Cuentos Gentileza de Tora Mitzion, Uruguay, Kehot Argentina y Keren Kaiemet Leisrael
Cuentos e historias para trabajar en grupos
Cuentos e historias para trabajar en grupos
Agradecemos a Meir Aides ex-director de la central pedagógica maaian, por facilitarnos las mayoría de los materiales que figuran aquí
Esta joveret encuentra su fundamento en la importancia que tiene la literatura en sus distintas facetas, ya sea la prosa o el verso, para llegar al educando.
La literatura, en este caso el cuento, es un elemento casi fundamental para el trabajo acerca de ciertos valores, pues nos permite utilizar ejemplos de la vida cotidiana y enriquecernos con historias reales y fantásticas.
En la presente edición recopilamos cuentos de distintos autores, judíos y no judíos, para el desarrollo en la clase o en la pehula de temas diversos que hacen a la formación individual y grupal. acompañamos los siguientes cuentos de una pequeña guía de preguntas para cada uno de ellos.
El objetivo principal que nos hemos establecido para la realización de la presente publicación es reflotar el cuento como elemento didáctico, ya sea su utilización como disparador para generar discusiones sobre distintos temas o como cuerpo de una pehula sobre un valor determinado.
p align=”left”>Es nuestro deseo que el presente material sea del agrado y de utilidad para los morim y madrijim en sus labores cotidianas
Meir Aides
Implementación del cuento en la hadraja
Existen distintas maneras para abordar pedagógicamente la narración de un cuento. antes que nada hay que tener muy en cuenta que la persona encargada de la narración, debe conocer el cuento en todos sus vericuetos. Para tal motivo, es necesaria la lectura del mismo por lo menos una vez antes de su narración frente a la Kitá. el narrador debe entender el vocabulario empleado en el cuento y si es necesario, también buscar las palabras difíciles en un diccionario y escribirlas al pie de la hoja.
El cuento debe ser leído y a la vez narrado con entonación, para poder mantener expectante al público. cada uno de los oyentes debe recibir una copia del cuento para poder seguir con atención el relato. de ser posible, es conveniente hacer participar a los oyentes, para transformarlos así de meros escuchas en protagonistas de la acción.
El relato puede también cortarse antes del desenlace para que los janijim/talmidim, utilicen su imaginación para la elaboración de distintos finales. es importante que esta tarea se realice en forma grupal, evitando asi que los janijim/talmidim se dispersen y pierdan la concentración. este final puede ser escrito o actuado y para tal ocasión, se pueden llevar disfraces y maquillaje, de acuerdo a la edad y el carácter de los participantes.
Aunque estas cosas pueden resultar lógicas, nos pareció importantes citarlas aquí.
El secreto del cuadro
Miriam Yanco
Habia una vez un cuadro colgado en el living de la casa de la bobe delia. no era precisamente un cuadro grande, mas bien era tamaño mediano. el marco era de color marrón, parecido a tantos otros marcos. pero este cuadro en particular, era antiguo y muy llamativo. claro depende de quien se tomara su tiempo para observarlo.
La pintura mostraba a dos hombres corriendo en un campo, o también podía ser un bosque, porque arboles se veían. uno de los hombres era un poquito mas viejo, el otro en cambio
era mas joven; o al menos eso parecía. ambos vestían sobretodos largos. uno con sombrero, el otro con kipá. Por debajo de sus abrigos, asomaban los tzitzit de cada talit que vestían. se parecían mucho a los que la mora había explicado como jasidim.
Pero había ” algo” una ” cosa” un objeto, que no se distinguía que era y que sostenían entre sus brazos mientras corrían.
El nieto de la bobe delia siempre preguntaba: – ¿por que corrían esos hombres? , ¿Qué cargaban en sus brazos?, ¿por que sus rostros eran de preocupación?
En realidad nunca recibió ninguna respuesta que lo conformara. y si alguien inventaba alguna historia, el sabia muy bien que no era cierta.
El nieto de la bobe delia pensó que tal vez no querían contestar a sus preguntas. probablemente algún secreto se escondía dentro de aquellas imágenes, pero ¿cual?. o la verdad era tan difícil de explicar, que si alguien la conocía no se animaba a decírsela.
La situación se repetía una y otra vez. cada oportunidad en que el se acercaba a algún adulto, con sus inquietos ojos verdes, y comenzaba a preguntar sobre el cuadro, lo miraban casi con miedo. y cuando sus rosados labios empezaban a pronunciar ¿por que?, ¿como?, ¿cuando?, y… ¿entonces?, los adultos se ponían nerviosos y se volvían sordos. bueno… en realidad… este… claro… ¿hiciste tu tarea?
Siempre la misma vacilación. ¿acaso pensaban que el era un tonto?
¿No sabían que ya había cumplido diez anos y estaba en quinto? La Morá del shule simple respondía a sus preguntas. en cambio en la casa de la bobe delia no. Su curiosidad aumento mucho mas ante el silencio de los otros.
Un día, el nieto de la bobe Delia miro, miro, y miro… y de pronto, como sucede en los dibujos animados de la televisión, los personajes saltaron del cuadro y se sentaron a su lado.
El nieto de la bobe delia se puso duro de miedo, no podía hablar, no hizo ningún gesto, y no se animaba ni siquiera a mirarlos.
Ellos le sonrieron y acariciando su cabello rubio le preguntaron:
– ¿Cómo te llamas?
El nieto de la bobe delia pensó: ¿estaré soñando? . pellizco su brazo y ¡vaya que grito dio!
Definitivamente lo que estaba pasando era absolutamente real.
Un poquito ansioso y tembloroso el contesto: – En el shule me dicen gaby.
Los señores lo miraron extrañados.
Es el diminutivo de Gabriel – agrego el nieto de la bobe delia-, pero se dio cuenta que no lo entendían. claro ellos pertenecían a otra época, -pensó- a otros años de la historia del mundo, cuando el nombre Gabriel aun no se usaba diariamente.
Gaby continuaba rígido, mudo. entonces los hombres le preguntaron: – ¿por que siempre que venís a visitar a la bobe nos miras? ¿por qué pasas horas y horas frente a nosotros observándonos?
Al escuchar el tono cálido de sus voces, Gabriel se aflojó y se síntomas tranquilo. entonces en lugar de responder, se animo a preguntar:
– ¿Quiénes son ustedes?, ¿por que tienen esa cara de preocupación?, y lo que mas me interesa, ¿Qué esconden entre los brazos?
Sus palabras se apretujaban en la garganta, era tanto lo que quería preguntar, que apenas le alcanzaba el aire de la respiración. Debía apresurarse, o tal vez ni hiciera a tiempo de saber el secreto del cuadro.
Los señores se miraron sin saber que responder, y lo interrogaron con mucha seriedad:
– ¿Por que tenés tanto interés en saber que tenemos escondido entre los brazos?
Tratando de disimular la creciente ansiedad que sentía, Gabriel afirmó:
– ¡Es simple curiosidad!.
Los protagonistas del cuadro murmuraron algunas palabras, y con voz suave y pausada comenzaron a narrar:
– Mi nombre es Herzque, dijo el mayor de los dos, y mi amigo se llama Yankl. los dos vivíamos con nuestras familias en un país que se llamaba Polonia, en la ciudad de Lodz. Corría el ano 1939, es decir, hace mucho tiempo. era una época muy difícil para nosotros los judíos, porque se había declarado la segunda guerra mundial.
Gabriel los escuchaba atentamente. sus oídos, como las antenas de televisión que se ven en las rutas, no perdían una sola palabra. los ojos absorbían cada movimiento de aquellos que relataban lo que para el, era uno de sus mayores deseos; conocer el secreto del cuadro.
– Alemania, – continuo Yankl, el de la kipá, – había invadido Polonia y como odiaban a los judíos, los encerraron en ghettos. ¿sabes lo que es un ghetto?
Gabriel asintió con la cabeza, como si supiera de lo que hablaban.
En realidad aunque había escuchado esa palabra muchas veces, no tenia muy claro lo que quería decir. sin embargo, no se animo esta vez a interrumpir el relato. en todo caso, le preguntaría a su mora que siempre le explicaba todo.
Los judíos encerrados en ghettos vivían en muy malas condiciones, agrego Hertzque, y cuando eran demasiados, venían los soldados alemanes, los metían de a miles en trenes y los enviaban a campos de trabajos forzados. allí muchos morían solos o los mataban.
– ¿Escuchaste hablar de hitler y de sus intenciones para con los judíos del mundo? – quiso saber Yankl.
A esta altura de la narración, Gabriel pensó en sus abuelos, y no pudo dejar de sentir una profunda pena. con tristeza les contesto: – mis abuelos también nacieron en Polonia, solo que ellos lograron escapar antes de que los encerraran en el ghetto.
– Aja, – replicaron los dos-, entonces sabes perfectamente de lo que hablamos.
– Nosotros igual que tu zeide y tu bobe, alcanzamos a escapar, solo que casi no llegamos a tiempo, y por eso, en el cuadro, nos ves preocupados, apurados y corriendo. fue una de las ultimas oportunidades que hubo para salir de aquel infierno.
De pronto callaron. sus ojos se entornaron como si retrocedieran en el tiempo y la situación los atrapara nuevamente. algunas lagrimas rodaron por sus mejillas, Gabriel casi sintió que el mismo corría con ellos; sin embargo no pudo dejar de insistir:
– ¿Entonces que escondieron entre sus brazos?
La curiosidad enrojeció su rostro. sentía que estallaba ante la revelación del secreto.
Hertzque y Yankl mas calmados, confesaron que, luego de haber meditado bastante, decidieron llevar dos libros de la Tora del shil de Lodz.
– ¿Cómo es posible?, -vocifero Gabriel-. en un momento tan difícil, cuando uno pensaría en comida, abrigo, dinero… ; ¿¡dos libros de la tora!?
Los judíos del cuadro comprendieron que Gabriel debía aprender que en la vida, no solo es importante saber hacia donde nos dirigimos, sino también conocer de donde provenimos. por ello le explicaron:
– Si el egoísmo se hubiera adueñado de nosotros, -explicó Hertzque- solo hubiéramos pensado en nuestras pertenencias. de haber sido así, ¿Cómo hubieran podido saber las generaciones siguientes sobre las aventuras y misterios que encierra nuestra Torá?, ¿Quién les habría contado a los niños, las hermosas historias de vida de nuestra Torá?.
Gabriel se avergonzó y sus mejillas se inflamaron. ¿acaso podía contestar que muchas veces el no había prestado atención a la mora y a sus explicaciones sobre la Torá?
– ¡Era absolutamente necesario que preserváramos y cuidáramos los rollos de la Tora!!!. Quizás cuando tengas tus propios hijos, comprendas lo que hoy afirmamos – concluyo Yankl, con voz firme y enérgica.
Gabriel comprendió. Las palabras sobraban. su corazón latía con fuerza. No solo ahora conocía el secreto del cuadro, sino que había aprendido el valor del mismo.
De pronto se escucho el ruido de una puerta cerrarse. Hertzque y Yankl se sobresaltaron. se acercaron a Gabriel, lo besaron dulcemente y le susurraron con un hilo de voz:
– Cada vez que te detengas a observarnos, – se despidió Hertzque-, detené tu vista en mi ojo izquierdo; allí, por encima de mi lagrima pintada, descubrirás un parpadeo. eso significara que estoy acompañándote a ti y a la vida de todos los judíos de la argentina. ¡no te olvides! Insistieron los dos con mucho ímpetu. y antes de que alguien mas se enterara de lo ocurrido, como por arte de magia retornaron al cuadro.
Emocionado aun por la experiencia vivida, Gabriel noto que su mama se paraba a su lado. apenas podía disimular su alteración.
– ¿Qué te pasa hijo?, – lo interrogo su madre; y agrego: – ¿Acaso rompiste algo y no me querés contar?
– No mamá, sonrió Gabriel, solo estaba mirando el cuadro en el que esos dos judíos están huyendo a través del campo de Polonia, y sostienen dos libros de la Tora.
La mamá, boquiabierta de asombro, no supo responder. su hijo, su pequeño y travieso hijo, acababa de poner en palabras, el significado del celoso secreto del cuadro, tan bien guardado hasta ese ida.
Como lo había averiguado, no interesaba. si importaba y mucho, el tremendo orgullo que su corazón de madre palpitaba. con gran satisfacción abrazo a Gabriel, y por ese día se despidieron del cuadro…
El cuadro continuo y continua hoy colgado en la casa de la bobe Delia. pero ahora son tres los espectadores, a saber: papa Gabriel y sus dos hijas, Karen y Ariela.
Cada vez que se acomodan para contemplarlo, Gabriel concentra su atención en el ojo izquierdo de Hertzque. y allí, por encima de la lágrima pintada, misteriosamente el ojo parpadea. entonces, una alegría intensa y profunda lo embarga, y lo hace sentir más seguro.
¿Sabes una cosa? El otro día, durante la cena de Rosh Hashaná, la hija menor de Gabriel, Ariela, entro corriendo agitada al comedor, donde la familia disfrutaba de la sobremesa. gritaba, reía, sus palabras se entrecortaban, casi no podía hablar.
Papa Gabriel abrazó a la niña, la calmó, y le pidió que explicara el motivo de semejante escándalo. su hija, su pequeña y traviesa hija, relato como el ojo izquierdo de uno de los senores del cuadro del living de la bobe Delia, parpadeaba. ¡o lo que era mejor!, ¡Le había guiñado el ojo a ella!.
Los presentes se rieron, y Gabriel, con el corazón de niño latiendo nuevamente, le susurro al oído tiernamente:
– Creo que ha llegado el momento de que te cuente la historia de Hertzque y Yankl, dos judíos de Polonia, de la ciudad de Lodz, de la segunda guerra mundial… pero mira que es un secreto…
” A la memoria de mi abuelo enrique y mi padre Daniel ” z”l
Preguntas:
¿Con que situación vivida por los judíos podes asociar este cuento?
¿Por que te parece que el ojo de Hertzque parpadeo?
Llueve
Achille Campanille
Un día, hace muchos años, un individuo había salido de su casa sin paraguas. se dio cuenta que empezaban a caer algunas gotas.
– Debería volver a casa a buscar el paraguas -pensó.
Pero después se dijo:
– ¡Bah, no serán mas que cuatro gotas locas!
Y siguió andando porque tenia mucha prisa. la lluvia empezó a caer. Entonces se refugio en un portal.
– Esperare que deje de llover -dijo.
Habia empezado el diluvio universal.
Preguntas
1) ¿Qué mensaje contiene este cuento?
2) ¿Qué simbolismo le darías al paraguas?
El rey de los mendigos
Meir Aides
El cielo gris caía en forma de puntiagudos borbotones sobre las antiguas construcciones y las avejentadas callejuelas. la ciudad, arrugada por los años, se debatía entre torbellinos de modernidad y pudor conservador. hombres trajeados caminaban por la avenida haussman y perfumadas mujeres competían con las flores en los jardines de las tullerias.
Camine por las históricas baldosas de París, sintiendo el atrapante poder de la Gioconda. me siguió con su vista, seduciéndome, perturbándome.
Empero, al salir del hotel, divise entre la multitud la figura de Juana de Arco. la seguí durante algunas cuadras. en la estación louvre rivoli bajo al metro y la perdí de vista.
Tomé el subterráneo en dirección a la defanse. aprovechando, pues, mis fracasos sentimentales, decidí pasear para superar mi paranoia.
En la estación de Royal Oalace, subió un hombre bien vestido, barbilla borbona y ojos claros. su piel trigueña denunciaba unos cuarenta años. Sus cabellos eran cobrizos y parecían no haber visto al sol durante siglos.
Pedia dinero por doquier, con caballerosidad; dirigiase uno a uno de los viajeros, penetrando con la fuerza de su poderosa mirada.
– Sil vous plais monsieur, sil vous plais madamme.
El personaje me resulto curioso. no era un simple mendigo pidiendo dinero, sino que sus movimientos estaban mágicamente revestidos con nobleza. impresionaba el caudal de afecto que invertía en cada reverencia.
Me conquisto su mirada gallarda. le pregunte si hablaba ingles y él, adivinando mi intención, respondió sin titubear:
– También hablo español.
Le invité un café. Como novelista novato y joven estudiante, me entusiasmó la idea de conocer personajes extraños, diferentes; diversos habitantes del mundo.
Descendimos en la estación de des champs elisees y caminamos por la avenida subiendo en dirección al arco del triunfo. dos pordioseros, mal olientes y con sus vestidos desgarrados, se inclinaron al verlo.
– Monsieur, le roi- dijeron en un rebrote de seriedad.
Él los bendijo, apenas levantando su mano derecha ante mi mirada impaciente. era el rey… el rey de los mendigos…
Entramos en una encumbrada cafetería. me dejó sentar y luego se deslizó hacia una silla en un gracioso movimiento.
– ¡Garzon!- ordenó.
El mozo se acercó.
– Monsieur, el rey; ¿qué se le ofrece?,me miro con ojos preguntones.
– Café- respondí.
– Dos.
– Te interesa mi historia, ¿verdad?- comenzó con frialdad.
– ¿Quién eres?- pregunte maravillado.
El mozo se acercó con dos humeantes cafés.
– Merci- se distrajo.
– ¿Eres acaso el rey de los mendigos? -insistí- ¿Cómo es que un rey pide limosna?
Ensanchó sus labios mostrando dientes blancos, perfectos. bebió un sorbo del fosco café y comenzó su relato en forma pausada. su aplomo evidenciaba que no era la primera vez que relataba su historia.
– Mi padre fue rey, mi abuelo ha sido rey y mis antepasados lo han sido desde hace mas de un siglo… yo mismo he sido rey, hasta renunciar a la nobleza… soy el ultimo de la dinastía.
– ¿Por que una persona sin herederos habría de renunciar a su reino?- sonreí con complicidad.
– No tengo reino, nunca lo tuve… – dudo un instante, acaricio su perilla con los dedos índice y pulgar y continuo-, aunque en realidad tengo súbditos.
– Tienes súbditos y no tienes reino… -parafrasee.
– Asi es… – inhalo aire y prosiguió. – uno de mis antepasados, un aventurero, llego en uno de sus viajes a la araucania. en aquel momento, segunda mitad del siglo xix, esta era una región impenetrable y hostil del adolescente chile. luego de dialogar con algunos caciques araucanos, se proclamó rey de la araucania. el gobierno chileno intentaba dominar y colonizar la zona, y subyugar a los indígenas. ellos constituían una gran población que obstaculizaba el paso entre las ciudades chilenas. el gobierno puso precio a su cabeza y luego de una batalla lograron capturarlo. tras gestiones con el gobierno francés, fue deportado a Francia.
– ¿Y como lo trato el gobierno francés? no creo que haya cometido crimen alguno…
– El gobierno lo tomo como a un aventurero mas, de los tantos que había en aquel momento. aquí escribió el primer libro con sus memorias y contrajo enlace con su mujer. unos años mas tarde, estando chile en guerra con España, volvió a realizar el intento. fue bien recibido por los caciques y perseguido por los chilenos. nuevamente fue deportado a Francia, donde murió, tras escribir su segundo libro de memorias.
Continué atento al relato. apenas lograba pestañar ante el vigor de sus palabras. nunca antes había tenido la oportunidad de estar frente a un rey, un rey humano, de carne y hueso, un rey sin palacio ni burocracia, un rey del pueblo.
– Sus descendientes -prosiguió- ganaron sus días otorgando títulos de nobleza y visitando de vez en cuando a los fieles súbditos esos aborígenes, tan arraigados a la tierra como al sentimiento de pertenencia a su pueblo.
Hizo una pausa. contemplo a la lluvia con desprecio, como abofeteándola.
– Tú no pareces ser fiel a tus antepasados- dije con acierto.
– Es verdad. Decidí poner fin a esto. no pertenezco a esos indios ni ellos me pertenecen. ellos tienen sus dioses, su cultura, que es ajena a la mía. los aprecio y sigo siendo recibido como rey allí nunca he trabajado, ni necesito hacerlo. hemos hecho fortuna concediendo títulos de nobleza.
Sin embargo, no me sentí satisfecho con esta forma de afrontar mis días.
Salí a la calle a descubrir el mundo. en este tiempo que llevo aquí entre los vagones, aprendí a conocer a la gente, simplemente a través de sus ojos.
Todos tenemos ojos delatores.
– Tienes estirpe de rey- balbucee avergonzado.
– Mis ojos aun me delatan. no soy feliz con lo que soy. no quiero ser solo un eslabón en esta cadena de memorias. quiero ser el creador de una dinastía, de mi propia dinastía… tal vez, si, dinastía de linyeras o de mendigos, pero seré el primero y la dinastía será mía. Los ojos, espejo de nuestro interior, gozaran. quien mire fijamente a los ojos vera un hombre feliz.
Miré a través de sus ojos y las luces de la cafetería reflejaron su fulgor en ellos, Haciéndolos centellear. los faroles de neón eclipsaron ante su mirada sonadora, feliz.
El hombre pago y en el umbral de la cafetería nos separamos deseándonos mutuos éxitos. Desapareció; empero su huella quedo grabada en mi como la marca de fuego de una rez.
Mi imaginación suele jugarme malas pasadas… ¿acaso realmente estuve en París?… ¿Acaso conocí al rey de los mendigos?… tal vez no lo pueda contestar, quizá haya sido solo un sueño. Sin embargo, desde entonces vive en mi la necesidad de crear algo que haga perdurar mi nombre, que haga brillar a mis ojos.
Preguntas:
1) ¿Qué sentía el rey hacia sus antepasados?
2) ¿En que cambio la vida del rey luego de su decisión?
El escudo de la ciudad
Franz Kafka
En un principio no falto la organización en las disposiciones para construir la torre de babel; una orden excesiva, quizá. se pensó demasiado en guías, interpretes, alojamientos para obreros y vías de comunicación, como si se dispusiera de siglos. en esos tiempos, la opinión general era que no se podía construir con demasiada lentitud; un poco mas y hubieran abandonado todo, y hasta desistido de echar los cimientos. la gente razonaba de esta manera: lo esencial de la empresa es el pensamiento de construir una torre que llegue al cielo. lo demás es del todo secundario. ese pensamiento, una vez comprendida su grandeza, es inolvidable: mientras haya hombres en la tierra, existirá también el fuerte deseo de terminar la torre. por consiguiente no debe preocuparnos el futuro. al contrario: el saber de los hombres adelanta, la arquitectura ha progresado y seguirá progresando; de aquí a cien anos el trabajo para el que precisamos un año se hará tal vez en pocos meses, y mas resistente, mejor. entonces, ¿a que agotarnos ahora? eso tendría sentido si cupiera la esperanza de que la torre quedara terminada en el espacio de una generación. esa esperanza era imposible. Lo mas creíble era que la nueva generación, con sus conocimientos superiores condenara el trabajo de la generaciónanterior y demoliera todo lo adelantado, para recomenzar. tales pensamientos paralizaron las energías, y se pensó menos en construir la torre que en construir una ciudad para los obreros. cada nacionalidad quería el mejor barrio, y esto dio lugar a disputas que culminaban en peleas sangrientas. esas peleas no tenían fin; algunos dirigentes opinaban que demoraría muchísimo la construcción de la torre y otros que mas valía aguardar que se reestableciera la paz. pero no solo en pelear pasaban el tiempo; en las treguas se
dedicaban a embellecer la ciudad, lo que provocaba nuevas envidias y nuevas peleas. Así paso el espacio de la primera generación, pero ninguna de las siguientes fue distinta;
solo aumento la destreza técnica y con ella el ansia guerrera. aunque la segunda o tercera generación reconoció la insensatez de una torre que llegara hasta el cielo, ya estaban
demasiado comprometidos para abandonar los trabajos y la ciudad.
En todas las leyendas y cantos de esa ciudad esta presente el vaticinio anunciante que cinco golpes sucesivos de un puno gigantesco aniquilaran la ciudad. Por esa razón esta el puno en el escudo de armas.
Preguntas
1) ¿Por qué fracasó la construcción de la torre de Babel?
2) ¿Cuáles fueron los cambios que se produjeron de generación en generación?
El elefante encadenado
Jorge Bucay
Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que mas me gustaba de los circos eran los animales. también a mi como a otros, después me entere, me llamaba la atención el elefante. durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de tamaño, peso y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente:
¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye? Cuando tenia cinco o seis anos yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. pregunte entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. alguno de ellos me explico que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia:
– Si esta amaestrado, ¿por que lo encadenan?
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y solo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos anos descubrí que por suerte para mi alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imagine al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujo, tiro y sudo, tratando de soltarse. y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal acepto su impotencia y se resigno a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree – pobre- que no puede.
El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco despues de nacer.
Y lo peor es que jamas se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás… jamás… intento poner a prueba su fuerza otra vez..
Preguntas
1) ¿Por qué el elefante no podia soltarse de sus cadenas?
2) ¿Por qué debió el animal aceptar su impotencia? ¿En qué radicaba dicha impotencia?
Anexo 1: Acerca de la literatura para niños
Elsa Borneman
Nos referiremos básicamente a las tres maneras por medio de las cuales los cuentos les pueden llegar, exponiendo unas síntesis de las pautas que han de decidir la elección en favor de una u otra, según la edad de los pequeños, el texto que se escoja, el tiempo que se disponga para realizar la experiencia literaria, etc. esas tres maneras son:
-
Narración oral efectuada por un adulto.
-
Lectura en voz alta hecha por un adulto.
-
Lectura directa, individual y silenciosa realizada por el propio niño para sí mismo.
A los más chiquitos les encanta que les narren cuentos. sin embargo, no ha de caerse en el error de suponer que la narración tiene como únicos destinatarios a los preescolares, por el solo hecho que ellos no saben aun leer. No es una técnica exclusivamente limitada al jardín de infantes. por el contrario. correctamente llevada a cabo, la narración es -por lo general- una cautivante experiencia para todas las edades.
De todos modos, cierto es que la iniciación a la literatura se produce siempre por esta vía y que -tal como ayudamos a los niños a descubrir el mundo- debemos ayudarlos a descubrir también el placer de escuchar cuentos. la innata predisposición infantil en este sentido se encuentra amenazada en nuestra época debido al casi permanente contacto que los niños tienen -desde su mas temprana edad- con ciertos medios de comunicación de masa, entre los cuales destacamos con preponderancia uno: la televisión.
Instalada en muchos hogares como una especie de niñera mecánica a la que basta apretar unos botones para que seduzca a los pequeños con su magnetismo de imagen y sonido. a la
televisión se le ha delegado la misión de acompañarlos y entretenerlos para lograr de este modo, algo muy difícil dada la índole naturalmente inquieta de los pequeños receptores:
que permanezcan inmóviles, en un estado semihipnótico, permitiendo así al resto de la familia atender a sus intereses con la certeza de que los chicos no han de perturbarlos durante un buen rato.
Reconocemos -por ende- que no es sencillo crear el clima propicio para narrarles o leerles en voz alta un cuento. Además los niños no se convierten automáticamente en buenos oyentes. es breve el tiempo de atención que pueden prestar, pero debemos considerar que tampoco es largo el que le requieren los programas de televisión, interrumpidos constantemente por los avisos comerciales. no obstante, este tiempo de atención puede prolongarse debido a que se apela a otros recursos para mantener despierto el interés, como por ejemplo la difusión casi continua de música, mucha acción física, etc.
En el momento en que ingresan en el jardín de infantes, la mayoría de los niños necesita aprender a escuchar la palabra hablada, la voz desnuda de quien intente narrarles un cuento sin la asistencia de ninguno de los recursos antes citados.
Se deberá tener muy en cuenta que la voz clama de los libros ha de tomar un tiempo antes de ser real y efectivamente escuchada por esos oídos habituados al ruido de los medios modernos. para lograr esto, aparte de la habilidad que se posea para seleccionar y presentar los textos oralmente (muy breves al principio y paulatinamente más extensos), aparte de la capacidad para crear el clima adecuado previo a la narración o lectura en voz alta y del entusiasmo que se siente por establecer este tipo de comunicación con los pequeños ha de partirse de la premisa de no convertir este momento íntimo en una ocasión mas para “enseñar”. es hora de que padres y maestros comprendan que la literatura infantil debe ser disfrutable por sí misma.
Además, reconozcamos que nadie escucha realmente cuando se aburre: de esta apreciación no estamos eximidos los adultos.
Acaso parezca aventurado afirmar que un buen narrador puede ser uno de los más efectivos medios audiovisuales con que contamos, pero mi propia experiencia me lo ratifica diariamente.
Pero… ¿Cuándo y donde narrarles o leerles cuentos a los chicos? el asunto varia ya se trate de hacerlo en el hogar o en la escuela. sin embargo, los momentos más apropiados pueden presentarse espontáneamente, casi en cualquier circunstancia, porque los mejores momentos para la literatura -tal como los de la vida- aparecen a menudo en forma inesperada, y acaso por ello sean doblemente gratificantes.
Son incontables las oportunidades adecuadas para tal fin, pero depende fundamentalmente de las ganas de los adultos el saber percibirlas y aprovecharlas en bien de sus niños.
Es esencial saber que se dispone de un lapso suficiente, para que la narración o la lectura no se vean inoportunamente interrumpidas.
De los cinco minutos iniciales que por lo habitual se destinan para tal fin con los mas pequeñitos, se pasara gradualmente a diez y quince, con cuentos más extensos a medida que el tiempo de atención de los preescolares así lo permita, en tanto que media hora puede ser un periodo ideal para los primeros grados.
Ciertos cuentos se prestan mucho mas que otros para ser narrados. en líneas generales, son muy adecuados para tal fin los de origen popular, cuentos que han
Llegado a nosotros transmitidos precisamente por vía oral, de generación en generación, y que basta por lo corriente una sola lectura atenta para poder recordarlos sin inconvenientes.
Su estructura lineal, de estilo directo exento de descripciones que retardan la acción, con abundancia de onomatopeyas, repeticiones y expresiones de la lengua oral, hace que los cuentos folklóricos constituyan una excelente materia narrativa.
Por el hecho de ser patrimonio de todos, tenemos la libertad de recrearlos, ya sea variando alguna de sus partes, condensándolos, alargándolos, corrigiendo su lenguaje, etc.
Muchos cuentos literarios (esto es, aquellos a los que puede atribuírseles un autor determinado) se adecuan también perfectamente a los propósitos de la narración. no obstante, por lo común habrá que trasladar sus textos al estilo directo, eliminar ciertos párrafos eminentemente descriptivos, simplificar el lenguaje, que suele ser rico en comparación con el utilizado corrientemente, introducir frases de apertura y de cierre, etc. o sea, otorgarles algunas de las características formales de los cuentos populares.
No debe olvidarse -empero- que siempre es preferible una correcta lectura en voz alta antes que una narración deficiente.
En el caso en que se lea, es importante mantener -durante la lectura- tanto contacto visual con los niños oyentes como sea posible, sin temer las interrupciones que hacen con frecuencia cuando piden que les repita un pasaje o se les explique el significado de algún termino cuya comprensión no alcanzan.
A pesar de que existen definidas diferencias entre las necesidades e intereses y la capacidad de recepción de los preescolares y los chicos de los primeros grados de la escuela primaria, cualquiera de los textos aquí reunidos puede ser narrado a los chiquitos de cuatro y cinco anos, o sea leído primeramente por el adulto para si y transmitido oralmente luego. pero no todos se prestan para ser leídos en forma directa a los mas chiquitos.
De todos modos, no es posible clasificar con demasiado rigor el material narrativo encasillándolo con exclusividad para determinada etapa evolutiva, ya que, – a pesar de estar comprendido en ciertas generales de sus leyes-, cada niño es un individuo, -y como tal- también responde a características de personalidad que le son propias y de las que ha de depender su acaso temprana elección de un cuento que el antólogo supuso adecuado para los mayorcitos, o la tardía preferencia por otro que tal vez fuera escogido para los más pequeños.
Extractos de “Antología del cuento infantil”
Elsa Bornemann
Diciembre de 1976.
La nieve de Chelm
i. Bashevis Singer
Chelm era una aldea de tontos: tontos jóvenes y tontos viejos. una noche alguien espió a la luna, que se reflejaba en un barril de agua. la gente de Chelm imaginó que había caído allí. sellaron el barril para que la luna no se escapara. Cuando a la mañana se abrió el barril y la luna no estaba allí, los aldeanos decidieron que había sido robada. llamaron a la policía y cuando el ladrón no pudo ser hallado, los tontos de Chelm lloraron y gimieron.
De todos los tontos de Chelm, los mas famosos eran los siete ancianos. como eran los mas viejos y los mas grandes tontos, gobernaban en Chelm. tenían barbas blancas y frentes muy anchas, por pensar demasiado.
Una vez, durante una noche de Janucá, la nieve cayo continuamente. cubrió todo Chelm como un mantel de plata. la luna brillo, las estrellas titilaron y la nieve relució como perlas y diamantes.
Esa noche los siete ancianos estaban sentados y reflexionando, mientras arrugaban sus frentes. la aldea necesitaba dinero, y no sabían donde obtenerlo.
Repentinamente, el más anciano de ellos, Gronam el gran tonto, exclamo:
– ¡La nieve es plata!
– ¡Veo perlas en la nieve!- gritó otro.
– ¡Y yo veo diamantes!- agregó un tercero.
Para los ancianos de Chelm resultaba claro que había caído un tesoro del cielo.
Pero pronto comenzaron a preocuparse. a la gente de Chelm le gustaba caminar, y ciertamente terminarían por pisotear el tesoro. ¿Qué se podía hacer? El tonto Tudras tuvo una idea.
– Enviemos un mensajero que golpee en todas las ventanas y comunique a todos que deben permanecer en sus casas hasta que se haya recogido la plata, las perlas y los diamantes.
Durante un rato, los ancianos quedaron satisfechos. se restregaron las manos y aprobaron la astuta idea. pero entonces Dopey Lekish hizo notar con aflicción:
– El mensajero mismo pisoteara el tesoro.
Los ancianos comprendieron que Lekish tenia razón y otra vez arrugaron las frentes en un esfuerzo para solucionar el problema.
– ¡Ya lo tengo! -exclamo Shmerel el buey.
– ¡Dinos, dinos! -rogaron los ancianos.
– El mensajero no debe ir a pie. debe ser transportado sobre una mesa, para que sus pies no toquen la preciosa nieve.
Todos quedaron encantados con la solución de Shmerel el buey, y los ancianos, batiendo palmas, admiraron su propia sabiduría.
Los ancianos enviaron inmediatamente a alguien a la cocina a buscar a Gimpel, el chico de los recados, y lo pusieron sobre una mesa. ¿y ahora quien habría de transportar la mesa? fue una suerte que en la cocina estuvieran Treitle el cocinero, Berl el pelador de patatas, Yukel el mezclador de ensaladas y Yontel que cuidaba a la cabra de la comunidad. se les ordenó a los cuatro que llevaran la mesa en la que Gimpel estaba de pie. cada uno sostuvo una pata. arriba estaba Gimpel con un martillo de madera, para golpear en las ventanas de los aldeanos. salieron.
En cada ventana Gimpel golpeaba y decía:
– Nadie debe dejar su casa esta noche. ha caído un tesoro del cielo y esta prohibido pisarlo.
La gente de Chelm obedeció a los ancianos y permaneció en sus casas durante toda la noche. entretanto los propios ancianos se sentaron, tratando de imaginar como harían mejor uso del tesoro, una vez que lo recogieran.
El tonto Tudras propuso que lo vendieran y compraran una gansa que pusiera huevos de oro. Así la comunidad tendría un ingreso fijo.
Dopey Lekish tuvo otra idea. ¿por qué no comprar anteojos que hicieran parecer mas grandes todas las cosas a los habitantes de Chelm? las casas, las calles y las tiendas parecerian mas grandes y desde luego, si Chelm parecía mas grande, pues entonces seria mas grande. ya no seria una aldea, sino una gran ciudad.
Aparecieron otras ideas igualmente ingeniosas. pero mientras los ancianos sopesaban sus diversos planes, llego la mañana y brillo el sol. miraron por la ventana y, caramba, vieron que la nieve había sido pisoteada. las pesadas botas de los porteadores de la mesa habían destruido el tesoro.
Los ancianos de Chelm asieron sus blancas barbas y admitieron que habían cometido un error. ¿quizás, razonaron, otras cuatro personas debían haber llevado a los cuatro hombres que llevaron la mesa en la que estaba Gimpel, el chico de los recados?
Tras largas deliberaciones los ancianos decidieron que, si durante el próximo januca, llegaba a caer otro tesoro del cielo, eso era exactamente lo que habrian de hacer.
Aunque los aldeanos se quedaron sin tesoro, estaban llenos de esperanzas para el año siguiente y elogiaron a los ancianos, con quienes sabian que se podia contar para encontrar una solución, por muy dificil que fuera el problema.
Preguntas
1) ¿Por qué todo el pueblo confiaba en que la nieve era un tesoro?
2) ¿En qué residia la inteligencia de los dirigentes de Chelm?
Un viejo manuscrito
Franz Kafka
Podría decirse que el sistema de defensa de nuestra patria adolece de serios defectos. hasta el momento no nos hemos ocupado de ellos sino de nuestros deberes cotidianos; pero algunos acontecimientos recientes nos inquietan.
Soy zapatero remendón; mi negocio da a la plaza del palacio imperial. al amanecer, apenas abro mis ventanas, ya veo soldados armados, apostados en todas las bocacalles que dan a la plaza. pero no son soldados nuestros; son, evidentemente, nómades del norte. de algún modo que no llego a comprender, han llegado hasta la capital, que, sin embargo, esta bastante lejos de las fronteras. de todas maneras, allí están; su número parece aumentar cada día.
Como es su costumbre, acampan al aire libre y rechazan las casas. se entretienen en afilar las espadas, en aguzar las flechas, en realizar ejercicios ecuestres. han convertido esta plaza tranquila y siempre pulcra en una verdadera pocilga.
Muchas veces intentamos salir de nuestros negocios y hacer una recorrida para limpiar por lo menos la basura mas gruesa; pero esas salidas se tornan cada vez mas escasas, porque es
un trabajo inútil y corremos, además, el riesgo de hacernos aplastar por sus caballos salvajes o de que nos hieran con sus látigos.
Es imposible hablar con los nómades. no conocen nuestro idioma y casi no tienen idioma propio. entre ellos se entienden como se entienden los grajos. todo el tiempo se escucha ese graznar de grajos. nuestras costumbres y nuestras instituciones les resultan tan incomprensibles como carentes de interés. por lo mismo, ni siquiera intentan comprender nuestro lenguaje de señas. uno puede dislocarse la mandíbula y las muñecas de tanto hacer ademanes; no entienden nada y nunca entenderán. con frecuencia hacen muecas; en esas ocasiones ponen los ojos en blanco y les sale espuma por la boca, pero con eso nada quieren decir ni tampoco causan terror alguno; lo hacen por costumbre. si necesitan algo, lo roban. no puede afirmarse que utilicen la violencia. simplemente se apoderan de las cosas; uno se hace a un lado y se las cede.
También de mi tienda se han llevado excelentes mercancías. pero no puedo quejarme cuando veo, por ejemplo, lo que ocurre con el carnicero. apenas llega su mercadería, los nómades se la llevan y la comen de inmediato. también sus caballos devoran carne; a menudo se ve a un jinete junto a su caballo comiendo del mismo trozo de carne, cada cual de una punta. el carnicero es miedoso y no se atreve a suspender los pedidos de carne. pero nosotros comprendemos su situación y hacemos colectas para mantenerlo. si los nómades se encontraran sin carne, nadie sabe lo que se les ocurriría hacer; por otra parte, quien sabe lo que se les ocurriría hacer comiendo carne todos los días.
Hace poco, el carnicero pensó que podría ahorrarse, al menos, el trabajo de descuartizar, y una mañana trajo un buey vivo. pero no se atreverá a hacerlo nuevamente. yo me pase toda una hora echado en el suelo, en el fondo de mi tienda, tapado con toda mi ropa, mantas y almohadas, para no oír los mugidos de ese buey, mientras los nómades se abalanzaban desde todos lados sobre el y le arrancaban con los dientes trozos de carne viva. no me atreví a salir hasta mucho después de que el ruido cesara; como ebrios entorno de un tonel de vino, estaban tendidos por el agotamiento, alrededor de los restos del buey.
Precisamente en esa ocasión me pareció ver al emperador en persona asomado por una de las ventanas del palacio; casi nunca sale a las habitaciones exteriores y vive siempre en el jardín mas interior, pero esa vez lo vi, o por lo menos me pareció verlo, ante una de las ventanas, contemplando cabizbajo lo que ocurría frente a su palacio.
– ¿En que terminara esto? -nos preguntamos todos-. ¿hasta cuando soportaremos esta carga y este tormento? el palacio imperial ha traído a los nómades, pero no sabe como hacer para repelerlos. el portal permanece cerrado; los guardias, que antes solían entrar y salir marchando festivamente, ahora están siempre encerrados detrás de las rejas de las ventanas. la salvación de la patria solo depende de nosotros, artesanos y comerciantes; pero no estamos preparados para semejante empresa; tampoco nos hemos jactado nunca de ser capaces de cumplirla. hay cierta confusión, y esa confusión será nuestra ruina.
Preguntas
1) ¿Quiénes son los nómades?
2) ¿Cuál es la confusión a la que se refiere el autor?
El sastre – Peretz
Vispera de iom kipur en la sinagoga de berdichev, al anochecer. los ancianos concluyeron de enunciar su plegaria y regresaron a sus sitios. el rabino leivi itsjoc estaba de pie ante el atril. tenia que entonar el kol nidre.
Todas las miradas estaban fijas en su espalda. reinaba un silencio profundo en toda la sala; como la calma que precede a la tempestad. el publico estaba pendiente de la voz del rabino. probablemente comenzaria, como solia hacerlo, con un exordio. haria una discusion previa con dios; mano a mano.
Rl rabino callaba. envuelto en el camison y el talit, seguia en pie delante del pupitre, y guardaba silencio.
¿Qué significaba aquello?
¿Estarian cerrados todavia los portones de entrada de las plegarias? ¿a esa hora? ¿no podia llamar el rabino? don leivi itsjoc permanecia inmovil, con la cabeza inclinada hacia un costado, como si escuchara. ¿estaria tratando de oir el ruido de los cerrojos?
De pronto se dio vuelta y llamo:
– ¡Shames!
El sacristan de la sinagoga acudio corriendo.
– ¿Llego Berel, el sastre? – le pregunto el rabino.
El publico quedo estupefacto.
– No se… – tartamudeo el Shames.
Comenzo a buscarlo con la mirada entre la concurrencia. el rabino hizo lo mismo.
– ¡No! – dijo finalmente-. se quedo en su casa. vete a buscarlo. dile que lo llamo yo, el rabino.
El sacristan salio. berel vivia cerca, en la misma callejuela de la sinagoga. al poco rato llego, sin camison ni talit, vestido con su capote de todos los dias, la cara estirada, los ojos entre enojados y asustados. el sastre se aproximo al rabino.
– Usted me llamo, rabino; vine a verlo a usted – dijo, subrayando las ultimas palabras.
Don Leivi Itsjoc sonrió.
– Dime, berele, ¿a que se debe que se hable tanto de ti alla arriba? por todo el dominio celeste resuena constantemente tu nombre. ¿que has hecho?
– ¡Aja! – exclamo el sastre con acento triunfal.
– ¿Tienes alguna queja?
– ¡Es claro que si! – repuso berel.
– ¿Contra quién?
– ¡Contra Dios!
El publico se movio agitado pronto a lanzarse contra el sastre para destrozarlo. don leivi itsjoc dejo ver una sonrisa mas amplia.
– ¿Por que no me cuentas, Berel, lo que sucede?
– ¡Como no, rabino! se lo voy a contar. le voy a presentar mi caso. ¿puedo hablar?
– Habla.
– Me pase todo el verano sin trabajar, sin recibir ni un solo encargo, de nadie, ni de los judios de la ciudad, ni de los campesinos. era desesperante…
– Bah… – dijo, incredulo, el rabino-. los hijos de israel son campesinos. te hubiera confiado…
– No, eso no, rabino. yo no pido ni recibo favores de ningun hombre . tengo tanto derecho al favor de dios como cualquiera. lo unico que hice fue enviar a mi hija a otra ciudad, a servir. yo me quede en casa, esperando la decision de Dios.
“Poco antes de la fiesta de las cabanas, se abrio de pronto la puerta. ¡Por fin! un cliente. en efecto; era un enviado del terrateniente que me mandaba llamar para revestir una pelliza.”
“¡Muy bien! dios provee de alimento a sus criaturas. me translade al palacio, donde me llevaron a una salita y me dieron el genero y las pieles.”
“¡Hubiera visto que pieles, rabino, que pieles, rabino, que zorros! ¡de zorrolandia!
Era la hora del kol nidre, y el rabino lo apremio.
– Bueno, cosiste la pelliza; cumpliste honestamente tu encargo, ¿luego, que paso?
– Casi nada es lo que paso: sobraron tres pieles.
– ¿Te las llevaste?
– No tan facilmente, rabino. en el porton del palacio hay un guardian receloso que revisa a todos los que salen. hay que sacarse hasta las botas. y si a uno le encuentran algo… el terrateniente tiene perros, y tiene latigos…
– Pues bien, ¿que hiciste?
– Yo no soy un cualquiera. ¡soy berel, el sastre! me fui a la cocina, rabino, y pedí que me dieran un pan, para llevármelo.
– ¿Pan de goi, berel?
– ¡No era para comerlo, rabino, dios me libre! me dieron un pan enorme. volví al cuarto de costura, abrí el pan, le saque la miga, la amase con las manos, hasta que se empapo de sudor, y tire la masa al perro que estaba en el cuarto. a los perros les gusta el sudor de los hombres. luego metí las tres pieles dentro del pan ahuecado, y salí.
“Al llegar al portón me detuvo el guardián.”
“- ¿Qué llevas ahí, judio, bajo el brazo?”
“- Un pan – dije, y se lo mostré.
“Me dejo pasar, y en cuanto me aleje un poco, apreté el paso, tomando, no por el camino, sino a campo traviesa, por los matorrales. caminaba alegremente, casi bailando. ¡que pieles! me alcanzaría para una cidra, una rama de palmera….”
“De pronto sentí que me temblaba la tierra bajo los pies. inmediatamente reconocí el temblor. detrás de mi venia corriendo un caballo. ¡me perseguían! se me corto la leche que había mamado después de nacer. habrán contado las pieles, pensé. como primera medida, arroje el pan entre las malezas, y deje una señal para reconocer el sitio. luego me detuve, aguardando a que llegara el jinete. al rato:
“- ¡Berco!- gritaron-. ¡eh, berco!
“Era el cosaco del terrateniente. le conocía la voz. por dentro temblaba, rabino, se lo aseguro. el alma se me había ido a los tobillos. pero Berel no se acobarda así nomas. me di vuelta, poniendo cara de inocente.”
“Fue un susto sin motivo. me había olvidado de coserle el colgador a la pelliza. el cosaco me hizo subir al caballo y me llevo de vuelta al palacio. dando gracias a dios por mi salvación, cosi el colgador, y partí de nuevo. llegue al lugar donde había dejado la señal: ¡ni huellas del pan!”
“No era época de cosecha. por aquel campo no pasaba nunca un alma. ningún pájaro del mundo podría levantar ese peso. comprendí en seguida quien había sido…
– ¿Quién? – preguntó Don Leivi Itsjoc.
– ¡Él! – replico el sastre, señalando con el dedo hacia arriba-.
¡Dios! fue cosa de el, rabino.
¿Y sabe por que? el gran señor no quiere que yo, su siervo, Berel el sastre, hurte los sobrantes…
– Es claro – repuso don Leivi Itsjoc amablemente -, dice la ley…
– ¡La ley, la ley! bien sabe dios que la costumbre cambia las leyes. y yo no invente eso de los sobrantes. ¡es una costumbre que viene de muy antiguo!
– Además – prosiguió argumentando el sastre-, si Dios es un señor tan grande y tan altivo, y no quiere que Berel el sastre, el mas humilde de sus siervos, hurte sobrantes, ¡que le de trabajo, como hacen todos los señores! ¡pero el no quiere darme ni una cosa ni la otra! Por lo tanto, no quiero rendirle culto. he hecho un voto: ¡no le sirvo mas!
Los asistentes a la sinagoga dejaron oír un sordo bramido. varios brazos se alzaron en dirección al sastre. el rabino los detuvo.
– ¡Silencio!
El público se aquieto.
– ¿Y luego, Berel? – pregunto el rabino suavemente.
– ¡Nada! – replico Berel-. volví a casa y no me lave; comí sin lavarme. mi mujer quiso abrirme la boca, ¡le descargue un sopapo! me acosté sin pronunciar las oraciones. los labios
quisieron moverse para decirlas, pero los apreté con los dientes. a la mañana siguiente no dije las bendiciones, ni rece, ni me puse el taled ni las filacterias. grite a mi mujer “¡dame de
comer!”. Salió corriendo de casa y se fue a la aldea, a la casa de su padre, el arrendatario de la posada. Me quede sin esposa. ¡Mejor! ella es una mujer débil. es preferible que no
intervenga en esto. Yo seguí con lo mío. No instale la cabaña. No traje la sidra. Nada de ramas de palmera. Los días de fiesta no dije la bendición del vino. en Simjas Tora hice lo que Mardoqueo después del decreto, me puse una bolsa en la cabeza.
“En la época de las slijes me sentí un poco triste, abatido. el shames llamó a la puerta y a mi me llamaba el corazón. pero yo soy Berel el sastre. soy un hombre de palabra. me tape la cabeza. ¡aguante!
¡No fui! llego la fiesta de ano nuevo, ¡yo no me moví! cuando soplaron el cuerno, me tape los oídos con algodón. sufro. siento repugnancia de mi mismo. ando sucio. tengo un espejito en
la pared: lo di vuelta. no quiero verme la cara. todo el mundo fue a la procesión.”
El sastre se interrumpió, hizo una pausa y volvió a decir impetuosamente:
– ¡Pero yo tengo razón, rabino! ¡y no voy a ceder sin alguna compensación!
Don Leivi Isjoc quedó un instante pensativo.
– ¿Y qué es lo que quieres, Berel? – preguntó luego – ¿sustento?
Berel se ofendió.
– ¡Sustento de mezquindad!
¡Sustento me hubiera dado antes! por otra parte, todo el mundo tiene derecho al sustento. el pájaro del aire, el gusano de la tierra… el sustento es lo corriente.
¡Ahora quiero algo mas!
– Di, Berele, ¿qué quieres?
Berel hizo una pausa.
– En Iom Kipur – dijo luego- quedan perdonados los pecados cometidos por el hombre contra dios, ¿verdad, rabino?
– Verdad.
– ¿Y los pecados cometidos por el hombre contra el hombre?
– No.
Berel se irguió como un poste, y dijo con voz alta y firme:
– Pues bien; yo, Berel el sastre, no me rendiré, no volveré al servicio del señor hasta que dios no perdone este ano, por mi, esos pecados también. ¿tengo razón, rabino?
– Tienes razón – respondió Don Leivi Itsjoc, y no cedas. tendrán que aceptar tus condiciones.
El rabino se volvió hacia el pupitre, miro hacia arriba, inclino la cabeza un costado, escucho un instante, y luego informó:
– ¡Lo conseguiste, Berel! vete a buscar el camisón y el Talit.
Preguntas
1) ¿Cuál era el reclamo del sastre?
2) ¿Acaso ese reclamo fue concedido?
Jaim Hazaz
Iudke era un muchacho de pocas palabras. jamás había hablado en publico, nunca había discutido en reuniones y congresos, ni tampoco había protestado públicamente ante algo. por eso la gente se asombro cuando lo vio entrar a hablar ante la comisión.
Sus integrantes estaban sentados en una fila detrás de la mesa verde, a derecha e izquierda del secretario, imponentes y adustos como si fueran comandantes o
héroes de guerra.
Son curiosidad fijaron en el sus ojos, esperaban escuchar algo insólito e inesperado.
– El compañero Iudke tiene la palabra.
Iudke permaneció callado mientras gotas de sudor se deslizaban por sus sienes.
– ¿Querías declarar algo? – dijo el secretario, mirándolo oblicuamente. – dilo, pues, te escuchamos.
Algunos de los compañeros de la comisión volvieron los rostros hacia los costados, otros fijaron la vista en el vacío y callaron.
Por fin Iudke se paso la mano por la frente y dijo con el sonsonete cortado y blando, característico de los habitantes de Rusia meridional:
– No vine aquí a decir un discurso, solamente a decir algo necesario… en realidad debería callar… entienden uds. acaso lo que es hablar cuando uno justamente tendría que callar?… ¡pero debo hablar! no entiendo nada, he terminado por no entender. hace años que no entiendo…
– ¿Qué es lo que no entiendes? – le preguntó el secretario con la tranquilidad de un juez cuyo deber es soportar a los querellantes.
– ¡Todo! – exclamo Iudke exaltado. – ¡todo! pero esas son tontearías. dejémoslas a un lado por ahora. solo quiero saber: ¿Qué hacemos nosotros aquí?
– ¿Dónde? – no le entendió el secretario.
– ¡Aquí! en esta casa, en Israel, en general…
– ¡No entiendo! – abrió con asombro los brazos el secretario y sus labios se distendieron en una sonrisa burlona. – tampoco yo entiendo…
– Esto es otra incomprensión – le replico Iudke, lo haces seguramente para aturdirme.
Uno de los compañeros de la comisión esbozo una sonrisa y golpeteo con las yemas de los dedos sobre la mesa. Iudke lo sintió reír, pero simulo no verlo y bajo la mirada.
– ¡Al grano! – determino el secretario. – haz la declaración que tienes que hacer y no entres en discusiones.
– Quiero decir – se decidió Iudke y siguió con voz baja y sentida- que me opongo a la historia judía
– ¿Qué? – el secretario miro a uno y otro lado.
Los compañeros se miraron asombrados y aquel que al principio había sonreído, no pudo contenerse y prorrumpió furtivamente en una risa entrecortada.
– ¡No respeto a la historia judía! – repitió Iudke y siguió como empecinado en una misma cosa. – “no respeto” no es la palabra, sino como dije antes: me opongo a ella…
Nuevamente estallo la risa de ese compañero – que siempre había sido jocoso- arrastrando tras si a los demás.
Por un momento reino silencio en la pieza, un silencio especial, embarazoso. finalmente el secretario se irguió, levanto los pesados parpados y dijo con premeditada ironía, con algo de enojo:
– Compañero Iudke, te llamo al orden! si tienes algo que decir, con mucho gusto, dilo sin acotaciones fuera del tema. y si quieres hablar de historia dirígete al monte scopus!
– Esto se refiere al tema, esto se refiere al tema… – se apresuro a decir Iudke y agrego con una sonrisa conciliadora – y sin la historia me es imposible. he pensado mucho sobre esto, muchas noches, todas las noches que estoy de guardia…
El secretario encogió los hombros y extendiendo las dos manos en un gesto de incomprensión, dijo secamente.
– ¡Habla!
Iudke volvió a sentirse como al principio, confundido, aturdido, como si un mal se hubiera abatido sobre el y estuviera sufriendo.
– Ya saben ustedes – tosió con tono culpable y como sintiendo confusión en el corazón- que me opongo a la historia judía. quiero explicar por que. un minuto de paciencia… ante todo comenzare con que en general carecemos de historia, eso es un hecho. y en ello reside… no se como se dice en hebreo… en ello, reside el “gato encerrado”. no fuimos nosotros quienes hicimos nuestra historia, sino que la hicieron los “goim”. Así como ellos nos apagaban la luz en el sábado y nos ordenaban la vaca en el sábado y prendían el horno, así también ellos nos hicieron la historia a su gusto y manera, y nosotros no hicimos mas que recibirla de sus manos. pero esa historia no es nuestra. ¡No es nuestra para nada! porque nosotros no la hicimos, porque la hubiéramos hecho diferente!
Porque no quisimos que así fuera y otros fueron los que quisieron y nos obligaron a aceptarla contra nuestra voluntad, lo que ya es otra cosa… por eso me opongo a ella, no la conozco y no existe para mi. mas aun: no la respeto, y a pesar de que “no la respeto” no es la expresión, a pesar de todo, no la respeto… ¡nada, nada! y principalmente me opongo a ella. es decir, no la acepto…
Iudke estaba poseído y convulsionado internamente, se movía hacia todos lados, como una bestia que trata de evadirse del yugo, lanzaba manotadas al aire y seguía hablando sin poder contenerse:
– ¡No la acepto! – repitió tercamente como una persona convencida de su opinión y decidida en sus palabras-. ni un detalle, ni una línea, ni un punto. nada, nada… ¡absolutamente! ¿me creen ustedes, me creen? no pueden ustedes ni siquiera imaginarse como me opongo a ella, como la niego y como… como… no la respeto! ¡miren!
¡Piensen un momento! ¿Qué encuentran en ella? contéstenme: ¿Qué hay en ella? vejaciones, calumnias, persecuciones y sacrificio en aras de la fe – Kidush Hashem- una vez y otra
vez, y otra, y otra… y así interminablemente… ¡es eso y nada mas! después de todo es… es… aburrida hasta la muerte, terriblemente aburrida. permítanme un ejemplo: yo se que en todo el mundo los niños leen con interés novelas históricas. en ellas, saben, hay grandes hazañas, héroes, luchadores y conquistadores intrépidos y valientes. en una palabra: un mundo lleno
de heroísmo. y justo aquí, en eretz Israel, nuestros niños no quieren leer nuestra historia. Lo se perfectamente, lo he averiguado. si, ellos leen, pero novelas históricas de los gentiles, no obras judías. ¿por que es así? no es porque si así no mas.
Simplemente la historia judía aburre, no interesa. no se encuentran en ella hazañas, ni héroes ni conquistadores, ni grandes hombres ni próceres; solo desposeídos y dolientes,
suspirando, llorando y pidiendo misericordia… concuerden en que esto no es interesante.
Si fuera por mi, habría prohibido del todo ensenar a nuestros niños la historia judía. ¿a quien se le ocurre ensenarle a los niños el deshonor de sus antepasados? yo simplemente
les diría: “compañeros! nosotros no tenemos historia! están libres, pueden ir a jugar al futbol”… pero esto lo digo solo de pasada, por lo tanto prosigo; ustedes, claro esta, no me tomaran de sorpresa. ya se que existe heroísmo en el hecho de que resistimos todos los salvajismos y persecuciones. ya lo tome en cuenta. ¡pero ese heroísmo no me gusta! no se rían ¡No me gusta! yo me hubiera escogido otro heroísmo, uno de otra clase. ante todo, traten de comprenderme, este es un heroísmo sin alternativas: cada uno es un héroe, quiéralo o no, esta obligado, y eso no es ningún honor. y en segundo lugar, este heroísmo se convierte finalmente en una debilidad, en villanía y corrupción. Así es! y un héroe así llega el momento en que comienza a alabarse por su “heroísmo” y a enorgullecerse de él. Aun mas: nosotros amamos los padecimientos, toda clase de padecimientos… deseamos los sufrimientos, los buscamos, los ansiamos. los padecimientos nos guardan, nos conservan. sin ellos no podemos vivir… “¡un judio sin padecimientos!” todo se hunde alrededor de los padecimientos… presten atención:
Alrededor y no dentro de ellos. en esto hay una gran diferencia… todo, todo se hunde alrededor de ellos; los acontecimientos históricos, la vida, los hechos, las vivencias, la comunidad, el individuo, la literatura, la cultura, la canción popular…
Todo, todo! el mundo deviene angosto, estrecho y revuelto. un mundo de oscuridad, de negación y de contradicción el pesar se hace un ideal mejor que la creación, la esclavitud mejor que la redención, el sueno mejor que la realidad; la esperanza mejor que el futuro próximo, la fe mejor que la razón y así hasta el colmo de las anomalías
¡Terrible! se crea una psicología diferente, como una especie de psicología nocturna… la noche tiene una psicología especial, diferente de la del día. no me refiero a una psicología del hombre durante la noche, eso es otra cosa, sino a la psicología de la misma noche. ustedes quizás no se dieron cuenta, pero la hay, la hay. lo se, lo siento cada vez que permanezco de
guardia. todo el mundo se comporta diferente de como lo hace de día, toda la naturaleza se despierta de otra manera. cada brizna, cada piedra, cada aroma, lo hacen de otro modo,
diferente…
– Iudke – lo interrumpió el secretario y dijo con cierta sorna y ruego-. tus palabras son muy lindas pero, apiádate, ¿para que se reunió a la comisión?
– Espera, espera – se apresuro Iudke-. aun no dije lo principal. Ustedes todavía no saben… tengo un objetivo, tengo un objetivo… en seguida os daréis cuenta. Un minuto de paciencia…
– Que hable – consintió uno de los compañeros-. déjalo que hable.
– Pero… -dudo el secretario e iba a decir algo. mas en ese momento y repentinamente, sin previa intención, le gritó Iudke:
– ¡Silencio!
Obedeció el secretario, se encogió y callo.
– No me alejo del tema. hablo de lo primordial, de la raíz – la vista de Iudke vago por el espacio. su faz denotaba preocupación y su mente, confusa, dividida, pero activa. no pasaron pocos segundos hasta que volvió a hablar.
– Ya les recordare que se crea en nosotros una psicología especial, anómala, fantástica, si asi se puede decir, “nocturna”, diferente de la de todo otro pueblo, de la de todos los seres… amamos los padecimientos, ellos nos sirven para ser judíos. nos conservamos y nos preservamos con ellos y por ellos nos sentimos héroes y fuertes, mas fuertes que todos los pueblos de todo el mundo. y reconozco, estoy obligado a reconocer, que esto es en cierto modo heroísmo. los hombres, deben ustedes saber, usan indebidamente muchas palabras bellas y elevadas… claro, se sabe que el sufrimiento es heroísmo. claro, también la degeneración es heroísmo y la villanía es heroísmo y cuando mas nos causen padecimientos, mas nos aferraremos a ellos. porque ellos son nuestra inmanencia, porque ellos son nuestro bálsamo de vida. lindo arreglo es este carácter. ustedes entienden esta naturaleza… y con esto se explica todo: galut, Kidush Hashem, Mesías tres que son uno, con un solo contenido, con una sola intención como esta escrito en algún lugar – “una cuerda triple”…
– “Una cuerda triple no se rompe tan rápidamente” – le ayudo uno de los compañeros de la comisión.
– ¡Esto es! – Iudke se aferro al refrán e hirvió -. “no se rompe tan rápidamente”, ¡jamás!… estos tres se ayudan mutuamente, se apoyan en forma reciproca para que nunca les llegue la redención para que erremos de pueblo en pueblo y de nación en nación, generación tras generación hasta el final de las generaciones. y las sentencias caen y los pesares se abaten sobre ellos y padecimientos aumentan y los enemigos los rodean mientras el odio los acompaña a todas partes… galut… galut… ¡uf! ¡como le aman y como le mantienen! el galut es santo, querido, intimo, tan cercano al corazón, mas cercano que Jerusalén, mas judio que Jerusalén, mas espiritual. mucho mas, ¡no tiene comparación!
¿Paradoja? pero así es… esperen, no hablen – se apresuro a decir mirando a todos a pesar de que nadie intentaba interrumpirlo. – yo les voy a decir como veo esto…
Paso la mano por su cara y por los labios como quien sale de un baño y bajo la voz susurrando como si les hablara al corazón.
– El galut es nuestra pirámide, cuya base es el Kidush Hashem y su cúspide el Mesías y… y… el talmud es nuestro “libro de los muertos”… todavía desde los primeros días, aun desde el segundo templo, comenzamos a construir esa pirámide.
Ya, desde entonces, nos preocupamos por ella, ya desde entonces colocamos los fundamentos… galut… Kidush Hashem y Mesías ¿acaso sienten ustedes lo profundo de estas visiones engañosas y ardientes, efervescentes, nocturnas? … ¿captan ustedes esto?
… piensen solamente: millones de hombres, un pueblo entero, se hunde en esta fantasía y permanece hundido en ella dos mil anos. sacrifica en ella su vida, su existencia, su carácter! padece sufrimientos y torturas. y es esta una fantasía despreciable, loca, pero una fantasía. es decir: sueno, ideal… ¡que pueblo mas extraño!¡que pueblo terrible y maravilloso!… maravilloso… maravilloso… hasta la locura. para el, el mundo todo no vale la pena, el mundo con sus luchadores, sus héroes, sus sabios y sus escritores, no valen para el. ¡terrible y abismal oscuridad!… no, ¡uno puede enloquecer!
Sus ultimas palabras las pronuncio susurrando y se detuvo como si lo estuvieran hipnotizando, su boca abierta, sus ojos mirando fijamente y su cara pálida.
El secretario lo invito a sentarse.
– Siéntate- le mostro con el dedo la silla vacía.
– ¿Que? … – se sobresalto Iudke y continuo con la mente confusa -. pero no es solo una fantasía si, una fantasía es cierto. pero una fantasía que necesita …
¿Qué necesita? necesita mucho, les diré, necesita mucho. una fantasía practica para una intención determinada, para un objetivo fijado y toda ella calculada en sus mínimos detalles… como ven ustedes aquí, hay un rasgo diferente, un rasgo sutil, una anécdota con muchas consecuencias de largo alcance… me refiero a la fe en el advenimiento del Mesías. ¡esta es
la ilusión judía mas típica! una leyenda que quedo como final y conclusión de todo ese gran drama. después de los jueces, los profetas y los reyes, después del primero y segundo
templo, después de las guerras y de todos los heroísmos, ¿eso es todo lo que quedo?: una inocente leyenda, ¿y eso es todo? ¿no es mucho? están ustedes equivocados, al contrario.
Es mucho. es demasiado. a simple vista, parecen cosas sin importancia, leyendas para niños de escuela. pero no es así, no para niños. hay en ella, sabrán ustedes, una suspicacia de
ancianos expertos y acostumbrados, una suspicacia sumamente sutil, pobre, degenerada… de paso quiero destacar una leyenda maravillosa, genial, aunque -fuera de la concepción de
mundo y del símbolo que encierra- no sin un cierto aspecto de caricatura, no sin humor y amarga picardía; el Mesías cabalgando sobre un burro: una gran figura, colosal, mundial –
no sobre un noble caballo, sino justamente sobre un burro, sobre una pobre bestia… – y es ella la que decidió el destino del pueblo y oriento su camino en el mundo durante
generaciones, para la eternidad. ella decidió y no la escisión entre Shamai e Hilel.
¿Entienden ustedes? – repitió lleno de asombro y desesperación – no hacen nada, ningún esfuerzo, nada, nada, solo están sentados y esperan… crearon un Mesías en el cielo – (y
esto no es una leyenda del pasado sino en vistas al futuro, lo cual es muy importante, extraordinariamente importante) – y están seguros de que aquel hará todo por ellos y los
redimirá, y ellos por su parte están librados de actuar y listo… ¿Cómo pueden creer dos mil anos?… esta es la fantasía ardiente, afiebrada, nocturna… la pesadilla hace necesaria una acción en determinada dirección y con un objetivo determinado. ya les dije… por que… por que…
Las palabras se le atragantaron, impidiéndole hablar. y callo. mientras tanto paso los ojos sobre todos, con apuro y ansiedad…
– ¡Por que no quieren que se los redima! – lo dijo de una vez, como si no le quedara tiempo, callo y miro hacia los costados como temiendo haberse engañado.
– ¡Por que no quieren ser redimidos! esa es la verdadera intención de esa leyenda, esa es la consecuencia practica, consciente o no, de no redimirse, de jamás volver a la
tierra de sus antepasados… no es que quiera decir que ellos, justamente, no crean en la redención futura, vuelvo a repetirlo, al contrario: creen con toda inocencia, la aguardan,
pero a pesar de todo creen que no llegara. esto no es un engaño, una doble personalidad.
Estoy seguro, seguro… de que aquí activa algo por debajo de la conciencia, algo escondido en lo recóndito del corazón. el sionismo y el judaísmo no son una misma cosa, sino dos cosas diferentes, quizá contradictorias. ¡de cualquier manera no son iguales! cuando un hombre no puede ser judio se hace sionista. el sionismo comienza en las ruinas del judaísmo, allí
donde perdió el pueblo su fuerza. es un hecho, aun nada se dijo de la esencia del sionismo! este es mucho mas profundo, mucho mas prodigo en consecuencias grandiosas,
decisivas, que lo que a simple vista se aprecia o que lo que de el se dice.
Preguntas
1) ¿Qué pretendía Iudke?
2) ¿Por que temía Iudke pronunciar su alocución?
La cabra
Sh. i. Agnon
Había una vez en Polonia un viejo que sufría del corazón. acudió al médico, que le ordeno beber leche de cabra. fue y compro una cabra y la introdujo en su corral. no transcurrió mucho tiempo y la cabra desapareció. salió a buscarla y no la encontró en el patio y tampoco en el huerto, sobre el techo del templo ni junto a la fuente en la montana y tampoco en el bosque.
La cabra permaneció fuera varios días y volvió por si misma. sus ubres estaban llenas de leche de un gusto paradisiaco, y así sucedió muchas veces. la cabra desaparecía, salían a buscarla pero no la encontraban. y al volver sus ubres estaban llenas de una leche mas dulce que la miel. una vez dijo el viejo a su hijo: “hijo mío, querría saber a donde va la cabra y de donde trae esa leche tan dulce a mi paladar y tan sana para mis huesos”.
Dijole su hijo: “padre, eso tiene solución”. fue el hijo y trajo una cuerda que ato al rabo de la cabra. Dijole el padre: ¿Qué haces hijo mío? “pues le ato y si siento que desea partir tomo la cuerda y voy tras ella.” movió el viejo su cabeza afirmativamente y dijo: “tu inteligencia me alegra el corazón”. Y sucedió que al percatarse de que la cabra deseaba partir, tomo el muchacho la cuerda entre sus manos y no la soltó. Y así fue tras de la cabra y después de mucho caminar llego a una cueva.
La cabra penetro en ella y el muchacho con la cuerda en la mano detrás. Así caminaron una hora o dos, o tal vez un día o dos, ya que debido a la novedad no se sentía el tiempo que transcurría. Agitaba la cabra su rabo y balaba. finalmente salieron de la cueva. Vio montanas elevadas cubiertas de arboles frutales, y una fuente de agua cristalina apareció ante el. el viento le traía fragancias y perfumes. la cabra trepo a un algarrobo y comenzó a comer sus dulces frutos llenos de miel.
El muchacho se dirigió a los moradores del lugar diciéndoles: “¡eh amigos! ¿Dónde estoy, y cual es el nombre de este lugar?” dijeronle: “estas en la tierra de Israel, cerca de tzfat”. inmediatamente se lleno su corazón de amor y beso la tierra, luego levanto su rostro al cielo y dijo: “bendito sea dios que me trajo a eretz Israel”. dijose el muchacho: “hasta que alumbre un nuevo día y se dispersen las sombras, descansare aquí, bajo este árbol; luego volveré a mi hogar y traeré a eretz Israel a mi padre y a mi madre.
Pero ese día era erev shabat. estaba aun descansando cuando escucho: venid, salgamos a recibir a la reina del sábado.
Vio el muchacho hombres envueltos en blancas túnicas como ángeles. todas las casas estaban alumbradas por múltiples velas. entendió que era sábado y era imposible emprender ahora el regreso. arranco un tallito, lo mojo en tinta y escribió sobre un pedazo de papel una carta a su padre: he llegado felizmente a eretz Israel y desde la ciudad santa de tzfat, que me embriaga con su santidad, te escribo. no preguntes como he llegado aquí. toma la cuerda atada al rabo de la cabra y ve tras ella. así llegaras seguro a eretz Israel.
Enrollo el muchacho el mensaje y lo coloco en la oreja de la cabra. Dijose a si mismo: cuando ella llegue, mi padre le acariciara la cabeza y ella moverá sus orejas; inmediatamente caerá el mensaje, padre lo leerá, tomara la cuerda e ira con ella a Israel.
Volvió la cabra a casa del viejo, pero no movió sus orejas y el mensaje no cayo. al ver a la cabra volver sin el hijo, comenzó el viejo a llorar amargamente. hijo mío, ¿Dónde estas? hijo mío, ¡quien daría mi muerte en lugar de la tuya! y cada vez que veía a la cabra decía: ay del padre que desterró a su hijo, ay de esta que lo alejo del mundo. y no se calmo el viejo hasta que llamo al matarife a que sacrifique a la cabra. vino el matarife y al degollarla cayo el mensaje. reconoció el viejo la escritura de su hijo, leyó y comenzó a golpearse la cabeza exclamando: –desgraciado de mi, desgraciado del hombre que perdió su suerte por sus propias manos, desgraciado el hombre que retribuyo el mal por el bien.
Apenose mucho tiempo por la cabra y no podía consolarse: -ay de mi, hubiera podido llegar a eretz Israel de un solo salto, pero ahora acabare mis días en este galut.
Desde entonces esta oculta la entrada a la caverna y no existe mas el camino corto a eretz Israel ¿y el muchacho? si aun vive, seguro florece fresco y tranquilo en el mundo de la vida.
Preguntas
1) ¿Qué te sugiere cada uno de los personajes? según tu criterio, ¿qué personifica cada uno de ellos?
2) ¿Por que crees que la cabra no movió sus orejas al regresar de su viaje?
La moneda
Sh. I. Agnon
Un hombre muy pobre que volvía de la sinagoga, donde había celebrado el advenimiento del sábado, vio de pronto una moneda en el camino.
El pobre se dijo entonces: – buena me la ha jugado el azar, pues que puedo hacer si hoy es sábado y no debo tomarla? de haberla encontrado antes de oscurecer, habría podido comprar con ella unas cuantas pasas de uva y vino para la santificación, o comprar pan de trigo, o cualquier otra cosa para celebrar el sábado.
Fue a su casa y recibió el sábado sin vino y sin pan de trigo y sin cosa alguna placentera, y lo santifico con un pedazo de pan negro.
Por la mañana, cuando iba a la sinagoga, se dijo aquel hombre: – iré y la contemplare. si no la vio y no la levanto alguno que no observa el sábado, la hallare en su sitio.
Al llegar allí vio que no era una moneda de cobre, sino de plata. se dijo entonces:
– Doble suerte la mía; pensaba encontrar un cobre y encontré una real moneda. el señor, loado sea, me somete a una gran prueba – y enderezo sus pasos hacia la sinagoga.
Después de la oración, dijose el pobre: – ahora, ya no la encontrare. muchos habrán pasado junto a ella, y muchos la habrán visto. acaso es posible que no la advirtiesen y la tomaran? de todos modos, iré hacia allí: si no la recogieron, veré si en verdad es de plata, y si la recogieron, me librare de ideas prohibidas y no pensare mas en ella.
Llego y la vio en el mismo lugar, tal como estaba en la víspera, tal como estaba por la mañana. solo que la moneda de la víspera era de cobre, y la de la mañana era de plata; y he aquí que esta era de oro.
– Si no es cosa de magia, es obra del sol, ya que el sol del mediodía se refleja en ella y la hace parecer de oro. y sin no es de oro, es de plata, con toda seguridad.
Y dijose el pobre para si: – Cuantas cosas podrían comprarse con esta moneda! no tengo mas que levantarla, y de inmediato estarían en mis manos todos los placeres del mundo: pan blanco, y un poco de vino, y arenque y otras cosas buenas con las que se puede regalar el sábado y el cuerpo… salvando las distancias.
Lo considero el pobre una vez y otra vez, pero estaba lleno de reverencia sabática y volvió a su casa con las manos vacías.
A la hora de minja, la segunda oración, no fue a ver la moneda.
– Quien sabe si podre resistir la tentación. pude vencerla el sábado, cuando todo estaba cerrado, pero en minja, tal vez no; dentro de una hora abrirán los negocios, y aromas de comidas y bebidas vendrán de ellos a mis narices; temo no poder contenerme.
Pero la tentación es a veces mas fuerte que el hombre. el intenta vencerla, pero ella lo envuelve, diciéndole:
– Acaso digo que la tomes en tus manos? se la empuja suavemente con el pie, se la aparta hacia un lado, o se le coloca una piedra encima, no sea que venga alguno y la recoja.
Cuando termino la oración de minja, acudió de nuevo al lugar: mirar no es pecado.
Era aquella la hora del crepúsculo. el sol estaba en su ocaso y desprendía chispas de oro. apenas llego el pobre junto a la moneda, la encontró en su sitio, pero no era una, eran muchas monedas.
Tal vez no fuesen muchas, sino aquella única que se proyectaba alrededor, como sucede con una moneda que cae entre desperdicios, y estos resplandecen gracias a ella.
Sea como fuere, aquella moneda era de oro. si se inclinara y la tomase, podría mantenerse con ella, dos, tres semanas. acaso son tantas las necesidades del pobre? Con una moneda de oro puedes hacerlo subsistir varias semanas.
Dijose el pobre:
– Bueno es que en mi casa no haya con que preparar la tercera comida, y libre de ella, pueda pararme aquí y contemplar la forma de una moneda. es tonto el que ha dejado aquí su dinero entre los desperdicios. acaso cree que florecerá y dará frutos? Yo en su lugar lo hubiese conservado sobre mi corazón, y cada vez que mi esposa y mis hijos me pidieran algo para comer, les diría: “glotones que sois, queréis comer? pues en seguida tomo una moneda de oro, entro en la tienda y se la doy al tendero”.
Antes que cediera el pobre al impulso de doblar su cuerpo como lo hacen los humildes cuando ven una moneda de oro, se le ocurrió que tal vez fuese cosa del diablo; que fuera satán quien dejo las monedas, para ponerlo a prueba. incorpórese de inmediato y dijo:
– Que burlón es; se yergue sobre la basura y se ríe de un judio. esta libre de oraciones y tiene libre su mente, pero yo, yo tengo que rezar el arvit y mi mente no esta libre para cosas de risa.
En seguida, arrancose de aquel lugar y corrió a la sinagoga.
Después de haber rezado el arvit, no quiso mirar siquiera las monedas, dijo:
– Basta con que se hayan burlado de mi todo el día.
Pero apenas aparto la vista de ellas, las monedas le hicieron guiños, como las piezas de oro cuando brillan. al ver esto, se dijo:
– Ahora que el santo sábado se ha ido, pasare y veré que es lo que brilla tanto.
Se inclino y vio lo que no ha visto ojo alguno ni hombre alguna vez ha contado. extendió el brazo y metió monedas en sus bolsillos hasta que se llenaron. tal vez sus bolsillos eran pequeños? pues no, eran bien grandes. tal vez las monedas eran livianas? ven y veras lo que compro por una de ellas: vino para la havdalá y pan de trigo y arenque y otras cosas que hacen bien al cuerpo y no dañan el espíritu, y aun quedo vuelto en sus manos.
Volvió contento a su casa. cuando termino de entonar “era un hombre justo”, su esposa había preparado una mesa llena. lavo sus manos y sentaronse a comer, el y toda su familia, dando buena cuenta del festín y despidiendo al sábado con todos los honores.
Nada le falto desde entonces al sábado. ni les falto nada a el ni a sus hijos. puesto que había sabido observar el sábado en la pobreza, se hizo acreedor a la observancia de muchos sábados en la abundancia.
Preguntas
1) ¿Qué crees que hubiera sucedido si el hombre hubiera cedido a su tentación de tomar la moneda en su primer impulso? ¿Cómo concluiría el relato entonces?
2) ¿Por que te parece que la pequeña moneda se transformo en un rico tesoro?
Tomas el ortodoxo
Aida Bortnik
Tomas era un niñito muy prolijo. tanto, que casi, casi, no parecía un niñito. nunca preguntaba demasiado, nunca pedía demasiado, nunca curioseaba demasiado.
Estaba siempre limpio y e iba a dormir cuando los niñitos tenían que irse a dormir. todos sus juguetes estaban enteros, brillantes y en el estante correspondiente. estaba tan preocupado por conservar todos sus juguetes, que nunca jugaba con ellos. tomas era un niñito al que no inquietaban el vuelo de los pájaros ni el funcionamiento de su cuerpo.
Tomas era un joven muy disciplinado. tanto, que casi, casi, no parecía un joven. nunca preguntaba demasiado, nunca pedía demasiado, nunca curioseaba demasiado, nunca intervenía demasiado. estaba siempre prolijamente vestido y educado con las chicas y respetuoso con los mayores. estaba tan preocupado por repetir bien sus lecciones que nunca sabia de que estaba hablando. tomas era un joven al que no inquietaban el rotar de las estrellas ni el bullir de su sangre.
Tomas era un hombre muy ordenado. tanto, que casi, casi no parecía un hombre. nunca preguntaba demasiado, nunca pedía demasiado, nunca curioseaba demasiado, nunca intervenía demasiado, nunca se comprometía demasiado. estaba siempre del humor justo y trataba cortésmente a las mujeres, a los mayores, a los jefes y a los subordinados.
Estaba tan preocupado por cumplir con todos sus deberes que nunca tuvo tiempo para saber que significaban. tomas era un hombre al que no inquietaban el destino de la humanidad, ni el significado de sus pesadillas.
Tomas era un marido muy metódico. tanto, que casi, casi, no parecía un marido. nunca preguntaba demasiado, nunca pedía demasiado, nunca curioseaba demasiado, nunca daba demasiado. cuando era preciso se disponía a hablar brevemente, escuchar brevemente y proceder brevemente, durante el abrazo. estaba tan preocupado en observar todas las reglas del matrimonio que nunca se le ocurrió disfrutar. tomas era un marido al que no inquietaban los fantasmas de la felicidad, ni los demonios de los celos.
Tomas era un padre muy riguroso. tanto, que casi, casi, no parecía un padre. nunca preguntaba bastante, nunca pedía bastante, nunca curioseaba bastante, nunca intervenía bastante, nunca se comprometía demasiado, nunca daba demasiado, nunca esperaba demasiado. estaba siempre dispuesto a juzgar y a ordenar, sin olvidar los buenos modales. estaba tan preocupado por ejecutar todas las obligaciones de la paternidad que nunca pudo conocer a sus hijos. tomas era un padre al que no inquietaban las frustraciones de sus sueños, ni las posibilidades de una guerra.
Tomas murió una mañana de verano. lo enterraron por la tarde. por la noche comenzaron a olvidarlo.
El señor lo observo en silencio, mientras escuchaba el minucioso relato de sus deberes cumplidos. después suspiro – el señor, tomas jamás suspiraba- y dijo:
“Cada siete días, cuando orabas prolijamente tus oraciones, sin olvidar ninguna palabra, yo esperaba. como esperaron tus padres y tus hijos, tus maestros y tu mujer, tus
compañeros y tus ángeles. esperaba que preguntaras algo, que pidieras algo, que exigieras algo, que sintieras algo demasiado poderoso para ser controlado. esperaba que te
encontraras o te perdieras. esperaba, como todos esperaron, que me necesitaras. pero me has dado a mi, regularmente, cada séptimo día, lo mismo que le has dado a la vida: una
devoción vacía. tu eres el único fracaso imperdonable para la creación: un hombre que no la cuestiona. vete, tomas -concluyo el señor-, también yo quiero olvidarte.”
Preguntas
1) ¿Cuál fue el error de tomas? ¿por que también dios quiso olvidarse de Tomas?
2) Intenta rescatar algo bueno en la vida de tomas.
El intrépido soldado de plomo
Popular
Había una vez, veinticinco soldaditos de plomo, todos hermanos, puesto que habían nacido de una vieja cuchara del mismo metal. con su arma al hombro, la mirada firme, el uniforme azul y blanco, ¡que aire tan orgulloso tenían todos! lo primero que oyeron en este mundo cuando levantaron la caja que los contenía, fue la exclamación:
– ¡Soldaditos de plomo! – que pronuncio palmoteando de alegría un niño. Se los habían regalado por ser el día de su santo, y se divertía alineándolos sobre la mesa.
Todos los soldados eran exactamente iguales, menos uno, que tenia una sola pierna: era el ultimo que fundieron, y no quedaba plomo suficiente.
Sin embargo, se mantenía tan firme en una pierna como los otros en las dos, y es precisamente a este soldadito a quien nos interesa conocer.
En la mesa en que estaban formados nuestros soldados habían muchos juguetes, pero el mas curioso era un bonito castillo de papel. A través de las diminutas ventanas se alcanzaba a ver hasta los salones. afuera, alrededor de un espejito que simulaba un lago, erguianse arbolitos, y algunos cisnes de cera nadaban reflejándose en el cristal. era todo muy bonito, pero lo mas bonito de todo era una damita de pie en la puerta abierta del castillo. era también de papel, pero llevaba unas faldas de lino transparentes y ligeras y cruzaba su hombro una estrecha cinta azul a modo de chal, con una lentejuela del tamaño de su carita. la minúscula dama tenia ambos brazos extendidos, pues era una bailarina, y levantaba una pierna tan alto, que el soldadito de plomo no pudo descubrirla, y se imagino que la señorita tenia, como el, una sola pierna.
Esta mujer me convendría -pensaba- aunque es demasiado gran dama. vive en un castillo y yo en una caja junto con veinticuatro camaradas, de modo que ni siquiera podría hacerle lugar en ella. no obstante, debo conocerla.
Y diciendo estas palabras se tendía tras una tabaquera. desde allí podría mirar a su sabor a la elegante damisela, que seguía manteniéndose en una pierna sin perder
el equilibrio.
A la noche, los demás soldaditos de plomo fueron puestos de nuevo en la caja a dormir, y la gente de la casa se retiro a lo mismo. enseguida los juguetes se pusieron a jugar solos, primero a la gallinita ciega, después guerrearon entre si y por ultimo dieron un baile.
Los soldaditos de plomo se revolvían en su caja, pues hubieran querido participar también, pero ¿Cómo levantar la tapa? el cascanueces dio volteretas y la tiza hizo mil locuras en la pizarra. el ruido fue tan fuerte que el canario se despertó y comenzó a cantar. los únicos que no se movían eran los soldados de plomo y la minúscula bailarina. manteniase ella siempre en la punta de un pie, los brazos extendidos; el, intrépidamente en una pierna no dejaba de espiarla.
Sonó la media noche y ¡crack!, en ese mismo instante salto la tapa de la tabaquera, porque en vez de tabaco, contenía un pequeño brujo negro. era un juguete de sorpresa.
– Soldado de plomo -dijo el brujo-, trata de mirar para otro lado.
pero el soldadito hizo como si no lo oyera.
– ¡espera a mañana y ya veras! -prosiguió el brujo.
Al día siguiente, cuando levantaron a los niños, estos pusieron al soldadito de plomo en la ventana; de pronto arrebatado por el viento o por el brujo, voló del tercer piso y cayo de cabeza sobre el pavimento.
¡Que horrible caída! se encontró con la pierna al aire, todo el peso de su cuerpo sobre su chaco y la bayoneta hundida entre los adoquines.
La criada y el niño bajaron a buscarlo, pero aunque estuvieron a punto de aplastarlo, no lo vieron. si el soldadito hubiese gritado ¡atención! lo habrían hallado fácilmente, pero pensó que eso seria deshonrar el uniforme.
Comenzó a llover, pronto las gotas cayeron ininterrumpidamente, fue un verdadero diluvio. después de la tormenta dos chiquillos acertaron a pasar por allí.
¡Eh! -dijo uno de ellos- mira ahí. es un soldado de plomo. lo haremos navegar.
Con un viejo periódico hicieron un barquito, pusieron dentro al soldadito y lo hicieron bajar por el arroyo. los dos pilluelos corrían a su lado batiendo las palmas. ¡que olas, dios mio! ¡que fuerte era la corriente del arroyo! ¡también, había llovido a cantaros! el barquichuelo se balanceaba de lo lindo, pero pese a tanto balanceo, el soldadito seguía impasible, firme la mirada y el arma al brazo.
De repente el barco fue arrastrado a un pequeño canal donde estaba tan oscuro como en la caja de los soldaditos.
¿Dónde voy ahora? -pensó- si, es el brujo quien me hace tanto daño. Sin embargo, si la pequeña señorita estuviese aquí conmigo y aunque estuviera dos veces mas oscuro no me importaría.
Pronto apareció una rata de agua, una habitante del canal.
– ¡Muéstrame tu pasaporte, tu pasaporte!
Pero el soldadito de plomo guardo silencio y apretó el fusil. el barquito siguió viaje y la rata lo persiguió. ¡uf! rechinaban sus dientes y gritaba a las pajuelas y trocitos de madera:
– ¡Detenedlo! ¡Detenedlo! no ha pagado el peaje, no me mostro el pasaporte.
Pero la corriente era cada vez mas fuerte, ya el soldadito divisaba luz, aunque se oía al mismo tiempo un ruido capaz de atemorizar al mas intrépido. Había al extremo del canal una caída de agua, muy peligrosa para el. ya se había acercado tanto que le era imposible detenerse. el barquito se precipito por la caída. el pobre soldadito se mantuvo lo mas tenso que pudo y nadie habría podido decir que hubiera siquiera parpadeado. el barquito, después de girar varias veces sobre si mismo, se había llenado de agua y estaba a punto de zozobrar. el soldadito tenia el agua hasta el cuello; el barco se hundía cada vez mas. pronto el papel se desplego y el agua cubrió la cabeza de nuestro hombrecito. este pensó en la gentil danzarina a quien ya no volvería a ver, y le pareció oír una voz que cantaba:
Grande es el peligro del soldadito,
grande es el peligro del soldadito,
la muerte va llegando calladito!
El papel se desgarro y el soldadito paso a través de él. En ese preciso instante fue devorado por un enorme pez.
¡Entonces sí que se puso oscuro para el desdichado!
Era peor que en el canal y además, que poco sitio había. mas, siempre intrépido, el soldadito se tendió cuan largo era, siempre con el fusil al hombro.
El pez se agitaba en todos los sentidos y hacia terribles cabriolas. por último se quedo inmóvil y un rayo pareció atravesarlo.
Se hizo luz y alguien grito: – ¡un soldado de plomo!
El pez había sido pescado, expuesto en el mercado, vendido, llevado a la cocina, y la cocinera acababa de abrirlo con un gran cuchillo. asió con dos dedos al soldadito por la cintura y lo llevo a una habitación, donde todos quisieron contemplar a aquel notable hombrecillo que había viajado en el vientre de un pez. no obstante el soldado no se sentía orgulloso. lo pusieron sobre la mesa; ¡que cosas raras suceden en el mundo! se hallo en la misma habitación de cuya ventana había caído. reconoció a los niños y a los juguetes que estaban sobre la mesa. el encantador castillo con la bonita y diminuta bailarina, siempre con una pierna al aire; ella también era intrépida. el soldado de plomo se conmovió a tal punto que habría querido llorar plomo pero eso no era conveniente. la miro, ella también lo miro, pero no se dijeron una palabra.
De pronto un chico lo agarro y sin el menor motivo lo arrojo al fuego, sin duda el culpable era el brujo de la tabaquera.
El soldadito se encontró allí, de pie, vivamente iluminado y con un calor horrible. todos sus colores habían desaparecido; nadie habría podido decir si era a causa del viaje o de la pena. siguió mirando siempre a la damisela y ella también lo miraba. se sentía derretir, pero, siempre intrépido, conservaba su fusil al hombro. de pronto se abrió la puerta, el viento arrebato de su lugar a la bailarina y, cual silfide, voló al fuego cerca del soldadito y desapareció en llamas.
El soldadito de plomo habíase convertido en una minúscula masa. A la mañana siguiente cuando entro la criada para sacar las cenizas, encontró un objeto que tenia la forma de un pequeño corazón de plomo; lo único que quedaba de la bailarina era una lentejuela que el fuego había ennegrecido.
Preguntas
1) ¿Por qué el soldadito de plomo fue victima de tanto desprecio?
2) ¿Qué papel juega la bailarina en la vida del soldadito de plomo?
El país de los perezosos
Popular judío
En cierta lejana comarca había un país de perezosos, cuyos habitantes se pasaban la vida excavando la tierra en busca de tesoros. Era lo único que querían hacer; pero a pesar que durante muchísimos anos cavaron y cavaron, nunca hallaron nada. por esa razón todos andaban siempre tristes y el rey se había vuelto irritable y rezongón.
Cierta vez llego a ese país un joven alegre y contento, que caminaba a los saltos y silbaba una bella canción. los cavadores le aconsejaron que dejara de silbar, porque el rey, que siempre estaba enojado, podía condenarlo a muerte.
El joven rió y pidió que lo llevaran a presencia del rey. los cavadores interrumpieron su tarea y, asustados y sorprendidos, lo condujeron al palacio real. En el camino le preguntaron:
– ¿Cómo te llamas?
– Oved -respondió el joven.
– ¿Por qué silbas todo el tiempo?
– Porque me siento bien y estoy contento.
– ¿Por qué estás tan contento?
– Porque poseo mucho oro.
Al oír esto, sus acompañantes se regocijaron grandemente, y al llegar al palacio refirieron todo al rey. el rey pregunto a Oved:
– ¿Es verdad lo que dicen que posees mucho oro?
– Es verdad. tengo siete bolsas repletas de oro.
El rey se entusiasmo, llamo a sus servidores y ordeno que le llevaran todo el oro. pero Oved sonrió y le dijo:
– No se apresure, su alteza. hace falta mucho tiempo para que ese oro llegue hasta aquí. se halla en una caverna, cuidado por un monstruo de siete cabezas. solo yo puedo sacarlo de allí. deme todos sus hombres durante un ano, y con la ayuda de ellos podre liberar el oro de las garras del monstruo.
El rey no tenia alternativa, e hizo lo que Oved le había pedido: puso a su disposición a todos sus súbditos, a quienes ordeno que cumplieran las indicaciones del joven.
Oved ordeno a la gente que fueran a buscar caballos y bueyes, que tomara azadas y arados y que roturara todas las tierras fértiles del reino. Después de arar les ordeno que sembraran, y cuando llego el tiempo de la cosecha, llenaron setenta carros con el trigo de la mejor calidad. durante todo ese tiempo, el rey alertaba a Oved una y otra vez:
– Si al cabo del ano no me traes las siete bolsas repletas de oro, te hare matar…
Oved le explicaba: – necesito este trigo para tapar las bocas del monstruo- y seguía silbando y cantando alegres canciones.
Durante siete días anduvo Oved a la cabeza de la caravana de los setenta carros cargados hasta el tope, hasta que llegaron a una gran ciudad ubicada en medio de un paramo. cuando los mercaderes de la ciudad vieron el trigo, pagaron por el mucho dinero: siete bolsas de oro.
Pasaron otros siete días y Oved regreso al palacio real. al verlo, el rey le preguntó:
– ¿Has logrado vencer al monstruo?
Oved rio y le respondió: – si, su alteza, lo he logrado, porque el monstruo no es otro que la pereza de sus súbditos.
Cuando el rey oyó el relato de Oved y vio las bolsas repletas de oro, exclamo asombrado:
– En verdad, el que labra su tierra se saciara de pan. nosotros mismo podemos extraer de anualmente de nuestra tierra siete bolsas de oro , y aun mas que eso.
Por favor, Oved, quédate aquí y reina sobre mis súbditos. bajo tu reinado aprenderán a trabajar y amar el esfuerzo.
Oved se negó y agregó:
– En el mundo queda aun mucha gente que no conoce el secreto de la agricultura, y la bendición que esta puede traerle. debo ensenarles a rotular, arar y sembrar, debo revelarles el secreto del trigo dorado que se convierte en pan.
Y volvió a andar por los caminos, feliz y contento como siempre.
Preguntas
1) ¿Cuál era la riqueza de Oved?
2) ¿En que habían fallado los habitantes del reino? ¿y en que, sus dirigentes?
Acógeme debajo de tus alas
Jaim Najman Bialik
Acógeme debajo de tus alas;
sé para mi una madre, se una hermana;
sea tu pecho el refugio para mi frente,
nido de mi plegaria errante y vana.
y al atardecer, la hora tierna,
el secreto sabrás de mi inquietud;
se dice: “juventud hay en el mundo”,
¿Dónde esta, dime tu, mi juventud?
y aun te revelare otro secreto:
se ha quemado mi alma de calor;
se dice que el amor reina en el mundo
¿qué es amor?
mintieron las estrellas;
tuve un sueño, pero el también ha muerto;
ahora no me queda nada, nada;
hoy soy como un desierto.
acógeme debajo de tus alas;
se para mi una madre, se una hermana;
sea tu pecho el refugio para mi frente,
nido de mi plegaria errante y vana.
Preguntas
1) ¿A quién dirige Bialik su poesía?
2) ¿por que siente el autor tanta pena?
La flauta
Cuento jasídico
Cierto aldeano tenia el habito de viajar para las fiestas solemnes, a la casa de oraciones del Baal Shem Tov. el aldeano tenia un hijo, muchacho simple, que no conocía siquiera la forma de las letras, y mucho menos, el significado de las palabras santas. su padre no solía llevarlo consigo en sus viajes, porque no sabia nada. Pero cuando el niño llego a la edad de bar mitzva, el padre resolvió llevarlo consigo a fin de poder vigilarlo para que en el día de Iom Kipur no llegara a pecar, por ignorancia.
El niño tenia una flauta en la que tocaba en el campo a las ovejas y a los terneros. para el viaje se metió la flauta en el bolsillo, sin que el padre reparara en ello. el muchacho se estuvo horas en la casa de oración, sin pronunciar palabra. pero al comienzo del musaf, se volvió a su padre:
– Padre- le dijo- tengo la flauta conmigo y quiero tocar.
El padre lo reprendió alarmado, y el muchacho se abstuvo. pero cuando llego la oración vespertina, volvió a decir:
– Padre, déjame tocar la flauta.
– ¿Dónde esta la flauta? – pregunto iracundo el padre, y de inmediato coloco la mano sobre el bolsillo para impedir que la extrajera. pero cuando dio comienzo la oración de nehila, que señala el fin del día de kipurim, el niño ni pudo contenerse, y empujando la mano de su padre, extrajo la flauta del bolsillo, cuya voz resonó en todo el recinto. quedaronse todos alelados y confusos, pero el Baal Shem Tov siguió rezando, aunque con mayor sosiego. después dijo: “este muchacho me facilito el rezo”.
Preguntas
1) ¿Por qué el padre se negaba a que su hijo tocase la flauta?
2) ¿Por qué crees que el Baal Shem Tov se puso contento al escuchar la flauta?
Israel
Jorge Luis Borges
Un hombre encarcelado y hechizado
un hombre condenado a ser serpiente
que guarda un oro infame,
un hombre condenado a ser Shylok,
un hombre que se inclina sobre la tierra
y sabe que estuvo en el paraíso,
un hombre viejo y ciego que ha de romper
las columnas del templo,
un rostro condenado a ser una mascara,
un hombre que a pesar de los hombres
es Spinoza y el Baal Shem y los cabalistas,
un hombre que es el libro,
un hombre que alaba desde el abismo
la justicia del firmamento,
un procurador o un dentista
que dialogo con dios en una montana,
un hombre condenado a ser el escarnio,
la abominación, el judio,
un hombre lapidado, incendiado
y ahogado en cámaras letales,
un hombre que se obstina en ser inmortal
y que ahora ha vuelto a la batalla,
a la violenta luz de la victoria,
hermoso como un león al mediodía.
Preguntas
1) ¿Cómo ve Borges al judio?
2) ¿Qué opina el autor del estado de Israel?
Instrucciones para subir una escalera
Julio Cortázar
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en linea quebrada hasta alturas sumamente variables.
Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se esta en posesión momentánea de un peldaño o escalón.
Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto mas arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá mas bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incomodas. la actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en este descansara el pie, y en el primero descansara el pie. (los primeros peldaños son
siempre los mas difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. la coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso.
Pregunta
1) ¿Qué similitudes hay entre subir una escalera y vivir la vida?
2) ¿Qué importancia tiene subir la escalera?
El brillante
I.L. Peretz
Un jueves por la noche, lo recuerdo como si fuera hoy, hablábamos acerca de la religión y reformas.
Reb Schloime aprovecho esa oportunidad para relatarnos la historia del brillante.
Había una vez -conto- un agricultor. era un extranjero y nadie se daba con el. Hablaba otro idioma y nadie le entendía ni quería entenderle.
Una vez encontró un brillante. mucho no entendía de piedras preciosas, pero tampoco era un gallo para confundirlo con un grano de maíz. “brilla y resplandece. es un pequeño sol – pensó-. debe valer fortuna”.
Pero con una piedra preciosa entre gente desconocida, la vida corre peligro. si se enteran del hallazgo, son capaces de asaltarlo esa misma noche, romper las ventanas y llevarse la piedra junto con su vida. hay que guardar la piedra!
No le dijo siquiera a su mujer lo del brillante. la quiere mucho, pero es una mujer – cabellos largos e ingenio corto-, no sabrá guardar el secreto. volvió a la colonia y enterró el brillante en el jardín, frente a la casa. para poder encontrarlo luego, puso una piedra encima, pensando que cuando vinieran tiempos mejores, sin odios, iba a saber donde estaba el tesoro, que entonces podría brillar a la luz del día.
La joven esposa noto una vez la piedra. era una pena el espacio que ocupaba: en su lugar podía crecer una cebollita o un pepino… una pena! como no podía sacar sola la piedra, pidió ayuda a su marido. el se asusto:
– Dios libre! -exclamo-. no toques esa piedra!
– ¿Por que?
– Es una piedra milagrosa que nos trae suerte.
– Si es una piedra común!
– ¡Ya lo ves!
Ella dudaba, sin estar segura de si el marido lo decía en serio o en broma. Lo miro a los ojos y los vio serios, casi duros, sin una chispa de alegría.
Bueno, ella quería al marido, lo consideraba inteligente y honrado, y además era una mujer! una mujer es feliz si puede creer en algo, un milagro, una señal de arriba… como no podía perder tiempo, puesto que había que sembrar en la quinta, obedeció y siguió trabajando.
Al día siguiente noto el hombre dos piedras en lugar de una. La mujer sonrió. durante la noche durmió mal… la luna penetraba tan maravillosamente en la habitación y se sintió mal, extraña, tenia miedo… no quiso despertar al marido y entonces bajo de la cama, fue al jardín y agrego otra piedra. Eso la tranquilizo.
¿Qué iba a hacer el marido? vaya uno a enojarse con una mujer cuando ella sonríe tan dulce e infantilmente y pone su mano blanca y pequeña sobre el hombro y acerca a la boca su frente de alabastro…
El beso con gusto la frente, busco en los ojos azules la respuesta a su inquietud de anoche… y callo. la joven mujercita considero el beso como un premio a su bondad y devoción. y cuando quería un beso en la frente, colocaba otra piedra en el jardín. Cuando el no la besaba, aparecían lagrimas en sus ojos.
El matrimonio tuvo hijos – un varón y una mujer. La niña no se asombro, no pregunto y se limito a imitar a su madre. la madre colocaba piedras grandes, la hija, pequeñas; pero las piedritas crecían junto con ella.
El inteligente hijo pregunto:
– ¿Qué significa?
– Las piedras – contesto la madre, orgullosa de poder mostrar tantas, dan suerte, fortuna.
– ¿Por que? – pregunto sorprendido el niño- que quiere decir suerte? ¿acaso puede tenerse mas de lo que se gana trabajando?
La madre ya no comprendió esto.
– Pregúntale a tu padre.
– Cuando seas mayor comprenderás también esto – le dijo el padre.
Y cuando fue grande le conto el secreto del brillante. y lo mismo ocurrió con muchas generaciones. cada una entregaba el secreto a la siguiente.
En cada generación había uno que sabia lo del brillante y los demás creían que las piedras traían suerte, que cuanto mas había, mejor era, y no cesaban de agregar piedras.
Los vecinos miraban admirados. algunos reían a carcajadas; otros, por el contrario, sentían respeto por viejas costumbres que ellos habían encontrado así al llegar al mundo.
Mas de uno pensaba que eso provenía de la época en que los ángeles subían al cielo por escaleras y los hombres lo veían. Otros vecinos querían demostrar cariño a la familia y entonces arrojaban al jardín piedras del camino.
En la familia misma, el arrojar piedras se convirtió en un culto, un rito sagrado, algo así como servir a Dios.
Los jóvenes protestaban; los viejos airados, amenazaban con sus puños huesudos. los jóvenes hacían discursos acerca de las piedras y los viejos decían:
– Así como vivieron nuestros padres, viviremos también nosotros. nuestros abuelos eran mas inteligentes que nosotros y echaban piedras. ¡Entonces tiene que ser asi!
El mundo no es nuestro como para que nosotros lo transformemos; un buen caballo camina por la huella y no se rompe las patas.
Y otras sentencias por el estilo, sobre las que descansa el mundo; es decir, nuestro mundo humano.
Y cuando un joven se oponía en algo, los viejos querían “romper los huevos, que quieren ser mas inteligentes que las gallinas”.
Y cada ano se despedían los jóvenes con los ojos llenos de lagrimas del viejo hogar para buscar trabajo en lugares extraños: a comer pan de hornos extraños y a dormir bajo techos ajenos. porque en casa ya era imposible seguir viviendo.
La montana de piedras iba creciendo día a día. con el tiempo, las piedras sagradas cubrieron las puertas y ventanas.
– ¡No importa! -decían. y para entrar a la casa bajaban por la chimenea.
Faltaba aire, no importa! cuando se come menos y se vive menos se necesita menos aire.
No había de que vivir. no había donde arar, donde sembrar: solo piedras y piedras.
– Dejen por lo menos -decían los jóvenes- agrupar las piedras; que crezcan hacia el cielo y ocupen menos lugar en la tierra. que haya donde arar y sembrar!
– ¡Herejes! -gritaban los ancianos-. ¡Llegaran a las piedras por sobre nuestros cadáveres!
Reb Shcloime quedo pensativo y luego saco su tabaquera.
Nosotros, que desde hacia un rato nos habíamos olvidado de todo y casi no respirábamos, respiramos ahora aliviados. alguien pregunto:
– Y por que calla el que sabe el secreto del brillante y no trata de conciliar a los jóvenes con los viejos?
– La desgracia es, precisamente -dijo Reb Schloime- que con el tiempo olvidaron el brillante. quizá alguien que murió repentinamente y no tuvo tiempo de dejar testamento… quizá alguno no creyó a su propio padre y no quiso engañar a su hijo…
Basta. olvidaron el brillante y jóvenes y viejos pelean por piedras.
Reb Schloime había concluido su relato. pero nosotros continuamos preguntándonos que seria el brillante.
Preguntas
1) ¿Cuál es la importancia de la tradición en nuestras vidas? ¿Acaso esa tradición es cuestionable, o es necesario confiar ciegamente en ella?
2) ¿Cuál fue el error de los mas jóvenes?
El lobo y el perro
Fedro
Un lobo flaco y hambriento, encontró por casualidad a un perro bien nutrido. luego de detenerse para cambiar el saludo, pregunto el lobo:
– De donde vienes que estas tan lucido? que comes para estar de tan buen ano? yo, que soy mas fuerte, me muero de hambre.
– Igual fortuna tendrías que yo -respondió el perro simplemente-, si quisieras prestar a mi amo los mismos servicios que yo le presto.
– ¿Qué servicios son estos? – pregunto el lobo.
– Guardar su puerta y defender de noche su casa contra los ladrones.
– Bien: estoy dispuesto; ahora sufro las lluvias y las nieves en los bosques arrastrando una vida miserable. cuanto mas facil me seria vivir bajo techado y saciarme tranquilo con abundante comida!
– Pues bien -dijo el perro-, ven conmigo.
Mientras caminaban, vio el lobo el cuello pelado del perro por causa de la cadena.
– Dime, amigo – le dijo- de donde viene eso?
– No es nada.
– Dímelo, sin embargo, te lo suplico.
– Como les parezco demasiado inquieto -repuso el perro- me atan de día para que duerma cuando hay luz y vigile cuando llega la noche. al caer el crepúsculo ando errante por donde me parece. me traen el pan sin que yo lo pida; el amo me da los huesos de su propia mesa; los criados me dan los restos y las salsas que ya nadie quiere.
De modo que, sin trabajo, se llena mi barriga.
– Pero si deseas salir y marcharte donde quieras, te lo permiten?
– No, eso no – dijo el perro.
– Pues entonces – contesto el lobo- goza tu de esos bienes, oh perro; porque yo no quisiera ser rey a condición de no ser libre.
Preguntas
1) ¿En que reside la astucia del lobo?
2) ¿Qué debería envidiarle el lobo al perro?
Tisha Beav y el escape al kotel hamaravi</spanDesde que Said ha llegado a Jerusalem, sus padres y sus amigos marroquíes no hacen mas que gemir y suspirar, como si estuvieran deplorando el haberse dejado seducir para trasladarse de marruecos a Ierushalaim. Ciertamente Ierushalaim es la ciudad mas hermosa del mundo-dicen todos ellos – pero, como se puede soportar estar en la ciudad sagrada y no ver el kotel hamaravi?
Estas palabras las oye Said cada erev shabat y erev iom tov. todos gimen y susupiran cuando tienen que ir al beit hakneset.si el kotel hamaaravi no estuviera en la “ciudad vieja” podrían ir a rezar allí como lo hacían los iehudim todos los anos desde que fue destruido el beit hamikdash. Said suspira igual que los adultos porque el quisiera ir a rezar al muro sagrado o al menos echar una mirada sobre lo único que ha quedado del templo.
Pero grande se torna su añoranza al comenzar los nueve días, cuando el more comenzó a relatar a sus alumnos, los recién llegados marroquíes , acerca del jurban habait.
Durante esos días, Said acostumbraba ir a diario, después del colegio, hasta el har tzion, desde cuya cima se puede ver la parte árabe de la ciudad de Ierushalaim. allá lejos, muy lejos, por entre las construcciones de piedras y las casonas de la ciudad vieja se alza el añorado kotel hacia el cual solían ir los judíos a elevar plegarias a Hashem, en todos los
tiempos y en especial durante los nueve días y el 9 de av. durante esos días venían a Ierushalaim judíos de todo el mundo, para dirigirse al kotel, sentarse allí a recitar Eija y llorar por la destrucción del templo.
Cuando said piensa en lo que el more le contó acerca de las kinot, junto al kotel esta viéndose a si mismo, a sus compañeritos, a sus padres y a todos sus coterráneos de marruecos, sentados, descalzos, recitando las plegarias y llorando. tiene muchísimas ganas de ver al kotel no solo mentalmente sino con sus propios ojos, tocar con sus manos el sagrado muro, acariciarlo y apretarse contra el mismo, con gran cariño y devoción Said había tomado una decisión en su interior: pasar a la parte árabe y ver de cerca el muro. Desde luego, nadie debía enterarse, pues sus compañeritos se reirían de el y le dirían que tal cosa es un sueno imposible de realizar. la vieja ciudad de Ierushalaim esta muy custodiada, además hay alrededor de ella un alambrado de púas; en cada portón hay un severo guardián árabe, pero el alambrado y los guardias no lo asustan.
Sabe que ellos se van a comer y ese momento seria propicio para hacerse paso por el alambrado y penetrar al interior de la ciudad vieja; y si lo descubrirían tampoco le importaría ya
que el sabe hablar árabe como un nativo y también tiene ropas árabe que conserva de marruecos; se las pondría y de esa manera no despertaría ninguna sospecha. es muy importante caminar tranquilo con una cesta en el hombro, no correr ni mirar para atrás.
Empezó a trazar planes de manera de llevar a cabo su aventura en la noche del 9 de av. en ese momento todos los judíos están en el beit hakneset. tendrá que ir allí con su padre, pero un poquito mas tarde se escaparía, iría a su casa, se cambiaria de ropa, tomaría el cesto sobre el hombro y se dirigiría hacia el alambrado de púas. y así hizo. al entrar a su casa, encontró allí muchas mujeres, jóvenes y ancianas, sentadas en el suelo. todas estaban escuchando las kinot que una de ellas recitaba con vos llorosa. cuando se hizo un poco de silencio, fue la señal que las mujeres ya se habían ido, Said se cambio y salió de su casa descalzo en puntas de pie.
No miraba hacia atrás sino que se dirigió directamente hacia el kotel, habiendo partido desde el alambrado de púas que estaba muy agujereado, mucho mas de lo que el suponía.
Felizmente los guardias no estaban. su corazón comenzó a latir fuertemente, se le erizo el cabello, temblaba constantemente, pero seguía despacio hacia adelante.
Ahí están ya las angostas callejuelas de la ciudad vieja, así como los maestros le habían contado. las callejuelas ascienden mas y mas hacia el camino que lleva al kotel, el que pronto se hizo ver. pero es tan alto que llega hasta el cielo! Said tiene que levantar mucho la vista para poder contemplarlo. Se acerca y comienza a acariciarlo. el muro esta húmedo, seguro esta llorando, esta triste porque esta abandonado, nadie viene a visitarlo.
-Querido kotel, balbuceo -,no llores, no se te ha olvidado, todos los iehudim te extrañan, todos piensan en vos, desean verte, rezar junto a vos, inclusive besarte. said se apresa fuerte contra el muro y percibe su humedad mas aun.
Hay que dejarlo llorar, porque hoy es 9 de av y los judíos de todo el mundo lloran la destrucción del beit hamikdash. Said siente que alguien tira de el, le arrancan la garganta. Son
los guardianes árabes! ,pasa por su cabeza, me han sorprendido! a donde me llevan ? que quieren hacer conmigo? cual es mi pecado? acaso no se puede estar junto al muro de los lamentos? pero si es nuestro muro sagrado! nuestro kotel!
¿Acaso he hecho mal a alguien con estar aquí junto a nuestro querido y sagrado kotel?
_Hijo, hijito. porque lloras? te duele algo? ante los ojos abiertos de Said estaba su mama que el tocaba la frente. Te has quedado dormido sin haberte sacado la ropa, hijito mío….desvístete y anda a dormir. mañana será para ti un día muy difícil ya que es la primera vez que ayunaras.
Nuestra madre Rajel (falleció el 11 de Jeshván) y el Dr. Max Nordau
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El Dr. Max Nordau, uno de los primeros asistentes del Dr. Biniamín Zeev Herzl, relataba lo siguiente:
Cierto día en París, cuando atendía pacientes en mi consultorio particular, acudió a él con un niño de ocho o nueve años una mujer pobre que vivía en el barrio de los judíos.
Vi que el niño era avispado, pero noté que no dominaba corrientemente el francés. Le pregunté en qué escuela estudiaba y me respondió quedamente, como avergonzado, que asistía al Talmud Torá. La madre, como justificándose, añadió que su esposo, el padre del niño, pertenecía a la vieja generación y que no quería que el niño concurriera a la escuela pública antes de que terminara sus estudios en el Talmud Torá.
En aquel momento pensé casi con ira en ese hombre a la vieja usanza que impedía que su hijo tuviera acceso a la educación europea, y con un poco de sorna pregunté al niño qué aprendía en el Talmud Torá.
El niño se conmovió profundamente y de inmediato empezó a relatar en yídish lo que había aprendido un día antes de caer enfermo. Con gran entusiasmo me dijo lo siguiente:
Estudiábamos Parashat Vaiejí del Libro del Génesis, y habíamos llegado al capítulo 48:7, en el que dice: “Porque cuando yo venía de Padán Aram se me murió Rajel en la tierra de Canaán, en el camino, como media legua de tierra viniendo a Efrat, y la sepulté allí, en el camino de Efrat, que es Beit Léjem”.
El maestro nos explicó el comentario de Rashí sobre ese versículo, en el que aclara que nuestro patriarca Iaacov dijo a su hijo Iosef:
Sé que te ocasiono molestias al pedirte que me sepultes en la Tierra de Canaán, aunque no hice lo mismo con tu madre: ella murió cerca de Beit Léjem y no la conduje ni siquiera allí para hacerla ingresar a la Tierra de Canaán. Yo sabía que me guardabas encono por ello, pero quiero que sepas que la sepulté en el camino por orden divina, a fin de que pueda brindar ayuda a sus hijos. Cuando marchen al exilio impuesto por Nevuzaradaj y pasen por allí, Rajel saldrá de su tumba, llorará y pedirá compasión para ellos, tal como dice en Jeremías 31:15: “Una voz fue oída en Ramá, llanto y lloro amargo; Rajel que se lamenta por sus hijos y no quiere ser consolada”… Y D´s le responde: “Salario hay para tu trabajo… y los hijos volverán a su propia tierra”.
El Dr. Max Nordau prosiguió su relato: En ese momento me estremecí hondamente y todas las fibras de mi corazón empezaron a temblar con unción. Me puse de pie, abracé al niño, lo besé en la frente y me dije: Un pueblo como éste, que conserva recuerdos como éste durante miles de años y los arraiga en los corazones de sus niños, no habrá de morir, y tiene asegurada la vida eterna.
El Dr. Nordau concluyó: Esto sucedió en tiempos del affaire Dreyfus, cuando yo empezaba a poner en duda la “justicia” de las demás naciones hacia Israel, y puedo afirmar que aquel niño fue uno de los factores que contribuyeron a mi retorno al judaísmo y a la fe en la eternidad de Israel, y de mi acercamiento al sionismo.
paciente y humildemente, como solía hacer Hillel, y no con brusquedad y soberbia, características éstas, según la tradición, de Sammay. Enseñaron nuestros maestros: El hombre debe ser siempre amable, como Hillel, y no irritable, como Sammay. En una ocasión dos amigos hicieron una apuesta, diciendo: “El que haga enojar a Hillel recibirá del otro cuatrocientos zuz” (El zuz es una moneda judía cuyo valor equivalía a un
denario).
Dijo uno:
– Yo lo conseguiré.
Aquel día era víspera de sábado e Hillel se estaba lavando la cabeza. Se paró el hombre a la puerta de su casa y se puso a decir:
– ¿Dónde está Hillel?, ¿dónde está Hillel? (Le llamó por su nombre, sin anteponerle el título de Rabbí). Hillel se envolvió en un manto y salió a su encuentro, diciendo:
– ¿Qué deseas, hijo mío?
– Tengo que preguntarte una cosa, respondió, y estoy impaciente porque me respondas.
– Pregunta, hijo mío, pregunta.
– ¿Por qué los babilonios no tienen la cabeza redonda? ( Hillel era de origen babilonio)
– Hijo mío, le respondió Hillel, has hecho una pregunta muy importante: es porque no tienen comadronas hábiles.
Pasado un rato regresó el hombre:
– ¿Dónde está Hillel?, ¿dónde está Hillel?
Hillel se puso el manto y salió a su encuentro:
– ¿Qué deseas, hijo mío?
Respondió:
– Tengo que hacerte una pregunta, y estoy impaciente por que me respondas.
– Pregunta, hijo mío, pregunta.
– ¿Por qué los tadmoritas tienen los ojos pitañosos?
– Hijo mío, le respondió Hillel, has hecho una pregunta muy importante: es porque viven en lugares arenosos.
Al cabo de un rato volvió el hombre, y dijo:
– ¿Dónde está Hillel?, ¿dónde está Hillel?
Hillel se puso el manto y salió a su encuentro:
– ¿Qué deseas, hijo mío?
Le dijo:
– Tengo que hacerte una pregunta, y estoy impaciente por que me respondas.
– Pregunta, hijo mío, pregunta.
– ¿Por qué tienen los africanos los pies anchos?
– Hijo mío, respondió Hillel, has hecho una pregunta muy importante: es porque viven en lugares pantanosos.
Dijo el hombre:
– ¿Tú eres el famoso Hillel?
– Sí, respondió.
– Pues ¡ojalá no haya muchos como tú en Israel!, contestó el hombre.
– ¿Por qué dices eso?, preguntó Hillel.
– Porque me has hecho perder cuatrocientos zuz.
Dijo Hillel:
– Hijo mío, sé prudente; más vale que hayas perdido cuatrocientos zuz por culpa de Hillel y que Hillel no se haya enfadado.
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