Tenuat Hamusar. Ética, moral y Tora
Tenuat Hamusar. Ética, moral y Tora
por el Rab Daniel Kahan. tenuathamusar@gmail.com
El movimiento del Musar tuvo lugar en Europa Oriental a partir de la segunda mitad del siglo XIX, y duró hasta la Segunda Guerra Mundial. Su fundador fue el Rab Israel Lipkin de Salant. Hubo varias razones que impulsaron al Rab Salant, a crear el movimiento del Musar. En general, el judío promedio cumplía las mitzvot como un acto externo, sin un contenido interno, sin el alma. El judaísmo se había convertido en una “religión de ritos y ceremonias”. Muchas personas ya no consideraban al judaísmo como una forma de vida que atañe a todas las áreas del judío.
(Mijtav MeEliahu del Rabí Eliahu Desler, En busca de la verdad, adaptado por el Rab Arie Carmel pag. XVIII)
Inspirado en el movimiento del Musar del Rab Israel de Salant, se crea este material.
(Ish tzadik aiá de Simja Raz pag. 315. Traducción libre)
Escribe Maimónides en su obra Mishné Torá (Hiljot Mamrim 3-3) que los hijos de los caraítas, que fueron criados por sus padres no de acuerdo al Judaísmo clásico y raigal, son considerados por la ley judía como un “tinok shenishbá”, o sea, como un bebé que los caraítas secuestraron y lo criaron de acuerdo a su ideología. Y aunque más tarde alguno de ellos se enterara que es judío, y haya conocido lo que es la religión judía, igualmente es por fuerza mayor que piensa como piensa. Por lo tanto, es menester hacerlos que hagan Teshubá (arrepentimiento), hablándoles amistosamente hasta que retornen a la senda correcta.
De acuerdo al Jazón Ish (ver Jazón Ish Ioré Deá 2-28) las duras penas con las que antaño se castigaba a los herejes, no son aplicables hoy en día, ya que esos severos castigos servían antes para que recapacitaran los transgresores. Y eso ocurría en una época donde era notorio que Dios manejaba los hilos de la historia, y la fé estaba arraigada en los corazones de la gente. Pero hoy en día, que vivimos en una época de “ester panim”(ocultamiento de Dios), donde mucha gente es agnóstica o atea, no daría buenos resultados castigar o ejecutar a los pecadores, sino debemos acercarlos con amor hacia el cumplimiento de los preceptos.
Por otro lado, el amor que debemos prodigar incluso a quienes están alejados de la Torá no debe provocar que nos olvidemos del hecho que son transgresores. Por lo tanto, junto a los sentimientos de cariño y amor que debemos manifestar, también debemos sentir rechazo, amargura y dolor, ya que la Torá siendo despreciada por quienes no cumplen con las mitzvot.
Es importante recordar que la persona es influenciable, tal como escribe Maimónides (Hiljot Deot 6-1) y entonces hay que tener mucho cuidado de que no por querer acercar a alguien, termine el mekareb (maestro que intenta hacer retornar a otros al camino de la Torá) influenciado, comenzando a tener ideas o comportamientos no adecuados.
(Kaf Hajaim del rab Jaim Falayi, simán 20 inciso 6. Traducción libre)
Debe elegirse un libro fácil que también los niños lo entiendan, como el Orjot Tzadikim.
(Orjot Iosher de Rab Jaim Kanievsky)
Explicó el Rab David Budnik, de bendita memoria:
El temor a Di-os es algo que no todo observante de las mitzvot ya ha logrado adquirir, ni tampoco es algo que ningún judío secular tenga.
A veces un judío secular se abstiene de ciertas transgresiones porque el temor ancestral todavía está arraigado dentro suyo en cierta medida. Y también existe aquel cumplidor de las mitzvot que transgrede algunos mandamientos porque todavía no ha llegado al temor a Di-os.
(Alé Shur del Rab Shelomó Volbe tomo 2 pag. 39)
El Musar es el trabajo personal del hombre para mejorar las cualidades y características de la personalidad y optimizar el temor y el servicio a Dios.
Esto se logra a través del pensamiento y la reflexión, a través del cual el hombre puede concentrarse con calma en la situación de su alma respecto de sus obligaciones morales y espirituales.
La sabiduría del Musar es el arte de la ejecución: el Musar educa y enseña a la persona cómo cumplir los preceptos. Esta sabiduría no se limita a temas determinados sino a toda la Torá y sus mitzvot. El Musar se basa en dejar de lado el beneficio personal para considerar principalmente, y solamente, la voluntad Divina.
(Mijtav MeEliahu del Rabí Eliahu Desler, En busca de la verdad, adaptado por el Rab Arie Carmel pag. XVI)
Puedes llegar a destruir tu vida imaginándote todas las posibles experiencias desagradables que pudieran recaer sobre ti. Aun cuando en realidad tu vida estuviera libre de esa clase de experiencias, la llenarás de emociones dolorosas si constantemente te imaginaras un futuro adverso. Esos hechos negativos sólo ocurrirán en tu mente, pero no obstante habrás de sufrir por ello. Independientemente de lo que suceda en realidad, te verás afectado por el contenido de tus pensamientos.
(Las puertas de la felicidad pag. 192)
Una persona sólo hará algo si comprueba que podrá obtener algún resultado positivo. En este caso, el Rab cambió la motivación del placer de insultarlo, a un método de recibir dinero. Tan pronto como no pudieron recibir más dinero, dejaron de estar motivados para insultarlo.
(Las puertas de la felicidad del Rab Zelig Pliskin pag. 410)
El verdadero amor está dirigido a otra persona. Si fuera necesario, sacrificaríamos nuestro bienestar para hacerla más feliz. En cambio, la pasión puede basarse simplemente en una gratificación egoísta. Por lo tanto, si lo que usted siente es pasión, no espere amor a cambio.
¿Ama usted a alguien? ¿Le ha hablado sobre la intensidad de sus sentimientos? ¿Se ha sentido herido por la falta de reciprocidad? ¿Qué hay de verdadero amor en lo que siente por la otra persona? Y ¿cuántos deseos de satisfacer sus propias necesidades hay? No es malo sentir codicia ni tampoco sentir pasión; pero no confunda ninguno de estos sentimientos con el amor.
¿Qué parte de su propia gratificación está dispuesto a sacrificar por la persona que dice amar?
(¿Cuándo empezarán a ir bien las cosas? de Abraham J. Twerski pag. 45-46 editorial Paidós)
(Banim Atem del Rab Daniel Oppenheimer pag. 33 editorial Ajdut Israel)
Vemos esto en el caso del hombre que decide dejar de fumar porque durante la noche sufrió intensos dolores de pecho. A la mañana siguiente, cuando se le despierta el primer antojo de un cigarrillo, se dice a sí mismo: “¡No, basta, yo no voy a fumar! ¿Acaso anoche no tuve dolores de pecho y decidí que no fumaría más?”. Entonces el antojo lo abandonará por un lapso breve. Pero pronto retornará con renovado vigor. Puede ser que él lo rechace una segunda vez, pero el antojo continuará despertándose cada vez con más fuerza, hasta que finalmente el hombre se rinda.
El Rabino Simja Zísel dice que esto se debe a que cuando el antojo fue rechazado por primera vez, el deseo no fue eliminado, sino sólo reprimido. La segunda vez que este antojo se despertó, se vio reforzado por el recuerdo de la primera vez que atacó. Ésa es la razón por la cual los ataques se hacen progresivamente más fuertes.
(Mijtav MeEliahu del Rabí Eliahu Desler, En busca de la verdad, adaptado por el Rab Arie Carmel pag. 42)
Piensa en la última vez que un grupo de personas se rió de ti por alguna razón, diciéndote con toda sinceridad: “¡Sólo fue un chiste!” Pudieron haberse reído porque hiciste algo tonto, o porque tu jefe en broma dijo: “Si no tienes listo ese reporte mañana, creo que vas a tomar unas largas vacaciones”. Inicialmente, pudiste haberte reído con ellos para no parecer un amargado. Sin embargo, cuando estás del otro lado, el comentario no es del todo divertido. Y, a veces, puedes tener el sentimiento de que el chiste contiene al menos una pizca de verdad.
Muchas personas dicen: “Vamos, estoy bromeando. ¡Realmente no me refería a eso!” El Jafetz Jaim dice: “Eso no es un chiste”. Los sentimientos de la persona son heridos. Su estima ha sido rebajada. Las palabras tienen poder aun cuando se presentan como un “chiste”. Por lo tanto, si un chiste es despectivo en cualquier forma, está prohibido.
(Jafetz Jaim, Un Compañero Diario, editorial Jerusalem de México, pag. 74)
(Mientras la vela arda del Rab Efraim Dines pag 375-376)
A veces el idealismo se limita al beneficio que pueda ofrecer.
(¿Cuándo empezarán a ir bien las cosas? de Abraham J. Twerski pag. 126-127 editorial Paidós)
Aun cuando es lícito en muchos casos, hay una fascinación por todo lo que viene gratis. Las expresiones de exuberante satisfacción por haber “conseguido” alguna pequeñez que se repartía en algún sitio, suelen ser desmedidas en comparación al despilfarro de dinero en otros aspectos.
(Veshinantam Levaneja del Rab Daniel Oppenheimer pag. 178)
Cierta vez conocí a alguien que tenía un mal carácter, que estaba arruinando su vida. Él estuvo absolutamente motivado a liberarse del enojo y estaba dispuesto a dedicar el tiempo que fuese necesario en este proyecto. Él se imaginó mentalmente, las diferentes situaciones que habrían de despertar su enojo. Una y otra vez él se imaginó a sí mismo, mentalmente, manejando tales situaciones con total serenidad, él se veía a sí mismo hablando en una respetuosa y auto-respetuosa manera. Después de dos meses de una práctica consciente, él logró dominar la habilidad de mantener la calma en situaciones que previamente habrían despertado su enojo.
(Mi Padre mi Rey del Rab Zelig Pliskin, editorial Yehuda, pag. 353-354)
Sólo una persona llevó paraguas.
Eso se llama FE.
Cuando arrojan a un bebé hacia arriba, éste se ríe a carcajadas pues sabe que al caer alguien lo atrapará.
Eso se llama CONFIANZA.
Cada noche antes de dormir ponemos el reloj despertador, a pesar que nadie nos asegura que despertaremos a la mañana siguiente.
Eso se llama ESPERANZA.
En ciertas oportunidades juzgamos a un amigo de manera desfavorable ya que como le contamos algo creemos que lo escuchó pero no siempre es así. Muchas veces la gente no escucha lo que decimos, y muchas veces no escuchamos lo que nos dicen los demás.
Si escuchó ¿por qué hizo lo contrario? Se cuestionan algunos padres cuando algún hijo no acata una orden. Claro, puede ser que realmente la escuchó, pero ¿la entendió?
Por último, aun habiendo comprendido un tema cabe también la posibilidad de que no retengamos lo que en su momento oímos y comprendimos.
A todo esto lo llamaremos:
El principio de la disminución en la comunicación.
Lo que quiero expresar
Lo que realmente digo
Lo que es oído
Lo que es comprendido
Lo que es retenido
Los sabios llaman a esto “LASHÓN HARÁ” (literalmente “mal habla”, maledicencia, difamación)
Si en lo relatado hay partes que son mentira, y de tal modo denigró más a su prójimo, se llama esto “MOTZÍ SHEM RA” (literalmente “sacar un mal nombre”, calumniar) y es una transgresión más grave que Lashón Hará.
El que habla Lashón Hará transgrede el versículo que dice” No andarás chismoseando en tu pueblo”, pues el Lashón Hará también es considerado “REJILUT” (Chismes).
2. El versículo mencionado anteriormente, es el que se refiere la Torá específicamente para la prohibición de Lashón Hará y Rejilut, pero hay más mandamientos y prohibiciones que se transgrede al hablar Lashón Hará y Rejilut.
3. Lo mencionado en los puntos anteriores se aplica incluso si habló mal de su prójimo de forma casual. Pero si. D-s no lo permita, se acostumbró a esta transgresión de manera constante, como aquellos que suelen siempre sentarse y charlar: “Esto y esto hizo fulano, esto y esto hicieron sus padres, esto y esto escuché sobre él”, y se trata de temas negativos, estas personas son llamadas según los sabios “BAALÉ LASHÓN HARÁ” (literalmente “dueños del mal habla”, difamadores constantes) y su castigo es mucho mayor, siendo que transgreden la ley de D-s con tranquilidad y de forma adrede, y consideran este asunto de Lashón Hará como “EFKER”( sin importancia alguna y como si la Torá no lo hubiera prohibido).
Por lo tanto, elige tus palabras con cuidado. Las palabras expresadas imprudentemente pueden causar daño.
Un día, a sus sesenta y cinco años, sufrió un derrame cerebral.
Por increíble que pareciera, el derrame no dejó ninguna marca en lo físico, aunque sí acabó perdiendo algo: la memoria. No podía recordar nada de lo que había estudiado durante decenas de años, todo se le había esfumado de la mente, ¡ni siquiera recordaba cómo leer!
Lo más natural hubiera sido que Rab Simja Zissel se dejara hundir en una depresión, o por lo menos que siguiera su vida con un aire de tristeza y quebranto por tan lamentable pérdida.
Pero no fue así, decidió contratar a alguien para que le enseñara a leer: ¡a sus sesenta y cinco años de edad! No disminuyó su ánimo ni el ritmo de su estudio hasta que finalmente pudo volver a estudiar Mishná. Incursionar nuevamente en el mundo de la Guemará era algo que estaba totalmente fuera de sus capacidades intelectuales, dada su condición.
Se dedicó a estudiar con cuerpo y alma, siempre envuelto en un inmenso espíritu de alegría.
(Más allá de lo que el ojo Percibe del Rab Moshé Samsonowitz, pag 77-79, ediciones MS Jerusalem)
¿Por qué lloras? Le preguntó su padre, el Rab Tzví Kofshitz. Si alguna niña te hizo algo malo, tienes la oportunidad de perdonarla, y de esta forma terminar con el asunto. Pero si me hubieras contado que tú le has hecho algo malo a una de tus compañeras, entonces sí te hubiera dicho que estás en problemas. Por lo tanto, en tu caso, perdónala y listo.
Estas palabras tranquilizaron a la pequeña, y la sonrisa volvió a su rostro.
Con una simple frase el padre logró cambiar el sufrimiento por alegría.
(Kol Barramá num. 300. Traducción libre)
Y más que esto. Incluso debemos actuar de manera antagónica. Hay que confiar en que Dios nos manda el sustento, pero si vemos a un necesitado debemos ayudarlo, y no pensar que Dios lo ayudará.
También es menester aprender cómo satisfacer a los demás. Muchas veces les damos a otras personas lo que a nosotros nos gusta y no lo que ellos necesitan. Le servimos una sandía a un invitado, porque a nosotros nos encanta la sandía. Pero si a él no le agrada, no cumplimos con el precepto de hospitalidad.
Explica Rashi que los que en esta vida son importantes, allí no lo son, y los que aquí no son importantes allí sí lo son.
Podemos también interpretar que los asuntos materiales que pondera la gente en este mundo allí no tienen ningún valor. En cambio las cuestiones espirituales que muchas veces no son tenidas en cuenta en esta vida, son las que valen en el mundo venidero.
Los mensajes de texto pueden tener efectos muy perjudiciales. Si estuvieran limitados simplemente a informar, el riesgo de utilizarlos sería mínimo. Sin embargo sentimos una necesidad emocional de compartir cosas que son traumáticas, simpáticas, o tan sólo tristes por este medio. Negociamos peleas, perdones y compromisos a través de los mensajes de texto. Cuando se platica cara a cara, la comunicación se beneficia con retroalimentación instantánea por medio de la respuesta verbal, expresiones faciales y lenguaje corporal. La vergüenza al decir algo prohibido, inapropiado o doloroso, también actúa como un freno. Los textos se convierten en el motivo principal para diseminar payasadas, desfachatez, maledicencia, bromas y comentarios pesados. La confidencialidad se rompe a través de la difusión. Las barreras de géneros se violan debido a las comunicaciones frívolas y a textos ligeros que nunca ocurrirían cara a cara. Un Shabat Shalom en masa no es lo mismo que una comunicación personal, y una “carita feliz” no transmite la misma calidez que la risa o la sonrisa. Un “lo siento” en texto definitivamente no comunica arrepentimiento como una solicitud verbal de pedir perdón. Aún el peligro no nos detiene, ya que vemos que el mandar mensajes de texto mientras se conduce es incontrolable. Para los jóvenes, la obsesión es más violenta, enviando textos hasta altas horas de la madrugada. Con el WhatsApp, grupos grandes están constantemente enviando fotografías y videos, provocando que el miembro más bajo del grupo tenga una plataforma para influenciar a todos para mal. La preocupación por los mensajes se convierte en una verdadera interferencia con el tiempo de la familia.
¿Estaremos entrando en la era de la incomunicación?
Quien envidia, su existencia entera estará plagada de angustias. Estará a la espera de que los demás cometan errores para regocijarse cuando ello suceda.
El rey Salomón dijo en Proverbios: todos los días del pobre son malos, y explica el Talmud que se refiere a aquél que no está contento con su porción.
Debemos recordar, que en algunos casos, no sufre únicamente el que envidia, sino también sufre la persona víctima de la envidia, ya que percibe los sentimientos de su prójimo.
(Jasidim del Rab Daniel Oppenheimer pag. 187 editorial Ajdut Israel)
Se debe ser astuto en los asuntos relacionados con el temor a Dios. O sea, que debemos crear tretas, estrategias y tácticas para vencer al instinto del mal.
Se debe responder con suavidad para evitar la cólera de otros.
Se debe estar en armonía con los hermanos, parientes y con todos los seres humanos, incluso con los idólatras.
De este modo agradará a la gente y a Dios.
Dice el Ialkut Shimoní: el término bueno hace alusión al ángel de la vida, y muy bueno se refiere al ángel de la muerte.
Muchas veces las ganas que tenemos de que las cosas nos salgan perfectas, son el comienzo de los problemas. Somos humanos y por ende, imperfectos. Debemos aspirar a la perfección, pero sabiendo de antemano que el único perfecto es Dios. Nuestras buenas intenciones nos deben movilizar para que hagamos actos de bien, y si no salieron tal cual como hubiéramos deseado, no importa. Conformarse con lo bueno aunque no sea muy bueno representa al ángel de la vida.
El Rabino respondió: “Gracias a ti, ahora poseo una comprensión más profunda del valor de esta plegaria. Cada uno sufre por varios temores: la gente teme a la muerte y a la vejez; la gente teme a la vergüenza y a la falta de aprobación; la gente tiene temores financieros y sociales; la gente teme a los fracasos y desilusiones.
Empero, cuando una persona tiene un gran temor, está liberado de todos los otros. Cuando una persona se resbala en un pavimento cubierto de hielo, en el momento en que está cayendo habrá de olvidarse de sus preocupaciones financieras; su temor por el daño físico habrá de ser tan intenso que los otros temores habrán de desaparecer.
Cuando alguien teme al Todopoderoso, esta admiración temerosa lo libera de ansiedades menores a diferencia de otros temores, la admiración temerosa por el Creador ennoblece y conduce al crecimiento.
(Mi Padre Mi Rey del Rabino Zelig Pliskin pag. 343-344 editorial Yehuda)
(Relatado por el Rabino Issochor Frand)
Robert Browning Hamilton escribió lo siguiente:
Caminé una milla con Placer
conversó todo el camino
pero no me dejó más sabio
con todo lo que dijo
Caminé una milla con Pesar
y ni una palabra dijo
pero oh las cosas que he aprendido
cuando caminó pesar conmigo
(Más allá de toda duda del Rab Shmuel Waldman pag. 267 editorial Perspectivas)
-Estoy avergonzado y te pido disculpas
-¿Por qué estás avergonzado? Preguntó el aguatero.
-Por mi grieta que provoca la pérdida de agua y por lo tanto no obtienes el resultado esperado de acuerdo a tu esfuerzo.
El aguatero miró al balde y le dijo:
-Estás equivocado. Mira el sendero por el cual transitamos.
Inmediatamente el balde observó el camino. En el costado por donde iba su compañero, el balde sano habían solamente piedras y yuyos. En cambio por su lado brotaron hermosas flores, iluminadas por el sol.
-Tu querido balde fuiste el que durante estos años fuiste regando estas flores mientras caminábamos por aquí. De no ser por tu imperfección no hubiéramos podido decorar tan bellamente el jardín de nuestro patrón.
Todos somos baldes rotos. Cada uno posee alguna imperfección, algo que no nos permite vernos completos. Debemos saber que aquellas situaciones por las cuales nos amargamos y son el motivo de nuestra tristeza y desgano, son la fuente de todo nuestro éxito. Justamente esa grieta es el motor para avanzar y crecer, y no siempre vemos en seguida la bendición escondida en esa imperfección.
(Adaptado de Sheifot y de Oljé Netivot)
¿Por qué se lo llama “justo” si se cae?
Porque tropieza pero no pierde las esperanzas. Sigue luchando para corregirse y mejorar. Solo a quien no le interesa crecer espiritualmente es considerado malvado.
Que no nos asusten las caídas, sino la pérdida de ánimo y la falta de ganas por seguir luchando para ser mejores personas.
No debemos olvidar: podemos caer mil veces y seguir siendo justos. Lo importante es seguir luchando.
¿Por qué lo hizo Dios de esta manera?
Ya que un estado de goce constante termina transformándose en algo normal y natural, y deja de ser un placer. Uno se acostumbra a deleitarse y pierde de a poco el encanto.
Para que disfrutemos, el placer debe estar, pero no todo el tiempo.
Maimónides explica en la Guía de los perplejos que el veneno que la serpiente puso en Javá es el poder de la imaginación. Y según el autor del libro Kol Bo el veneno se refiere a las dudas.
Ambas explicaciones son correctas, ya que le entraron dudas al corazón de Javá con relación a la orden de Di-os de no comer del fruto. Y también la imaginación fue despertándose en ella, codiciando el fruto prohibido.
Desde entonces, el intelecto y la imaginación actúan conjuntamente en el hombre. Y aunque el intelecto no esté totalmente sobornado por la imaginación, puede debilitarse a causa de las dudas que constantemente lo carcomen.
(Alé Shur del Rab Shelomó Volbe, tomo 2 pag. 45. Traducción libre)
Trabajar nuestras cualidades y mejorar día a día es nuestra misión. No es algo fácil, pero tampoco imposible
El Jafetz Jaim preguntó: “Más allá de la virtud de venir de una familia pobre, ¿tiene otras virtudes?”.
(Destellos de luz, Perlas de Sabiduría del Jafetz Jaim, recopilado por el Rab Shmuel Walkin, pag. 89 editorial perspectivas)
No busques el camino hacia la felicidad… sino la felicidad en el camino.
Únicamente el que asume riesgos y va lejos, descubre cuán lejos puede llegar.
Y por último, la vida es como andar en bicicleta… si cuesta, es porque estás en subida.
Cuando le rezas a Hashem, rogándole que te conceda éxito, concéntrate en implorarle que puedas lograr tus objetivos, sin pedir por el éxito de medios específicos para obtenerlos, ya que Hashem no necesita de tus “eitzes” (consejos)…
Cuando yo tenía 17 años fui a trabajar a Hungría. Corría el año 1942, y en el cielo se vislumbraban las grandes desgracias que asolarían al mundo judío. Poco a poco fui perdiendo mi judaísmo.
Al año siguiente me enviaron a Auschwitz, en Polonia, a una campo de concentración, donde milagrosamente conservé la vida.
Después pasé a Terezín en Checoslovaquia donde estuve hasta 1948. Entonces partí a Israel cortando todos los lazos con el judaísmo y la educación recibida en casa de mis padres. No sólo trabajaba en shabat, sino también en Rosh Hashaná e Iom Kipur.
Estábamos en Iom Kipur del año 1953 y yo estaba trabajando como de costumbre. Esa noche mi padre apareció en mis sueños con su túnica blanca y envuelto en su gran talit igual que en vida. Y me dijo:
-Vuélvete por el camino en el que yo te eduqué, porque tus años están acortados…
El sueño se repitió todas las noches de esa semana, pero no influyó en mí para nada.
Cierto viernes por la noche, bien entrado shabat, acudí a un café de Rishon Letzion, ciudad donde yo trabajaba en un garage.
Comí allí y después volví a mi casa.
Al entrar me acerqué a la radio queriendo encenderla, y en ese momento escuché una voz detrás de mí:
-Por Dios, estás pecando nuevamente…
Al darme vuelta vi nuevamente a mi padre, el que había muerto por “Kidush Hashem” en Auschwitz, que aparecía ante mí con su túnica blanca y su talit igual que en el sueño, y me decía:
-No creas que es un sueño, vengo a advertirte que retornes al camino del judaísmo en el que yo te eduqué. De lo contrario tus años están acortados…
Yo estaba paralizado por el temor y a duras penas pude oír esas pocas palabras, cuando la imagen de mi padre desapareció completamente. Ese shabat ya no fumé ni encendí la radio. El sábado a la noche fui al teatro, y al volver a casa, ni bien abrí la puerta, volví a ver la imagen de mi padre, repitiendo las mismas palabras del viernes a la noche, y agregando que ése era su último aviso.
En ese entonces yo era director del garage en Rishon Letzion. El domingo a la mañana fui al garage, y después de distribuir el trabajo abandoné el lugar, y fui a Bnei Brak, a ver al Rab Abraham Ieshaiau Karelitz, el “Jazón Ish” para contarle mis sueños.
Ni bien traspuse el umbral el “Jazón Ish” me gritó:
-Por Dios, pecaste en Rosh Hashaná y trabajaste en Iom Kipur. Tu padre no encuentra reposo pues tus años están acortados…
Ni bien terminó de hablar se quedó adormecido con la cabeza apoyada sobre las manos. Yo me quedé parado sin saber qué hacer, si quedarme o irme. Estuve así unos diez minutos. De pronto el “Jazón Ish” se despertó y me dijo:
– En mérito a alguna mitzvá realizada en tu juventud, tus años serán alargados si vuelves a ser un judío tal como tu padre te enseñó.
Después me preguntó qué gran mitzvá había yo realizado en mi juventud.
Respondí:
-Pese a profanar el sábado repartí caridad.
-No sólo por eso alcanzaste ese mérito, sino que alguna vez debes haberte ocupado de dar sepultura a un judío.
Entonces recordé lo que había sucedido.
Tendría yo 13,14 años, cuando en casa avisaron de un niño judío que había muerto, y que no había quien se ocupara de él. Mi padre me ordenó ir allí.
Los malvados nazis ya estaban en la zona y era un gran peligro ir a esa aldea. No obstante lo hice, con verdadero pavor, atravesé el bosque y atendí al muerto, cumpliendo la mitzvá por entero.
Al salir de la casa del “Jazón Ish” decidí convertirme en un “baal-teshubá”(retornante a las fuentes del judaísmo), y me comprometí a cumplir con todos los preceptos de la Torá. Yo siento que desde que tomé sobre mí el yugo de la Torá, la bendición entró en mi casa.
(Extraído de la revista Shaaré Sión año 1 número 1)
Los ganadores nunca se rinden, y los que se rinden nunca ganan.
Muchos fracasaron aun cuando estaban yendo por el camino correcto, por no haber esperado lo suficiente.
Si no se puede lo que se quiere, hay que querer lo que se puede.
El talento no usado es éxito desperdiciado.
(Mi Padre Mi rey del Rabino Zelig Pliskin pag.18)
El hombre está dispuesto a ayudar y hacer favores a su prójimo, con todo su corazón. Pero no puede tolerar que a su compañero le vaya mejor que a él…
La felicidad se consigue cuando dejamos de mirar y pensar sobre lo que tienen los otros, y reflexionamos sobre lo que nosotros debemos hacer.
Cierta vez le preguntaron a una persona piadosa:
-¿Cuál fue el día más feliz de tu vida?
A lo que respondió:
-Estaba en un viaje en barco por el mar. Me habían ubicado en la bodega, entre la carga de la nave. Me encontraba acostado descansando cuando un soberbio comerciante de mucho dinero me vio, y comenzó a orinar sobre mí. El desprecio fue muy grande, sin embargo no me enojé con él. Y al percatarme que pude controlar mis sentimientos, me alegré enormemente. Ese fue el día más feliz de mi vida.
¿Qué es lo que logra arruinar nuestra felicidad?
La respuesta está explícita en el tratado de Abot (4-28): “La envidia, la codicia, y el honor extraen al hombre del mundo”. El mundo que hizo Hashem, es un mundo feliz. Pero nosotros somos los que nos apartamos del mundo de la felicidad, hacia un mundo de sufrimientos a través de estas tres cualidades destructoras. El hombre envidioso, codicioso, y buscador de honores se irrita ante la felicidad de los demás.Vive atormentado por estos sentimientos y no puede gozar de lo que posee.
Por lo tanto debemos alejarnos de estas cualidades negativas y transformaremos a nuestro mundo en un mundo feliz.
Nuestros Sabios nos enseñaron en la Pesiktá:
Dios dijo: Hay cuatro miembros en tu casa:tu hijo, tu hija, tu siervo y tu doncella. En correspondencia a éstos, también Yo tengo cuatro: el Leví, el prosélito, el huérfano y la viuda. Si alegras a los Míos junto con los tuyos, todo estará bien. Pero si no, la alegría de la Festividad se verá menguada.
(Nosotros en el tiempo de Eliahu Kitov, página 150, editorial Lubavitch Sudamericana)
Related Posts
- Cuentos de la edad media
Cuentos de la edad media
- Noche de musica
Música y sonidos de Israel. Te invitamos a tocar y hacer música con tambores Actividad…