Shabat HaAretz

por el Rabino

Abraham Itzjak Hacohen KuK ZT”L

Traducción por el Rabino Arie Natan, Bet El.

Introducción.
(Aproximación al concepto del año sabático y del año de jubileo en el marco del desarrollo vital de Israel y de la resurrección de la nación, de la tierra y de la Torá bajo la perspectiva de la sabiduría divina)

¿Quién es como tú, como Israel, pueblo único en la tierra…?

(Shemuel B 7:23)

“Pueblo único en la tierra…”, ciertamente en la tierra son un pueblo único, junto con ella se denominan únicos y no existen separados uno del otro. (Zohar, Emor 93b)

Lo particular y lo general.

La contingencia como divina.

El año sabático manifiesta lo esencial de la nación.  

El año de jubileo como enmienda al pasado.

El ascenso y el descenso.

El retorno

Los preceptos que dependen de la tierra.

El año sabático en la época de la reconstrucción nacional.

Lo particular y lo general.
El año sabático y el año de jubileo en lo relativo al tiempo se relacionan uno con el otro, como el sol con la luna entre los astros y como Israel y las naciones en lo relativo al alma – es decir, es una relación de particular a general, ya que, en su definición esencial, mayormente vital y espiritual, se necesitan uno a otro: lo particular requiere de lo general y lo general requiere de lo particular. [Cf. Zohar Trumá 161]
La contingencia como divina.
“¿Acaso existe un pueblo tan grande cuyo Dios está tan cerca de él?”(Debarim 4:7). La característica de la congregación de Israel radicaen la observación de toda la existencia desde la perspectiva luminosade lo Santo. En toda la fuerza de su realidad reconoce que la vida adquieresu verdadero valor en la medida que es divina; por ende aquella vida queno se identifica con lo divino no posee valor. La congregación de Israelsabe que no existe vida en tanto no sea divina, y por lo tanto una vidatal que no contenga Divinidad no es vida, este conocimiento – enraizadoen lo profundo se su alma – imprime sobre ella el sello de su valor tanespecial, impreso en cada uno de los miembros de este pueblo. La luminosidadexistencial ciertamente de cada uno de los miembros del pueblo radica enla medida de conocimiento, desde la perspectiva de lo profundo y lo sobresaliente, que cada particular tenga de este sello general; en la conciencia de losvalores vitales en tanto divinos, dentro de la profundidad del alma decada uno. “Ustedes los que están unidos a HaShem, su Dios, están todosvivos hoy” (Debarim, ibíd)

La vida, según el valor divino que contiene, no se revela a un miembro particular sino en la medida que este particular se esfuerza en ser parte de cada vivencia de la nación toda (Cf. Sefat Emet, VaYikrá 631, s.v. “Adam”), en estar constantemente inspirado por el brillo de su alma suprema; alma tal que vivifica y mantiene el valor divino de la vida dentro de su interioridad general.

La naturaleza del alma general de la congregación de Israel es su divinidad, su elección no le causó poseer esta ventaja divina, ni tampoco sus actos particulares, no por su justicia ni por la integridad de su comportamiento llegó a este nivel (Cf. Kusarí I,95; Netzaj Israel, 11; Or HaJayim- Shemot 18:21): las características de su ser, tanto corporal como espiritual, le dieron la fuerza y la energía para forjar una relación con Dios, que no por elección escogió y que no por cualquier defecto en la elección podrá perder. La elección, no obstante, tiene un proemio significativo en toda característica natural, siendo positiva podrá acariciarla, sutilizarla, ponerla en acto de manera completa e importante, del mismo modo si es negativa y ruin podrá obscurecer la luminosidad de esta característica natural y enturbiar su brillo, perturbar el corazón de forma tal que no perciba la riqueza espiritual que está oculta dentro de la vida del alma. Sin embargo no pueden, no la perturbación del corazón ni la obscuridad de su luminosidad, mantenerse para siempre. La característica natural está segura de su existencia y de su despertar a la resurrección.

El año sabático manifiesta lo esencial de la nación.
La característica de la nación – la bondad divina impresa en su interior, el orden universal, el comportamiento correcto y apropiado con la justicia y la corrección del proceder, el silencio y la tranquilidad, la gracia y el esfuerzo llenos de observación divina global, de modo tal como se encuentra en el alma de la nación – la vida profana no pueden ponerla en acción. La vida en su constante agitación práctica oculta la majestuosidad de lo espiritual del alma divina, y desplaza la iluminación diáfana y correcta dentro de la realidad profanamente controlada. El impulso del crecimiento y del perfeccionamiento vital necesita que se ponga en acto a través de la entrega de un espacio, de una interrupción y de un remesón, con respecto a la rutina de la agitación vital.

La persona particular es removido de su realidad profana a menudo – cada Shabat. “Vino Shabat, vino el reposo” (Rashi a Bereshit 2:2), así comienza el alma a liberarse de sus ataduras, “el día en que HaShem te aleja de tu dolor, de su enojo y del duro trabajo que realizas”(Yeshayá 14:3; Zohar Bereshit 48b). Entonces, Shabat, pide para si sendas supremas, contenidos espirituales [contenidos de naturaleza celestial, se excluyen por ende contenidos de naturaleza profana. Cf. Shabat 150a], según la naturaleza de si misma “es bueno agradecer a HaShem y cantarle a su Nombre supremo, para mencionar en la mañana su bondad y su fidelidad por las noches; con diferentes instrumentos musicales…”( Tehilim, 92:2-4)“entre mi y entre los hijos de Israel es una señal perpetua”(Shemot 31:17). El día santo en el cual se revela la inclinación de la nación – la inclinación de la vida divina en tanto tal – en cada uno de sus miembros es una señal para la nación que existe una característica en su alma que requiere y puede complacerse con HaShem (Cf. Yeshayahu 55:14), el encanto divino que ingresa al punto espiritual del alma adicional [Cf. Beitzá 16a, Taanit 27b], está presente en el corazón de cada uno de sus hijos.

Aquella actividad, que Shabat causa sobre cada particular, causa el año sabático sobre la nación entera [Cf.Zohar Yitró 88b, Zohar BeHar 107-108]. Es una necesidad especial para la nación, cuya creatividad divina está enraizada dentro de ella de manera sobresaliente y eterna, que de tiempo en tiempo se revele dentro de ella la luminosidad divina en todo su brillo, que no anula la realidad profana del cansancio y la preocupación, el desgaste y la competencia que le caracterizan. Este brillo se mantiene con la finalidad de revelar dentro de la nación la pureza interior de su alma en tanto colectiva. Si aquella nobleza que debe ser acompañada con todo jerarquización de la vida pública, causa la reducción de la sutileza dentro de la vida ética, y causa que la contradicción constante entre el escuchar ideal y la proclamación de los conceptos de bondad y veracidad, piedad y compasión y entre la vejación, la opresión y la meticulosidad en las adquisiciones materiales, que si bien deben mostrarse en el mundo de lo práctico, causan no obstante que la luminosidad de lo divino se aleje del ámbito de la conciencia colectiva de la nación. Así también esta lejanía llega a palpitar como un veneno en la conducta ética de los individuos; por lo tanto, la interrupción del orden social desde perspectivas conocidas, de época en época, trae a la nación, cuando ésta está socialmente ordenada, a su quicio esencial. A través de esta elevación llega a la latura interior de la vida ética y espiritual, de parte del contenido divino que posee, contenido superior a toda estrategia y a todo orden social que él mismo elabora y eleva dándoles su perfección e integridad.

Del mismo modo que se declara con respecto a Shabat (Shemot 2:10; Debarim 5:14) “Shabat para HaShem”, así también se declara con respecto al año séptimo (VaYikrá 25:2,4) “Shabat para HaShem” (Cf. Safrá BeHar 1). Las características de la tierra y de la nación coinciden mutuamente. Del mismo modo que la nación tiene la capacidad especial de la elevación espiritual desde la profundidad de su realidad, así la tierra, la tierra de HaShem, proporciona al pueblo que la habita la capacidad de la heredad eterna. Esta tierra firma un pacto y un juramente de seguridad en la eternidad de Israel, que se basa en la naturaleza divina impresa en el sello de esta tierra de maravillosa promisión, emparejada fuertemente con el pueblo que escogió HaShem como su tesoro. El alma de la nación y de la tierra juntas activan el fundamento de su existencia, reclaman su función, poner en acto el tejido de su santidad, precisamente en el año del reposo. El pueblo actúa con su fuerza anímica sobre la tierra, la descendencia de HaShem se revela a través de su influencia espiritual, la tierra actúa sobre el pueblo capacitando su caráctersegún el deseo vital divino en tanto perfecto en su estructura espiritual.

¡¡El año de reposo es un requerimiento para la nación y para la tierra! Un año de silencio y tranquilidad, sin opresión ni vejación, “No oprimirá a su prójimo ni a su hermano porque es año sabático para HaShem” (Debarim 15:2). Año de igualdad y de sosiego, expansión del alma en toda su extensión hacia la corrección divina que sustenta la vida con bondad. Año que no contiene propiedad privada específica ni derechos escrupulosos, donde la paz divina controla a todo ser humano. “Será un Shabat de la tierra, todo será para que ustedes lo consuman, para tí, para tu siervo, para tu sierva, para tu jornalero y para los residentes que vivan contigo, para tus bestias y tus animales que están en tu tierra, para ellos toda cosecha será de alimento”(VaYikrá 25:6-7). La profanación de lo Santo por la escrupulosidad de la propiedad privada en toda la producción agrícola de este año y el deseo por la riqueza, que se provoca por medio del comercio se olvida “para consumir y no para comercializar”(VaYikrá ibíd.; Abodá Zará 62a). La liberalidad y la estimación vienen a toda bendición de HaShem que se encuentra en los frutos de la tierra, “para consumir y no para destruir”(Pesajim 52b). La persona vuelve a su naturaleza juvenil, incluso ya no se verá envuelto en curaciones o enfermedades, que en su mayoría provienen por la ruptura del equilibrio vital en la medida en que se aleja de la pureza de la naturaleza espiritual y material, “para consumir y no para pócimas o medicamentos, ni para hacer de ellas un vomitorio”(Suká 40b; Babá Kamá 102a; Rambam, Shemitá 5:11). El espíritu de santidad y de nobleza se encuentra sobre toda superficie, “Año de reposo habrá para la tierra – ¡¡Shabat para HaShem!”(VaYikrá 25:5).

En este año precisamente se revela la imagen de la nación en toda su magnitud, desde su origen divino, que dentro de las aptitudes propias de las almas hace que estas marchen y conquisten un lugar dentro de la realidad, hasta que la visión vital que fluye de ella y que se hacen cada vez más fijas, especiales y activas hasta que se presente una época mucho más extensa, más importante, que será capaz de elevar a las personas especiales de la nación y no sólo su colectividad en aquella generación especial. El año del jubileo es ciertamente la época en que el mundo renace, preparada desde el fundamento de la suprema libertad divina.

El año de jubileo como enmienda al pasado.
El orden de la vida del año sabático se rige según el deseo interno natural por lo bueno y lo justo, la igualdad y el reposo, cuya conciencia divina y cuyo deseo está impreso dentro de la nación, que no son una característica imitada, algo aprendido de lo externo, sino su heredad natural, de su origen mismo. Sin embargo el origen de Israel, cuando se revela en toda su pureza no se mantiene en si sino que se supera constantemente y se extiende de suyo. Este origen hace adquirir a si mismo la fortaleza de la acción y la energía de la influencia trayendo dentro de si la elevación de la lección positiva, del arrepentimiento puro, que se supera de manera divina dentro de la vida en tanto origen de Israel. Origen tal que marcha en su santidad durante todo el tiempo y durante todas las épocas, “contamos los años sabáticos para santificar los años del jubileo”(Cf. Arajin 32b), de manera tal que capacita la vida, “y contarás para ti siete ciclos de siete años, siete años, siete veces, y serán los siete ciclos de siete años cuarenta y nueve años”(VaYikrá 25:8). Y desde el flujo vital de año de jubileo, que marcha en cada grado de su elevación se extiende hasta que llega a la vida de la nación en su característica particular, se nutre el año sabático y llena su brillo perfecto y vital – que se revela en su deseo por el orden divino que ocupa todo el universo y no sólo su interioridad.

Este orden eleva el espíritu hasta que se agrupa una fuerza grandiosa, que contiene dentro suyo no sólo la posibilidad de revelar lo bueno que posee de manera efectiva en el tesoro de la vida de la nación, cuyo objetivo es conservar el matiz de la vida, como es medida por el año sabático, sino también enmendar las torceduras y defectos del pasado y fijar el desarrollo de la vida de la nación desde su situación original, devolverle la frescura de su época juvenil, de modo tal de revelar no sólo lo que está actualmente oculto en la propia naturaleza del alma nacional, sino más bien aquello que es apto revelar e iluminar en su interioridad por medio de la ayuda de la revelación de la propia bondad electiva, la cual deberá despertar la sublimidad del año de jubileo.

La nación da una señal, esa señal que la capacitó a si misma en aquellos días en que se revelaron las características de su naturaleza, para imprimirla en su nivel más elevado; cuya capacitación puede llegar cuando reconoce la divinidad de la vida, cuando existe un reconocimiento que despierte, a percibir que existe un nuevo espíritu que se anuncia a multitudes, “Y has de hacer sonar un corno el mes séptimo, el décimo día del mes, en el día de Kipurim harán sonar un corno en toda la tierra”(VaYikrá 25:9). El espíritu de Dios lleno de un perdón universal, que encuentra a cada particular en cada Yom Kipur, se eleva en esta ocasión con la santidad del año de jubileo a un matiz universal, cuando se reviste la nación con un espíritu de perdón y arrepentimiento cuyo objetivo es enmendar los errores del pasado. “Y proclamarán libertad en la tierra para todos sus habitantes”(VaYikrá 25:10), “Desde Rosh HaShaná hasta Yom Kipur los esclavos no retornaban a sus casas ni se adquiría nuevos esclavos; sino que comían y bebían con alegría teniendo coronas puestas en sus cabezas. Cuando llegaba Yom Kipur tocaba el tribunal rabínico el corno y los esclavos retornaban a sus casas y los campos a sus dueños” (Rosh HaShaná 8b). Esta libertad no se presentaba súbita como un volcán, porque se derivaba del nivel más alto de lo Santo, no era por ende una excepción en el ámbito ordenado de lo social, su contenido y su esencia fluían dentro del orden de la vital de las épocas anteriores hasta llegar a esta punto, es dentro de él que comienza a elevarse cuando actúa la nación a partir de su capacidad de revelar lo electivo – al enmendar los errores del pasado.

Si algunos miembros de la nación descendieron de su nivel vital, estando llenos de la luminosidad de lo Santo, y se transformaron en esclavos olvidando el grado de nobleza que les pertenece, y aquel “oido que escuchó en el monte Sinaí: pues son para Mi los hijos de Israel siervos, son mis siervos y no siervos de siervos – fue éste y adquirió un amo para si”(VaYikrá 25:55), entonces viene Shabat el honor personal son su libertad, desde un manantial vital de santidad que fluye del más alto de los orígenes. Desde este origen la nación toda adquiere la luminosidad de su alma – libertad se ha de proclamar en la tierra para todos sus habitantes. Frente a la situación de falta de igualdad en lo relativo a la propiedad del terrateniente, que se desprende de la debilidad del espíritu a causa de los múltiples pecados humanos, lo que disminuye su energía, hasta hacerlo perder la heredad de sus ancentros, – viene Shabat, que coincide con los valores de la nación desde el principio de su germinación, esta adquisición básica que para aquellos que en la lucha por la vida hubieron de verla perdida, “en Shabat – en el año de jubileo ha de volver cada uno a su heredad”(VaYikrá 25:13).

Es precisamente en este impulso lleno de vitalidad que la nación se encumbra hasta adquirir un marco vital junto con la vida humana en su totalidad, por medio de ciertos seres humanos que habitan – aquellos que se encuentran dentro de la totalidad, dentro de la humanidad y sienten dentro de ellos mismos una relación especial a las lozanas tendencias nacionales y a sus anhelos espirituales, es precisamente entonces que se introduce en la nación un deseo interior por expulsar los residuos que contiene para que ilumine el preclaro astro colectivo. “No rige la ley del siervo hebreo ni del converso residente sino sólo cuando rige el año de jubileo”(Cf. Arajín 29a; Rambam, Abodat Kojabim 10:6; Abadim 1:10).

Todos estos en conjunto son signos vitales superiores, que han de ser revelados por esta nación, dentro de la cual esta ética nacional y divina palpita, siendo correcto para ella, pues está construida con todo tipo de estrategias a causa de su alto nivel organizativo-gubernamental “cuando todos sus habitantes la pueblan” – de manera tal que ha de concretarse en ella la revelación y el reconocimiento de la justicia divina, que reside más allá de las características propias, siendo el resguardo de sus funciones de modo tal que no desciendan ni se eliminen.

Cuando el libre albedrío utilizado defectuosamente oculta la iluminación suprema de la vida, aquella ejemplificada en las amplitudes celestes, que avanza y se expande también más allá del límite de Israel, entonces este albedrío defectuoso afecta el fundamento de las características humanas naturales. No obstante no puede eliminarla por completo, pero tiene en si la posibilidad de arrojarla a profundidades, tanto que suele desaparecer por un largo tiempo. El pueblo esperaba ver luminosidad pero ella estará ausente, hasta que se aproxime el tiempo.

El ascenso y el descenso.
La Torá, con sus pensamientos, sus leyes y sentencias, relativas tanto a la vida privada como pública, es el lente prístino que dentro de él se observa toda la virtud espiritual de la nación; ya sea entre el espíritu característico y natural del año sabático y el espíritu supremo divino y vital del año de jubileo, que se manifiesta en la capacidad de la libre elección. Cada vez que se cumple, tanto a nivel espiritual como práctico, dentro de la nación y dentro de la tierra y de los órdenes sociales, proporciona fortaleza y magnificencia al pueblo. La intimidad con Dios construye la base del alma de cada hombre y llena su corazón de ánimo. Fluye dentro de la iluminación de la fe divina por medio del reconocimiento de la nación a partir del alma de su propia naturaleza, cuyas selecciones históricas con las cuales se corona, diadema de redención generacional, capacitan su reconocimiento divino según su particularidad. Este reconocimiento especial actúa y es activado a partir del la bondad general de la luz divina que radica en cada hombre y en el universo entero, siendo un factor de beneficio en el proceso de adaptación hacia él, tal adaptación imprime en él un matiz particular, siendo la base que lo hace capaz de abarcar todo espíritu con sensaciones de pureza y alegría de justicia basadas en la eternidad de estos valores en tanto placer divino, esto salva del sin sentido y construye futuros.

La nación se eleva a tales cumbres cuando reconoce su propio espíritu. Este reconocimiento la lleva a coronarse con la grandeza impresa en el corazón de la Torá cuya existencia es la base que la mantiene sobre la tirrra, a pesar que la vida social no sea del todo óptima o incluso que se contradiga con esta cumbre espiritual, hacia la cual el espíritu de Israel tiende, no se encarcelará dentro de la fortaleza social sino que marchará con firmeza y seguridad. Entonces se despertará su característica natural junto con la fuerza del libre albedrío que la acompaña. El año sabático y el año de jubileo siempre han de ser íntegros en principio, de tal modo la tierra responderá con la emergía espiritual latente dentro de ella, tan apropiada a la alegría del año sabático y a la frescura del año de jubileo. “Mandaré mis bendiciones a ustedes durante el año sexto y recolectarás siega para tres años”(VaYikrá 25:21) “Abundarán en agua los oasis en los desiertos y una alegría cercará las colinas” “Se cubrirán de verdor los pastizales de los rebaños y los valles se llenarán de trigo, exultarán y cantarán”(Tehilim 65:13-14).

Cuando se apaga en Israel el reconocimiento del espíritu propio “abandona Israel su bien”(Hoshea 8:3), olvida su energía y fortaleza. La observación externa al medio social no desarrollado, salvaje en su naturaleza y elección, hace olvidarle la grandeza de su ser. Entonces se alejan del corazón el deseo por la vida divina con sus sutilezas y el anhelo de palparla junto con la energía que se forma en la práctica, en la tierra de la vida, de los vivos. La pureza del intelecto simple y la capacidad de distinguir se interrumpen, el brillo de la justicia de apaga. Sus posiciones son usurpadas por la burda imaginación de una sociedad salvaje y por la torpe maldad de salpicaciones idolátricas junto con sus abominaciones. En lo profundo se mantiene el ser propio, noble y divino del alma de la nación y no podrá nuevamente tomar parte en los anhelos de una vida de pureza, tranquilidad y justicia. Cuando el ser propio de la nación desciende de nivel agrega descenso también al espíritu de la tierra, ya que coinciden ambas, la nación y la tierra, de modo perfecto, cuando el alma de la nación se debilita la tierra no podrá concretar su función apropiadamente. El espíritu de la tierra, es decir el espíritu que tiende al anhelo de lo Santo y de la frescura divina, ha bajado profundamente. “La tierra se ha impurificado, he recordado su pecado y expulsará la tierra a sus habitantes”(VaYikrá 18:25). El espíritu de la nación en su totalidad absorvió en su interior bases réprobas y extrañas, hasta desplazar su pureza esencial. “Porque se ha prostituido la madre de ellos, ha tomado mal olor la que los concibió”(Hoshea 2:7). Incluso en todas las impresiones de santidad que conserva la nación en su propio ser el veneno se ha esparcido “Los novilunios y las festividades de ustedes mi alma odia, han sido para mi una carga, me he cansado de soportarlos”(Yashayahu 1:14). La vida nacional después de haberse impurificado, ha recibido además enfermedades éticas de gravedad suma, que hicieron junto a su griterío social un disturbio interior que perturba el alma. Estos dos fundamentos, la nación y la tierra, que en su sanidad agregan una a otra una gama magnífica de riqueza, una energía y fortaleza sin parangón, comenzaron a influenciarse también la una sobre la otra en su enfermedad – para mal y para desgracia, hasta que fue necesario ubicarse en la situación de la curación, cura piadosa y cruel por igual, un corte terrible, el alejamiento de la nación de la tierra. “A causa de nuestros pecados hemos sido expulsados de nuestra tierra y alejados de nuestro suelo”(Musaf de festividades).

El retorno
Dentro de la misma gran penuria de la nación, cuando no obstante se aleja de dentro de ella el ruido de la vida nacional y su disturbio dañino, comienza a volver una luz espiritual que aparece tenuemente en los profundidades a las que descendió. El espíritu de la nación levanta además la realidad concreta en tanto repose de la vida pública, que son el primer indicio de la impureza concentrada. “Y le dijo: muchos días permanece conmigo, no te prostituyas ni pertenezcas a ningún hombre, y también yo estaré contigo. Ya que por muchos días habitaron los hijos de Israel sin rey ni ministro, sin sacrificios ni altar, sin efod ni terafim” (Hoshea 3:3-4) “Aconteceráen aquel día, dice HaShem, que eliminarétus caballos en medio de ti, yharédestruir tus carros. También harédestruir las ciudades fortificadas de tu tierra y arruinarétodas tus fortalezas.Asimismo, destruiréde tu mano las hechicerías, y no se hallarán enti los que practican la magia. Harédestruir tusídolos y tus piedras rituales en medio de ti, y nuncamás te inclinarás hacia la obra de tus manos”(Mijá 5:9-12)

“Yo desolaré la tierra, y asolarán los enemigos a sus habitantes. A ustedes los dispersaré entre los pueblos y ellos desenvainarán la espada detrás de ustedes, su tierra quedará desolada y sus ciudades destruidas. Entonces aceptará la tierra sus años sabáticos todo el tiempo de la desolación, mientras ustedes están en la tierra de su enemigo, entonces reposará la tierra y recibirá sus años sabáticos. Todo el tiempo de la desolación reposará por los años sabáticos que no reposo cuando ustedes la habitaban” (VaYikrá 27:32-35)“La tierra será abandonada de ellos y reposará sus años sabáticos cuando esté desolada de ellos, entonces sus pecados serán perdonados, ya que mis decretos han despreciado y mis normas sus almas han abominado”(VaYikrá 26:43).

Israel en la diáspora abandonó su preocupación de todos los asuntos mundanos relacionados con la nación como un todo. Puso su corazón y sus ojos sólo en las alturas de los cielos. Su corazón ya no se dirigió a aumentar fuerzas armadas, jinetes o tropas como lo hicieron los otros pueblos del orbe; ciertamente no tubo ya la nación ningún tipo de ocupación material. Junto con esto dejó de codiciar las impudicias de los otros pueblos, el espíritu de HaShem comenzó a palpitar para hacerle inteligir el valor de lo humano y la noble virtud de su alma, así conocer y apreciar en especial el valor espiritual de la nación y de sus ventajas divinas. La Torá fue más querida por Israel que el oro y que la plata, como en los lejanos días de su juventud. Por la santidad de la fe y por el cumplimiento de los preceptos partió alegre al cadalso. Sus ojos y su corazón, que siempre estuvieron prendidos al cielo, trajeron remedio para todo malestar de la vida nacional y para todos sus delitos, y desde que fue alejado de su tierra se dirige siempre a este remedio – aunque no en forma ruda, no como todo comerciante de cántaros que desea la tierra de su origen porque le proporciona sustento y medios materiales, sino que con ojos plenos de aprecio a lo Santo la contempló, observó su característica interior, tan apropiada al deseo divino que comenzó a volver dentro de él.

Así la tierra se estremece de su impureza. “Los ebrios de Efraim”(Yeshayahu 28:1), ministros crueles y secuaces de latrocinio, amantes del soborno y del cohecho, quienes por lo mucho que poseen terminan renegando, fueron borrados de ella junto con toda su protección y magnificencia. Después de mucho tiempo comenzó la tierra a jalar a ella lentamente a desplazados individuales, pero sólo por la fuerza para con Dios, por su santidad suprema que supera todo deseo de vida material y de demandas de estructura nacional.

“En los momentos finales de la salvación se cerrará la brecha”(Cf. Rabí Shlomó Bablí, Selijot para el lunes – Yeshayahu 34:8) “El corazón no revela secretos a la boca”(Kohélet Rabá 12:10; Sanhedrín 99a). Aquel que viene en nombre del enigma divino con el objetivo de saber cuándo han de purificarse la tierra y el pueblo de aquella impureza de separación, cuándo ha de tornar aquel espíritu que se oculta en su esencialidad y se revela en su actividad; revelación según la medida de capacitación de las circunstancias exteriores que la posibilitan en la tierra y en la nación. La pureza y la protección características se concretan cuando llega el tiempo de la unión, cuando se reúnen la nación y la tierra en conjunto actúan cada uno sobre el otro para bienestar y bendición; de manera totalmente distinta a cuando estuvieron en las épocas de obscuridad – nadie de nosotros sabe hasta cuando. Así, nuestros ojos intentan observar el escondite secreto desde algún mirador para ver el final ya revelado, sobre el cual nuestros sabios desde antaño expresaron: No existe un final más revelado que éste, como se declara: “Ustedes, Israel, sus ramas den y sus frutos levanten para mi pueblo Israel porque ya se aproxima en venir” . Me he dirigido a ustedes y se dedicarán a trabajar y a sembrar y los multipliqué a toda la casa de Israel, sus ciudades serán habitadas y sus ruinas reconstruidas; los multiplicaré a ustedes y a sus ganados, fructificarán y los haré habitar como antaño y los beneficiaré más que antaño, y sabrán que Yo soy HaShem”(Yejezkel 36:8-11).

Mientras no se acabe el enojo, mientras que en los combates espirituales de la nación y de la tierra no se había apartado aun su enfermedad, toda la finalidad de la nación era dirigirse a HaShem; debido a la desolación imperante, no se interesó en vertir el corazón humano hacia la vida material que está sobre el suelo. No obstante, cuando se revelen en la vida social y en el régimen estatal, inmediatamente aparecerá aquel espíritu de confusión que estaba presente en las culpas y errores del pasado, entonces volverá y nuevamente arremeterá. De tal modo quedó trabado hasta entonces todo visión espiritual, la tierra fue olvidada como un muerto del corazón de la nación, y aquellos individuos que pensaron en emigrar a ella, no tuvieron ningún interés en relacionarse con el aspecto material y concreto de la tierra.

Sin embargo, cuando la medida de enojo divino se completó y su reproche que afectó no sólo a los individuos – que en gran número retornaron en tiempos del primer exilio – sino también el espíritu de la nación en tanto un todo y se levantó tal espíritu junto con el espíritu de la tierra que fue humillado en tiempos no idóneos, entonces comenzaron los caminos de Sión enlutada a pedir su recuperación. El pueblo que había sido apartado de estos caminos comenzaron a pensar y desear volver a sus ciudades y a su tierra, para encontrar allí vida íntegra, vida que enmiende lo dañado tanto desde un punto de vista material como espiritual. Solamente así comenzó el espíritu a palpitar, se acercó a escondidas, su rostro ocultó, aquellos que lo conocían no lograron reconocerlo y aquellos que lo reconocieron no observaron su desarrollo. No obstante, si vemos desde el comienzo de su florecimiento con el corazón visionario de los espíritus santos – lo vieron y no percibieron su energía y su realidad, hasta que por circunstancias se transformó y cada vez se revela mucho más, las sendas más cercanas a los anhelos materiales fueron las primeras que reconocieron sus pasos. Su carácter, lleno de materialismo, amor a la tierra, trabajo, orden y control social, no se desarrollo según el espíritu como en el caso de aquellos hombres especiales que existen dentro de este pueblo, que olvidaron la vida y se apartaron de lo bueno.

Bajo estas circunstancias las personas más sutiles son llamados a venir y enfrentar este conflicto, a fortalecer las manos débiles, elevar todo espíritu decaído y animar a todo aquel que se equivocó, a llamar con voz potente: “¡¡Sión, que no decaigan tus manos!”(Tzefaniá 3:16). He aquí el alma del Dios vivo ha desaparecido, aquella que se asentó en la sombra de la escalera todo el largo período del destierro, ahora se manifiesta. Su magnificencia sólo podrá manifestarse dentro de su pueblo el cual vive plenamente en su tierra. Del mismo modo que la presencia divina no recae sino en una persona que sea valiente y adinerado, un hombre de altura, aunque todo esto no se asentará sin las virtudes espirituales de la sabiduría y la humildad, así también la presencia divina como un todo no reposará sino en un pueblo valiente, rico y elevado, sólo que todo esto encontrará su valorización cuando sean base de la luz espiritual y divina, la luz de HaShem, la humildad y la justicia.

Con el alma consternada y con las rodillas débiles de tratar de detener la maldad y la angustia, aquellas provocadas por la presión del enemigo y por la ruindad del peregrinaje, casi sin esperanza ni consuelo en tierras extrañas, vinieron a la tierra de Israel los dispersos en el exilio, aquellos que quedaron, que sobrevivieron. Sus ojos agobiados, por la obscuridad de un exilio tras otro, no podrán abiertamente soportar la fuerza de la luz plantada en esta tierra. La altura aun no se ha erguido por completo, el espíritu todavía se ha animado y el alma divina aún no se ha manifestado con toda la fuerza de su energía. No obstante, algunas señales de luz se observan en el horizonte, el final cada vez está más cerca y manifiesto, y todo aquello que el espíritu de HaShem hace palpitar se transforma en ser uno de los primeros constructores, uno de aquellos que construyen la nación en la tierra de promisión eterna.

Los preceptos que dependen de la tierra.
Del mismo modo que es joven la presencia de nuestra pueblo sobre la tierra santa; así como es pobre nuestra construcción con respecto a nuestra enorme esperanza, la cual brilla a la diestra levantada de HaShem “para plantar los cielos y para fundamentar la tierra diciendo a Sión: Tú eres mi pueblo”(Yeshayahu 51:16), así también es sutil y débil el espíritu sentido dentro nuestro por la sublimidad de la tierra deseada. La magnificencia que se manifiesta en la santidad del año de jubileo y en el año sabático dentro de la tierra santa, lo que brinda fuerza y valentía al pueblo, sólo con la distancia lo podremos observar. Ciertamente los preceptos que dependen de la tierra reviven nuestro espíritu cuanto podamos de ellos cumplir hoy en día, aunque todavía no tengamos nada en plenitud. Sin embargo ha llegado el momento de la resurrección de la Torá frente a la resurrección de la tierra: el estudio de estos preceptos comienza a ser algo de suma importancia para el pueblo de HaShem, quien dirige la mirada hacia su tierra dentro de un espíritu divino que lo llena, siendo una responsabilidad sagrada mayor que la responsabilidad general que abarca a toda la Torá. Esta responsabilidad comienza a manifestarse principalmente a los habitantes de la tierra santa.

El estudio conlleva la acción, el estudio de las leyes con claridad y en extenso, la escritura de libros y el aumentar la investigación sobre ellos, traen el conocimiento y el amor a los preceptos que dependen de la tierra, que fueron olvidados por cientos de años de la mayoría de la nación; la luz divina, que en cada señal y señal y que en cada detalle y detalle de los detalles de la Torá, se manifiesta y anima a anhelar el cumplimiento de todos los componentes de estos preceptos, y el reconocimiento de su justicia y de su valor aumenta según el aumento de su estudio y sublimidad.

El año sabático en la época de la reconstrucción nacional.
He aquí que se aproxima el año sabático según el cómputo tradicional que poseemos. Por la precaria condición de nuestro asentamiento en la tierra es una necesidad conformarnos mayoritariamente con una disposición de emergencia, del modo en que fue acordado por los grandes de la generación cuando profundizaron en las condiciones del asentamiento judío en la tierra santa, y con una preclara percepción comprendieron las situaciones del futuro, sintiendo que no deben avergonzarse el día de las acciones pequeñas y sabiendo que esto proviene también de HaShem. Aquellos fijaron un surcó para su pueblo sobre la tierra santa que se transforme en una puerta de esperanza y en el florecimiento de la fuerza redentora, siendo una enorme responsabilidad para nosotros enderezar su sendero, de forma tal que se vean afectados los preceptos relativos a la tierra en tanto sea posible. HaShem no se presenta violentamente frente a sus criaturas y según el principio que en un precepto de orden público es posible facilitar y en situaciones de grandes pérdidas y de emergencia. Todos estos principios de reunieron en esta pregunta de forma tan amplia que no tiene parangón en ninguna pregunta que haya tenido que responder Israel en sus investigaciones legales, en todo el largo período del exilio. No obstante, a pesar del hecho de no haberse aplicado esta medida de emergencia, existen muchas leyes dentro de ella, que deben ser cumplidos en la práctica. Así también hay muchas personas temerosas de HaShem, aquellos que prestan atención a su palabra, que debido a su apega a los preceptos que dependen de la tierra y de la obligación de reposar en el año sabático, obligación que todo Israel está ansioso de cumplir dentro de la tierra de promisión, no prestan atención a las pérdidas y las dificultades y están dispuestos a cumplirla enérgicamente – según el sentido estricto de su ley. ¡Que éstos sean bendecidos por HaShem!

Fuero de esto, el estudio mismo suele traer a la acción, el repaso de las leyes esculpirá en nuestros corazones su obligatoriedad, desde cada año sabático al siguiente se han reunido muchos que con fuerza divina en sus almas han ampliado los límites del precepto general y particularmente, con alegría en Israel que hace en el monte de la Santidad la manifestación del poder divino que posee el pueblo de HaShem, esperamos que en el futuro se pueda cumplir esta obligación de manera completa e íntegra.

Desde el espíritu de HaShem que sobrevuela sobre su pueblo y su tierra renacerá la santidad del año sabático y la rara magnificencia de su grandeza para esparcirse sobre toda alma, para el todo el pueblo en especial para aquellos que moran dentro de la tierra de promisión, con cálida energía y cariño. Así el espíritu del año de jubileo que está oculto se manifestará desde su sagrada morada sobre el año sabático. Con el objetivo de despertar la gloria de la redención y hacer sonar el corno de nuestra liberación, así levantará a los dormidos y animará a los redimidos.

Conclusión.
Por todo lo anterior me he visto en la obligación de publicar estos artículos, que he ordenado según las leyes referentes al año sabático.

Siempre esperando en la ayuda divina para que sea engrandecida y alabada nuestra Torá y así amerite yo y todos los que estudian la sabiduría de Hashem, en especial mis hermanos a quienes llamaré con afabilidad – aquellos son los sabios de Eretz Israel – a ampliar la investigación sobre los preceptos que dependen de la tierra en general y sobre la obligación del año sabático en particular. Junto con la preocupación de las leyes prácticas debe prepararse el corazón con inteligencia a conceptuar los conceptos divinos a la luz del pensamiento de HaShem, con un espíritu pleno de grandeza y valentía, y Aquel que proporcionó inteligencia al ser humano y que hace recaer sabiduría sobre la tierra santa, Aquel que nos dio la oportunidad de morar en los límites de su heredad, nos llenará de espíritu de entendimiento y nos fortalecerá con una comprensión óptima, y así también nos protegerá de cualquier error todo por su pueblo y por su heredad.

Muy pronto veremos las palabras de su profeta cumplidas:

“Yo los tomaré de las naciones y los reuniréde todos las tierrasy los traeréa su propia tierra.. Entonces esparcirésobre vosotros agua pura, serán purificados detodas sus impurezas y de todos sus dolos los purificaré .Les daréun corazón nuevo y pondréun espíritu nuevo dentro de ustedes. Quitaréde vuestra carne el corazón de piedra y les daréun corazón de carne. Pondrémi espíritu dentro de ustedes y haréque anden según mis leyes, que guarden mis decretos y que los pongan por obra. Y habitarán en la tierra que di a sus padres. Ustedes seránmi pueblo, y yo serésu Dios. Los libraréde todas sus impurezas. Llamaréal trigo y lo multiplicaré, y no los someterémás al hambre. Multiplicaré, asimismo, el fruto de los árboles y el producto de loscampos, para que nunca más reciban afrenta entre las naciones, por causadel hambre”.(Yejezkel 36:24-30)

Asíha dicho HaShem, Dios: “El día en que yo los purifique de todas susiniquidades, harétambién que sean habitadas las ciudades y que sean reconstruidaslas ruinas. La tierra desolada serácultivada, en contraste con haber estado desoladaante los ojos de todos los que pasaban. Y Dirán: ‘Esta tierra que estaba desolada ha venido a ser como el Jardínde Edén, y estas ciudades que estaban destruidas, desoladas y arruinadasahora Están fortificadas y habitadas.’ Entonces las naciones que fueron dejadas en vuestros alrededores Sabránque yo, HaShem, he reconstruido las ciudades arruinadas y he plantado latierra desolada. Yo, HaShem, he hablado y lo haré”(Yejezkel 36:33-36)

Yaffo 5670

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