Guía de duelo

guia de abelutGUIA PARA DOLIENTES-UNA ORIENTACION ANTE EL FALLECIMIENTO

 

Rabino Eliahu Birnbaum

En la Eterna memoria de: RITA SUSANA LEWY Z”L

Dedicado con carino por sus padres y hermano.

“Dor olej vedor va vehaaretz leholam omedet…. Las
generaciones se suceden y únicamente la

tierra está establecida por siempre.” (Ecleciastés 1,4)

INDICE

Introducción Tziduk
Hadin, Hesped – ceremonia fúnebre
Oraciones y
meditaciones
Antes del
entierro
La
llegada a casa – la comida de condolencia
Meditación
antes del Kadish y Kadish en fonetica
Preparaciones
para el entierro

Los tres períodos de luto

Matzeva-
Lápida en memoria del difunto
Aninut-Entre la muerte y el entierro Shiva – la semana de luto Visitas al cementerio
Sobre
quién se observa el luto
Nijum
Avelim – la consolación de los deudos
Izkor – Oración de
recordación
Velatorio Shloshim Lecturas de reflexión
Cuando debe realizarse el entierro Avelut – doce meses de
luto
El hombre único – Rabino
Yosef D. Soloveitchik
Comunicación
a los parientes
Kadish El sentido de la vida y la muerte – Rabino Eliahu
Birnbaum
El entierro El significado del Kadish Fallecimiento y duelo – Rabino Jaim Halevy Donin
Z”L
Keriá – la
desgarradura de la ropa
Períodos de duelo y
recordación
Preparándose para la eternidad –
Rabino Arie Kaplan Z”L

 

Introducción

 

Hoy es un día muy triste para Usted.

No es nuestra intención interferir en sus sentimientos. Antes
bien, nos

gustaría orientarlo en las normas judías que enseñan cómo
debemos honrar

al ser querido en las etapas posteriores a su fallecimiento.

Las leyes a observar en materia de luto son numerosas y abarcan
una

amplia gama de situaciones (parentezco, edad, etc.) Esta guía no

pretende ser exhaustiva, por lo tanto, se menciona en ella sólo
lo

esencial. Cualquier consulta puntual será atendida en el
Rabinato.

Lejos del lenguaje halájico tradicional, este breve resumen fue

redactado en base a las dudas y preguntas que personas de la
Comunidad

presentaron en diferentes ocasiones. Ameno y didáctico quiere ser
su

lenguaje, así como directo y objetivo el abordaje de los
diferentes

temas. Esta guía está destinada a acompañarlo de la mano, a
quedar a su

lado en forma serena y suave como la voz del silencio.

Las normas que aquí se explican están entre nosotros desde hace

milenios, e implican un cambio en la rutina y los hábitos del
día a

día. Tal vez usted no este familiarizado con ellas, por lo que
esperamos

que lea este trabajo y, dentro de sus posibilidades, cumpla con
aquello

que le dicte su conciencia.

En nombre del Rabinato de la Comunidad Israelita del Uruguay,
nuestras

condolencias y la bendición tradicional a los enlutados:
“AMakom Ienajem

Etjem Betoj Shear Avelei Tzión Virushalaim Velo Tosifu Ledaava
Hod – Que

Dios les de consuelo junto a los dolientes del Pueblo de Israel y
no

sepan más de dolor.

Las observancias tradicionales judías relativas a la muerte y al
luto

cumplen con el propósito múltiple de recordar al fallecido,
honrar su

memoria exaltando en nombre de su alma al Creador y confortar a
los

enlutados.

Quiera Dios que, a través de la observancia de los rituales
fúnebres

destinados a la honra y el respeto debidos a los seres humanos sin
vida,

El torne realidad el versículo que dice:

“El suprimirá la muerte para siempre; El Eterno Dios
limpiará las

lágrimas de cada rostro”

Rabino Eliahu Birnbaum

ANTES DEL ENTIERRO

 

PREPARACIONES PARA EL ENTIERRO

 

Los familiares y amigos cercanos del fallecido tienen a su cargo
los

cuidados del cuerpo y su lavado (Tahará), los preparativos para
el

entierro, conseguir la mortaja mortuoria, el cajón y la
documentación

legal, así como ocuparse del velatorio y del propio entierro. En
estos

deberes religiosos sagrados, son secundados por personas que la

Comunidad destina para esta sagrada tarea.

ANINUT – ENTRE LA MUERTE Y EL ENTIERRO

 

Los momentos previos al entierro, conllevan sentimientos de

incertidumbre y desorientación. Son momentos en los cuales los

familiares no pueden aún asumir y aceptar la tragedia sucedida, y
se

encuentran “entre cielo y tierra”. Nuestra tradición es
sensible a esta

situación y libera a la persona de sus obligaciones religiosas
(mitzvot

hasé), para que pueda expresar plenamente sus sentimientos y
preparar lo

necesario para el entierro.

La persona que pierde uno de sus parientes cercanos sobre los
cuales

debe observar el luto se denomina Onén, desde el momento del

fallecimiento hasta finalizar el entierro.

El onen no debe comer en la habitación que ocupa el fallecido;
tampoco

debe comer carne, tomar vino, cortarse el pelo, trabajar ni
participar

en festejos.

SOBRE QUIEN SE OBSERVA EL LUTO

 

Los siete parientes por los cuales hombres y mujeres deben guardar
las

leyes de luto son:

Padre ó madre

Hijo ó hija

Hermano ó hermana (por parte de padre o madre)

Esposo ó esposa

El término Avel, “persona de luto” se aplica a personas
que perdieron a

uno de los familiares mencionados (incluyendo a medios hermanos y

hermanas).

VELATORIO

 

Es deber acompañar al muerto (Halvaiat hamet ) en el velatorio y
la

sepultura, en señal de respeto por el fallecido y consuelo para

familiares (Guemilut jasadim )

Hasta la sepultura, debe dejarse que los enlutados dejen aflorar
su

aflicción y dolor, y no se deben ofrecer condolencias.

En el recinto en el que se encuentra el cuerpo se debe encender
dos

velas que se mantendrán encendidas hasta la salida del ataúd.

Las personas deben leer Salmos dedicados al alma del fallecido,

mencionar las virtudes y las buenas obras que realizó, y mantener
un

ambiente de circunspección y sobriedad. No se debe comer, fumar o

mantener conversaciones sin importancia en la habitación en que
se

encuentra el fallecido.

Exhibir al muerto se considera deshonroso y falto de respeto. Por

consiguiente, durante el velatorio el cuerpo permanece cubierto.

En lo concerniente al envío de flores, éste es un procedimiento
que no

se acostumbra en el judaísmo. Las flores o coronas de flores que
por

ventura fuesen enviadas para honrar al fallecido (principalmente
por

personas no judías) deben ser aceptadas, pero no se las debe
colocar

sobre el cajón ni llevar al cementerio; deben ser colocadas en
una sala

próxima al lugar del velatorio.

Asistir a un funeral y acompañar los restos mortales hasta el
cementerio

es una de las mayores mitzvot de nuestra religión.

Acompañar al cortejo fúnebre (Levaiá) y llevar al muerto a su
última

morada es un deber tan sagrado que incluso permite, en algunos
casos,

interrumpir el cumplimiento de otros preceptos religiosos.

¿CUANDO DEBE REALIZARSE EL ENTIERRO?

 

Es de suma importancia que el entierro sea realizado lo antes
posible.

El servicio del velatorio y el entierro deben acontecer lo más
rápido

posible después del fallecimiento, preferentemente el mismo día.
Sin

embargo, en caso de necesitar su postergación por motivos
especiales

debe consultarse primero a un rabino.

La postergación del entierro hasta el día siguiente, sólo es
permitido

si su objetivo es honrar al fallecido, o aguardar la llegada de

parientes cercanos que vienen de países distantes, o por causa de

Shabat, de un Iom Tov; o a fin de enterrarlo en la Tierra de
Israel.

En caso de fallecimiento en viernes (víspera de Shabat), después
de

determinado horario, el entierro es pospuesto para el domingo; en
caso

de Iom Tov, para el segundo día de Iom Tov.

COMUNICACION A LOS PARIENTES

 

Se comunica a los hijos el fallecimiento de sus padres inclusive
si

están en el exterior. Se procede así para que los hijos puedan
decir el

Kadish.

El aviso debe ser hecho de manera de evitar impresiones fuertes.

Se recomienda no avisar a los parientes enfermos, o hacerlo con

asesoramiento médico y tomando todas las precauciones que sean
del caso.

No en todos los casos es necesario participar inmediatamente a los
hijos

o familiares de un fallecimiento, por cualquier consulta sobre el
tema,

sirvase dirigirse al Rabinato.

EL ENTIERRO

 

LLEGADA AL CEMENTERIO

Llegando al cementerio, el cortejo se dirige al Bet-Tahará (Casa
de

Purificación), en el caso de que el cuerpo no haya sido aún
lavado y

purificado.

Es aconsejable que sean amigos del difunto quienes lo carguen
desde el

coche fúnebre hasta la sala de purificación.

KERIA – LA DESGARRADURA DE LA ROPA

Rasgar la ropa (Keriá) que se esta usando, es la manera religiosa
de

expresar la amargura por la pérdida de un ser querido. Es una
antigua y

tradicional señal de luto entre los judíos, y se remonta a los
tiempos

bíblicos: “Y rasgó Yaacov sus ropas…y se enlutó por su
hijo (Yosef)

muchos días.” (Génesis 37, 34)

Keriá es una expresión externa de las emociones interiores de
aquel que

está de luto. Han arrancado de la vida a un ser querido: han
creado un

vacío.

La Keriá es obligatoria para los siete parientes nombrados
anteriormente

(padre ó madre, hijo ó hija, hermano ó hermana, esposa/o) y
debe ser

hecha de pie.

Por la muerte del padre o madre, se acostumbra hacer la Keriá en
el lado

izquierdo, a fin de descubrir el corazón.

Por la muerte de los demás parientes, se acostumbra hacer la
Keriá en el

lado derecho.

Jóvenes menores de trece años, o niñas menores de doce años,
deben

también rasgar sus vestimentas cuando poseen la madurez emocional

necesaria para comprender la pérdida familiar.

El oficiante de la ceremonia inicia un corte vertical en la ropa
del

enlutado con una gilette o una tijera, y éste, con la mano,
continúa el

corte algunos centímetros mas. Cuando se realiza la Kería a una
mujer,

debe ser otra mujer quien inicie el corte de la ropa.

Mientras realizamos la Keriá, en señal de aceptación al juicio
Divino

que nos ha apartado de nuestro ser amado, recitamos la siguiente

bendición : Baruj Atá Adonay Eloheinu Mélej Ha-Olam Daián
Ha-Emeth.

Alabado seas Tu, Oh Señor nuestro Dios. Rey del Universo,
verdadero

Juez.

El difunto Dr. Joseph H. Hertz, Gran Rabino del Imperio
Británico,

señaló lo siguiente sobre la costumbre de la Kería:

“Según una antigua costumbre judía, la ceremonia en que
rasgamos

nuestras prendas debe realizarse de pie, ante nuestro ser más
querido

que yace frente a nosotros. Esto nos enseña que debemos
sobreponernos a

nuestro dolor con la frente en alto. Quizás el futuro sea
incierto,

oculto a los ojos de los mortales, pero no la forma en que debemos

enfrentarlo. No tiene sentido maldecir la vida, rebelarse contra
un

destino que ha marcado nuestras vidas con momentos desagradables.
No

podemos establecer los términos de la vida. Esta debe aceptarse
como se

presenta. Pero aunque los términos de nuestra vida sean duros, la
vida

nunca nos ha dictado el deshonor, la injusticia, maldad o
impiedad”.

TAHARA – PREPARACION DEL DIFUNTO PARA EL ENTIERRO

Nuestra tradición enseña que el cuerpo del ser humano, (que ha
sido

creado a “imagen y semejanza de Dios”), debe ser tratado
con respeto

durante su vida y también después de su muerte. Es por este
motivo que

el fallecido debe ser preparado para el entierro según nuestra
milenaria

tradición, recibiendo así el respeto que merece.

Primero, la Jevrá Kadishá debe realizar la preparación ritual
del

cuerpo, conocida como Tahará (purificación). Esta consiste en
lavar el

cuerpo y luego vertir sobre él un flujo de agua en simbolo de

purificación.

El respeto por el difunto y por la dignidad humana exigen que los
restos

descansen en un estado de profunda limpieza física.

Después de la Tahará se viste al difunto con los Tajrijim,
(mortajas

blancas) y para un hombre, se coloca sobre los tajrijim el Talit
(manto

de oraciones) que usó en vida.

Las mortajas señalan la igualdad absoluta que existe entre todos
los

seres humanos en el momento de la muerte. De este modo, no se
perciben

diferencias entre ricos y pobres en el momento de despedirse de
nuestro

mundo.

Es costumbre envolver a los hombres fallecidos en el Talit que lo

acompañó durante su vida. En caso de que la persona no posea un
Talit,

se puede conseguir o adquirir otro para el entierro.

TZIDUK HADIN, HESPED – CEREMONIA FUNEBRE

 

Después de la purificación del cuerpo se lleva a cabo una breve

ceremonia antes de continuar con el entierro.

Para comenzar, se pronuncia Tziduk HaDín (la aceptación de la
Justicia

del decreto Divino),oración en la que reafirmamos nuestra fe en
Dios,

reconocemos haber aceptado Su Juicio, así como que aceptamos que
Dios es

el que otorga la vida y es quien ordena la muerte de la persona.

En esta ocasión, es costumbre que el Rabino de la Comunidad
pronuncie

reflexiones sobre el tema de la muerte y sobre la persona
fallecida.

En días festivos o en víspera de Shabat y Iom Tov, esta oración
se

omite.

LEVAIA – EN CAMINO AL SEPELIO – LA PROCESION FUNEBRE

En camino al lugar de descanso eterno de la persona fallecida, se
recita

el Salmo 91 y la procesión se detiene siete veces según la
costumbre de

muchas comunidades antes de alcanzar el lugar escogido. La
procesión se

realiza como signo de respeto hacia el difunto y expresión del
dolor que

se siente al separarse de él.

Es muy meritorio que el ataúd sea llevado hasta la fosa por
amigos y

familiares que apreciaron al fallecido, y que quieran brindarle
los

máximos honores en estos momentos.

Se procede con lentitud como demostración del dolor producido por
la

muerte del ser querido, intentando retener la despedida cercana.

KEVURA – LA SEPULTURA

La obligación de enterrar a los muertos en la tierra tiene su
origen en

la Biblia: “…pues polvo eres y al polvo volverás”.
(Bereshit, Génesis

II:19) La ley judía prohíbe los entierros en mausoleos y las

cremaciones.

Al llegar los familiares y amigos al lugar escogido, debe bajarse

inmediatamente el ataúd dentro de la fosa. Los presentes, como

demostración de solidaridad judía en honra del fallecido, ayudan
a

llenar la fosa; muestran de este modo su respeto, tanto por el
difunto

como por quienes están de duelo por su muerte.

Las personas que están echando tierra en la sepultura deben tener

cuidado de no pasarse la pala de mano en mano, sino que deben
dejarla en

la tierra para que la otra persona la tome de allí, con esto se

simboliza la voluntad de no transmitir desgracias a otra persona.

Una vez que se ha terminado de llenar la tumba se pronuncian
capítulos

de Salmos y oraciones alusivas. Luego quienes están de duelo
recitan el

Kadish. A continuación el oficiante pronuncia la oración
rememorativa,

El Malé Rajamim (excepto en los días en los cuales las súplicas
no son

recitadas).

Es costumbre que el oficiante pida, en nombre de la Jevrá
Kadishá y de

todos aquellos que se ocuparon del fallecido, disculpas por
cualquier

falta que involuntariamente se hayan cometido en el proceso de

preparación para el entierro.

Se acostumbra colocar una pequeña piedra o un puñado de tierra
sobre la

sepultura y despedirse del muerto antes de retirarse.

SALIDA DEL CEMENTERIO

Antes de salir del cementerio, los avelim, (enlutados) deben
recibir el

primer consuelo, como símbolo del comienzo del período de Shiva.
Los

dolientes se sientan en un banco bajo, mientras los asistentes
pasan

delante de ellos y pronuncian las palabras de consuelo
tradicional:

“AMakom Ienajem Etjem Betoj Shear Avelei Tzión Virushalaim
Velo Tosifu

Ledaava Hod – Que Dios les de consuelo junto a los dolientes del
Pueblo

de Israel y no sepan más de dolor.

A la salida del cementerio, en cualquier ocasión, debe procederse
al

lavado de manos ritual, (Netilat Iadaim). Se llena un vaso o una

jarra con agua y se la vierte primero sobre la mano derecha y
después

sobre la mano izquierda, tres veces sucesivamente hasta vaciar la
jarra.

De este modo se aleja simbólicamente la impureza creada por el
contacto

con la muerte.

LA LLEGADA A LA CASA – LA COMIDA DE CONDOLENCIA

 

Al volver del cementerio, los familiares de luto se sacan los
zapatos y

se sientan en sillas bajas o en el piso.

La primer comida de los deudos, debe ser proporcionada por sus
vecinos o

amigos y no debe componerse de alimentos que se encuentren en la
casa de

quien está de duelo.

Los parientes y amigos acostumbran a preparar una comida liviana,
para

que quienes están de duelo coman algo a la vuelta del cementerio.
De

hecho, la preparación de ésta Seudat Havrahá (comida) es una
mitzvá

importante y una obligación religiosa.

El motivo de esta comida, es que una persona que ha sufrido una

desgracia, sienta que está acompañado de amigos y vecinos
quienes le

brindan consuelo y ayuda.

LA ELABORACION DEL DUELO

 

LOS TRES PERIODOS DE LUTO

 

Luego del entierro comienzan a regir para los siete parientes las
leyes

de luto.

La ley judía estipula tres períodos sucesivos de luto, que van

disminuyendo gradualmente de intensidad. Ellos son: Shivá,
Shloshim y

Avelut.

Shivá comprende los siete primeros días de duelo; Shloshim
abarca los

primeros treinta días después de la muerte. El tercer
período(Avelut),

se extiende a los doce meses hebreos desde una muerte.

La llegada de una festividad (Iom Tov) en el transcurso de los
períodos

de luto altera la cuenta normal de estas etapas. En caso de ser

necesario, se debe consultar al respecto con una autoridad
rabínica.

SHIVA – LA SEMANA DE LUTO

 

El primer período es la Shivá y comprende los siete primeros
días del

luto, inmediatamente después del entierro; sirve para ayudar a
las

personas enlutadas a enfrentar el fallecimiento acontecido.
Durante

estos días los pensamientos de los dolientes se concentran en la
memoria

de los seres queridos.

Los deudos no deben abandonar su casa salvo por asuntos de gran

urgencia.

La forma más apropiada de observar la shivá es que la familia
esté

reunida en la casa del fallecido. Sin embargo, esto no es
obligatorio, y

los miembros de la familia pueden guardar el luto en cualquier
otro

lugar, inclusive por separado en sus propias casas, según las

circunstancias.

LAS COSTUMBRES EN LA CASA DEL DOLIENTE

Al volver del cementerio, los familiares de luto se sacan los
zapatos.

Es costumbre usar zapatos de tela o lona y no de cuero. Los
enlutados no

se sientan en sillas de altura normal sino que se sientan en
bancos

bajos (hasta 30 cm. del piso) o sobre almohadones en el piso. De
esta

costumbre se originó la expresión “sentar shivá”

Asimismo, durante la Shivá debe mantenerse una vela encendida y
todos

los espejos de la casa deben ser tapados, señalando que durante
los días

de Shivá no dedicamos esfuerzo e interés a nuestro cuerpo sino a
la

memoria del fallecido. El encender una vela en memoria del difunto
es

una antigua costumbre judía para acompañar simbólicamente el
alma del

fallecido.

Una de las costumbres que caracterizan la casa de Shivá es que se
deja

la puerta abierta. Esto se hace en señal de que familiares y
amigos

pueden entrar a consolar al deudo sin tener necesidad de
molestarlo para

que abra la puerta.

Durante los siete días de luto no se realiza trabajo alguno (los

profesionales que puedan verse gravemente dañados por la
interrupción de

su trabajo deben consultar con el rabino; pues existen atenuantes
para

los diferentes casos).

En estos días no se visten ropas nuevas, no se corta el cabello y
la

barba, no se mantienen relaciones íntimas y no se untan unguentos
con el

objeto de crear un ambiente diferente que permita percibir la
tristeza

de la muerte sucedida.

Durante la Shivá no se aconseja discutir las cuestiones de
herencia o

testamento, así como retirar de la casa del fallecido cualquiera
de sus

pertenencias; definitivamente, éste no es el momento para
hacerlo.

LOS REZOS DURANTE LA SHIVA

Es Mitzvá organizar en casa de los enlutados un Minián para
recitar el

Kadish tres veces por día: Shajarit, Minjá y Maariv. De no ser
posible

reunir diez adultos en la casa para formar un Minián, el enlutado
puede

trasladarse a la Sinagoga para orar y pronunciar el Kadish.

En nuestra Comunidad sugerimos a las familias de duelo que
participen en

los rezos de la Sinagoga de la Kehilá, de tal modo que sea
posible

orientar y guiarlos en todo lo necesario, así como realizar un
estudio

en memoria y mérito de la persona fallecida durante todos los
días de la

Shivá.

Las familias que realizan los rezos correspondientes en la casa
del

fallecido en horas de la tarde, pueden participar de los rezos
matutinos

en la Sinagoga.

En ocasión de realizarse los rezos en la casa de Shivá, es
costumbre

compartir un breve estudio de Torá en memoria del fallecido. Se
estima

que el estudio es un mérito para la elevación del alma de la
persona

fallecida. Esto convierte a la reunión en el hogar del fallecido
en una

experiencia espiritual adecuada a la situación emocional en la
que se

encuentran los enlutados.

SHABAT EN EL PERIODO DE LA SHIVA

Dos horas antes de la entrada del Shabat cesa el luto; los
enlutados

deben cambiar su ropa, calzarse los zapatos e ir a la sinagoga. El

Kadish sigue siendo recitado.

Los aspectos externos y públicos del duelo son suspendidos, y los

enlutados pueden prepararse para recibir el Shabat, pues está
prohibido

demostrar señales de luto, aunque el Shabat se cuente normalmente
como

uno de los siete días.

Los enlutados por lo tanto, deben calzar zapatos de cuero,
cambiarse la

ropa rasgada y vestir ropa de Shabat normalmente, salir de la casa
para

ir a la Sinagoga, sentarse en sillas normales y saludar a todos
con el

“Shabat Shalom”; las mujeres no deben olvidar el
encendido de las velas

de Shabat.

El día sabado está incluido en la cuenta total de los siete
días de

duelo.

En Motzei-Shabat se vuelve al luto despues de la Havdala.

En nuestra Comunidad, es costumbre que los familiares y amigos del

fallecido participen en los rezos de Kabalat Shabat en la Kehilá
con el

fin de reunirse y pronunciar el Kadish. En dicha ocasión, el
Rabino

hace una breve mención a la persona fallecida.

FINALIZACION DE LA SHIVA

Para el recuento de los siete días se cuenta el día del entierro
como un

día completo, siempre que éste haya sido llevado a cabo como
corresponde

y que la Shivá comience antes de la puesta del sol. En el
séptimo día se

concluye Shivá justo después del servicio de la mañana. Así,
si el

entierro fue por ejemplo un lunes, el período de Shivá se
completa el

domingo siguiente en la mañana.

El séptimo día después del rezo matutino (Shajarit), la familia
sienta

shivá por última vez y los presentes les ofrecen sus palabras de

consuelo, se les ofrece una mano y se les ordena levantarse y
terminar

la shivá. Es costumbre que el Rabino u otro dignatario los
levante de la

Shivá y que, al levantarse, los enlutados salgan a la calle por
unos

minutos, simbolizando que acompañan el alma del fallecido al
final del

primer período de duelo y se integran nuevamente a la sociedad.

Está permitido, visitar la tumba del familiar fallecido al
finalizar la

Shivá. (aun así, debe cosiderarse que hasta esa fecha aun no
esta

preparado el marco de cemento que cubre la fosa durante los
primeros

meses hasta la colocación de la Matzevá).

NIJUM AVELIM – LA CONSOLACION DE LOS DEUDOS

 

La preocupación por el bienestar mental, espiritual y emocional
de los

enlutados, y la necesidad de consolarlos, es un deber fundamental
en el

judaísmo. Por lo tanto,es un deber moral y religioso visitar a
los

deudos durante los primeros siete días y presentarles consuelo y

participación en su dolor.

La tradición aconseja que el visitante no debe empezar la
conversación

con los enlutados, aguardando a que éstos lo hagan.

Es adecuado hablar del fallecido y recordar las buenas cualidades
que lo

hicieron tan querido para quienes lo conocían. Los que
deliberadamente

evitan mencionar al fallecido, creyendo que así ayudan al
enlutado a

olvidar su dolor, desconocen la sicología de la aflicción.
Hablar sobre

trivialidades durante la visita representa menor consuelo que
hablar

sobre el fallecido.

Antes de abandonar la casa de los enlutados, se pronuncia el
consuelo

tradicional:

HaMakom Ienajem Otjá/otaj/otjem betoj shear avelei Tzion
veIerushalaim

Velo Tosifu Ledahavá Hod.

“Que Dios le/s de consuelo junto con todos los dolientes del
Pueblo de

Israel y no sepan más de dolor”

Se pronuncian estas palabras especiales de consuelo para recordar
a los

que están de luto que no pueden dejarse llevar por su dolor al
punto de

olvidar que son miembros de un pueblo que a pesar de que sufrió
grandes

tragedias, siempre tuvo la fortaleza y la ayuda necesaria para

sobreponerse y continuar su destino. Así debe hacerlo el enlutado

también.

De no ser posible visitar personalmente al enlutado, es de suma

importancia ofrecer una palabra de consuelo por teléfono o por
escrito;

esto permitirá que el doliente sienta el apoyo que tiene de sus

familiares y amigos.

SHLOSHIM

 

Después de Shivá, quienes están de duelo entran en la etapa de
Shloshim

que culmina en el trigésimo día a partir del entierro. En este
período,

los enlutados reinician sus actividades normales, aunque siguen

privándose de algunas cosas, en señal de respeto y de dolor.
Durante los

Shloshim comienzan a llevar una vida normal y vuelven a sus
trabajos.

Sin embargo, no puede aún cortarse el cabello ni asistir a
fiestas o

celebraciónes de ningún tipo.

En caso que el doliente deba participar en una fiesta familiar
como un

casamiento, sugerimos consultar con el rabino.

FINALIZACION DE SHLOSHIM

En la noche del día 30, se realiza una Hazkará en la Sinagoga,
(In

Memoriam) que incluye Tfilat Arvit, estudio de Mishná, Kadish y
“El

Male Rajamim”. Averigue el horario de las oraciones en la
semana

destinada y avise telefónicamente a las oficinas del Rabinato
acerca de

su participación en los rezos.

Tradicionalmente se visita el túmulo en el día 30. Después de
ese día el

luto deja de ser obligatorio, a no ser en caso de fallecimiento
del

padre o de la madre.

Al aproximarse la fecha de los Shloshim, comuníquese con las
oficinas de

la Kehilá con el objeto de coordinar la fecha y el horario en el
cual se

realizará la ceremonia religiosa en el cementerio. La Kehilá se
ocupará

de enviar un oficiante para que los oriente y acompañe en esta
ocasión.

Si por algun motivo no se mantiene la pronunciación del Kadish
por el

ser querido en forma periódica, es de suma importancia y valor su

pronunciación la noche anterior al día de los shloshim y el
mismo día.

AVELUT – DOCE MESES DE LUTO

 

El tercer período de luto, observado exclusivamente por la muerte
del

padre o de la madre, es conocido como Avelut (“luto”).
Este se inicia al

salir el sol del trigésimo día a partir del entierro (Shloshim)
y se

extiende por doce meses (hebreos), hasta el primer aniversario del

fallecimiento (y no del entierro).

Terminados los doce meses, está prohibido continuar prácticas o

abstenciones que simbolicen una continuación del luto. El
judaísmo es

riguroso al restringir el luto a determinados períodos. El pesar

excesivo es considerado como falta de confianza en Dios. Se
considera

natural y deseable que, con el tiempo, desaparezca la amargura
causada

por la muerte.

KADISH

EL SIGNIFICADO DEL KADISH

Una de las tradiciones más cuidadas y significativas en nuestro
Pueblo

es la pronunciación del Kadish. Nuestra fe nos enseña que a
pesar de la

separación fisíca tenemos la posibilidad de continuar actuando
en

beneficio de la persona fallecida por medio de la pronunciación
del

Kadish.

 

Al pronunciar las palabras del Kadish los sobrevivientes se
comprometen

con la memoria del difunto y confirman el hecho de que la vida
debe

seguir su curso, asegurando así al alma del difunto que la vida
no

cesará por su fallecimiento. Continuarán luchando por la verdad,
la

justicia, la piedad y por todos los objetivos más nobles de la
vida, de

manera que la vida del difunto se considere como una contribución
eterna

a la humanidad y que no haya sido en vano.

La tradición judía nos ha enseñado que debemos honrar a
nuestros padres,

incluso después de su muerte. Cuando un hijo dice Kadish todos
los días

en los servicios de la Sinagoga durante once meses, honra a su
difunto

padre o madre.

El Kadish es una plegaria en honor a los fallecidos. Su
recitación por

el viviente es un factor para la redención del alma del difunto.
Si los

hijos del padre recientemente fallecido se levantan para
Santificar en

público el Nombre de Dios, ello redundará en mérito del muerto.
El

juicio Divino sobre la persona fallecida toma en cuenta el acto de
sus

hijos. De este modo “el hijo logra absolver al padre”
(Sanhedrín 104 a).

Por lo tanto, el Kadish es un modo de que los hijos puedan
continuar

demostrando su respeto y atención a sus padres, aún después de

fallecidos. Ello concuerda absolutamente con el Mandamiento de
“Honrarás

a tu padre y a tu madre”, precepto éste que rige mientras
los padres

están vivos y presentes igual que cuando no lo están.

El Kadish es por su esencia, una oración pública. No se lo
recita cuando

uno reza solo. Si no se cuenta con el número mínimo de judíos
que

constituyen una congregación (minian, quórum), falta el
carácter público

de la Santificación del Nombre de Dios.

En la Sinagoga de la Kehilá se realizan rezos diarios. Ud. está
invitado

a participar y pronunciar el Kadish por su ser querido. Nosotros
nos

ocuparemos de orientarlo y enseñarle lo necesario para que se
sienta

cómodo. (Ud. recibirá el texto del Kadish, en hebreo o en
fonética, de

acuerdo a su necesidad).

QUIEN DEBE RECITAR EL KADISH

La obligación prioritaria de este acto de reverencia recae sobre
el/los

hijo/s hombre/s por la muerte de sus padres,aún cuando este/os no
haya/n

llegado a los 13 años (Bar mitzvá)

Si la persona fallecida no tuviera hijos, la obligación recae
entonces

sobre su padre, si este estuviera vivo. Si fuera fallecido, los
hermanos

deben rezar el Kadish.

No existiendo ninguno de esos parientes, el marido o un yerno
podrán

recitar el Kadish si los padres de éste hubieran fallecido o si
lo

autoriza un rabino en tal sentido.

En caso de no tener el fallecido/a hijos varones y las hijas
quieran

cumplir con el precepto de pronunciar el Kadish, agradecemos
dirigirse

al Rabino para recibir la orientación correspondiente.

En caso de que el fallecido no haya dejado a alguien que diga el

Kadish, se puede solicitar los servicios de una persona para
recitar

el Kadish en su memoria.

HASTA CUANDO SE RECITA EL KADISH

El Kadish debe ser recitado diariamente (inclusive en Shabat y

festividades) en los tres servicios religiosos (Shajarit, Minjá y
Arvit)

durante 11 meses, contados desde el día del entierro. El último
mes se

continúa acompañando los rezos en la Sinagoga y se pronuncia
Kadish

DeRabanán.

PERIODOS DE DUELO Y RECORDACION

 

YURTZAIT

La fecha del fallecimiento de los padres es recordada anualmente a

través de algunas prácticas religiosas. Esta fecha representa
para el

alma la posibilidad de elevación, y es observada con cariño y
respeto

por los hijos de los fallecidos.

En el primer año, el Yurtzait coincide con el día de la
finalización del

período de los doce meses; ésto es: si el entierro ocurrió dos
o más

días después del fallecimiento, el primer Yurtzait será en el
primer

aniversario del entierro (cuando se cierra el período de los doce

meses); en los años siguientes, la fecha a ser recordada será la
del

fallecimiento.

El Yurtzait es siempre la fecha del calendario hebreo que
corresponde al

día del fallecimiento.

Como todas las observancias religiosas, el Yurtzait debe
conmemorarse

desde que el sol se pone la tarde anterior hasta la puesta del sol
al

día siguiente.

El Yurtzait es una ocasión en que recordamos nuestra deuda para
con el

pasado y nos preocupamos de mantener vivo el recuerdo de nuestros

difuntos contribuyendo profundamente al cumplimiento de los
ideales de

nuestra herencia.

Este día está especialmente indicado para realizar buenas
acciones,

actos de solidaridad humana y contribuciones para caridad, en
mérito al

alma del fallecido.

Se acostumbra visitar el túmulo en el día del Yurtzait y recitar
los

Salmos 33, 16, 17, 72, 91, 104, 130.

Si se ignora la fecha del fallecimiento, se debe escoger una fecha

cualquiera y fijarla anualmente como el día del Yurtzait. Una
persona

que olvidó recitar el Kadish en el día del Yurtzait deberá
compensarlo

recitándolo cualquier otro día.

Si la persona que debe pronunciar el Kadish no puede participar en
los

rezos en la Sinagoga, ya sea por motivos de salud o fuerza mayor,
debe

encomendarle a un conocido o familiar que lo recite en su lugar.
De no

ser posible, lo deberá pronunciar visitando la sinagoga en la
primer

ocasión que le sea posible.

El Yurtzait se observa de la manera siguiente:

Se enciende en el hogar una luz o vela conmemorativa especial
durante

todo el período comprendido entre ambas puestas de sol
(venticuatro

horas).

Se permite utilizar lámparas recordatorias eléctricas, aunque la

costumbre indica encender una vela.

Los hijos del difunto dicen Kadish en los tres servicios diarios,

teniendo siempre presente el significado del Kadish.

Uno debe dedicar al menos una hora del Yurtzait al estudio de
literatura

judía sagrada como la Torá y la Mishná u otros libros que
iluminen las

enseñanzas e importancia de nuestra fe.

También prevalece la costumbre de visitar la tumba del difunto en
el

Yurtzait o días anteriores. Existen libros especiales con las
oraciones

correspondientes, algunas de las cuales están al final de este
libro.

En el Shabat anterior al Yurtzait, el hombre que lo observa suele
ser

honrado con una Aliá a la Torá. Si fuese posible, debe entonar
la

Haftará. También debe recibir una Aliá si el Yurtzait cae en un
día en

que se lea la Torá.

En nuestra Kehilá recibimos diariamente a personas y familias que

cumplen con el sagrado compromiso de recordar y respetar la
memoria de

padres y familiares por medio de la pronunciación del Kadish en
la

Sinagoga. Cada día se dedica el estudio que se realiza en el
intervalo

entre Minjá y Arvit a la memoria de las personas cuyo aniversario
del

fallecimiento se está cumpliendo.

Si visita la Sinagoga con motivo de un Yurtzait familiar,
acérquese al

Rabino y comunique su intención de honrar la memoria de ese ser
querido.

MATZEVA – LAPIDA EN MEMORIA DEL DIFUNTO

 

Una de las costumbres más antiguas en nuestra tradición es la de
señalar

el lugar del entierro de una persona con una Matzevá. Este
precepto

tiene un doble sentido: que la persona fallecida descanse en paz y
que

los vivos tengan un lugar de recuerdo e identificación con la
persona

fallecida.

La lápida puede edificarse en cualquier momento después de la
Shivá. En

diferentes comunidades acostumbran esperar un año antes de
hacerlo, sin

embargo, es posible colocar la lápida tan pronto como se pueda
para así

honrar al difunto. Aquellos que acostumbran a esperar 12 meses,
alegan

que durante el primer año el fallecido está presente de manera

permanente en el corazón de la familia.

En nuestra Comunidad es costumbre colocar e inaugurar la matzeva
al

finalizar los 12 meses después del fallecimiento. Si por
diferentes

motivos la familia debiera adelantar esta fecha, sugerimos
coordinar el

tema con el Rabinato de la Comunidad.

Nuestros sabios aconsejan simplicidad (y no ostentación) en la

confección de la lápida. En ella debe estar grabado o escrito el
nombre

del fallecido/a y el nombre de su padre, si era Cohen o Leví, la
fecha

de nacimiento por el calendario hebreo y el acróstico · que

significa: “Que su alma esté ligada a la corriente de vida
eterna”

Se acostumbra escribir palabras alusivas a las principales

características que tenía la persona en vida, con el fin de que
ellas

inspiren los sentimientos de quienes visitan su tumba.

Aunque la leyenda sobre el difunto puede escribirse en cualquier
idioma,

debe también inscribirse en la lápida el nombre hebreo del
difunto y de

su padre así como la fecha del Yurtzait.

Se acostumbra hacer un servicio al inaugurar una lápida con el
fin de

dedicarla a la memoria de la persona fallecida. Se leen salmos

específicos, se ofrece una donación en nombre del difunto y se
pronuncia

el Kadish y El Malé Rajamim. Por ello es necesario que haya al
menos un

“Minian” (diez hombres) presentes.

El día en que se inaugura la Matzeva, se debe pronunciar Kadish
en la

sinagoga, al igual que la noche anterior.

VISITAS AL CEMENTERIO

 

Se remonta a la época de los patriarcas la costumbre de visitar
el

túmulo de los familiares fallecidos. Según la Kabalá, el alma
del

fallecido es confortada espiritualmente cuando sus hijos,
familiares o

amigos llegan hasta su lugar de descanso a orar por ella y por su

reposo.

Se debe entrar al cementerio con la cabeza cubierta y vestido

decorosamente (inclusive en los cálidos días de verano), con el
debido

respeto y sentido de reverencia.

Tradicionalmente se visita la tumba del fallecido al finalizar la
Shivá,

en el día de los Shloshim y anualmente en el día del Yurtzait

(aniversario de fallecimiento). También se acostumbra visitar el

cementerio en vísperas de Rosh Hashaná y Yom Kipur.

A partir del septimo día que finaliza la Shivá se puede visitar
el lugar

de descanso durante todo el año. (la costumbre de no visitar la
tumba

durante el primer año no tiene su orígen en la Halajá).

Si los días de visita coinciden con alguna festividad religiosa,
se

debeentonces adelantar la visita.

Es de suma importancia que la persona que visite a su ser querido
en el

cementerio, dedique meditaciones y reflexiones a la persona
fallecida y

a su propia vida. Asimismo, que pronuncie algunas oraciones en su

memoria con sus propios medios. Las oraciones deben ser dirigidas
a Dios

y no al fallecido. Adjuntamos al final del libro algunas oraciones
para

ser pronunciadas cuando se visita la tumba de familiares y amigos.

Cuando una persona se encuentra en el cementerio acompañando un
entierro

o un momento de recordación de un familiar o amigo, le está
permitido

visitar las tumbas de sus familiares. Algunos acostumbran no
visitar

otras tumbas cuando vienen especialmente a visitar la Matzevá del
padre

o la madre en señal de respeto.

Al salir del cementerio, se debe realizar el lavado de manos
ritual,

vertiendo tres veces agua sobre cada mano.

IZKOR – ORACION DE RECORDACION

 

Es costumbre recitar el Izkor (oraciones conmemorativas) por los

difuntos cuatro veces al año: en Iom Kipur, el octavo día de
Sucot

(Shemini Atzeret), el segundo día de Shavuot y el último día de
Pésaj.

Es obligación de por vida que los hijos, hombres y mujeres,
pronuncien

el Izkor en memoria de sus padres.

Al recitar el Izkor por el alma de los extintos, efectuamos
donaciones a

instituciones caritativas.

Si alguien no puede asistir a los servicios en la sinagoga puede
recitar

la oración recordativa en su casa.

Es costumbre prender (antes de Iom Tov) o de la manera permitida
una

veladora en los días en los cuales se recita Izkor.

Se acostumbra que aquellas personas cuyo padre y madre viven
abandonen

la sinagoga mientras se recita la oración conmemorativa.

En diferentes comunidades, se estableció erróneamente que Izkor
no debía

recitarse durante el primer año después del fallecimiento. De
hecho,

debe decirse Izkor en la primer oportunidad que se tenga después
de la

muerte del ser querido.

En nuestra Comunidad, acostumbramos que cada persona pronuncie
Izkor en

forma personal en silencio y a continuación, se pronuncia Izkor
en

memoria de los Rabinos y Presidentes fallecidos de la Kehilá, los

mártires del Holocausto y los soldados del ejército de Israel
caídos en

batalla.

LECTURAS DE REFLEXION

 

EL HOMBRE “UNICO”

Rabino Yosef D. Soloveitchik Z”L

Dijeron nuestros sabios: “Así como sus caras no son iguales,
tampoco lo

son sus ideas”. Cada hombre es “uno” en número,
pero es también “único”.

Es distinto de los demás, hay en él algo especial, propio,
original.

Algo que no existe en los demás de esa misma forma. Esa unicidad,
esa

especificidad que le es propia, el hecho de que cada hombre es el
mismo

y por ende distinto de todos los demás hombres, es el reflejo de
lo

divino que existe en el hombre.

¿Por qué observamos el duelo? Por aquello que “perdimos y
no olvidamos”,

por algo que se ha perdido y que es imposible de recuperar. Esta
actitud

resulta clara cuando se trata de la muerte de un gran líder, de
un genio

sorprendente, de un ser extremadamente caritativo. Es difícil
entonces

llenar el hueco que ellos dejan con su partida. Pero la noción de
duelo

se aplica a todos los hombres, y no sólo a estos individuos
selectos.

Observamos duelo por el líder y por el hombre del pueblo, por el
sabio y

el ignorante, por el misericordioso y por el que se aprovecha de
su

prójimo.

Así lo hemos aprendido: “El que se halla junto a un muerto
en el momento

en que el alma abandona al cuerpo, debe rasgar sus ropas. ¿A qué
se

parece esto? A un libro de Torá que se quema…”. De esto se
deduce que

es imposible reemplazar a un hombre, a cualquier hombre que ha
muerto.

No decimos entonces: “Se ha ido un zapatero — vendrá
otro en su lugar,

vendrá otro empleado en lugar del que se fue; otro vendedor
reemplazará

al que se ha ido…. Porque un hombre — cualquier hombre
— no tiene

precio, no es “uno” que se puede reemplazar por otro,
sino el “único”,

el dueño de aquello especial y propio que ningún otro hombre
posee….

Al Hatshuvá (hebreo)

pág. 246

FALLECIMIENTO Y DUELO

 

Rabino Jaim Halevy Donin Z”L

La tradición judía aprecia la vida. La Torá fue entregada a
Israel para

que “vosotros viváis” por sus enseñanzas y no para
“que muráis por

ellas”. La muerte no posee ninguna virtud ya que “No son
los muertos los

que alabarán al Señor…” (Salmos 115, 17).

Sin embargo, la tradición judía fue realista respecto a la
muerte. “Ya

que polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3, 19),
“Y el espiritu

retorne a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12, 7). “El fin
del hombre es la

muerte”, dice Rabí Yonatán (Berajot 17a). Dicho
simplemente, todos hemos

de morir.

En sí, la muerte no es una tragedia. Lo que denominamos una
“muerte

trágica” esta determinada por la naturaleza prematura de la
muerte, o

por las circunstancias desafortunadas que la rodearon. Cuando una
muerte

pacífica sigue a una larga vida bendecida con buena salud y
vitalidad

del espiritu y del cuerpo, una vida rica en buenas obras, la
muerte no

puede considerarse como trágica, a pesar de lo inmenso de la
pérdida y

del pesar que ella produzca. “Bendito es aquel que ha sido
criado en la

Torá y cuyas acciones están basadas en la Torá, y que actúa de
manera de

agradar a su Creador, que creció con un buen nombre y partió con
un buen

nombre…” (Berajot 17a).

El mundo en que vivimos es considerado como un pasillo que conduce
a

otro mundo. La creencia en otra vida, en un mundo por venir (Olam
Habá)

donde el hombre es juzgado y donde su alma continúa floreciendo,
está

arraigada en el pensamiento hebreo: “Todo Israel tiene
participación en

el mundo por venir”. (Mishná Sanhedrin 11,1).

Pero cuando más valioso ha sido el individuo, más grande es la
pérdida

para los sobrevivientes. Cuando más ha signficado para los que le

rodean, familia amigos, comunidad, más profunda es la congoja y
más

aguda la angustia. Las observancias tradicionales judías que
rodean la

muerte y el duelo tiene como objetivo mantener la dignidad de la
persona

fallecida y confortar a las personas en duelo.

El Ser Judío. (pag. 311-2)

PREPARANDOSE PARA LA
ETERNIDAD

Rabino Arie Kaplan Z”L

¿Por qué el hombre se torna a Dios cuando se enfrenta a la
muerte? ¿Por

qué el soldado que se encuentra en una trinchera individual,
rodeado por

bombas explotando a su alrededor, reza a Dios aunque nunca antes
lo haya

hecho?.

Ningún hombre jamás ha escapado a la muerte, pero a través de
Dios, el

hombre puede conquistar la muerte. Solamente Dios ha prometido que
la

muerte transforma a la vida, que es un redespertar, el principio
de una

nueva vida, una vida eterna.

Esta visión de la muerte es inherente a la forma en que la
religión

aprehende al ser humano, una perspectiva mucho más amplia y
profunda que

aquellas del bioquímico y del neurólogo. La Torá explica la
creación del

hombre con una inusual metáfora: “Dios creó al hombre del
polvo de la

tierra y sopló en sus narices aliento de vida. El hombre entonces
se

convirtió en una criatura viviente”. (Génesis 2:7). Dios no
tiene

cuerpo, imágen o forma. ¿Cuál es entonces la intención de esta
metáfora

antropomórfica? ¿Por qué la Torá enseña que Dios sopló un
aliento en el

hombre?.

Confiando en Dios ya no tememos, pues verdaderamente no hay nada
de qué

temer. Y cuando una persona ya no teme a su muerte, entonces ya
por nada

sentirá temor. Sólo entonces, cuando ya no tememos es cuando
realmente

comenzamos a vivir. Entonces verdaderamente experimentamos cada
placer y

cada dolor. Comenzamos a vivir y estamos agradecidos por cada
momento de

esta vida.

Un hombre que teme a la muerte es, en cierta manera, también
temeroso de

la vida, pero cuando la muerte pierde su rostro aterrador, cuando
se

convierte en un hecho valioso, entonces la vida merece ser vivida.
Y

cuando tienes algo por lo que vivir – un ideal, una meta, un
sentimiento

de fe- cuando la muerte llega, lo hace como un amigo bienvenido
enviado

para introducirnos en una nueva vida. Un nuevo nacimiento.

La vida conciente del hombre no termina con la muerte; simplemente
asume

una nueva forma – liberada del yugo de la carne material. El
cuerpo

podrá morir, pero el espíritu continúa viviendo.

Podemos preguntarle al doctor, al biólogo y al neurólogo: ¿Qué
le sucede

a una persona que ha muerto? ¿Por qué permanece inmóvil? Ellos

contestarán que el corazón paró de latir, cesó el suministro
de sangre a

la mente y cientos pequeños cambios químicos han ocurrido. Un
organismo

viviente ha sido transformado en un trozo de materia muerta. Lo
que una

vez fue un ser humano con aspiraciones, que pensaba, ahora no es
nada

más que un pellejo muerto.

Mas contamos con la promesa de Dios de que esta representación es

incompleta, de que el aliento de vida que creó al hombre
sustentará al

cuerpo y al alma, eternamente. Tal promesa le fue efectuada al
profeta

Isaías: “Pero vivirán Tus muertos. Los cadáveres de mi
pueblo se

levantarán. Despertad y cantad, vosotros que morais en el
polvo” (Isaías

26:19) La misma promesa fue reconfirmada al profeta Daniel:
“Y los

muchos que duermen en el polvo de la tierra se despertarán,
algunos para

la vida eterna y otros para el oprobio eterno. Y los justos

resplandecerán con la lucidez del firmamento y los que hallan
vuelto a

la justicia a muchos será, como las estrellas por siempre”.
(Daniel

12:2).

¿Qué sucede entonces cuando una persona muere? Nuestra
observación de la

muerte nos lleva a la visión del doctor, es decir, que el hombre
se

convierte simplemente en un cadáver. De hecho verdaderamente
ocurren

pequeños cambios químicos en el tejido de la corteza cerebral.
Cuando

esto sucede, el alma pierde todo contacto con el cuerpo – el
mecanismo

receptor está muerto. El alma, una entidad constituída de
espíritu puro,

de puro pensamiento, está ahora libre. La Biblia describe este
fenómeno

en el libro Eclesiastes: “El polvo retornará a la tierra
como lo estaba,

y el espíritu volverá a Dios Quien lo dio”. (12:7). El
cuerpo se

deteriora y retorna a los elementos de la tierra.

No sabemos a qué se parece exactamente la vida después de la
muerte. Lo

sabremos cuando lleguemos allí. Lo que sí sabemos, sin embargo,
es que

Dios ha prometido una vida de recompensa Divina, de éxtasis
sublime.

Dios ha prometido que nada en la experiencia humana, ya sea a
través de

los sentidos o de la mente, puede compararse con el regocijo, la

felicidad y el deleite que el alma de un hombre experimenta cuando
está

próxima a Dios en el mundo espiritual.

Concientizarse acerca de la propia muerte, suceda ahora o dentro
de

sesenta años, puede ser algo atemorizante y aterrador. Nos
entristece y

deprime imaginar que abandonamos todo a lo cual hemos dedicado
nuestras

vidas – nuestros hogares, nuestras fortunas y nuestros seres
amados.

Pero hay una fórmula para evitarlo. Todo lo que debemos hacer es
creer.

Todo lo que tenemos que hacer es recordar a Dios, recordar Su
promesa, y

recordar la existencia de nuestras almas.

EL SENTIDO DE LA VIDA Y LA MUERTE

 

Rabino Eliahu Birnbaum

Un hombre vivo, aunque sea el hombre más simple, el más vulgar,
el más

malvado o aún delincuente, no puede transmitir impureza ritual
(Tumá).

En cambio, el hombre muerto, aunque haya sido el hombre más justo
o el

más santo o el más puro, dado que su alma ha sido tomada de él,

transmite impureza ritual.

De este modo, a través de las leyes concernientes a la pureza
ritual, la

Torá nos brinda una muestra más del valor de la vida. En el
momento en

que la vida se interrumpe, el daño es enorme y la herida
irreparable: el

hombre se convierte en un cuerpo que contamina.

¿Cómo podemos explicar la impureza que se produce por el
contacto entre

un hombre vivo y un hombre muerto?

La muerte es el fin natural e inevitable, que nos espera
pacientemente

al final del camino. Sin embargo, el hombre no vive generalmente
con la

conciencia permanente acerca de la muerte, ni la sombra de ésta.
El

hombre es un ser dinámico que vive y cree en sí mismo, en su
propia

fuerza y en su propia vida. Sin embargo, el encuentro con la
muerte

concreta puede hacer tambalear esta actitud del hombre. El peso de
la

realidad de la muerte puede ser más fuerte que el de la
conciencia

acerca de su existencia.

La visión sorprendente del hombre que hasta hace pocos instantes
estaba

con vida, respiraba y sentía, y que repentinamente deja de
respirar,

puede sacudir al hombre y estremecerlo con el pensamiento de que
“el

hombre no vale nada”, “que no vale la pena
esforzarse”, “para qué

luchar”. Este encuentro con la muerte provoca un sentimiento
de

pesimismo, que puede conducir a pensamientos individuales y
sociales

perjudiciales, y por ende se produce la
“contaminación”.

El sistema de impureza ritual es un medio de defensa del espíritu
del

hombre ante la muerte. Todo contacto con la muerte contamina, para

permitir la vuelta al equilibrio, al pensamiento adecuado, para

liberarse de la “filosofía del cementerio”, y pudiendo
entonces volver a

tener fe en el valor de su alma y de su vida.

El judaísmo no se relaciona con la muerte como un problema de
higiene o

limpieza. El velatorio y entierro de los muertos se prolongaba
durante

muchos días en el mundo antiguo. También hoy se aconstumbra a
honrar al

muerto no llevando a cabo el entierro en forma inmediata,
haciéndole

permanecer entre los vivos mientras sea posible.

Para el judaísmo sin embargo, cuanto menor sea el tiempo que
transcurre

entre la muerte y el entierro, es mejor. El judaísmo considera
que la

vida y la muerte son fenómenos reales, pero trata de llevar al
hombre al

equilibrio adecuado entre ambos elementos, por lo cual se hace
necesario

diferenciar con la mayor celeridad posible entre los vivos y los

muertos.

Es posible señalar otra profunda diferencia entre la vida y la
muerte.

En el momento de su muerte, el hombre ve a la vida como una serie
de

momentos pasajeros, y a la muerte como el fenómeno permanente. El

judaísmo nos enseña lo contrario: la vida es permanente y firme,

mientras que la muerte es algo pasajero y temporal.

Mientras vive, el hombre debe enfrentarse a la relación entre lo

temporal y lo permanente. La muerte enfrenta al hombre con el
conflicto

entre la temporalidad y la permanencia. En esta relación radica
el

secreto de la existencia. La vida del hombre se caracteriza por la

búsqueda de algo duradero, algo que permanezca a lo largo de
todos los

cambios y transiciones. En ello consiste la búsqueda del sentido
de la

existencia humana, el hombre busca la existencia metafísica más
allá de

la mera existencia física .

Desde el punto de vista físico, el hombre depende de las leyes
del

espacio y del tiempo. A nivel metafísico el hombre puede
superarlas.

Esto explica la necesidad de la cultura, de la fe, de algo que le

conceda al hombre un sentido de permanencia en el mundo.

La muerte es un fenómeno físico que tiene lugar en la dimensión
del

espacio. El sentido es un hecho metafísico que existe en la
dimensión

del tiempo. En forma paradójica , el hombre puede
“vencer” a la muerte

en la dimensión del espacio, en cuanto exista en el mundo del
sentido,

en la dimensión del tiempo, y la muerte es percibida como
temporal y

secundaria en relación a la continuidad y la permanencia de la
vida

espiritual en el mundo del sentido.

El judaísmo santifica a la vida y ve en ella una característica

verdaderamente humana. El hombre santifica su vida mediante la
constante

búsqueda de sentido a su existencia.

ORACIONES Y MEDITACIONES

 

Meditación sugerida ante la tumba de un padre

Querido padre, tu fallecimiento ha dejado un vacío en mi vida que
no

puedo llenar. Recuerdo todos tus esfuerzos por encaminarnos en el

sendero correcto y el de proveernos de nuestras necesidades
materiales y

espirituales. Siempre estuviste dispuesto al sacrificio personal
por el

bienestar de tu familia. Fuiste un modelo a seguir con tu
comportamiento

personal. Cuando enfrento una encrucijada en la vida, me
cuestiono, ¿qué

hubieras hecho tú en tal circunstancia? Las sagradas memorias de
tu vida

me dan impulso e inspiración para continuar adelante y seguir en
los

pasos que tu nos señalaste. Recuérdame en tus plegarias. Yo te
recuerdo

en las mías.

Meditación sugerida ante la tumba de una madre

Querida madre, te debo a tí lo que soy. ¿Qué sería de mí en
la ausencia

de tu ternura y amor? Tu querer y preocupación me estimularon y
el

recuerdo de tu vida me inspira para el futuro. Aprendí en los
colegios,

pero más, del ejemplo de tu conducta. Siempre antepusiste mis

necesidades a las tuyas. lloraste conmigo, te dolía cuando yo
sentía

dolor, y te alegraste con mi regocijo. Aunque físicamente estamos

separados, en espíritu somos uno. Recuérdame en tus oraciones.
Yo te

recuerdo en las mías.

Meditación sugerida ante la tumba de un esposo

Querido, recuerdo los años que vivimos juntos, cuando enfrentamos
los

retos y los desafíos, cuando gozamos juntos de las cosas más

insignificantes, cuando cantamos y nos reímos, cuando lloramos y
cuando

nos alegramos. Fuiste un gran apoyo y sostén, un verdadero amigo
y

compañero. Aunque estemos separados, no se pueden olvidar los
lazos

espirituales matrimoniales que contrajimos. Estos vínculos
permanecen.

Nunca te olvidaré. Recuerdame en tus plegarias. Yo te recuerdo en
las

mías.

Meditación sugerida ante la tumba de un hijo

Mi querido hijo, sólo la memoria de tu vida me da sustento
espiritual y

me permite enfrentar el futuro. El recuerdo de tu cariño e
inocencia son

una fuente de vigor y fortaleza en la actualidad. Tenías aún
mucho por

conquistar y hacer, pero lograste encariñarte con todos, quienes
te

recuerdan con amor y ternura. Aunque adolorido, estoy agradecido
al

Creador por los años que estuviste con nosotros y por la alegría
que

trajiste a nuestro hogar. Recuérdame en tus oraciones querido
hijo, tal

como yo te recuerdo en las mías.

Meditación sugerida ante la tumba de parientes y amigos

Mi querido amigo, aún con el pasar del tiempo, el recuerdo de tu
memoria

es una fuente de alegría y de bendición. Recuerdo nuestros
encuentros y

la sinceridad de tu amistad. Recuerdo tus numerosas virtudes y

cualidades humanas. Aprendí mucho de tí, y tu memoria es una
fuente de

inspiración para obrar con caridad y amor con mis prójimos.
Recuérdame

en tus oraciones. Yo te recuerdo en las mías.

Oración para ser recitada cuando se visita la tumba de
familiares:

Recuerda Oh Señor el alma de este ser querido justo y bondadoso,

rememora sus buenos actos, su honradez y generosidad.

Concédele reposo y descanso de todas las penas y aflicciones en
vida

sufridas.

Otórgale paz, tranquilidad y eterno reposos Oh Dios de compasión
y

misericordia. Concede consuelo a su familia en momentos de
profundo

dolor, de pérdida y tristeza, dales valor y fuerza, inspíralos
con tu

espíritu y tu amor. Oramos y pedimos para que el recuerdo de este
ser

amado sea siempre fuente de inspiración de bien. Que su alma
descanse en

paz. Amén.

LECTURA DE SALMOS

Salmo de David

El Señor es mi pastor

y nada me habrá de faltar,

en prado de fresca hierba me acostara,

por las aguas de reposo

me conduce y conforta mi alma,

me guía por senderos de justicia

en gracia de su Nombre.

Aunque por el valle de las sombras de la muerte camine,

ningún mal he de temer

porque tu estás conmigo.

¿Qué es el hombre para que lo recuerdes,

el ser humano para que lo tomes en cuenta?

El hombre de la tierra proviene

y a ella habrá de retornar.

Una vez más el polvo se torna en polvo,

sin embargo el espíritu a Dios

con amor regresa.

EL MALE RAJAMIM Oración por las almas de familiares.

Por un hombre:

El Male Rajamim, Shojen Bamromim, Hamtzé Menujá Nejoná, Al
Kanfei

Hashjiná, Bemaalot Kedoshim Utehorim, Kezohar Harakya Mazirim, Le

Nishmát ……………………… ben …………………….

Shehalaj Leolamó, Baavur She Bli neder eten tzdaká Behad azkarat

Nishmato, Began Eden Tehe Menujató lajen Baal Harajamim,
Yastirehú

Beseter Knafav Leolamim, Veytzror Bitzror Hajaym Et Nishmató,
A-Donay Hu

Najalató, Veyanuaj Beshalóm al Mishkavó, Venomar Amén.

?Ï Oh Dios compasivo que moras en lo alto pero estás lleno de
compasión,

conserva la Divina presencia entre los santos y los puros, cuya
luz

resplandece como el esplendor del firmamento, el alma de

……………. hijo de……………. que ha partido hacia Ti
en su

morada eterna, a causa de que yo — sin obligarme mediante una
promesa —

daré caridad en aras de él. Por este mérito, que repose en el
Gan Eden.

Por ello, Dios compasivo, cobíjalo en el refugio de Tus alas por
toda la

eternidad, y que su alma permanezca unida en los lazos de la vida.

Hashem es su heredad, y que repose en paz en su lugar de descanso,
y

digamos Amén.

Por una mujer:

El Male Rajamim, Shojen Bamromim, Hamtzé Menujá Nejoná, Al
Kanfei

Hashjiná, Bemaalot Kedoshim Utehorim, Kezohar Harakya Mazirim, Le

Nishmát ………………………….. bat ……………..
Shehalja

Leolamá, Baavur She Bli neder eten tzdaká Behad azkarat
Nishmatá, Began

Eden Tehe Menujatá lajen Baal Harajamim, Yastirehá Beseter
Knafav

Leolamim, Veytzror Bitzror Hajaym Et Nishmatá, A-Donay Hu
Najalatá,

Vetanuaj Beshalóm al Mishkavá, Venomar Amén.

?Ï Oh Dios compasivo que moras en lo alto pero estás lleno de
compasión,

conserva la Divina presencia entre los santos y los puros, cuya
luz

resplandece como el esplendor del firmamento, el alma de

……………… hija de ………….. que ha partido hacia Ti
en su

morada eterna, a causa de que yo — sin obligarme mediante una
promesa —

daré caridad en aras de ella. Por este mérito, que repose en el
Gan

Eden. Por ello, Dios compasivo, cobíjala en el refugio de Tus
alas por

toda la eternidad, y que su alma permanezca unida en los lazos de
la

vida. Hashem es su heredad, y que repose en paz en su lugar de
descanso,

y digamos Amén.

Meditación antes del Kadish:

 

Oh Señor, Dios misericordioso, en cuyas manos está el alma de
todo ser

viviente y el hálito de toda carne, a Tu cuidado encomendamos las
almas

de nuestros queridos seres que han desaparecido de este mundo.

Enséñanos a aceptar el juicio de Tu voluntad inescrutable y
haznos

encontrar consuelo en Ti. Levanta con Tus santas palabras a los

oprimidos por el dolor.

En solemne testimonio a la fé inquebrantable que une a las
generaciones,

se recitará el Kadish para magnificar y santificar Tu nombre.

Todopoderoso y Padre Eterno, en la adversidad y en la alegría,
Tu,

fuente de nuestra vida, estas siempre con nosotros. Al evocar con

afecto la imagen de quienes has llamado a Tí, Te agradecemos por
el

ejemplo que nos dieron con su vida, por el cariño que nos unía
con

ellos, por los recuerdos y la inspiración que dejaron.

En homenaje a nuestros queridos seres pasados a la vida eterna,

consagraremos los dias terrestres a Tu servicio. Consuela a todos
los

enlutados, apesar que no comprendamos Tus propósitos, afirma
nuestra

confianza en Tu sabiduría.

Oh Dios, danos fuerza en el dolor y sostén nuestra fé en Tí al
escuchar

el Kadish para santificar Tu gran nombre.

KADISH DE DUELO

KADISH

Itgadal veitkadash shme rabá ,

Bealmá divrá jiruté veiamlij maljuté,

Veiatzmaj purkané, vikarev meshijé.

Bejaieijón uveiomeijón , uvejaiei dejol beit Israel

Baagalá uvizmán kariv, veimrú Amén.

Iehé shme rabá mevaraj Leálam uLeálmei almaiá.

Itbaraj veishtabaj, veitpaar, veitromam, veitnasé,

Veithadar veithalé veithalal, shme dekudshá brij hu,

Leeilá min kol birjatá veshiratá ,

tushbejatá venejematá, daamirán bealmá veimrú Amén.

Iehé shlamá rabá min shmaiá, vejaim tovim aleinu

veal kol Israel, veimrú Amén.

Osé shalom bimromav, hu berajamav

iaasé shalom aleinu

veal kol Israel, veimrú Amén

È·‚„Ï
Exaltado y santificado sea Su gran Nombre en el mundo que El ha

creado según Su voluntad. Que El establezca Su reino, haga
florecer Su

redención y aproxime la venida de Su Mashiaj durante nuestros
días y

vuestros días y en vida de toda la Casa de Israel, rápidamente y
en una

época cercana y decid, Amén. Sea Su glorioso nombre bendecido
por

siempre y por toda la eternidad. Alabado, enaltecido, honrado,
loado y

venerado sea el nombre del Santo, bendito sea,

más allá de todos los cantos de alabanza, las bendiciones y
consuelos

que se pronuncien sobre la Tierra. Y decid: Amén.

Haya paz abundante del cielo y una buena vida para nosotros y para
todo

Israel, y decid Amén.

El que hace la paz en los cielos, hará la paz sobre nosotros y
sobre

todo Israel y decid Amén.