SUCOT
Nombres de la fiesta de SucotLa fiesta de Sucot: “El día quince del mes séptimo será festividad de las cabañas para el Eterno, que durará siete días (Levítico 23:34), y así: “Viviréis en cabañas esos siete días. Cada nativo de Israel habitará en cabañas, para que vuestras generaciones sepan que hice habitar a los hijos de Israel en tiendas cuando los liberé de la tierra de Egipto” (Levítico 23:42-43).
Esta festividad le recuerda al pueblo la estadía en el desierto en el camino de la esclavitud a la liberación nacional y espiritual. En el desierto se creó la imagen espiritual del pueblo y allí recibió la Torá. Aún cuando llega ese pueblo a su descanso en su tierra, la tierra de Israel, recordará la adversidad del desierto y la benevolencia del Santo Bendito Sea “Y te condujo por el desierto grande y terrible plagado de víboras ardientes y escorpiones, un erial carente de agua de donde, empero, Él extrajo para ti agua de la roca dura. Y te dio también maná para comer en el desierto, cosa que no conocieron tus padres”
(Deuteronomio 8:15-16). La fiesta es también llamada la fiesta de la cosecha: “Y celebrarás la festividad de las cabañas durante siete días, una vez recogido el producto de tu era y de tu lagar”.
2) La alegría: La festividad es llamada por nuestros sabios “época de alegría” (de la misma manera que lafestividad de Pesaj es llamada “época de liberación”, y Shavuot – “época del recibimiento de la Torá”). Tres veces somos obligados en la Torá a alegrarnos en la fiesta de Sucot “Y te alegrarás en la festividad”, “Y estarás
alegre”, “Y se alegrarán ante vuestro D’s durante siete días”. Existen varias razones para esta alegría: la alegría de la cosecha, y aquella que viene luego del esfuerzo espiritual realizado durante los “días de arrepentimiento”. En este momento estamos seguros que ha sido bueno nuestro veredicto, y es por eso que estamos alegres. También está la alegría de la peregrinación, la unión y la concentración de todo el pueblo en Jerusalem – “una ciudad que hace a todo el pueblo de Israel amigos”. Esta alegría tenía su punto culmine en Simjat Bet Hashoeva en la época que existía el Templo.
3) La preocupación por los pobres y necesitados: En la festividad de Sucot se enfatiza la idea de igualdad social y cooperación de los diferentes niveles sociales. “Te regocijarás en la celebración tú con tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita, el forastero, el huérfano y la viuda que moraren contigo. (Deuteronomio 16:14). A estas tres personas que poseen riquezas se le agregan otros seis que no poseen. De aquí la costumbre de aumentar la caridad en vísperas de Sucot, e invitar personas para compartir la festividad.
4) Paz: la festividad de Sucot es época de alegría, pero es también el día de la sentencia. En Sucot son sentenciados (todas las criaturas del mundo) sobre el agua (se fija la cantidad de lluvias que caerán ese ano). En Sucot se sacrifican siete toros uno por cada nación del mundo y estos eran sacrificios para el bienestar y tranquilidad de todos los pueblo de la tierra. En la fiesta de Sucot comenzamos una nueva etapa en la relación con las otras naciones, y la suca es llamada “la suca de la paz”: “y extiende sobre nosotros la suca de la paz”.
1) La base nacional – la unión del pueblo: la fiesta de Sucot, como el resto de las festividades de peregrinación, tienen una base nacional. El precepto de la suca nos viene a recordar un pasado en común, cuando el pueblo de Israel estaba en el desierto camino a Eretz Israel. En la fiesta de Sucot el pueblo de Israel subía a Jerusalem, lugar céntrico espiritualmente y de superior importancia, para festejar la fiesta en ese lugar.
Según nuestros sabios las cuatro especies representan los cuatro tipos de clases que existen en el pueblo de Israel.
Etrog – posee sabor y fragancia, representa a los estudiosos de la Torá y los que practican buenas acciones.
Lulav – ramo de palma – tal como su fruto, tiene buen sabor pero carece de aroma, así también existen los hombres que han estudiado pero no practican lo aprendido con perfección.
Hadas – mirto – posee aroma muy agradable pero es insulso, así existen los que poseen perfectas acciones sin que sean muy estudiosos.
Aravá – sauce – es insulso y carece al mismo tiempo de aroma, existen algunos israelitas que no son estudiosos ni tampoco realizan buenas acciones.
Estas cuatro especies se toman juntas para bendecir, tres de ellas se atan – lulav, hadas y aravá – para simbolizar que el pueblo de Israel solo está completo si todas sus fuerzas se juntan.
La construcción de la suca: “Y celebrarás la festividad de las cabañas durante siete días, una vez recogido el producto de tu era y de tu lagar”. Explicaron nuestros sabios: del resto de la era y del lagar: de esas mismas ramas, hojas y tallos que han quedado luego de cosechar las uvas y de sacar los granos de trigo, de ellos haz tu suca. Lo más importante de suca es el “sjaj” – techo. Las paredes pueden ser de cualquier material. El sjaj – solo del crecimiento de la tierra. El sjaj tiene que ser espeso para que haya más sombra que sol, y para que los rayos de sol que entran en la suca, sean minoría en comparación con la sombra – pero no tan espeso de no dejar ver las estrellas. No se puede construir una suca debajo de un techo, patio o árbol. El hombre debe adornar su suca como mejor pueda. Se
acostumbra a adornarla con frutas de las siete especies de Israel, y a lo largo de las generaciones el adornar la suca se convirtió en un arte especial. Se acostumbra a comenzar con la construcción de la sucá al concluir Iom Kipur y así se dirige “de un precepto a otro”.
El precepto de habitar la suca: durante los siete días de fiesta, es un precepto comer y dormir en la suca. Se debe llevar a la suca los mejores utensilios ya que ella representa nuestra casa principal durante siete días.
Ushpizin – visitas: Nosotros invitamos a la suca a las almas de nuestros antepasados y de los líderes, en cada día existe un invitado de honor según el orden: Abraham, Itzhak, Iaakov, Iosef, Moshe, Aharon y David.
Hay quienes agregan a Shlomo a esta lista, en lugar de Iosef. Para ser merecedores de estas visitas debemos invitar gente de carne y hueso, sobre todo aquellos que no han podido construir su propia suca.
1) Lulav – rama de palma. Tiene que estar erguida y unidas sus hojas. Se debe poner suma atención que la rama central no este ramificada.
La bendición es “Al netilat lulav”, ya que es el más alto y el que sobresale de todas las especies, por eso su altura tiene que ser por lo menos 4 tfajim (63 centímetros), y el hadas y la arava están unidos a él.
2) Etrog – fruto cítrico sin ningún daño. En la parte inferior debe estar la unión con el árbol y en la parte superior el pitam. Se acostumbra en la mayoría de las congregaciones a utilizar etrog de un árbol no mezclado con el limonero, ya que se debe bendecir solo por el etrog y no por una mezcla.
3) Hadas – mirto. Se deben tener tres ramas de hadas. Esto lo aprendemos del versículo: anaf – rama (una) etz – árbol (uno) avot (uno). El ornamento del hadas es al ser triple, es decir que en cada lugar de las hojas, tiene tres hojas que salen del mismo lugar. La altura de las ramas debe ser por lo menos 23 centímetros.
4) Arava – sauce. Dos aravot. Como está escrito “arvei janal” – sauces del río – y el plural es de por lo menos dos.
Porqué se lee el libro de Kohelet en Shabat Jol Hamoed?
En Shabat Jol Hamoed Sucot se lee el libro de Kohelet. La frase principal de esta lectura es “Vanidad de vanidades dice Kohelet. Vanidad de vanidades todo es vanidad”, en la fiesta de la alegría, de la recolección. Una de las explicaciones es que esta lectura despierta cuestionamiento, si la verdadera felicidad es solo cuando el hombre satisface todas sus necesidades, y el libro responde que no la satisfacción material es la principal, sino el esfuerzo continuo para el perfeccionamiento de las cualidades morales.
La Sucá es una construcción transitoria con la que se cumple la obligación asentada en la Torá para la fiesta de Sucot.
En la construcción de la Sucá, se deben tener en cuenta:
1. Las dimensiones de la Sucá
2. Características de las paredes
3. Características del techo
4. Lo que hay debajo y arriba del techo
5. La acción de construir la Sucá
6. El lugar elegido para montarlaLas dimensiones de la Sucá
Dado que las dimensiones están reglamentadas en la ley en términos de las medidas del cuerpo humano, utilizaremos ese mismo criterio, haciendo desde ya la salvedad que hay discrepancia entre las Autoridades Rabínicas acerca de cuánto es exactamente cada una de estas medidas en la práctica.Un Tefaj (plural Tfajim) es un “puño”. Oscila entre 8 cm. y 9,82 cm.
Una Amá (plural Amot) es el largo del “codo” hasta la mano. Oscila entre 47 cm. y 58,9 cm.La Sucá debe tener un ancho y un largo mínimos de 7 Tfajim (56 a 68,74 cm.).
Asimismo, la altura de la Sucá no debe ser menor a 10 Tfajim (8 a 98,20 cm.) y no mayor a 20 Amot (9,40 a 11,78 m.).Características de las paredes
1. Las paredes de la Sucá deben ser estables de modo tal que se mantengan firmes frente a un viento habitual (en particular en lo que respecta al sector inferior a los 10 Tfajim). Si las paredes se sacuden por la acción del viento, aunque no se caigan, no cumplen con su función y la Sucá es inválida. Aun si la Sucá está situada en un sitio protegido del viento por los muros exteriores del patio, las propias paredes de la Sucá son las que deben ser resistentes al viento.
Si la mayor parte de la pared está quieta frente al viento, y solo se sacude en algunas zonas mínimas, la pared sigue siendo válida. Por lo tanto, si se utiliza una sábana como pared, debe ser complementada en su tramo inferior a los 10 Tfajim con listones que no disten más que 3 Tfajim entre ellos.2. El material de las paredes puede ser de cualquier origen (piedra, madera, metal, etc.), pero si las paredes sostienen el techo de la Sucá (Sjaj), es preferible que cumplan con las características que condicionan el Sjaj (salvo la pared de mampostería, sobre la cual se puede apoyar el Sjaj sin restricción).3. Las paredes deben ser sólidas, pero pueden contener huecos libres, aun si pasa la luz del sol por esos espacios, siempre y cuando – debajo de los 10 Tfajim – los espacios no constituyan la mayoría de la superficie de las paredes y tengan menos 3 Tfajim de ancho y largo (Lvud).El concepto de “Lvud” significa que los espacios libres menores a 3 Tfajim se consideran unidos.
4. Las paredes de la Sucá no necesitan llegar hasta el Sjaj, sino que al tener la altura reglamentaria (10 Tfajim), puede quedar vacío el espacio, siempre y cuando perpendicularmente las paredes estén situadas bajo el Sjaj (Gud asik).
El concepto de “Gud asik” significa que consideramos que la pared sigue elevándose hasta el techo.
5. Óptimamente una Sucá debe estar cerrada por 4 paredes aptas (dejando espacio para ingresar).
6. La cantidad de paredes aptas deben ser 3 como mínimo.
Una de las tres paredes puede ser “parcial”, sin que esto afecte a la aptitud de la Sucá. Esto es cuando aquella pared está constituida parcialmente por un “Tzurat haPetaj” (forma de puerta). Esto es posible cuando las 2 paredes enteras están unidas en un vértice y la 3ª pared tiene 4 Tfajim (que sería la mayor parte de una Sucá mínima) completos, y el resto de la pared se forma a través de dos postes que ocupan al menos 10 Tfajim de altura y un travesaño. El espacio entre los postes debe ser al menos de 3 (según otros, 4) Tfajim, mientras que otros opinan que debe ocupar todo el resto del largo de la pared hasta el final de la Sucá.
Cuando las dos paredes enteras están enfrentadas una a la otra, la 3ª pared, requiere al menos tener 7 Tfajim de ancho y el resto puede quedar libre.
Existen formas adicionales de reducir el tamaño de la 3er pared con el uso de un “Lvud”, pero no las hemos mencionado aquí.
Características del techo
1. El material autorizado para tapar la Sucá (Sjaj) debe ser el descarte del reino vegetal: mimbre, paja, ramas.
2. En la práctica, está permitido como Sjaj todo aquello que sea del reino vegetal, que no esté enraizado a la tierra, y que no sea apto para volverse ritualmente “impuro”.
3. Asimismo, los Sabios determinaron que no se acepta que esté formado por lo que anteriormente haya sido, o en el futuro sea apto para volverse ritualmente “impuro”, ni por tablones de más de 4 Tfajim de ancho, ni que esté unido en forma de atado. Tampoco debe ser perecedero de modo tal que sepamos de antemano que no resistirá los 7 días de la fiesta de Sucot, ni maloliente.
A su vez, esta descalificado aquello que haya perdido su “aspecto” vegetal.
4. No se debe techar la Sucá con cortinas (de paja) que se utilizaron para acostarse, caminar encima, o que habitualmente se utilizan para acostarse o como techo fijo. Asimismo, si tienen un borde por el cual puede contener objetos, no es apta como Sjaj.
Si fueron creadas expresamente para que sirvan como Sjaj, está permitido su uso, siempre y cuando estén unidas por un hilo de nylon de mono-filamento. De todos modos, al colocarse sobre la Sucá, la cortina debe ubicarse de manera que las pajas estén dispuestas de manera perpendicular sobre las maderas que sostienen el Sjaj, y no dependan del hilo que las une para sostenerse.
5. La cantidad de Sjaj que se debe colocar es tanta, que provea “sombra más que sol”.
Dado que los espacios de luz dentro del Sjaj se amplían cuando se ven en la superficie del piso de la Sucá, se debe medir la sombra en el piso y no en el techo.
El Sjaj debe estar distribuido de manera pareja, de modo que no queden espacios de 7 x 7 Tfajim (56 a 68,74 cm.) en los que el sol supere a la sombra.
Una Sucá que tiene tanto Sjaj de modo que no entraría siquiera la lluvia (como un quincho), no sirve para Sucot. Preferiblemente se debe colocar el Sjaj en cantidad que sea posible ver las estrellas a través de los espacios libres.
6. Aquello que sostiene el Sjaj en su lugar (“Maamid”, el sostén), tanto desde abajo, como desde arriba (para que no se vuele ni se corra de lugar), debe preferentemente ser de material apto para Sjaj. Por lo tanto, se debe abstener de sostener el Sjaj con alambres, utensilios (p.ej. escaleras) aunque estuvieran rotos y ya no cumplan su función anterior. No obstante, una Sucá ya alzada, cuyo Sjaj está sostenido por elementos no aptos, es apta – a posteriori – para Sucot.
Sin embargo, indirectamente se puede apoyar el Sjaj en elemento apto para Sjaj (p.ej cañas) que a su vez está apoyado o sostenido en material no apto para Sjaj (p.ej. clavos, soga de lino, alambre) (Maamid d’Maamid). Hay autoridades que exigen que aun en este caso, el material no esté descalificado como Sjaj.
Del mismo modo, no se debe atar el Sjaj con hilo (para evitar que se vuele), sino que se debe colocar una madera pesada (que no sea parte separada de un utensilio).
7. Si una parte del techo de más de 4 Tfajim (puños) es inválido como Sjaj, no se debe sentar bajo ese sitio. Si ese techo inválido con dimensión de 4 Tfajim se extiende por el medio a lo largo de toda la Sucá que solamente posee 3 paredes válidas, en forma paralela a las dos paredes válidas, entonces corta la Sucá en dos, inhabilitando ambas partes por falta de 3 paredes reglamentarias.
8. Si ese techo inválido con dimensión de hasta 4 Amot (codos) se extiende por el costado a lo largo de parte o de toda la Sucá, si el resto de la Sucá tiene las dimensiones correctas de ancho y largo, el resto de la Sucá es apta, y se cuenta como pared válida (Dofen Akumá) aquella que está separada por el techo inválido, si bien no se cumple con la Mitzvá sentándose bajo esa parte.
El concepto de “Dofen Akumá” significa que consideramos – en el caso la parte lateral inválida del techo – que la pared “se tuerce” hasta donde comienza el Sjaj apto (hasta 4 Amot – de 1,88m. a 2,32 m.). Esto se aplica en casos en que una parte de la Sucá está cubierta con un techo o un balcón. (De todos modos, aunque contamos a esa pared como válida, se debe medir el resto de la Sucá para que tenga las dimensiones correctas).
9. Si hay un hueco vacío en el Sjaj que llega a los 3 Tfajim x 3 Tfajim, no se cumple estando sentado debajo de aquel espacio. Si el espacio de 3 Tfajim está a lo largo del borde de la Sucá, esto inválida la pared que está de aquel costado, y dependerá de la validez de las otras paredes para que la Sucá sea apta.
Intención en la colocación del Sjaj
1. El Sjaj debe ser colocado preferiblemente por un varón judío mayor de Bar Mitzvá (quien está obligado a observar la ley de Sucá).
2. Si el Sjaj ya estaba en su lugar (sobre la Sucá) antes que se armen las paredes de la Sucá, no cumple su función ritual, pues debe ser colocado especialmente con la intención que cumpla su función ritual (“Taase velo min haasui”) o, al menos, que sirva “para dar sombra”. Si el Sjaj ya estaba en su lugar, por otro motivo, se lo puede habilitar para su función de Sjaj, moviéndolo de lugar y volviendo a colocarlo.
3. Si la Sucá ya estaba armada para Sucot desde antes de Sucot el año anterior, o si la Sucá fue armada antes de los 30 días previos a Sucot con la intención que sirva para dar sombra, se deberá innovar agregando al Sjaj existente un mínimo de Sjaj de un Tefaj x un Tefaj (entre 8 cm. y 9,82 cm).
Lo que hay debajo y arriba del techo
1. No se debe construir una Sucá bajo un techo o un árbol.
En el caso que las ramas de un árbol pasan por sobre la Sucá (apartadas del Sjaj más que 30 cm.), si el Sjaj es lo suficientemente tupido para que provea “sombra más que sol” aun descontando el Sjaj que queda inválido por estar bajo las ramas del árbol, la Sucá sigue siendo casher.
2. Sucede frecuentemente que los patios tienen cerramientos de alambre por seguridad. También en este caso estará permitido si el cerramiento está próximo al Sjaj, o si el Sjaj es tan tupido que crea más sombra que sol aun descontando el espesor de los alambres.
4. Está permitido techar sobre la Sucá con un techo corredizo que se abre mecánicamente (para evitar que se moje la Sucá cuando llueve). Según muchas opiniones, está permitido montar la Sucá mientras el techo corredizo está cerrado.
5. No se debe colgar adornos (aun si son más angostos que 4 Tfajim) del techo de la Sucá que lleguen a una distancia mayor de 4 Tfajim del techo. Si los adornos son amplios y cuelgan más bajo, no se debe sentar debajo de ellos.
El sitio adecuado para la construcción de la Sucá
1. Dado que se debe vivir en la Sucá en la manera en que se estaría viviendo dentro de la casa, no se debe construir la Sucá en un sitio que causara molestia o incomodidad (p.ej. por olores desagradables).
2. No se debe construir una Sucá sobre un espacio que no es propio. También se debe advertir que los componentes de la Sucá (paredes y Sjaj) sean legalmente de propiedad de uno. Sin embargo, una vez construida la Sucá se cumple la obligación de Sucot con ella.
VIVIR EN LA SUCÁ
1. La Torá establece que el judío debe habitar en la Sucá durante el período total de los siete días de Sucot, de día y de noche, del mismo modo en que habita en su casa durante el resto del año. (Sh.A. O.J. 639:1)
2. Esta Mitzvá recae sobre los hombres.
3. La Sucá debe ser un lugar presentable y no se llevan a ella utensilios que no son dignos de un lugar agradable.
Comer
4. Se recita la Brajá sobre la Sucá cuando se sienta a comer, únicamente cuando
a. si come con pan, entonces debe recitar la Brajá, si comerá algo más que el tamaño de “un huevo”: 54 gms. (aprox. un “pan árabe” y medio)
b. si come esta medida en galletitas o facturas, de modo ligero (es decir que no “fija su comida” – kove´a Seudá), hay quienes exigen la Brajá y quienes no. Por lo tanto, puede recitar la Brajá si permanecerá en la Sucá aun después de comer.
c. Si comerá comida cocinada en cantidad sobre la cual “fija su comida” –, y que se trate de comida compuesta por productos de las “cinco especies” (trigo, cebada, avena, espelta y centeno), p.ej. fideos.
d. si bebe vino en conjunto con otras personas, es tema de discusión entre los Poskim, por lo que se recomienda no hacerlo fuera de una comida en la que ya se recita la Brajá.
5. Se debe comer en la Sucá aun sin Brajá comida compuesta por productos de las “cinco especies”, aun si no “fija su comida” p.ej. fideos.
6. Está permitido comer fruta, carne, pescado o queso, fuera de la Sucá, pero hay opiniones que exigen que se coma en la Sucá si comerá una cantidad sobre la cual “fija su comida”. (M”B 639:15). Sin embargo, en el transcurso de la comida, no se debe comer ni beber fuera de la Sucá, aun fruta o bebida. (Sh.hTz. 639:29)
7. Quien no bebe siquiera un vaso de agua afuera de la Sucá es considerado elogiado.
Dormir
8. No se debe dormir fuera de la Sucá siquiera un “descanso temporario”, pero no se recita la Brajá sobre dormir. Quien no posee frazadas adecuadas, o quien sufre (p.ej. alergias, catarros) por dormir afuera, está exento.
Si Llueve
9. Existe una diferencia entre la primer noche de Sucot y el resto de los días y noches de la festividad. La primer noche es un deber ir y comer en la Sucá. En teoría, el resto de Sucot, si se quisiera abstener de comer en las cantidades que requieren ser consumidas dentro de la Sucá, podría eximirse de la Mitzvá.
10. Por lo tanto, si llueve la primer noche antes que llegue a cumplir con su obligación de comer en la Sucá (y tienen hambre o ha invitado a su casa a personas menesterosas), debe esperar una hora o dos aguardando que cese la lluvia. Si no concluyó hasta entonces, debe recitar Kidush y comer una cantidad mínima de pan (Kzait) en la Sucá, y luego continuar en la casa. Si llegara a cesar la lluvia posteriormente, debe volver a comer un Kzait de pan en la Sucá (recitando antes la Brajá sobre la Sucá), antes de Bircat haMazón.
11. Durante el resto de Sucot, está exento quien sufre por estar en la Sucá. Por lo tanto, si llegara a llover y necesita interrumpir su comida (llueve lo suficiente para arruinar su comida), no necesita volver a la Sucá en caso que se interrumpa la lluvia. Lo mismo ocurre aun si se interrumpió la lluvia pero sigue goteando copiosamente del Sjaj, y le es difícil ir a una Sucá seca en ese momento..
12. Si comenzara a llover mientras duerme en la Sucá, puede ingresar a la casa inmediatamente, aun si se tratara de una lluvia muy leve.
13. En Shminí Atzeret, fuera de Israel, se acostumbra comer las cenas en la Sucá sin recitar la Brajá sobre la Sucá, pero no se duerme en la Sucá. (Sh. A. O.J. 668:1)
No existe una alegría natural más grande que la de la cosecha. El hombre se esforzó durante todo un ano y al fin es merecedor de recolectar su cosecha y sus frutos. La Torá adjunta a esta alegría, la alegría del precepto. En estos días, especialmente, abandonamos nuestros hogares fijos para un lugar temporario, con demostrar que toda nuestra vida en este mundo se asemejan a una suca temporaria y los valores que existen eternamente son aquellos que se vinculan con el
espíritu del pueblo de Israel.
SUCOT
Temario:
• Sucot, Jag Ha´asif, Zman Simjatenu: Una fiesta colmada de mensajes: los bienes materiales dependen de Ha-Shem, Quien nos mantiene en pie aun prescindiendo de estos. Enseñanzas acerca de la alegría y de cómo relacionarnos con los demás.
• Los huéspedes: Uno a uno, nuestros Patriarcas nos van legando la lección de una vida colmada de Emuná en Ha-Shem.
• Entre el ayuno y la cabaña: Sucot lleva la idea de la puesta en práctica en la vida cotidiana de aquello que declaramos en Rosh HaShaná: la autoridad absoluta del Creador, y que Iom Kipur luego nos exigió: la sumisión del hombre frente a D”s. La combinación de los placeres mundanos en convivencia con Di”s simbolizada en la Sucá.
• ¿Soy alegre?: Una semana que nos debe ayudar, con trabajo interno, reflexión personal y Asistencia Di-vina a florecer la alegría dentro de nosotros; a través de la confianza en el Creador, la proximidad a la humildad, la sensación de gratitud y más.
• Vanidad de vanidades: El rey Shlomó nos exhorta a trascender nuestro impulso natural por preocuparnos únicamente de nuestro bienestar y, en cambio, mirar más allá y ver el beneficio de las acciones que no tienen un rédito inmediato. No conocemos el mañana, pero estamos certeros de una cosa: D”s estará con nosotros. De eso se trata la vida en la Sucá.
• Hoshanot: Una de las Tefilot de Sucot donde expresamos, tal como al vivir en la Sucá, nuestra confianza y cercanía con Ha-Shem. Lo que esconden las extrañas palabras de Ani Va´hó.
Shminí Atzeret
• “¿Más claro? ¡Echale agua!”: ¿Existe algún elemento más vital para nuestra existencia que el agua? Sepamos por qué en la fiesta de Sucot comenzamos a pedir por su abundancia.
• Simjat Torá – La fiesta de la intimidad con D”s: En Simjat Torá, sentimos esa cercanía mediante aquello que crea el vínculo único entre D”s y Su pueblo: el estudio y el esmero en entender la Torá. ¿Lo sentimos así?
• Bailo contigo: …pues eres fuente de vida, enseñanzas y alegría.SUCOT
JAG HA’ASIF, ZMAN SIMJATENU
Sucot es la fiesta con la cual culminan las tres llamadas “Regalim” (lit. piernas), por el precepto que tenemos los varones israelitas de visitar el Bet HaMikdash (el templo de Ierushalaim) en Pésaj, Shavuot, y Sucot. (Hoy no podemos cumplir con este precepto, pues no poseemos el Bet HaMikdash, pero muchos judíos tienen la costumbre de acercarse al Kotel HaMaaraví – el Muro occidental – durante algún momento de las fiestas para rezar).Asimismo, la fiesta de Sucot sigue inmediatamente a Rosh HaShaná y Iom Kipur (cuyas características principales las relacionan al Juicio Di-vino) completando así el ciclo de las festividades del mes hebreo de Tishrei.Desde el punto de vista agrícola, esta fiesta (Jag Ha’asif – fiesta de la recolección de la cosecha), termina la temporada de verano y prepara para el invierno que se asoma en el hemisferio norte donde está situada la tierra de Israel.Esta festividad se denomina también “Jag = fiesta”, pues en ella se exige “VeSamajta BeJagueja” estar alegre. Es importante entender que la palabra “fiesta” no armoniza con el concepto de Jag, pues no es lo que la gente entiende como “divertido” o “pasarla bien”. Los “Jaguim” (plural de Jag) son “postas” que atraviesa el judío durante el año, y debe aprender su lección en cada una de estas ocasiones.LA SUCA
La Torá ordena habitar en la Sucá durante siete días. La Sucá es una construcción que cuenta con al menos tres paredes firmes (que no se mueven por un viento habitual) y con un techo precario formado por cañas, mimbre, ramas, machihembre de madera o cualquier elemento vegetal no comestible desprendido de su lugar de crecimiento. La Sucá conmemora la milagrosa travesía del pueblo de Israel por el desierto inhóspito (al salir de Egipto) confiando su manutención y la de su familia al Todopoderoso – Quien había ordenado marchar al desierto. Refleja, al mismo tiempo, la condición pasajera de la vida en este mundo y – por ende – obliga al judío a reflexionar acerca de la razón de su existencia recomendándole no vivir con falsas ilusiones basadas en una ilusoria persistencia de lo material.
A quien está en posición holgada, la Sucá le enseña a no confiar en sus bienes materiales ni permitir que éstos lo alejen de D”s. A quien está pasando un mal trance, la Sucá le recuerda que en su momento, cuando carecíamos de todo, D”s nos mantuvo aun en el desierto y que nunca se debe desesperar.
Habitualmente, una persona que cosechó con abundancia, puede sentir que esta profusión de bienes le asegura su estabilidad económica de manera que pueda descansar tranquilo. La Sucá, con su techo de ramas y hojas, le enseña a la persona a no confiar en los bienes materiales. D”s ofrece protección aun con el descarte, con el desecho y con todo aquello que a nivel mortal no brinda ninguna seguridad.Al pueblo de Israel en general, la Sucá lo apoya en su camino del Galut (destierro) y le rememora su recorrido por donde fue evidente la protección Divina, haciéndole saber que si sobrevive a todas las naciones que lo persiguen, esto se debe a que D”s le encomendó una misión de enseñanza al mundo. Aun cuando fuese tentador sentirnos ciudadanos fijos en el seno de otra nación, la Torá dispone que salgamos a la Sucá y sepamos que en todos los países nuestra estadía es transitoria.La Mitzvá de Sucá consiste en trasladar el lugar de morada fija desde nuestras casas para ir a vivir en una Sucá, que es una construcción con un techo frágil y endeble que ni siquiera protege de la lluvia ni de las otras inclemencias del tiempo. ¿En qué época del año se sale para habitar en la Sucá? En el momento de la culminación de la recolección del producto del campo (de Israel), cuando el agricultor contempla y goza del resultado de la labor del año entero y cuando siente que puede dormir tranquilo por la seguridad que le brinda la abundancia de lo que rindió su campo.
En aquel preciso momento, cuando todos entran a sus casas porque terminó el verano y llegan los primeros fríos del hemisferio norte, D”s le ordena salir del lugar en el cual se siente resguardado para ir a morar en esta estructura de cobertura débil.
La Sucá le “habla” al judío y le dice: Aquello que a vos te parece tan seguro, firme, duradero y estable, aquello que te deja dormir tranquilo… eso no es más que un castillo de arena.
LA SIMJA (alegría)
Asimismo, y unido al precepto de la Sucá, debemos no sólo estar alegres en la fiesta (VeSamajta BeJagueja – Devarim 16:14), sino aprender a “ser” alegres en todo momento sin necesidad de algún estímulo especial y aun cuando la situación creara ansiedad, preocupación o incertidumbre en nosotros (vehaita aj sameaj – Devarim 16:15). El hecho que la Torá exija un período de siete días para esta fiesta frente a uno por Rosh HaShaná y Iom Kipur hace suponer que el aprendizaje de la alegría constante en la vida es muy dificultoso. Es sumamente interesante que en Sucot se lee Meguilat Kohélet (Eclesiastés – uno de los libros del TaNaJ atribuido al rey Salomón), que habla precisamente del carácter pasajero de la vida y – luego de haber considerado todas las diferentes alternativas de vida – aconseja temer al Todopoderoso y cumplir sus leyes.
Cuando la Torá se refiere al deber de estar alegre en la fiesta de Sucot, nos dice: “vehaita aj sameaj”. La palabra “aj” es una palabra que resta. En este caso, significaría que “a pesar de todo”, aun si el destino no pareciera dar motivo para estar alegre, la obligación de buscar ese estado de ánimo no desaparece.
El Rabino Zelig Pliskin, docente de la Ieshiva Esh HaTorá, estaba disertando frente a un público nutrido de turistas en el Hotel “King David” de Jerusalén sobre el tema “La alegría” presentando su nuevo libro “Gateway to Happiness” (que está traducido al español bajo el título “Las puertas de la felicidad “ – Ed. Yehuda).
La disertación giraba alrededor de su tesis de que la alegría es producto de una decisión personal de estar en ese estado, más allá de las circunstancias coyunturales que conduzcan, o no, a aquella disposición anímica. Habitualmente, cuando el Rabino Pliskin termina su conferencia, deja sus notas y le pide al público que comente o pregunte sobre las ideas que acabó de presentar. Cuando el auditorio está muy colmado, la gente suele inhibirse, pero en este caso un hombre se levantó inmediatamente y pidió hacer uso de la palabra.
“Rabino” – dijo – “mi nombre es Steve y debo decirle que me encantó su exposición, en especial la historia sobre el Jafetz Jaim, la cual yo nunca había escuchado. Sin embargo, existen situaciones que de ningún modo se pueden considerar favorables o provechosas. Ud. nunca encontrará una persona a quien se le pinche la goma del auto y que vea la ocasión como algo positivo…”
El Rav Pliskin meditó unos segundos para responderle a Steve. Antes que pudiera comenzar a contestar, un señor que estaba ubicado a escasos metros de Steve, levantó la mano y pidió responder.
“Con su permiso, quiero replicar a Steve. Mi nombre es Alan, soy abogado, y toda mi vida solía trabajar jornadas interminables y fumaba en forma excesiva. Esto fue así, hasta que un día comencé a sentir dolor en el pecho. Primero no le di importancia hasta que la aflicción se hizo cada vez más intensa. Fui a ver a mi médico, que luego de analizar los estudios, me dijo con su mirada más que severa: ‘Alan, si Ud. quiere llegar vivo a su próximo cumpleaños, deberá modificar rotundamente su estilo de vida. No más cigarrillo, limitar las horas de trabajo, cumplir un dieta estricta sin grasas ni sal, no podrá practicar deportes ni levantar cosas pesadas…’ Mi médico nunca exageraba las cuestiones y por lo tanto, comencé a obedecer al pie de la letra cada una de sus indicaciones. Me hice todos los exámenes clínicos y me cuidé hasta en el último detalle.
Después de un año, en una visita al médico, él miró nuevamente los estudios y con cara de satisfacción me exclamó: ‘Alan: su situación ha cambiado notablemente. Ud. ya no necesita cuidarse en su régimen de comida, puede practicar deportes moderadamente, puede hacer una vida normal, levantar cosas y hasta puede cambiar la rueda de su auto en caso necesario.’
Yo salí del consultorio aquel día como sobre una nube. Sentía como si hubiese vuelto a nacer. Salí con mi esposa a cenar para celebrar. A los dos días, estaba manejando por la ruta en medio de una lluvia muy fuerte, cuando repentinamente escuché un ruido sospechoso. Paré el auto y miré. La rueda de adelante se había pinchado. Saqué los elementos y las herramientas, y comencé con la tarea de cambiar la rueda. Mientras lo hacía me puse a llorar. Eran lágrimas de alegría y de agradecimiento. Hace apenas algunos meses, no hubiese pensado que llegaría en vida a la oportunidad de poder cambiar la rueda de mi auto. Ahora estaba aquí, en medio del chaparrón sintiendo como que hubiese vuelto a vivir”.
El Rabino Pliskin, como así también el resto del público incluido Steve, escuchaban el relato de Alan. Más allá de la coincidencia por la cual Alan pudo responder a Steve, se llevaron una lección de la vida real única. (Extraído del libro “Einei Hashem” del Dr. Meir Wikler)
La fiesta de Sucot nos enseña a hallarnos siempre en estado de alegría. No es una tarea fácil. Habitualmente estamos tan preocupados por nuestra subsistencia, que no sabemos disfrutar de tantas cosas que nos debieran hacer felices…
La Torá nos ordena no sólo alegrarnos durante la fiesta, que significa que debemos valernos de medios externos que alegren a nosotros y a nuestra familia, sino, en el versículo siguiente, el “ser, aun, alegre” (VeHaíta Aj Sameaj). “Ser” alegre es el estado anímico al cual nos estamos refiriendo. Viviendo en la Sucá, que representa en su austeridad lo pasajero y transitorio, lo frágil y vulnerable de la vida terrenal, el judío aprende a ver las prioridades de su perspectiva real. La Sucá que se cubre con aquello que se descarta cuando se cosecha – las ramas y la paja – nos enseña que no hay “seguridad” ni “certeza” en este mundo salvo la Providencia Di-vina de la cual depende absolutamente todo. Es producto de una reflexión intelectual. Esa reflexión está relacionada con la comprensión de que D”s vela y está cercano, unido a nuestro destino individual y colectivo y que nada sucede si no fuese aprobado por Él.
El vocablo “Simjá” es uno de los ocho “sinónimos” que el idioma hebreo posee para determinar ese estado anímico. A diferencia de los demás, “simjá” habla de una alegría interna que surge del ser íntegro y no carecer de nada (Mahara”l) y no del haber adquirido algo nuevo. Si es así, lo contrario de la Simjá sería la incertidumbre, la ansiedad, la preocupación y la angustia por el futuro, la frustración porque las cosas no van como uno quisiera, el ver que no se puede determinar el futuro, siquiera el más cercano y el más inmediato. “Bitajón” (seguridad), en cambio es la tranquilidad íntegra de quien confía plenamente en D”s.
Si bien para muchos la alegría es un estado anímico que no depende de nuestra voluntad, sino de las circunstancias que a uno le tocan vivir, la actitud desde el punto de vista de la Torá es distinta. En varios sitios se nos hace saber, que es nuestra obligación generar esa alegría. Sería imposible resumir todos los conceptos vertidos en el Libro de Kohélet que mencionamos. Basta con decir que mucho de lo que nos oprime surge de la incertidumbre acerca de nuestro futuro (nuestra visión apocalíptica de lo que seguirá, a pesar de que el mundo existió, bien o mal, antes de que nosotros, los “genios” hubiéramos nacido).
Los deseos materiales sobremedidos, que están siendo fomentados continuamente por la exagerada publicidad de productos y servicios que crean apetitos innecesarios y nocivos en nosotros, no nos ayudan a sentirnos felices con lo que ya poseemos.
A esto se le agrega la envidia por los “modelos” que vemos asiduamente en las tapas de revistas que parecen seres siempre exitosos y que aportan a nuestra miseria. Si le sumamos a esta situación los sinsabores que traen consigo los encuentros difíciles diarios con otras personas conocidas y desconocidas, quienes, a su vez, sufren de este “suplicio” de integrar un mundo de mortales indefensos, la cuota de ofensas, pulseadas, agravios e insultos de estos encuentros predisponen muy mal a la persona…
…Como dijimos al comienzo, la fiesta de Sucot nos insta a estar alegres “a pesar de todo”.
LAS CUATRO ESPECIES
En la fiesta de Sucot, se toman cuatro especies para recitar sobre ellas una bendición. Son: El Lulav (hoja de datilera), el Etrog (un cítrico de características determinadas), tres Hadasim (ramos de mirto parecidos al arrayán) y dos Aravot (ramitas de sauce).
Representan a cuatro órganos vitales del cuerpo humano en su relación con sus congéneres: la columna vertebral (lulav) la cual al inclinarse (en lugar de mantenerse erguida) demuestra deferencia hacia las necesidades del otro, el corazón (etrog) sede de los sentimientos humanos, los ojos (hadasim) que deben mirar con generosidad los logros y buena fortuna del prójimo y los labios (aravot) que nos permiten manifestar lo que pensamos.
Las mismas cuatro especies representan a cuatro clases distintas de judíos: aquel que posee sabor – estudio (dátil), quien posee aroma – buenos actos (mirto), quien posee ambos (citrón) y el que carece de ambos (sauce).
Únicamente unidos, son gratos ante el Todopoderoso. Sentirse satisfecho en forma individual desinteresándose por el bienestar espiritual de otra persona – no es el camino de la Torá.
El último día de Sucot es Hoshaná Rabá, dedicado especialmente al “labio”. Hay muchos que estudian Torá toda esa noche. Shminí Atzeret (Simjat Torá) marca el día de “concentración” y reflexión de todo aquello que se aprendió en las fiestas y es la fecha en que se comienza a estudiar y leer la Torá en el orden correlativo a partir de Bereshit (Génesis) todos los sábados. En el judaísmo, el estudio es la máxima fuente de alegría.
LOS HUÉSPEDES
Entramos cada año a la Sucá para fortalecer nuestra Emuná y para ello tenemos como invitados a los grandes de nuestros pasado.
A pesar de que fueron maltratados y a veces hasta siendo expulsados. Pero frente a cada ingrata agresión respondieron con enorme Bitajón.
Avraham es el primero Y fue quien marcó el sendero en cada instancia que se lo probó del examen exitoso salió.
A Nimrod, el rey de entonces, desafió por eso a Avraham, al fuego arrojó. Tiempos de hambre y guerra debió sufrir, y hasta a Mitzraim tuvo que recurrir.
Su hijo Itzjak con cualidad de G’vurá, Aceptó que el padre le hiciera la Akeidá. Durante la hambruna en HaShem confió y en tierra árida, con fé, trigo sembró.
Iaacov pasó por muchas peripecias y aceptó las evidentes injusticias por su hermano Eisav, de casa partió y por muchos años Torá igual estudió.
En casa del suegro Laván lo engañaron, a Rajel por Leá en la boda cambiaron y luego de ese inesperado trago por su trabajo le birlaron el pago.
Iosef de sus hermanos quedó marginado y a Mitzraim como esclavo fue llevado no sucumbió a las peores tentaciones y se sostuvo, impávido, ante las acusaciones.
Lejos de casa y tras las rejas contra HaShem ni esbozó quejas frente al Faraón y con gran humildad rigió a Egipto con responsabilidad.
Quien por sus hermanos sintió empatía, y luchó cuando alguna injusticia advertía, por ello HaShem a Moshé eligiera y frente al Sné las órdenes le diera.
Moshé no temió al poderoso Faraón fue al palacio con su hermano Aharón trajeron las plagas con gran valentía castigando al rey que en su maldad insistía.
En cada instancia por su pueblo rezó y con su Tefilá, de los castigos salvó. A Datán y Aviram intentó amparar pues hasta al peor Iehudí quiso salvar.
Aharón demostró amor por su gente tratando a todos cariñosamente aun al más terco y contumaz lograba calmar para que viviera en paz.
A David de joven lo apartaron y muchas penurias le pasaron; con palo, honda y piedras a Goliat enfrentó y HaShem, por ser elegido, en sus manos lo entregó.
Lo persiguieron hombres que le tenían envidia lo acusaron con mentira, rencor y perfidia tranquilo asintió cuando Shimí lo maldijo, y aceptó su destino en la rebelión de su hijo.
Y así los Tzadikim de todas las generaciones nos dieron el ejemplo con sus grandes acciones no flaquearon y permanecieron firmes y con lo que HaShem les daba eran felices.
Recorrieron el mundo en su humilde Sucá que brindó el refugio con la eterna Emuná uno al otro se brindaron aliento con paredes resistentes a todo viento.
El Sjaj de su cabaña les permitía ver lo que un techo de piedra no va a proteger y como las nubes guiadoras del desierto el Bitajón en HaShem es lo único cierto.
Y en ella también nosotros hacemos Tefilá para que pronto llegue la ansiada Gueulá Sucat David haNofelet – que es la Tuya muy pronto veamos Tu casa que reconstruyas.
ENTRE EL AYUNO Y LA CABAÑA
La ubicación de Sucot en el calendario hebreo pareciera ser – sin haber un motivo claro en la Torá para su elección – un tanto caprichosa. Al margen de los significados agrícolas de las conmemoraciones (la primavera, la cosecha y la recolección de los frutos del campo), la disposición es más evidente en el caso de las demás festividades: Pésaj marca el día de la salida de Egipto, y Shavuot, la fecha en la que aceptamos la Torá. ¡¿Por qué debe celebrarse Sucot justamente el 15 de Tishréi, apenas cinco días después de Iom Kipur?!
El “motivo” (las comillas se deben a que jamás sabemos las razones reales y cabales del Todopoderoso en alguna Mitzvá) histórico que la Torá nos señala con respecto al origen de Sucot (Vaikrá 23:43), es “para que sepan vuestras (futuras) generaciones que en ‘Sucot’ conduje a los israelitas cuando los saqué de Egipto”. Siendo esta la causa, y considerando que la travesía de los hebreos en el desierto fue de 40 años, día tras día, cualquier fecha del año hubiese sido aceptable. ¿Por qué, pues, deberíamos conmemorar Sucot en el otoño (boreal)?
En el Talmud (Sucá 11:), encontramos que hay dos opiniones de los Sabios que amplían sobre el concepto de la Torá: Rabí Eliezer dice que recordamos la protección Di-vina demostrada por las nubes “de gloria” que cobijándolos, les permitieron sobrevivir en el desierto. Rabí Akivá, en cambio, dice que las Sucot mencionadas en el pasaje citado, se refieren a cabañas reales alzadas por los judíos, y rememoran la confianza demostrada al seguir fielmente la disposición de Moshé de salir a caminar al terrible desierto. ¿Qué significan esas nubes “de gloria”?
El Gaón de Vilna (Kol Iaacov) explica que la elección de la fecha del 15 de Tishrei está relacionada con el comienzo de las tareas de la construcción del Mishkán (Santuario) en el desierto. ¿Cómo es eso? Moshé, según la tradición y los pasajes de que así lo señalan en Dvarim, estuvo 3 períodos de 40 días en la cima del Monte Sinaí, los cuales culminaron en Iom Kipur, cuando Moshé bajó con el segundo par de Tablas de la Ley, escritas por D”s y con el perdón obtenido de Él. Al día siguiente solicitó al pueblo aportar los materiales para la obra del Mishkán (Shmot 35:5). El pueblo ofrendó sus contribuciones durante dos días, es decir, el 12 y 13 de Tishréi (Shmot 36:3), en los cuales se completó todo lo necesario y se pidió que nadie tribute más (Shmot 36:5). Los artesanos tomaron los insumos de manos de Moshé el día 14 y comenzaron su tarea al día siguiente. Una vez que iniciaron la labor, volvió a morar la Shjiná (Presencia Di-vina) que se había apartado del pueblo de Israel a raíz del pecado del becerro de oro, y es aquel día que nosotros comenzamos a festejar Sucot.
Acabamos de salir de Iom Kipur, que posee un elemento de “Hitbatlut” (auto-anulación), manifestado con el movimiento de prosternarse ante el Todopoderoso. La anulación de goce y contribución del hombre se demuestra en Iom Kipur también mediante su abstención de placer (“Inuy” = aflicción) y tareas constructivas (Melajá). En la práctica, es imposible vivir en un permanente Iom Kipur, ni tampoco es la Voluntad de D”s que el judío renuncie al placer del mundo o deje de aportar a su desenvolvimiento, pues, en su creación así lo determinó.
Es así que Sucot lleva la idea de la puesta en práctica en la vida cotidiana de aquello que declaramos en Rosh HaShaná: la autoridad absoluta del Creador, D”s, sobre todo el universo, y que Iom Kipur luego nos exigió: la sumisión del hombre frente a D”s, pero sin abolir su naturaleza. O sea: hay placer y participación del ser humano, pero solamente en convivencia con D”s, que es lo que simboliza la Sucá. ¿Dónde radica esa existencia del ser humano? Solamente en el “contexto” de la aceptación íntegra de la Presencia Inmediata de D”s.
Cada ser humano es “alguien”, y existe en forma de “yo”, únicamente en tanto no intenta diferenciarse como ente separado del Todopoderoso.
Una de las Mitzvot específicas de Sucot (que se llevaba a cabo cuando teníamos un Bet HaMikdash), era el servicio de verter agua sobre el Mizbeaj (altar), donde diariamente se derramaba únicamente vino con las ofrendas. ¿Qué simboliza ese precepto tan puntual?
En cierta instancia, durante la dirección del juez y profeta Shmuel, el pueblo de Israel estaba seriamente amenazado por los filisteos. Los israelitas pidieron a Shmuel que los guiara en tan precaria situación, y él instó al pueblo a arrepentirse de sus pecados: “Y se reunieron en la Mitzpá, y llenaron agua, y la vertieron delante de D”s, y ayunaron aquel día frente a D”s, y dijeron: ‘hemos pecado’” (Shmuel I 7:6)
Verter el agua simboliza la anulación ante D”s, pues una de las características del agua, es que se amolda totalmente al recipiente en el que se la coloca. No tiene “forma” propia.
Las nubes “de gloria” a las que hace referencia R. Eliezer conducían el ritmo imprevisible de la marcha de los judíos por el desierto (Bamidbar 9:16-23). Jamás sabían con antelación por cuánto tiempo viajarían en cada segmento de la travesía, ni dónde acamparían, ni por cuánto tiempo se detendrían… Llegaban a un sitio, y después de descargar todos los bultos que soportaban sus burros…, ¡podían llegar a partir rumbo a un nuevo destino aquel mismo día!
Este nivel de rigor, sólo fue posible para una generación totalmente apegada a aceptar la autoridad absoluta de D”s (al leer la Torá tenemos la sensación de que los israelitas se quejaron mucho de su régimen de vida, pero en realidad, nosotros estamos muy cómodos en comparación, viviendo en casas, y nos quejamos mucho más…)
R. Jaim Shmuelevitz sz”l compara la situación de esta travesía con un bebé que viaja sentado sobre la falda de su mamá. Ella, tal como lo haría cualquier adulto, mira por la ventanilla del medio de transporte, y ve en qué etapa del camino se halla. El bebé, en cambio, se encuentra continuamente en el mismo punto: en la falda de su mamá. Este sentimiento es el que describimos anteriormente respecto de la noción que nos enseña Sucot: estar cobijados (como el bebé) por aquella única fuente de confianza que poseemos: D”s.
Asimismo, en el Tur (Oraj Jaim 625) se expresa una razón que complementa y ratifica lo que hemos expuesto hasta el momento: el arbitrio del otoño como estación para evocar Sucot, es precisamente para que se demuestre con el hecho de salir a vivir en la intemperie, justo en la época del año en la que la gente hace lo inverso, que el único motivo de hacerlo es ritual, nuestro apego a D”s – y ningún otro móvil.
En la secuencia de las festividades de Pésaj, Shavuot y Sucot, se puede simbolizar la aproximación mutua que hay entre el Todopoderoso y el pueblo de Israel, comparándolo con el acercamiento y conocimiento mutuo entre un hombre y una mujer, y que se concretará en el matrimonio y vida en común. El mismo sistema se presenta cuando en Pésaj celebramos los primeros gestos mutuos entre D”s e Israel: la ofrenda del Korbán Pésaj, el Brit Milá y la partida confiada rumbo al desierto por parte de Israel, y las maravillas de D”s al proteger al pueblo de las amenazas egipcias y avatares del camino. Shavuot señala la formalización del pacto y compromiso mutuo.
Sucot – nuevamente – subraya la vida conjunta con el Todopoderoso.
En el libro Senderos, el Rav Shlomo Wolbe sz”l nos expone con más amplitud el significado de esa confianza y el anhelo intenso por vivir en proximidad con el Creador:
“Sí es un reconocimiento claro que todo lo que es decretado sobre una persona desde el Cielo, es para su propio bien, y que D”s está siempre con ella. Esto es confianza en D”s.
“Aun cuando camine por el valle de la muerte, no temeré al mal, ¡ya que Tú estás conmigo!” (Tehilim 23:4). No estoy subordinado a los caprichos de la suerte o a los mandatos del destino. “Tu vara y tu bastón”, Tu Justicia severa y Bondad Suprema, “ellas me reconfortan”. Si yo sé que estar en el valle de la muerte no es casualidad, sino una sentencia de la Justicia Celestial, esto me consuela.
La enfermedad de nuestra generación: el temor. En el centro de la psicología y filosofía moderna está al acecho: el Temor. Este se origina en la desintegración de la fe: “He aquí, que D”s es mi salvación, confiaré ¡y no temeré!”
La confianza auténtica en D”s es un nivel elevado. La fe perseverante y una aceptación sincera de la Soberanía Divina nos conducen a esa confianza.
“Pedimos a D”s: “¡Acércate a mi alma, redímela!”
Esto va más allá que toda nuestra avodá. Existen rayos de luz que de vez en cuando atraviesan nuestra conciencia: discernimientos agudos sobre la fe, el temor y amor a D”s. Y simultáneamente: una situación molesta por la lejanía intrínseca del ser humano creado – de su Creador. No sólo porque yo soy una creación y Él es el Creador, o porque yo soy un ente físico y Él es íntegramente espiritual, sino debido a que fuerzas insondables y secretas están agitándose dentro de mí, un sinnúmero de debilidades. Trato de reprimirlas pero están en mí. Y cada cualidad mala, aun cuando la supero – ¡su misma presencia me separa de mi Creador! Aun así deseo vivamente una proximidad sin obstáculos. Esto nunca lo puedo lograr con mis fuerzas solamente, con mi propio trabajo. Sólo D”s puede salvarme.
Entonces: “Acércate a mi alma, redímela!”
Y, como leemos en Sucot en Meguilat Kohélet; el rey Shlomó luego de haber considerado todas las propuestas de vida, llegó a una sencilla conclusión: “a D”s teme y Sus preceptos observa, pues ese es (el objetivo de todo) el hombre”.
¿SOY ALEGRE?
¿Quiero serlo? …
Siete días de alegría. Suena hermoso, ¿verdad?
Sin dolor, ni malestar, ni angustia. ¡Magnífico!
Sin embargo, en la realidad, no es tan fácil como uno quisiera que fuera.
Sucot es la época en que el judío debe alegrarse más que en cualquier otro momento del año (Devarim 16:14) y aprender a “ser” alegre (Devarim 16:15). Para que quede claro de qué estamos hablando, es importante precisar que Simjá es un estado de ánimo constante que no depende de factores externos coyunturales que varían, no requiere estímulos de ninguna índole, ni alcohol, ni chistes, ni música, ni baile. Es el resultado anímico de una reflexión intelectual.
Sin embargo, al contemplar las vidas y escuchar la manera de expresarse de la gente, uno percibe que lo que menos hay es alegría, y si la hay, existe en instantes fugaces que rápidamente dan lugar a las constantes preocupaciones, la incertidumbre, la ansiedad, la angustia por el futuro, y la frustración porque las cosas no van como uno quisiera. Es más, frecuentemente se observa cómo con tanta rapidez las personas pasan de un estado de ánimo jocoso y divertido (dando la impresión de estar bien, alegre y distendido), a una situación de profundo enojo por algún detalle que les haya resultado molesto. Uno intuye, entonces, que esa imagen de regocijo y agrado que se creía celebrar hacía apenas unos instantes, no era sino una careta fingida de pena y disgusto interno (que se trata de encubrir).
La pregunta entonces, es: ¿hay algo que podamos corregir para llegar a aproximarnos realmente a la alegría genuina?
Sin duda que sí. Sepamos solamente para intentarlo, que lo que sigue va en sentido contrario al estilo de vida común de nuestra sociedad y a los cuales, en muchos casos, hemos estado acostumbrados durante muchos años. El proyecto de intentar una vida distinta requiere, por lo tanto, mucho esfuerzo; posiblemente mayor al de comenzar a comer casher o colocarse Tefilín siendo ya adulto; y los resultados pueden demorar en llegar. (Justamente, uno de los factores que no nos permiten disfrutar lo que hacemos, es la forma corriente de esperar frutos instantáneos, y no respetar y disfrutar los resultados parciales de las gestiones que emprendemos). Se requiere mucha perseverancia y paciencia, y se trata – mayoritariamente – de un trabajo interno de actitudes y modos de reflexión personales. Y, en todo caso, no se puede dejar de lado a nuestro Socio, sin cuya asistencia no lograremos absolutamente nada.
1. El primer paso se da al aceptarse uno – tal como es. Esto no impide el afán de crecimiento. No obstante, es ineludible reconocerse y saberse querido y valioso. Mientras la persona sufre una baja auto-estima, le es extremadamente difícil ser feliz pues mentalmente cree que debiera ser distinto, que es un pobre desdichado que no ha sido dotado con los recursos que poseen los demás, que está destinado a fracasar, que nadie lo aprecia, que ni siquiera posee características que lo conviertan en importante frente a la gente.
¿Dónde y cuándo se adquiere la sana auto-estima? Básicamente en el hogar propio siendo muy pequeño, a través de la aceptación y valoración provista por los seres queridos, y luego se refuerza en el entorno siguiente de la escuela, etc.
Cuanto más estereotipada nuestra sociedad que presenta modos únicos de silueta, de estilos de ropa, de formas de hablar, etc. – menos espacio queda para la individualidad y para poder manifestarse y mostrarse tal como uno es, aceptarse y creerse admitido por los demás. En papel esto puede ser claro, pero para poder hacerlo realidad en la vida de uno, hay que poder tomar distancia e independizarse de aquellos modelos “tipo”, y decidir sobre objetivos claros y productivos para uno mismo. Todo esto, sin esperar la aprobación y el aplauso de las masas (obviamente intentando no herir a nadie), y contentándose con el estímulo que da Aquel que evalúa y contabiliza objetivamente los esfuerzos, las acciones y las convicciones que las impulsan.
Respecto de los hijos, que los padres deseamos que sean felices, esto tiene aspectos substanciales a tomar en cuenta. Ellos se miden primordialmente en sus primeros años a través del aprecio y de las palabras de reconocimiento y aceptación que les dirigimos. Los papás queremos – frecuentemente – que ellos “rindan más”, que tengan mejor conducta, que sean más respetuosos. Cuando sentimos que no están a la altura de lo esperado por nosotros, les manifestamos expresiones de descontento y de insatisfacción. Cuando esto sucede en desproporción a las palabras de aliento y estímulo, cuando esto ocurre en forma demasiado reiterada, cuando las expresiones de censura son exageradas en su esencia o en el tono de voz (para que se den cuenta de que lo que decimos va en serio…), todo esto redunda en una progresiva caída del aprecio y de la fe que tienen ellos en sí mismos.
Si bien la situación no es idéntica, suele suceder esto mismo en las relaciones laborales y escolares.
2. El siguiente aspecto a tomar en cuenta, es que la satisfacción duradera en la persona proviene de realizar acciones que entiende son valiosas. Es posible que una persona se equivoque y arriesgue reconocer en algún momento de su vida que lo que ha construido no es más que “un castillo de naipes”. Sin embargo, cuanto más aferrado está a la búsqueda de la verdad y cuanto más coherente con esa línea de pensamiento se conduce, menos riesgo corre de errar, y aun si llegara a desacertar, sentirá que ha hecho lo que debía hacer – según las circunstancias. Sin embargo, la falsedad en la acción, simulación de los sentimientos y la falta de coherencia en la vida en general, crean un vacío que aun intentando encubrir, se percibe en el alma y da lugar al auto-desprecio. Uno entiende mejor, entonces, el énfasis puesto por los Sabios en no limitarse al cumplimiento técnico de los preceptos, sino a concentrarse y enraizar el significado de las acciones, experimentando verdadera alegría al obedecer Su voluntad.
Incluso en las relaciones interpersonales, el individuo se percibe íntimamente “artificial” cuando las palabras son simuladas, y el vínculo es aparentado y no auténticamente sincero.
A medida que el mundo se globaliza, todos estamos más expuestos a ser vistos y confrontados con otros. Nada está libre de la competencia, y todo parece valer solamente en comparación con los demás. Sólo el campeón es reconocido. Si no se logra, no se celebra. Vivimos inmersos en el exitismo. El esfuerzo suele no valorarse, en el mejor de los casos, se le “tiene lástima” (que se convierte en el peor castigo, pues es visto como una señal de debilidad). En un mundo carente de respeto a D”s, el individuo se atribuye los logros, jactándose falsamente de cuánto emprendimiento alcanzó, y muchas veces – también culpándose traidoramente de “sus” fracasos, cayendo en la depresión por jamás haber aprendido a canalizar las frustraciones de las que nadie está exento.
Lamentablemente, esto está unido a la falta de preparación en educación generosa para saber respetar al adversario, ver en él un semejante más que un enemigo, y alegrarse con la felicidad ajena, permitiendo que lo que es bueno sea disfrutado por todos. ¡Cuánto más distendidos estaríamos, si supiéramos compartir naturalmente lo que tenemos y ser solidarios con las personas!
3. El próximo paso: se requiere un trabajo minucioso con respecto a las cualidades internas. Por encima de todo, es menester aproximarse a la modestia. El problema de ser arrogante no es solamente que “queda feo” (este “problema” es el menor), sino que la soberbia está mal. “D”s no puede habitar junto con él en un mismo mundo” (Talmud Sotá 5.).
El engreído supone que todo el honor que otros le pueden llegar a demostrar es invariablemente insuficiente, que otra persona jamás debe estar en mejor situación que él, que él mismo nunca se equivoca (siempre tiene la razón), y que no debe pedir ayuda de nadie (por considerarse él mismo perfecto). Por ende, el arrogante no puede ser feliz.
4. Pasemos ahora a uno de los puntos claves al que la Torá hace alusión en tantas instancias: sentir gratitud por todas las cosas buenas que nos suceden, grandes y pequeñas. En un mundo crecientemente tecnificado que nos presenta “chiches” nuevos (para niños y adultos) a diario, publicitándolos en cuanto espacio libre público se pueda, se pierde la emoción del goce de lo natural y simple, tomando las cosas por obvias: la flor, la sonrisa, el techo bajo el que vivimos, la salud, la familia, nuestra capacidad intelectual, etc. No le quepa la menor duda que la alegría de vivir, se aumenta exponencialmente en el momento que el ser humano advierte todo lo bueno que le sucede a cada instante. Sí, efectivamente, esto requiere tranquilidad mental, serenidad y contemplación, siendo todos estos, recursos que escasean.
Es menester esclarecer en este aspecto, que materialista no es aquel que se ocupa de lo material, sino aquel que le atribuye una trascendencia que no le corresponde. En nuestras mentes, está muy embebida la noción que lo material nos hará felices. Seguramente muchos lo desmintamos, o hagamos algún comentario hipócrita como el que “el dinero no hace feliz, pero calma los nervios…”. Kohelet expresa lo contrario: “quien ama el dinero, no estará satisfecho con dinero” (Kohelet Rabá 5:9). Los Sabios dijeron, asimismo: “quien posee una maná, pretende el doble…” (Kohelet Rabá 1:13, 3:10)
Alguna vez escuché la famosa pregunta: “¿Qué prefiere Ud.: ser feliz o millonario?”. La respuesta espontánea es: “ambos” (acorde a nuestra mentalidad, el dinero es el que nos hace felices, y nadie quiere renunciar a nada). Así es que, cuando la pregunta es “una o la otra”, titubeamos…
5. Por último, nos queda un punto a analizar: un elemento que progresivamente va complicando nuestra vida es la famosa inseguridad. Nos enteramos y “participamos” inmediatamente a través de los medios de comunicación masivos, de toda tragedia que sucede en cualquier sitio del planeta, conociendo los detalles de manera morbosa con imágenes horripilantes y macabras. Nos identificamos con las víctimas inocentes y nos indignamos por la impunidad de los victimarios. Sentimos alarma y temor.
Si bien se utiliza este término en general en relación a la integridad física de las personas, por el peligro del terror y de la delincuencia, en realidad el concepto de la inseguridad se extiende a la desprotección y los miedos que todos podemos sentir en un mundo que cambia día a día con una velocidad vertiginosa. Peligran nuestros puestos de trabajo, la constancia de los clientes, se modifican los gustos y caprichos de los consumidores, otros logran producir nuestra mercadería mejor y por menos costo, etc.
Sentimos que no tenemos “tiempo” para “prepararnos” mentalmente hacia cualquier cambio, que sin duda sucederá en cualquier momento. La inestabilidad en los vínculos – hasta de los seres más inmediatos – crea una desconfianza casi automática en la gente. Las familias se tornaron endebles, los lazos son más frágiles.
La falta de contención es evidente en niños… y grandes (que están a cargo de sus hijos y silenciosamente, e inadvertidamente, vierten en ellos sus propias angustias). La alternativa anímica más frecuente a la alegría es la ansiedad, y los niños responden negativamente a esa sensación tan prevaleciente con agresiones mutuas y violencia, tal como la ven suceder entre los mayores, aun cuando estos la manifiestan “con guantes blancos”.
¿Por dónde comenzamos?
En la búsqueda de la alegría genuina, tal como la enseña la Torá.
La alegría florece a través de la confianza en el Creador, por aceptarse, por saber que el Todopoderoso ama a cada uno de nosotros y ha invertido en cada uno una imagen y características singulares que lo convierte en especial y con una misión única y valiosa, por alejarse de la competencia improductiva, aproximarse a la humildad y sentir gratitud por estar vivo y poder realizar obra.
Naftali vive en Tzfat y es maestro de grado. Es muy dedicado a sus alumnos a quienes ama como si fueran sus propios hijos. Hasta llega a compartir los “problemitas” que cada uno de ellos carga en su mochila. Dado que es padre de una familia numerosa, trabaja doble turno, adicionalmente enseña a alumnos particulares y dedica cierto tiempo del resto de su día para estudiar Torá.
Durante la semana, intenta ver a sus niños durante el horario de la cena, y espera ansiosamente al día de Shabbat para poder compartir con ellos la mesa familiar.
No le es fácil llegar a fin de mes y, por lo tanto, sus padres tratan de dar una mano con ciertos gastos, como ser la adquisición de ropa para los niños y las salidas que comparten.
Su pequeño hijo Janoj de cinco años, debe ser tratado especialmente por motivos médicos, y requiere abundante del escaso tiempo disponible para ser atendido. Javiva, que está 3º grado necesita más apoyo escolar que los demás hermanos.
Jana, esposa de Naftali, se dedica a la casa y corre con Janoj y con el resto de sus múltiples obligaciones.
Cuando uno ve a Jana y a Naftali, cuesta intuir la carga que pesa sobre ellos. Posiblemente se les note rasgos de cansancio físico, pero su forma de hablar es siempre atenta, agradable y en paz. ¿Por qué?
Jana y Naftali sienten que en cada momento de sus días – tanto en el trabajo como en su casa – cumplen un rol importante. Están en sus “puestos”. No se sienten exigidos por lo que no pueden hacer. Tampoco abrigan vergüenza por estar asistidos por sus padres. Al contrario: sienten satisfacción por lo valioso de su misión.
Lejos de esta actitud están los “escapismos” divertidos y comunes a los que hoy algunos apodan de “alegría”, y que realmente solo disimulan la angustia – transitoriamente.
A la entrada de las playas de estacionamiento colocan muñecos de plástico que se mueven por los motores que inyectan aire en ellos. Cuando se apaga el motor, los muñecos se caen…
“Havel havalim” – dijo Kohelet (1:2). No atribuyas valor adonde no existe. (“Hevel” es un aire viciado. No posee “masa”. En un momento está y en un instante desapareció) No asignes realidad a lo efímero…
Hay una anécdota que sintetiza lo que hemos expuesto.
Reb Shmelke y Reb Pinjas, querían saber cómo se cumple la obligación talmúdica de “bendecir al Todopoderoso por los infortunios, del mismo modo en que se Le agradece por las alegrías”.
Les recomendaron preguntar a Reb Zushe, el piadoso maestro jasídico, que era extremadamente pobre y sufría numerosísimas dificultades.
Los hermanos encontraron el hogar dilapidado de Reb Zushe. Ingresaron y encontraron al anciano andrajoso estudiando Torá.
“Perdón,”- dijo Reb Shmelke en voz perpleja, “¿es Ud. Reb Zushe?”
“Sí” – respondió el anciano.
“¡Nos habían dicho que Ud. nos podrá explicar cómo se bendice al Todopoderoso por los infortunios…!”
Reb Zushe parecía sorprendido: “Debe haber sucedido un error. Uds. deben dirigirse a alguna persona que realmente esté sufriendo. Yo no he tenido un solo día de sufrimiento en mi vida….”
No somos Reb Zushe. Nuestra vida puede ser, o es, la de Jana y Naftali, con situaciones personales de distinto tamaño. Mucho depende de la actitud; y la Simjá que adquiramos determinará nuestro enfoque hacia la vida.
Nuestra Sucá está abierta hacia arriba mediante su Sjaj disperso, pero con paredes estables – que deben mantenerse ante los vientos habituales. En la vida también debemos estar dispuestos a acatar a D”s (Sjaj), y – simultáneamente – preparados a filtrar y distinguir entre las actitudes aceptables que propone la sociedad que nos circunda – y las otras.
La alegría es vital y accesible, si la sabemos concebir.
VANIDAD DE VANIDADES
Uno de los 24 libros que componen el TaNa”J se denomina Meguilat Kohélet y se atribuye al Rey Shlomó.
A simple vista – en particular tomando en cuenta nuestra visión superficial de la existencia humana y de contemplar las circunstancias de la vida, el texto nos deja una sensación muy fuerte a tristeza, lúgubre y sombría. El contenido de Kohélet describe de manera muy real el carácter pasajero de la vida y lo breve y efímero de la existencia de cada individuo.
Asimismo, traza de modo muy crudo y vívido el flagelo de los sufrimientos de algunos humanos a manos de sus semejantes. Condena con términos muy severos la mezquindad y las otras malas cualidades de los seres humanos.
Continúa narrando la caducidad de los proyectos de las personas y la futilidad de cuestiones banales a las que el conjunto de la humanidad suele atribuir importancia exagerada.
Hacia el último capítulo utiliza la metáfora para retratar el modo penoso en que la vejez va consumiendo las funciones y prestezas que en años más mozos parecían ser eternas. Al final de Kohélet, y luego de haber considerado todas las diferentes alternativas de vida – aconseja a las personas a temer al Todopoderoso y cumplir sus leyes – pues ese es el contenido de la vida.
Evidentemente, esta clase de enseñanzas son eludidas por aquel que prefiere taparse los ojos ante todo lo que es serio y sobrio. La vida “moderna” vendió a las personas la idea y la sensación de que existe un “pasar” (por la vida) suave, indoloro, sin significado e inconducente. Reflexiones como aquellas que se repiten una y otra vez en Kohélet incomodan a quienes prefieren no meditar acerca de la esencia de la vida.
En cierta oportunidad, había una persona que se estaba mofando de la torpeza de un pobre hombre. El Jafetz Jaim lo escuchó reír y le preguntó qué era lo que le parecía tan gracioso. “Imagínese” – respondió el que se creía gracioso – “este hombre dice que se vino viajando desde Aisheshuk (que quedaba a unos 20 Kilómetros de Radin – un viaje considerable para cierta gente en aquella época) y lo único que trajo consigo a la vuelta es una latita de “Tabak” (el rapé perfumado que se solía utilizar como aroma)…”
El Jafetz Jaim lo escuchó y lo amonestó con una reflexión: “Imagínate tú” – le dijo – “hay personas que hacen un viaje de 120 años hasta este mundo – y cuando vuelven tienen tan poco para mostrar de lo que consiguieron aquí…”
El pasaje de Kohélet (11:1) reza: “Echa tu pan sobre las aguas, pues con el correr de los días lo encontrarás”…
Con esta metáfora, el rey Shlomó nos exhorta a trascender nuestro impulso natural por preocuparnos únicamente de nuestro bienestar, y – en cambio – mirar más allá y ver el beneficio de las acciones que no tienen un rédito inmediato.
Del mismo modo en que Itró invitó a Moshé gratuitamente a su casa (cuando era un “simple” exiliado de Egipto en Midián), y terminó siendo suegro de nadie menos que Moshé Rabeinu, así también toda acción noble será respondida por D”s, Quien jamás olvida de retribuir cada una de las acciones del ser humano.
Según el comentario del R. Moshé Alshij, esto se refiere a aquel que socorre a otro sin saber a quién está auxiliando (tal como echar el pan a las aguas sin saber quién es que lo comerá), lo cual constituye la manera más elevada de cumplir con el precepto de Tzedaká.
Hace ya algunos años un abuelo – ya muy avanzado en edad – recibió una carta de su nieta que residía en Pétaj Tikva. En la misma, su nieta – ya casada y embarazada de su primer hijo le cuenta el siguiente episodio.
Trabajaba en una empresa que tenía pocos empleados, y estaba preocupada por lo que sucedería luego de dar a luz. Su marido estaba sin trabajo, y su hermano que residía con ellos tampoco tenía aún ingresos, con lo cual ella era la única que traía un sueldo, del cual estaban viviendo.
Su preocupación en ese momento era que no pudiera seguir en el empleo después del parto, y que no tuvieran de qué vivir. Varias veces había querido expresar su inquietud al patrón, pero siempre le parecía que no era el momento adecuado. Un día muy lluvioso, se quedaron todos en la oficina a la hora del almuerzo, pues resultaba difícil salir.
Sentados todos juntos y distendidos – algo que no sucedía con frecuencia, comenzaron a narrar cada uno cosas de su vida personal.
Decidió que este era el momento oportuno de hacer saber su incertidumbre al empresario. Sin querer ponerlo en un aprieto, ella contó su situación a todos esperando que su jefe reaccionara de manera positiva. Sin embargo, el jefe no dijo nada en el momento, sino que permaneció reflexivo durante unos minutos mientras la conversación derivaba de tema en tema. Cuando volvió de su cavilación, comenzó a indagar a la señora acerca de su procedencia, de su familia, del lugar en donde rezaba su padre, del nombre de sus familiares, etc. Ella fue respondiendo asombrada a cada una de las preguntas.
De repente, el patrón salió de la habitación, dejando a todos sorprendidos. Cuando volvió, se le notaba en los ojos que había estado lagrimeando. Todos quedaron callados, mientras él comenzó a narrar una sorprendente e impactante historia:
“Hace muchos años vivían en Flatbush (un barrio de Nueva York) dos electricistas que asistían a la misma sinagoga. Uno de ellos estaba en buena posición económica, porque pertenecía al sindicato y siempre estaba ocupado. El otro electricista, sin embargo, era muy pobre. Dado que vivían sobre la misma ruta, cuando salían de la sinagoga en Shabbat, solían caminar algunas cuadras juntos, pero su relación era escasa.
“Un día, el electricista pobre falleció repentinamente dejando una familia de niños desamparados. Toda la comunidad se conmovió, y se realizaron los rezos de la Shivá en su domicilio. Su compañero de camino de Shabbat, obviamente acudió el primer día a la Tefilá, y se sorprendió del estado de penuria que se vivía en aquel hogar. Sin preguntar, ingresó a la cocina de la casa, y encontró que las alacenas y la heladera estaban prácticamente vacías.
“Decidió que no permitiría que las cosas quedaran así, y cuando llegó a la próxima Tefilá, cargó consigo bolsas y paquetes de alimentos que colocó en las alacenas. Este ejercicio se repitió durante todas las reuniones matutinas y vespertinas de la semana de duelo, a pesar de las protestas de la viuda que se fue percatando de lo que sucedía.
Habían transcurrido apenas unos días de la primera semana de luto, cuando la viuda se comunicó con su benefactor: ‘Tengo en el sótano muchas herramientas y materiales de trabajo de mi marido. Gustosamente se las puede llevar. No pido más que U$S 100 por todo’.
El hombre escuchó y puso sus manos a la obra. Durante dos semanas, trabajó en el sótano del colega fallecido, ordenando todo lo que encontró y poniendo precio a cada artículo que se podía vender. Una vez concluida esa tarea se comunicó con todos los conocidos que trabajan en los gremios y que podían llegar a interesarse por comprar los objetos en venta y organizó una “feria americana”. En un día recaudó U$S 3.000 que de inmediato entregó a la muy agradecida viuda.
Pasaron los años desde entonces. El electricista pobre cuya familia recibió todo este generoso apoyo en un momento tan crítico, fue mi padre. Yo era un niño en aquella época. Por otro lado, aquel que le prestó su dedicada asistencia fue tu abuelo… Jamás tuve oportunidad de mostrar mi gratitud hacia el noble gesto de él. Creo que hoy llegó el momento.
“No te preocupes por tu futuro en este trabajo, y dile a tu marido y a tu hermano que se acerquen mañana, pues habrá empleo para ellos también.
“¡Abuelo!” – terminó la carta de la feliz nieta – “estoy muy orgullosa de ti”.
¿Conocemos nuestro futuro personal? ¿sabemos qué sucederá mañana?
Evidentemente, con tan solo una leve reflexión, Kohélet nos despierta hacia las realidades de la vida. No conocemos el mañana, pero estamos certeros de una cosa: D”s estará con nosotros. De eso se trata la vida en la Sucá.
HOSHANOT
Uno de los deberes que cumplimos en Sucot, y que data de la época de los profetas es una Tefilá conocida bajo el nombre de “Hoshanot” (lit: “Sálvanos”).
A diferencia de otras Tefilot que recitamos en el Bet HaKneset sentados o parados quietos en un solo sitio del Bet HaKneset, esta Tefilá tiene una característica especial: los feligreses circulan alrededor del Bet HaKneset con las “cuatro especies” (Lulav, Etrog, Hadasim y Aravot) en mano y recitan esta Tefilá. Obviamente es un tanto extraño, si uno no sabe de qué se trata.
Intentemos, pues, de aclarar un poco este tema.
Sucot ocurre en un momento crítico del calendario hebreo. Transcurrieron apenas unos días desde que finalizó Iom Kipur, y aun se considera que no ha concluido el Juicio de este día sagrado sino hasta el último día de Sucot, conocido también como “Hoshaná Rabá”.
Al mismo tiempo, Sucot está ubicado en el otoño boreal, cuando los habitantes de la tierra de Israel recolectan en silos lo que han cosechado en la temporada anterior y se preparan para enfrentar el invierno que se avecina.
Invierno significa época de necesidad de lluvias. Si la lluvia fuera escasa, esto redundaría en una insuficiencia en los vitales alimentos de los cuales todos dependemos para subsistir.
En ese momento, al emprender la siembra antes del invierno, los judíos imploramos por la abundancia de lluvias y por la bendición Di-vina en el crecimiento de los futuros alimentos.
Si la lluvia y el sustento son importantes para cualquier ser humano, en el caso de los judíos que recitamos el Shmá diariamente, tenemos muy en claro que las precipitaciones en la tierra de Israel dependen directamente de la observancia de las Mitzvot. O sea, que la abundancia de lluvia es una demostración clara de afecto del Todopoderoso, en una tierra que “por naturaleza” no sería más que un desierto.
¿Por qué los recorridos en círculo en el Templo? No sabría explicarlo yo, pero sí sabemos que los israelitas, al conquistar la tierra de Israel, debieron circular siete días alrededor de la muralla de Ierijó – símbolo de la resistencia y oposición a la idea de la Providencia Di-vina que caracterizaba claramente el pueblo de Cna’an – y luego las murallas cayeron – Iehoshúa 6:15).
En la época en que existía el Bet HaMikdash, los Kohanim circulaban alrededor del Mizbeaj (altar) con sus Lulavim, o con sus Aravot. Hoy no tenemos Mizbeaj, pero sí tenemos la Torá que nos ha acompañado durante toda la travesía del exilio. Un integrante de la sinagoga se para en el centro del Bet HaKneset y todos giran alrededor de él, como si fuera el Bet HaMikdash.
Si bien el texto de las Hoshanot es distinto para cada uno de los días de Sucot, se repiten todos los días las palabras An”í Vah”o. ¿Qué significan estas extrañas palabras? Rash”í explica en el tratado Sucot (45.) que estos son Nombres del Todopoderoso (se obtiene estos nombres a través de un sistema de tres versículos de Éxodo que poseen un idéntico número de letras). En hebreo se utiliza la palabra “Aní”, como el equivalente de “yo” en español.
Sin embargo, para aquel que toma conciencia del lugar y rol que tenemos los hombres, no existe un “yo” humano como ser independiente de D”s. El único “Yo” en este mundo es D”s. Los seres humanos hemos sido creados para hacer Gloria para D”s, mediante nuestra elección libre y no compulsiva de obrar de acuerdo a Su Voluntad y en eso consiste la semejanza Di-vina que nos caracteriza. El hecho que las personas utilicemos el prefijo “yo” (en minúscula) cuando hablamos de nosotros mismos, es para diferenciarnos de tú y de él…
Ahora bien, nuestros abuelos han aceptado hace más de 3.000 años convertirse en los portadores de la Ley de D”s. En un mundo que originalmente se opuso de modo sistemático a la espiritualidad que emana de la Ley de la Torá, con el correr del tiempo – lentamente y a través del modelo de quienes observaron correctamente la Torá, se difundió y se sigue propagando la santidad del nombre de D”s en este mundo material.
Desde el momento en que se aceptó la Torá en adelante, el Nombre de D”s quedó íntimamente ligado al destino del pueblo de Israel. Nos convertimos en la “Luz de las Naciones”, en los promotores oficiales de las ideas de la Torá. Esto es una gran responsabilidad.
Sin embargo, cuando Israel está en el exilio, discriminado, despreciado, acusado falsamente, perseguido y masacrado – poco se puede esperar en materia de servir como modelo al que las naciones quieran emular y aprender de él. ¿¡Quién quisiera, acaso, copiar el ejemplo de un pueblo perseguido!?
D”s está con nosotros en nuestro destierro. Esta frase no es un mero consuelo, sino que realmente expresa la buena (o mala) notoriedad que le damos mediante nuestra existencia y nuestro status – a la aceptación mundial y generalizada de D”s.
Por lo tanto, pedimos a D”s, que – aun si no merecemos por mérito propio ser salvados, pues que D”s lo haga por Su Nombre y por Su Gloria que está atada a nuestra suerte. El An”í Vah”o, (Yo y Él), o sea por la Gloria de D”s – sálvanos. Los Sabios en el Midrash consideran que la palabra “An”í” de Iejezkel 1:1 (Yo estaba entre los exiliados…), y “H”ú” de Irmiahu 40:1 (Él estaba encadenado entre los exiliados de Ierushalaim y Iehudá a Babilonia), se refiere indudablemente a D”s.
Sucot es la festividad en la que convivimos con D”s en la Sucá. Mediante lo precario del techo de la Sucá, demostramos que nuestra confianza está puesta en Él, y no en techos de cemento. En las Hoshanot expresamos que “en las buenas” y “en las malas”, nunca estamos lejos de D”s.
¿MÁS CLARO? ¡ECHALE AGUA!
Había una vez (o más de una vez) una mamá que era una perfecta ama de casa. Entre las tantas virtudes que tenía, cocinaba como un cheff. Cada comida que salía de su olla era un manjar. Todos se “chupaban los dedos de lo rico que estaba” – todos… salvo su propio hijo. Era realmente un chico bueno que le gustaba jugar como a todos los chicos. Es más – siempre se quejaba que tenía hambre. Pero cuando llegaba el momento de sentarse a comer, se ponía mañoso y “no quería saber de nada”. La mamá, que sabía que su crecimiento dependía de una buena alimentación, insistía en darle de comer a pesar de sus berrinches. Pasaron los años y, una vez adulto, comentó que en realidad a él no le disgustaba la comida de la mamá en absoluto. Al contrario, la comida era rica – pero a él le molestaba sentarse a comer quieto en la silla, y, por lo tanto, se levantaba y hacía escándalo al momento de las cenas sólo porque “le incomodaba”.
¡Qué cosa, estos niños! ¿Y nosotros, los adultos? ¿Existe algún elemento más vital para nuestra existencia que el agua? Sin duda que no. Sin embargo, cuando llueve nos quejamos porque… nos incomoda. Cuando llueve, es preciso llevar paraguas, que luego uno se olvida en algún lugar. Los autos de la calle salpican y ensucian la ropa (¡y las baldosas flojas de nuestra ciudad, lo mismo!). Si la lluvia lo encuentra desprevenido, seguramente quedará despeinado y empapado. Cuando llueve, la gente de la ciudad se enoja. En el pronóstico publicado en los medios, se habla de que “el tiempo está desmejorando”, “el día está muy feo”, “el verano fue terrible”…
Sin duda que esto surge a partir del hecho de que mucha gente no reconoce la bendición que es la lluvia. Los océanos contienen el 97% del agua del planeta. 2% está en los hielos polares y, únicamente, 1% del agua es la que se va reciclando para el uso de la vida (incluyendo todos los ríos y lagos, el agua de la atmósfera y de las napas subterráneas). Ahora, para que ese agua nos llegue, es necesario que cuando el sol brilla sobre el océano (que cubre el 70% de la superficie del planeta y que no podemos beber porque es salada), se vaya evaporando, que suba hacia el cielo y se convierta en nubes. Las nubes se forman porque en el aire hay pequeñísimas partículas de polvo alrededor de las cuales se van formando gotitas de agua que luego se unen, y, cuando baja la temperatura, se precipitan sobre la tierra en forma de lluvia. Sin embargo, si la lluvia cayera solamente sobre los océanos donde se formaron las nubes, no nos sería de gran utilidad y viviríamos en un mundo árido. Entra el factor viento que se forma a partir del movimiento de rotación del planeta, más la diferencia en la presión atmosférica que lo hace correr de los lugares de presión alta a los de presión más baja.
Pues entonces, no nos asombremos que en esta fiesta de Sucot en la cual se juzga frente al Tribunal Celestial la cantidad de lluvia para el nuevo año, comencemos a rezar por su abundancia y a mencionar a partir de Shminí Atzeret a D”s como “Mashiv haRúaj uMorid haGashem” – Quien mueve el viento y hace precipitar la lluvia.
A todo esto se debe sumar las múltiples virtudes del agua en si (incolora, inodora, insípida), que cumple una función imprescindible en cada paso y en cada sistema de vida. El agua está formada por dos partes de hidrógeno y una de oxígeno, dos elementos que, de no unirse de esta manera, no podrían suplir aquello que nos da el agua. Una de las tantas curiosidades del agua, es que si bien generalmente el calor sube y el frío baja, en las mares y lagos, una vez que baja de los 4 *C, se revierte el orden, y las aguas se congelan en su superficie permitiendo la continuidad de la vida de los peces en la profundidad.
(Adaptado del libro “Designer World” de R. Avraham Katz)
Sin embargo, los seres humanos solemos ser desagradecidos. Por lo tanto, es muy importante dedicar una Tefilá especial al pedido de lluvia. Si bien en Argentina nos puede parecer un tanto “obvio” (porque es raro que falte) que llueva de tanto en tanto, en Israel que sólo tiene una temporada limitada de precipitaciones, la importancia de las lluvias siempre fue reconocida universalmente y, de ahí, los ayunos públicos en épocas de escasez. “…pues no había hecho llover D”s sobre la tierra, y hombre no había para labrar la tierra” (Bereshit/Génesis). “¿Por qué no había precipitaciones? Pues no estaba el hombre que reconociera su vitalidad y que rezara por ella.” (Rash”i)
No obstante, nos queda la pregunta: ¿por qué se celebra justamente Simjat Torá, que es la culminación de la lectura de la Torá y el nuevo comienzo de la lectura, junto con Shminí Atzeret en que se suplica por la caída de lluvia, y, ambos, ¡en el día de máxima alegría del año!?
Es muy posible que la respuesta sea que la Torá es tan vital para la existencia judaica del judío, como lo es el agua para cualquier ser humano. Esto lo supieron todos sus enemigos, quienes intentaron agotar el judaísmo prohibiendo el estudio de la Torá o quemando todos los textos judíos como lo hizo Luis IX en 1.242. (¡Qué bueno sería, si lo supiéramos todos nosotros también).
Quizás exista una explicación adicional. El servicio de verter agua sobre el Mizbeaj (altar), es solamente en Sucot. Una de las características del agua, es que se amolda totalmente al recipiente en el que se la coloca. No tiene “cuerpo” propio. Similarmente, la alegría de Sucot y de Simjat Torá surge de esa sumisión total a la palabra de D”s que está precisamente en la Torá que terminamos de leer. Posiblemente era esa la razón que los saduceos no aceptaban la ley de verter agua. El “judaísmo” que ellos pretendían se limitaba a ciertas áreas de la vida y no era uno de sometimiento total a la palabra de D”s.
Volviendo al rezo por la lluvia en Shminí Atzeret: Mencionamos allí que el ángel designado para enviar la lluvia se llama “Af – Berí”. “Af” significa furia, mientras que “Berí”, viene del vocablo salud (Beri’ut). La lluvia puede ser una bendición y puede provocar inundaciones como las que conocemos a menudo. Cuando D”s envió el diluvio en la época de Noaj, comenzó siendo “Gueshem”, una lluvia que debía traer prosperidad. Cuando la gente persistió en su rebeldía, se transformó en un “Mabul” (diluvio). Los seres humanos somos capaces de arruinar aun las mejores bendiciones.
Recemos pues por un año en el cual llueva para prosperar. Al mismo tiempo, sepamos reconocer lo bueno, para permitir que lo que D”s envía realmente sea una bendición.
Simjat Bet
Hashoeva – La fiesta de la recolección del agua: Nuestros sabios dijeron: “Quien no haya visto la alegría de Simjat Bet Hashoeva, no habrá presenciado jamás
una verdadera fiesta en su vida”. En estos días en los cuales se juzga a mundo en lo referente al agua, si habrá lluvia o sequía, se acostumbraba a extraer agua del manantial del Shiloaj y arrojarla sobre el altar, para pedir así un ano colmado de lluvias. Una gran alegría acompanaba a este acto. Se recuerda esta alegría en las fiestas que se realizan durante las noches de jol hamoed con bailes y canciones alusivas.
Oshana: en los días de Jol Hamoed, al concluir la oración de Shajarit y Halel, se recita la oración de “Oshana”, cuando el oficiante y la congregación rodean el Altar donde se lee la Torá.
Oshana Rabá: en el séptimo día, “Oshana Raba”, se rodea el altar siete veces y se recita la oración de oshana especial para este día. Este es el día de la conclusión final del veredicto. Por eso se acostumbra a estar despiertos la noche anterior y estudiar Torá. Otra costumbre el “golpear aravot”, en recuerdo a las altas ramas de arava que se traía a Jerusalem, al Templo en Sucot, y se las colocaba cerca del altar. Las oraciones de este día recuerdan al Templo y piden especialmente por lluvia.
Shmini Atzeret: es una fiesta separada, pero relacionada con Sucot, y su nombre así lo demuestra: Shmini Atzeret, viene a sellar los siete días de festejos. No existe el precepto de suca o de las cuatro especies, sino el precepto de la alegría por si misma. El nombre “atzeret” demuestra el amor del Santo Bendito Sea por su pueblo. Luego que el pueblo ha estado en Jerusalem en la fiesta de la peregrinación durante siete días, D’s les dice: “hijos, deténganse un día más, porque me es difícil separarme de ustedes”. En esta festividad comenzamos a pedir por las lluvias y recitamos poemas de lluvia en la oración de Musaf. También se recita la oración de “Izcor”.
En la tierra de Israel se festeja también ese día Simjat Torá (en la Diáspora se agrega un día más y es por eso que estas dos festividades están separadas).
Tal como el etrog tiene un buen sabor y una fragancia agradable, así también entre los israelitas existen hombres estudiosos de la Torá y que practican buenas acciones; un ramo de palmas, tal como su fruto el dátil tiene buen sabor pero carece de aroma, así también existen hombres que han estudiado pero no practican
lo aprendido con perfección; ramos de árboles frondosos referido al mirto que posee un aroma muy agradable pero es insulso, así existen los que poseen perfectas acciones sin que sean muy estudiosos; tal como el sauce que es insulso y carece al mismo tiempo de aroma alguno, existen israelitas que no son estudiosos ni tampoco realizan buenas acciones. ¿Qué hace el Todopoderoso con ellos? Hacerlos desaparecer ¡no es posible! Dice el Todopoderoso: Que sean unidos y ligados todos juntos, y unos expiarán a los otros.
(Vayikrá Rabá 30,11)
Cuéntase de Raban Gamliel, Rabí Yehoshúa, Rabí Elazar ben Azaria y Rabí Akiva, quienes viajaban en un buque y no tenían el Lulav, aparte de Raban Gamliel que lo había comprado por mil monedas de plata. Raban Gamliel lo tomó (para cumplir con el precepto) y se lo entregó como obsequio a Rabí Yehoshúa, lo tomó, cumplió con el precepto y se lo entregó en obsequio a Rabí Elazar ben Azaria. Este lo tomó, cumplió con el precepto y se lo otorgó como obsequio a Rabí Akiva. Este lo tomó, cumplió con el precepto y se lo devolvió a Raban Gamliel. (Sucá 4lb) ¿Por qué? (prohibieron cumplir con el precepto del Lulav cuando resulta uno de los días en Shabat, siendo que a partir del segundo día su cumplimiento en el Bet Hamikdash está obligado por la Torá y considerando que sólo se trata de portar una rama
en la mano ¿por qué lo prohibieron? ¡Su cumplimiento debería postergar las prohibiciones que emanan del Shabat!
Dijo Rabá: Es una medida preventiva por si una persona tomara el Lulav en la mano y se dirigiera (en Shabat) a un entendido (que le enseñe a realizar las agitaciones del mismo) y mientras tanto lo va a transportar una distancia mayor de cuatro codos dentro del dominio público (de las calles de la ciudad).
Este es también el motivo de la suspensión del cumplimiento del precepto del Shofar durante el Shabat. Asimismo es el motivo de esa medida respecto a la lectura de la Meguilá en Purim. (Sucá 42b)
¿Es posible que reinando el Rey David no hicieron Sucot, hasta que vino Ezra? Debemos explicar, pues, que compara la llegada del pueblo de Israel en la época de Yehoshúa. Así como entonces santificaron el país y contaron años de Shemitá y Yovel consagrando las ciudades amuralladas, así hicieron en el tiempo de Ezra
(refiriéndose a ello: “que no hicieron así desde la época de Yehoshúa”).
Y según la otra opinión (que en la época de Ezra no tuvieron que realizar ninguna consagración porque aún rige hasta nuestros días la que realizó Yehoshúa), la intención es que Ezra rezó por que la pasión de la idolatría desaparezca, y consiguió anularla, amparando su mérito como si fuera una Sucá (y a eso se refiere
en forma de crítica que no hicieron así ni desde la época de Yehoshua).
Si bien Moshé no rogó por esa anulación, se debía a que no habitaba en Eretz Israel, pero Yehoshúa que tenía también el mérito de habitar en Eretz Israel ¿por qué no suplicó por la anulación del genio de la idolatría? (Arajin 32b)
Mientras Yerushalayim era denominada Shalem (previo al agregado de la denominación de Abraham), el Todopoderoso se construyó una cabaña y allí rezaba.
¿Qué expresaba en ese rezo? Que sea la Voluntad que vea construída pronto Mi Casa. (Bereshit Rabá 56.10)
Dijo R. Elazar: Los setenta corderos que se ofrecen durante toda la fiesta ¿por quién vienen? Representa a las setenta naciones del mundo. (Para absolverlos de sus pecados a fin de que merezcan que la lluvia baje en todo el mundo ya que en Sucot el mundo es juzgado respecto a la cantidad de agua que les será otorgada).
(Sucá 55b)
Dijeron los Sabios: Quien no haya visto la alegría del Beit Hashoevá, “la fiesta de la Recolección del Agua”, no habrá presenciado jamás una verdadera fiesta en su vida. (Sucá 51a)
El “Capítulo del Rey” ¿de qué modo se cumplía? El primer día de Jol Hamoed (feriado intermedio) de la fiesta de Sucot del año subsiguiente al Séptimo (de la Shemitá) se construía un estrado grande de madera en el patio del Bet Hamikdash donde se sentaba el Rey. Tal como leemos (Devarim 31,10): “Al fin de
cada siete años, en la fiesta de Sucot”.
El intendente de la comunidad tomaba un Sefer Torá y se lo entregaba al Presidente de la comunidad, éste se lo entregaba a su segundo, y este último se lo entregaba al Cohen Gadol, el Cohen Gadol se lo entregaba al Rey, el Rey se ponía de pie recibía el Sefer Torá y leía de sentado.
Leía desde el principio del Libro Devarim hasta el capítulo de Shemá (Devarim 6, 4-9) (Aceptación del yugo de la Soberanía Celestial), luego salteaba hasta (11, l3-21) “Y sucederá que si oyereis atentamente Mis mandamientos que yo os ordeno hoy” (Aceptación del yugo de los preceptos).
Salteaba hasta (14, 22-15, 17) “Diezmarás escrupulosamente todo el producto de tu simiente” finalizando todo el asunto (Por ser la época de la recolección, de la entrega de los Regalos a los Pobres y los diezmos).
Salteaba luego hasta (26, 12-15) “Cuando hubiese acabado de diezmar” (a pesar que el Capítulo del Reyes anterior, no interrumpía el asunto de los diezmos). Luego leía el “Capítulo del Rey” (17, 14-20)
Y volvía a leer los capítulos de las bendiciones y maldiciones (27,28) (que se refieren a los pactos y a las bendiciones). (Sotá 41a)
Según mi opinión… se debe disponer que los píos y gente de acciones ejemplares estén de vela toda la noche leyendo frente al Muro de los Lamentos todo el programa que el Rey leía …
Y según este orden se reunirán grupos el primer día de lol Hamoed de Sucot frente al Muro… y aquellos otros que no tengan posibilidad de acercarse allí, que estén de vela en las Sinagogas durante toda la noche… los estudiosos, dedicados exclusivamente a sus estudios, deberán explicar y discutir esos capítulos con toda
su sabiduría y en el segundo día del Jol Hamoed se reunirán en todo el país estimulando al pueblo a fortalecer la fe… pero todo deberá ser dirigido por excelsos e ilustres Rabinos.
(Opúsculo “Zejer Hakhel” del Rabino Supremo de Israel R. Yitziak Herzog) Dijo R. Shemuel bar R. Yitzjak: Los Sabios quisieron ocultar el Libro Cohelet, pues descubrieron enunciados que podían interpretarse como herejías. Dijeron: ¿ésta es la sabiduría de Shelomó, al decir (Cohelet 11,9): ¡Regocíjate, mancebo en tu mocedad!?
Moshé afirmó (Bamidbar 15) “y no vayáis tras (las codicias) de vuestros corazones, y de vuestros ojos”, mientras que Shelomó dijo (ibid): “anda en los caminos de tu corazón”, ¿acaso fue desatado el látigo justiciero? ¿ya no existe justicia ni juez? Pero cuando agregó: (ibid) “¡más sabe tú, que por todas estas D-s te traerá a juicio!” exclamaron: ¡Muy bien dijo Shelomó! (el final del verso indica que el principio tiene la intención de afirmar regocíjate, mancebo -con la Torá y sus mandamientos- etc).
(Cohelet Rabá 11)Desde Yom Kipur hasta Sucot cada israelita está ocupado en el cumplimiento de los preceptos, Este está ocupado con su Sucá: este otro con su Lulav. El primer día de la fiesta de Sucot, toman sus lulavim y sus etroguim en sus manos, y alaban al Todopoderoso. El Todopoderoso les responde: Los pecados del pasado ya les he perdonado, pero desde hoy tengan cuidado con los pecados. Por eso se expresa el verso “en el primer día” -el primero del cálculo de los pecados muevas, es decir, desde el primer día de la fiesta. (Yalkut Shimoni, Emor 23-651)