior”, siendo iluminada intensamente por ella. A este tipo de individuos se los denomina: profetas y esa experiencia[186] es la profecía siendo esa[187]su naturaleza. Aclarar más este tema sería arduo extenso[188] y no es nuestra intención aquí aportar pruebas irrefutables sobre cada principio, ni tampoco elucidar la esencia de esta percepción profética, puesto que para ello sería necesario como requisito, incursionar y tener noción de todas las ramas de la sabiduría, mas en este coloquio sólo enumeraremos los principios en forma esporádica. En cuanto a la profecía abundan en la Torah eventos que atestiguan acerca de la profecía de varios profetas.

 

 7º Principio

La profecía de Moisés, nuestro maestro. El punto principal es saber que Moisés es el nivel superior[189] el “maestro” de todos los profetas anteriores o posteriores a él, todos están por debajo de su nivel. Moisés fue el selecto de toda la humanidad que captó respecto al conocimiento de Dios más de lo que cualquier otro, en el pasado o en el futuro percibió o percibirá[190].

Moisés logró la superación humana hasta alcanzar el nivel celestial y mantenerse en la categoría de los ángeles[191].

No se le interpuso a Moisés ningún obstáculo o velo entre él y Dios. Asimismo ningún impedimento físico[192] ni carencia grande o pequeña. En él se anularon por completo la imaginación[193]y desapareciendo los deseos, los impulsos y la voluntad, quedándole sólo la mente [194] y al respecto fue dicho: “él hablaba con Dios, no por medio de ángeles”.

Mi intención era esclarecer aquí este tema maravilloso, echando luz sobre aquellos pasajes oscuros de las escrituras, explicar la expresión: “Boca a boca hablaba Dios con él” y el resto de los conceptos ocultos en ese versículo, empero, visto que estos temas son demasiados delicados y precisaría aportar muchísimas pruebas, antecediendo abundantes y largas introducciones y ejemplos, además requeriría explicar previamente la esencia de los ángeles y sus niveles en que se distinguen de Dios, elevado sea, como así también ahondar en el alma humana y sus capacidades[195]sería imperioso también, explicar los distintos términos con que se expresaron los profetas, dignos de ser aplicados a Dios y a los ángeles, asimismo, explicar lo que el libro “Baal Koma”, [196] se refirió, más aun todo esto no sería suficiente, y aunque quisiera resumirlo al extremo, me demandaría por lo menos más de mil páginas, por todo esto lo dejaremos para otro compendio, tal vez en el libro de la explicación de los dichos de los sabios, que me he propuesto componer[197] o quizás en aquel otro acerca de la profecía el cual me encuentro actualmente escribiendo[198],sino, lo incluiré en uno especialmente dedicado a la elucidación de estos principios;[199].

Volviendo al tema de este séptimo principio, diremos que la profecía de Moisés, nuestro maestro, se diferencia de las profecías de los demás profetas en cuatro aspectos:

1º diferencia: Cualquier otro profeta, no se comunica con Dios [directamente] sino por medio de un intermediario[200]en cambio Moisés, no precisaba de intermediarios, tal como dice: “boca a boca hablaré con él” (Números 12:8).

2º diferencia: Todo profeta no recibe la profecía sino cuando están durmiendo[201]como versa: “en sueños nocturnos” (Génesis 31:24) “en sueños o visión nocturna” (Job 23:15) y otros ejemplos. Es factible que le sobrevenga de día, pero luego que haya recaído sobre aquel hombre un profundo sopor, de forma tal que queden neutralizados todos sus sentidos y permanezca su mente libre, tal como ocurre al soñar. Esto es lo que se denomina “Visión” o “Percepción”, sobre esto fue dicho “con visiones Divinas” (Ezequiel 8:3), en cambio Moisés, venía a él la palabra de Dios, aun en pleno día, (en estado lucido) mientras permanecía de pie (la voz surgía) por entre los dos Querubines (que estaban por sobre el arca sagrada), tal como dice: “Me revelaré a ti ahí, y hablaré contigo por sobre el arca” (Éxodo 25:22). Dijo el Altísimo: “Escuchad ahora Mis palabras: si surgiere vuestro profeta, Yo, el Eterno, en visión Me manifestaré a él, en sueño hablaré con él. No es así con Mi servidor Moisés, … Boca a boca hablo con él” (Números 12:6-7-8).,

3º diferencia: Todo profeta, al advenirle la profecía, aunque sea en “visión” y por medio de un ángel, se aflojarán sus fuerzas, su cuerpo se debilitará y se apoderará de él un profundo pavor, hasta sentir que su alma está por salir de su cuerpo, tal como lo expresa Daniel cuando (el ángel) Gabriel habló con él en visón: “Y no quedaron en mí fuerzas pues la lozanía de mi semblante se convirtió en palidez de muerte y me faltaron las fuerzas” (Daniel 10: 8 y 9) y más aún: “caí en profundo sueño con mi rostro hacia el suelo” y dice: “por causa de la visión me han sobrevenido dolores y no me quedan fuerzas” (Daniel 10:16). No ocurría así con Moisés, sino que le sobrevenía la palabra de Dios sin causarle temblor o debilitamiento de ningún tipo, tal como dice: “y habló el Eterno con Moisés frente a frente, tal como habla un hombre con su prójimo” (Éxodo 23:11) es decir, así como el hombre no se llena de pavor al hablar con su compañero, de la misma manera ocurría con Moisés, él no se estremecía cuando le sobrevenía la palabra de Dios, a pesar de estar Moisés en el grado supremo de cercanía a Dios, como dice: “frente a frente”[202], esto hace alusión al profundo nivel de percepción mental, como dejamos expresado.[203]

4º diferencia: Los demás profetas no poseen la capacidad de profetizar en cualquier momento que lo desean, sino sólo cuando Dios así lo dispone, pues es factible que pasen años sin que el profeta perciba ninguna profecía, o que el profeta pretenda saber algo por medio de la profecía y tenga que esperar días o meses hasta recibir la profecía o sencillamente no se le revele. Encontramos entre los profetas, quienes se prepararon (para alcanzar la profecía) tratando de lograr un ánimo alegre, tal como lo hizo Eliseo: “Y ahora, traedme un músico” y luego le sobrevino la profecía, mas es factible que no le sobrevenga visión alguna a pesar de predisponerse para ello[204].En cambio Moisés, nuestro maestro, en todo momento que él quería lograba (comunicarse con Dios) pues está dicho: “esperad aquí y habré de escuchar lo que el Eterno prescribirá para vosotros” (Números 9:8) y dice: “habla con Aarón, tu hermano, y que no se acerque al santuario en todo momento” (Levítico 16:2), explicaron los sabios: “Aarón está en el nivel de ´no en todo momento`, empero Moisés, no está en el nivel de ´no en todo momento`”. [205].

8º Principio

La Torah es de origen Divino[206].Esto es, saber que toda la Torah que se encuentra en nuestras manos hoy en día, es la que recibimos por mano de Moisés, nuestro maestro, y que en su totalidad procede de Dios, es decir, que la Torah se le reveló a Moisés en forma completa, por parte de Dios, elevado sea [207].

Esto es lo que se denomina metafóricamente: “hablar”[208]ignorando cómo le llegaba la palabra de Dios, a excepción de Moisés, que fue el que la recibió[209]; no obstante Moisés era cual escriba a quien le dictan y él escribía[210]tanto los sucesos, los relatos como los preceptos, es por ello que se lo denominó: “el escriba”[211], por lo tanto no hay diferencia entre aquello que dice: “y los hijos de Jam: Kush, Mitzraim, Put y Cnaan” (Génesis 10:6) o aquel otro: “y el nombre de su esposa: Meetavel hija de Jatred” (Génesis 36:39) o el que dice: “Timná era concubina” (Génesis 36:12) con el que dice: “Yo soy el Señor tu Dios” (Deuteronomio 5:6) o: “Escucha Israel el Eterno es nuestro Dios, el Eterno es uno”[212](Deuteronomio 6:4), puesto que todo es de origen Divino y la Torah de Dios es completa, pura, sagrada y verdadera[213].

Todo aquel que afirma que estos versículos[214]como los relatos, fueron agregados por Moisés, es considerado por los sabios y los profetas como un renegado[215]pues rebaja a la Torah más que cualquier otro apóstata, ya que cree que en la Torah hay cosas importantes y otras superfluas, sin encontrarle sentido;[216](Pensar de esta manera) es esencialmente, negar que la Torah es de origen Divino.

Afirmaron los sabios: “Aquel que sostiene que toda la Torah es de origen Divino a excepción de un solo versículo que no fue dicho por Dios, sino que Moisés lo agregó de sí mismo, sobre él dicen las escrituras: ‘porque la palabra del Señor despreció’”.

Sino que cada expresión y explicación de la Torah, posee mucha sabiduría y profundidad para aquel que las entiende[217] siendo su sabiduría inconcebible, como dice: “Su medida es mayor que la tierra y más ancha que el mar” (Job 11:9), por lo tanto es apropiado que el hombre se encamine por las sendas trazadas por David el ungido de Dios, quien suplicó: “descubre mis ojos y muéstrame las maravillas de Tu Torah”[218] (Salmos 119:18).

Lo dicho anteriormente es válido también con respecto a la explicación que hemos recibido de la Torah[219] también ella es de origen Divino.

Aquellas cosas que ponemos en práctica hoy, por ejemplo: la construcción de la Sucá, las cuatro especies, el shofar, las filatelias y otros, es exactamente tal como Dios encomendó a Moisés y él nos lo trasmitió, pues aquel mensajero[220]es digno de confianza.

El versículo que atestigua acerca de este principio es el que dice: “Dijo Moisés: Con esto sabrán que el Eterno me envió a realizar todas estas cosas, pues no han salido de mí” (números 16:28).


9º Principio

Se refiere a la invariabilidad de la Torah, es decir que la Torah de Moisés no será anulada[221]ni cambiada[222] por Dios, como así tampoco Él la reemplazará por otra[223]. Asimismo no se le puede agregar ni quitar nada[224],tanto la Torah escrita como la Torah oral, como está escrito: “No le agregarán a ella ni menguarán nada de ella” (Deuteronomio 13:1) y ya hemos explicado lo que era necesario aclarar con respecto a este principio en la introducción que he compuesto a la Mishná[225].

10º Principio[226]


Q
ue Él, elevado sea, conoce todos los actos del hombre y no les están ocultos[227].No es como aquellos que opinan: “Dios ha abandonado al mundo”[228] (Ezequiel 8:12), sino, más bien, como está escrito: “grande en consejo y poderoso es Dios, cuyos ojos están puestos sobre todos los caminos del hombre[229]” (Jeremías 32:19) y fue dicho: “y vio Dios que se multiplicó la maldad del hombre sobre la tierra” (Génesis 6:5) y más aún: “las quejas de Sodoma y Gomorra, pues son inmensas” todos ellos nos hablan acerca de este décimo principio[230].

11º Principio

Él, exaltado sea, recompensa a aquel que realiza los preceptos de la Torah, y castiga[231]a todo el que transgrede sus prohibiciones[232].

Con respecto a la recompensa mayor, indudablemente se trata del mundo venidero y el peor castigo, es la aniquilación del alma, ya nos hemos extendido lo suficiente sobre este tema[233].

Apela a este undécimo principio lo escrito: “Y ahora, absuelve su causa, de lo contrario, bórrame de Tu libro” (Éxodo 32:32) a lo que le responde Dios: “Aquel que haya transgredido contra Mí habré de borrarlo del libro” (Ibídem) esto nos comprueba que sabe quién transgrede y quién Le es fiel, para dar castigo a uno y recompensa al otro[234].

12º Principio

La época mesiánica[235]Es decir, saber con certeza que vendrá (surgirá) el Mesías[236] y no pensar que se atrasará[237] y ”por más que se demore lo aguardaremos”[238].

No se le debe asignar un tiempo (a su llegada) ni tampoco se hacen especulaciones de las escrituras para establecer la fecha (o la época) de su surgimiento[239].Los sabios sentenciaron: “se entontezca el espíritu de los que sacan deducciones de la fecha”.[240].

Asimismo, debemos saber que el Mesías poseerá honra, grandeza, honor y superioridad[241]más que cualquier otro rey[242]que haya existido. Es nuestro deber engrandecerlo, amarlo y rogar por él[243] tal como profetizaron sobre él desde Moisés hasta (el último de los profetas) Malaquías.

Todo aquel que pone en duda o se burla de la venida del Mesías, reniega de la Torah, pues en ella se asegura textualmente acerca de su llegada[244] tanto en el episodio de Bilam[245] como en Deuteronomio 30: 3-5.

Parte de este principio es ser consciente que no se considera rey de Israel sino sólo a aquel que desciende de la dinastía del Rey David y en particular del Rey Salomón, y todo el que contradice este punto[246]reniega de Dios y de Sus profetas [247].


13º Principio[248]

La resurrección de los muertos[249]esto ya fue explicado[250] anteriormente[251].


9.- Conclusión final


C
uando el hombre sepa todos estos principios y crea[252]en ellos con fe sincera, entonces (y sólo entonces) se considera parte de la congregación de Israel[253]y es un precepto amarlo, apiadarse de él y el resto de las cosas que nos encomendó Dios, los unos para los otros en todo lo que respecta a la fraternidad y amor al prójimo. Y a pesar que haya transgredido cualquiera de los preceptos de la Torah, impulsado por sus pasiones o que haya sido presa de su mal instinto, recibirá la pena acorde a sus actos, empero, igualmente tiene parte en el mundo venidero, no obstante, es considerado entre los rebeldes del pueblo de Israel. 

 

Pero si renegare de uno de estos trece fundamentos, he aquí, que se auto-excluye de la congregación de Israel[254] y reniega de la totalidad del judaísmo[255]. A este tipo de individuos se los denomina: “Min” (ateo, agnóstico), apicorós y estropea las raíces del árbol[256]. Con respecto a este tipo de individuos, es un precepto aborrecerlo y despreciarlo. Sobre él recae lo dicho: “¿Acaso no debo odiar a los que te aborrecen?” (Salmos 139:21),

He aquí que me he diversificado en varios temas y me he apartado de la finalidad de este compendio, mas, he hecho esto, porque lo he considerado de gran utilidad para la fe judía, pues he expuesto ante ti, temas en extremo importantes y útiles, que se hallan diseminados por varios libros importantes[257]Por lo tanto, esfuérzate, aplícate en saberlos;[258]; y vuelve sobre ellos reiteradamente analizándolos profundamente[259].

Si te engañare tu corazón, pensando que ya has comprendido absolutamente estos temas, con sólo un primer análisis o aún luego de diez[260]Dios es testigo, que te estás engañando[261].Por eso no te apresures en su lectura, pues no lo he compuesto en forma superficial, sino que lo he escrito luego de un profundo análisis y concentración, analizando opiniones correctas y otras erradas, teniendo presente los puntos básicos de nuestra fe, aportando pruebas y razonamiento sobre cada asunto[262].

A Dios ruego para que me conceda el deseo de mi alma, tal es, conducirme por el camino de la verdad…

…………….

[1]Maimónides compuso tres grandes obras: El comentario a la Mishná, el Mishné Torah y La Guía de los Perplejos, además de las numerosas responsas que dirigió a las distintas comunidades judías.

El comentario a la Mishná se ve precedido por una Introducción General a la Mishná, en la cual abarca principios básicos para la comprensión de la Torah Oral y su transmisión.

Además de esta introducción general, en otras tres oportunidades, Maimónides dispuso una introducción antes de abordar el capítulo a tratar. Una de ellas es en el Tratado de Sanedrín antes del capítulo que trata acerca de quienes son los merecedores del mundo por venir (en hebreo: Jelek leOlam Habba), es por ello que se denomina: “Introducción al Perek (capítulo) Jelek”.

Las otras dos introducciones restantes son la que antecede al Tratado de Avot, que fue conocida por el nombre de “Shemoná Perekim” (Los ocho capítulos) ya que consta de ocho capítulos. Y por último, la introducción a los temas de pureza.

 [2] El autor lo considera importante, ya que antes de saber, analizar y cumplir los preceptos, es preciso saber el objetivo final, hacia dónde nos debemos encaminar, y recién luego, saber cómo.

[3] No quiere decir que sean todas verdaderas. Sino, tal como se verá más adelante, sólo una es la verdadera.

[4] El orden en el cual son citados cada uno de los cinco grupos, es ascendente, comenzando por el más lejano y ridículo, cuya imaginación está lejana de la realidad, hasta aquellos que poseen algunas cosas verdaderas.

El quinto, está en esa posición, no porque sea el que menos contradiga la lógica y la naturaleza, sino porque es la mezcla de todos los anteriores.

[5] Nótese que son todas descripciones de cosas materiales, como si el mundo por venir, sea del mismo estilo que este mundo y sólo se tratase de una diferencia de cantidad y no de calidad.

[6] A diferencia del grupo anterior, este es un nivel superior, pues son conscientes que el mal es la negación del bien, y no algo distinto, sino la ausencia del bien ya es mal por sí.

Otro punto importante con el cual se eleva más que el grupo anterior, es el hecho que aquí no sólo se trata de cosas materiales, sino que hay algo de perfección espiritual, como lo es, la era mesiánica.

[7] Este grupo está por sobre el anterior, por el hecho que no desentona tanto con la realidad, pues la resurrección de los muertos es un milagro que el judaísmo pregona, no obstante, el hecho de vivir eternamente en este mundo es algo que escapa a las leyes físicas, pues la materia no es eterna y tiende a desintegrarse, a no ser que se trate también esto de un milagro, cosa que no es proclamada por el judaísmo, ni figura en ninguna de sus fuentes tradicionales.

[8] Si bien es real que el cumplimiento de los preceptos trae acarreado todo este bienestar descrito, esto no es, de ningún modo, el fin último de los preceptos, pues entonces, resultaría que este mundo sería el objetivo y no el mundo por venir.

[9] Antes de explayarse acerca de cuál es el verdadero bien, el autor ve necesario antes plantear tres puntos, los cuales serán esenciales para comprender mejor la naturaleza del bien verdadero.

El primero es la valoración real del verdadero bien, alejando previamente la visión infantil de un mundo de utilidad, en donde sólo tienen valor aquellas cosas que me son útiles a mí en un plano material e inmediato. Esto lo hace utilizando el ejemplo del alumno que planteará en el próximo capítulo.

El segundo punto, antes de abordar el tema, Maimónides se toma el trabajo -en el tercer capítulo- de explicar cómo deben ser entendidas las palabras de los sabios y las escrituras (Ver también la obra de su Hijo, Rabenu Abraham, “Cómo entender las enseñanzas de los sabios”), por ser que cada uno de los cinco grupos citados en este primer capítulo, aportan pruebas, de las palabras de los sabios y de los versículos de las escrituras, que aparentemente parecen sostener los argumentos planteados por cada uno de estos grupos.

El tercer punto, es tratado en el cuarto capítulo, en donde comenzará a explicar otro tipo de placer, ajeno al que normalmente conocemos y aspiramos.

Una vez que están claros estos conceptos, entonces sí, ya está creada la base limpia de toda mancha y error, fértil para que pueda germinar y prosperar sana esta idea, acerca de la verdadera recompensa a la que se referirá después.

[10] Que en realidad no hacen al tema, sino que son detalles, mientras que lo principal permanece en tinieblas.

[11] Es decir, antes de comenzar a hablarnos del verdadero bien, es preciso antes, “desintoxicarnos” de una serie de prejuicios y vicios que hacen que consideremos bueno lo que realmente no lo es.

[12] Ya que por medio de ella aprende los caminos que lo conducirán al más allá.

 [13] Es decir, la Torah.

 [14] Pues debido a su tierna edad, éstas son las cosas, que para él, constituyen un verdadero placer digno de perseguir y esforzarse.

[15] Cuando ya es adolescente, si bien sigue gustando de los dulces, su mente está más desarrollada y comprende que ese no es un objetivo digno de sacrificio, en cambio, las lindas vestimentas de moda, de las mejores marcas y colores, constituyen un placer y deleite estimable.

[16] A medida que va madurando, también lo hacen sus ambiciones y deseos, es por eso que ahora es el dinero el que se convierte en el objetivo, pues él piensa: “el dinero lo consigue todo”

Esto no debe confundirse con lo que hoy en día sucede en los “Kolelim”, pues en estas instituciones, si bien se les abona una beca mensual a los estudiantes, éstos, si realmente son judíos devotos, cuya única aspiración es conocer y profundizar sus conocimientos de Torah, su objetivo no está puesto en el dinero que recibirán a fin del mes, sino que su mente y su deseo están puestos en su sed de saber y conocer la Voluntad Divina. Entonces son ayudados por la comunidad, con un monto mensual que los ayuda a cubrir sus necesidades materiales básicas, para que de esa manera puedan dedicarse de pleno al estudio y convertirse en grandes sabios y maestros que enseñen al resto del pueblo. La mejor prueba de esto es que si por algún motivo se les suspende la beca, no abandonarían sus estudios de Torah, si bien buscarían la forma de conseguir sus sustento dignamente, igualmente dedicarían un tiempo fijo a la Torah, tal como sucedía en la época de los sabios, y el Pirké Avot lo acentúa diciendo: “Haz de tu trabajo algo ocasional y del estudio algo fijo” Es decir, el estudio es lo principal, lo otro es sólo un medio.

 [17] Es decir, correr detrás del dinero.

[18] Con la búsqueda del honor y el estatus social, llegamos a la cima de las ambiciones infantiles, comenzando por el nivel inferior de los dulces, el de las vestimentas lujosas, el dinero y por último, el honor y el estatus social. No obstante, todos estos en realidad son placeres y ambiciones infantiles, cuando logre madurar y ambicionar cosas más trascendentales y altruistas, es entonces cuando comienza a anhelar las cosas que son dignas de ser codiciadas.

[19]; Es decir, el objetivo máximo es alcanzar la realización de la esencia humana, pues el ser humano se diferencia de las demás criaturas por el hecho que en él la realización no se encuentra en forma innata, sino que está en él desde su nacimiento pero en potencia, y de él depende pasarla a acto.

Por lo tanto, su perfección consiste en dejar de ser un ser humano en potencia –es decir un animal con potencial humano- para ser un humano en acto.

La realización de la esencia humana la describe Maimónides en varios lugares de sus obras, entre ellas esta introducción al Perek Jelek, en donde declara que la sabiduría y la práctica del bien, son los objetivos últimos, en sus palabras: “No hay otro objetivo de la verdad que la verdad misma y saber que es verdad” y luego dice: “Los preceptos son la verdad, por lo tanto, su objetivo, es realizarlos” Conocer la verdad y obrar acorde a ella.

En hebreo el término verdad se dice: EMET, y EMUNÁ deriva del vocablo EMET, es decir verdad. EMUNÁ, no quiere decir fe, como normalmente se lo traduce, sino que –como diría el Rabino I. Bittón- EMUNÁ, es a EMET, como TZEDAKA –la acción de hacer justicia- es a TZEDEK –justicia-, es decir, EMUNÁ, es la manera coherente de actuar en base a un EMET –verdad- concebida.

Esto que planteamos acerca de conocer la verdad y actuar acorde a ella, no constituyen un medio para alcanzar otro objetivo, sino que por medio de esto, el hombre se consagra como tal, alcanzando la realización de la esencia humana. No debe entenderse que la verdad es el medio para alcanzar la perfección humana, sino que la captación de la verdad, en sí, constituye la perfección.

[20] Ahora Maimónides aborda el tema de la realización de los preceptos en forma íntegra y por el valor mismo de los preceptos –en hebreo: LISHMÁ- y no por otro interés ajeno a ellos.

Es aquí, en donde Maimónides establece que el cumplimiento de la Torah y sus mandamientos con el objetivo de alcanzar un placer, se trata de una concepción inmadura e infantil de la Torah y sus mandamientos, que deja al descubierto que quien así actúa, ignora el valor verdadero del acto que está llevando a cabo al cumplir ese mandamiento. Para ilustrarlo con un ejemplo, pensemos en un médico que atiende a un accidentado en la vía pública, no por en el hecho de que merced a su acto acaba de salvar una vida, sino, que lo hace pensando en la recompensa monetaria que recibirá por haber realizado tal acto.

[21]Que como antes explicamos, se trata del objetivo superior.

[22] Ya que debemos rebajar el objetivo verdadero, convirtiéndolo en un medio para que pueda alcanzar lo que desea, mientras logramos que se entrene y refine su saber hasta darse cuenta que ese “medio” en realidad es el fin y no ninguna otra cosa fuera de él.

[23] También escribió Maimónides en Hiljot teshuba capítulo 10: “No debe decir el ser humano: ‘Estoy dispuesto a cumplir los preceptos de la Torah, y dedicarme a su sabiduría, para, así poder recibir todas las bendiciones escritas en ella, o para disfrutar el mundo venidero; y me abstendré de cometer las transgresiones prescriptas por la Torah, para salvarme de las maldiciones que constan en ella, o para no perder el mundo venidero’. No es digno servir a D’s de esta manera, porque quien así lo hiciera, estaría obrando por temor, lo que no está a la altura de los profetas ni de los sabios. Este sistema de servir a D’s sólo es admitido para la gente vulgar, las mujeres o los niños, a quienes se les enseña a servir a D’s por temor hasta que se desarrolle su capacidad intelectual, y aprendan a servir a D’s por amor.

Quien sirve a D’s por amor, se dedica a la Torah y a sus preceptos y se encamina por los senderos de la sabiduría, no por tener algún interés o por temor a que le llegue el mal, ni para heredar el bien, sino que practica la verdad por la verdad misma, y finalmente le llegará el bien a través de ella. Y este es un nivel jerárquico de tal envergadura, que no cualquier sabio lo alcanza, ya que es el nivel de Abraham nuestro patriarca, quien fue llamado por D’s Mi amado, porque sólo sirvió por amor, y a este el nivel nos encomendó llegar D’s, por intermedio de Moshé, como está dicho ‘Amarás al Eterno, tu D’s’. Y cuando el hombre logra amar a D’s como corresponde inmediatamente cumplirá sus órdenes por amor.”

[24] No es que se está refiriendo a que no hay recompensa, sino a que no debe hacerlo por ello, tal como un medico salva la vida de un paciente en el hospital, a pesar de percibir por ello honorarios a fin de mes, mas no es por el dinero que lo salvó.

[25]Pues no existe algo superior a ella.

[26] Es decir que no persigue la recompensa, no es que realiza los preceptos por la recompensa que alcanzará, sino que los hace por que ellos son correctos, son verdaderos, por más que no logre ninguna recompensa, los realizará.

[27] Y creer que existe un bien superior a la verdad.

[28] Esto fue demostrado contundentemente con la prueba a la que fue sometido, en la cual vemos a Abraham dispuesto a sacrificar lo más querido y preciado que poseía en este mundo, es decir su hijo Isaac. Pues muchos contemporáneos de Abraham sostenían que toda la devoción y fe de Abraham hacia Dios, se debía a que él quería tener un hijo, un sucesor, y por ello se esforzó tanto, es decir que todo el servicio a Dios fue un medio para lograr el bien que él deseaba. Pero con la disposición de Abraham de sacrificar a Isaac, demostró que Dios y el cumplimiento de Su palabra era superior a todo.

[29] Ahora Maimónides, establece, que la inmadurez intelectual del hombre es la que le impide concebir la idea de cumplir la Torah y sus mandamientos por sí mismos, pues el hombre que se encuentra sumergido y enlodado en su ignorancia espiritual, se convierte en un ente que sólo valora las cosas que le provocan algún provecho o beneficio material inmediato.

Por lo tanto, para poder elevarlo y sacarlo del pozo de oscurantismo, en el cual se encuentra sumergido, el proceso debe ser lento y paciente, para así poder alcanzar los resultados deseados. Es por eso que Maimónides, apoyado por los sabios, de bendita memoria, tolera que se estimule al individuo a realizar los actos correctos, a pesar que todavía su intención no sea la correcta, es decir, a pesar que lo hace por intereses mezquinos, todo esto con el objetivo de que se entrene y vaya madurando intelectualmente en forma paulatina hasta alcanzar el grado de la perfección.

[30] Es decir que al principio no lo hacían por la sabiduría en sí, sino por algún otro motivo, o por la recompensa, hasta que poco a poco fueron creciendo y alcanzado la madurez intelectual, percatándose de que éste es el objetivo y no otro.

[31] Es decir el no hacerlo por la recompensa.

[32] De esta manera, Maimónides explica aquellas citas de los sabios y de los preceptos, que hablan de una recompensa a los preceptos, y sobre las cuales se basaron los cinco grupos que citó en el primer capítulo. Es decir, todas aquellas citas, en las cuales los sabios hablan de una recompensa material por el cumplimiento de un precepto, no deben ser tomados literal y superficialmente, tal como lo hicieron los miembros de cada uno de esos cinco grupos, sino que, a pesar que en realidad puede acontecerle, ese bien prometido a causa de la buena obra realizada, no obstante, ese no debe ser el objetivo supremo de su buena acción, si no que esas citas deben ser entendidas como una concesión para que el vulgo logre elevarse e instruirse, hasta poder encaminarse por el camino verdadero.

No obstante, sobre este tema se explayará más en el próximo capítulo.

[33] Es decir, que a pesar que no es la Voluntad de Dios que Se lo sirva por el temor al castigo o por la recompensa a recibir, los sabios lo toleraron y hasta lo incentivaron, todo esto como un medio, para llegar al camino correcto, tal es, compenetrase que la percepción de la verdad es el más alto y noble ideal al que un hombre debe aspirar.

[34]Es decir, les hablan sobre las recompensas y castigos.

[35] Al proclamar éste, abiertamente al vulgo, que se debe servir a Dios desinteresadamente, no por la recompensa. Casualmente, al expresar estas afirmaciones, se encontraban allí dos hombres (Zadok y Baitós) que no comprendieron la profundidad de las palabras de aquel sabio y habiéndose desahuciado y creyendo que no existe ninguna recompensa, decidieron alejarse del judaísmo y crear cada uno una nueva secta.

[36] Tal como con el niño del relato, que comenzó por los dulces, hasta que alcanzó el grado de maduración intelectual y comprendió que el estudio de la Torah es el fin último.

[37] Tal como antes mencionamos, se le hace imperioso a Maimónides, anteponer esta aclaración acerca de cómo entender las palabras de los sabios, pues pueden confundir al lector desprevenido y poco instruido, concluyendo que de los dichos de los sabios se deduce una recompensa material o un objetivo superior al realizamiento de los preceptos. Una vez aclarado esto podrá Maimónides explicar el bien verdadero al que accede aquel que realiza los mandamientos.

[38] Para una mayor profundización de este tema, ver “Coloquio acerca de los dichos y aforismos de los Sabios” escrito por el hijo de Maimónides, Rabenu Abraham ben Harambam, que también hemos traducido al español.

[39] Es decir que entendidos literalmente, sin tolerar ninguna alegoría, suenan realmente irracionales.

[40]Como para comprender y develar los mensajes entrelineas de las palabras de los sabios.

[41]Sin aceptar ni explicar su sentido metafórico.

[42] Cuyas palabras encierran un fuerte sentido alegórico y no literal.

[43] A pesar que Maimónides condena la manera de entender las palabras de los sabios, tal como lo hacen los miembros de este grupo, no obstante, no es tan duro con ellos como lo será con los miembros del próximo grupo, pues a pesar de su error, los de este grupo conservan la estima y el respeto hacia los sabios, lo que todavía deja la puerta abierta para que tal vez algunos pocos puedan alcanzar a alzarse por sobre sus compañeros de grupo y llegar a comprender en profundidad las palabras de los sabios, o si no es así, por lo menos el vulgo se beneficiará con el acatamiento de los que los sabios ordenan, de esta manera los mantendrán alejados de peligros que ellos, en su pequeñez intelectual, no alcanzan a ver. No obstante, el segundo grupo, al desdeñar las palabras de los sabios y tratarlos como ignorantes, jamás podrán encontrar en ellos la sabiduría que quisieron transmitir como así tampoco, al no darle valor ni rigor a las palabras de los sabios, no podrán mantenerse alejados de los peligros que los sabios con su sabiduría observaron y pretendieron alejar de ellos.

[44]Es decir, que de un mismo texto puedan aprender tanto los sabios como el vulgo y ambos puedan extraer conclusiones verdaderas y útiles, cada uno a su nivel.

[45]Exactamente lo contrario del primer grupo.

[46] Más allá de lo literal, es decir, mensajes metafóricos.

[47] Es decir que es imposible que sea así, seria absurdo.

[48] El Rey Salomón.

[49] Toda ciencia es un medio para alcanzar el conocimiento superior: teología, (ver Hiljot Isodé HaTorah, cap. 1).

[50] Los sabios.

[51] Es decir, recurrir a la explicación alegórica y no textual cuando ésta última contradice la lógica.

[52] Tal como lo cita el Talmud tratado Berajot página 18 folio b.

[53] Talmud tratado Babá Kama, página 60 folio b.

[54] Talmud tratado Babá Batrá, página 15 folio a.

[55] Ver Moré Nebujim, tercera parte, capítulos 22 y 23.

[56] Los que están acostumbrados a los otros alimentos.

[57] Se refieren al maná.

[58] Es por eso que es preciso tener bien en claro los principios de la fe, pues puede ocurrir que sin darnos cuenta, al sostener cierta afirmación, estamos atribuyéndole a Dios cambios, o formas, o atributos humanos. Por ejemplo al sostener en forma literal que Dios está en todos lados, pues estar en un lugar determinado es un accidente de la materia, y Dios no es materia.

[59] Obviamente que no los ve, pero por más que se le trate de explicar, no podrá hacerse una idea de lo que es el color rojo, pues jamás lo vio, inútil será describírselo, como un color cálido, pensará que en realidad tiene temperatura o se lo imaginará como un el color de un día caluroso, pues en su registro, cálido quiere decir calor, igualmente si se lo describimos como fuerte, pues no sabe lo que es un color fuerte. Se cuenta acerca de Maimónides, que siendo el médico de la corte, una vez, se presentó un charlatán que se hacía pasar por médico entendido y jactándose de que él podía curar la ceguera, aun a aquellos que fueran ciegos de nacimiento, Maimónides enseguida lo tomó por embustero, mas en la corte, le creyeron y decidieron hacer la prueba. Por supuesto que aquel charlatán tenía todo arreglado de forma que alguien, que lo acompañaba se hacía pasar por ciego, y al cabo de unos minutos de tratamiento y ciertas gotas curativas, “el ciego” pudo ver. La corte en pleno estaba asombrada, no así Maimónides. Quien para demostrar la falacia de aquel charlatán, se refirió al presunto “ex-ciego” y le pregunto: “-¿realmente puedes ver? –“Si”, respondió “- Si es así, ¿Puedes decirme de que color es este asiento?”, le preguntó Maimónides, señalándole una silla roja. “-es de color rojo” dijo. Maimónides se dirigió a la corte y en tono triunfal les dice: “-Han visto, ¡les dije que era todo una farsa!”, los miembros de la corte le exigieron una explicación. Maimónides les dijo: “-Es sencillo, si realmente este hombre era ciego de nacimiento, ¿cómo podía saber que ese color es al que llamamos rojo, si él jamás lo vio?. Con lo cual el charlatán fue detenido y castigado.

[60]Igualmente el sordo jamás podrá imaginarse los sonidos pues la imaginación funciona, entrelazando cosas que él ya conoce, pero no algo que desconoce por completo. Es decir puede imaginarse una cabeza de hombre con el cuerpo de un caballo, a pesar de no haberlo visto nunca, pues conoce lo que es la cabeza de un hombre y lo que es el cuerpo de un caballo, y ahora lo que hace es unirlos. Pero imaginarse algo que jamás vio o percibió, es imposible.

[61] Pues los placeres espirituales son distintos a los placeres físicos. No se trata de una diferencia de cantidad sino de una diferencia de calidad.

[62] La necesidad de ampliar el concepto con otro ejemplo, es para agregar algo más, este segundo ejemplo incluye algo que el anterior no incluía. Si bien a simple vista pareciera similar, en el ejemplo del ciego se trata de una diferencia que todavía es asequible para los hombres, no obstante, en el segundo se trata de algo que por naturaleza no puede ser captado por los peces, porque viven en el hábitat completamente contrario, donde no tienen posibilidad de conocer ese segundo ambiente.

[63] Nótese que no está descartando de plano la percepción de los placeres espirituales en este mundo, sino que considera que existe la posibilidad de percatarse de esos placeres pero sólo luego de una preparación y entrenamiento.

[64] Es aquí donde Maimónides expresará su opinión acerca de la cima suprema del máximo bien reservada para los justos, es decir el mundo por venir. Lo fundamental es poder demostrar la diferencia inherente de calidad entre lo físico y lo espiritual. El hombre corriente tiende a considerar lo material como lo real, lo que existe de verdad, (lo que no se ve con los sentidos, no existe, suelen pensar, ante este axioma, podríamos deducir que la inteligencia no existe, pues es algo que no se ve con los ojos, ni se escucha con los oídos ni se huele, etc, sino que es algo que no se percibe por intermedio de los cinco sentidos), en cambio, lo espiritual es visto a los ojos del vulgo como algo, extravagante y sin sentido práctico. No obstante, para el hombre instruido, le es claro que lo contrario a ese pensamiento es lo correcto, cuanto más espiritual es algo, más libre estará de las leyes físicas y las limitaciones del cuerpo, por lo tanto es más real su existencia. El mundo material es el mundo de lo sujeto al cambio y descomposición (nace crece y muere) en cambio el mundo espiritual es el mundo de lo estable y no sujeto al cambio y descomposición.

[65] Es por eso que el hombre de la calle, que jamás se instruyó ni meditó, le parecerá una perdida de tiempo filosofar, y no podrá entender cómo puede haber gente que disfrute estudiando filosofía y estudiando, pues para él lo placentero, es el vino, las mujeres y el fútbol, tal como dijeron los romanos: “Para el pueblo pan y circo”.

[66] Pues los placeres físicos son limitados, y sólo son buenos durante un determinado tiempo y en una cierta cantidad. Por ejemplo aquel que le gusta el chocolate, le gustará pero en justa medida, mas luego de comer un kilo de chocolate le dará indigestión y ya no querrá comer más chocolate, es más, lo rechazará por completo, hasta que se le pase el malestar. También, el que disfruta corriendo, llegará un punto en que el cuerpo no le responderá y entonces no podrá seguir disfrutando. En ambos casos, algo que era placentero, se transforma en algo horrible. No ocurre así con los placeres espirituales. La diferencia no es de cantidad, sino que es de calidad.

[67] Pues cuando decimos placer o goce, no necesariamente nos referimos a un goce material y limitado como el que conocen la mayoría de los humanos.

[68] Maimónides es consciente que el hombre es un ser psico-físico, compuesto por materia y espíritu, cuerpo y alma. Cuando nos cuestionamos ¿qué es el hombre? La pregunta no se refiere a sus manos, pies, tendones y huesos, sino que nos referimos a cuál es su esencia, su cualidad, su espíritu. La esencia del ser humano -en lenguaje filosófico- su “forma”, es el alma. Esta cualidad le otorga al hombre un estatus ontológico único en su especie, a pesar de que su cuerpo, como cualquier otro cuerpo material, está sujeto a las leyes del cambio y descomposición, pues su espíritu, su alma inteligente, está capacitada para ser eterna, aun después de la separación corporal y la descomposición del cuerpo. Así se expresa Maimónides en el Mishné Torahh, Hiljot Isodé HaTorah capítulo 4 incisos 8 y 9: 8.- La esencia de todo ser vivo es el nefesh que le otorgó Dios. Los conocimientos adquiridos por el nefesh del hombre, son la esencia del hombre que llegó a un grado superior de sabiduría. Sobre esta esencia dijo la Torah: “Hagamos un hombre a nuestra imagen y semejanza” (Gen. 1:26), es decir: cuya esencia sea el conocimiento y percepción de las ideas {y verdades} abstractas, tales como los ángeles, que son esencias abstractas, hasta llegar {el hombre} a asemejarse a ellos {a los ángeles}.No me refiero a la forma física que se percibe a simple vista, como ser la boca, la nariz, los pómulos y el resto de las impresiones corporales, ya que en realidad todas estas cosas son atributos {del ser, no su esencia}. Tampoco {me refiero} al nefesh que existe en todo ser vivo, mediante el cual se alimenta, bebe, se reproduce, siente y discierne, sino que {me refiero} a la captación {en sí}[es decir lo captado, percibido de las ideas y verdades abstractas], ella es la esencia del nefesh, y a esta esencia del nefesh se refirió al decir: “a imagen y semejanza nuestra”. Encontrarás que en repetidas ocasiones se denomina a esta esencia: nefesh y ruaj. Por ello se debe prestar atención a esta denominación para no confundirse, ya que cada concepto debe ser interpretado en su contexto. Esta esencia del nefesh a la que nos referimos, no está compuesta por elementos materiales como para que se fraccione, tampoco depende del espíritu vital, hasta el punto de estar sujeto a él {para Existir}, tal como el espíritu vital está subordinado al cuerpo [que existe en función del cuerpo], sino que {esta esencia del nefesh [es decir las verdades abstractas captadas]} proviene de Dios, es de origen celestial. Por lo tanto, al desintegrarse el cuerpo, que está compuesto por materia, y perderse el espíritu vital, por ser que existe en función del cuerpo y está sujeto a él, no se perderá dicha esencia ya que no depende del espíritu vital, sino que sabe y capta por sí misma las verdades abstractas y conoce al Creador. {Esta esencia} perdura para toda la eternidad. Es lo que el sabio Rey Salomón dijo: “El polvo torna a la tierra de donde era, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio” (Eclesiastés. 12:7).

Para mayor profundización sobre este tema ver también nuestra traducción de la introducción que realizó Maimónides al Pirke Avot, conocida como “Shmoné Perakim”- Ocho capítulos.

[69]El de los ángeles.

[70] El jugar con la pelota o el trono.

[71] Pero cuando alcancemos la maduración intelectual descubriremos que los placeres espirituales son superiores a los placeres materiales.

[72] Los placeres físicos, no son sino goces necesarios, funcionales, es decir, sino fuera porque el cuerpo disfruta de ciertas actividades, no se dedicaría a ellas ni siquiera aunque se tratase de su manutención o de la conservación de la especie, por lo tanto, le fue infundado profundamente en su naturaleza que disfrute de esas actividades, pero cuando la necesidad fue satisfecha, por ejemplo comer, ese placer merma y ya no tiene sentido por sí mismo. La vida espiritual, en contraposición, se trata de un valor por sí mismo y no como una necesidad funcional como ocurre con lo material.

[73] Se refiere a los placeres y deleites físicos.

[74] Se refiere a los placeres y deleites espirituales.

[75] Sino, que se asemeja más a un placer espiritual.

[76] El placer sexual.

[77] Es decir, que preferimos placeres espirituales a deleites corporales.

[78]Como para que sea dividido y se termine, tal como sucede con los placeres físicos.

[79]Pues éstos atributos -dividirlo, contarlo, etc.- son accidentes de la materia, de lo físico y no se aplican a lo espiritual, tal como no se puede poner un color a un sentimiento.

[80] Pues para poder ejemplificar o imaginar algo debe ser de naturaleza conocida para nosotros, pues la imaginación funciona asimilando, juntando o separando cosas que conocemos.

[81]El rey David.

[82] Talmud tratado Berajot, página 17 folio A.

[83] Se refiere a los baños de placer, como los baños turcos o saunas.

[84] Ya que normalmente el saber es algo agregado a nosotros, al aprender algo nuevo es un añadido a nosotros (ver Guía de los Perplejos parte I cap. 68 y parte III cap. 20)

[85] Nombre con los que se conocen a los ángeles que están en el nivel superior.

[86] Es aquí donde Maimónides responde formalmente a la pregunta que formuló al principio de este tratado. El bien supremo y la recompensa por el cumplimiento de los preceptos y encaminarse por el sendero del bien no es lo que pregonaron ninguno de los cinco grupos que mencionó al principio, sino que el verdadero bien que le ocurrirá a la persona será el que acaba de mencionar, que en realidad es el máximo bien, el supremo y que además es eterno.

[87] Es decir que vive eternamente, a pesar que el cuerpo muera, no obstante, existen excepciones en las cuales debido a la gravedad de la transgresión cometida, el alma fenece, es lo que en hebreo se conoce bajo el término “Caret”-muerte espiritual. Maimónides cita en Hiljot Teshubá quienes son pasibles de esa pena.

[88] Y al no depender de ninguna causa externa, Su existencia no depende de nada, por lo tanto es eterna. Para una mayor profundización del tema, ver en Hiljot Isodé HaTorah, que debido a los importantes conceptos que Maimónides expone allí, decidí traducirla y explicarlos en español.

[89] Pues tal como expresara en Hiljot Iesodé HaTorah capítulo 4:8, la esencia que perdura del alma es aquella que entra en contacto con el Eterno.

[90] Es decir que nunca nadie entre los sabios lo ha entendido o explicado de otra forma.

[91] Es decir el mundo venidero.

[92] Con esto explica cual es el peor mal que le puede acaecer al hombre, y no se refiere a ninguno de los que argumentó cada uno de los cinco grupos mencionados al principio.

[93]; Muerte prematura.

[94] Que será exterminada y no vivirá en el más allá.

[95] Y esto es lo contrario de “exterminar será exterminada ese alma”.

[96] Es decir que por ser que el mundo venidero y sus placeres verdaderos no pueden ser captados por la mayoría de la gente, los profetas no lo mencionan. De esta forma, pareciera que Maimónides se adelanta y responde a la pregunta ¿por qué no se menciona en forma más literal en las escrituras el Mundo venidero y sus placeres?

[97] Se refiere a las bendiciones y las maldiciones materiales que predice la Torah para el que se encamina en el camino de los preceptos o el que los abandona, respectivamente, por ejemplo: abundancia, seguridad, paz, salud, etc. O hambre, guerra, pestes, etc.

[98] Una vez que el autor ya haya expuesto su teoría acerca de la verdadera recompensa y castigo, debe continuar algo que le queda adeudado, tal es la explicación de los argumentos que expusieron cada uno de los cinco grupos basándose en fuentes bíblicas y de los sabios en el Talmud, las cuales fueron considerados por ellos como la recompensa verdadera. Con respecto a lo expresado por los sabios, ya lo explicó Maimónides con anterioridad al referirse a cómo deben ser entendidas las palabras de los sabios, los cuales muchas veces se expresan alegóricamente. Con respecto a las citas bíblicas, si bien Maimónides sostiene que tienen un lugar legítimo en el pensamiento religioso, no obstante, cuando se habla en la Torah de recompensa y castigo material, la relación de esas citas y el Mundo Venidero es similar a la relación existente entre medios para llegar a un objetivo y el objetivo en sí. Es por eso que ahora el autor se explayará más sobre estos conceptos y comenzará por las bendiciones y las maldiciones, es entonces cuando estos conceptos son traducidos y pasan a formar parte de la verdadera recompensa o castigo, pues posibilitan o impiden la adquisición del Mundo Venidero. El motivo por el cual elige Maimónides comenzar por este argumento -el de las bendiciones y las maldiciones- a pesar que no fue el expuesto por el primero de los grupos sino por el cuarto, es porque, 1) Es el que más ampliamente figura y se repite en la Torah y 2) por el hecho que constituye la llave y el ejemplo para comprender las demás.

[99] Y de esta manera adquirir un mayor nivel en el mundo venidero.

[100] El conocimiento y percepción de Dios que es lo que emana de los preceptos y lo hace meritorio del mundo por venir.

[101] Si bien Maimónides alaba al islamismo por su negación de la idolatría y el servicio al Dios verdadero, no puede perdonarle el hecho que revierta y de vuelta los conceptos radicalmente al sostener el islamismo el servicio a Dios para el placer del cuerpo bajo e innoble, sino que el servicio a Dios no debe tener otro objetivo que ese, es decir, perseguir la verdad y al reconocerLo como la verdad fundamental, fundamento y esencia de todo lo existente, se impone servirLo.

[102] Y de esa manera alcanzar el nivel superior en el mundo por venir y esa es la verdadera recompensa y máximo bien.

[103] Y entonces le acontecerá el peor de los males que antes mencionó, que es no poder acceder al mundo venidero y que se extermine su alma “Caret”.

[104] Desinteresadamente.

[105]Sufrimientos, guerras, hambre, enfermedades, etc.

[106]Es decir, tal como dejamos establecido, el máximo bien y la verdadera recompensa por el cumplimiento de la Torah, es alcanzar el mundo venidero; esto se logra mediante la percepción y apego a Dios lo cual se alcanza por medio del cumplimiento de los preceptos, y este es el máximo bien, por lo tanto, la recompensa de un precepto es tener la posibilidad de realizar otro precepto y así apegarnos y captar más a Dios, acrecentando nuestro mérito en el mundo venidero. Para ilustrarlo con un ejemplo imaginemos a un pescador cuya recompensa por su esfuerzo es poder pescar la mayor cantidad de peces posible, el gobernador de la isla otorga como premio a los pescadores leales y fieles, no más pescado directamente, pues eso debe ser producto de su trabajo, sino que le permite extender más redes y por otros lugares que normalmente no estaban permitidos, de esta manera podrá al fin de la jornada recoger sus redes llenas de peces y así multiplicar su recompensa.

[107] Inversamente a lo explicado en la nota anterior, el peor mal y verdadero castigo, es no tener acceso al mundo por venir, y esto ocurre al alejarnos y desconocer a Dios, que es lo que sobreviene al transgredir un precepto, por lo tanto el castigo por la transgresión es imposibilitarlos de realizar otro precepto (es decir cometer otra transgresión) y de esa manera reducir su mérito para acceder al mundo venidero. En el ejemplo de la nota anterior, en este caso, no sólo que no le otorgamos permiso para extender redes en otros lugares sino que le reducimos el número de redes que puede utilizar para pescar, de esta forma recogerá menos peces y entonces la retribución por su trabajo será menor que la de antes.

[108] Si bien muchas veces suele ser citado por los sabios como sinónimo del Mundo Venidero, no obstante, el concepto de Gan Edén, en su estricto sentido, se refiere a un lugar en este mundo, en el cual fue colocado el primer hombre, tal como lo sita la Torah en Génesis. Es por eso que siempre que se mencione al “Jardín del Edén” debe ser analizado en su contexto para saber a qué concepto se está refiriendo.

[109] Ya sean medicinales, nutritivos o de cualquier otra utilidad.

[110] Es un estado y no un lugar físico. El judaísmo no sostiene la creencia cristiana de la existencia de un “infierno” que representa un lugar de sufrimiento o la noción de un reino del mal que lucha contra el Reino del Bien (Dios). En el judaísmo este concepto, tal como lo concibe el cristianismo, no existe.

[111] Tal como el sentimiento de vergüenza por ejemplo, que es algo que nos quema, pero no producto de algo externo sino de algo interno.

[112] Empero su verdadera naturaleza no fue revelada por los sabios, como así tampoco si las afirmaciones al respecto, son literales o alegóricas.

[113] Cabe preguntarse ¿por qué la resurrección de los muertos constituye uno de los principios fundamentales de la Torah de Moisés? Y más aún ¿por qué aquel que no cree en esto no tiene parte ni cabida en la religión judía? A estas preguntas, responde el mismo Maimónides en su obra “Coloquio acerca de la resurrección de los muertos”, allí explica que la posibilidad de revivir a los muertos con sus cuerpos es lo que atestigua la capacidad de Dios de obrar milagros, pues la idea de la Creación exnihilo es la que posibilita la idea del milagro, sin causar esto un problema teológico (un cambio en Dios), y la resurrección de los muertos entre ellos, mas todo esto sería imposible de acuerdo a la teoría de un mundo eterno y no creado, y como ya es sabido aquel que piensa esto, se excluye del judaísmo, como ya lo explicó en la Guía de lo Perplejos cuando habla acerca de la eternidad del mundo, es por eso que la resurrección de los muertos es tan importante y es puesta como uno de los fundamentos del judaísmo.

[114] Al recalcar que sólo será para los justos, hace notar el autor, que la resurrección de los muertos, es una especie de recompensa, es decir, el retorno de los muertos a una nueva vuelta, se torna en un gran bien para ellos, pero cabe preguntar, después que afirmáramos que el Mundo Venidero es el bien supremo y que es la recompensa para lo justos, entonces ¿qué sentido tiene una vez que están en el Mundo Venidero, hacerlos “descender” nuevamente a este mundo? Maimónides responde a esta pregunta en su obra “Coloquio acerca de la resurrección de los muertos”, allí explica que la posibilidad de revivir a los muertos en realidad es un bien hacia los muertos, pues les otorga la posibilidad de alcanzar un grado superior de espiritualidad, lo cual es imposible de lograr en el mundo de las almas; así lo explica Maimónides en su comentario a la Mishná de Pirke Avot (4:22) que dice: “Es mejor una hora de arrepentimiento y buenas acciones en este mundo, que toda la vida del Mundo Venidero” Ya hemos aclarado (se refiere a lo explicado en la presente introducción) que no existe después de la muerte mejorar o posibilidad de avanzar, sino que el nivel espiritual que alcanzó en este mundo es el que mantendrá para siempre. No obstante los transgresores- aquellos que sus transgresiones exceden a sus buenas acciones- a pesar de tener parte (pequeña) en el Mundo Venidero luego que son juzgados por sus transgresiones, ellos no serán agraciados con la resurrección de los muertos, pues como luego dirá, “los malvados aun en vida son considerados muertos” es decir no hicieron un genuino esfuerzo para ser merecedores de la vida eterna, por lo tanto no merecen ellos una nueva posibilidad que implica un milagro, tal es que un cuerpo vuelva a la vida.

Otro motivo de la resurrección de los muertos, es no para beneficio de los propios fallecidos, sino para beneficio de la generación que vive en aquella época, pues Maimónides afirma en la Guía de los Perplejos, parte II capítulo 28 que uno de los motivos de que Dios realiza milagros, es para fortificar la idea de la existencia de Dios, como así también, acrecentar el temor y el respeto a Dios. De acuerdo a esto, es factible que el milagro de la resurrección sea para ocasionar una conmoción y sacudida en la humanidad tal, que deje plasmado y grabado en aquellos corazones la noción clara y viva de la existencia de Dios y el resto de los fundamentos del judaísmo, similar a lo que ocurrió en el monte Sinai. Es posible que este milagro de la resurrección ocurra en un momento en que la necesidad de eso sea dramática, tal como dirá en su obra Coloquio acerca de la resurrección de los muertos: “En la época del Mesías, un poco antes o después de su muerte”. De todas maneras, sea cual fuere de estos dos motivos, la resurrección de los muertos, no es un fin en sí, como afirmaran uno de los cinco grupos citados al principio de esta obra, sino que la resurrección de los muertos es un medio (extra ball) para alcanzar un mayor nivel en el Mundo Venidero, que constituye el bien supremo.

[115] Bereshit Rabba

[116] Talmud, tratado Berajot pagina 18 folio b.

[117] Maimónides sostiene que aun los que resucitarán, no lo harán para siempre, sino que ellos también fallecerán llegada su hora, pues todo cuerpo material está sometido a las leyes naturales de cambio y descomposición. Pues la resurrección de los muertos, se trata de un milagro visible, y como todo milagro visible, no puede prolongarse eternamente, pues el milagro viola momentáneamente las leyes naturales, pero luego, una vez cumplido el objetivo de ese milagro, todo vuelve a la normalidad que imperaba anteriormente. Si así no fuera, asevera Maimónides, entonces podríamos poner la sombra de la duda a ese milagro, pues si el bastón de Moisés, por citar un ejemplo, hubiera permanecido como serpiente, podrían haber argumentado que en realidad siempre fue una serpiente, es por eso que el milagro concluyó al volverse la serpiente en bastón, o el mar que volvió a su estado natural por la mañana luego de haberse partido para que pasen los hebreos.

[118] Se refiere a una persona de carne y hueso, no a un ángel o ser milagroso.

[119] Nótese que se lo compara con Salomón y no con Moisés, esto puede responder a dos motivos, el primero, querer mostrar que se trata de alguien completamente normal, no alguien como Moisés que fue único en su especie, si es que podríamos denominarlo hombre (no debemos confundirnos y suponer que el judaísmo piense que Moisés no fue humano, sino que al decir “si es que se lo puede llamar hombre” nos referimos que al haber llegado él a ese nivel, que ningún ser humano llegó ni llegará, es como que Moisés es algo fuera de serie, algo muy, pero muy, elevado en la raza humana, y no es a lo que nos referimos cuando normalmente decimos “Ser humano”) . El segundo motivo es que ya la Torah nos testimonió que no surgirá otro como Moisés, y eso incluye al futuro Mesías.

[120] Maimónides recalca en varios lugares que la visión de todos los pueblos conviviendo en paz, no será alcanzada de buenas a primeras, sino que al principio del reinado del Mesías, varios serán los que, naturalmente, se enfrentarán contra él y lo odiarán, lo que forzará al Mesías a luchar contra ellos, ya sea contra los que lo rodean o contra los reyes malvados.

[121] Maimónides sostiene firmemente que la idea de la era mesiánica no tiene que ver con una era milagrosa, sino que la naturaleza seguirá su curso normal, y que todo se trata de poseer un buen líder. Esto no es poca cosa, pues si poseemos un buen líder, como en su momento fue Moisés, eso puede hacer prosperar a todo el mundo y hacer crecer al hombre hasta realizarse y poder cumplir su cometido en esta vida. A pesar que en los relatos del Midrash nos hablan de cosas milagrosas, como que la comida y las vestimentas surgirán ya listos en los árboles y que se vivirá cientos de años, Maimónides no los desconoce, solamente los explica en forma alegórica, como lo explicará más adelante. (Para una mejor comprensión de los dichos y relatos de nuestros sabios, consideré muy valiosa la obra compuesta por Rabí Abraham, hijo de Maimónides, Miljamot Hashem, Maamad al Dibre Jazal, es por eso que me decidí a traducirla para poder brindar al lector una idea cabal de cómo entender más planamente los dichos del Misdrash y la Hagadá)

[122] Talmud, tratado de Shabbat Pág. 30 folio b. No debe entenderse literalmente, sino que se refiere a que en aquella época, será tan fácil (merced a la maquinaria y tecnología) que se dirá metafóricamente, que brotó el pan ya listo. (Compárese con el tiempo que llevaba en otra época pasada, sembrar, cosechar, moler, encender el horno, etc.)

[123]Es decir, que no se refiere a algo milagroso.

[124] Que en la época mesiánica brotarán las cosas ya hechas.

[125] Al ver que la capacidad de aquel alumno no estaba preparada para comprender esta alegoría, le dio una respuesta ficticia y superficial para evitar el tema que todavía no estaba preparado para comprender.

[126] Cuando Raban Gamliel lo dijo en el Talmud, tratado de Shabbat pag. 30 folio b, su alumno lo interpretó literalmente, suponiendo que en ese entonces los árboles en vez de dar frutos darían las vestimentas ya hechas, es por eso que Raban Gamliel se enfadó con él pues lo había tomado literalmente cuando en realidad se trataba de una alegoría, pero al percatarse de la estrechez intelectual de aquel alumno, le dio una respuesta más sencilla acorde a su entender.

[127]La idea de poder establecernos como un pueblo libre y soberano que podamos conducirnos acorde a los principios judíos, cumpliendo los preceptos, que son los que otorgan una sociedad ideal y un crecimiento espiritual, que a su vez, es lo que nos hará acreedores del verdadero bien en el mundo por venir, tal como ya lo expresó anteriormente; por lo tanto al poder establecerse una sociedad ideal, con un líder ideal, que priorizará el crecimiento interior donde la tierra estará colmada de sabiduría y conocimiento de Dios, todo ello hará que se acreciente nuestra parte en el mundo venidero.

[128] Tampoco esto es algo que ocurrirá en forma milagrosa, pues al estar colmada la tierra de sabiduría y buenas cualidades, donde se percibirá claramente el bien, entonces no existirán las causas que llevan a una guerra, como ser, la codicia, la conquista, el honor, etc.

[129] Pues este es el fin y el verdadero bien, la época mesiánica, es sólo un medio, el estado ideal para poder alcanzar el mundo venidero.

[130] Es decir, será un ser humano completamente normal, que también llegará el final de sus días y morirá. Y no como sostienen los cristianos que el Mesías vivirá eternamente, y será una suerte de semi-dios.

[131] Aún esto se enmarca dentro de las leyes naturales, ya que es sabido que esto ocurre mediante una buena alimentación, los adelantos tecnológicos y científicos, en los últimos años la medicina, por ejemplo, ha logrado expandir el promedio de vida, de sesenta años a setenta y cinco años.

[132] De ninguna manera debemos confundirnos y pensar que “lo principal es la salud” pues la salud es sólo un medio para lograr el objetivo final. Para ejemplificarlo, se asemeja a aquel que debe tomar un ómnibus para llegar a un determinado lugar. Para ello trata de elegir el mejor ómnibus, para que no le pase que el ómnibus se estropee y se quede a mitad de camino, pero en medio de su selección y elección de autobús, se pasa todo el día en ello quedándose en el sitio de partida, rogando y deseando poder elegir el ómnibus en buen estado y se olvida que el autobús es sólo un medio y que el objetivo era llegar al sitio determinado.

[133]Es decir, el bienestar y la prosperidad en este mundo, de ninguna manera puede ser considerado como el bien verdadero y el fin último de nuestra existencia.

[134] Es decir porque alguien los obligue a realizarlos, sino que los harán por propia voluntad y convicción.

[135]Es decir, con todos estas facilidades y medios.

[136] Y este es el verdadero fin y objetivo.

[137] Y el máximo bien.

[138]Desinteresadamente.

[139] Pues todo aquel que sirve a Dios por una recompensa no se considera que sirve a Dios por amor, desinteresadamente.

[140] La elección del bien y el desprecio y alejamiento del mal, debe ser una decisión estratégica y lo más apropiado es que esa elección sea motivada por su interior, me refiero a su personalidad, lo que hay dentro de él en sus fueros íntimos, lo que reflejará en el exterior y en sus acciones su esencia –forma- humana. No obstante, actuar moral y éticamente correctamente haciendo el bien, no es algo fácil de lograr. Mucha tinta se ha derramado sobre este tema, es decir la definición del bien ético. Para decir verdad, sólo el Creador del hombre, que creó al hombre a imagen y semejanza, puede otorgarle las pautas morales correctas (“Las instrucciones de uso del fabricante”), para que potencialice y saque a luz toda la capacidad humana que posee en su interior. Por lo tanto, cuando el hombre, es conciente que existe una sabiduría superior , emanada por Dios, que llega a los profetas, la cual define cuales son las cualidades buenas y elevadas y cuales son las bajezas y lo despreciable; entonces, se impone a tal individuo, que se apegue a esas cualidades buenas y se aleje de las bajezas, en su calidad de humano correcto y justo, que desprecia el mal. Pues la perfección del ser humano y hacer lo correcto a los ojos de Dios, en realidad es un mismo concepto.

[141] En realidad este compendio que proyectaba componer Maimónides, nunca vio la luz, pues al componer su obra magna, “La guía de los perplejos” afirma en la introducción que desistió de la idea de redactar un compendio específico con los dichos de los sabios, prefirió algo más abarcativo. No obstante, su hijo, Rabenu Abraham ben Harambam, compuso finalmente el libro llamado “Miljamot Hashem” en donde incluye una parte dedicada a los dichos de los sabios “Maamad al dibre jazal” que debido a su importancia lo traduje bajo el nombre: “Coloquio acerca de los dichos y aforismos de los Sabios judíos”.

[142] Para demostrar que lo que expliqué, es la verdadera intención de lo que quisieron transmitir.

[143] Es decir, mencionar que fue un sueño.

[144] El gran objetivo de Maimónides es:

§ Reflejar y trasladar el conocimiento de Dios, de algo externo (como ocurre en la filosofía) a algo interno, (que impregne su interior y se vea reflejado en sus acciones y pensamientos).

§ Trocar la idea de una vida material y de provecho propio como la única realidad, a la concepción de que esas cosas se anulan en función de lo trascendente, es decir, la existencia espiritual, tal como la cáscara protege el interior del fruto, como el pasillo o antesala del palacio.

§ Guiar a la gente para que no se quede en la literalidad y simpleza de las palabras de los sabios, acerca de temas trascendentes, sino que ahonden y buceen en el sentido profundo e interno de lo dicho, es decir acceder a la enseñanza de la parábola.

§ Transmutar la idea de una recompensa exterior y superficial por la noción de hacer el bien y cumplir la Voluntad Divina, como forma de enriquecer y perfeccionar su personalidad e interior hasta alcanzar la realización humana; la cual converge en la vida eterna.

§ Transformar la ética y moral que se le impone desde afuera, bajo amenaza de sanciones o vergüenza, a una ética interior, que se impone en sus actos producto de una concepción del bien ontonómica.

[145]Luego de explicar todo lo necesario para comprender la primera parte de la Mishná del Capítulo Jelek de Sanedrín, al que Maimónides antecede esta introducción en su comentario a la Mishná, en donde dice: “Todo Israel tiene parte en el Mundo Venidero”, vemos claramente que ahí el tema es acerca de quiénes son los merecedores del mundo venidero, ahora el autor pasa a la segunda parte de la Mshná, que dice: “Estos son los que no tienen parte en el Mundo Venidero, los que dicen que no habrá resurreccion de los muertos, o que la Torah no es de origen Divino y los Apicorós –apóstata-” en donde menciona quienes son los que no tienen parte en el mundo venidero y ahí alude a estos conceptos, es por eso que los describe y explica.

[146]El autor explica el término “Apicorós” como una palabra aramea, basándose en lo que dice el Talmud, Sanedrín 99 a, no obstante no escapa a su conocimiento que la palabra deriva del filósofo griego Apicuros que fue conocido como un ateo empedernido, pues así lo menciona en la Guía de los Perplejos II parte capítulo 13: “Empero, quien desconoce la existencia de Dios, exaltado y enaltecido… pensado que todo es producto de la casualidad, y que no existe un Creador y quien controle todo lo existente, como por ejemplo Apicorusy sus discípulos, tal como lo explica Alejandro de Afrodita, el discípulo de Aristóteles.

 [147] En el hebreo literalmente dice: “Sefarim Jitzonim” –Libros externos, que en realidad es una expresión para definir a los libros apócrifos, cuyo contenido es netamente ateo y alejan al lector de Dios. Así lo define expresamente el mismo Maimónides en el Mishné Torah, Leyes de la idolatría capítulo 2:2 y 3: Varios libros fueron compuestos por los idólatras acerca de la idolatría y la manera de servirla y cuales son sus fueros y reglamentos. Dios nos ha encomendado que no leamos nada de aquellos libros, ni ojearlos ni nada por el estilo, aun observar y reparar en la forma externa de la imagen de la idolatría esta prohibido, como está escrito: ‘No os dirijáis a los ídolos’… No solamente la idolatría nos está vedado pensar en ella, sino que cualquier pensamiento que lleva al individuo a renegar de alguno de los principios de la Torah, estamos advertidos de no mantenerlos en nuestra mente ni prestarle atención… pues la sabiduría de las personas es limitada y no todos están capacitados para poder captar la verdad tal y como es, y si encaminaría todo individuo detrás de su pensamiento, resultaría que todo el mundo estaría destruido, a causa de su limitación mental, pues a veces se encaminaría detrás del Creador y otras detrás de los ídolos paganos… sobre esto nos advirtió la Torah al decirnos: “Y no te encaminarás detrás de tu corazón ni detrás de tus ojos, para prostituirte” es decir, que no corra cada uno detrás de sus pensamientos estrechos y limitados pensando que su mente ha alcanzado una verdad.

 [148] También estos libros son incluidos en esta categoría por ser que el tema de lo que lee el ser humano, infieren en su pensamiento y en su espíritu y si el individuo no posee un actitud analítica, es decir que piensa y analiza si es correcto todo lo que va leyendo y las conclusiones a las que arriba aquella lectura, entonces resulta que en vez de dedicarse a lecturas más edificantes, tales como asuntos de Torah o sabiduría o alguna utilidad práctica acerca de su salud o alimentación, desperdicia el tiempo en lecturas vanas que finalmente van a derivar en que lea cualquier cosa que le viene en mano, y así también leerá libros apócrifos o idólatras.

[149] Para entender mejor a qué se refiere el autor con “libros de sabiduría o algún beneficio físico, ver en el quinto capítulo de la Introducción al Pirke Avot – Shemoná Perakim.

[150] Pues está rebajando algo sublime, como la Torah, que nos eleva y nos trasciende, utilizándola como medicina para curar su cuerpo, mientras que la Torah es para el alma. De esta manera, en vez de que el cuerpo esté para servir al alma (tal como un envase a su contenido), el alma se pone al servicio del cuerpo, como si este fuera el objetivo, es decir la conservación y placer del cuerpo por sobre el alma; y esto es exactamente lo contrario de lo que Dios espera de nosotros, que fuimos creados a imagen y semejanza.

[151] Se refiere a aquel que pronuncia el Nombre Inefable, fuera de las ocasiones en que está permitido hacerlo.

[152] En forma despectiva.

[153] Es decir, por medio de su accionar particular, podemos percibir qué tipo de persona es en general.

[154] Por ser que se menciona quiénes son los que no tienen parte en el Mundo Venidero, quedando fuera de la congregación de Israel, es el lugar más apropiado para mencionarlos en forma ordenada y codificada, así observaremos que los 13 principios fueron ordenados en base a estos puntos que menciona la Mishná, tal como lo veremos en la nota siguiente.

[155] Los trece principios están divididos en tres categorías: 1)Del 1º al 5º inclusive, tratan acerca de Dios, 2) Del 6º al 9º inclusive, hablan acerca de la profecía y 3) Del 10º al 13º tratan de la recompensa y el castigo. Es factible que este orden derive directamente de nuestra Mishná que dice: “Estos son los que no tienen parte en el Mundo Venidero, los que dicen que no habrá resurrección de los muertos, o que la Torah no es de origen Divino y los Apicorós –apóstata-” Así al decir “resurrección de los muertos” se refiere a la tercera categoría – Recompensa y Castigo, al decir: “que la Torah no es de origen Divino” se refiere a la segundo categoría – Acerca de la profecía, y al decir “Apicorós” hace alusión a la primer categoría –Acerca de Dios. Así también, observamos que en el Mishné Torah, el autor nos los cita todos los trece principios juntos, sino que los primeros 9, los que tratan acerca de Dios y los que tratan acerca de la profecía, los menciona y explica al comienzo del primer tomo: Isodé Hatorah – Fundamentos de la Torah, comenzando luego por los temas relacionados con Dios, por ser lo más importante, trascendental y básico y luego pasa al tema de la profecía, que depende de lo anterior. Después la tercera categoría, la de recompensa y castigo, una parte es mencionada al final de este primer tomo, en Hiljot Teshuvá – Leyes del arrepentimiento, y otra parte (lo referente a la era mesiánica) lo hará al final de toda su obra, al final del tomo 14, Hiljot Melajim – Leyes acerca de los Reyes. Esta división entre las dos primeras categorías, que son citadas al principio y las dos juntas de la tercera categoría que figura al final del tomo o de la obra, probablemente se debe a la idea que tanto insistió el autor, “Kabalat Ol Maljut Shamaim veol Mitzvotav” es decir, la concepción de un Ser Supremo y Perfecto, nuestro sometimiento absoluto a Él y obediencia a lo que emana de Su sabiduría, como ya lo describió extensamente cuando habló del servicio a Dios por amor, y es por eso que aleja el tema de la recompensa para el final, es decir, la recompensa venir vendrá, pero no es lo más apropiado que sirvamos a Dios por ello.

[156]El principio en su máxima expresión es saber y no sólo creer. Hay tres tipos de saber: 1) El saber por tradición o testimonio (me dijeron que existe un país que se llama Japón). 2) El saber por medio de los sentidos (ciencia empírica) por ejemplo yo veo que el cielo es azul. 3) El saber lógico (ciencia a priori) por ejemplo el entero siempre es mayor que el ½ .

Esta última categoría del saber, es superior a las otras dos, por ejemplo, por más que con mis propios ojos vea a alguien que introduce dos caramelos en una bolsa, luego pone otros dos y luego saca cinco, sostengo, sin lugar a dudas, que se trata de un truco, pues lógicamente es imposible que 2+2=5, claramente vemos que al contraponerse el saber por medio de los sentidos contra el saber lógico, este último predomina. Análogamente, el saber lógico se antepone al tradicional o testimonio, por ejemplo si bien nunca estuve en Japón, sé que existe por medio del testimonio o lo que me cuenta la gente, pero si yo no sé si el anillo que me quieren vender es de oro o no, no puedo fiarme solamente en lo que me dice el vendedor, pues este tipo de conocimiento tiene valor siempre y cuando no haya interés de engañarme y que no contradiga la lógica. Por supuesto que en todo caso la excepción es el milagro, es decir, aquella situación en la cual la norma es violada momentáneamente, para luego volver a la norma. No obstante, los milagros no atentan contra la lógica (un milagro no puede sostener: uno que son tres pero siguen siendo uno) Aceptar la situación del milagro, no contradice la lógica, aunque sí contradice las leyes naturales constantes.

No se nos escapa que la sabiduría humana es limitada, pero este nivel de racional “saber de la existencia Divina” es el más alto al que puede acceder un hombre normal. Por sobre este nivel racional, se encuentra el de los profetas que sobrepasan el nivel racional, ya sea por inspiración Divina o por profecía.

[157] “Existencia”, es la palabra que más se repite, no es algo que se le haya pasado por alto al autor, con la misma persistencia reitera esta expresión en el Mishné Torah, Hiljot Iesodé HaTorah.

[158] No está queriendo decir que fuera de Él nada existe pues el mundo existe y éste no forma parte de Dios, pues el judaísmo rechaza el panteísmo de Espinosa. Tampoco está negando que fuera de Él exista algo, pues el mundo no es una ilusión, sino que en lo que está poniendo hincapié el versículo, es que no hay otra verdad como la de Él, excepto la de Él.

En resumen, hasta aquí hemos afirmado: Diosexiste, no depende de nada y todo depende de Él. Se desprende de aquí, que hay dos tipos de existencias: la obligatoria (Dios) y la opcional (el resto de lo existente)

[159] Ya que al depender todo de Él, si Él no existiera, nada podría existir, tal como un edificio de 10 pisos, si quitamos el primer piso, los que se apoyan sobre éste se derrumbarían.

[160] Es decir no hay otra Existencia verdadera como la Suya, que no dependa de nada y que todo dependa de ella. Existen distintos niveles de verdades. El nivel físico, por ejemplo, tenemos cinco objetos y al cabo de un tiempo uno de ellos se deteriora, ahora quedan cuatro. Esto no quiere decir que no era verdad que habían cinco objetos. Lo que sucede es que era una verdad relativa y muy susceptible a ser modificada por múltiples factores. El próximo nivel es el de la Ética, por ejemplo, amar al prójimo, casi siempre esta premisa es válida, pero existen excepciones, aquellas situaciones en que abandonamos esta regla, por ejemplo el caso de un asesino. Es decir, que no es algo inamovible, constante, sino que puede cambiar. El tercer nivel, el de las leyes físicas, por ejemplo la ley de la gravedad, donde dos cuerpos se atraen mutuamente, pero hipotéticamente, puede existir un sistema diferente en el cual esta ley no rija, es decir, en teoría, esta ley podría ser distinta. El cuarto nivel, es el de las matemáticas, en realidad, es más estable que los anteriores, tanto en el tiempo como en el espacio, pero las matemáticas son conceptos inventados por el hombre, que utilizados lógicamente funcionan en la realidad (muchos de estos conceptos jamás podrían aplicarse en el mundo físico, tal es el caso de los números negativos). El quinto nivel es el que ostenta la Torah, si bien la Torah nunca cambiará, fue creada por Dios, por ende tuvo un comienzo, no existió desde siempre. Lo que queda claro entonces es que cada uno de estos niveles puede existir o no existir (de hecho hubo momentos en que no existían, antes de ser creados), por lo tanto no son absolutos, y entonces no poseen el grado de “verdad obligatoria de ser” (en hebreo: “Mejuiav hametziut” ). En cambio Dios es la verdad absoluta, obligatoria e imperturbable, hasta el punto tal, que si Él dejara de existir, todo dejaría de existir, al ser que desaparece el agente base, tal como el edificio de varios pisos, al quitarle su base, todos los pisos caen.

[161] Causa primera. La relación de Dios con la creación no es similar a la relación de un artista con su obra, en donde una vez finalizada la obra no existe relación ni precisa del artista para existir; no ocurre así con Dios y la creación, sino que ésta existe todo tiempo que Dios quiere que ella exista. Nótese que el autor no utiliza ninguno de los nombres con los que se denomina a Dios, esto no es casualidad, pues no quiere definir a Dios con algo externo a Él. Así, encontraremos que otros pensadores judíos, describen a Dios como “El Dios de Israel”, el Dios de la historia de Israel, el que lo acompaña, lo protege y lo conserva. A pesar de que esto es verdadero, todavía se puede lograr una definición mejor, pues en esta definición, al no percatarse de la presencia de Dios en la historia, fácilmente pueden creer que no es correcta esta premisa y así suponer que todo es falso. Además, esta definición, estaría poniendo a Dios al servicio del hombre, haciendo del hombre el centro, cuando en realidad es al revés. Por último, esta definición, no me habla de la esencia de Dios sino de Sus actos. Hay quienes lo definen como el Juez supremo, aquel que controla y juzga, castigando a los culpables y recompensando a los correctos. También esto es correcto y cierto, pero nuevamente el hombre es el centro y Dios es el que preserva su entorno, además este es un acto de Dios, es lo que Él hace, no lo que Él es. Otros lo definen como el Creador; tal como en el anterior, no me habla de la esencia sino de Sus actos, nuevamente pone al hombre como centro es por eso que Maimónides no lo define en base a la creación del mundo, pues cabría la pregunta: ¿Antes de la creación del cosmos, Dios no era definible?, además, el tema de la creación ex-nihilo es indemostrable con pruebas indiscutibles (no confundirse, el hecho que veamos un orden magistral en la naturaleza, eso me habla de alguien que la ordena, y no de un Creador); y entonces, al no poder demostrar la creación, podría también poner en duda la existencia de un Creador. Otros prefieren definir a Dios como Todopoderoso. Esta definición, a diferencia de las anteriores, (Creador, Juez Supremo o Protector de Israel) tiene la supremacía de no estar poniendo al hombre como centro y a Dios a su servicio (Me creo, Me juzga, Me protege), y además es menos factible que se pierda la fe al no poder comprobarlo en la realidad (por ejemplo cuando no puede comprobar la Creación ex nihilo, entonces concluye que no existe Creador, o cuando ve aparentes injusticias, concluye que no hay Juez; o cuando le parece que el pueblo judío fue abandonado, entonces no hay un Protector), si bien esta definición de Todopoderoso, sigue refiriéndose a Sus actos y no a Él mismo, está exenta de estas falencias; no obstante debe enfrentarse a un despropósito mayor, tal es que a diferencia de las definiciones anteriores, esta descripción (Todopoderoso), está despojando a Dios de todo valor ético, cosa que no sucede al precisarlo como Creador, Juez o Protector, que imperan en estos conceptos valores tales como: bondad, ética, justicia, etc. Maimónides estuvo muy pendiente de todos estos temas al tener que definir a Dios, y es por eso que la definición de Dios que utilizará proviene de lo que Él es, es decir, lo poco que nuestra mente flaca puede comprender de Dios, o sea, ¿Quién es Dios? La única existencia verdadera, el que existe siempre, ¿ Cuál es su peculiaridad? Que existe y en eso se diferencia de todo lo demás ya que Su existencia no es como la de los demás. Es una existencia que difiere de cualquier otra no en cantidad sino en calidad, en esencia es distinta, pues todo lo que existe depende de otras cosas para existir, mientras que Él, elevado por sobre todo, no precisa de nada. Esto es lo que expresa el término hebreo: “Matzui”= existencia independiente, necesaria, contingente; mientras que “Nimtzá” = existencia dependiente; todo esto lo analizará el autor en los próximos párrafos. Esta definición de Dios, no depende de este mundo, ni del hombre

[162] En algunas ediciones, como por ejemplo al final de los libros de oraciones, este primer principio está expresado de otra manera: “Dios existe y controla todo”, en realidad esta expresión contiene otro concepto además del que menciona Maimónides, pues la idea de que Dios controla todo, figura parte en el 10º principio y parte en el 11º. Y es lógico que así sea, pues en esta primera categoría trata acerca de Dios en sí mismo, independientemente de la existencia de este mundo, en cambio en la tercera categoría en donde se inscriben el 10º y 11º principio, allí trata de la relación de Dios con la Creación, es decir, recompensa y castigo.

[163] No es un todo formado por varias compuestos, como por ejemplo un cardumen que está compuesto por varios peces, o el ser humano que está formado por varios órganos.

[164] Forma parte de este principio saber que Dios es indivisible, que no tiene partes, es por eso que no se debe confundir y suponer que el Nefesh o alma humana es “parte de Dios” pues esto implicaría que Dios tiene partes, y que esto atenta contra el principio de unidad, tal como lo expresó Maimónides en “Hiljot Isodé HaTorah” capítulo 1º. Lo que llevó a pensar así a aquellos que pregonaron esta idea es el versículo de Génesis 2:7, “E insufló Dios, -en el hombre- el alma viviente…” y lo ejemplifican con alguien que infla un globo, primero debe llenar sus pulmones con aire, y luego ese aire que ya pasó a formar parte de él, ahora lo pasa al globo, entonces, resulta, que en el interior del globo hay una parte de aquel individuo, así también, ocurre con Dios, al insuflar, es decir soplar dentro del hombre el hálito de vida, concluyen que este soplo, efectivamente es una parte de Dios, tal como lo dijo en el ejemplo del globo, pero la analogía no es correcta, en primer lugar el ejemplo no es bueno, pues Dios para insuflar el hálito de vida no necesariamente debe hacerlo a la forma en que lo hacen los humanos al soplar, pues Dios no tiene pulmones, ni tampoco la expresión “insuflar” como cualquier otra que implique un –antropomorfismo- corporación de Dios no debe ser entendida literalmente. Por lo tanto al ser un ejemplo errado, lógicamente su conclusión, -en este caso, de que el alma es una parte de Dios- también lo es. Por lo tanto las expresiones de este tipo hecha por los grandes rabinos cabalísticos deben ser entendidas teniendo en cuenta que no pueden contradecir estos principios del judaísmo, que son sostenidos por todos los sabios, incluyendo los grandes sabios de la cabalá, entonces, al tener esto presente y percibirnos de que no se están refiriendo a los que a simple vista se ve, entonces podremos enfocarnos en otros aspectos y entender entonces la verdadera y profunda idea que intentaron transmitirnos con esa expresión. En nuestro caso, lo que quisieron decir los sabios cabalísticos, es que el alma del hombre proviene de Dios, no es algo de este mundo sino que es de origen celestial, pero esto no implica que es parte de Él, lejos de Él semejante imperfección.

[165]Pues toda materia es divisible. Al principio se creía que el átomo era la unidad básica. Luego el núcleo del átomo. Hoy en día y así sostenía Maimónides, la idea es que toda materia puede ser divisible.

[166] Por cuanto que la diferencia es de calidad y no de cantidad, es imposible asimilar a Dios a cualquier cosa que conozcamos. Ni siquiera en forma parcial. Es por eso que afirmar que se puede comparar algunos aspectos de cualquier otra existencia sería contradecir este punto. Por esta misma causa, al afirmar que el alma es parte de Dios, se debe tener extremo cuidado, y no imaginar que se trata de que el alma es una parte de Dios, aunque sea una parte minúscula, sino que, como ya dijimos, debe ser entendido como que el alma “proviene” de Dios, es decir que Él la formó.

Concluyendo pretender imaginar o comparar a Dios con cualquier cosa es sencillamente una pérdida de tiempo, por no decir una gran equivocación. Esto es lo que Maimónides expresa en la Guía de los Perplejos: “-Percibirte es percatarse de la incapacidad de contemplarte plenamente. Para Ti el silencio es alabanza, mas en cuanto a vuestros labios vigilad los que pronuncian. Porque Dios está en los cielos elevado por sobre todo, y tú, ser mortal, eres de la tierra, por lo tanto, sean pocas tus palabras”.

Es por eso que cuando Moisés pide conocer a Dios, Dios le dice: “No podrá percibirme el hombre ni ningún ser vivo” esto no implica que después de muertos podremos percibir a Dios, sino que se debe entender como que nadie puede captar a Dios, ni el hombre ni ningún ser, es decir nada ni nadie, pues percibir a Dios es ser Él, pues Su conocimiento y Él son una sola cosa, una unidad absoluta, como dijimos no tiene partes que puedan dividirse, por lo tanto sólo Él puede concebirse. Pero lo máximo que puede llegar el hombre es descubrir qué no es Dios, es decir lo que Dios no es, esto fue denominado Vía Negativa, de esta manera sin tener un conocimiento directo de Dios, igualmente estamos más cercanos pues nos vamos alejando de los conceptos erróneos, y esto es lo que Dios le dijo a Moisés: “Verás Mis espaldas más Mi rostro no percibirás”, así tal como el que ve a un individuo de espaldas, si bien no puede conocerlo plenamente, no obstante, si en un interrogatorio policial en el cual el testigo vio al ladrón de espaldas esa visión (de espaldas) le sirve para poder diferenciarlo de los demás, pues puede saber que no es aquel pues este es más alto o es más gordo, etc. y así ir eliminando a los demás no obstante no podrá afirmar cien por ciento que es aquel. Igualmente ocurre con la percepción de Dios, al saber qué cosas no se le pueden atribuir a Dios, qué cosas en realidad son fuerzas naturales, etc., entonces en realidad estamos más cercanos al conocimiento verdadero de Dios a pesar que todavía no sabemos nada de Él en forma positiva. Es decir puedo decir qué no es Dios, pero eso no implica que puedo decir qué es Dios. Esto es lo que Dios le dijo a Moisés: “Haré pasar todo Mi bien delante de ti…” refiriéndose a toda la creación, pues en cada cosa que Dios creó, dijo: “Y vio Dios que era bueno” (bueno y bien en hebreo se escriben de la misma mera) es decir Dios hizo pasar ante Moisés todo lo creado (incluyendo a los ángeles que también fueron creados) para que de esa manera Moisés sepa que esas son creaciones y no Dios y de esa manera alejar de su concepción de Dios cosas ajenas a Él, pues al ver algo no se apresurará a suponer que eso es Dios o que fue hecho directamente por Él, sabrá que en realidad eso es un ángel (como le ocurrió a Manoaj en Jueces) o una fuerza natural.

No obstante todos los apelativos de la Torah o los sabios acerca de Dios, no se refieren a lo que Dios es sino a acciones de Dios. No es que Dios es bueno, sino que actúa con lo que nosotros, los humanos, denominamos bondad, no es que la esencia de Dios sea ser misericordioso o justo sino que Él actúa con misericordia y con justicia y así con todo lo demás.

En palabras de la cabalá “Let majshabá tfisa ve clal ” – Ningún pensamiento puede captarLo para nada.

[167 En resumen, cuando hablamos de la unicidad de Dios, nos referimos a: 1º Uno, (no como un lápiz , que puede haber otros lápices), 2º Único (es decir no existe otro) 3º Indivisible, (no tiene partes) 4º Incomparable (es decir que no podemos compararlo con otros seres ni siquiera parcialmente), 5º Inimaginable (no podemos ni siquiera imaginarlo, pues la imaginación funciona utilizando y combinando cosas que ya conocemos).

Es importante destacar que el primer precepto que está encomendado el judío (al cumplir los 13 años) es recitar el “Shemá Israel” es decir, concientizarse de estos dos conceptos; que son los dos conceptos a los que nos referimos hasta ahora: Que Dios existe y que es Uno

[168] Este principio, es un claro ejemplo, de que el autor menciona por separado principios que probablemente podrían ser incluidos o derivados lógicamente de otro principio. Pues la negación de cualquier tipo de corporación de Dios, es un derivado lógico del principio anterior, la unidad, como ya fue explicado, que todo lo físico es divisible y posee partes. No obstante Maimónides consideró adecuado contarlo como un principio aparte, pues no todos pueden descender hasta la profundidad del principio de unicidad absoluta y todas sus consecuencias lógicas.

[169] El que piensa que Dios tiene cuerpo o forma, es más grave que el que hace idolatría, pues el que hace idolatría suponiendo que esa es la manera de servir a Dios, o tal vez cree en Dios pero cree que Él actúa por intermedio de otras fuerzas a las que hay que servir para ganarse su favor, tiene en su mente la idea verdadera de un Dios único y Todopoderoso, es decir, su problema es técnico, la manera de servirLo, en cambio el que no hace idolatría en la práctica pero piensa que existen dos dioses o que tiene cuerpo o cosas por el estilo, a pesar que no lo lleve a la practica con algún acto, se encuentra en una posición más grave pues es un error conceptual, de base, que lo mantiene apartado sin importar si realiza o no algún acto, tal vez se dé el caso de que suponga que Dios tiene cuerpo o forma y esa persona cumpla los preceptos, no obstante, de nada le sirve pues este individuo en realidad está sirviendo a otro dios.

[170] Y si el Creador tuviera cuerpo o forma, tendría que tener límite y fin, tanto en lo físico como en el tiempo.

[171] Es por eso que no es correcto decir que “Dios está en algún lugar” ni tampoco que “Dios está en todos lados” pues “estar” implica un accidente de la materia, una cualidad de lo físico y Dios no tiene físico, por lo tanto tampoco tiene un lugar. Así como el sentimiento del amor no tiene un lugar, pues no es algo físico. Los sabios del Midrash los expresaron diciendo: “El mundo no es Su lugar, sino que Él es el lugar del mundo”

[172] Esta es la respuesta a la famosa pregunta: “Si Dios es Todopoderoso, ¿Él puede crear una piedra que sea lo suficientemente grande que Él mismo no la pueda alzar?” A simple vista, es una pregunta que nos deja acorralados, cualquiera sea la respuesta, estamos concediendo que Dios no es Todopoderoso. Pero para el entendido, esta es una pregunta cuya respuesta es muy fácil: “La pregunta no es pregunta”, es decir no tiene sentido, pues está suponiendo que Dios tiene parámetros humanos o físicos, arriba y abajo, fuerza física, etc., y una vez que da por sentado este antropomorfismo intelectual (otorgarle a Dios conceptos humanos, que piensa como pensamos los humanos, que actúa como actuamos los humanos, etc.) entonces la pregunta tiene cabida, pero si le demostramos que esta pregunta está partiendo de una base errónea, (otorgándole a Dios atributos que no le corresponden) entonces la pregunta jamás comienza. Es como preguntarle a alguien “¿Qué es más grande el color rojo o 40 grados de calor?” sencillamente esta pregunta no tiene respuesta pues no tiene sentido.

[173] Pues para que haya un cambio debe existir antes Acto y Potencia, es decir un huevo es un pollo en potencia y para que algo pase de Potencia a Acto precisa algo externo a él para que lo haga pasar de Potencia a Acto, pues si no era algo externo a él, lo que lo haga pasar de potencia a acto, sino que era algo interno de él, cabría preguntarse: ¿Qué es lo que le impedía pasar de Potencia a Acto? Y por ser que no existe nada que Lo influencie a Dios, tal como dejamos claro en los primeros principios, pues sólo Él es la causa primera y no precisa de nada ni nada lo influencia, por lo tanto deducimos lógicamente que Dios no tiene cambios.

[174] De aquí concluimos que es imposible aun imaginarse de alguna manera a Dios, ya que la imaginación funciona asociando o uniendo imágenes o partes de cuerpos que conocemos, pero la capacidad imaginativa no puede proyectar algo que jamás percibió en forma parcial, total o asimilativa; tal como a un ciego de nacimiento jamás se le podrá describir para que se imagine el color rojo, ya que los parámetros que utilizaríamos para describirlo le son completamente desconocidos al ciego (color fuerte, brillante, similar al color de la sangre, etc.)

[175] En el lenguaje humano solemos utilizar expresiones cuyo sentido no es el literal, por ejemplo: “…se arrojó sobre su amigo como un león…”en donde no se refiere a que lo atacó a la manera de los leones, sino que está haciendo alusión a la fiereza del ataque. O cuando se dice: “lo acosó con el filo de su lengua”, que se refiere a que lo interpeló con palabras duras y agresivas.

[176] Este versículo que cita Maimónides para testimoniar acerca de este principio, nos habla claramente que no vieron ninguna representación física de Dios cuando Él se reveló a todo el pueblo en le monte Sinai, sino que solamente escucharon la palabra de Dios. Esto debe ser entendido correctamente, pues de lo contrario podríamos caer en otro error, pues también la voz es producto de algo físico, es por eso que Maimónides explica en la Guía de los Perplejos, II parte, capítulo 32 y 33, donde explica que aun esa voz de Dios que escucharon en los diez mandamientos, no se trataba de una voz acústica, sino de una voz intelectual, el ruido que escucharon acústicamente era el sonido del Shofar, y eso no es Dios, de esa manera el autor aleja todo tipo de corporación de Dios, aun la más leve como podría ser atribuirle a Dios la voz acústica.

[177] Cuando hablamos de eternidad, no sólo nos referimos a alguien inmortal, es decir que vivirá para siempre, sino que al referirnos a Dios como Eterno, aludimos a que existe desde siempre, o sea eterno tanto hacia el futuro, como hacia el pasado, en otras palabras que Dios existe existirá y existió siempre. Ver Guía de los Perplejos 57-58.

[178] Esto implica que no puede haber nada que existe antes que Él, por lo tanto todo lo que existe fuera de Dios, ya sean existencias materiales como espirituales (ángeles) fueron creadas y no que existen eternamente. Sostener este principio implica afirmar la creación exnihilo y no como sostiene Aristóteles que el mundo es eterno, es decir existió desde siempre. Lo que llevó a Aristóteles a pensar así es la gran pregunta teológica que La creación implica un cambio en la voluntad de Dios, es decir que la creación lleva a preguntar ¿Qué es lo que hizo que Dios quiera crear ahora y no antes o después? En otras palabras el problema sería que lo hizo pasar de Creador en potencia (como lo era antes de la creación) a Creador en acto, con todos los problemas teológicos que esto implica, y como ya explicamos en la nota correspondiente al 3º principio. No obstante Aristóteles reconoce que la existencia de Dios es la causa de todo aun de este universo y que su existencia es más perfecta y sin Él el universo no existiría, y esta aparente contradicción (de que si Dios es el que antecede a todo entonces el universo no puede ser eterno, pues Dios existe antes que él, por lo tanto no es eterno el universo) Aristóteles soluciona este conflicto explicando que en realidad el universo depende de Dios y esto no contradice la idea de que sea eterno, pues es automático, existe Dios – existe el cosmos, sería como el ejemplo de la luz y la sombra, indudablemente la sombra es causada por una luz, sin luz no hay sombra, no obstante, no podemos decir: la luz está antes que la sombra, sino que ocurren al unísono, hay luz – hay sombra, así el universo sería como la “sombra” de Dios. Hoy en día la ciencia demostró que Aristóteles se equivoca, porque las estrellas no existieron desde siempre, sino que nacen y desaparecen, es decir esto, junto con la teoría el Big Bang, dan por tierra con la idea de un universo estático y eterno. En La Guía de los Perplejos, Maimónides demuestra que Aristóteles no tiene pruebas lógicas tajantes e irrefutables de que todo es eterno, sino que Aristóteles se inclina más por esa opinión, pero no por razonamiento lógico. No obstante Maimónides sostiene que la idea de un universo creado y no eterno, es más lógica, máxime cuando tenemos la profecía que así lo afirma, entonces ¿por qué descartar lo que afirma la profecía en Génesis basándonos en una “inclinación aristotélica” que no está sustentada en axiomas lógicos? Con respecto a la pregunta teológica que plantea la idea de la creación, Maimónides le recrimina a Aristóteles, el hecho de que haya caído en el mismo error que él le recrimina a los demás, tal es pensar en Dios con conceptos humanos, “antropomorfismo intelectual” que ya comentamos en el 4º principio. Pues comprender la Voluntad de Dios significaría conocer a Dios plenamente, lo que implicaría ser Dios, pues ya dijimos que Dios y Su vida, son uno solo, tal como Dios y Su voluntad y Dios y Su saber, y no que son dos cosas separadas como ocurre en el ser humano, por lo tanto lo que está sucediendo en aquellos que plantean esta pregunta es que parten de premisas erróneas entonces, por más que la lógica sea correcta llegarán a conclusiones erróneas, y el punto es que al suponer que la Voluntad de Dios funciona y actúa como el ser humano, (es decir que tiene acto y potencia esta es la premisa errónea de la que parten) entonces concluyen que no puede ser que haya una creación por parte de Dios (pues implicaría un cambio), conclusión lógica correcta si la premisa fuera correcta, pero al no serlo, tampoco lo es la conclusión. Y por ser que nosotros los humanos, no sabemos cómo funciona la Voluntad de Dios, entonces no podemos llegar a la conclusión de que la idea de la creación contradice la idea de un Dios sin cambios.

Platón sostenía que todo parte de una materia que siempre existió, es decir eterna. Lo que lo llevo a pensar eso es la ley física de que nada se pierde todo se transforma, no puede de la nada existir algo, pues esto sería como decir que a un triángulo se le agregue otro lado y no se transforme en un cuadrado sino que siga siendo un triángulo, algo imposible, pues al agregarle otro lado dejaría de ser triangulo, ya que la definición de un triángulo, como su nombre lo expresa, es que tenga tres ángulos, y al agregarle un cuarto lado, poseerá cuatro ángulos, lo que hace que sea un cuadrado y no un triángulo. La respuesta, a Platón es que el absurdo lógico es absoluto pero el absurdo científico (conocimiento del mundo) no es absoluto, puede ser que nosotros todavía no conozcamos, ignoramos otros aspectos, pero eso no quiere decir que es imposible, la ciencia empírica por definición no es absoluta, tomemos por ejemplo un niño que desde que nació se lo puso en una isla sin ningún ser humano y nunca vio una mujer, luego al hacerse adulto nos presentamos ante él y tratamos de explicarle como funciona la naturaleza y explicarle que en realidad él nació del vientre de una mujer, para este joven será imposible creer semejante cosa, pues cómo sería posible entrar allí adentro, y poder vivir sin oxígeno etc. Este razonamiento del joven es perfectamente normal y es pura ciencia empírica, pues al vivir él en un mundo en el que desconoce completamente semejante cosa que no la vio nunca ni se la imagina, entonces jamás podrá pensar que es posible, hasta que lo vea, y ésto ocurrirá cuando ya no esté en esa isla, o cuando le traigan una mujer embarazada y pueda analizarla y comprobar cómo es posible, pero para ese entonces ya habrá dejado de estar en la misma situación en la que estaba, es decir una isla sin ningún ser humano. Igualmente le ocurre a Platón, que no puede concebir la idea de una Creación de la nada.

¿Por qué para el judaísmo es tan importante el tema de la creación? Por tres motivos, el 1º motivo es porque ello implica un objetivo, es decir que si hubo una creación esto implica un Creador inteligente, y si es inteligente, entonces Su creación implica un objetivo, pues ningún ser inteligente realiza actos sin sentido. Por lo tanto el mundo tiene un objetivo, el ser humano tiene una función en este mundo y por lo tanto debería tratar de alcanzarla (y eso se hace por intermedio de los preceptos y la percepción de Dios) El 2º motivo es que la creación hace que el milagro sea posible, pues cada milagro implicaría que Dios está sumido en el tiempo y atentaría también contra la idea de que Dios no cambia en cada instante, y al afirmar la creación, decimos que todos los milagros ya fueron incluidos en el momento de la creación para que sucedan en el momento que deben ocurrir, tal como dice el Pirke Abot: “Diez cosas creó Dios en el crepúsculo del sexto día…” en donde nos relata la mayoría de los milagros que luego veremos que ocurren en los distintos pasajes de la Torah. Es decir que Dios, conocedor de todo, ya sabía que iba a llegar un momento tal que el mar rojo debería partirse para dejar pasar a los hebreos, que la tierra se iba a abrir para tragarse a Koraj, y así con el resto de los milagros. El 3º motivo es fundamentar el tema del milagro mayor, que es la Hashgaja –Providencia-, que existe relación entre el comportamiento humano y el comportamiento de la naturaleza, es decir que dependerá de las acciones del hombre; esto es algo que la ciencia no tiene cómo explicarlo y lo niega rotundamente, ¿qué relación hay entre la lluvia y que yo me porte bien? Tal como lo afirma el judaísmo. Pero si creo en la creación por parte de un Creador inteligente cuya obra tiene un sentido, entonces Él es el que “programó” a la naturaleza para que actúe de cierta manera pero cuando el hombre actúa bien las cosas pueden ser distintas.

Si bien en el mundo observamos un orden perfecto, a pesar que esto contradice la cuarta Ley de la termodinámica que todo tiende al desorden, por lo tanto el orden nos está hablando de que esto no puede ser producto del azar, por más que observemos un tarro de tinta derramado sobre un libro no podemos creer que con el transcurso de millones de años ese libro de tantas páginas fue escrito por casualidad al derramarse la tinta, máxime al tratarse de un libro con una exquisita literatura. No obstante no debemos confundirnos y suponer que ésta es la prueba tajante e irrefutable de que existe un Creador, pues ésto se asemeja más a aquel que paseando por la luna observa a lo lejos la bandera de Estados Unidos plantada allí desde hace muchos años, esto no implica que los americanos hayan creado la luna, sino que alguien además de él estuvo allí. En síntesis, el orden perfecto del cosmos me está hablando de Alguien que lo ordenó y no necesariamente de que alguien lo creó. (Seder y mesader). El Midrash explica este punto en forma fantástica, allí nos cuenta acerca de Abraham y su búsqueda de Dios, y nos dice que el descubrimiento de Dios por parte de Abraham ocurrió cuando Abraham vio luz en el interior de la casa entonces supo que hay alguien en la casa. Nótese que no dice que vio a alguien construyendo una casa, sino que vio a alguien en el interior de ella.

[179] Maimónides en el Mishné Torah, Hiljot Avoda Zara -Leyes de la idolatría- Cap 1º, nos explica que así fue como comenzó la idolatría. En la generación de Enosh los hombres sabían que el sol y la luna, como todas las estrellas eran creaciones de Dios y que cumplían Su Voluntad, como los ministros del rey. Entonces ellos razonaron: “parte del honor del rey es honrar a sus ministros” Así fue como comenzaron a rendirles honor al sol y la luna, no pensando que se trataba de dioses o semi-dioses, sino como parte del Honor y respeto a Dios. Con el tiempo las próximas generaciones vieron que sus ancestros servían a los astros y también ellos continuaron haciéndolo, pero ignorando que se trataba de honrar a los servidores de Dios, y así fueron considerando semidioses a los astros para luego olvidarse completamente de ese Dios incorpóreo, sustituyéndolo por esos cuerpos inertes. Sin duda al principio la intención era servir mejor a Dios, pero en la práctica se tornó en idolatría, es por eso que para el judaísmo el que reza a cualquier otro ente (ángeles, almas de fallecidos, etc.) se considera como que está haciendo idolatría (Mishné Torah, Hiljot Avoda Zara cap 2º)

[180] Por lo tanto no es a ellos a quien debe dirigirse para implorar misericordia o que se apiade de nosotros, o que nos cure, etc. Ya que ellos no tienen la posibilidad de cambiar el veredicto sino sólo Dios.

[181] Esto incluye la prohibición de rezarle a los muertos para que pidan misericordia por los vivos. No obstante, dirigirse a las tumbas de los grandes sabios y pedir a Dios para que por el honor o el mérito de esas ilustres personas se apiade de nosotros, no contradice este principio pues le está rezando a Dios y no a un intermedio.

[182] Este quinto principio es el que cierra la primera categoría de los principios que tratan acerca de Dios. Además es un puente entre esta primera categoría y la segunda, la que trata acerca de la profecía, pues aquí ya se hace mención de que sólo a Dios es digno de Servir, por lo tanto este Servicio Divino ya nos conecta con la profecía y la Torah que es donde nos es encomendado el Servicio Divino y la manera de ServirLo.

[183] Este sexto principio, en algunas ediciones fue colocado erróneamente en el séptimo lugar, debido a que en el sexto lugar fue contado el décimo principio, como por ejemplo al final de los libros de oraciones, no obstante el lugar original y más apropiado es el que figura aquí, que es el que le otorgó el mismo Maimónides.

[184] Aquí comienza el segundo grupo de los trece principios, los que tratan acerca de la Torah. El primero de este grupo es la profecía pues antes de hablar de la Torah en sí primero hay que dejar sentada la idea de que existe la profecía y luego entonces hablar de la Torah que se basa en la profecía.

[185] Profeta no es el que predice el futuro ni el que tiene poderes, esta no es la esencia del profeta, a pesar que vemos que muchos profetas tienen estas cualidades, sino que la esencia es que Dios habla con él y esto no ocurre con cualquier persona, tal como piensan otras religiones. Maimónides en La Guía de los Perplejos II parte capítulo 32 explica que hay quienes creen que Dios hace profeta a cualquier persona ingenua de buenas a primeras, con tal que sea una persona honesta. Esta no es la postura judía que sostiene que para ser profeta primero hay que ser sabio, rico (no en dinero) y fuerte (no físicamente hablando) es por eso que antes de pedirle que haga un milagro a cualquiera que pregona o pretende ser profeta, nos fijamos si posee las cualidades para serlo, de lo contrario por más que se trate de una buena persona, con excelentes intenciones y que jamás haya mentido, no lo consideramos profeta.

[186] El contacto con la “mente superior”.

[187] La descripta en las líneas anteriores.

[188] Para una mayor profundización del tema, citaremos a Maimónides en Hiljot Isodé HaTorah Capítulo 7º.

I.- Una de las bases de la religión [Base de todo sistema religioso es la existencia de un profeta que es el que trae la palabra de Dios, sin ello ¿cómo podemos saber cuál es Su voluntad? ], es saber que Dios hace que el hombre [A diferencia de otros sabios judíos (por ej. El Kuzari) Maimónides sostiene que la profecía puede recaer aun sobre los no judíos. Como dice el Talmud, “Atestiguo, que tanto hombre o mujer, siervo o sierva, el espíritu Divino, se posa sobre ellos acorde a sus actos” es decir no dice como condición para que tenga profecía el hecho de ser judío.] tenga profecía [Es decir derrama sobre el profeta el espíritu de la profecía].

La profecía no recae sino sobre el sabio grande en sabiduría [Esta opinión, hecha por tierra la ingenua creencia de que Dios hace profeta a quien Le plazca, de la noche a la mañana, sin depender de que aquel hombre sea sabio o ignorante. Para profundizar sobre este tema, ver Guía de los Perplejos parte II capitulo 32. Tal como afirma en el “Pirké Abot”, La profecía no recae sino sobre el que es sabio, rico y fuerte. Rico es aquel que está contento con lo que tiene, es decir que no corre detrás de las posesiones], y vigoroso en cualidades; aquel que no es superado jamás por sus impulsos {o pasiones} de ningún tipo, sino que con su propia capacidad, domina constantemente sus impulsos {o pasiones}; además, es poseedor de un amplio, {agudo} y certero discernimiento, en extremo.

Aquel que está ceñido de todas estas cualidades, con un cuerpo sano, habiendo penetrado en el Pardes (física y Metafísica), imbuido por la profundidad de esos temas, perfeccionando sus cualidades racionales para analizar y concebir; elevándose cada vez más, apartándose del camino del vulgo que transcurre en las tinieblas {de la ignorancia}; entrenando su espíritu hasta no encontrarse en él ningún pensamiento mundano ni la insensatez de lo cotidiano [El correr detrás de vanas y perniciosas grandezas], ni fantasías, sino que su mente está orientada hacia las alturas [Aspectos espirituales], aferrada al Trono Celestial, para concebir aquellas entidades superiores, elevadas y sagradas, vislumbrando la sabiduría del Santo Bendito Él, desde el ente superior, hasta el nivel terrenal, percibiendo la grandeza de ellos {alcanzado este grado de perfeccionamiento}, inmediatamente la inspiración Divina se posa sobre él.

En el momento en que la inspiración Divina recae sobre él, su alma se entremezcla con el nivel de los ángeles llamados Ishim [los del nivel más cercano al hombre], convirtiéndose en otra persona, y percibe por sí mismo, que no es el mismo que era antes, sino que superó el nivel de los demás hombres sabios, tal como fue dicho con respecto a Saul: “de manera que tú profetizarás y serás transformado en otro hombre”(Samuel I 10:6)

II.- Los profetas ostentan diversos grados, tal como en la sabiduría hay sabios superiores que otros sabios, así en la profecía hay profetas superiores que otros. Todos {los profetas, cualquiera sea su nivel,} perciben la imagen profética sólo en sueño o visión nocturna; o durante el día si han caído en trance, tal como dice: ”en visión Me revelaré, en sueños le hablaré” (Números. 12:6). {Los profetas} en el momento de profetizar, todos sus miembros se estremecen y su cuerpo desfallece hasta que queda inconsciente, {es cuando} su mente queda libre para discernir lo que verá, tal como dice con respecto a Abraham: “He aquí que un pavor y una gran oscuridad se abatían sobre él” (Gen. 15:12), y como dice en Daniel: “Y vi la gran visión, y no me quedaron fuerzas porque la lozanía de mi semblante se convirtió en palidez y me faltaron las fuerzas” (Daniel. 10:8).

III.- Las nociones que se le revelan al profeta en la visión profética, se le presenta en forma alegórica, quedando inmediatamente grabada en su mente, la elucidación de dicha alegoría, hasta saberlo {claramente}. Como la “escalera que vio Yaacob, nuestro padre, con los ángeles ascendiendo y descendiendo por ella (Gen. 29:12), siendo todo ello una alegoría sobre los reinos y su avasallamiento, tal como los “seres vivientes” que contempló Ezequiel (Ezequiel. 1:5), como la “olla hirviendo” y la vara de almendro” que vio Jeremías (Jeremías. 1:11-13), y el “rollo escrito” que divisó Ezequiel (Ezequiel. 2:9) y la “medida (efá)” que contempló Zacarías (Zac. 5:6) y así el resto de los profetas. En ocasiones perciben la alegoría y su aclaración, como los casos citados, otras, donde nos relatan sólo la dilucidación y otras donde nos describen la alegoría solamente sin descubrirnos su esclarecimiento, como algunos pasajes de Ezequiel y Zacarías; mas, está claro, que todos los profetas perciben sus profecías por medio de la alegoría o parábolas.

IV.- Los profetas, no profetizan en el momento que les place, sino que predisponen su mente, logran un ánimo alegre y benévolo, y buscan distanciarse, ya que la profecía no se obtiene por medio de la melancolía, ni por medio de la ociosidad, sino por medio del regocijo.

Es por esto que los discípulos de los profetas portaban arpas, tambores, flautas y violines, procurando {por intermedio de ellos} alcanzar la profecía, a esto se refiere cuando dice: “Encontrarás un grupo de profetas bajando del alto con un salterio y un tambor, una flauta y un arpa delante de ellos y estarán profetizando”(Samuel. I 10:5) es decir se encaminan por los senderos de la profecía, hasta que profetizaban, tal como suele decirse: “Fulano se engrandece”.

V.- Los que aspiran a profetizar, se los denomina: “discípulos de los profetas”, no obstante que preparen su mente, es posible que se pose la Presencia Divina sobre ellos o que no se pose.

Es decir, la profecía, no es algo que depende solamente del hombre, puede ocurrir, que el individuo haga todo lo que de él depende y aun así no reciba la profecía, pues Dios no lo quiso. En otras palabras, para que alguien tenga profecía depende de dos cosas: 1º que el individuo haga todo su esfuerzo y 2º De la Voluntad Divina.

[189] ¿Cómo saber si era un profeta verdadero o no? Maimónides cita en Mishné Torah, Hiljot Isodé HaTorah, capítulo 8º: “El pueblo de Israel no creyó en Moisés, nuestro maestro, por los prodigios que realizó, ya que aquel que cree por los milagros, en su corazón anida la duda, al ser que es factible que la señal fuera realizada por medio de un engaño o artimaña. Sino que todos los milagros que realizó Moisés en el desierto, respondían a necesidades del momento, no para aportar una prueba acerca de {la veracidad de} su profecía, {por ejemplo:} fue necesario eliminar a los egipcios, entonces abrió el mar y los hundió en él; precisaban sustentarse, les hizo descender el mana; estaban sedientos, golpeó pues la roca {y extrajo agua de ella}; se revelaron contra él la congregación de Koraj, fueron tragados por la tierra, y así con el resto de los milagros.

Entonces, ¿en {base} a qué creyeron en Moisés? {La confianza en él quedó sellada} en la escena del monte Sinaí. *Que nuestros ojos contemplaron y no extraños, nuestros oídos lo escucharon y no otros; el fuego, los ruidos, el fulgor, y Moisés se internó en la niebla y la Voz le hablaba a él y nosotros escuchamos: “Moisés, Moisés, ve diles a ellos tal y cual cosa”, y así dijo él: “cara a cara, habló el Eterno con vosotros” (Deuteronomio 5:4) y fue dicho: “no con nuestros padres concertó el Eterno este pacto” (ibídem)”.

* También en el hebreo original utiliza adrede la primera persona del plural (nosotros), aunque lo apropiado hubiera sido utilizar la tercera persona del plural (ellos)(“sus” ojos vieron), en mi opinión no se trata de un detalle que se le pasó por alto al autor, sino que se oculta una profunda enseñanza en este pequeño cambio, algo que nos quiso insinuar entre líneas, ver Guía de los Perplejos parte II capitulo 33. Si bien un profeta puede hablarnos y obrar maravillas, nunca podremos tener una prueba 100 % segura, pues ¿Cómo puedo saber yo realmente qué es lo que está pasando por su cabeza, tal vez me dice algo, pero en realidad no es eso lo que está pensando, por lo tanto la única manera de saberlo es poder escuchar cuando Dios habla con él, y para ello hace falta ser profeta, esto es lo que va a suceder en la escena del monte Sinaí en la cual todo el pueblo llegó a ese “nivel profético” en el cual percibió que Dios le hablaba a Moisés.

[190] Vale la pena citar aquí lo que Maimónides escribe en Mishné Torah, Hiljot Isodé HaTorah, capítulo 8º II:

“Ocurre entonces, que aquellos a quienes fue enviado {Moisés}, se convirtieron en testigos de que su profecía es verdadera.

Demás está realizar para ellos una señal, ya que en este aspecto él y ellos están en el mismo nivel, tal como dos testigos que presenciaron un evento juntos, cada uno es manifestante de que su compañero está diciendo la verdad, y no precisa exponerle pruebas al otro, así Moisés, nuestro maestro, todo Israel puede testimoniar acerca de él luego de la revelación del monte Sinaí, y por lo tanto, no precisa realizar para ellos un prodigio; esto es a lo que le dijo el Santo Bendito Él a Moisés al comienzo de su profecía, cuando le proveyó las señales a realizar en Egipto, y le dijo: “Escucharán tu voz” (Éxodo 4:1) Sabía Moisés, que el que cree por los prodigios, en su corazón anida la duda, la desconfianza y los cuestionamientos, es por eso que se negaba a ir argumentando: “Ellos no creerán en mi” (Éxodo. 4:1) hasta que finalmente el Santo Bendito Él le hizo saber: “que esas señales no eran sino hasta la salida de Egipto, luego de que hubieran salido y hubiesen presenciado la escena del Monte Sinaí, se apartará de ellos las dudas con que desconfían de ti, puesto que Yo te otorgo ahora un prodigio, para que sepan que soy Yo el que te envié desde un principio y no queden dudas en sus corazones” es lo que dicen las escrituras: “y ésta será la señal de que Yo te envié, al sacar al pueblo de Egipto, servirán a Dios en este monte” (Éxodo 3:12).

En conclusión, todo profeta que surja después de Moisés, nuestro maestro, no creemos en él sólo por los milagros que realiza, para que afirmemos: “Si realizara una señal, le obedecerán en todo lo que les ordene”, sino {que creemos en él} por el precepto que nos encomendó Moisés en la Torah: “Si realizara una señal, a él obedecerán” (Deuteronomio 18:22) tal como se nos prescribió decretar una sentencia con el testimonio de dos personas, a pesar que no {podemos} saber plenamente si en realidad estos testigos dicen la verdad o mienten, de la misma manera debemos escuchar al profeta, a pesar de que exista una {mínima} duda acerca de la señal que realiza, si es verdadera o pudo haber sido realizada por medio de trucos mágicos.

[Es decir, el milagro no es lo que va a determinar si creemos en él o no. Es por eso que los judíos no se molestaron en determinar si Jesús realizó milagros o no sobre las aguas o curando enfermos, pues aun otorgándoles a modo de crédito esas maravillas que imaginan que hizo, todavía eso no lo hace un profeta al que debemos oír, sino y principalmente lo que determinará si lo escuchamos y obedecemos o no será lo que Maimónides dice a continuación.] III- Por lo tanto, si un profeta hizo grandes prodigios y maravillas persiguiendo contradecir la profecía de Moisés, nuestro maestro, es nuestro deber desoírlo, y nos es claro que dichos prodigios y maravillas {que realizó} fueron producto de engaños y trucos; por ser que la profecía de Moisés, nuestro maestro, no está sustentada sobre milagros como para comparar las señales de éste con aquel, sino que nuestros ojos vieron y nuestros oídos oyeron, tal como él lo oyó. Este caso es comparable a testigos que pretenden convencer a un individuo que vio con sus propios ojos un suceso, y ellos aseguran que no vio {lo que vio}; en dicho caso, no los escuchará ya que tiene la seguridad de que se trata de testigos falsos.

Por eso mismo nos advierte la Torah, que no obstante cumplirse la señal o maravilla, no debemos escuchar las palabras de ese profeta, ya que él viene con señales y prodigios para negar algo que hemos visto {claramente} con nuestros propios ojos, y al ser que nosotros no basamos nuestra creencia en los milagros, sino por el precepto que nos encomendó Moisés [Es decir que el motivo por el cual otorgamos cabida a los futuros profetas, es porque la Torah estableció dicho contacto con Dios], cómo podríamos desplazar con esta señal, la profecía de Moisés que vimos y oímos[Pues sería una absurda contradicción ya que la autoridad de dicho profeta emana de la Ley de Moisés contra la que él está atentando, por lo cual, al burlar la Torah, pierde la jerarquía que ella le otorga. Es como que está cortando la rama del árbol en la que él mismo se sostiene, de seguro caerá}.”

[191] Cuando fue el evento del monte Sinaí y todo el pueblo escuchó cómo Dios hablaba con Moisés, Dios le dijo que eso sería para que todo el pueblo sepa que Él hablaba con Moisés y le creerían para siempre, es decir que esta prueba serviría para siempre y no sospecharían nunca más de él. Por lo tanto, forzosamente debemos admitir que en ese momento Moisés perdió el libre albedrío para siempre, pues cómo Dios puede afirmar que Moisés será fiel para toda la eternidad y creerán en él para siempre, todo tiempo que Moisés tenga libre albedrío existe la posibilidad (aunque sea hipotética) que cambie de opinión Moisés, se vuelva atrás o se vuelva un falso profeta (fuera de él semejante cosa), es por ello que al llegar Moisés al nivel superior, allí le entregó la Torah. Cuando estuvo en ese nivel dejó de tener libre albedrío y entonces no cabe la posibilidad de que se vuelva atrás, tal como los ángeles que no poseen libre albedrío (No nos referimos al libre albedrío para decidir si quiere tomar té o agua, sino a temas trascendentes).

[192] Alguna limitación en su capacidad mental.

[193] Como ya vimos el profeta precisa tener una buena imaginación para poder captar el mensaje Divino que viene a él como imagen hasta que el profeta capta su sentido verdadero. Cuando más desarrollada sea su imaginación, mayor será el grado de su profecía. Pero no hay que confundirse, se trata de imaginación supeditada totalmente por la razón, como cuando un profesor de física nuclear, al explicar un complejo sistema de reacción en cadena, recurre a un ejemplo ilustrativo, que si los alumnos aplican correctamente la imaginación podrán hacer las analogías necesarias entre el caso y el ejemplo y entender mejor de qué está hablando el profesor, pero si no lo hace así, sino que se deja llevar por los delirios de su imaginación sin que ésta esté al servicio de la razón entonces estamos hablando de un lunático. Para una mayor profundización del tema, aconsejamos leer la introducción al Pirke Avot (Shmoná Perakim) de Rambam que traducimos junto a los comentarios que allí agregamos. Así existen personas que poseen un desarrollo imaginativo excepcional, como por ejemplo Mozzart que a pesar de haber perdido la audición, siguió componiendo sinfonías y dirigiendo orquestas, pues podía imaginarse cómo sonaría cada nota en cada instrumento tocando al unísono. Sin duda esto requiere un desarrollo imaginativo bastante elevado. Pero Moisés llegó a un nivel aún superior, pues él ya no precisaba de su imaginación para captar el mensaje Divino, y este nivel no fue, ni será alcanzado por otro mortal fuera de él, como ya lo expondrá al nombrar las cuatro diferencias entre Moisés y los demás profetas.

[194] Maimónides en Shemoná Perakim divide al alma en cinco funciones básicas, 1) Nutritiva, 2) Sensitiva, 3)Imaginativa, 4) Volutiva y 5)Racional. Entonces resulta tal como ya lo mencionara Maimónides: {Los profetas} en el momento de profetizar, todos sus miembros se estremecen y su cuerpo desfallece hasta que queda inconsciente, {es cuando} su mente queda libre para discernir lo que verá [Es decir, desconectada de la realidad (todas las sensaciones corporales, sentidos, impulsos nerviosos, etc.) asignando la mente los recursos mínimos indispensables para subsistir, dejando el cerebro completamente disponible para ocuparse de pleno en los temas proféticos] y en Moisés este nivel fue potenciado aún más pues también la facultad imaginativa no era necesaria para hablar con Dios, así que también ella cesaba.

[195] Esto lo hará en la introducción al Pirke Avot, conocido como Shemoná Perakim.

[196] Libro místico que fue escrito en forma alegórica y no literal.

[197] En realidad este compendio jamás lo realizó, aunque mucho de ello figura en la Guía de los Perplejos, no obstante, su hijo: Rabí Abraham Ben Harambam sí lo hizo, en el libro “Miljamot Ashem – Maamad al Dibre Jazal” versión que hemos traducido bajo el nombre: “Coloquio acerca de los aforismos y dichos de los sabios Hebreos”.

[198] Se refiere a la introducción a la Mishná que estaba componiendo. Aunque luego desarrollará el tema más profundamente en la Guía de los Perplejos.

[199] Así lo hizo finalmente en Isodé HaTorah, en el segundo capítulo, inciso 10:.- ¿Qué es lo que Moshe pretendía captar cuando dijo: “Permíteme ver Tu gloria?” (Éxodo. 33:18)? Lo que pretendía concebir era la verdadera esencia de Dios, hasta conocerlo plenamente en su mente, tal como el conocimiento de algún individuo que vio. Pretendiendo percibirlo en forma tan clara como {por ejemplo} cuando divisamos el rostro de una persona cuya imagen queda claramente grabada en nuestra mente, hasta el punto tal, de poder diferenciar a dicha persona de todas las demás. De igual manera, ansiaba Moshe, que la noción de Dios fuera tan clara que quedase diferenciada de toda otra existencia; hasta poder concebir la verdadera esencia de Dios tal cual Es. Y Dios le respondió que el ser humano, compuesto por cuerpo y espíritu, no está capacitado para captar la verdadera naturaleza de este tema en forma clara. Y le hizo saber Dios {a Moisés}, lo que ningún otro hombre supo antes que él ni después de él, hasta el punto tal que captó algo de la verdadera esencia, de modo que con este nuevo conocimiento, pudo diferenciar al Santo Bendito Él, de las demás existencias. Tal como cuando divisamos a una persona de espaldas con todas sus vestimentas, y con este conocimiento queda diferenciada de todas las demás personas [Cuando divisamos a alguien de espaldas, si bien no podemos reconocerlo a simple vista, podemos diferenciarlo de los demás, por ejemplo: no es tal individuo porque el que yo vi era mas bajo, ni es aquel otro porque el que yo ví tenía pelo largo, etc.], esto es lo que insinuó la escritura al decir: “Verás Mis espaldas, mas Mi rostro no verás” (Éxodo. 33:23).

[200] Ángeles. Pues los demás profetas no llegaron al grado tal de percepción Divina como el que llegó Moisés. Sino que llegaron a percepciones inferiores, el nivel de los ángeles, y eran ellos los que les transmitían la Voluntad o mensaje Divinos. Así lo expresa Maimónides en el capítulo 2:7 de Isodé HaTorah: Los diferentes nombres de los ángeles corresponden al nivel de cada uno de ellos. Se los denomina: 1) Jaiot Hakodesh, son los que están en el nivel superior, 2) Ofanim, 3) Arhelim, 4) Jashmalim, 5) Serafim, 6) Malhajim, 7) Elohim, 8) Bene Elohim, 9) Kerubim y 10) Ishim, Cada uno de estos nombres con que son denominados los ángeles, corresponden a los 10 niveles {distintos}. El nivel supremo, que sólo es superado por el nivel de Dios, es el nivel del ente llamado Jaiot, es por ello que en visión profética fue dicho que están debajo del Trono Celestial.

El décimo nivel, es el grado del ente denominado Ishim, y a este grupo pertenecen los ángeles que se comunican con los profetas, o que se les aparecen en visiones proféticas; por ello fueron llamados Ishim [En hebreo el sustantivo Ish significa hombre (los nombres de los ángeles están citados en plural, el singular de Ishim es: Ish )] , porque el nivel de ellos es cercano al grado de percepción del hombre.

[201] En sueños.

[202] Para una mayor comprensión de este término ver Guía de los Perplejos1º parte capítulo 37.

[203] En el sexto principio.

[204] Como es el caso de Baruj ben Neriá, ver Jeremías 45.

[205] Es decir, Aarón estaba en el nivel que no percibía la profecía en cualquier momento que él quería.

[206] Se refiere a que la Torah, la totalidad del Pentateuco fue entregada por Dios a Moisés y no como sostienen los gentiles o la crítica bíblica, que sólo los diez mandamientos fueron dichos por Dios y el resto fue compuesto por Moisés con su gran sabiduría y otras cosas fueron agregadas más adelante en otras épocas. No obstante el alcance de este principio va más allá de la idea de que la Torah fue entregada por Dios y no “inventada” por los sabios, pues si es así cabe preguntarse: ¿Por qué decir que sólo la Torah es de origen Divino y no decir que todo el TaNaJ (Biblia) de origen Divino? Al fin de cuentas también los demás profetas es la palabra de Dios y no un invento de ellos. La respuesta es que cuando decimos “Torah min Hashamaim” (Torah de origen Divino) nos estamos refiriendo a que es la palabra de Dios en el nivel de Moisés nuestro maestro. Tal como mencionamos en el principio anterior el grado de profecía de Moisés es distinto que el de los demás profetas, es superior no sólo en cantidad (Por ejemplo: ellos son 8 y Moisés es 10) sino que es diferente en calidad, es distinta.

Cada profeta capta a Dios en su nivel y en sueño, en cambio, Moisés, en su carácter de máximo nivel al que puede alcanzar un ser humano, Lo captó en el máximo nivel, es decir que lo que Moisés dice es exactamente lo que Dios quiso decir. Este tema merece una explicación aparte, no debemos pensar que sólo Moisés es el que dijo la Voluntad de Dios y los demás profetas no, nada más lejos de esto, sino que todos los profetas, en su carácter de profetas verdaderos, expresan la Voluntad de Dios. Lo que sucede es que los demás profetas, cada uno tiene su manera y estilo lingüístico para expresar lo que percibieron, mientras que Moisés no posee un estilo propio sino que es exactamente lo que captó; a este nivel se lo denominó “Dibur” “Habló”, en los demás profetas no encontramos nunca esta expresión “Dibur” sino que dice “Vaiomer” – “Y dijo”.

En los demás profetas, cuando expresan la visión que tuvieron, entra un poco la personalidad de ellos en el relato, pues es como que cada profeta percibe a Dios detrás de un velo, así por ejemplo, si el velo que ellos poseen es rojo, verá las cosas con un tinte rojizo, mientras que otro profeta que posea su velo color verde, verá lo mismo pero con un tinte verde, la imagen es la misma, los dos vieron lo mismo y es verdadera su visión, lo que sucede es que en el momento de describirlo con sus palabras ambos utilizarán su propio estilo, así se dice que en el momento que el profeta Isaías va a describir la misma visión que tuvo el profeta Ezequiel, lo hará en forma sencilla y sin explayarse, mientras que el profeta Ezequiel relatará con muchos detalles, hasta el punto de que los sabios dijeron: “Isaías es como un miembro del palacio que ve el carruaje del rey a diario, mientras que Ezequiel es como un campesino que no está acostumbrado a estar en el palacio y ver el carruaje del rey, es por eso que lo describe con tanto lujo de detalles, mientras que Isaías no lo hace, a pesar que los dos vieron exactamente lo mismo” Pero en el caso de Moisés, nuestro maestro, él se anuló completamente, y por eso lo que él describe es puro, exacto, la voluntad Divina expresada de la manera más exacta posible.

Insisto, no se trata de que los demás profetas están percibiendo otra cosa, sino que si por ejemplo el profeta Eliahu hubiera tenido que escribir la profecía de Génesis, probablemente hubiera utilizado otras palabras para expresar esa idea que captó. Es por esta perfección de la Torah que sólo en ella se aplican las 13 reglas hermenéuticas con las que se estudia y se deducen cosas de la Torah, y no se aplican en el resto de los profetas, pues sólo en la Torah cada palabra y cada letra está en su justo lugar, precisa y exactamente.

Debemos tener claro, que cuando Dios se comunica con un profeta no lo hace utilizando palabras, los profetas captan conceptos, visiones y luego ellos lo traducen en palabras para expresarlo a los demás. Moisés lo expuso con las palabras más adecuadas cuyo campo semántico incluyen exactamente esa idea y no dan lugar a otra cosa, no es que Moisés juega un papel, es decir que pone algo de si, Moisés fue tan trasparente, ese velo que se interponía entre él y la visión profética, que llegó al nivel máximo en el cual se anuló completamente, no hay ego por parte de Moisés. Para ilustrar mejor lo que queremos decir, tomemos por ejemplo cualquier traducción, siempre habrá en ella algo del traductor, cómo él ve las cosas o cómo lo interpretó en base a ello utilizará las palabras que a su criterio expresan la idea del autor de la manera más clara y exacta posible. Si tomásemos dos buenos traductores, observaremos que los dos traducirán el mismo texto pero no exactamente igual, uno utilizará algunas palabras y el otro otras, en cambio en Moisés no ocurre así. Entonces “Torah min hashamaim” quiere decir que es exactamente la Voluntad Divina sin nada más.

Existen tres niveles distintos que son los que componen el “TaNaJ” (Biblia): Torah, Neviim y Ketubim, uno es el de “Ruaj Hakodesh”-Inspiración Divina, que es el nivel con el que fueron escritos los “Ketuvim”-Escritos, otro nivel superior es el de la “Nevuah”-Profecía, que es el nivel de los “Neviim”-Profetas y por último el nivel de Moshé que es la Torah. Todos estos son distintos niveles de captación; la Torah es el máximo nivel, el de Moisés. Los “Neviim” es el nivel de los profetas, cada uno con su estilo y el tercer nivel de Inspiración Divina, ya no se trata del nivel de profecía.

Es por eso que este principio de “Torah de origen Divino” fue formulado después de dejar en claro el nivel de supremacía de Moisés, pues para poder entender esto previamente hay que saber el nivel de Moisés.

[207] Maimónides en la introducción al comentario de la Mishná relata la forma en que eran transmitidos los preceptos de Dios a Moisés y de Moisés al pueblo. Dios le dictaba a Moisés lo que escribir en la Torah escrita y luego le explicaba los detalles de eso que le acababa de dictar (Torah oral).

[208] Esto hace referencia a lo que dijimos al comienzo de este principio al referirnos al nivel superior de profecía de Moisés, que fue denominado “Dibur”-“Habló”

[209] La palabra de Dios.

[210] Es decir no agregaba nada de él mismo. Tal como lo escuchaba lo escribía sin agregar ni quitar nada.

[211] En hebreo literal: “MEJOKEK” -el tallador- ya que en aquella época, la escritura era por medio del tallado sobre la piedra.

[212] Es decir, que tanto los versículos aparentemente más insignificantes, como los más importantes, tienen el mismo estatus.

[213] Por ende no puede tener enmiendas o agregados, pues entonces no estaba completa hasta que realizó la enmienda.

[214] Como los que citó en el párrafo anterior, versículos aparentemente más insignificantes.

[215] Y no es considerado judío.

[216] Ya que sostiene que hay cosas más insignificantes que no hay que prestarle atención, sólo hay que prestar atención a las cosas más importantes. Pero si sostenemos que todo proviene de Dios, entonces aun los versículos más insignificantes cobran importancia y nos cuestionamos ¿Qué es lo que Dios quiso transmitirnos al agregar ese versículo, qué viene a agregarnos?, ¿Qué me enseña?, etc. Pues al considerar la Torah toda de origen Divino, entonces ninguna letra está de más, como así también las palabras, pues si me lo podía haber dicho utilizando una sola palabra y utilizó dos, entonces debe haber algún motivo, pues la obra de Dios es perfecta.

[217] Por lo tanto si se topa con algún pasaje que no le encuentra sentido a simple vista, no debe pensar que se trata de algo hueco y vacío, sino que debe abocarse, dedicarle tiempo, leer qué opinaron los exegetas al respecto, de esta manera, si se inviste de la humildad necesaria, es decir si puede asumir la idea de que tal vez no todo lo sabe, entonces quizás esté abierto a escuchar otras opiniones y aprender algo que no sabía y así descubrir la profundidad y el sentido de ese pasaje.

[218] Es decir: “Dios, dame la posibilidad y la sabiduría para poder entender la profundidad de la Torah”.

[219] Es decir, la Torah Oral también es de origen Divino y no como sostienen algunos, que se trata de la “interpretación” de los sabios, sino que en realidad, como ya dijera Maimónides, Dios le dictaba a Moisés el precepto y luego Él le explicaba verbalmente los detalles de ese precepto los cuales no eran escritos sino que eran transmitidos oralmente y es lo que se dio en llamar: Torah Oral. Por lo tanto, aquel que reniega de la Torah Oral y no la acepta o sostiene que es un “invento de los rabinos” se autoexcluye del judaísmo.

En realidad, es imposible comprender o cumplir con la Torah escrita si no contamos con la Torah oral, pues la Torah escrita es como títulos, pero sin dar detalles, sólo están enumerados los preceptos pero los demás detalles figuran en la Torah oral. Así sería imposible cumplir con el precepto del Tefilín –Filatelia, si no contamos con la tradición oral, pues en la Torah escrita, sólo fueron nombrados, pero no nos dice nada acerca del tamaño, forma, color, contenido, de qué material confeccionarlos, etc Igualmente ocurre con los demás preceptos. Aun más, sería imposible saber cómo leer la Torah si no contáramos con una tradición oral, pues en la Torah no figuran las vocales, que en hebreo se escriben con puntuaciones debajo de las consonantes, por lo tanto cuando dice: “Guedí vejalab imó” podría leerse en lugar de “Jalav”-leche, “Jelev”-sebo, entonces la prohibición no sería entonces no comer carne con leche sino no comer carne con sebo y se permitiría comer carne con leche, algo que no es así. El Talmud lo ilustró con la siguiente historia, cierta vez, un hombre se presentó ante el sabio Hilel y le dijo que estaba dispuesto a aprender la Torah a condición que sólo le enseñe la Torah escrita y no la Torah oral pues no cree en ella. Hilel aceptó, para ello le explicó que antes debe aprender a leer en hebreo y para ello debe saber las letras, el hombre estuvo de acuerdo y ese mismo día le enseñó las cinco primeras letras, la Alef, Bet, Guimel, Dalet y Hei. Eso fue todo por ese día, al otro día cuando se presentó a estudiar, comenzó mostrándole las mismas letras que aprendió el día anterior, pero ahora le dijo que no era la Alef, sino que ese signo era la Lamed (otra letra hebrea), el hombre protestó y le dijo: -¡Pero si ayer me dijiste que era la Alef!, a lo que Hilel le respondió: – ¡Pero tu mismo dijiste que no aceptarías la tradición oral, ¿por qué me creíste lo que te dije ayer?, ¿dónde está escrito que esa es la Alef y no la Lamed?! Así queda claro, que es imposible entender el texto si no se cuenta con una tradición oral.

[220] Moisés.

[221] Esto quiere decir que no se anula, pero este concepto, tolera la posibilidad de sumarle otra, como por ejemplo el nuevo testamento o el Corán, para ello dice lo que sigue, “que no será cambiada”, pero esto tolera la posibilidad de agregarle y quitarle cosas, para dejar eso de lado vienen los demás conceptos, “no se puede agregar o quietar nada”, es decir el cuerpo de la Torah, sus 613 preceptos no se puede modificar para nada. Los dos primeros vienen para proteger a la Torah de influencias externas, como nuevas religiones, lo otro es para la influencia interna del judaísmo, que pretenda agregar, quitar, o reformar el cuerpo de la Torah.

[222] Es decir que no es algo cuya vigencia era para cierta época, sino que los preceptos encomendados en la Torah son para todas las épocas, no como sostienen ciertas tendencias dentro del judaísmo que afirman que ciertos preceptos eran en aquellos tiempos, por ejemplo al referirse a las tareas prohibidas en Shabbat aseguran por ejemplo que el encender fuego era digno de ser prohibido en aquellos tiempos ya que encenderlo implicaba un “trabajo” de frotar piedras hasta que salga una chispa, pero hoy en día es mucho más sencillo encender un fuego, por lo tanto no está prohibido, esto es una equivocación, pues no se percatan que la Torah es eterna y no cambia, y que al decir no encender fuego, no se refiere al “Trabajo” de encenderlo sino a la acción en sí de encenderlo. Igualmente hay quienes sostienen que el motivo por el cual se prohíbe comer cerdo, es porque en la antigüedad existían varias enfermedades en los cerdos como la triquinosis, etc. pero hoy en día que existen las vacunas no deberíamos abstenernos de comerlo, también esto es un error. Como dijimos la Torah no depende de las restricciones de la época o la moda del lugar, sino que sus leyes eternas no pasan de moda. El respetar a los padres, el no mentir, el no matar, no son cosas que regían en la antigüedad pero que ahora son obsoletas, pues los valores y la verdad no dependen de alguna época en particular, son para siempre.

[223] No como dicen los cristianos que hay un nuevo testamento, es decir que Dios mismo la cambia por otra y deja de tener valor esta, algo así es inconcebible, pues esto implica un profundo error en la concepción de Dios, ya que estamos pensando que Dios es como los humanos, que dice algo y luego se arrepiente.

[224] ¿Cuál es el motivo por el cual no se puede agregar nada? Porque la Torah represente la verdad absoluta, lo más perfecto, y entonces no puede cambiar, 2+2=4 no cambia, siempre es así, tal como lo mencionamos en el principio anterior, es por eso que este principio viene luego de afirmar el nivel de profecía superior de la Torah.

¿Por qué los sabios agregaron más cosas? En realidad lo que los sabios hacen es agregar cosas que ayuden a preservar los preceptos de la Torah y que no pasen a ser poca cosa a los ojos de la gente. En ningún momento los sabios sostienen que se agregue un precepto, sino que siempre los preceptos entregados por Dios, serán 613, las normas que estipulan los sabios están en otra categoría: ordenanzas de los sabios, cuyo rango es inferior a un precepto de la Torah. Es decir que los sabios no agregan ni quitan nada a los preceptos de la Torah, sino que estipulan normas que tienen un rango menor y cuyo objetivo es proteger, hacer un cerco a la Torah. Cabe aclarar que los mandamientos rabínicos tienen otro estatus, normas y reglas que son completamente distintos a los mandamientos Divinos, tal como la diferencia entre una orden dictada por el presidente de un país, para que rija en todo el territorio y en todo momento y una orden dada por el celador de una clase para mantener la disciplina en la escuela.

[225] Vale la pena agregar aquí lo que Maimónides escribe en Isodé HaTorah, capítulo 9:1 1.- Está clara y expresamente dicho en la Torah que sus leyes son de eterna vigencia, no son susceptibles de modificación, merma o añadidura, pues está escrito: “Todo lo que Yo os ordeno, esto guardaos para cumplir; nada le añadiréis ni le restaréis” (Deuteronomio 13:1) y fue dicho: “Herencia para nosotros y nuestros hijos eternamente para hacer conforme a todo lo escrito en esta Torah” (Deuteronomio 29:28).

De aquí se infiere que todos los preceptos de la Torah nos competen eternamente, es lo que dice: “Leyes eternas para todas vuestras generaciones”(Levítico 23:14) y está escrito: “Pues ella no está en los cielos” (Deuteronomio 30:12); de donde se deduce que a ningún profeta le está permitido introducir innovaciones en la Torah.

Por lo tanto, cualquiera, ya sea judío o no judío, que presentando señales y prodigios, afirme que el Eterno lo envió para añadir o restar un precepto [se refiere a la Torah escrita], o para dar una interpretación de cualquiera de los preceptos [se refiere a la Torah oral] contraria a la que hemos oído de Moisés, o diga que aquello que Israel tiene como preceptos no son para siempre ni para todas las generaciones sino sólo temporarios [esto se refiere a anular completamente la Torah], he aquí que se trata de un falso profeta, puesto que viene a contradecir la profecía de Moisés.

Quien afirme esto en nombre de la profecía}, es pasible de la pena capital, por la perversidad de hablar en nombre del Eterno cuando Éste no se lo ordenó, ya que Él, bendito Su Nombre, ordenó a Moisés que esta Ley fuera para nosotros y para nuestros hijos hasta la eternidad, y Dios no es un hombre como para mentir. O cambiar de parecer, es decir que una vez que se afirmó que serían leyes eternas, es imposible que Dios le revele a un profeta que ya no es necesario realizar tal precepto, (tal como presumen los cristianos, que explican estos versículos acerca, que la Torah no cambiará, diciendo que Dios se arrepintió, y al ser que ellos suponen que Dios puede cambiar o puede arrepentirse, a la manera de los humanos, no es de extrañar entonces, que hagan de un ser humano un Dios. Vemos que las diferencias son más de fondo, es por eso que el judaísmo no tiene lo qué discutir con el cristianismo) por lo tanto nos es claro que se trata de un falso profeta que está diciendo cosas que Dios no le ha declarado y que de su propio corazón ha inventado tales cosas.

[226] Como ya mencionáramos en la nota al comienzo del sexto principio, en algunas ediciones este principio está ubicado, erróneamente, en sexto lugar, mas en realidad su verdadero lugar es aquí, lo que posiblemente motivo tal equivocación en el orden, sea, tal vez el hecho que este principio, otorga otras perspectivas acerca de la perfección de Dios, me refiero a que, saber lo que ocurre es más perfección que ignorarlo. Este principio tiene un aspecto teológico claro, tal es el Conocimiento Divino, es decir Sus cualidades, y por el otro lado, este principio incluye una parte básica para el ser humano en forma personal, ya sea observante de los preceptos de la Torah o no, es decir, la pregunta íntima que todos tienen: ¿Dios me conoce y sabe acerca de mí, presta atención a lo que hago o no? Es por este segundo aspecto que es lógico que la ubicación de este principio sea aquí, en esta tercera categoría, pues en la primera categoría de los principios se trata acerca de Dios en sí mismo, independientemente de la existencia de este mundo, y nuestro principio se inscribe temáticamente en la tercera categoría en donde se trata de la relación de Dios con la Creación, es decir, recompensa y castigo y para ello es indispensable que Dios sepa lo que ocurre. Así también, este principio que es el primero de la tercera categoría, marca el puente entre la segunda categoría – que trata acerca de la profecía y el origen Divino de la Torah- y la tercera categoría –que trata acerca de la recompensa y el castigo- pues, como ya quedó claro en el sexto principio, para poder adquirir la profecía hace falta que el individuo alcance ciertas perfecciones, tanto intelectuales como morales, y sólo entonces es cuando es posible que Dios, si Él así lo desea, haga recaer sobre tal individuo el espíritu de la profecía, esto implica que Dios debe conocer el estado de cada individuo. Además, es la Torah la que asegura que Dios conoce todo lo que sucede, tal como lo atestiguan los versículos que cita Maimónides para corroborar este principio.

[227] El hecho de que Dios conoce todo es algo que se impone para los que sostienen que Dios es perfecto y que controla el mundo, Providencia Divina, y además tal como se afirmó en el principio anterior, el de la profecía, Dios debe conocer al individuo para saber si es digno que sobre él se pose la profecía o no, más aún, es indispensable para el establecimiento de recompensa y castigo, es por esto que este principio antecede al que le sigue en el cual pregona la recompensa y el castigo, pues si no conoce lo que cada individuo hace, ¿cómo podrá saber a quién le corresponde recompensa y a quién castigo?

[228] Esta es la opinión de Aristóteles. Lo que lo llevó a pensar así, tal como lo explica Maimónides en La Guía de los Perplejos, parte II, es el hecho que Dios está por sobre el tiempo, y afirmar que Dios sabe lo que hacen los hombres -sostiene Aristóteles- implica rebajar a Dios a las limitaciones del tiempo, pues el hombre actúa en ese ámbito (bajo las coordenadas de espacio y tiempo). Además el saber de Dios impediría al hombre de su libre albedrío –este tema lo expone también Maimónides en las leyes acerca del arrepentimiento, [Hiljot Teshubá 5:5]- Pues si Dios lo sabe todo, entonces ya sabe si este individuo va a hacer tal cosa o no, y una vez que Dios sabe con anticipación que tal individuo va a realizar determinada cosa, es imposible que ese individuo no lo haga, pues si así fuera, resultaría que Dios no supo, y esto es algo absurdo. Entonces como consecuencia, aquel individuo está “condenado” a hacer lo que Dios ya sabe que ocurrirá sin tener la posibilidad, el individuo, de hacer otra cosa, y si no lo hace, entonces resultaría que Dios no sabía que no lo haría, algo que ya descartamos.

Esta pregunta que aparentemente deja como alternativa que Dios no se mete con lo que ocurre en la Tierra, es decir “Él elige no saber”, es la postura preferida por Aristóteles, mas tú lector atento, percátate en la trampa absurda en la que han caído con este razonamiento, fíjate cuán grande fue su omisión, pues para alejar de Dios la imperfección del tiempo, le han atribuido una falencia aun mayor, tal es la ignorancia de lo que ocurre.

Existe una segunda alternativa en la que deberíamos afirmar que efectivamente el hombre no posee libre albedrío. Pero también esta postura es irracional y ridícula para quien sostiene la fe judía y la lógica, pues toda la Torah carecería de sentido, ¿cómo ordenar a alguien que haga determinada cosa o que sea justo y correcto cuando ese individuo no posee el libre albedrío para poder realizarlo?, ¿Cómo castigarlo por no hacer algo, que al fin y al cabo, no disponía de la facultad de poder elegir hacerlo? -No obstante, no es el lugar para extendernos en este punto, lo explicaremos en extensión en la nota al final del principio número 11º. Sin embargo, la agudeza mental del gran Maimónides nos abre la posibilidad a otra opción y de esta manera le responde a Aristóteles demostrándole su error. Es lo que explica en el capítulo quinto de las leyes acerca del arrepentimiento, [Hiljot Teshubá], donde esboza la respuesta a este paradigma “Tal vez te preguntes: ¿Acaso Dios no sabe todo lo que ocurrirá antes de que ocurra? ¿Sabía que determinado individuo iba a ser justo o malvado o no lo sabía? Si ya sabía que iba a ser un justo, es imposible que [ese individuo] no sea un justo y si dijeras que Él sabía que sería un justo pero es factible [igualmente que ese individuo] sea un malvado, resulta que Él no sabía. Has de saber que la respuesta a esta pregunta es más extensa que la tierra y más profunda que el océano y muchos principios fundamentales y nociones trascendentales están ligados a esta respuesta, empero es preciso que sepas y comprendas esto que voy a exponerte: ya te he explicado en el segundo capítulo de las Leyes de los Fundamentos de la Torah [Hiljot Isodé HaTorah], que el Santo bendito Él, no sabe por medio de un saber externo a Él, a la manera del hombre, en donde él y su saber son dos [entes separados], sino que Él, elevado sea Su Nombre, y Su saber, son uno, y le es imposible a la mente humana alcanzar a comprender esto plenamente, tal como le es vedado a la mente humana la capacidad de comprender la esencia misma del Creador, como fue dicho: “No me verá el hombre ni ningún ser vivo” (Éxodo 33:20) así tampoco está en la capacidad humana captar y comprender el pensamiento del Creador, es lo que el profeta dice: “Pues no son Mis pensamientos como vuestros pensamientos y no son Mis caminos como vuestros caminos” (Isaías 55:8) y por cuanto que así es, no poseemos la capacidad para comprender cómo es que el Santo bendito Él, conoce a todas las criaturas y sus respectivas acciones, pero sabremos, sin la menor duda, que los actos de los hombres están en manos de ellos y Dios no lo obliga o decreta sobre él actuar de determinada manera…” es decir que a pesar de que Dios conoce los pensamientos y acciones del ser humano, éste sigue conservando su libre albedrío, es algo que la mente humana no está capacitada para comprender. Aparentemente pareciera que Maimónides no está respondiendo a la pregunta, o que la respuesta es que nosotros no sabemos, (tal como le recrimina a Maimónides el comentarista Raavad) pero en realidad el que profundiza en las palabras de Maimónides y comprende la agudeza de lo que se dijo, (tal como lo hace el sabio y uno de los mejores comentaristas del Mishné Torah, Or Sameaj-Rabi Meir Simja Cohen) lo que en realidad nos está diciendo es que arribar a esta conclusión -que el conocimiento por parte de Dios de las acciones del hombre anula su libre albedrío- se debe a lo que se conoce con el nombre de “antropomorfismo intelectual”, antropomorfismo es atribuirle a Dios formas humanas, “antropomorfismo intelectual” es atribuirle a Dios actitudes intelectuales humanas, es decir que pensamos que Dios piensa a la manera que piensan los hombres y esto no es así, tal como lo dijo el profeta Isaías: “Pues mis pensamientos no son como vuestros pensamientos y mis caminos no son como los vuestros” Por lo tanto las conclusiones a las que arribamos utilizando el “antropomorfismo intelectual”, al ser que la premisa es errónea -pues Dios no piensa a la manera que pensamos nosotros- su conclusión también lo es. Es decir también en este caso, por ser que no podemos saber cómo funciona ni cómo es el conocimiento de Dios –pues conocer la forma en que Dios sabe, implicaría conocer a Dios, pues Él, bendito es, y Su saber son uno- entonces no podemos arribar a ninguna conclusión en ese ámbito. Y este es el error que cometen quienes creen que el conocimiento de Dios anula el libre albedrío, pues ellos están dando por sentado que Dios piensa a la manera que pensamos los hombres, primero sabemos algo y luego eso ocurre, e imaginan que de idéntica manera ocurre con Dios, por lo tanto ellos razonan erradamente: “Si Él ya lo sabe así, es imposible que no ocurra eso, por lo tanto una vez que Dios sabe lo que hará determinado individuo es imposible que ese individuo deje de hacerlo” pero en realidad no es así, como ya lo hemos explicado y aclarado.

Percátate de este punto, pues es muy sutil y muchos lo han pasado por alto. Esta respuesta magistral de Maimónides a Aristóteles, ha dado por tierra con el razonamiento de Aristóteles, y lo genial es que lo hizo utilizando el propio método que Aristóteles sostuvo, tal es que Dios es distinto a nosotros, más no se percató Aristóteles, que su propio razonamiento, en este caso, se encontraba impregnado de este error.

[229] Si bien este versículo está expresado en leguaje humano, no debe entenderse en su literalidad sino en su sentido figurativo. Esto es claro y obvio para cualquiera, pues nadie en su sano juicio puede suponer que Dios tenga ojos, o que necesite de ojos para ver. Dios sabe todo sin necesidad de estar ahí, pues tal como ya mencionáramos anteriormente, Su saber es distinto al nuestro, no se trata de una diferencia de cantidad sino que es de calidad. Y así como la ciencia de Dios es distinta a la nuestra, también es distinta la manera en que esa ciencia llega a Él es decir la manera en que Él percibe es distinta a la manera en que nosotros percibimos.

[230] Es decir que Dios sí sabe lo que ocurre y lo que hace cada uno, aun en sus fueros más íntimos. Los sabios suelen afirmar, que cuando el ser humano es juzgado luego de su muerte todos sus actos son traídos a su presencia para demostrarle la veracidad y justicia del juicio y el veredicto que se ha dictado acerca de él y si no lo ve así, podrá argumentar en su defensa, aun las conversaciones más íntimas entre él y su esposa serán expuestas en su juicio.

[231] Este principio encierra en sí la idea de que Dios castiga y recompensa a los hombres, este es un tema muy espinoso pues muchas veces en la realidad vemos que ocurren cosas que acorde a nuestro juicio no le deberían haber pasado a esa persona. Hubieron quienes, ante la imposibilidad de poder explicar la existencia del mal junto al conocimiento de Dios, es decir, la pregunta ¿Si Dios sabe que determinado individuo va a hacer algo mal o causar daño a alguien, por qué no actúa y lo detiene? ¿Por qué le permite dañar a los demás que no se lo merecen? Y para justificar a Dios –como si Dios precisara abogado defensor- en su insensatez, argumentaron que en realidad Dios no quería que las cosas sucedan así, pero en realidad “no pudo hacer nada” para impedirlo (como lo hace en el libro: “¿Por qué a las personas buenas les pasan cosas malas”) Fíjate a lo que han llegado a afirmar estos individuos, en sus delirios, es decir para justificar este problema y debido a que la ignorancia los alejaba de la respuesta correcta, rebajaron a Dios, de Todopoderoso a limitado -¡Fuera de Él semejante imperfección!- algo ridículo a todas luces. Sobre este tipo de opiniones se aplica lo dicho: “El tonto, cuando abre su boca –para hablar- anuncia a todos su estupidez” (Eclesiastés) y cualquier mente sana sabrá darse cuenta que este tipo de opiniones son esgrimidas por quienes tienen más buena voluntad que sabiduría y esa buena voluntad no los califica para hablar y opinar sobre estos temas profundos y delicados pues su insensatez supera por mucho a su inteligencia.

[232] Este tema merece un análisis más profundo, que tal vez lo edite como tema separado, pues en este principio se esconde la gran pregunta: Si Dios recompensa a los buenos y castiga a los malos ¿Por qué observamos en la vida diaria que a las personas buenas le pasan cosas malas? Y ¿Por qué a las personas malas les va bien y prosperan?, si bien esta segunda pregunta es más fácil de contestar, la primera fue producto de muchos debates y dilemas desde tiempos remotos se ha tratado de dar una respuesta satisfactoria a este dilema. En la Biblia se aborda este tema con su respuesta en el Libro de Job y en Salmos en el Cántico para Shabbat, entre otros, no obstante estas respuestas son muy profundas y no todos las han logrado captar y entender, hasta el punto tal que se han dado distintas explicaciones al libro de Job cada cual explicando la respuesta a esta pregunta, de otra manera.

Son varias las respuestas clásicas que se han esbozado para este dilema:

a) Algunos, entre ellos los cristianos, opinan que el sufrimiento de los justos, es para expiar por los pecados de los malvados y es por ello que veremos a personas completamente buenas que padecen grandes sufrimientos, pero eso se debe a que él debe expiar los pecados de sus contemporáneos. Esta opinión, es totalmente ajena y contraria a lo que judaísmo pregona, pues está claro que la Torah sostiene que cada hombre es juzgado por sus propias acciones y no por lo que hagan los demás, tal como dice el versículo: “No serán muertos padres por hijos ni hijos por padres, cada hombre por su propia trasgresión será condenado”, el Talmud, también es claro en este tema al expresar: “¿Los padres comerán dulces y sus hijos sufrirán el dolor de muelas?”

b) Dentro del judaísmo están las que sostienen que en realidad se trata de una prueba, es decir que cuando vemos a una persona buena sufriendo en verdad se trata de una prueba a la que está siendo sometido por parte de Dios, para demostrar que realmente es un justo y merece gran recompensa.

c) Hay quienes dicen que cuando observamos que a una persona buena le suceden cosas malas en realidad eso ocurre para hacer a aquel individuo más meritorio y de esa manera acrecentar su recompensa en el mundo venidero.

d) Otros, recurriendo a la justicia Divina estricta, aducen que en realidad los sufrimientos que padecen las personas justas en este mundo son para espiar por aquellos pequeños errores o transgresiones que han realizado en sus vidas para que de aquella manera, cuando muera, sólo le quedará disfrutar de la recompensa por las cosas buenas que realizó. En cambio con los malvados, ocurre al revés, es decir, Dios les recompensa en este mundo por las pequeñas cosas buenas que hizo para que de esa forma, al morir, sólo lequede afrontar su castigo, pues la recompensa ya la ha recibido.

e) Otra opinión sostiene la teoría de la reencarnación (a diferencia de las anteriores esta respuesta no fue esbozada por ninguno de los sabios del Talmud, no obstante figura en el libro Zohar y en el Ari z”l–sabio cabalista- por otro lado, fue cuestionada por otros sabios como por ejemplo Abraham Ibn Ezra y Maimónides) Esta teoría responsabiliza a los pecados cometidos en vidas anteriores como la causa de los sufrimientos del justo sin aparentes motivos en el presente.

f) Una cuarta opinión sustenta la idea de que se trata de algo que aparenta ser malo pero en realidad se trata de algo bueno para él, y que muchas veces transcurrido una etapa de tiempo él mismo puede comprobar que lo que sucedió y que pensaba que era algo malo, en realidad fue para bien, por ejemplo una muerte prematura de alguien bueno puede ser explicada, acorde con esta opinión, diciendo que fue quitado de este mundo para que no sufra cosas malas que sucederán, o para que muera como justo porque Dios sabía que si seguirá con vida en medio de esa sociedad terminaría él mismo estropeándose.

g) Otros afirman que los humanos, con nuestra limitada mente, no podemos juzgar qué es bueno y qué es malo, pues venimos a la vida cuando la historia ya ha comenzado y nos vamos de ella antes de que ésta acabe, por lo tanto no podemos emitir un juicio al respecto.

h) Otra respuesta a este tema, nos habla de lo que los sabios talmúdicos denominaron: “Isurim veahaba” –sufrimientos por amor- es decir que no necesariamente todos los sufrimientos deben ser tomado como castigo, producto de algo malo que realiza el ser humano, sino que el dolor, también pueden ser un trampolín que lo eleve aun más. Si bien esta postura se parece a la expuesta anteriormente en el inciso c), se diferencia de aquel en el hecho de que allí se establece como seguro que ese sufrimiento le hará alcanzar un nivel superior, mientras que este concepto de “Isurim veahaba”, no da por garantizado que alcanzará un nivel más elevado, dependiendo de la actitud moral e intelectual del individuo que lo padece.

i) Existe otra opinión más elevada y compleja, como así también completa, sostiene que en realidad el verdadero mal y el verdadero bien tienen que ver con la lejanía y cercanía-percepción- de Dios que posee ese individuo, por lo tanto si se observa con detenimiento veremos que muchas de las cosas que llamamos “buenas” en realidad no son así, pues en realidad no nos acercan a Dios y muchas cosas “malas”, nos acercan a Él, es decir, el verdadero bien es el mundo venidero donde podremos alcanzar la mayor percepción de Dios y el mayor mal, la lejanía de Él. Es lo que se puede observar del libro de Job y de varios salmos por ejemplo el versículo de Salmos que dice: “Aunque anduviere por el valle de la muerte, nada temeré, pues Dios está conmigo” No se refiere a no temer porque Dios lo salvará, pues si así fuera debería haber dicho: “No temeré, porque nada me pasará” sino que el significado es que cualquier cosa que pase, no es verdaderamente mala, siempre que se nos permita conservar la cercanía de Dios, que es el verdadero y más preciado bien que puede alcanzar el hombre.

Pero ya me extendí demasiado sobre este tema y no es este el lugar para ello. Lo importante es saber que aunque nuestra mente todavía no haya alcanzado la madurez intelectual ni esté entrenada en esta área, como para poder elucidar estos temas –es decir poder comprender la justicia Divina- debemos saber que ella –la justicia Divina- existe, y que es justa, que Dios sí recompensa a los justos y castiga a los malvados.

Debe quedar claro que no me estoy refiriendo a lo esgrimido en la postura del inciso g) de esta misma nota, sino que me refiero a que todo judío debe tener manifiesto y claro que Dios hace justicia, a pesar de que, todavía su mente no logre entender por qué ocurren tales cosas, no obstante, cuando se vuelva más versado en el estudio de la Torah y el Talmud, tal vez llegue a ser de aquellos estudiosos que pueden comprender la forma con que Dios maneja al mundo y poder él manejar sus asuntos de esa manera, tal como se nos encomendó en el precepto: “Y te encaminarás en Sus sendas” es decir obrar como actúa Dios.

[233] Al principio de este compendio, cuando trata acerca de la recompensa verdadera para el que cumple los preceptos, en donde cita los distintos grupos de creencias y expone Maimónides la verdadera y más elevada recompensa.

[234] Cabe preguntarse, ¿por qué Maimónides no incluyó el libre albedrío como uno de los principios básicos del judaísmo? Si el judaísmo, a diferencia del islamismo, no cree en el fatalismo, es decir que todo ya está destinado, sería propio que lo exprese como uno de los principios del judaísmo. El motivo lo explica el propio Maimónides en la introducción que compuso al comentario de la Mishná de Avot, más conocido como: “Shemoná Perakim”, pasaré a citar textualmente parte del octavo capítulo:

La falacia del destino.

Ciertamente te hemos aclarado este tema, para que no consideres verídicos los delirios con los que suelen engañar los astrólogos; pues ellos afirman que la fecha de nacimiento es lo que caracterizará al hombre como virtuoso o denigrado, y que tal persona está destinada a comportarse de tal forma. No obstante, tú sabes que es algo aceptado dentro de la Torah y también por los filósofos griegos, como ya se han verificado sus verdaderos argumentos, que los actos del ser humano dependen únicamente de él. No hay determinismo con respecto a ellos ni tampoco hay una influencia exógena que lo incline hacia las buenas cualidades o hacia las malas; si bien existe la disposición de su temperamento, como ya aclaramos, que le hace más fácil o más difícil una conducta; no obstante, (la idea) de que ya está condenado a actuar de tal manera o abstenerse de algo, no existe en absoluto.

Si el ser humano hubiese estado determinado en sus conductas, a) no tienen sentido los preceptos de la Torah y sus advertencias, siendo todo una gran falacia, ya que no habría libre albedrío en el actuar del ser humano.

b) Del mismo modo, la postura del determinismo, quita sentido al estudio y la educación, además del aprendizaje de los oficios, ya que todo esto sería vano, pues de todas formas, según esta teoría, el ser humano estaría determinado de modo exógeno según los que sostienen así, a ser atraído a realizar determinado hecho, a adquirir cierto conocimiento e incluso a adquirir conducta ética establecida.

c) Más aún, la recompensa y el castigo serían una injusticia absoluta, ya sea entre el hombre y su prójimo, como entre Dios con los humanos. Así, acorde al determinismo, si Shimón que asesinó a Reubén, si hubiera estado destinado a asesinar a Reubén, y este último destinado a ser asesinado: ¿por qué Shimón ha de ser castigado? Y ¿cómo es posible que Dios, Justo y Recto, lo castigue por un hecho que estaba determinado a realizar, e incluso si hubiese intentado no hacerlo no hubiera podido?

d) Asimismo, se anularían además todas las preparaciones: construir viviendas, ahorrar dinero, escaparse en momentos de miedo, y todo lo semejante, porque si se decretó que algo debe ocurrir es imposible que no ocurra.

Todo esto es una completa mentira, que contradice a la lógica y lo que se percibe (en la vida diaria), además, destruye la construcción de la Torah y atribuye injusticia a Dios, fuera de Él semejante falta.

El libre albedrío.

Sin embargo, verdaderamente, no cabe duda que los actos de los seres humanos dependen únicamente de él, si quiere lo hace, si quiere no lo hace, sin nada que lo destine ni obligue al respecto, por lo tanto es apropiado encomendar al ser humano: “¡Observa! he puesto hoy ante ti la vida y lo bueno, la muerte y lo malo… y escogerás la vida.” (Debarim 30:15-19)

De tal modo, el libre albedrío fue entregado a nosotros, y se impone entonces el castigo para el trasgresor y la retribución para el disciplinado: si escuchan (habrá bendición), si no escuchan (habrá maldición (Deu.m 11:27-28). Por lo tanto es un deber el estudio y la enseñanza: “Las enseñarás a tus hijos y meditarás en ellas, en tu casa y cuando andes por tu camino, al acostarte y al levantarte” (Ibíd. 11:19). “Llamó Moshé a todo Israel y les dijo: Escucha Israel los decretos y los juicios que yo te he declarado en tus oídos hoy, las enseñarán y cuidarán de hacerlas.” (Ibíd. 5:1)

Maimónides era conciente que en el Talmud existen algunos sabios aislados que opinan distinto, es decir que aparentemente sostienen la doctrina del destino y en su responsa al respecto a los sabios de Marceille propone tres posibilidades para explicar la opinión de esos sabios: 1) Que en realidad aquel sabio del Talmud, no quiso decir lo que nosotros entendemos literalmente de sus palabras, es decir que se está expresando en forma alegórica, 2) Que aquel sabio del Talmud, se expresó en un lenguaje exagerado, es decir para darle mayor énfasis a lo que quería transmitir, recurrió a la exageración o 3) El tema estaba lejano a su entendimiento, es decir, utilizó una expresión respetuosa y sutil para afirmar que el sabio que sostenía la doctrina del destino, estaba equivocado.

[235] La era mesiánica, pertenece a este mundo material; y como toda cosa de este mundo, es un intermedio para alcanzar un ideal superior, es decir el Mundo Venidero. Tal como dijo más arriba, en esta misma introducción: “En aquel tiempo la rectitud, integridad y espiritualidad abundarán y de esta manera se harán meritorios del mundo por venir” o como dijo en el Mishné Torah, “Hiljot Melajim”, que es donde establece las normas y leyes de los reyes de Israel y el Mesías: “No ambicionaron los sabios y los profetas la era mesiánica, sino para poder disponer de más tiempo para la dedicación a la Torah y su sabiduría… para poder hacerse acreedores de la vida en el Mundo Venidero, como dijimos en Hiljot Teshubá –Leyes del arrepentimiento.” A continuación citaremos textualmente lo que dice allá en el capítulo 9:2: “Por este motivo, anheló todo Israel, profetas y sabios la era mesiánica, para que sean liberados del dominio de los reinos –imperios- malvados que no le otorgaban a Israel tiempo ni permiso para dedicarse con tranquilidad al estudio de la Torah y sus preceptos… para aumentar su sabiduría y de esa forma alcanzar un mayor nivel en el Mundo Venidero, pues en aquellos días –la era mesiánica- abundará la sabiduría la inteligencia y la verdad, pues está dicho: ‘Se llenará la tierra del conocimiento de Dios’ y ‘No se entrenarán más para la guerra’ y está dicho: ‘Y les transformará Dios vuestro corazón de piedra’ y por ser que el Mesías será un rey de la dinatía de David, estará dotado de mucha sabiduría, más que la del Rey Salomón, y será un gran profeta, cercano a Moisés, nuestro maestro, por lo tanto –él- enseñará a todo el pueblo y les indicará el camino de Dios, y todos los pueblos acudirán a escucharlo, como está escrito,… mas la recompensa última y el bien póstumo que carece de falencia, es la vida en el Mundo Venidero, pero la época mesiánica es en este mundo, el cual seguirá su curso natural, -el único cambio será- que el reino –autonomía e independencia- retornará a Israel, y ya han expresado los sabios:la única diferencia entre nuestros días y los del Mesías, es el sometimiento a las demás naciones -retornará el reinado a Israel-. Maimónides, rechaza enfáticamente la visión ilusoria de una época mesiánica como un mundo completamente distinto, milagroso, todo celestial. A los ojos del autor esto es una percepción infantil, en sus palabras: “No te imagines que el Rey Mesías, debe realizar milagros y maravillas o crear cosas nuevas en el mundo o revivir muertos o cosas por el estilo que sostienen los insensatos, pues Rabí Akiva, uno de los más grandes sabios de la Mishná, era el escudero de Bar Kojbá y él –Rabi Akiva- solía decir acerca de bar Kojba, que era el Mesías, y supuso él como la mayoría de los sabios de aquella época, que en efecto se trataba del Rey Mesías, hasta que finalmente fue muerto –Bar Kojba- y por cuanto que murió, se supo que no era el Mesías, mas los sabios no demandaron de él un milagro ni alguna maravilla.”

[236] El término Mesías proviene del vocablo hebreo Meshiaj, que literalmente significa: ungido. Se consagraban así a los reyes y profetas de Israel, pues se los ungía con el aceite de unción (con el cual Moisés ungió a Josué como líder después de él).

[237] Es decir, suponer que no vendrá.

[238] Jabakuk (2:3).

[239] En las distintas épocas han surgido falsas especulaciones acerca de la fecha en la que surgirá el Mesías, pero esto, en todos los casos tuvo un efecto negativo, a pesar que la intención era buena y muchas veces eran sugeridas por algunos rabinos cuya intención era incentivar y estimular al pueblo en el cumplimiento de los preceptos ante la inminente llegada del Mesías, no obstante, como dijimos en la mayoría de los casos a la larga fue negativo pues la gente de a poco fue perdiendo su convicción en este tema pues veían que no se cristalizaba en la realidad y suponían que era todo mentira, no solamente lo relacionado con este tema sino que ahora dudaban de todos las demás cosas que dice la Torah profiriendo un daño muy grande al judaísmo, es por eso que no se deben hacer especulaciones ni premoniciones acerca de la llegada del Mesías, pues es algo que Dios no nos lo ha revelado.

Existen en el Talmud dos opiniones acerca de los detonantes que acercarán la llegada del Mesías, hay quienes afirman que surgirá cuando la mayoría del pueblo judío se aleje completamente de la Torah y sus preceptos, y otros que sostienen que el Mesías surgirá en una generación en la que la mayoría de la gente respete la ley de la Torah. Maimónides se inclina a favor de esta última opinión.

[240] Talmud Babilónico, tratado Sanedrín, pagina 97 folio b.

[241] Acorde a lo que escribe Maimónides la responsa a los habitantes de Temán –Higueret Temán- y en el Mishné Torah, “Hiljot Melajim”, que es donde establece las normas y leyes de los reyes de Israel y el Mesías, pareciera que la visión del autor con respecto a la era pre-mesiánica sería algo así: primero regresará parte del pueblos Israel a la tierra de Israel (porque no puede haber un rey sin un pueblo) y se establecerán un rey para ellos (alguien que los gobierne), pues no puede existir un rey de Israel fuera de la tierra de Israel, y recién después, posiblemente luego de varios reyes, se revelará el Mesías y materializará las visiones proféticas acerca de la era mesiánica, vencerá a las naciones que lo rodean y que se le oponen, reconstruirá el Templo de Jerusalem (todas estas acciones, obviamente precisan que parte del pueblo de Israel se encuentre ya en la tierra de Israel) y luego reunirá a todo el restante del pueblo de Israel en la tierra de Israel.

[242] El Mesías no será un súper hombre o un ángel, Maimónides, como ya lo mencionara más arriba cuando se refiere a los Tiempos Mesiánicos, sostiene que se trata de un hombre de carne y hueso que será muy sabio, más que el rey Salomón y que reinará haciendo prevalecer la justicia de Dios, la Torah y haciendo el bien, llegando la sociedad a su máximo apogeo y realización, una época y un reino ideal. No obstante Maimónides enuncia al final del Mishné Torah, leyes acerca de los reyes de Israel –Hiljot Melajim- que en aquella época nada de la naturaleza cambiará, sino que las cosas continuarán funcionando acorde a las leyes naturales igual que hasta ahora; el gran cambio será en el aspecto socio-político, en el cual el pueblo judío será regido por un sabio rey que los acercará al conocimiento de Dios y Sus leyes. Llevando también al resto del mundo hacia el camino de la verdad y la justicia.

Maimónides es consciente que en el Talmud existen dos opiniones, una que sostiene que en la época del Mesías la naturaleza cambiará y viviremos cosas milagrosas, y otra opinión sostiene que las leyes naturales no cambiarán y todos aquellos versículos que aparentemente nos describen una naturaleza distinta a la que conocemos hoy en día, como ser que el cordero convivirá con el león, se refieren a una metáfora, es decir que ya los hombres o empresas más agresivas no perseguirán ni se aprovecharán más del indefenso, y así con el resto de los versículos. Maimónides se inclina por esta segunda opinión.

[243] Tal como lo expresó el autor más arriba: “El motivo de nuestro anhelo y sed por la era mesiánica, no es por estos beneficios y riquezas, ni para montar en lujosos vehículos, tampoco para beber exquisitos vinos, tal como piensan los simples dentro de nuestra religión, sino que el verdadero motivo por el cual los profetas y los virtuosos aspiraban tanto la época mesiánica y con tanto empeño se aferraban a ese anhelo, es por la sociedad de justos que se erigirá y las buenas costumbres que en ella imperará, como así también la abundancia de la sabiduría, la justicia e integridad de aquel rey grande en erudición y cercano a Dios, como dice: “ el Señor me dijo, tú eres mi hijo, hoy te he dado a luz” (Salmos 2:7) El cumplimiento de los preceptos de la Torah en aquella época no será una molestia o fastidio ni los harán por imposición, pues está dicho: “Y no dirá más el hombre a su compañero, ni el hombre a su hermano: ¡conoce a Dios!, ya que todos Me conocerán, desde los pequeños hasta los grandes” (Jeremías 31:33), “puse mis fueros en medio de ellos” (Jeremías 31:32), “Y mudaré vuestro corazón de piedra por un corazón de carne” (Ezequiel 36:26) y abundan los versículos al respecto. De esta forma obtendrán una gran percepción del mundo por venir, que es el verdadero objetivo”.

[244] Y al burlarse, está poniendo en ridículo a la Torah y lo que ella afirma.

[245] Números capítulos 23 y 24.

[246] Se refiere al que contradice la norma de que el rey de Israel sólo puede ser aquel que desciende de esa familia real. Si bien Maimónides sostiene que puede surgir un rey para el pueblo de Israel que no sea de la dinastía de David quien reina en forma temporal y no sobre la totalidad del pueblo, no obstante al referirse al Mesías imperiosamente éste debe ser descendiente del rey Salomón. No sólo esta condición debe cumplir, sino también debe pelear las luchas de los judíos, es decir, en contra de todo aquel que se levante contra los principios judíos o contra Dios, como así también contra los antisemitas. Otro aspecto en el cual se destacará el Mesías es que acercará a los judíos al cumplimiento de los preceptos. Si posee estos tres aspectos: linaje real, luche las guerras de los judíos y acerque el corazón de los hebreos a la Torah, entonces este individuo tiene las propiedades que lo califican para ser Mesías y si logra hacer regresar a los judíos a Israel y fortalece el reino y construye el Templo de Jerusalem entonces sabremos con certeza que se trata del verdadero Mesías. Es por eso que uno de los más ilustres sabios talmúdicos, el famoso Rabí Akiva consideró a Bar Kojba como el Mesías, pues guerreaba las guerras de los judíos contra los romanos que los acosaban e impedían el cumplimiento de la Torah, era descendiente de la dinastía de David, mas cuando Bar Kojba murió en manos de los romanos, supo que en realidad no era el Mesías”, hasta aquí es cita de lo que Maimónides enuncia en el Mishné Torah, leyes acerca de los reyes de Israel.

Así también en nuestros días, varios eruditos y grandes sabios judíos poseían el potencial para ser Mesías en caso que Dios así lo disponga, no obstante una vez que estos sabios fallecieron, sabremos con certeza que no eran Mesías. Cabe recalcar que en el judaísmo no existe la creencia cristiana de que el Mesías morirá y luego resucitará.

[247] Como ya lo mencionara más arriba El Mesías, fallecerá, y su hijo reinará en su lugar, y luego el hijo de su hijo, dato que viene a confirmar, que el mundo continuará su curso natural también en la época del Mesías. No obstante Maimónides afirma: “Su reinado se extenderá por muchos años y los años de vida de los hombres también se incrementarán” y como dijeron los sabios: “la gran asamblea cuando se reúna, no se dispersará rápidamente”. Cabe preguntarnos: ¿Qué ocurrirá luego de esos muchos años? Pues las expresiones: “Su reinado se extenderá por muchos años” o “no se dispersará rápidamente” nos hablan expresamente que no se trata de una realidad eterna. ¿Acaso sostiene Maimónides que el hombre y el mundo serán destruidos o se inclina por la idea que el mundo existirá para siempre? En la presente obra, Maimónides no encara esta cuestión, pero en su Opus Mágnum, La Guía de los Perplejos, en la segunda parte capítulo 27 y 28 le consagra un destacado lugar a esta cuestión. La conclusión a la que arriba es que no existe ninguna obligación de creer que este mundo dejará de existir en algún momento. Si bien el mundo fue creado, es decir no existió desde siempre, sino que tuvo un comienzo, esto no quiere decir que análogamente tendrá un final. En el capítulo 29 establece Maimónides que la idea de que el mundo dejará de existir es algo que no figura en los profetas ni en las palabras de los sabios; no obstante lo afirmado en el Talmud, Sanedrín 97a : “Seis mil años se mantendrá este mundo y luego se desmoronará”, esta afirmación es rechazada por Maimónides con tres argumentos: 1) La frase que dice: “se desmoronará” no implica necesariamente que el mundo dejará de existir, sino que existirá pero en un estado de destrucción, 2) Esta postura es minoritaria y es sustentada por un solo sabio y hay otros sabios que se oponían a esa postura, por ejemplo en el Talmud Rosh Hashaná 31 a, además de las palabras del propio Rey Salomón quien sostiene: “No hay/habrá nada nuevo bajo el sol” y la destrucción del mundo, si en efecto ocurre, es una gran novedad. 3) Esta opinión fue dada en un aspecto especial, es decir, que no se trata necesariamente de una comprensión textual. Es factible que Maimónides haya interpretado esta frase como un desmoronamiento o destrucción espiritual que ocurrirá luego del sexto milenio, que tal vez acarree junto con ello una gran destrucción material. Tal vez esto ocurra luego de la era mesiánica, pues a pesar que “la gran asamblea cuando se reúna, no se dispersará rápidamente” se entiende que finalmente, después de mucho tiempo, también ella será dispersada, posiblemente por las debilidades humanas; y luego de esto comenzará un nuevo ciclo de la historia de la humanidad. Tal vez sea esta la respuesta de Maimónides al cuestionamiento: Si los trece principios del judaísmo son eternos y para todas las épocas, resulta que en la era mesiánica, ya no serán 13 sino 12, pues el principio de la llegada del Mesías ya no será actual, y esto no es así, sino que seguirán siendo 13, pues de estas últimas palabras podemos deducir que será un ciclo en la historia de la humanidad, que por períodos tendrá épocas de oscurantismo y bajeza, pero Dios hará surgir luego un Mesías, justo que ayudará a la humanidad a remontar los niveles superiores a los que el ser humano está capacitado para llegar.

[248] Aquí concluye la tercera categoría de los principios, los cuales podrían ser resumidos de la siguiente manera: Conocimiento por parte de Dios de lo que hacen los hombres, juicio y castigo, control de Dios de la historia y lo que sucede y la intervención Divina mediante el milagro.

[249]; Si bien aquí lo menciona en forma escueta, este principio se refiere a que los muertos resucitarán, no se trata de un lenguaje metafórico o alegórico, sino que en realidad se refiere a lo que se entiende literalmente. Obviamente estamos hablando de algo “anti-natural” o para hablar con propiedad, algo que está fuera de la norma, algo anormal. No obstante esto no es un impedimento pues la naturaleza la estableció Dios desde los seis días de la creación, por lo tanto si Él dispuso la resurrección de los muertos, entonces necesariamente esto es parte de la naturaleza, no obstante es algo fuera de lo que normalmente estamos acostumbrados a ver.

¿Cuál es el objetivo de esta resurrección?, ¿Para qué hace falta que vuelvan a vivir? ¿Acaso no había aclarado ya el autor al principio del presente tratado, que el objetivo final y el máximo bien es el mundo por venir? Entonces si ya lo alcanzaron ¿Para qué hacerlos volver a este mundo?

Lo primero que hay que aclarar es que la resurrección de los muertos no le ocurrirá a todos, sino sólo a los justos, tal como dijeron los sabios del Talmud: “Las lluvias benefician tanto a los justos como a los malvados [pues hace crecer la cosecha que alimenta a todos indistintamente] pero la resurrección de los muertos es sólo para los justos” Entonces, podríamos explicar que la resurrección de los muertos no es una meta en sí misma, sino que es un medio para alcanzar el gran objetivo de la vida, que, como ya dijera el autor, se trata del mundo venidero. No obstante, está claro que la manera de alcanzar el mundo venidero y hacernos merecedores de él, depende de este mundo y la manera en la que nos preparamos para eso, hasta el punto que los sabios compararon este mundo con el pasillo o la antesala del palacio real, es el lugar por el cual debemos atravesar para llegar ante el palacio del rey, no podemos ingresar en él sin antes transitar por ese pasillo; también la antesala es el lugar en donde nos podemos arreglar, corregir y retocar nuestra “apariencia” antes de presentarnos ante el rey. Así entonces este mundo es el lugar en el cual podemos prepararnos y “entrenar” nuestra alma para que pueda percibir a Dios y de esa manera nuestra alma quedará ligada a Él y Su eternidad. Si no lo hacemos aquí entonces nada tendremos allí, tal como dijeron los sabios en forma alegórica: “Aquel que no preparó su comida antes de Shabbat, entonces ¿qué comerá en Shabbat?” y el Shabbat fue comparado al mundo venidero. Nótese qué fino hilaron los sabios al expresar esta frase, pues no dijeron: “El que no prepara, no comerá” como si se tratase de un castigo, sino que más bien se trata de la consecuencia lógica y natural de su actitud, ¿si no se preparó cómo podrá percibir a Dios?

Es importante saber que en el mundo venidero existen distintos niveles, no se trata de estar adentro o afuera, sino que así como en un teatro no sólo importa si entra o no a la sala, sino que es importante la ubicación que posee, habiendo mejores lugares que otros para disfrutar la función, así también ocurre con el mundo venidero, dependiendo de nuestros méritos el lugar que alcanzaremos en el más allá.

Todos sabemos que no en todas las épocas el estudio de la Torah y el cumplimiento de los preceptos fue algo sencillo, no era lo mismo dedicarse al estudio y profundización de la Torah en la época del rey David que en la época de la inquisición, entonces, no sería justo que alguien que vivió en una época en la cual el cumplimiento de los preceptos era difícil, mal visto y hasta perseguido, motivo por el cual, ese individuo no pudo alcanzar su máximo potencial, tenga un nivel inferior en el mundo venidero que aquel que alcanzó el que se crió en otra sociedad en la cual se fomenta el crecimiento espiritual y el cumplimiento de los preceptos, que con poco esfuerzo ya superó por mucho al que vivía en una sociedad hostil al mundo de la Torah. Para ello Dios dispuso, que aquellos que realmente sean meritorios, puedan tener otra oportunidad y re-vivir en una época ideal [la del Mesías] para poder entonces alcanzar su máximo potencial y hacerse merecedores de un nivel superior en el mundo venidero, que, como ya está claro, ese es el verdadero objetivo. Es decir se trata de otra chance que Dios otorga a los justos para que viviendo en una sociedad ideal puedan elevarse más y alcanzar una recompensa mayor, esto es, un nivel superior en el mundo por venir.

[250] En esta misma obra, el inciso Nro. 5, no obstante el autor se vio obligado a escribir todo un compendio sobre este tema titulado: “Coloquio acerca de la resurrección de lo muertos” que se encuentra entre sus responsas.

[251] Cabe preguntar aquí: Si este es uno de los trece principios eternos del judaísmo, ocurrirá que cuando los muertos resuciten, y dejará de existir este principio, y entonces ya no serán más trece sino doce. Para responder a esta pregunta ver el final de la nota del principio anterior. Pues como ya dejará explicado Maimónides, el objetivo final es el Mundo Venidero, mientras que este mundo continuará su curso natural, eso quiere decir que continuarán naciendo y muriendo nuevos seres humanos y los justos entre estos últimos, es decir los que nacieron luego de la resurrección de los muertos, también tendrán ellos mismos el merito de la resurrección de los muertos, como mecanismo para poder ascender en su posición en el Mundo Venidero.

[252] Cuando decimos “creer” no nos referimos a una fe ingenua, sino al saber que sobreviene como consecuencia del análisis y búsqueda de la verdad.

[253] Es decir, judío.

[254] Esta exclusión no tiene carácter de definitiva e irrebatible, sino que puede volver sobre sus pasos, arrepentirse y volver a abrazar el judaísmo, sus preceptos y estudiando, creyendo y sabiendo estos trece principios.

[255] Esto mismo lo afirma Maimónides con carácter de ley en “Hiljot Teshuba” – Leyes del arrepentimiento, no obstante, esta salida del pueblo de Israel, no quiere decir que está exento de todos lo preceptos y que ahora puede hacer lo que quiere sin recaer sobre él ninguna trasgresión, sino que se trata de que pierde todos sus derechos y beneficios como judío, no obstante, todas sus obligaciones como tal siguen en pie y deberá rendir cuentas por cada trasgresión, pues un judío no deja nunca de ser judío, haga lo que haga, no obstante puede no ser recibido en el seno de la congregación judía, pero su carácter de judío lo mantiene siempre a pesar que se haya “convertido” a otra religión, él y los descendientes de una judía siguen siendo judíos. Así es como se expresa Maimónides en “Hiljot Teshuba” capítulo 3:14 ¿Cuándo recae lo que hemos dicho acerca de quienes no tiene parte en Mundo Venidero? Cuando ese individuo murió sin haberse arrepentido de lo que hizo o dijo, pero si se arrepintió y murió arrepentido, es considerado entre los tienen parte en el Mundo Venidero, pues no hay nada que puede interponerse ante el arrepentimiento…” No obstante, al propio Maimónides le fue cuestionado acerca de la aparente contradicción que existe entre lo que acabamos de citar con lo que escribe más adelante Maimónides en Hiljot Avodá Zara – Leyes de la idolatría, capítulo 2:5 donde dice: Un judío que hace idolatría es considerado como un no-judío en todos los aspectos… y no es recibido [en el seno del judaísmo] nunca más aunque se arrepienta… y está prohibido dialogar con él… A esta aparente contradicción responde Maimónides en sus responsas: Lo que consideraron contradicción acerca de los que hacen idolatría, no existe ninguna contradicción y eso que dice “que no son recibidos [en el seno del judaísmo] nunca más aunque se arrepientan” se refiere a que nosotros [los humanos] no aceptamos su arrepentimiento, sino que lo mantenemos en su estatus anterior [de idólatra], y aquello otro que dice: “Si se arrepintió y murió arrepentido, es considerado entre los meritorios del Mundo Venidero, pues no hay nada que puede interponerse ante el arrepentimiento.” Se refiere a su relación entre él y Dios, mientras que el caso anterior se refiere a la relación entre él y sus prójimos. Es lógico que así sea, pues la idolatría es algo que además de sus acciones exteriores, tiene que ver con conceptos que tiene el individuo en su mente, y eso nosotros los humanos no podemos saber, por más que él diga que no piensa más eso, es algo que jamás podremos comprobar, pues nadie puede entrar en su mente para saber qué es lo que realmente piensa o si nos está engañando. Es por eso que no lo aceptamos más en el seno de la congregación judía. Pero con respecto a Dios, que sabe y conoce los pensamientos de cada individuo, si este judío idólatra, realmente se arrepiente y vuelve de sus pensamientos idólatras, por ser que Dios puede saber si realmente abandonó esas creencias o no, se hace posible entonces, que sea aceptado su arrepentimiento por parte de Dios.

[256] Es decir que atenta contra las raíces de la religión.

[257] Son muchos los que sostienen que el “Igdal” himno con el que se suelen terminar los rezos de Shabbat, que contienen en forma de poesía estos trece principios, fue compuesto por Maimónides.

[258] Los temas aquí tratados.

[259] Es decir, debe repasarlos, conocerlos y saberlos a fondo, hasta que no le quepan dudas, tal como sabemos casi sin pensar que 2+2=4.

[260] En otras palabras es algo que debe repasarse periódicamente y pensar asiduamente en ello, pues constituye la esencia del judaísmo.

[261] Pues estos temas son muy profundos y hacia ellos apunta la totalidad de los Preceptos y la Torah. Es lo que los sabios han denominado: Maasé Mercaba (la metafísica) y Maasé Bereshit (la física).

[262] Desgraciadamente, en nuestra época estos temas son menospreciados y casi no se le dedica tiempo de estudio, con suerte los trece principios son enunciados casi de memoria al final de los rezos y con eso se cree que los tiene asumidos cuando en realidad está muy lejos de ser así. Aun dentro del mundo religioso abunda la ignorancia acerca de estos temas tan importantes y vitales en el judaísmo, quiera Dios inspirarnos para que podamos estudiarlos en profundidad hasta que en nuestro corazón no queden dudas al respecto.