Luces de Arrepentimiento - Orot Hateshuva El Rav Abraham Itzjak HaCohen Kook Introducción y los…
Rab Kuk, Orot Hakodesh
Orot HaKódesh
Luces de lo Santo
Rabí Abraham Itzjak Hacohén Kuk
El libro “Orot HaKódesh” (Luces de lo Santo) es un texto que concentra la doctrina espiritual de nuestro Maestro Rabí Abraham Hacohén Kuk. El texto está dividido en cuatro tomos, que
Rabí David escribe en la introducción al primer tomo: “El todo, todo el universo, todos los seres creados, toda alma, queremos elevar. El resplandor divino de todos los universos anhelamos llenar y exaltar, sutilizar y elevar. En el todo se reviste un deseo universal y eterno, el querer de las colinas de nuestro mundo, la eternidad de Israel para siempre”
Proporcionamos aquí una traducción al castellano del artículo primero (La Sabiduría de lo Santo) y segundo (La Unidad de lo Exotérico y lo Esotérico) de la Primera Sección.
Aryeh Nathán.
La Sabiduría de Lo Santo, es la sabiduría de lo verdadero, aquella que integra a todos los conceptos en una paz interna.
El sistema de la sabiduría de lo Santo consiste en: la unidad de lo oculto con lo descubierto, lo integral y lo específico, la ciencia de lo Santo y de lo profano, como un fundamento y cruce a la iluminación de los enigmas y como atención esencial a la interioridad con Dios, que se revela en la resurrección de lo Santo en la tierra de lo Santo.
La sabiduría eficiente de lo Santo.
[1]
La sabiduría de la Torá es más elevada que cualquier otra sabiduría, debido a que transforma la voluntad y el carácter anímico de los que la estudian, de manera tal que los acerca a aquella elevación en la cual ella misma se concreta; lo que no es así en las sabidurías universales, a pesar que ellas describen temas trascendentales, armoniosos y nobles no poseen aquella característica dinámica que permite atraer al ser humano que las estudia a su valor íntimo. Ciertamente no existe relación ninguna [entre las sabidurías universales] con el resto de las fuerzas y de la realidad del hombre, fuera de su poder científico únicamente.
El motivo de este fenómeno radica en que todo tema relacionado con lo Santo proviene de la fuente vital de la vida, del fundamento de la misma que da existencia al todo. Existe en la fuerza del contenido de lo Santo la posibilidad de dar existencia a múltiples seres creados en proyección infinita, “plantar la tierra y ponerlos fundamentos al cielo”, por ende cuanto más imprimir una nueva forma sobresaliente sobre el alma del pensador. Todas las ciencias de lo Profano no poseen esta fuerza, ya que éstas no renuevan ni crean nuevos seres a partir de ellas mismas, sino que ellas dibujan y representan frente a una visión intelectual aquello que existe en la realidad, por lo tanto no logran hacer del pensador un ser renovado, extraerlo de la realidad de sus malas características y ubicarlo en la situación de una nueva realidad, pura y viva con luces de vida verdadera, la cual permanecerá para siempre.
La comprensión de lo Santo proviene del manantial de la vida.
[2]
El conocimiento del mundo y de la realidad, que proviene de lo Profano, no penetra lo verdadero incluso en medida mínima en comparación con el conocimiento profundo del mundo y del ser que proviene de lo Santo. Ya que la esencia de la realidad y del ser absoluto del todo existe en tanto proviene de la revelación divina, como expansión de la vida y del ser a partir de la fuente de la vida y del ser. Todo aquello que se revela como mundo y vivencia no es sino una sombra débil en relación al ser puro e inmenso que se encuentra en la fuente divina. Por lo tanto, todo el bagaje científico del hombre se elevará con la sublimidad de su magnífica grandeza solamente cuando se vuelva parte del tesoro y del contenido de la fuente de su propia existencia, es decir la comprensión de Dios y de su poder, el conocimiento del todo a partir de la fuente del todo.
Entonces se encausará toda magnificencia, ya que sólo entonces, cuando la última cima de la ciencia se revele, la relación para con lo científico se revalorará dentro de su propia naturaleza. Mientras el mundo se revele solamente por medio de sombras obscuras, que son aproximaciones a su real conocimiento, fruto de su policromía aislada y de su conocimiento meramente externo, el mundo se considerará como no existente, en comparación con la adquisición científica absoluta, es decir la comprensión de Dios, que se manifiesta por medio de la comprensión del mundo en tanto acto de Dios, que a El están dirigidos nuestros ojos a lo largo de toda nuestra vida. Esto es todo lo humano, todo lo real, todo lo conocido y lo sabido.
Todo esfuerzo mundano y toda elevación de sus niveles están dirigidos solamente para que venga una suprema iluminación del conocimiento científico y revele en forma abundante la fuente de su existencia. Todo lo ético tanto general como particular, todo mejoramiento de la conducta humana vital, la conducta en lo justo y en lo correcto ya sea en los particulares como en la sociedad toda, depende y tiende a llegar al nivel de su integridad, por medio de la verificación del conocimiento en sus mismas fuentes, este conocimiento crece en la misma medida que se descubre la majestuosidad de la luz vital que radica en la fuente de lo Santo, esplendor de la verdad, luz divina, capaz de realizarlo todo.
La bondad de la sabiduría de lo Santo.
[3]
La sabiduría de lo Santo, en su pureza y en su esencia, cuando se revela en el mundo, revive el todo. Esta no hostiliza a ninguna ciencia, ni a ningún tipo de cúspide, fortaleza o majestuosidad, simplemente corona el todo con anhelos de justicia, con bondad y humildad. Todos los anhelos por lo justo en cualquier ámbito del universo, especialmente en lo humano, encuentran por medio de ella su verdadera antesala, y por su intermedio logran concretar sus acciones en la práctica y en la vida.
Toda las óptimas concentraciones, integradas por los enigmas de lo Santo, en la Torá, en los rezos y en los preceptos, todo junto según sus respectivos detalles, son sendas para develar por su intermedio aquella suprema iluminación de la sabiduría de lo Santo, para traer la manifestación de la Santidad al universo, así satisface la voluntad de todo ser vivo tanto en su vida momentánea como eterna.
La verdad asustada por el todo.
[4]
Cuanto más sublime sea la verdad más simple es, y más necesaria para el todo. La estrechez del corazón humano es proclive a tratar de seccionar la verdad en partes, a reducirla. El hombre suele asustarse frente a su grandeza y piensa que reduciéndola será más popular. Más cercana a cada ser humano, no obstante esto sólo la dificulta e impide del todo que obtenga aquello que le es tan necesario.
La verdad última, la verdad divina se asusta fuertemente del todo; pero precisamente por toda su veracidad, por la cima de su luminosidad, por el conjunto todo de su exactitud, por ello es apropiada para el todo, para todo ser humano, para todo ser creado, para todo ser eficiente.
El conocimiento electivo y voluntario del ser humano se ubica en el centro de si mismo, estando obligado – después del gran esfuerzo realizado en seccionar la verdad, estrecharla, para reducirla y hacerla apta para el grueso del público – a retornar a su grandeza y pureza. Así sabrá cada ser creado que Tú eres su Creador y entenderá todo ser formado que Tú eres su Formador, entonces proclamará todo ser vivo: “Dios, el Dios de Israel, es rey y su reinado es mayor que cualquier soberanía”
Felices nosotros, cuán buena es nuestra parte, ya que para retornar la verdad sublime y simple al mundo, en la cual la vida de toda alma depende, y en la cual está entrelazada la renovación de la suprema luminosidad de todo el universo, fuimos escogidos. Tenemos esta capacidad en nuestro ser particular y general, en la descripción de nuestra historia, en la naturaleza de nuestra vida, en la mixtura de nuestra tierra, en el alma de nuestros patriarcas. A aquellos escogidos y nobles que habitan la tierra, toda mi admiración para con ellos; yo planté un viñedo: todo él es una simiente verdadera.
El llamado a la contemplación [anagogía]
[5]
Cuando llega el ser humano particular, así como su generación, a una situación tal que su manifestación espiritual ha sido llamada ya a la acción, entonces, es imposible para él satisfacer su profunda sed cognitiva con cualquier contenido limitado, a no ser que aquel contenido lo transporte a un contenido más amplio y libre, en el cual sienta la cima magnífica que se radica en la raíz de la inclinación de su alma a partir de la fuente de su vida. De tal modo los enigmas del universo, los enigmas de la Torá, la contemplación de Dios, se transforman en exigencias generacionales.
La obstinación que causa encontrar en el marco de lo manifiesto toda la satisfacción espiritual debilita la fuerza, dispersa los espíritus, y lleva el ferviente deseo hasta un lugar en el cual encontrará vacío y frustración y con un corazón decepcionado volverá nuevamente a buscar una senda.
A esto son llamados los “valientes”, aquellos corazones que la luminosidad divina es todo el contenido de sus vidas. Incluso en el caso que se hayan quebrado y golpeado de tanta desilusión, incluso que se desvanezcan de la poca fe en ellos mismos, incluso que estén agotados por combates contra las multitudes, que marchan seguras hacia el espíritu al cual sus ojos despiertos los elevan conforme a su entendimiento, no dejarán de endulzar ni dejarán de animarse; así como el estandarte de los enigmas de la Torá y el escudo del entendimiento y de la fe preclara e interior, también el rescate universal ya sea para Israel como para el hombre, para los cuerpos y para las almas, por siempre y para siempre, de grandes y pequeños, de ancianos y jóvenes está en sus manos.
Si nosotros hablamos y la mudez nos ataca, si logramos expresarnos y los conceptos se hunden en nuestro silencio, por no poder liberar el concepto, buscar las palabras, no por esto hemos de asustarnos ni de retirarnos de nuestro anhelo establecido. La dificultad de la expresión no puede detener la fuerza de detener la corriente de los sublimes anhelos, en la cual el mensaje de Dios se manifestará, en la cual la palabra que reúna a los errados será dicha y anuncie la paz a los combatientes del pueblo. El Creador del habla anuncia la paz a los que están lejos y a los que están cerca, así dice Dios y los rehabilita.
El iluminar de la creación física [Maasé BeReshit] y de la conducción metafísica [Maasé Merkabá].
[6]
Cuando la investigación científica se desarrolla y encuentra deducciones exactas dentro de todos los hechos del caos, cuando todos los movimientos, que existen y que devinieron en diferentes mundos antes de su formación definitiva, son tan apropiados para la construcción final en su completitud, de tal modo que la sabiduría del la creación física avanza a ser cada vez más una sabiduría manifiesta, que se enseña al público y que proporciona sustento a muchos espíritus.
Según la valorización de la preparación mencionada, donde el universo se auto condiciona para enfrentar los secretos de la sabiduría desplegada en la creación física, avanzan también las ideas de la sabiduría desplegada en la creación espiritual, ambas limitan con la vida y con la realidad. Las verdades divinas, cuyo sello es la verdad suprema, que fluye siempre de la energía interior de los verdaderos sabios del universo, y que es la iluminación de Israel en tanto una totalidad, que desea constantemente que la verdad suprema y absoluta venza en el universo que actúa sobre todas las sendas de la vida con fortaleza, avanzan a convertirse en conceptos de igual comprensión para todo hombre, hasta que ya resulta imposible explicar la fe en sentido estrecho a las personas comunes, sino que debe ser comunicada según la amplitud propuesta por los enigmas supremos, aquellos que se encuentran en la cima de la comprensión universal.
Las aberturas de los portales de la creación física son precisamente los factores propios de la abertura de los portales de la conducción espiritual. Esta es una luminosidad suprema que adapta a los sentidos y a las voluntades, a los conocimientos y a los sentimientos, para alcanzar en lo más profundo de la firme ideidad la fuente de la vida íntegra y eterna; hasta que esta vida avance con la energía de lo Santo que hay en ella y venza por completo a la muerte, entonces lo bueno endulzará íntegramente todo lo malo.
La visión intelectual espiritual suprema, del mismo modo que integralaza la voluntad humana, y sutiliza el vínculo social, también despierta los sentidos materiales y espirituales de modo tal que se comunican con la realidad en si, y la riqueza y la delicia, la belleza y la eternidad propias se manifiestan delante de ella. La vida que reside en el cuerpo deviene más amplia, pura, santa y sutil, y la vida que reside fuera del cuerpo y sobre él, alumbra constantemente con todo su esplendor.
La espiritualidad se eleva en el mundo y en el hombre, en cada momento de la vida. La erudición suprema adquiere en su conocimiento el vacío de la elevación, ella se sutiliza de tanto brillo y sutiliza al universo entero. Cuando la espiritualidad se perfecciona según su propio ritmo y desea como consecuencia de tanta sutileza y satisfacción traspasar sus fuerzas a un lugar de mayor energía, todo el medio ambiente se adapta a esto y el eco de la voz de la satisfacción resuena de un punto a otro del orbe.
Frente a este bien, desde esta perspectiva, aquello que la sabiduría vivencial de los hombres simples denomina “muerte” es precisamente lo cual el universo espera. La decisión de marchar tras la iluminación de la verdad suprema es lo que trae al universo a esta situación de fortalecimiento.
La vida social con todo su sistema de enmiendas, la libertad intelectual y la libertad sensitiva en su vasta expansión, la fortaleza del espíritu junto con la energía del cuerpo, todos ellos juntos se entrelazarán en anhelos eternos, que sólo ellos podrán mantenerse para siempre en momentos de dificultad.
Sólo ideales sublimes, cuya emanación proviene de la fuente mayor de la vida suprema, devolverán al universo y a todo lo que conlleva, a todas las almas oprimidas y vacías, a todos aquellos que se sientan en la bajeza y en la ruindad constantemente, a ellos devolverán la fortaleza de sus propias vidas, el rayo de su permanencia y eternidad. La paz eterna y la belleza de los espíritus humanos, volverá y se revelará, con energía sublime, superior a toda sílaba y a todo concepto limitado.
El pensamiento enigmático integral.
[7]
La filosofía no se ocupa sino de una parte conocida del mundo espiritual, por su propia naturaleza está desconectada de aquello que está fuera de sus límites, es por ello que se constituye como una disciplina disgregada con una disgregación esencial. La capacidad de comprender cómo todas las opiniones, las sensaciones y las tendencias desde de las ínfimas hasta las más grandes están unidas unas con las otras, y cómo actúan unas sobre las otras, cómo mundos separados se organizan juntos, esto no tiene posibilidad de conceptuar. Por esta causa ha de permanecer siempre como una lógica aristocrática destinada a algunos hombres especiales.
Una ventaja evidente tiene el pensamiento tradicional, cuya naturaleza es penetrar dentro de todos los abismos de todos los pensamientos, de todas las sensaciones y de todas las tendencias, de todos los anhelos y de todos los universos, desde el principio al fin. Este reconoce la unidad que existe en todo ente, en su materialidad y en su espiritualidad, en su grandeza y en su pequeñez, siendo este reconocimiento ciertamente interno. Debido a esto no existe para él no grande y no pequeño, todo es importante y todo es valorado actualmente, no existe movimiento perdido ni imaginación nula.
Por el contrario, no hay fin para la superación, no hay sabiduría ni comprensión que se limiten dentro de este pensamiento y que no se comunique con una iluminación más grande que la actual, que resulta verse frente a ella como una vaga sombra. E incluso la corona suprema, la iluminación prístina, diáfana, es opaca frente a la causa de todas las causas, siendo en su presencia todas las luces se obscurecen.
Dentro de esta ventaja enigmática, en la unidad de todos los pensamientos y de todas las chispas espirituales que contiene, sólo ella es capaz de constituirse como una guía integral.
De tal modo solamente el enigma es el alma de la fe, el alma de la Torá, y de la savia de su vida vive todo lo revelado, todo lo limitado, todo lo pensado por la lógica y todo lo hecho por actividades.
La unidad penetrante del enigma incluye todas las creaciones, todas las condiciones del pensamiento y del sentimiento, todos los estilos de poesía y de retórica, todas las tendencias vitales, todos los anhelos y todas las esperanzas, todos los objetivos y todos los ideales, desde lo profundo de sus raíces hasta la cúspide de sus alturas. La savia vital de lo más alto de la causa divina, que sólo el esplendor de la profecía y de las visiones prístinas, el brillo del primer hombre, y la iluminación suprema pueden revelar, de manera fluida e integral, en todo pensamiento lógico y en todo movimiento espiritual.
Solamente una comunicación profunda y suprema puede dividir los senderos, qué pensar en un principio y que al final, qué tipo de esquema no se incluye en lo unitario por su bajeza, y qué esquema es el óptimo a causa de su grandeza. Y delante del Único, ¿qué has de relatar?
[8]
No hay comprensión ni sabiduría en el mundo, dentro del universo de ideas del ser humano, que no sea consecuencia de inadvertencias y errores. Los diferentes niveles de errores y de visiones de mundo obscuras y contradictorias que se presentan delante de la comprensión humana y de su aparición, son diferentes unos de otros. En la esencialidad de los detalles conocidos actúan aquellas sombras que en niveles pequeños inducen al error, y que en situaciones distintas se acrecientan. Todo lo que aleje el sistema de pensamiento de un tipo de conocimiento de otro, así crecerá la sombra que se despliega junto a la claridez que también ella es un factor de generalización. Estos conceptos son más evidentes en lo relativo a una sabiduría con respecto a la otra, así cuanto más se especialice una persona en un campo del saber y profundice en él, tanto más crecerá e espectro de sombra que desplegado por esto sobre la superficie de otras sabidurías y conocimientos específicos.
Si estas comprensiones se contradicen unos a otros en su carácter interno, en la fuerza espiritual que los fundamenta y que los comunica con aquel que los busca e investiga, serán estas sombras de mayor espesor y obnuvilidad, e incluso a veces faltos de veracidad, trayendo contradicción y contrariedad de gravedad suma. Cuanto más si provienen de la expresión de la visión de mundo externa del ser humano, obtenida como fruto de estadísticas mundanas y experienciales, aquellas que fluyen del manantial interno de la comprensión del corazón, y de la construcción del espíritu en su esencialidad, cuya naturaleza las pone en contradicción, y presenta obstáculos cada una en la senda de la otra.
Ciertamente sólo en el bagaje del intelecto supremo, el esplendor anímico en su fundamento, presenta una luminosidad que conmueve a aquellas sombras, hasta la posibilidad y hasta los valores de lo Santo y lo puro que se encuentran en el ser humano, a través de esto se enmiendan los defectos que toda comprensión imputa a otra. No existe concordancia plena en el contenido de todas estas comprensiones con la fuente de la sabiduría, el entendimiento perfecto, con el Creador.
El apegamiento íntimo con lo divino, que es la base de todas las opiniones, es lo que cura aquellas llagas y aquellas heridas que provocamos, siendo eso mismo lo que se denomina la “paz”.
Del mismo modo como una compresión atribuye oscuridad a otra y necesita para alcanzar el objetivo de la unidad armónica ayuda de una dimensión superior, del manantial donde las ideas comprensibles llegan a ser, antes incluso que se constituyan en unidades específicas; así también los contenidos éticos se contradicen los unos a los otros, cada uno construye su universo de manera amplia y radical, no tomando en cuenta en absoluto aquella idea universal ni las demandas de los diferentes contenidos. Únicamente de aquel manantial universal superior, de la fuente que constituye el justo del mundo, la cima de toda justicia, de allí provienen las bendiciones, siendo el receptáculo que las contiene a todas la paz. Siendo la paz la reunión de todas las demandas éticas que se encuentran en el corazón del hombre, que incluyen todos los entes sociales y que unifican todas las realidades.
Cuanto más crezca la contradicción entre comprensión y comprensión, y entre un sistema ético con el otro, así ha de crecer el tejido hasta la profundidad de la paz entre ellos. De esta forma serán estos sistemas apropiados para transformarse en asiento de la originalidad suprema, extrayéndola de la redención con sed compungida. Como aguas frías para un alma fatigada, una buena nueva que proviene de tierra lejanas, su nombre: consejero maravilloso, padre eterno, ministro de paz.
[9]
Debido a la fuerza de recepción que posee el ser humano, un conocimiento contradice a otro, un sentimiento a otro, un concepto a otro. Sin embargo un conocimiento fortalece a otro, un sentimiento a otro y un concepto a otro. Cuanto más se eleva la persona su medios se amplían hasta que encuentra por si mismo el enorme contenido de la paz interior, y la verificación de los conocimientos, los sentimientos y los conceptos que son diferentes unos de otros.
Este proceso se extiende hasta llegar a lo más profundo de lo profundo, hasta un punto donde la contradicción es más aguda e intensa, hasta la ira vigorosa de lo Santo. Debido al conocer interior, que se amplía y se extiende en toda la altura espiritual del ser humano, se transforma en paz que penetra se introduce y desciende hasta el abismo, incluyendo el propio abismo.
La senda por la cual se asciende hasta este supremo nivel, se comienza en el momento que el ser humano se encuentra en una situación desventajosa por el golpe de la contradicción, también allí existen dos senderos, uno superior al otro. Existe la realidad en que un conocimiento contradice a otro, la niega por completo, hasta que el conocimiento contradecido por la fuerza del conocimiento adquirido es considerado como no formando parte de la realidad, y como si toda su existencia no fuera sino un total vacío. Existe además que a través de la contradicción de un conocimiento con otro se concentran síntesis de conocimientos contradecidos e ingresan dentro del conocimiento adquirido y apreciado. Entonces, a pesar que desde el punto de vista del medio parece que el ser humano niega y contradice el conocimiento contrario, en verdad desde el punto de vista de la luz interior lo construye y lo adquiere para si mismo. Así el proceso se desarrolla también en los sentimientos y en los conceptos, hasta que debido a la profundidad de la extracción concentrada, que el conocimiento adquirido extrae del conocimiento contrario rechazado, se amplía el conocer como un todo, transformándose esta situación en una cima de envergadura, que es el punto más profundo de la paz. Todo conocimiento, sentimiento y concepto se presentan, por ende, como un todo orgánico, una unidad perfeccionada, donde cada parte completa a otra, no habiendo brecha ni mengua en sus circunstancias.
Feliz el pueblo que es así, feliz el pueblo cuyo Dios es Dios, feliz el pueblo que sabe comprender al Soberano del universo, al rey a quien pertenece la paz, y de tanto placer y amor canta la canción de amistad, de cariño y cercanía, el cantar de los cantares de Shlomó.
La importancia de la confrontación de opiniones.
[10]
Existen opiniones que a causa de la naturaleza misma del ser humano suelen conllevar a resultados nocivos, a pesar que en si mimas puedan ser útiles y verdaderas. Se presenta en la naturaleza del espíritu humano una cierta tendencia a luchar por su supervivencia, oponerse a esas opiniones para que no lo dañen en alguna de sus derivaciones que se expanden.
La contienda se alarga hasta que le proporciona al hombre una valentía muchísimo más elevada desde su manantial espiritual, entonces el llega a captar que su posición no debe temer en absoluto del desarrollo de opiniones contra las cuales combate. La fuerza interior que fortalece su espíritu le es proporcionada por la propia contienda; por lo tanto el hombre tal llega a encariñarse muchísimo con el valor mismo de tal contienda. Por ende, será una gran desilusión si sabe que no luchó lo suficiente en contra de aquellas opiniones que lo dañaron entonces, siendo que después puede introducirse en ellas con una valentía vital y recibirlas a pesar que las combatió cuando se expandieron.
No obstante, así como el hombre se eleva, también se elevan junto con él sus conceptos espirituales, y aquellas opiniones a pesar que se presentan como contendientes, realmente no lo san tal. Solamente en las expresiones exteriores son parecidas unas a otras, pero en si las observamos en su valor interior son diferentes las unas a las otras, como la diferencia existente entre lo santo y lo profano, entre la luz y la oscuridad.
Lo que fue desplazado entonces, descubre el hombre que lo desplazó correctamente, siendo que aquellas opiniones que acerca después de haber sido elevadas las ha acercado correctamente. Precisamente las opiniones desplazadas que vuelven y se presentan, en ellas descubrimos un rocío vital, vigoroso y santo.
La importancia de los contrarios.
[11]
Todos los conceptos que se contradicen en las opiniones, toda aquella nulidad que a veces se presenta de entre un sistema para con otro, los contrarios estos aumentan muchísimo en tanto que las opiniones ocupan mayor lugar en el espíritu humano, para aquel que las observa de manera íntima se contemplan como la descripción de una distancia local entre plantaciones, que sirve para beneficiar su vitalidad y para satisfacer la absorción requerida, para que cada uno pueda desarrollarse por completo y que las virtudes de cada una sean extraídas con todos sus detalles, todo lo cual la cercanía hubiera estropeado. La unidad coincidente proviene sólo a partir de esta distancia, “comienza con separación y termina conectado”
La realidad de los pensamientos diversos.
[12]
Los pensamientos diversos no se contradicen unos a otros en la realidad, no son sino una manifestación unitaria, que se muestra como brotes diferentes.
Ciertamente como los cuerpos producen sombra, e impiden el paso de la luz, y de este modo eclipsan los focos de luz, así las sombras espirituales impiden el resplandor luminoso de aquellas secciones que les son paralelos. Las sombras estas son los resultados de la imaginación, que no fue por completo iluminada por los rayos del entendimiento, o son las reacciones, es decir el sentimiento reacciona por la gran cantidad de ideas que sabe como conectarlas, ante el cambio enérgico de este nuevo fenómeno, que es casi imperceptible.
Todos estos conceptos ingresan dentro del principio de no temer de las señales astronómicas, ya que de ellas sólo los pueblos mundo tendrán miedo, los pueblos del mundo temerán e Israel no, ya que ellos están relacionados con la vida eterna, con la luz infinita, con el manantial de todo, con la unicidad de la paz, que frente al la realidad del Único, que se alza por sobre toda bendición y alabanza, ellos están presentes para siempre. Bramarán y serán potentes sus aguas, rugirán las colinas con soberbia, un río correntoso alegrará a la ciudad de Dios, el santuario, residencia suprema; Dios de las Legiones está con nosotros, por sobre nosotros el Dios de Yaakob para siempre.
La base de todos los pensamientos.
[13]
Todos los pensamientos lógicos están correlacionas entre si. Incluso aquellos que no los reconocemos sino como un mero destello tenue de logicidad, cuando excavemos profundamente tras sus raíces encontraremos cómo en realmente se desprenden de un manantial lógico. Así es simplemente la característica del pensamiento.
Por ende sabemos nosotros que no hay en lo absoluto ningún pensamiento demás en el mundo, no existe concepto que no tenga un origen, ya que todos provienen del manantial de la sabiduría. Si se presentan pensamientos de crítica o de vacuidad, esta crítica y esta vacuidad son sólo expresión de su estilo externo, no obstante cuando descendemos a su interioridad encontraremos bases vitales, ya que la sabiduría es el manantial de la vida.
Cada ser humano tiene plenos los depósitos de sus pensamientos de abundante vida suprema, que en un futuro han de purificarse y de permanecer vitales y magníficas, para el momento que el universo sea enmendado.
Cuanto más la persona se eleve, cuanto más su pertenencia sea mayor para con los contenidos internos de la existencia y de la vida, ciertamente el recibe de todo pensamiento, ya sea del suyo propio o de otros, el núcleo eterno, lógico, óptimo, que fluye del manantial de la sabiduría, por medio de ellos el ser humano se eleva y éstos se elevan con él. “¿Quién es denominado sabio? Aquel que aprende de todo hombre”… sin rechazar nada.
Así no cabe asombrarse que aquellos piadosos, de corazón recto, en realidad no tienen no oscuridad ni tinieblas frente a ellos, ellos recogen de toda realidad y de todo contenido, cercano o distante, lo óptimo y lo vivificante, lo santo que hay en el ser y lo acercan al manantial de lo Santo, como próximo está en verdad. Unicidad de todo en la base de lo Santo.
Por lo tanto, podemos entender que cualquier dificultad en la captación de algunos pensamientos, y en la selección en tanto forma perfectiva e idónea, también en los pensamientos manifiestamente óptimos, ya sean propios ya sean de otros, que han sido adquiridos oralmente, o a partir de la observación del universo, ocurre porque no ha sido descubierto en ellos su base fructificante.
Este principio del universo depende de la manifestación del manantial de la formación total de los pensamientos, la base de la sabiduría, la labor de la lógica con toda su fuerza renovadora.
Por lo tanto, esta es la labor de profundización de todos aquellos de corazón recto, extender en todo pensamiento el hilo de su logicidad originaria, el hilo vital, el hito de su propia verdad y entonces retornará al hito de su propia vida y resucitará a sus dueños.
Artículo Segundo
La Unidad de lo esotérico y de lo exotérico.
La demanda por la unidad espiritual.
[14]
Nosotros hemos sido llamados a unificar nuestros pensamientos. La falta de esta unificación conlleva sufrimientos, sin embargo dolores más intensos aun provienen de la falta de concordancia.
Cuando nos elevamos a un acuerdo deseado para hacer coincidir y unificar todos los miembros de nuestra espiritualidad, se fortalecen dentro de nosotros las energías más prístinas las que verdaderamente unifican y hacen concordar todo nuestro ser.
Más que cualquier pueblo o lenguaje, no somos capaces nosotros de soportar una contradicción vital, ni tampoco la falta de unidad espiritual. Poseemos una característica eterna, la paz y la unidad, en su forma más ideal.
Por lo tanto toda nuestra dispersión es un elemento temporáneo, ciertamente en un futuro no hemos de unir, de tal modo llegaremos a ser un pueblo unido sobre la tierra.
[15]
Una de las formas mayores del universo espiritual humano consiste en que cada franja del conocimiento y del sentimiento mantiene dentro de él la posibilidad de la aparición de la otra. Por lo tanto, permanecen la mayoría de los seres humanos eclipsados y monocromáticos, siendo que sus elementos negativos se multiplican.
La oscuridad que cada franja arroja sobre la otra causa que hay una relación absolutamente contraria para con los conocimientos ocultos de los ojos humanos, asentados dentro de otras asignaturas, lejanos de él en sus valores.
Esta carencia no podrá perdurar.
El futuro del ser humano ha de venir, se ha de desarrollar para un estado espiritual tan vigoroso que no será suficiente que cada asignatura oculte a otrs, sino que de cada conocimiento y de cada sentimiento se ha de contemplar toda la inmensidad del mar científico y todo su abismo sentimental.
Debido a que este asunto es parte de una realidad verdadera que impedirá a cualquier entidad espiritual que permanezca independiente, sino que ha de ser absorbida por el todo. Sin embargo, la cerrazón del corazón causa que nos sea imposible contemplar las partes espirituales que han sido absorbidas de todo ser espiritual, presentes en cada contenido y contenido. No obstante, cuando el ser humano se eleve espiritualmente sus ojos se abrirán para fenómenos, entonces verán los ciegos y los sordos escucharán, se llenará la tierra del conocimiento divino como las aguas que cubren los mares.
La unidad de la Torá y de la profecía.
[16]
La profecía y el espíritu de santidad vienen, como palabra de Dios, hacia la interioridad del ser humano, dentro de él son propagadas a todo lo que tenga relación con el universo. Como un ejemplo existe la hagadá, ciertamente ella nace del alma humana, adecuando sus contenidos según la relación que tenga con lo universal. Sin embargo la Torá, proviene de una iluminación de verdad suprema, no presentándose dentro de ella ninguna diferencia entre la interioridad humana y entre el universalismo y su origen. Desde lo superior a lo inferior, todo se encuentra en ella ya investigado y conocido. De boca a boca hablé con él, le he mostrado y no en enigmas, el concepto divino inteligió. Solamente esta profecía pudo entregar la Torá, es precisamente por eso que es más elevada esta Torá más que cualquier profecía, sus sabios son mayores que los profetas, ya que extraen desde el contenido supremo de la Torá su vida espiritual.
A partir del orgullo de Israel, que fue quitado de ellos y entregado a las naciones del mundo, se incrementa la energía de los órdenes contradictorios. Los profetas y los escritos, la influencia del espíritu de santidad, suelen influenciar de forma más sobresaliente que la influencia de la Torá, así la agadá se sobrepone sobre la halajá, siendo esto uno de los grandes dolores del destierro.
La generación necesita estar armada con vigorosidad, con grandes estudiosos de la Torá, hombres de tradición, conocedores de la Torá en la halajá; aquellos en los que la energía de la agadá, la inclinación por el espíritu de santidad y la magnificencia de la presencia de la profecía no les falte. Ellos fortalecerán la energía de Israel, para prepararlo a la redención, para que sea elevada la Torá por medio de la profecía y del espíritu de santidad, y para que sea elevada la halajá, la acción y su estudio, por medio de la agadá y de ética lógica.
De tal modo volverá el orgullo de Israel a su fuente, los sonidos de la redención serán escuchados en el mundo, el espíritu somnoliento del pueblo volverá a repuntar, armado de todo lo óptimo, de toda influencia de riqueza espiritual y material, coronado con la diadema de la profecía y del espíritu de santidad, de la ética y de la lógica, canto y agadá; sobre todo rodeado por la fortaleza de la Torá con su vigor y contienda.
La unificación del espíritu de la profecía y de la halajá.
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El espíritu de santidad que reside en la profecía, unido a una reluciente visión de la realidad, es decir la profecía de la Torá, la profecía del maestro de todos los profetas, es diferente en su aspecto de aquel espíritu de santidad que reside en la Torá oral; entre aquel espíritu que forma las halajot (legislaciones) que constantemente se renuevan desde la esencia misma de la Torá y aquel espíritu general, que basado en él fueron declaradas las leyes únicamente dichas a Moshé en el monte Sinaí, las cuales son las piedras fundamentales de la Torá que llamamos oral. El espíritu de la profecía está pleno de magnificencia ideal y el espíritu de las leyes está pleno de vigor real, práctico.
La enmienda universal se concreta precisamente cuando se unifican ambos espíritus, cuando influencian y se influencian mutuamente. El estilo de su comunicación es preciso que sea en cada uno de ellos acorde a su esencia, siendo activado por el espíritu del otro acorde a la unidad y mezcla adecuada, de manera tal de poner en acto cada una de sus partes, según lo más magnificente de él, pragmáticamente, mezclada con los demás seres, iluminada con lo ideal de su alma y que se extienda hasta lo más alto.
La unificación de la Halajá y de la Agadá.
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La halajá y la agadá necesitan unificarse una con otra. La necesidad de ocuparse en ambas juntamente, debe llevar a la unificación espiritual de las mismas. Lo que siente el que se ocupa de la halajá cuando ingresa en la agadá, y así a la inversa, que ingresa como si fuera a otro mundo, quita la parte más intensa de la fructificación espiritual, que proviene de un reposo anímico, cuya base está en la unidad interior.
Estamos llamando a entrelazar tramas tales en nuestros sistemas de estudio, que por intermedio de ellas la halajá y la agadá se junten con una conjunción esencial.
La idea de un acercamiento de mundos distantes, es el fundamento de la construcción del universo espiritual y su más alta concreción, es una energía básica que traspasa como un hilo de seda en todos los fenómenos de la vida, en cada una de sus esquinas, siendo que debe presentarse siempre de la manera más amplia posible. La característica analítica, después que opera sus procedimientos distintivos para aclarar cada asignatura según sus límites, debe dejar espacio para que la característica sintética aparezca a la luz del alma unificante, de manera tal que todos los conocimientos, todos los campos espirituales según sus diversos aspectos, sean vistos por medio de ella como miembros diferentes de un mismo cuerpo vigoroso y recio, a los cuales ilumina un alma vigorosa, recia y vital, un alma poderosa.
El principio de nuestros pasos sobre la pieza de la halajá y la agadá arrastrará tras ella muchas otras conjunciones y armonías sin número. Los mundos celestiales y los mundos terrestres, la humanidad corpórea y la humanidad ideal, con toda la riqueza escondida en cada uno de ellos, se unificarán juntos para activar uno sobre otro la operación apropiada para la grandeza y la perfección total.
Dentro de este sistema se presentará una nueva luz sobre un conocimiento especial que hemos de poner sobre él nuestra visión y nuestros sentimientos en las investigaciones de la Torá, la conjunción de la halajá y la agadá.
Esta conjunción no es sino la manifestación de la unicidad ya latente en ellas desde siempre. Todo aquel que no degustó la razón de la halajá, no degustó la razón de la Torá, y todo el que no degustó la razón de la agadá, no degustó la razón del temor a Dios. La Torá y el temor reverencial se complementan obligatoriamente. El trabajo intelectual necesita manifestarse, de manera metódicamente activa sobre este principio unificador, cuyos derivados serán fundamentales.
Ciertamente dentro de la agadá siempre se encuentra un concentrado halájico, y así mismo dentro de la halajá un contenido interno agádico. Generalmente subyace un contenido agádico en la forma cualitativa de la halajá, mientras que el contenido halájico subyace en la descripción cuantitativa de la agadá. Sin una búsqueda y sin una sensibilidad especial somos influenciados durantes nuestros estudios halájicos por las características agádicas escondidas de la halajá; mientras que en el estudio de la agadá por la rítmica de la halajá entremezclada en el contenido de la agadá.
No obstante no todos perciben con un ángulo apropiado estas corrientes, que llena cada una con realidad perpetua el campo de la otra. El desconocimiento de estos universos, que ellos mismos están tan cohesionados concordando esencialmente uno con otro, conlleva a una disociación enfermiza en la naturaleza de la reflexión y en su capacidad de expansión, reduciendo a un pequeño espectro estos dos campos, tanto el estudio halájico como aquel agádico.
Debemos intentar incrementar la conciencia de ambas fuerzas de modo sistemático, para que cada una fundamente mayormente el contenido de la otra y la ayude a aclarar sus detalles, para que de esta forma se presente mayor entendimiento sobre las descripciones generales y sobre los razonamientos y sus proyecciones. La halajá necesita fundamentarse a partir del perfume de la agadá según una cantidad apropiada y suficiente, mientras que la agadá necesita también ella ser estructurada a partir de un programa rítmico, que enfatice sentencias fijas y la lógica aclarada y definida, del mismo modo que la estructura de la halajá, así se duplicará la energía de ambas y se las renovará.
La necesidad que trajo a los eruditos de la casuística en las generaciones que nos precedieron, a tratar de incorporar la agadá con la halajá, ciertamente proviene de este deseo de unificación de estas energías que actúan tan juntas.
Y nosotros que somos llamados a reunir muchas aptitudes y conocimientos para poder aclarar nuestros estudios, y todos los senderos de nuestra vida, y en especial debido a que el propio estudio halájico obligatoriamente está compuesto de la expansión de muchos sistemas, de los sabios primeros y de aquellos últimos, que se acumularon a lo largo de las generaciones, por ende la profundización y la expansión no es vital, necesitamos dirigirnos con completa amplitud también en lo que respecta a los contenidos de la halajá y de la agadá, que ellos incluyen ya todos los elementos lógicos e históricos, éticos y religiosos, sensitivos y conductuales. Sobre todo, la manifestación preclara, inmersa en el rocío vital de la universalidad de la luz de la Torá, que ha de venir como una diadema de gracia sobre todo el que se ocupa de ella por ella misma, para darle un refinamiento especial y la riqueza de la alegría, aquella que reconforta el corazón.
El tránsito desde el estudio hacia el estudio.
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Existe un sufrimiento vital intenso para aquel que ingresa dentro del amplio campo de las reflexiones puras, caracterizadas con el sentimiento y el canto en tanto sublimidad total, hacia el contenido de las especificaciones legales, que se describen como espesos cúmulos. A pesar que en esto radica su belleza y su impulso sagrado, como potencial de dominio dentro de un mundo lleno de penumbras, contaminaciones, efervescencias abismales. Sin embargo, el ser sensible, poseedor de un alma magnífica en su belleza celestial, siente fuertemente este terrible sufrimiento, todos los dolores del este encierro precisamente cuando transita de un estudio a otro.
Aquel ser humano sensible necesita constantemente ayuda y guía correctas, especialmente para aprender a suavizar los espacios llenos de ásperos contenidos prácticos, según cada uno de sus detalles, con una suavidad apropiada, plena de la sensibilidad íntima de la vida, y con una belleza de la santidad que resplandezca en la libertad y pureza celestiales, como la imagen del zafiro destellante o como el cenit en su máxima intensidad.
Lo esotérico y lo exotérico de la luz de la Torá.
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La influencia del espíritu de santidad inspirado sobre Israel alza a un nivel supremo y genéricamente especial más que cualquier otro fenómeno de inspiración divina, que cada ser humano puede llegar a percibir según la naturaleza de sus acciones. La influencia israelí proviene de la interioridad de la Torá, y de la especialización de la sabiduría práctica, en la Torá y en todos los senderos vitales tanto internos como externos, relacionados con los operantes, y de los sentimientos cercanos a los límites de las acciones, ciertamente también surgen de la luz de la Torá.
La esenciabilidad de la fuerza suprema del resplandor de la Torá, influencia sobre dos tipos de campos espirituales: el campo esotérico de la inspiración divina por un lado, y el campo exotérico de la luz de la Torá por otro. Ambas realidades, en la limitación y en la práctica, como Lea y como Rajel, construyeron ambas la casa de Israel.
Constantemente estamos llamados a corregir ambas realidades, la esotérica y la exotérica, para que puedan dirigirse de manera directa a recibir la inspiración de sus aclaraciones dentro del marco de la luz del mundo, dentro además del tesoro vital de la luz de Dios. Aquella luz que se expande sobre el fundamento magnífico de la Torá de Dios vivo.
La unificación de lo críptico y de lo exotérico.
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Si tu alma demanda de ti constantemente lo oculto y lo reservado, lo críptico y esotérico, lo inefable, no te apenes si a veces desaparece de ti la unificación de lo oculto y lo descubierto.
Una gran bondad hizo Dios con su mundo espiritual, mayor aun que la hecha con su mundo material; es decir, revelación de bondades, la influencia del bien, se percibe abiertamente en el mundo espiritual mucho más que en el mundo material.
Se sigue pues la posibilidad de un estudio a fortiori, si en el mundo material, a pesar que todo está entrelazado como una tela, lo mineral, lo vegetal, lo animal y lo humano, el cielo y la tierra, las energías y los movimientos, las necesidades y las provisiones, las especies y los particulares, las épocas y las generaciones – a pesar de esta unidad grandiosa, cada criatura encuentra aquí aquello que le es necesario, sus funciones, dentro de un marco próximo, El da a cada animal su pan y a los vástagos del cuervo lo que piden. Así, esta agrupación específica, no impide en absoluto la concreción de aquel magno consejo de fijar una firme cadena dentro de la creación en todos sus aspectos. Si no fuese por esta bondad de la agrupación en el sitio de la dispersión, de la reducción en el sitio de la expansión, no podría ninguna criatura mantenerse, ni ningún ente creado encontraría su sustento ni podría perfeccionarse jamás; del mismo modo, el universo como un todo, inmenso y pletórico de personalidades múltiples – no podría llegar a su plenitud. Si esto sucede en el mundo reducido de lo material, cuanto más que esto ocurre incrementado en el mundo espiritual. Este gran mundo, que todo él es un solo pensamiento, una sola presentación, inmensa, pletórica y terrible, llena de vitalidad universal, brillo de santidad y de magnificencia. En este mundo sus miembros son tan majestuosos como múltiples, sus partes se fortalecen y se seccionan, un mundo tal que sus géneros y especies se multiplican, se vuelcan y fluyen; donde sus detalles y chispas, sus luces e instrumentos son ciertamente un mundo perfecto, bendecido con fuentes de vida, que de las vínculos de sus influencias surgen grandes cantidades de abundancia, a través de ellas se mantiene en vida a las multitudes de los seres creados, cuya cantidad es incontable. Cuanto más que existe dentro de estas dimensiones la suprema bendición de tranquilizar a cada ser creado y al mundo dentro de su propia disposición, a pesar que se une íntimamente con factores superiores, lo críptico en lo más extenso de su generalidad.
El lugar donde se derraman tanto lo críptico como lo exotérico es tan separatista, tan desplegante, tan condicionado a situaciones diferentes, hasta que prácticamente se revela como una línea que separa y divide entre ellos una imagen de contradicción, hasta tal punto que la lógica medida se debilita en su comprensión y lo rechaza. El reconocimiento penetrante, cargado de las chispas de la suprema confianza, anima al alma en su satisfacción sublime, abierta a la luminosidad y abundante en placeres de santidad.
Si el corazón está turbulento y el alma deseosa de anhelar las dimensiones de lo oculto, mi alma desea arrimarse a la sombra de tu brazo para conocer todos tus secretos, el espíritu sale e investiga y las centellas fulgurosas brillan delante suyo, a veces no logra acondicionarse con todos aquellas secciones crípticas, ¡que no se amedrente tu corazón! Que el servicio de la santidad no pierda su sublimidad, sirve constantemente dentro del mundo cuyos portales se abren delante de ti; bienaventurado el hombre que escucha mis palabras y pisa mis umbrales cotidianamente, para preservar las jambas de mis puertas, quien me encuentra – encuentra vida y extrae para si voluntad divina.
El gran respeto vendrá finalmente, los portales se abrirán, y el rey glorioso aparecerá ciertamente. Vendrá el rey valeroso y fuerte, el rey héroe de guerra, vendrá el soberano de los mundos superiores e inferiores. Vendrá mi amado a su jardín y consumirá las ambrosías frutales. Los mundos se unificarán, se mezclarán lo críptico con lo exotérico, el cuerpo y el alma se unificarán, las luces y los utensilios se conectarán. La dulzura íntima, un placer interno de dimensión suprema, se descubrirán en la fuente del regocijo del alma.
La fuerza y la valentía supremas aparecerán sobre ti con muestras de adornos luminosos, entonces conocerás tu fuerza y la altura de tu valentía. Sabrás cual es tu humildad y pobreza, pobreza de cada ser creado, todo el universo y cada ser en si, en el cual se revelará el bello resplandor de la alabanza, el resplandor del rey que se viste de superioridad, alto y ensalzado aquel que habita en las alturas. La vida del mundo y la vida de todos lo mundos, la vida de los momentos y la vida de todos los momentos; en el instante en que cada destello estalle en miles de fulgores, de estos se alumbrarán los mundos, depósitos de brillos, abundancia de vida, de allí las almas recibirán su brillo, hacia ti vendrán.
Temple de salvaciones te revestirás, con un cinto de belleza serás encintado, con una alegría suprema será templado tu espíritu, un control y gobierno interno y externo será tu suerte; con gran piedad sobre cada ser se llenará tu espíritu, con los atributos del soberano universal te fortalecerás. Dios es benévolo con todos y piadoso con sus criaturas.
Lo plenamente esotérico presente en lo exotérico.
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Existe un singular proceso de pensamiento que al constituirse en las profundidades del alma y en sus raíces, con todo el carácter y riqueza de su finalidad, despliega sus rayos sobre los fenómenos intelectuales exotéricos que aparecen dentro de las labores especulativas. El hombre piensa que ha llegado a novedades de pensamiento elaborando desde abajo hacia arriba, en el momento que la fuerza plena ha activado su influencia desde las alturas, lo atrae y lo acerca a la contemplación final, dentro de todos sus rayos. Él se acerca, en cada instante su labor realizada con comprensión y capacidad, hacia la fuente espiritual, donde se encuentra completamente perfeccionada la imaginación construida, el pensamiento en toda su actividad, cuando los encabezados de la sabiduría comienzan a revelarse en su labor. La parte intelectual, y la energía esencial de la vida, ambos vienen mayoritariamente, desde el contenido pleno y esotérico, encerrado en las alturas del alma intelectual, la vela de Dios es el alma humana.
En consecuencia dentro de un proceso esotérico nace en un principio el alma perfeccionada, derivándose de ella rayos y centallas diferentes, con muchas otras iguales, algunas luminosas otras opacas, hasta que el hombre según su capacidad comienza a buscar su propia verdad, a organizar sus pensamientos y seleccionar sus tonos. Mientras que en lo exotérico nace un pensamiento en un principio opaco y débil, que progresa, vuela, hasta que se acerca al pensamiento pleno, aquel que está escondido en los depósitos celestiales.
Del mismo modo que este proceso se aplica en los entes particulares, así también en toda la nación y en sus procesos vitales, en su alma histórica. Se despliega este proceso en el comportamiento general de lo humano y en su vida espiritual, según las múltiples causas de lo espiritual y de lo material, con la finalidad de perfeccionar el mundo y sus contenidos en relación a al sociedad humana general, en sus bajadas y subidas. Es claramente comprensible que un vaticinio como este que manifiesta con todo el resplandor de su belleza, impulsa su organización, dentro de la generalidad de la existencia, de la luminosidad y del devenir, hasta llegar finalmente a la contemplación suprema, casa de Yaakov vallan y avancen a la luz de Dios.
El límite entre lo esotérico y lo exotérico.
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Las entidades supremas ocultas, dentro de su grandeza, a causa de la manifestación de su luminosidad, destruyen toda la organización fija de la disposición del intelecto natural, simple. Sin embargo, renuevan sus fuerzas en la fuerza de su completitud.
No obstante esta renovación, que es la renovación de la vida espiritual en su forma suprema, ocurrirá solamente después de una profundización en las explicaciones de la comprensión. Pero antes de esto la confusión y el desorden suelen encontrar al hombre, y el odio desde la perspectiva natural, que está enraizada tan profundamente en la forma espiritual de lo humano fijada naturalmente, se presenta en toda búsqueda esotérica.
Sin embargo en el contenido último de este odio se haya un gran amor enclaustrado, un amor supremo.
La conciencia se fortalece, en tanto el hombre se purifica en su libertad espiritual, que si todo conocimiento y toda generación universal de conciencia se expanden delante de él con la energía primera de su fundamento, toda la influencia de los misterios lo satisfará, entonces se presentará la sabiduría en su corazón y la comprensión deleitará su alma. La normalidad del recto intelecto, la simpleza del sentimiento estético, y toda forma clara y natural de la belleza junto con la elevación de la salud física, volverá a brillar dentro de él como un resplandor supremo, de una manera extensa como no podría haber sido tampoco mensurada antes de la penetración en la profundidad de los misterios, que está en el consejo de los hombres justos.
Las impresiones del odio ancestral, que se enraizó antes de la manifestación de la luminosidad en las profundidades del alma, se utilizarán de manera más práctica en la protección de los límites de ambos universos, para que de este modo cada uno se mantenga con las características propias de su naturaleza, así no habrá ninguna molestia ni ninguna anulación de alguna de sus cualidades, aparecerá entonces el resplandor sumo de su vida, que influencia y recibe la energía universal para revestirse y conectarse con su prójimo.
La desgracia del odio ancestral y de la envidia espiritual desparecerá para siempre, en vez de ella se manifestará una limitación positiva y una conciencia sana que al unificarse por completo ambos universos, el esotérico y el exotérico, con toda su caracterización, con la mezcla de sus actividades en un aspecto equilibrado y organizado, se construirá y se dispondrá un universo pleno, con toda la magnificencia de su elevación.
La ley y su origen, junto con aquello que está sobre ella y aquello que está bajo ella, la naturaleza material y espiritual con todas sus raíces, la vida en su primordio, desde la profundidad de sus tinieblas hasta la luminosidad de su resplandor en conjunto se reúnen para formar una misma célula. Los arroyos de la elevación y de la exaltación se vierten en su grandeza, las salvaciones de renuevan, las justicias florecen, y un pueblo surge… se levanta para alabar al Creador.
Los señores de lo esotérico y de lo exotérico.
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El contenido que divide lo exotérico de lo esotérico, en la Torá, y en toda la sabiduría en general, existe debido a las características divisorias de los hombres conscientes.
El hombre que posee disposición a lo exotérico no necesita para completar su personalidad ninguna vertiente mística. La sutileza de su alma y de su comportamiento ético se complementas según aquella simbiosis de la espiritualidad que se incorporan en toda conciencia exotérica. Y si nos referimos al pueblo de Israel y los eruditos de la Torá, el alma israelí se complementa perfectamente, en un sentido interno, por medio de la unificación de conocimientos que se reúnen dentro de ella, y este individuo hace de ella un rico contenido espiritual.
En el fundamento del tema debemos decir que hay una cierta riqueza mística en los señores de lo exotérico, que causa que no necesiten elaborar nobles contenidos espirituales, ya que se presenta en ellos un elemento satisfactorio del tipo de un pensamiento místico. Esta satisfacción trae a veces una aversión contra los temas esotéricos, por lo tanto ellos por si mismos encuentran una gran falta en el conocimiento de detalles prácticos, y los procesos vitales se llenan de tropiezos según la falta de este conocimiento, esto es lo que los empuja a aumentar en experiencias y deducciones prácticas.
Los señores de lo esotérico son lo contrario a esto, encuentran en si mismos la satisfacción en relación a lo exotérico, el sendero práctico es recto delante de ellos, las dudas se solucionan sin fatiga, en el momento de la circunstancia, el contenido recatado, el espíritu oculto es en ellos la plenitud de la búsqueda de perfeccionamiento. Estas personalidades sienten un hambre magna y una sed intensa de los pensamientos ocultos y crípticos; las preguntas de elevada exaltación, que se manifiestan en el ocultamiento supremo, no los dejan tranquilos y los presionan a que se ocupen siempre se su resolución o al menos de los detalles y de los procesos de estos pensamientos.
Una realidad no común es contemplar un hombre en el cual la búsqueda lo exotérico y lo esotérico juntos se presente en plenitud, siempre hay un enfrentamiento entre uno y otro. Sólo si el hombre se deja arrastrar por la sociedad que lo rodea y contempla lo bueno y lo apreciable que consiguieron ambas partes en su elaboración, viene sobre él como una envidia intelectual fortísima y desea entonces satisfacerse de estas dos medidas, que generalmente encuentra obstáculos en su camino y sin embargo se esfuerza por sobreponerse a ellos.
Un especie así de seres humanos siempre están cargados de un magno peso, de una comprensión dolorosa, no obstante ellos proporcionan muchísima bondad al mundo, que finalmente crean ellos a través del fruto de su espíritu un universo nuevo, donde el cielo y la tierra se besan uno a otro.
Luego que ellos encuentran una expresión construida de la potencia al acto, otros puedan ya recibir de lo preparado, y se manifiesta como una creación anímica fija, a través de las generaciones, para apoderarse conjuntamente de estas dimensiones parciales y diferentes, entonces se manifiesta verdaderamente la fuerza de la creación doble. Las sabidurías cantan afuera, de a dos, para entendimiento práctico, dentro de lo oculto de la sabiduría, escribió una visión y la explicó sobre las tablas.
De lo exotérico particular a lo esotérico general.
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Toda parte exotérica que no es conocida como corresponde, ya sea de la Torá o del universo, es como un telón que interrumpe, que oculta la luminosidad suprema de la parte críptica y esotérica, siendo que no podrá ser captada sino por medio de una clara contemplación interna.
Y en esta ley está clavada la obligación de la dedicación constante a aumentar la Torá y la sabiduría.
Como algo extraordinario, existe a veces una rajadura que se presenta en la paredes del la gruta, que tapa la iluminación suprema, y la luminosidad oculta destella de pronto, no según el sistema organizado de las ideas exotéricas. Estos milagros hay que recibirlos con alegría, pero no debemos apoyarnos en milagros.
El orden común y constante es el devenir de lo exotérico a lo esotérico, de los detalles al todo.
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