El mes de Shvat Editado por División de Enlace KKL Autor: Simjá Raz Es el…
El origen de la vida
Conferencia dictada por el Rabino Iosef Bittón
el 5 de Agosto de 1999 en el Templo de la Comunidad Israelita del Uruguay
Miller: ¡Adios a la teología!
En 1953, Stanley Miller, un joven estudiante de la Universidad de Chicago, hace un experimento que revoluciona a la comunidad científica, y satisface especialmente a aquellos científicos que trataban de buscar en la ciencia una explicación alternativa a los orígenes de la existencia.
Una explicación que no tuviera que ver con Dios.
Stanley Miller les dio la respuesta que buscaban. Hizo
un experimento, una experiencia de laboratorio para demostrar cómo había
aparecido la vida, a partir de circunstancias aleatorias. Miller tomó un poco
de agua destilada, junto con gases
de amoníaco, metano e hidrógeno y aplicó flashes de descargas eléctricas
durante dos días y medio, casi tres. Más tarde analizó el contenido del agua
y detectó aminoácidos. Los aminoácidos
son los elementos primordiales para las proteínas, que son los ladrillos de la
vida. Por lo tanto, había quedado
demostrado, científicamente, que la vida puede aparecer por chance.
Un famoso científico, Premio Nobel, George Wald, publica en Scientific American,
en el año 1954, toda esta experiencia, ampliándola mucho más, y la analiza
diciendo que definitivamente la ciencia demostró que la vida pudo aparecer por
casualidad. George Wald escribe lo siguiente: “El tiempo lo hace
todo, ‘given enough time’ (dado el suficiente tiempo)lo imposible se hace posible, lo
posible probable y lo probable cierto.” El tiempo hace los milagros. Creo que
si tuviéramos que buscar una poesía del agnosticismo, o el ateísmo puesto en
un poema, no encontraríamos algo más hermoso y seductor que esto…: “El
tiempo lo hace todo. Dado el suficiente tiempo, lo imposible se hace posible, lo posible probable y lo probable cierto. El tiempo es el que hace los milagros. Dios
queda entonces excluído, porque encontramos el origen de la vida sin necesidad de un Creador, por simples flashes de luz que arremeten sobre los gases primordiales.
Morowitz:la divina matemática
Pero en 1959, la comunidad científica se conmociona otra vez.
¿Porqué? Porque esta vez un científico llamado Harold Morowitz descubre un pequeño problema en la teoría de Miller y Wald. Descubre lo que Ortega y Gasset definiría como el gran problema de las especializaciones: el célebre filosofo español decía que
estamos llegando a una sociedad en donde cada cual sabe más sobre menos cosas.
Y aquí pasó algo parecido. Wald un fantástico biólogo, aparentemente no era muy bueno en matemáticas.
Y ¿qué es lo que descubre el Dr. Morowitz? Morowitz descubre, y Scientific American lo publica, que la probabilidad de que surgiera una bacteria de la nada por casualidad, de la misma forma que lo había inducido en laboratorio Stanley Miller en 1953, era tan mínima que el tiempo que la ciencia le atribuye al universo no hubiera alcanzado.
Simplemente no existió el “enough time” de Wald… Tendría que
haber pasado mucho más…
Vamos a mencionar un libro que espero puedan conocer y leer: “Genesis y el Big Bang” del Dr Gerald Schroeder. Está traducido desde hace varios años al castellano. Es un libro impactante y sumamente interesante para la persona de fe que tiene este debate interno.
Allí dice así: “Harold Morowitz, físico de la Universidad de Yale, publicó en
1968 el libro Flowing Biology.
Junto a otros físicos y matemáticos había visto con preocupación la
facilidad con que algunos científicos daban por sentado, al estudiar el origen
de la vida, que se produjesen acontecimientos tan poco probables.
Estos científicos aceptaban tal ocurrencia sin intentar siquiera una
investigación rigurosa sobre la probabilidad de que efectivamente sucediera. Morowitz calculó el tiempo necesario para que reacciones químicas
aleatorias (=casuales) formaran una simple bacteria. No un organismo completo,
no estamos hablando de un ser humano, ni siquiera de una flor, tan sólo una
simple bacteria unicelular. Basando
sus cálculos en una velocidad bastante optimista de estas reacciones y
suponiendo que todas las casualidades se van a dar, concluyó que el tiempo para formar una bacteria excedía no solamente en 4.500
millones de años la edad de la tierra, sino también 15.000 millones de año la edad que la ciencia le atribuye al universo.”
Desde hace décadas ningún científico serio y honesto acepta que la vida se haya
originado por casualidad. Esta teoría es considerada matemáticamente imposible.
No existió el tiempo para que esas casualidades se dieran.
Un científico llamado George Ferrows, que calculó la probabilidad matemática de
que el Big Bang haya sido casual, también hizo el siguiente análisis acerca de
las posibilidades para que una ley física, una sola ley física de las que
gobiernan nuestro Universo, haya podido surgir por casualidad.
Es un científico secular así que no hay que sospechar de ninguna
tendenciosidad… El dijo que la probabilidad de que apareciera
por ejemplo la entropía o la ley de gravedad por si mismas es
1 sobre 10 a la 123. Lo que quiere decir 1 sobre un 10 con 123 ceros arriba a la derecha… Y por lo tanto este científico secular, Dr. Ferrows, concluye que necesariamente un Creador inteligente tuvo que haberlos creado, ya que es virtualmente imposible que ocurra por casualidad algo cuya probabilidad es 1 sobre 10 a la 123 . El
no menciona a Dios, pero habla de un Creador, habla de una inteligencia superior
que tuvo que haber intervenido. Por chance no pudo haber ocurrido.
Hawking: ¿Quien me compra un buzón?
Algo más interesante todavía. Stephen Hawking quiso demostrar lo opuesto, que
existe la posibilidad de concebir un Universo que haya surgido sin intervención
inteligente. Stephen Hawking es quizás el astrofísico más famoso del mundo.
Nunca ningún físico vendió tantos libros al público abierto. Pocos
científicos han sido tan populares como él.
Por supuesto que no solamente por sus ideas, sino por su drama personal,
su incansable lucha, su biografía etc. Hawking, un genio de la Astrofísica, escribió en su libro “The Brief History of Time” “La breve historia del tiempo” lo siguiente: “En
verdad el universo pudo haber concebido a la vida, pudo haberse concebido de
casualidad.” ¿Conocen Ustedes la metáfora de los monos sobre una máquina de escribir? Dicen que suponer que el mundo hubiese podido surgir por
casualidad sería como si dijésemos que 10 monos sobre 10 máquinas de escribir
pudieran escribir -dándoles suficiente tiempo- un soneto de Shakespeare.
Entonces Hawking dice así “Es algo parecido al bien conocido ejemplo de la horda de monos martillando sobre máquinas de escribir. La
mayor parte de lo que escriben será desperdicio, pero muy ocasionalmente, por puro azar, imprimirán uno de los sonetos de Shakespeare”.
¿Suena bien? Si lo dice Stephen Hawking… Pero no dejen de advertir que
hay una diferencia entre Ferrows y Hawking. Ferrows me da un número.
Stephen Hawking hace un cálculo más bien cualitativo. No me da un número…
¿Qué tiene que hacer un buen científico a partir de lo que dice
Stephen Hawking? Comprobarlo.
Cuantificar la probabilidad. ¡Vamos a hacer los deberes que nos dio el Profesor
Hawking! Vamos a calcular con qué
probabilidad podría aparecer un soneto de Shakespeare… de casualidad… Los
sonetos de Shakespeare tienen 14 versos. Tomemos uno de ellos, el que toma como ejemplo Gerald Schroeder, tiene en sus 14 versos, 488 letras. ¿Cómo
hacemos el cálculo para saber la probabilidad? Hay 26 letras en el alfabeto
inglés (sin la elle y la che).
Para definir cuál es la probabilidad de que esto ocurra por casualidad vamos a
empezar por calcular 26 a la 488, o expresado en decimal, que sería 10 a la
690. Es decir 1 posibilidad en 10 a la 690. Y aquí la manipulación que estoy
denunciando…
¿Alguien se da cuenta de lo que este número significa?
¿Qué quiso decir Hawking? Aparentemente que el universo pudo crearse por chance “la mayor parte será basura, pero con el tiempo, algún soneto surgirá…”. Cuando alguien distraídamente lee eso dice, bueno, si Stephen Hawking lo dice… el ya habrá hecho la cuenta… Yo no creo que él haya ignorado que la probabilidad que le estaba dando era incluso inferior a la del propio Ferrows. Para que ustedes tengan noción de lo que significa es exorbitante número 10 a la 690 les voy a dar algunos ejemplos:
El universo tiene, de acuerdo a la teoría del Big Bang, una edad 15 mil millones de años reloj-hombre. ¿Alguien sabe cuántos segundos hay en 15.000 millones de años?
En 15.000 millones de años hay 10 a la 18 segundos.
Nada más que eso. Para que se den todas estas casualidades, este 1 sobre 10 a la 690, una por segundo, no alcanzarían ni soñando los 10 a la 18. No alcanzarían jamás… ¿Saben cuál es la masa TOTAL del universo?
Ni siquiera lo podemos concebir… Bueno ¿saben cuánto es en gramos?
10 a la 56 gramos. Esa es toda la masa del universo. Por lo tanto, si vamos de nuevo a las estadísticas, dice el Dr Schroeder que “Para escribir por casualidad
uno de los sonetos de Shakespeare sería necesario que todos los monos del
mundo, además de todos los otros animales existentes, aporreasen máquinas de escribir fabricadas con todo el hierro existente del universo, durante un período superior a todo el transcurrido desde el Big Bang, a un ritmo de una prueba aleatoria por segundo y aún así la probabilidad de que apareciera un soneto sería infinitamente pequeña”. Para formar una sola frase de 16 letras, con todas las combinaciones posibles llevaría 2.000 billones de años.
El universo existe, según sus cálculos, solamente desde hace cerca de
15.000 millones de años. ¿Qué nos están vendiendo Hawking, entonces?
La conspiración de los manuales
Y no estoy ahora cuestionando a la ciencia en nombre de la fe. Simplemente estoy
haciendo un cálculo, el mismo que me propone nada menos que Stephen Hawking. Y
mis conclusiones están muy lejos de las de él, calculando la probabilidad según
el ejemplo que él mismo me propuso…
¿Dónde quedó la integridad y la objetividad científica?
Y ahora les voy a dar una sorpresa.
Queridos amigos, si ustedes hoy escribieran el Manual Santillana o cualquier otro Manual, (con esto no quiero hacer ninguna crítica a un manual específico, simplemente es el que estudian los alumnos en nuestras escuelas) ¿Cómo describirían el origen de la vida? ¿A quién citarían? Este manual, que es el que utilizan nuestros hijos, sorprendentemente ¿saben a quién cita? ¡A Stanley Miller, el que hizo la “descartada” prueba de los aminoácidos! ¿Será que nos toman por tontos?
Ojo, éste no es un manual de los años 50, o de los años 60. Acá dice “1996”.
Pasaron ya muchos años desde de que esa teoría se ha transformado en un mito.
Entonces uno busca en la próxima página y piensa que el manual explicará
que si bien Miller fue un audaz científico sus conclusiones fueron muy
cuestionadas, que matemáticamente no responde a las probabilidades etc, etc.
Pero no hay nada… increíblemente
se lo presenta como “la” explicación -virtualmente única y
excluyente- de un tema tan sensible como el origen de la vida… No
tengo una explicación muy sencilla para estas omisiones…
En los 90´s ningún científico serio va a decir que la vida viene por chance, pero todos nuestros hijos lo aprenden.
Por todo esto, quisiera dejar estas preguntas abiertas. ¿Porqué nuestros hijos estudian cosas que la ciencia misma, no desde la fe sino desde la ciencia, declara como incorrectas?
¿Porqué nosotros, papás, no hacemos nada al respecto?
Por eso no exigimos a la ciencia objetividad.
Por ejemplo, que nos enseñen cuáles son las críticas a lo que dijo
Stanley Miller. Que no nos traigan
una de las investigaciones de 1953, que ya fue descartada, como si fuera la
verdad excluyente…
La manzana sabe…
Quiero contarles algo más acerca de lo que la ciencia de los 90´s nos permite
descubrir respecto al origen de la vida y a las huellas del Todopoderoso que
encontramos en la Creación. Temas éstos que también, lamentablemente, quedan
fuera de la curricula escolar cuando se estudia el origen de la vida. Dos
famosos científicos de las últimas décadas, Barrow y Tipler escriben en 1986
un libro apasionante. Se llama “The
Anthropic Cosmological Principle” (El principio cosmológico antrópico).
Antrópico quiere decir “orientado hacia el hombre” e indica
que ciertos diseños de la “naturaleza” estarían como suponiendo que
existe un hombre o una notable
favorabilidad hacia la vida (a propósito, ésta es la razón por la cual los
científicos no creyentes se oponen a concebir la posibilidad de la vida
extraterrestre, sería la mayor prueba de esta “favorabilidad
inteligente” por la vida). Vamos a dar un ejemplo un poco trivial.
Una manzana no necesita cambiar de color, pero la manzana que tiene un árbol
con hojas verdes, primero es verde y después se hace roja.
¿Para qué se hace roja? Para
distinguirse de las hojas y avisar: “¡Aquí estoy! Ahora
me pueden comer”. Cuando
no está madura es verde para que se confunda a la vista y la dejemos madurar.
Pero, ¿alguna vez se pusieron a pensar a
quién le habla la manzana? Es
decir, el cambio de color de la manzana es un mensaje para alguien ¿No?
La manzana “internamente” no necesita cambiar de color.
Es como que la manzana supone la existencia de alguien más, alguien que
puede ver y distinguir entre el color verde y el color rojo.
Estos dos científicos, en un libro bastante extenso, han mencionado infinidad de
ejemplos. Les voy a dar uno más:
que ellos llaman la sintonía fina de las leyes del Universo. El Universo
está sintonizado exactamente en la frecuencia que debería estar para favorecer
la vida en nuestro planeta. Si la
distancia entre la tierra y el sol fuera tan solo 1% menos, si estuviera la
tierra un 1% más cerca del sol el agua se evaporaría, y la vida no podría
existir. Si la tierra estuviera un
1% más lejos del sol, el agua se haría hielo y la vida tampoco podría
existir. La tierra está exactamente donde debe estar para que la vida exista.
Esto es lo que se llama: el principio antrópico.
Telescopio, se necesita
Maimónides en su More Nebujim (Guía de los perplejos)expresó que cuando encontramos
diferencias entre lo afirmado por la ciencia y lo declarado por la Torá,
debemos preguntarnos, en primer lugar, si hemos leído y comprendido
correctamente el texto bíblico. Como ejemplo, quisiera mencionar un concepto
que tiene que ver con el surgimiento de la vida tal como aparece en el relato bíblico
y confrontar esta narración con algunos principios de la teoría de la evolución.
Nuestra propuesta se basará en una lectura un poco más detenida de los versículos
de la Torá. Así veremos las
posibilidades de compatibilidad entre una y otra postura.
La creación y la Torá son los dos libros que Dios ha escrito para la humanidad.
El firmamento, por ejemplo, lo podemos observar de dos maneras.
Podemos mirarlo con los ojos desnudos y ver un cielo, si bien hermoso,
un poco aburrido. Estático. Un tanto monótono.
Siempre las mismas estrellas, la misma luna, el mismo sol… Pero cuando
tomamos un telescopio descubrimos que lo que parecía quieto se está moviendo,
lo que parecía oscuro tiene luz, lo que parecía finito es infinito y en
expansión. De la misma forma
nuestros comentaristas nos enseñaron a observar y a leer la Torá.
Yo puedo leer la letra de la Torá como algo monótono y aburrido – más
aún cuando no la leemos en el original hebreo- pero, si tomamos un telescopio,
el de los comentaristas judíos, junto al de mi propio intelecto, entonces podré
descubrir en la Torá cosas que con el ojo desnudo a veces no se ven. Así se
debe estudiar la Torá…
Creación o evolución.
Dios pudo haber creado Su mundo en un solo día o incluso con una sola palabra.
Pudo haber dicho: “Que sea el mundo” y ya está, el mundo, tal como lo
conocemos, se hubiera creado. Sin
embargo, la misma Torá nos habla de un proceso evolutivo o progresivo de Creación.
No todo aparece de una vez o simultáneamente. Dios invierte diez enunciados
para crear Su mundo. Hay un desarrollo de la vida de menor a mayor.
Cuando la Torá habla de la iniciación de la vida dice: Dios dijo: que “la tierra” produzca la
vegetación… Y así fue. (Bereshit 1, 11) y cuando se crean los seres
vivientes, ocurre lo mismo: Dios ordena que el agua produzca, haga surgir, a los
peces, reptiles, y aves (vers 20) y finalmente, cuando deben aparecer los
animales más desarrollados Dios le ordena a la tierra que ésta haga surgir a
los animales (24). Todo lo que vuelve a la tierra, incluyendo el cuerpo del
hombre, fue originado por la tierra o por el agua. De la tierra se originó la
vida, según lo dice “explícitamente” la Torá.
Por supuesto que la tierra no tiene vida propia. Es un agente de Dios. En la mente
del judío no hay acción natural que no está dirigida por el Creador.
Como lo decimos la bendición “haMotsí Lejem Min haArets” “Dios
hace surgir el pan de la tierra”, queriendo decir, a través de la tierra.
Cuando un judío dice: llueve,
es como si dijese Dios hace llover. Aunque los agentes que actúan
directamente sean las nubes, el viento, los cambios de temperatura, etc.
Cuando se habla de la apertura del mar rojo, no dice que Dios abrió el
mar. Dice que Dios mandó un viento de aquí y un viento de allá.
Pero la Biblia, la Torá, lo atribuye directamente a Dios, a pesar de que
lo hace a través de sus agentes.
Dios actúa a través de esos mecanismos. En Bereshit,
a través de la tierra a la que Dios proveyó de la fuerza y los elementos
necesarios para la creación de la vida.
Lo único que Dios no crea a partir de la tierra es el alma humana que no regresa a
la tierra…
Para nosotros, por lo tanto, no representa ningún desafío teológico que se
descubran “restos” de una evolución. O que se encuentre un origen común
a ciertos elementos de la Naturaleza, todo lo contrario…. Quizás la única diferencia, muy difícil de probar o rechazar científicamente, sea si esta evolución fue ciega o dirigida por el Creador. Por lo demás, el hecho que la obra de Dios
es llevada a cabo por Sus “agentes” está expresada explícitamente en
la Biblia.
Moderno o Eterno
Los 90´s son años positivos para el entendimiento entre Ciencia y Judaísmo. La
Torá no es moderna; es eterna. Y como dijo Jastrow:
“Los científicos están escalando la montaña del conocimiento con
mucho esfuerzo y cuando llegan a la cima se encuentran con los teólogos, que
los estaban esperando allí desde hace mucho tiempo atrás.”
Nosotros los judíos tenemos una misión muy importante. Escribimos aquí que los sabios judíos siempre concibieron a la ciencia como que es la disciplina que nos permite llegar al mayor conocimiento de lo divino. Para el gran sabio judío Maimónides, el camino para amar a Dios se recorre observando y apreciando la creación. La observación científica es toda una experiencia teológica y espiritual
Nuestros Sabios dicen que Dios escribió dos libros para la humanidad: la Torá y la Creación. La Torá nos revela su voluntad, la Creación la grandeza, el poder y la omnisciencia del Todopoderoso. El mundo, como dice Polkinghorne, no está lleno de stickers que dicen “Made by God” (Hecho por Dios). El sello de autoría del Creador es más sutil y el judío es el hombre que se especializa en el arte de traducir naturaleza por Creación. Es el individuo que se ejercita diariamente -en sus oraciones y estudio- a percibir el cosmos como el más fascinante testimonio de Su existencia y descubrir en cada uno de esos detalles la sombra de Su infinita luz.