Historia de la idea Sionista, a través de las generaciones y la relación del pueblo…
La historia de Jerusalem
Justamente de un lugar lejano de Egipto y Manobia, se encontraron restos de una ciudad egipcia antigua Ajan – Atun (el marna) que describen la historia de Jerusalem.
Restos de vasijas de arcilla y estatuas de barro egipcias llamadas “ktabei hamearot” que llevan el nombre de Jerusalem y sus gobernantes. En estos escritos se encontraron varias ciudades cananeas y entre ellas “Arasalem”, hoy en día Jerusalem. Los investigadores que se ocupan de descubrir el pasado y analizan lenguas antiguas, encuentran en este nombre dos palabras: ieru – shalem, y su explicación es “el d’s integro instruirá las bases de la ciudad”.
Cuando el patriarca Abraham llegó a la tierra de Israel, gobernaba en Jerusalem Malki Tzedek, que era sumo sacerdote al dios supremo. Esto es un testimonio bíblico que ya hace 3800 años Jerusalem era una ciudad santa.
Durante los siguientes dos siglos, los israelitas conquistaron gran parte de la Tierra y abandonaron sus costumbres nómades transformándose en campesinos y artesanos; se logró un cierto nivel de consolidación social y económica. Períodos de relativa paz fueron interrumpidos por tiempos de guerra en los que el pueblo se agrupó tras líderes conocidos como “jueces”, elegidos por sus capacidades políticas y militares, así como por su habilidad de liderazgo.
La debilidad inherente de su organización tribal frente a la amenaza planteada por los filisteos (un pueblo marítimo de Asia Menor que se estableció en la costa mediterránea del país) generó la necesidad de un gobernante que pudiera unir a las tribus y convirtiera su posición en una institución permanente, cuya autoridad se sucediera por herencia.
Los cinco reyes de las ciudades fueron asesinados, sus ciudades conquistadas, menos Jerusalem que quedó bajo el mando de los jebuseos hasta la época del rey David. Luego de la muerte de Ioshua Bin Nun se congregaron las tribus de Iehuda y Shimon para conquistar Jerusalem, que formaba una pared divisoria entre ellos y la tribu de Iosef que se encontraban en los montes de Efraim. “Y la tomaron y la hirieron a filo de espada y prendieron fuego a la ciudad” (Jueces 1:8). Prender fuego a una ciudad y destruirla era parte del proceso de conquista que realizaban las tribus de Israel, pero en este caso no encontramos que la ciudad conquistada se tornó en una ciudad hebrea. Jerusalem volvió a manos extranjeras y esperó otros 250 años hasta que el rey David llegó a ella desde la ciudad de Hebrón.
La monarquía
(circa 1020-930 AEC)
El primer rey, Saúl (circa 1020 AEC), cubrió el período entre la pérdida de la organización tribal y el establecimiento de una monarquía plena por parte de su sucesor, David. El rey David (1004-965 AEC) convirtió a Israel en una importante potencia de la región, por medio de exitosas expediciones militares, inflingiendo la derrota final a los filisteos, así como a través de una red de amistosas alianzas con los reinos vecinos. Como resultado de esto, su autoridad fue reconocida desde las fronteras de Egipto y el Mar Rojo hasta las riberas del Eufrates. En lo interior, unió a las doce tribus de Israel en un solo reino, colocando a Jerusalem y la monarquía en el centro de la vida nacional del país. La tradición bíblica describe a David como poeta y músico, cuyos versos aparecen en el Libro de los Salmos.
David fue sucedido por su hijo Salomón (965-930 AEC), quien reforzó aún más el reino. Por medio de tratados con los reyes vecinos y matrimonios con fines políticos, Salomón aseguró la tranquilidad dentro de las fronteras del reino y lo igualó a las grandes potencias de la época. Expandió el comercio exterior y promovió la prosperidad económica del país, desarrollando importantes empresas como las minas de cobre y la fundición de metales, a la vez que establecía nuevas ciudades y fortificaba otras, de importancia estratégica y económica. La coronación de las actividades constructoras de Salomón en Jerusalem fueron el palacio real y el Templo, que pasó a ser el centro de la vida nacional y religiosa del país. La Biblia atribuye a Salomón el Libro de los Proverbios y el Cantar de los Cantares.
El Rey David
¿Qué aspecto tenía Jerusalem cuando el rey David la declaró capital de Israel ? ¿Cómo fue construido el templo por medio de Salomón, hijo de David y heredero de su reinado?. Cómo era la vida cotidiana en la capital de Israel de aquellos días, ciudad que vivían solamente 2000 habitantes con una superficie que no llegaba a 60 dunas ?
Las respuestas a estas interrogantes son encontradas en versículos de la Biblia y en descubrimientos arqueológicos, principalmente aquellos que fueron descubiertos en la guerra de los Seis Días, en certificados, documentos y descubrimientos realizados en tierras cercanas a Israel.
El rey David llegó a Jerusalem con el tabernáculo, y así transformó a Jerusalem en centro espiritual y de su realeza. Salomón, su hijo, construyó el esplendoroso templo que maravilló a todos los habitantes del antiguo mundo. El poeta del libro de Salmos nos cuenta con admiración sin límites sobre la ciudad de aquellos días: “Grande es el Eterno, y digno de ser alabado, en la ciudad de nuestro D’s, su santo monte. De hermosa perspectiva, es la alegría de toda la tierra” (Salmo 48:2-3). “Caminad en torno de Sion y ved en derredor de ella. Cuenta sus torres. Senalad bien sus murallas contemplad sus palacios” (Salmo 48:12-14).
La conquista de Jerusalem por el rey David
La descripción de la biblia es breve y nos deja un espacio para la imaginación. Cuatro versículos nos describen de forma telegráfica la historia del pueblo de Israel: “Y el rey y sus hombre fueron a Jerusalem contra los jebuseos, los habitantes de la tierra. Que hablaron a David diciendo: No entrarás aquí… Sin embrago David tomó la fortaleza de Sion la ciudad de David… Y David residió en la fortaleza y la llamó ciudad de David” (Samuel II, 5:6 en adelante). Jerusalem se torna capital de Israel. Cabe destacar que la fortaleza destacada en estos versículos es la fuente del nombre de “la fortaleza de David” o “la torre de David”, punto turístico popular en Jerusalem, pero la fortaleza de David de la Biblia se encuentra en la “Ciudad de David” a los pies del monte del Templo de nuestros días. Los jebuseos, que su destino no es conocido, desaparecen de Jerusalem.
Ciudad internacional
Jerusalem era ciudad nacional e internacional. Reyes y reinados, ministros y duques, gentiles y judíos, de todos los extremos del mundo visitaban Jerusalem y peregrinaban a ella. Más esta ciudad, bonita como era había perdido su posición al dividirse el reinado de Israel en dos reinados. La ciudad que fue fijada minuciosamente en una zona neutral que estaba fuera del control de las tribus de Israel se tornó en la capital del reinado de Iehudá, que incluía solo dos tribus Iehuda y Biniamin. Los grandes reyes de Iehuda – Iehoshafat, Iehoash y Uziahu le agregaron esplendor más no le devolvieron el honor y la posición dentro de la congregación de Israel.
Jerusalem capital de un pequeno reinado siguió creciendo y desarrollándose “en suburbios externos” sobre la colina occidental. En la ciudad floreció el crecimiento espiritual como visionaron los profetas de Israel. De Jerusalem salió el llamado de los profetas, por primera vez en la historia del mundo antiguo, a valores de justicia, moral y paz – valores que en un futuro se tornarán en propiedad de todos los pueblos del mundo.
Fortaleza de Jerusalem
Jizkiahu, rey de Iehudá, obró para fortalecer la ciudad y perfeccionar el sistema de defensa. En ese mismo tiempo, en la segunda mitad del siglo 8 A.E.C, cayó el reinado de Israel y su capital en Samaria a manos del reinado de Asiria. El rey Jizkiahu que vio en peligro su reinado, expandió las murallas de la ciudad y estableció un sistema de agua avanzado que fue llamado en su nombre “el túnel de Jizkiahu” o “el túnel de Siloe”. En e año 701 A.E.C luego de haber conquistado casi todas las ciudades de Iehudá y entre ellas Lajish, Sanjeriv rey de Asiria llegó a Jerusalem, la sitio pero no triunfó en conquistarla. En el año 586 A.E.C. Jerusalem cayó en mano de Nabucodonosor, rey de Babel, que destruyó el Templo y la fortaleza de la ciudad. Muchos de los habitantes de Jerusalem fueron exiliados, otros se escaparon a Egipto, y no quedó ni un asentamiento judío en Sion.
Los profetas
Pensadores religiosos y carismáticos individuos que eran considerados dotados de un don divino de revelación, predicaron en el período de la monarquía hasta un siglo después de la destrucción de Jerusalem (586 AEC). Ya sea como asesores de los reyes en asuntos relacionados con religión, ética y política, o como sus críticos, bajo la primacía de la relación entre el individuo y Dios, los profetas eran guiados por la firme convicción de la necesidad de justicia, y emitieron enérgicas censuras respecto a la moralidad de la vida nacional judía. Sus experiencias revelatorias fueron registradas en sus libros de inspirada prosa y poesía, muchos de los cuales fueron incorporados a la Biblia.
El llamado universal y permanente de los profetas deriva de su apelación a una consideración fundamental de valores humanos. Palabras como del profeta:, Aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda, (Isaías 1:17) siguen nutriendo a la humanidad en su búsqueda por una justicia social.
Monarquia dividida
El reinado de Salomón se deterioró hacia el final por el descontento de parte de la población que debía pagar fuertes tributos por sus ambiciosos proyectos. Al mismo tiempo, el trato preferencial que recibía su propia tribu produjo la irritación de las demás, lo que provocó un creciente antagonismo entre la monarquía y los separatistas tribales. Después de la muerte de Salomón (930 AEC), una insurrección abierta condujo a la separación de las diez tribus del norte y a la división del país en un reino norte: Israel, y un reino sur: Judea, en el territorio de las tribus de Judá y Benjamín.
El reino de Israel, con su capital Samaria, duró más de 200 años bajo 19 reyes, mientras que el reino de Judea, fue gobernado desde Jerusalem durante 400 años por un número igual de reyes de la casa de David. La expansión de los imperios asirio y babilonio conquistó primero a Israel y después a Judea. El reino de Israel fue vencido por los asirios (722 AEC) y su pueblo fue llevado al exilio y al olvido. Más de cien años después, Babilonia conquistó el reino de Judea, exilió a la mayoría de sus habitantes, destruyó Jerusalem y el Templo (586 AEC).
La conquista babilonia puso término al Primer Estado Judío (Período del Primer Templo), pero no cortó la relación del pueblo con la Tierra de Israel. Sentados junto a los ríos de Babilonia, los judíos prometieron recordar siempre a su patria: Si me olvidare de ti, oh Jerusalem, mi diestra sea olvidada. Mi lengua se pegue a mi paladar, si no ensalzare a Jerusalem como preferente asunto de mi alegría. (Salmos 137:5-6).
El exilio a Babilionia que siguió a la destrucción del Primer Templo (586 AEC) marcó el comienzo de la diáspora judía. Ahí el judaísmo empezó a desarrollar un marco religioso y una forma de vida fuera de la Tierra, asegurando finalmente la supervivencia nacional y la identidad espiritual del pueblo y le infundió suficiente vitalidad para garantizar su futuro como nación.
El retorno a Sion – principios del período del segundo templo (536 – 164 A.E.C)
A raíz de un decreto del rey persa Ciro, conquistador del imperio de Babilonia, (538 AEC), aproximadamente 50.000 judíos emprendieron el Primer Retorno a la Tierra de Israel, dirigidos por Zerubabel, descendiente de la Casa de David. Menos de un siglo después, el Segundo Retorno fue dirigido por Esdrás el Escriba. Durante los siguientes cuatro siglos, los judíos conocieron diversos grados de autonomía bajo el dominio persa (538-333 AEC) y posteriormente el helenístico (ptolomaico y seléucida) (333-63 AEC).
La repatriación de los judíos bajo el inspirado liderazgo de Esdrás, la construcción del Segundo Templo en el sitio del Primero, la reedificación de los muros de Jerusalem y el establecimiento de la Knéset Haguedolá (Gran Asamblea) como ente religioso y judicial supremo del pueblo judío, marcaron el comienzo del Segundo Estado Judío (Período del Segundo Templo). Dentro de los confines del imperio persa (538-333 AEC), Judea era una nación que se centraba en Jerusalem, cuya dirección estaba confiada al Sumo Sacerdote y al Consejo de Ancianos.
Tres “inmigraciones”
Cuatro olas de inmigraciones a Jerusalem fueron necesarias para devolverle su honor y posición.
En los primeros inmigrantes se encontraba Sheshbatzar, que pertenecía a la estirpe del rey David y con él un grupo de distinguidas personalidades que se asentaron entre las ruinas de la ciudad y comenzaron a reconstruirla.
Luego de unos pocos años llegó el grupo de “segunda inmigración” bajo la dirección de Zerubabel Ben Shaltiel que fue gobernador de Jerusalem y Iehoshua Ben Tzadok el sumo sacerdote. Estas dos personas dirigieron al pueblo y establecieron el templo, llamado “segundo templo”. Veintritres años después de la “declaración de Siró” se completó la construcción del templo y se renovaron los sacrificios en el Templo de Jerusalem.
El aspecto de esta pequena ciudad, que su población crecía constantemente, hizo al profeta Zacarías profetizar a su pueblo: “Se sentarán los ancianos y las ancianas en las plazas de Jerusalem cada uno con su báculo de ancianidad en su mano y las plazas de la ciudad estarán llenas de mancebos y muchachas jugando” (Zacarías 8:4-5).
Ezra el escriba fue el dirigente de la “tercera aliá”. Ezra tenía la autorización de instituir jueces sobre el pueblo en Israel y juzgar según las leyes de la Torá. El organizó un cambio religioso y social cuya principal finalidad era que el pueblo de Israel, que se encuentra en Jerusalem y Iehudá, retorne a los preceptos y a la religión.
La nueva fortaleza
Nehemia que era el ministro de los escanciadores en el palacio del rey de Persia inmigró a Jerusalem en el año 445 A.E.C para restaurar las murallas de la ciudad que estaban destruidas y sus quemados portones. Nehemias era el dirigente de la cuarta ola de inmigrantes y le otorgó a Iehuda una nueva posición política y fortificó a Jerusalem y declaró: “Ven y construyamos las murallas de Jerusalem” con su carisma el sabía atraer los corazones del pueblo y tuvo éxito en su cometido. Su deseo acrecentar la población de Jerusalem y estableció que el 10% de las aldeas pasen a tener su vivienda fija en Jerusalem.
Las obras de Ezra y Nehemia concluyen con la historia de Jerusalem en la época bíblica. Durante cien años volvieron a Israel decenas de miles de exiliados de babilonia que renovaron el templo y establecieron a Jerusalem como centro religioso y nacional.
La Biblia nos otorga una importante fuente informativa de esa época, pues no encontramos material que pertenece a la época pérsica, durante 200 años.
Como parte del mundo antiguo conquistado por Alejandro Magno de Grecia(332 AEC), la Tierra se mantuvo como una teocracia bajo los gobernantes seléucidas con sede en Siria. Cuando se prohibió a los judíos la práctica del judaísmo y su Templo fue desecrado como parte del esfuerzo por imponer a toda la población la cultura y las costumbres con orientación hacia Grecia, los judíos se rebelaron (166 AEC).
Dirigidos en un comienzo por Matatías, miembro de la dinastía de sacerdotes hasmoneos y después por su hijo, Judá el Macabeo, los judíos entraron en Jerusalem y purificaron el Templo (164 AEC), eventos que se conmemoran anualmente durante la Fiesta de Janucá.
Los helenistas
Durante cien años continuaron los días de esplendor judío en Jerusalem, pero en el a?o 333 A.E.C la ciudad fue conquistada por Alejandro Magno, “el grande”, que doblegó al imperio persa.
Luego de un breve período, con la muerte de Alejandro, el imperio macedonio se dividió en tres reinados que al frente de cada uno de ellos se encontraba uno de sus jefes de ejército. La ciudad de Jerusalem y toda la tierra de Israel se encontró durante cien años bajo la tutela de los egipcios talmitas y luego bajo el reinado sirio seleuki.
En la época del gobierno seleuki aumentó la influencia cultural helenista, y el rey Antiojus IV Epifanes (163-175 A.E.C) declara a Jerusalem como una “polis” griega llamada “Antiojia de Jerusalem”.
La rebelión de los jashmoneos
Muchos de los jerusalimitanos se adhirieron a la cultura helenista y adquirieron sus costumbres y su forma de vida. A diferencia hubieron otras personas que se opusieron drasticamente al helenismo, y trataron de cumplir rigurosamente los preceptos de la Torá.
La lucha que estalló entre los “helenistas” y los “jasidim” llevó a una guerra entre hermanos. En consecuencia a los decretos religiosos decretados por el rey Antiojus IV Epifanes, decretos que ofendían directamente al templo y a sus servicios, los jasidim llegaron a una confrontación que no hubo igual en la historia.
En 167 A.E.C hubo una rebelión contra el gobierno celeuseo bajo el mando de los jasmoneos con Matitiau a su cabeza. Su hijo Iehuda el macabeo tuvo éxito en la conquista de la mayoría de los terrenos de Jerusalem triunfando a los helenistas, purificó el templo y renovó sus servicios. Luego de veinte años Shimon el jasmonaeo conquistó la fortaleza de Jakra, lugar donde se encontraban los helenistas y se consiguió un estado completamente soberano por el período de ochenta años.
De la ciudad baja a la ciudad alta
Luego de años convulsionados Jerusalem consiguió un descanso bajo el gobierno de Iojanan Orkenus y Alexander Ianai cuyo lema principal era la impulsiva construcción. Jerusalem se expandió para el occidente y en su superficie fue integrada “la ciudad alta” un apodo especial a la colina occidental en la cual se encuentra hoy en día el barrio judío y el armenio. La colina occidental estaba rodeada de murallas fuertes y nuevas, “la primera muralla” que rodeaba “la ciudad de David” y la “ciudad alta”.
Pero el mundo se encontraba en cambios. Roma se hizo cargo de los portones del oriente. La guerra entre hermanos que estalló entre los herederos de Alejandro Magno sirvió como una grata oportunidad para Pompius, general romano en el oriente, gobernar en el año 63 A.E.C sobre la tierra de Israel. Fraudes e intrigas de aquellos que anhelaban gobernar llevaron a dar el cargo a Herodes, un judío de origen edomita, como rey judío bajo el imperio romano.
Desde la época de Herodes hasta la destrucción del Segundo Templo (37 A.E.C – 70 E.C)
La ciudad en su esplendor
El estado de Judá, bajo el gobierno de Herodes, se fortificó mucho en diversas aspectos hasta llegar a las dimensiones de la época del rey David. Jerusalem era la capital del estado y Herodes la convirtió en una de las ciudades más grandes y bonitas del mundo.
En Jerusalem se expandieron las construcciones del monte del templo y sus murallas, y se estableció una muralla adicional – “la segunda muralla” que sería cercana al portón de Shjem de nuestros días. El palacio del rey y su fortaleza fueron construidas en el extremo occidental de la ciudad, se allanaron calles y se crearon centros comerciales, y establecimientos de cultura y deporte. Su obra de arte en la capital fue el templo que se construyó en el monte del templo, que fue considerada la construcción más bella en el mundo romano.
Principios del cristianismo
La Jerusalem de Herodes no supo solo de construcciones bonitas. A simple vista Jerusalem se encontraba en un esplendor económico, pero en la ciudad había desequilibrio económico que creó diferencias económicas y sociales entre las clases. En el ambiente de tensión que crearon estas diferencias se comenzaron a encontrar grupos en el pueblo que anhelaban el Mesías y estallaron confrontaciones religiosas. La aparición de Jesús y sus actos trajeron como consecuencia la creación de una nueva religión – el cristianismo. Jesús, el nazareno, que los demás consideraban el Mesías, fue crucificado bajo el comisionado romano Pontius Pilatus, luego de haberse encontrado culpable de rebelión al reinado.
La gran rebelión
En el año 66 E.C estalló “la gran rebelión” de los judíos contra los romanos. En Jerusalem se dio la primer senal para la rebelión – el cese de sacrificios para el bienestar del emperador en el templo de Jerusalem. Cuatro años Jerusalem se mantuvo fuerte ante el sitio romano hasta que se rindió. Sus murallas fueron arrasadas, el templo destruido y los tesoros fueron llevados a Roma. El nueve de Av (70 E.C) el segundo templo se convirtió en ruinas. La ciudad que era la metrópoli judía en el mundo entero quedó desolada, y sobre sus ruinas los soldados de la décima legión romana acamparon como soldados gobernando a Iehuda.
Masada
En el año 73 E.C. cerca de 1.000 hombres, mujeres y niños que sobrevivieron la caída de Jerusalem ocuparon y fortificaron el complejo del palacio de Herodes en Masada, ubicado en la cumbre de un monte cerca del Mar Muerto, donde durante tres años resistieron los repetidos intentos romanos para desalojarlos. Cuando los romanos finalmente escalaron Masada e irrumpieron dentro de sus muros, descubrieron que los defensores y sus familias habían preferido darse muerte con sus propias manos que someterse a la esclavitud.
La destrucción total de Jerusalem y del Templo fue catastrófica para el pueblo judío. De acuerdo al historiador judío de la época Flavio Josefo, cientos de miles de judíos perecieron en el asedio a Jerusalem y en distintas partes del país, y muchos miles fueron vendidos como esclavos.
Un último breve período de soberanía judía siguió a la revuelta de Shimón Bar Kojbá (132), durante la cual se recobraron Judea y Jerusalem. Sin embargo, dado el enorme poderío de los romanos, el resultado fue inevitable. Al término de tres años, conforme a la costumbre romana, Jerusalem fue “arada con una yunta de bueyes”; Judea fue llamada Palaestina, y Jerusalem, Aelia Capitolina.
Aunque el Templo fue destruido y Jerusalem quemada hasta los cimientos, los judíos y el judaísmo sobrevivieron su encuentro con Roma. El ente judicial y legislativo supremo, el Sanhedrín (sucesor de la Knéset Haguedolá), fue reconstituido en Yavne (70 EC) y posteriormente en Tiberíades. Sin el marco unificador de un estado y del Templo, la pequeña comunidad judía se recobró gradualmente, siendo reforzada de vez en cuando por exiliados que regresaban. La vida institucional y comunitaria se renovó, los sacerdotes fueron reemplazados por rabinos y la sinagoga pasó a ser el centro de cada comunidad judía, como lo evidencian las ruinas de sinagogas encontradas en Capernaum, Korazín, Baram, Gamla y otros lugares. La Halajá (ley religiosa) pasó a ser el lazo común entre los judíos, y se transmitió de generación en generación.
Casi sesenta años Jerusalem quedó desolada y abandonada. En esos años Yavne era el centro nacional y religioso del pueblo judío. Nuestros conocimientos sobre la ciudad de la época de la gran rebelión hasta la época de Bar Kojba son muy escasos.
Según lo que parece, retornaron los judíos a Jerusalem solo en la época de la rebelión de Bar Kojba.
Aelia Capitolina (135-324 E.C)
Decenas de años después de la destrucción del templo, el emperador Adriano decide restaurar a Jerusalem de sus ruinas, así como lo hizo en diversos lugares del imperio romano, y establecer una ciudad con características helenistas. Como era distintivo de las ciudades extranjeras en esa epoca, Adriano construyo tambien en Jerusalem, templos paganos. Es sabido que fundo un templo a Zeus Capitolino y tambien un templo a Venus (Afrodita), diosa de la belleza y el amor. La ciudad fue merecedora de ser una colonia, superior a la posición que ocupaba “Polis” y recibió el nuevo nombre de “Aelia Capitolina”, en nombre del emperador Elius Adrianus y el dios Júpiter el capitolino.
La ciudad nueva que construyó Adrianus era diferente a la anterior que fue destruida en la guerra. Los límites de la nueva ciudad se parecen a los de la ciudad vieja de nuestros días.
Las dos rebeliones, la gran rebelión y la rebelión de Bar Kojba causaron el abandono de judíos a la galilea y disminuyó la importancia de Iehuda. Luego de la rebelión de Bar Kojba quedó el norte de las montanas de Iehuda y la zona de Jerusalem casi sin ningún asentamiento judío. El aplastamiento de la rebelión del año 135 simboliza el principio del proceso en el cual la tierra de Israel se tornó en una tierra de extra?os y samaritanos.
Constantino que elevó al cristianismo como religión preferida comenzó en el año 324 E.C con obras de construcción, que estaban dirigidas a aumentar el prestigio de Jerusalem y darle una posición de cuna al cristianismo.
Las realizaciones llevadas a cabo por Constantino, cambiaron el color grisáceo de la ciudad. La población y la superficie crecieron y Jerusalem fue merecedora de una posición respetable y una fuerza económica. A la orden de Constantino y con el patrocinio de su madre, la emperatriz Helena, se estableció un centro en la ciudad “la iglesia del santo sepulcro”.
En los siglos 4 y 5 se construyeron en Jerusalem varias iglesias. En el año 361, con la autorización de Julianus, hubo un intento de construcción del Templo, pero fracasó.
En la época del emperador Justinianus (527-567) Jerusalem llegó a la cúspide de su grandeza. En toda esa época el monte del templo estaba desolado y destruido.
En el año 629 el emperador Bizantion, Erquelius, conquistó la tierra de Israel. Nuevamente los judíos fueron exiliados de Jerusalem y se realizaron acciones de venganza y destrucción en el monte del templo. El gobierno bizantino no fue duradero. En el año 638 Jerusalem se rindió a los ejércitos de una nueva fuerza que aparece en la tarima de la historia – los árabes musulmanes.
En el siglo 7 E.C, Jerusalem fue marcada en la consciencia de la religión musulmana como la tercer ciudad santa, luego de Meka y Medina como objetivo de peregrinación. En la tradición del Islam el monte del templo es reconocido como el lugar donde Mahoma llegó “en las travesías nocturnas”.
En el primer año de la conquista de los musulmanes, los omeyas construyeron dos lugares religiosos destacables: la mezquita de El Aqsa y el Domo de la Roca. A los pies del monte del templo se estableció un reinado que incluía un palacio y grandes construcciones. Hubo una inestabilidad política y los abaseidas sucedieron a los omeyas (750-960). En la época de la dinastía abasida Jerusalem descendió en importancia.
En el año 969 la ciudad fue conquistada por los nuevos califas, los fatimidas chiitas, cuya capital era el Cairo. El gobierno fatimita construyó y alentó la construcción musulmana en Jerusalem y destruyó iglesias y obras de culto cristiano. Por la crisis económica y la falta de estabilidad que hubo en el gobierno, el asentamiento judío pudo establecerse en Jerusalem . La ieshiva de “Gaón Iaakov” era el centro religioso en la ciudad que también iluminó a los judíos egipcios y a tierras vecinas. Los judíos de la diáspora peregrinaron a Jerusalem en las festividades pero debido a la prohibición del gobierno de llegar hasta el Monte del Templo, se organizaron rezos en el monte de los Olivos, frente al monte del templo
Este día fue el fin del sitio que duró cinco semanas. Los cruzados masacraron a los musulmanes y judíos de la ciudad. Luego de 450 años de gobierno musulmán, Jerusalem volvió a ser capital del reino cruzado – “reinado de Jerusalem”.
Conquista de los aiubidas
Casi cien años los cruzados gobernaron Jerusalem, hasta que en la primavera de 1187 conquistó la ciudad Saladino Sultán de la dinastía aiubida, dirigente musulmán que devolvió la ciudad al islam.
Saladino marcó su sello en Jerusalem: trasformando iglesias en mezquitas, las campanas de las grandes iglesias fueron quitas, cruces y símbolos cristianos desaparecieron y las construcciones fueron purificadas con aceite de rosas especial.
La mezquita de El Aqsa se transformó en el lugar principal de oraciones. A ambos lados de la iglesia del Santo Sepulcro se establecieron mezquitas, una de ellas en honor a Omar, el primer conquistador de Jerusalem – que perdura hasta hoy día y la segunda a Saladino segundo conquistador de Jerusalem.
A los judíos les fue permitido volver a Jerusalem y en menos de una generación se establecieron en la ciudad comunidades de judíos provenientes de Magrav, Francia e Inglaterra junto a los habitantes del lugar.
La conquista cristiana
La perdida del reinado en Jerusalem convocó a los cristianos a una nueva partida de cruzados a la tierra de Israel. La tercer expedición de los cruzados estableció nuevamente el reinado cruzado (1192). En el año 1244, casi 150 años luego de la nueva conquista cristiana, finalizó el gobierno cruzado, con la conquista por medio de los mamelucos, nuevos gobernantes de Egipto.
Bajo el gobierno de los mamelucos Jerusalem preservó su importancia, a pesar de no se capital.
El siglo 19
A principios del siglo 19 Jerusalem era la capital de un pequeno distrito (Sanjak) y estaba bajo el mando general del departamento de Damasco. Su importancia era pobre y las actividades económicas eran insignificantes. La población se centralizaba en la ciudad vieja y contaba con 9000 almas, según esta división: 4000 musulmanes, 3000 cristianos y 2000 judíos.
En la ciudad vieja habían cinco barrios, musulmán, cristiano, armenio, mugrabi y judío. La situación de la ciudad era penosa: las callejuelas sucias, muchas casas estaban destruidas y la mortalidad era grande. Los judíos y cristianos se sentían minoría y les fueron decretadas limitaciones políticas, judiciales y religiosas.
El gran cambio
El gran cambio que se estableció en la ciudad comenzó con la conquista del general egipcio Ibrahim Falla (1833). El gobierno egipcio otorgó amplios derechos a la población no musulmana y a representantes europeos y abrió las puertas de Jerusalem para el mundo entero.
La influencia europea cambió la forma de vida: el correo era dirigido a través de consulados externos por ende se tornó en correos modernos, llegó la era de las diligencias, el reloj comenzó a contar las horas del día a partir de la media noche y no de la salida del sol, la lámpara y la nafta sustituyeron las velas de aceite. Estas eran las primeras senales de modernización en Jerusalem que tornó a la ciudad fanática musulmana en un centro político religioso europeo y en un lugar de interés para las grandes potencias.
La salida de las murallas
Luego de más de mil años se vivir amurallados, las murallas de la ciudad ya no delimitaban toda la ciudad. Comenzó el proceso de “la salida de las murallas” en el cual tomaron parte los judíos cristianos y musulmanes. Los judíos con la inspiración de Moshe Montefiori establecieron “Mishkenot Shaananim” (1860) y luego los siguientes barrios: “Majane Israel” (1868), Najalat Shiva (1869), Mea Shearim (1874). Este proceso comenzó en la segunda mitad del siglo 19 y continua en nuestros días.
En esta época aumentó el número de habitantes en la ciudad de algunos miles a decenas de miles. Se aplanaron caminos desde Iafo, Hebrón, Jericó, Shjem a Jerusalem y a fines del siglo se inauguró el ferrocarril de Iafo a Jerusalem.
Los primeros dos años y medio era un gobierno militar, que fue cambiado por un gobierno civil. Por primera vez luego de los cruzados Jerusalem era nuevamente la capital. La ciudad creció y se desarrolló, se pavimentaron calles y caminos y se construyeron barrios judíos y árabes. La construcción de un centro comercial y la apertura de la universidad Hebrea le otorgaron un tinte moderno a la ciudad. El gobierno británico se vio obligado a preocuparse por las necesidades de agua, alimentos e higiene de los habitantes de la ciudad.
En el transcurso del gobierno británico se aceleró el proceso de modernización, aumentó la cantidad de medios de transporte, se pavimentaron caminos y se crearon canerías desde las fuentes del Iarkon de Rosh Haain a la ciudad de Jerusalem. El crecimiento de la población aumentó la tensión de los judíos, árabes e ingleses, tensión que estuvo acompanada por derramamientos de sangre en 1920 y en 1929. La tensión llegó a su cúspide en noviembre de 1947, con la decisión de la O.N.U. de finalizar el período del mandato británico y convertir a Jerusalem en una ciudad internacional.
En 10 de diciembre de 1949 el gobierno de Israel decidió convertir a Jerusalem en la capital oficial del estado de Israel. David Ben Gurion declaró “Jerusalem es una parte inseparable del estado de Israel y es su eterna capital”.
En la Jerusalem occidental, capital de Israel se establecieron las instituciones del estado: la morada del presidente, la kneset, las oficinas de gobierno, establecimientos culturales y gubernamentales, el museo de Israel, Iad Vashem – museo del holocausto, el monte de Hertzel – cementerio de próceres israelíes y cementerio militar de los combatientes en las guerras de Israel.
En junio de 1967 estalló la guerra de los Seis Días. Las fuerzas de Tzaal penetraron al barrio judío por el portón de los León y se apoderaron de ella. La pared divisoria entre las dos partes de la ciudad que existió por diecinueve años fue derribada y Jerusalem con sus problemas y dificultades se convirtió en una sola ciudad. La montana del Templo y el Kotel Hamaarabi quedaban nuevamente bajo gobierno judío.
Casi todos los judíos apoyaron la unificación de Jerusalem y descartaron toda posibilidad de volver a la situación anterior. Los árabes residentes en Jerusalem y los jordanos, que gobernaban en Jerusalem oriental hasta principios de junio de 1967, y así también todos los estados árabes, no aceptaban el gobierno israelí en Jerusalem. Ellos declaraban que Jerusalem oriental debía volver a la brevedad posible a sus manos. Hussein el rey de Jordán declaró que su decisión de no ceder su reinado en Jerusalem es terminante.
La unificación de Jerusalem trajo consigo un gran impulso de desarrollo. Nuevos barrios se comenzaron a crear sobre las colinas que rodean la ciudad en el sur, este y norte. La construcción judía en cantidades respondía a las necesidad de una población judía en crecimiento, más no se descartaba la posibilidad de volver a dividir a Jerusalem. Para la expansión fueron necesarios extensos terrenos de árabes y judíos.
También el desarrollo de la construcción árabe en Jerusalem y su periferia tuvieron grandes consecuencias políticas – para los árabes como para judíos. Los focos de construcción árabe fueron en el norte entre Ramala y Shuaafat, Ba Raam, Kalandie y Bir Nabala, en el este de la ciudad El Azaria, Abu Dis y Isauia, en el sur la zona de Bet Zajur.
La restauración del barrio judío
Los años de conquista jordana fueron acompanados con la destrucción total del barrio judío en la ciudad vieja, que había existido cientos de años . Sinagogas, ieshivot, organizaciones públicas y casa particulares se transformaron en ruinas, con la intención de borrar todo recuerdo de vida judía del lugar.
Luego de la guerra de los Seis Días, el gobierno de Israel decidió restaurar el barrio con el propósito “de devolver la corona de anta?o”. Luego de grandes debates se decidió restaurar el barrio de una forma tradicional. Parte de las antiguas construcciones fueron remodeladas y otras fueron construidas desde su base pero guardando relación con el medio ambiente existente. Con la ayuda los presupuestos gubernamentales se restauraron 600 unidades de vivienda, sinagogas, ieshivot, y otras instituciones. A mediados de los años 80 se completó la construcción de la superficie del barrio judío. Los arquitectos disenaron también plazas y explanadas para los visitantes.
En seguida después de la guerra, fueron destruidas edificaciones que se encontraban cercanas al Muro de los Lamentos, para poder construir una gran explanada pública que pudiera albergar cientos de miles de peregrinos. Como símbolo de los restos de aquella época se encuentra la sinagoga “Tiferet Israel” (“Hajurba”) en sus ruinas. A diferencia de las cuatro sinagogas sefaraditas Iojanan Ben Zakai, Eliahu Hanavi, Haemtzai y la de Istambul que fueron restauradas.
La ciudad vieja – moderna, renovada como un museo abierto
Entre los lugares que se descubrieron en la última generación: la torre israelí – que era parte de la fortaleza norte de Jerusalem durante el primer templo, al lado se construyó una maqueta de la ciudad de dicha época.
El barrio herodeano – son los restos de una construcción en la que aparentemente vivían familias ricas del sacerdocio y demuestran el esplendor y la hermosura de Jerusalem en el período del segundo templo, sobre estos restos en el segundo piso, se construyó la ieshiva Hakotel.
La casa quemada – se encuentra en el sótano de una casa, es la restauración de una vivienda de la época del segundo templo, en ella se encontraron restos de cenizas y el brazo de una mujer extendido queriendo tomar una lanza, esto nos testimonia sobre el final de los días al caer la ciudad alta en manos de los romanos.
La reconstrucción destacable en la cual fueron utilizados restos arqueológicos para la nueva construcción es la del antiguo Cardo – una calle llena de columnas decoradas que dividían a Jerusalem romana y bizantina desde la puerta de Damasco al norte hasta el monte de Sion en el sur. Hoy en día se encuentran los restos arqueológicos en el Cardo y también funciona una galería comercial, tiendas y restaurantes.
A raíz de la unificación de la ciudad se construyó en la parte este una cantidad de edificaciones pertenecientes al gobierno, entre ellos el cuartel general de la policía, tribunal de alzada, cerca del monte Scopus se construyó un barrio y en el oficinas del estado. También se traslado la organización obrera a Jerusalem.
Otros lugares de gran importancia nacional están dispersados en Jerusalem.
En el monte de Hertzel el lugar donde está enterrado el visionario del estado judío y la parcela de los próceres de estado, cerca del cementerio militar central, se realizan los actos centrales del día de recuerdo a los caídos en las batallas de Tzaal y el acto del día de la independencia.
No lejos de ahí se encuentra “Iad Vashem” ubicado en el monte de recuerdo, lugar de recuerdo a los mártires del holocausto. Los visitantes de estado, ciudadanos del país, y turistas se encuentran con las más terribles de las desgracias que le acontecieron al pueblo judío. Cada año se realizan actos de recordación centrales en el día del holocausto y del heroísmo.
En los sótanos de la biblioteca nacional se encuentran escritos que testifican el espíritu del pueblo judío, y en sus salas estudian los jóvenes junto con intelectuales de avanzada edad.
En el museo de Israel y en el museo Artzot Hamikrah se encuentran restos arqueológicos de gran valor que testifican la pertenencia de la tierra de Israel a su pueblo hace más de 3000 años . En el museo de la ciencia cercano se encuentran colecciones para el conocimiento cultural en distintas áreas. Los certificados relacionados con la historia de la organización sionista y el asentimiento judío se encuentran en el archivo sionista central.
En Jerusalem se centralizan varias instituciones de estudio e investigación. Además de la universidad Hebrea se encuentran institutos, establecimientos de investigación en todos los campos: la academia nacional de ciencias, la academia de la lengua hebrea, Iad Itzjak ben Tzvi y otras.
Las ieshivot de Jerusalem ocupan un lugar importante en el mundo judío, las cuales absorben estudiantes de Israel y de la diáspora. Entre las más importantes se encuentran la ieshiva de “Mercaz Harav” que ensena y educa según los ideales del Rab Kuk, las ieshivot de Hebron y Mir – las grandes de las ieshivot lituanas, la ieshiva de “Porat Iosef” sefaradita y las ieshivot de Gur y Belz – establecimientos centrales de las ramas más importantes de los jasidim.
En Jerusalem de nuestros días se cumple la visión profética “Pues de Sion saldrá la Torá”. Se observa en la ciudad en la última generación un gran florecimiento de estudios mundanos y más aún de estudios sagrados y ciencias judías. No existió en la historia de Jerusalem tantos sabios como se pueden apreciar en esta época. Decenas de miles estudian en diferentes establecimientos – ultra ortodoxos, ortodoxos y modernos. La mayoría de los ciudadanos son israelíes pero hay también estudiantes que vienen de la diáspora a la ciudad para adquirir conocimientos de Torá y volver a sus lugares a expandir lo aprendido.
Y de esta manera se encuentran en Jerusalem distintos tipos de dirigentes espirituales – personalidades de diferentes ideas que pertenecen a diversas y hasta opuestas corrientes.
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