Las Mitzvot ( Preceptos, mandamientos, ordenanzas) *texto publicado por el Licenciado Yeuda Ribko en la…
Casher, filosofía, conceptos, practicas y explicaciones
Antología del Pensamiento Judío Etica, Simbolismo y la Mesa Judía
Selección de textos y edición: Rabino Eliahu Birnbaum
La primer edición completa de esta antología fue fruto del trabajo conjunto con el Prof. Shalom Rosenberg de la Universidad de Jerusalem.
Expreso mi agradecimiento a él.
… el propósito de las leyes de la Torá es promover compasión, benevolencia y paz en el mundo.
Maimónides, Iad Hajazaká Hiljót Shabát, 2:3
Es indudable que estas acciones simbólicas son las que llevaron a muchas
decenas de generaciones a una relación de respeto a la vida humana, y
por ende al desarrollo de profundos sentimientos humanitarios.
Nos alegra prundamente el crecimiento en el número de familias que
consumen productos kahser en diferentes niveles. Así como el desarrollo
de establecimientos comerciales y productos kasher en el mercado.
Las familias que dedican un poco de esfuerzo a éste importante tema,
encuentran que no es “dificil”comer kasher, que existen las bases y los
medios para conducir una casa kasher sin grandes dificultades.
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La observancia del Kashrút es un ejemplo de una serie “molesta” de
Mitzvót que estoy contento no haber dejado debido a algunas de las
sorpresas bastante importantes que me ha ofrecido. Como es una
observancia pública, tengo que justificarla con bastante frecuencia, a
mis amigos y ciertamente a mí mismo. Encuentro que, me guste o no, el
Kashrút me pone en contacto con una serie de preguntas de cierta
importancia: ¿Cuál es mi responsabilidad para con el ternero que
como…? ¿Es la tierra y su abundancia mía para hacer lo que yo quiera?
¿Quésignifica que una mesa debe ser un altar? ¿Es el comer en realidad
un acto devocional…? Sí, el Kashrút me hace formular suficientes
preguntas a menudo y descubro que su cualidad provocadora es una de sus
virtudes principales para mi vida religiosa.
Richard Israel, en The
condition of Jewish Belief.
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HaRav Abraham Itzjak HaCohen Kuk
….. la educación de las generaciones se llevará a cabo. La protesta
muda se transformará algún día , después que generaciones hayan
consumido carne cuidando las reglamentaciones concernientes al
degollamiento, al examen del animal, al salar… en un llamado
irresistible que será finalmente comprendido. Las prescripciones
concernientes al degollamiento ritual, parte de las cuales tienen por
objeto aminorar el sufrimiento de la bestia, nos hace concientes de que
nos estamos ocupando con un ser viviente, no con un autómata inanimado y
abandonado.
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El autocontrol y la educación moral.
La interpretación ética de las leyes dietéticas es la que se impone en
primer término por ser la que aparece mencionada en la Torá. “Y habéis
de serme hombres santos; por lo mismo no comeréis la carne destrozada
(por las fieras del campo): a los perros la echaréis”.(Shemót 22,30). La
santidad o la santificación de la persona es un término moral que
equivale a lo que en la ética moderna denominamos libertad moral o
autonomía moral. Su propósito es el auto-dominio completo del ser
humano.
Al observador superficial podría parecerle que la gente que no obedece
la ley es más libre que quienes se someten a ella, puesto que puede
seguir sus propias inclinaciones. Sin embargo, en realidad ésas personas
están sujetas a la más cruel servidumbre: son esclavos de sus propios
instintos, impulsos y deseos. Por lo tanto, en el ser humano el primer
paso hacia la emancipación de la tiranía de las inclinaciones animales
es la sumisión voluntaria a la ley moral. La compulsión de la ley es el
principio de la liberación del hombre, o para expresarlo en la
terminología Rabínica: “Ninguno es libre, excepto quien actúa de acuerdo
a la ley”. Es así como el concepto fundamental de la ética judía, la
santidad, está ligada inseparablemente a la idea de la ley; y las Leyes
Dietéticas ocupan un lugar céntrico en ése sistema de disciplina moral
que es la base de todas las leyes judías.
Los tres instintos naturales más poderosos en el ser humano son los
impulsos por alimento, sexo y poder. El judaísmo no se propone destruír
éstos impulsos, sino controlarlos y santificarlos. La ley es la que
espiritualiza éstos instintos y los transforma en legítima alegría de
vivir. El primero, y probablemente más poderoso de los tres impulsos
mencionados es el ansia de alimentos. Este impulso fácilmente puede
conducir a la glotonería, y lo que es peor aún, a la concepción
fundamentalmente errónea de que el hombre “vive sólo de pan”. Este
instinto alimenticio, natural pero peligroso, es transformado por las
Leyes Dietéticas en una auto-disciplina. No es una casualidad que la
primera ordenanza dictada al hombre -la de no comer del árbol del
conocimiento del bien y del mal- fuera una ley dietética. Tampoco se
debe ignorar el hecho de que la primera Ley Dietética del Sinai esté
ubicada en el medio de la gran legislación social de la Sidrá Mishpatím
(Shemót 21,1 a 24, 18). El auto-control y el auto-dominio deben
comenzar actuando sobre el más primitivo y el más poderoso de los
instintos del ser humano: el ansia de alimentos. Es así como las Leyes
Dietéticas aparecen ubicadas al comienzo del largo y arduo camino del
ser humano hacia la auto-disciplina y la liberación moral.
SEYMOUR FREEDMAN
Su misericordia se extiende a todas las criaturas
El Talmud cuenta que: “Una vez Rabí Yehudá HaNasí estaba sentado
enseñando Torá ante una congregación de judíos babilonios en Tziporí, y
un ternero que era conducido al matadero pasó junto a él. El animal
trató de ocultarse en el manto de Rabí Yehudá y comenzó a mugir como
diciendo: ‘¡Sálvame!’ Pero Rabí Yehudá lo rechazó en forma fría e
impersonal, diciendo: ‘¿Quépuedo hacer por tí, puesto que para este fín
fuiste creado?'”
El Talmud señala el acto de justicia divina que resultó de la insensible
actitud de Rabí Yehudá, relatándonos que por su falta de compasión fué
castigado por decreto celestial con sufrimientos que debía padecer hasta
que aprendiera a ser compasivo. Y después cuenta que: “Un día su hija
vió una comadreja y quiso matarla. Pero Rabí Yehudá le dijo: ‘¡Déjala!,
pues está escrito: Su misericordia se extiende a todas Sus criaturas’. A
raíz de ello se dictaminó en el cielo que “puesto que había demostrado
piedad, era merecedor de piedad” y entonces cesaron sus sufrimientos”.
Este problema de centenaria antiguedad, de la falta de sensibilidad de
los seres humanos hacia el dolor y el sufrimiento de los animales, se
extiende hasta nuestros tiempos y se expresa en el símbolo de la
Sociedad Americana para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales
(American Society for the Prevention of Cruelty to Animals – Aspca), que
muestra un hombre castigando su caballo. Por ser una escena fácilmente
comprensible, que tipifica la práctica tan común del trato brutal para
con los animales, se ha convertido en un símbolo que representa la
gestión de esta organización compasiva que brega por un trato humano y
civilizado para con los animales.
Un valor fundamental que la Torá trata de inculcar al ser humano, es la
sensibilidad ante los sufrimientos. Le exige al hombre que sea
compasivo, que sea humano, que evite sufrimientos a las criaturas que se
hallan en su poder y que no pueden expresar el dolor que padecen. Para
lograr este propósito se establecieron las leyes de la Shejitá (matanza
de animales según el rito judío). Estas leyes exigen del ser humano, que
cuando le quita la vida a otra criatura viviente, lo haga del modo más
humanitario y compasivo posible.
Esta preparación para la compasión que el judío recibe a través de tales
preceptos, ha conducido a que rechace voluntariamente el brutal deporte
de la caza: la matanza de animales indefensos por el sólo placer de
matar. La aversión judía a la violencia aparece cabalmente reflejada en
una Hagadá de Pésaj impresa en la Edad Media que pinta al Rashá (el hijo
malvado) como un cazador, alguien que actúa en forma brutal y carente de
compasión hacia los animales que persigue. El judío que observa las
leyes de Kashrút sabe que el único método por el cual se pueden matar
los animales destinados al consumo es el método de la Shejitá. Tiene
conciencia que los judíos pueden matar otras criaturas vivientes para
obtener alimentos o abrigos, pero no por deporte. Según la Torá, en su
origen el hombre fuévegetariano, y sólo después del Diluvio, en tiempos
de Nóaj, se le permitió al hombre modificar su régimen alimenticio e
incluír en él la carne de ciertos animales. Sin embargo, al permitir al
hombre que coma carne de animales, la Torá estableció determinados
requisitos de compasión hacia los mismos, asunto éste del cual por lo
general el cazador no se preocupa. Tal como lo estudia en los relatos de
la Biblia desde su más tierna infancia, el niño judío inevitablemente
aprende que Dios desea la misericordia más que la severa justicia.
Al niño judío se le enseña la parábola del Midrash (estudio
interpretativo de la Torá) que representa a Dios en el proceso de
creación del mundo. A través de su imaginación poética los Rabíes
relatan que al principio Dios se sentó en el Trono del Juicio, para
simbolizar que Se proponía dirigir el mundo por la senda de la severa
justicia. Si el hombre pecase, sería castigado inmediatamente. Entonces
Dios observó que el mundo no podría mantenerse en ése plan, y por lo
tanto se trasladó del Trono del Juicio y estableció Su dominio sobre la
humanidad desde el Trono de la Misericordia. Así pues, la concepción
judía del universo y del lugar del hombre en él, es la de un plan de
compasión y de comprensiva benevolencia.
Por último, en el Libro Devarím, la Torá prohíbe expresamente el consumo
de sangre. “Solamente que te guardes escrupulosamente de comer la
sangre; porque la sangre es la vida, y no comerás la vida juntamente con
la carne” (Devarím 12,23). No es adecuado al hombre de moral que se
permita ser tan insensible de consumir del animal que ha matado, tanto
su cuerpo como su vida. Y repetimos: no es por el inanimado animal
muerto que se preocupa la Torá, sino por el propio ser humano. Y la Torá
le dice: “Disciplínate en las sendas de la compasión, de modo que en la
sociedad de los seres humanos vivas una vida compasiva”. A través del
ritual de Kashrút la Torá trata de enseñar al ser humano a vivir en paz
y respeto mutuo, a representar con su propia vida y con su propia
persona la imagen que refleja la Torá: “Sus caminos son caminos de
dulzura, y todos sus senderos paz” (Mishlei-Proverbios 3,17)
“Kasher quiere decir puro”, dice el slogan publicitario de un importante
fabricante de tales productos.
Resulta agradable ver cómo el espíritu publicitario de nuestros días
asesta un golpe tan contundente en favor del judaísmo, pero como siempre
suele dirigirse a mentes sencillas, en éste caso ha sacrificado hasta
cierto punto la exactitud. A decir verdad, este concepto es muy difícil
de resumir.
“Kasher” es una palabra hebrea tardía que no se encuentra en los libros
de Moisés. Su traducción mas aproximada es “adecuado”, en el sentido de
más propio o conveniente. Pero éste término, no debemos olvidar que
tiene ante todo un sentido ceremonial. La preparación de la comida según
el Kashrút dá por resultado un grado elevado de condiciones higiénicas.
Pero un cerdo podría criarse en una incubadora con antibióticos, para
bañarlo luego diariamente y sacrificarlo en un quirófano, esterilizando
luego sus restos mediante rayos ultravioletas, sin que a pesar de ello
las chuletas de cerdo resultantes fueran kasher. “Impuro”, en el libro
Vaikrá (Levítico), es un término ceremonial. Así denomina la Torá a los
camellos y a los conejos: “Son impuros para vosotros”, limitando esta
definición a la disciplina consiguiente a Israel. Las gallinas y las
cabras, animales que podemos comer, apenas son más limpios que las
águilas o leones, pero éstos últimos están incluídos entre los impuros.
Dejando ésto bien sentado, la frase “Kasher quiere decir puro”, tal vez
parezca la comprobación de un hecho. Existe una prohibición general
contra la ingestión de carroña. Esta se halla definida como la carne de
un animal que haya muerto de vejez o enfermedad, o víctima de las
bestias de rapiña, o que haya muerto por alguna otra causa violenta. La
seguridad dada de que no se venderá como kasher carne que se halle en
tales condiciones, tiene indudablemente un valor higiénico, incluso hoy
en día. En épocas y países menos civilizados, ha prestado a la dieta
alimenticia judía un amplio margen de seguridad sanitaria. Esta ley nos
regala una palabra que los judíos aplican a toda la comida impura o no
apta:” trefá”, o desgarrada.
Vamos a examinar un detalle de un sistema simbólico que marca con su
huella todas las acciones corrientes de la vida. Esta vez se trata de la
comida: una acción que todos los seres humanos realizan varias veces al
día. Los hombres pueden olvidarse de trabajar, de jugar, de rezar e
incluso de hacer el amor, pero raramente se olvidarán de comer. Todas
las religiones incluyen dispensas sobre la comida. Muchas van más allá e
indican lo que se puede comer y cómo se debe comer. Con frecuencia tales
austeridades se reservan para los monjes, las monjas, los sacerdotes,
los ascetas y para los lamas. Las disciplinas del judaísmo son
relativamente suaves, pero rigen para toda la Comunidad.
La Torá dá únicamente una breve razón de éstas leyes: disciplinarán a
Israel y le ayudarán a alcanzar la santidad. Mi amigo el agnóstico,
opinaba que negarse a comer langosta no constituía una solución para la
amenaza de una guerra atómica. Desde luego, así es; pero lo mismo podría
decirse de casarse, de crear un hogar, de tener hijos o de realizar el
trabajo del día. No puedo pensar en nada que no parezca lamentablemente
absurdo bajo la amenaza del exterminio atómico, con la sola excepción de
la búsqueda de Dios. Si las leyes relacionadas con la dieta tienen algún
propósito constructivo en una religión importante, nada perderemos con
tratar de averiguar cual puede ser.
Kashrút es la palabra hebrea que se refiere a las leyes
dietéticasjudías. Es un derivado de la palabra Kasher que significa
“apto”, apropiado” o de “acuerdo con la ley religiosa”. Cualquier
alimento que satisfaga los requisitos de la ley judía es apto para ser
comido: es kasher. La expresión “estilo kasher” es errónea y puede
conducir a confusiones. Kasher no significa una manera étnica de
cocinar, ni tampoco un cierto tipo de gusto. Es un término religioso que
tiene un significado religioso específico. Su aplicación está
determinada por un conjunto de criterios religiosos. Una comida es
Kasher o no lo es. Cuando se utiliza el término “estilo Kasher”, la
referencia puede ser a platos judíos conocidos, éstos no tienen por qué
ser siempre kasher.
De hecho, en la literatura religiosa, la palabra kasher se aplica a
cualquier comida preparada de acuerdo con la halajá. Por lo tanto se
encuentran expresiones tales como Torá kasher, tefilín kasher, mezuzá
kasher, talit kasher -significa que fueron hechos de manera adecuada,
que satisfacen los requisitos de la ley judía y que son aptos para su
uso ritual. Una persona decente que vive su vida de acuerdo con las
enseñanzas religiosas desde todos los puntos de vista, es denominada una
persona kasher (adam kasher). El uso coloquial en español significando
“correcto”, “apropiado” (por ejemplo, un acuerdo kasher) es fiel al uso
clásico en hebreo. Sin embargo, la difusión de la palabra está
utilizamos en ese contexto. Por la misma razón, utilizaremos el término
trefá para designar todo aquello que no es kasher (aunque según la ley
judía, la palabra es aplicada técnicamente sólo a un animal cuyos
órganos están dañados o afectados por alguna enfermedad).
Las leyes dietéticas judías no prescriben solamente una dieta para
elcuerpo sino también para el espíritu; no tanto una dieta para mantener
el bienestar físico, sino más bien para mantener el bienestar
espiritual.
JAIM DONIN
Antes de pasar a éste estudio, permítasenos dejar de lado, la concepción
errónea muy difundida de que las leyes de kashrút constituyen medidas
antiguas para proteger la salud.
Esta idea pudo haber recibido cuerpo por la traducción de los términos
“puro” e “impuro” que se han utilizado para describir a los animales que
se pueden comer o no. Para el lector que lee la Torá traducida, las
palabras “puro” e “impuro” se entienden generalmente en términos de
limpieza o impureza físicas y de allí se llega precipitadamente a la
conclusión de que todo es sólo cuestión de higiene. El hecho de que el
cerdo, un animal doméstico que es utilizado como alimento común y al que
los judíos profesan una aversión especial es un animal que
tradicionalmente es descrito como revolcándose en la suciedad y al que
relaciona con la enfermedad de la triquinosis, sólo acentúa esa errónea
concepción. La aversión especial que el judío siente hacia el cerdo es
más bien el resultado de algunos factores históricos, porque muchos de
los opresores intentaron a menudo hacer que este animal no kasher fuera
comido por los judíos como medio de hacerles negar su fé-y nuestra
historia está llena de mártires que sufrieron la muerte por resistirlo.
La simple higiene no alcanza para explicar la prohibición de comer carne
de camello, caballo o liebre (que son consumidos diariamente en muchas
partes del mundo), y que no son más ni menos sucios que la vaca o la
cabra. La Torá permite comer aves de corral (gallinas, etc) que no
tienen tampoco gran reputación de limpieza.
De hecho, las palabras hebreas para designar a los animales como limpios
y sucios son “tahor” y “tamé”. Estos términos nunca fueron utilizados
para describir limpieza o suciedad física, sino para describir un estado
de existencia espiritual o moral. El término “tamé” se utiliza solamente
en relación a las deficiencias morales o religiosas que contaminan el
alma y el carácter del hombre, particularmente el incesto y la idolatría
que caracterizan la ausencia de pureza ritual. A menudo se traduce como
“contaminación”. Los animales designados como taméno sólo fueron
prohibidos como alimento, sino también para propósitos de sacrificio.
las palabras limpio y sucio deben entenderse por lo tanto como pureza e
impureza en un sentido ritual-espiritual. Se habla de un lenguaje
limpio, una boca sucia, una mente sucia. “¿Quién ascenderá a la montaña
del Señor?; el hombre de manos limpias…” -dicen los Salmos. Todo esto
nos proporciona el ejemplo de que aún las palabras limpio y sucio son
utilizadas en un sentido moral-espiritual. Es solamente en este sentido
que deben ser entendidos los términos hebreos de tahor y taméutilizados
constantemente en las leyes de kashrút.
Aún cuando algunas partes del código de la kashrút tratan de
enfermedades y daños a los órganos que transforman al animal en trefá
por razones que son evidentemente higiénicas o relacionadas con la
salud, y aunque los judíos nunca pusieron en duda el contenido higiénico
de las leyes dietéticas (los mandamientos del Señor no pueden ser sino
beneficiosos para el hombre en todos los aspectos, tanto físicos como
espirituales), las consideraciones higiénicas o de salud no fueron
tomadas como el primer objetivo de la kashrút. Más aún, la limitación de
los animales que pueden ser consumidos, las exigencias de matanza
ritual, la eliminación de la sangre del cuerpo, la no-cocción de carne y
leche conjuntamente -estos y otros ejemplos no soportan la validez de la
teoría de las “antiguas medidas de salubridad”.
La única alusión o indicio que proporciona el texto bíblico por sí mismo
en lo referente a las razones de todas estas regulaciones es la de que
en casi todas las instancias donde la Torá se refiere a las leyes de
comida, encontramos un llamado a la santidad. En Levítico, Capítulo 11
por ejemplo, al final de la sección que se dedica a especificar lo que
se puede y lo que no se puede comer, el capítulo concluye con el
llamado: “Porque yo soy el Señor, vuestro Dios; vosotros os
santificaréis y seréis santos, porque Yo soy santo” (Levítico 11:44). En
otro lugar dice: “Vosotros sois un pueblo consagrado al Señor, tu Dios.
No cocerás el cabrito en la leche de su madre” (Deuteronomio 14:21); o
“Me seréis varones santos. No comeréis la carne despedazada (por fieras)
en el campo; se la echaréis a los perros” (Exodo 22:30). La última
directiva es, en la práctica, parte de la sección que trata de los actos
de justicia y de virtud, que tienen también el propósito de la santidad
de la gente.
La idea de santidad está reafirmada en la Torá en todo lo que se refiere
a las leyes que previenen en contra de la abominación (como contrario a
santidad). Ya que no sólo los animales prohibidos son llamados tamé,
sino que Israel es contínuamente advertido a no contaminarse, no
transformarse en taméjunto con ellos (Levítico 11:43-44).
El énfasis sobre la santidad como causa o propósito de las regulaciones
de la kashrút, merece ser mejor comprendido y apreciado, porque es una
parte integral del cuadro completo del judaísmo y tiene muchas
ramificaciones.
Distinguir: “entre los animales que se pueden comer y los animales que
no se pueden comer” (Levítico 11:47), es uno de los aspectos más amplios
de las exigencias de que Israel aprenda a “distinguir entre lo puro y lo
impuro” (ibid.), no sólo en la comida sino en todos los aspectos de la
vida: sexual, moral, ética, espiritual. Las leyes de kashrút no están
aisladas de los propósitos y fines, de las disciplinas y las exigencias
que son parte del cuadro total del judaísmo. Tratar la kashrút en forma
aislada es deformarla y malentenderla.
En el judaísmo, la santidad no significa un retiro ascético o solitario
de la vida. La santidad no exige la autonegación de cualquier placer
humano legítimo, ni la represión total de cualquier impulso corporal.
Pero tampoco perdona la autoindulgencia. Glotonería y ebriedad fueron
las características distintivas del hijo obstinado, rebelde e
incorregible, (Deuteronomio 21:18-21). Esas eran consideradas
abominaciones. La falta de autocontrol y la inclinación a satisfacer los
propios deseos sin tomar en cuenta sus méritos, su conveniencia o su
legitimidad, fueron índices de debilidad espiritual y decadencia moral.
La santidad significó y significa en convertirse uno en dueño de sus
propias pasiones, de manera que sea la persona quien las dirija y
controle y no a la inversa.
La persona que ha sido acostumbrada a resistir las ansias de gustar
comidas prohibidas que le tientan, puede tambien reforzar su capacidad
de resistencia para dominar sus deseos con implicaciones sexuales
prohibidas, que puedan también tentarle; puede asimismo reforzar su
capacidad de resistencia frente a acciones no-éticas prohibidas que
pueden contener la promesa de recompensas financieras tentadoras o de
posición social. La transferencia de esa disciplina religiosa a otras
áreas no se puede garantizar, pero no puede negarse su valor inherente
en una disciplina religiosa que ha sido concebida para preparar a una
persona a resistir los impulsos y los instintos corporales que tienden
únicamente a satisfacer un deseo o experimentar un placer.
El llamado bíblico a la santidad se refleja en el intento del judaísmo
de elevar la satisfacción de todas las necesidades básicas: comida,
bebida, sexo, en las que no nos diferenciamos de ningún animal, a un
nivel digno del hombre. La kashrút es un buen ejemplo de cómo el
judaísmo eleva inclusive los actos más mundanos, las actividades más
rutinarias, hasta el nivel de una vivencia religiosa. Lo que las mentes
más limitadas pueden considerar como una insignificante preocupación por
frivolidades de cocina, son en realidad ejemplos de cómo el judaísmo
eleva la mera satisfacción física de los apetitos de una persona a un
acto espiritual por medio de su acentuación en el conocimiento de Dios
omnipresente y el deber de servirle en todo momento.
La mesa sobre la cual se sirve la comida está identificada en el
pensamiento judío tradicional con el altar del Templo. “Cuando el Templo
existía, los sacrificios aseguraban la expiación para el individuo;
ahora lo hace su mesa” (Jaguigá 27a) -esa fuéla manera como lo explicó
un sabio del Talmud. (Esta identificación simbólica explica la costumbre
difundida entrre los judíos, de no sentarse sobre una mesa; explica
también la costumbre de algunos de echar sal sobre el primer pedazo de
pan que come -de la misma manera que se exigía en los sacrificios
antiguos; o de sacar todos los cuchillos de la mesa antes de recitar la
acción de gracias porque cuchillos y espadas -símbolos de guerra y
violencia- están prohibidos sobre el altar, que es símbolo de paz;
inclusive, otra de las razones que explican la ablución ritual de las
manos antes de la comida – que se efectúa no sólo por razones de
limpieza sino que también simboliza la pureza ritual exigida a los
sacerdotes cuando oficiaban ante el altar. Aún durante la hora de comida
se nos instruye a elevar el nivel de la conversación, como corresponde
al simbolismo sagrado de la mesa. “Tres personas que comen juntas y no
intercambian palabras sobre la Torá, es como si hubieran comido ofrendas
paganas… pero si tres personas sentadas a una mesa, comieron y
hablaron algunas palabras de la Torá, es como si hubieran comido en la
mesa del Señor” (Avot 2:4). La bircat hamazón, la acción de gracias
después de la comida, es de hecho la satisfacción mímima de ésa
exigencia. Pero la imágen es siempre en términos de altar; y el mismo
hecho de comer es una forma de ofrenda a Dios, en la que se recitan
plegarias apropiadas antes de la comida.
En razón de que la mesa es santificada por medio de bendiciones y
plegarias que se pronuncian alrededor de ella y por lo que ocurre en
ella, se enseña al judío que, inclusive cuando se sienta a comer, debe
tener conciencia de su Señor y servirle con fidelidad. De la misma
manera que estaba prohibido llevar a ciertos animales al altar de Dios,
está prohibido hacerlo sobre la mesa. Las leyes de la kashrút
constituyen otro elemento de cómo el judaísmo insiste en que “en todos
tus caminos piensa en El” (Proverbios 3:6).
Pero éso no explica en forma suficiente por quéalgunas cosas fueron
prohibidas y otras no. ¿Fuésolamente un capricho Divino, o se hubieran
logrado los mismos efectos disciplinarios y espirituales si lo prohibido
hubiera sido permitido, y si lo permitido, prohibido? Los eruditos de la
Torá observan también un significado especial en las regulaciones
específicas. Mientras algunos vieron beneficios prácticos para la salud,
otros atribuyeron a las regulaciones específicas solamente razones
morales más elevadas, acentuando que el objetivo de la santidad estaba
también implícito en lo específico. Estos últimos consideran la
prohibición de beber sangre, de comer carne y leche juntas, como una
manera de alejar al judío del derramamiento de sangre y de la
insensibilidad a los sentimientos de otra criatura viviente. ¿Cómo
explicar de otra menera la prohibición de no matar a un animal y su cría
en un mismo día (Levítico 22:28)? De igual manera, la inculcación de
valores más refinados fuéconsiderada la base para la prohibición de
comer “cosas que reptan o se arrastran”. El Dr. Samuel Belkin, en su
ensayo “La Filosofía del Propósito” escribe que, “la filosofía religiosa
del propósito enseña que ciertas comidas no están prohibidas
primariamente por razones de salud o de higiene (aunque éstas pueden ser
un resultado beneficioso de su observancia), sino por una razón moral
superior”. Las “comidas impuras bloquean el alma, impidiendo sus
virtudes morales y espirituales”, está escrito en el comentario de
Sforno sobre la Torá (Sforno sobre Levítico 11:2).
A menudo se escucha el comentario de los críticos de la kashrút que
dicen “lo que cuenta no es lo que entra por la boca, sino lo que sale de
ella”. Me apresuro a agregar que lo que sale puede muy bien estar
determinado, en última instancia, por lo que entra. Puede ser que en
definitiva, la comida que la gente ingiere -o quizás sea aún más
importante la que se abstiene de ingerir- tenga influencia sobre el
carácter de un pueblo, sobre algunos de sus valores y su sensibilidad
ético-moral.
Críticos judíos, especialmente entre los Reformistas que eliminaron las
disciplinas de la kashrút conjuntamente con todas nuestras demás pautas
de la halajá, criticaron su observancia sobre la base de que tiende a
separarnos de los otros pueblos y de las otras religioners, dificultando
las relaciones sociales. Sin embargo, fuera de cualquier otro mérito o
propósito que puediera tener la kashrút tambien puede ser, según nuestro
entendimiento, parte de lo que el Todopoderoso determinó. Barreras a la
integración social general en unmedio no judío, lo son también con
respecto a los matrimonios mixtos y a la asimilación.
Podemos encontrar una conexión más explícita entre separatismo y kashrút
de acuerdo a lo escrito en los siguientes versículos: “Yo soy el Señor,
vuestro Dios, que os he apartado de los pueblos. Por lo tanto, vosotros
haréis distinción entre animal puro e impuro…” (Levítico 20:24-25).
Es evidente que el abandono de la observancia de la kashrút fuéun
factor que elevó el número de los matrimonios mixtos y la asimilación.
Cuando se elimina la necesidad de buscar servicios kasher, especialmente
cuando los jóvenes se alejan del hogar durante un cierto período de
tiempo, se reducen las oportunidades de encontrar y de desarrollar lazos
de camaradería con otros judíos que requieran los mismos servicios. Al
dejar de hacer valer las normas distintivas judías en la vida diaria, se
establecen automáticamente condiciones fértiles para la asimilación.
La estricta observancia de la kashrút no es realmente una barrera para
mantener relaciones cordiales con personas de las otras naciones y
religiones, pero proporciona quizás lo suficiente para permitir que
Israel conserve su carácter distintivo. Una nación pequeña que está
obligada a luchar por su perpetuación y que debe librar siempre combate
contra su absorción y asimilación a otros grupos más grandes, debe
acoger con agrado todas las observancias y disciplinas que le permitan
erigir algunas barreras contra su aniquilación.
Me parece adecuado comparar la kashrút con los cimientos de una casa. En
sí y por sí mismos, los cimientos no son la casa. Una persona no puede
residir en ellos. Pero, por otra parte, una casa construída sin
cimientos o con cimientos débiles, no es estable y puede derrumbarse
ante la presión más ligera. Tampoco la kashrút, en sí misma, representa
un hogar judío, ni tampoco la vida judía, ni siquiera la santidad que es
su objetivo primordial. Pero todo intento para construir un edificio
semejante sin tomar en cuenta la kashrút, es hacerlo en forma
deficiente. Sin el Shabát, las fiestas, la vida familiar (las paredes,
el techo, los muebles, etc. de nuestro edificio) será inestable y en
peligro de derrumbarse por no existir cimientos adecuados.
Sin kashrút se pone también en peligro la instrucción religiosa y el
desarrollo espiritual de los niños. Un padre que no siga las leyes de la
kashrút y se emociona ante su niño que regresa de la escuela hebrea y
que es capaz de recitar una brajá, la bendición por la comida, puede no
darse cuenta de que el niño está agradeciendo a Dios por una comida que
El le ha ordenado no comer. Si esta inconsistencia y paradoja es pasada
por alto por los padres, resultará evidente para el niño cuando crezca.
Salvo en casos excepcionales no dejará de comer comida prohibida, sino
que dejará de recitar la bendición. La conciencia religiosa espiritual
temprana que los padres estaban ansiosos que el niño tuviera, quedará
sin contenido.
La “doble pauta” practicada por algunos judíos tampoco estimula los
propósitos y metas espirituales que implica la kashrút. “Llevar un hogar
kasher” no es más, desgraciadamente, idéntico a “observar la kashrút”.
Comer como un judío en el hogar y como un gentil fuera del mismo,
conduce a la situación ridícula de que algunos judíos se preocupan más
por lo que les sirven en sus platos, que por lo que entra en sus
estómagos. Desearíamos saber en cuantos otros terrenos de la vida podrán
nuestros niños creer que existen un conjunto de normas para el hogar, y
otro para ser usado fuera del mismo. No condenaría este proceder como
hipocresía, sino como un intento de aferrarse a algo – es verdad que un
poco es mejor que nada- pero ninguna de las razones que justifican la
observancia de la kashrút se cumplen al seguir esta “doble pauta” de
“observar la kashrút” solamente en el hogar.
En resumen, permítaseme decir que la kashrút por sí misma no representa
la santidad, pero, como parte integrante de una estructura general que
tiende hacia una vida diferente, que incluye el Shabát y las
festividades, normas ético-morales y disciplinas que incluyen normas
sexuales, la observancia de la kashrút es un elemento indispensable.
Rabino Eliahu Birnbaum
“Y les dijo el Eterno a Moshéy Aarón: ‘Decidles a los hijos de Israel:
Estos son los animales que podréis comer entre los que hay sobre la
tierra. Todo el que tiene pezuñas partidas y rumia podréis comer, pero
no comeréis los que sólo rumian o sólo tienen pezuña partida. (Por
ejemplo) el camello, que rumia pero no tiene pezuña partida… De los
animales que viven en el agua comeréis los que tienen aletas y escamas,
tanto de los mares como de los ríos y arroyos… Y de las aves no
comeréis el águila, el quebrantahuesos y el halieto…el cuervo, el
avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán… Será para vosotros
abominación todo reptil que se arrastra en la tierra… No
impurificaréis vuestras almas con ningún reptil que se arrastre… Por
cuanto Yo soy el Eterno, vuestro Dios, vosotros os santificaréis, pues
Yo soy santo… Esa es la ley de los animales terrestres, de las aves y
de los que moran en las aguas, y de todo ser que se multiplica en la
tierra, para distinguir entre lo impuro y lo puro y entre el animal que
puede comerse y el que no se puede comer’.” (Levítico 11, 1- 47)
La Torá presenta en ésta y en otras parashot la obligación de comer
animales puros y la prohibición de comer impuros, pero dá únicamente una
breve razón a estas leyes: “No impurificaréis vuestras almas… Por
cuanto Yo soy el Eterno, vuestro Dios, vosotros os santificaréis, pues
Yo soy santo…”
La Torá generalmente no explica los motivos de los preceptos
específicos, sino que presenta una visión del sistema general de los
preceptos enfocados a profundizar los conceptos de santidad y justicia.
A lo largo de las generaciones, se fueron acumulando interpretaciones
que tienen como objetivo buscar el significado de los preceptos. Cada
generación aportó su enfoque acorde con las corrientes filosóficas y
culturales que existían en cada época.
El precepto de kashrút incluye diferentes leyes y todas ellas juntas
conforman el concepto general de kashrút.
La primera regla indica quéanimales es permitido comer y cuáles está
prohibido consumir. Esta norma se aplica a animales, aves y peces,
existiendo señales específicas para cada especie. Los animales
permitidos son los rumiantes que cuentan con pezuña partida, entre los
peces los permitidos son los que tienen escamas y aletas; las aves son
consideradas según diferentes tradiciones que existen como señales desde
generaciones, por ejemplo, no son permitidas las aves de rapiña. (ver
desde las aves)
La segunda regla prohíbe el consumo de animales puros cuando se
encuentran en las siguientes condiciones: “Ever min Hajá” prohíbe comer
carne arrancada de un animal; “Jélev’ prohíbe consumir la grasa que se
forma bajo el diafragma; “Dam” está prohibido beber sangre, aunque sea
de un animal puro.
La tercera regla exige la “shejitá”, el sacrificio del animal según las
leyes rituales de la Torá.
La cuarta regla, “Basár Vejaláv”, nos indica no cocinar ni comer carne
junto con leche.
Es posible reflexionar sobre el precepto de kashrút en torno a diversas
corrientes del pensamiento judío. Moralistas, simbolistas y místicos
presentan sus conceptos sobre éste tema que, más que otros temas en el
judaísmo, se tornó en uno de los pilares de la vida práctica y
filosófica de nuestra tradición.
En el Bereshit (Génesis) de la Torá leemos que en un principio el hombre
fuévegetariano. Dios le permitió comer de los árboles del Jardín del
Edén pero no de sus animales. Recién después del diluvio, al salir Nóaj
junto a todos los animales del arca, Dios le permitió al hombre comer
carne animal. El consumo de carne animal fué admitido bajo ciertos
requisitos que tienen como fín lograr la compasión del ser humano hacia
ellos.
Una primera aproximación al significado de éste precepto, alega que la
Torá se preocupa por la existencia física y espiritual del ser humano.
Las normas de kashrút permiten al hombre cuidar su salud, consumiendo
sólo alimentos que no afecten su equilibrio corporal.
Existe una gran oposición a la explicación antes mencionada. Las mitzvót
no son un mero servicio que Dios le presta al hombre, a su cuerpo y aún
a su espíritu, sino un medio a través del cual el hombre realiza su
misión.
Una visión relativamente moderna del concepto de kashrút presenta una
explicación práctica, acompañada de argumentos psicológicos. Las normas
de kashrút son un medio que permite al pueblo judío diferenciarse del
marco social no judío dentro del cual vive. Las mitzvót permiten
preservar la unidad y la esencia del pueblo judío a través de las
generaciones.
Para la comunidad, las normas diarias de la comida judía constituyen un
vínculo y un recordatorio de su identidad nacional. Las leyes de
kashrút, más que otros preceptos, son instrumentos sociales cuya
finalidad es mantener viva la nación judía, y un instrumento psicológico
para preservar la identidad de sus individuos.
El judío observante sabe, por un lado, que no puede comer en cualquier
lugar el alimento que le ofrecen y, por el otro, sabe que puede comer en
la casa de todo homólogo judío en el mundo.
Una tercera corriente considera como finalidad de las mitzvót el
perfeccionamiento humano. Aquí también son las mitzvót un medio, una
especie de medicina espiritual que el hombre necesita para lograr su
sanidad espiritual e integridad moral.
Las leyes de kashrút y, en general, las mitzvót constituyen un medio de
educación. No se trata sólo de principios filosóficos, sino de
tradiciones y actos que niños y adultos pueden asimilar.
Los tres instintos naturales más poderosos en el ser humano son los
impulsos por alimento, sexo y poder. El judaísmo no se propone destruír
éstos impulsos, sino controlarlos y santificarlos. Los preceptos son los
que logran transformar éstos instintos en impulsos positivos en la vida
del ser humano. La Torá no exige la extirpación del instinto, sino algo
más difícil: que el hombre domine su instinto y no que el instinto
domine al hombre. Las normas de alimentación según las leyes de kashrút
indican al hombre cómo controlar sus impulsos y elevarlos a un nivel de
integridad y moralidad.
A continuación de la visión educativa, es posible presentar una visión
ética de las leyes de kashrút. Uno de los valores fundamentales que la
Torá trata de inculcar en el ser humano es la sensibilidad ante el
sufrimiento. El sufrimiento no tiene reglas ni límites. Cualquier tipo
de sufrimiento debe despertar la sensibilidad del ser humano. Es así que
la Torá exige al hombre que tenga sensibilidad hacia la vida animal y su
posible sufrimiento. Las leyes de kashrút, especialmente aquellas que
están dirigidas a la “shejitá” (matanza ritual de los animales) nos
enseñan que cuando se quita la vida a otra criatura viviente, se debe
hacer del modo más humanitario y compasivo posible.
El judío que observa las leyes del kashrút sabe que el único método por
el cual se puede matar a los animales destinados al consumo es el método
de la shejitá. En realidad, la preocupación por los animales tiene una
doble intención. La Torá no sólo se preocupa por la vida o la forma de
muerte del animal sino por el propio ser humano.
Para la interpretación mística, las leyes del kashrút tienen una
influencia más profunda que su influencia ética o moral. Su principal
importancia radica más en su efecto sobre el universo y sobre la
personalidad del hombre. La Torá expresa claramente que el consumo de
animales impuros ejerce una influencia nociva sobre la personalidad
espiritual del hombre.
Los animales cuya asimilación no se encuentra bajo las normas dietéticas
de la Torá son concebidos como aquellos que tienen un efecto directo
sobre el carácter moral del ser humano.
A pesar de la dificultad que presenta esta explicación ante un hombre
acostumbrado al pensamiento filosófico moderno, debemos señalar que éste
problema se encuentra dentro de los marcos del antiguo misterio
existente entre la acción de la materia sobre el espíritu y viceversa.
Este problema ha sido motivo de inquietudes intelectuales desde
Aristóteles y Platón hasta nuestros días. La teoría de la interacción
psicosomática supone una existencia paralela del cuerpo y del alma que
actúan mutua y recíprocamente el uno sobre el otro. El consumo de
alimentos basados en las reglas de kashrút influyen positivamente sobre
el espíritu del hombre y aquellos que no cumplen con estos requisitos
perturban su integridad moral y espiritual.
Las leyes del kashrút y la necesidad de encontrar una explicación
suficientemente convincente para ellas, nos hacen formular preguntas e
inquietudes que brindan a éste precepto una cualidad provocadora, la
cual, a su vez, despierta en nosotros preguntas, inquietudes e
interpretaciones que alimentan y profundizan nuestra vida religiosa.
Prof. Shalom Rosenberg
El significado de las Mitzvót (Preceptos Prácticos del Judaísmo)
Introducción a las distintas dimensiones:
La idea de la kashrút es un ejemplo particular de todo el sistema de los
preceptos prácticos (Mitzvót Maasiót).
La Torá, en general, no explica los motivos de los preceptos en
particular, aún cuando contiene una visión del sistema en general, a
través de los conceptos de santidad y justicia. Desde sus comienzos el
pensamiento judío se vió abocado a la búsqueda de una explicación para
las Mitzvót. En la Agadá Talmúdica y en el pensamiento judío alejandrino
hallamos las primeras explicaciones, que se continúan en el pensamiento
clásico y moderno. Para un estudio metódico del problema podemos
esquematizar las distintas soluciones, que representan un espectro
completo de las posibilidades.
Una primera aproximación, la más simple, es la utilitaria. Cada Mitzvá
tiene una finalidad concreta, beneficiosa para el hombre, como lo sería
por ejemplo la explicación de las leyes de los alimentos prohibidos, a
través de las leyes higiénicas. Esta exégesis utilitaria puede presentar
distintas variantes, como la de la motivación nacional. Las Mitzvót son
dadas para preservar la unidad y la esencia del pueblo judío. Este tipo
de explicación tiene lógicamente el grave inconveniente de explicar los
preceptos bíblicos a través de categorías no religiosas.
Una segunda corriente considera como finalidad de las Mitzvót el
perfeccionamiento humano. Aquí también son las Mitzvót un medio, pero
que pueden tener un significado profundo, siendo en realidad una especie
de medicina espiritual que el hombre necesita. Esta coriente aparece en
toda clase de variantes, especialmente entre los Sabios halájicos que
continuaron el pensamiento talmúdico. Rabí Iehuda Haleví con su original
sistema filosófico, puede ser encuadrado en los límites extremos de ésta
corriente. Para él las Mitzvót son el medio para llegar a la suprema
etapa humana, la profecía.
Una tercera corriente en la exégesis de las Mitzvót, se opone a la
segunda, considerando a las Mitzvót no son un mero servicio que se
presta al hombre – y a su espíritu, sino un medio a través del cual el
hombre realiza su misión. Esta acción, puede ser simbólica y por lo
tanto tener una acción subjetiva, o puede ser real, como lo sostiene la
mística judía. A través de las Mitzvót, el hombre está pues
construyendo no sólo su microcosmos, sino el Universo todo. En esta
concepción, el hombre está realmente -no sólo metafóricamente- asociado
a Dios en la creación del Universo. La corriente simbólica tuvo su
máximo exponente en Shimshon Rafael Hirsch, el pensador judeo alemán del
siglo XIX, la mística se desarrolló en las obras cabalísticas,
especialmente en el Zohár, el libro del Esplendor.
Estas corrientes contrastan con una cuarta que ve en el cumplimiento de
las Mitzvót la expresión del sometimiento humano a Dios. El valor de las
Mitzvót se expresa, no en su contenido material, sino en el hecho formal
de su realización del característico mandato divino. Esta corriente
tiene hondas raíces tradicionales, fué también desarrollada por Shimshon
Rafael Hirsch, y llegó a su expresión más coherente y extrema en la obra
de Ishaiahu Leibowich, el importante pensador israelí contemporáneo.
Como escribe S. R. Hirsch en su libro “Horeb”:
“Es tu deber cumplir los preceptos porque son preceptos del Señor, y no
porque te parezcan bien a tí. E incluso aquellos preceptos con cuyas
razones tú concuerdas – no es éste el motivo por el cual debes
cumplirlos. Si fuese así no estarías haciendo más que obedecerte a tí
mismo. Al igual que todas las criaturas de Dios, tienes el deber de
servir al Señor con todo tu ser, porque ésta es la esencia del ser
humano.”
Sin embargo, despúés de ésta primera aceptación existe la posibilidad de
intuír el sentido positivo de estos preceptos. Este sentido existe aún
cuando no lo podamos comprender:
“¿Y cómo podrías llegar a captar las razones de estas ordenanzas?
¿Conoces acaso la naturaleza de las criaturas que te rodean? ¿Acaso
conoces ya tu propia naturaleza y el modo en que te nutres? ¿Y estás al
tanto de la relación entre la nutrición y las fuerzas del organismo, y
de la relación de éstas fuerzas con las fuerzas del alma, para la cual
el cuerpo es el órgano adecuado?
“Sólo una vez que hayas comprendido y no sólo intuído todo esto; una vez
que puedas verte tú mismo entre las criaturas del orbe tal como el
Creador te ve a tí – sólo entonces te maravillarás de no haber captado
las razones de éstos preceptos… Por lo tanto, déjate llevar por el
Señor, que te sacó de Egipto para que seas santificado para El, y que te
imponga Su santidad.”
Aaron Barth
Las mitzvót: El Alfabeto Básico del método educativo del judaísmo.
¿Cómo y con quéeducaremos a la juventud y a los mayores, para el
cumplimiento de las Mitzvót? El principio fundamental, que tenemos que
admitir, es que el conjunto de las Mitzvót constituye una reunión
interdependiente, de la cual no se puede extraer ninguno de sus
componentes, sin correr el riesgo de que se desmorone todo el conjunto.
En cuanto a la necesidad de explicar o no el fín de las Mitzvót, ello es
un tema disputado por nuestros Sabios, desde la antiguedad.
Pero para nosotros, desde el punto de vista pedagógico, el no explicar
el significado de las Mitzvót, representa un peligro no despreciable. Es
lógico que uno no puede pretender haber hallado la explicación correcta,
pues el sistema de las Mitzvót constituye una legislación divina, y un
simple mortal no puede asegurar que ha captado en todo su alcance la
voluntad de Dios, y saber con certeza por quénos fue prohibida tal cosa
o permitida tal otra. Lo que debemos intentar es comprender el conjunto
de la estructura de ésta legislación. Debemos investigar quénos aportan
las Mitzvót, que se renuevan cada día y cada hora, desde el nacimiento
hasta el mismo día de la muerte de cada individuo; y muchas de las
cuales están relacionadas al parecer, con cosas por completo ajenas al
espíritu, como ser: “Neveilá Utreifá”, “Basár bejaláv”, “Shaatnez”, etc.
El secreto del éxito en la educación hacia el cumplimiento de las
Mitzvót, reside fundamentalmente en la medida en que logremos contestar
las cuestiones antes planteadas. La esencia de la respuesta a éste gran
problema, parece ser un breve y antiguo dicho de nuestros Sabios: “Las
Mitzvót fueron dadas para modelar con ellas a los seres”. En otras
palabras, las Mitzvót fueron dadas para extirpar de nosotros lo malo y
para ayudar a convertirnos en elementos espiritualmente puros. Profunda
es la sabiduría de éste simple proverbio.
Existen diversos métodos para alcanzar un alto nivel espiritual. Uno de
ellos, el predicado por Pablo, constituyó toda una revolución en el
mundo antiguo, conquistando buena parte del mismo. El cristianismo
paulista, negó y ridiculizó el valor del sistema de las Mitzvót Maasiót
(preceptos prácticos).
Su teoría era la siguiente: A fín de que el individuo alcance un alto
nivel moral, le es suficiente creer. Cabe preguntarnos, ¿por quénuestra
Torá prefirió el método de las Tariag Mitzvot (613 preceptos)?
Contestamos pedagógicamente; para ello investiguemos cómo se logra una
educación práctica, como se instruye y se ejercita hacia una conducta de
vida determinada. ¿Es suficiente acaso explicar en bellas palabras lo
que pretendemos y nada más? No. Nada se puede alcanzar sin los
corespondientes ejercicios y prácticas. Si los padres quieren que su
bebécamine como es debido, sin tropezar con los muebles, que aprenda a
comer correctamente, que se conduzca como es debido con sus compañeros,
¿acaso se conforman con una simple indicación? Acaso no lo instruyen
una, dos y más veces y le indican detalladamente una y otra vez qué
hacer primero y quéhacer después, hasta que se ejercite primero y luego
se convierta en hábito ? ¿Acaso es posible impartir una educación física
sin el correspondiente entrenamiento?
En éste aspecto, la educación espiritual se ajusta a las mismas leyes
que la educación física, con la diferencia que en la primera es
necesario también explicar y fijar el objetivo. El fín de toda enseñanza
es que la misma entre a formar parte del alma del educando, y es por
ello que no alcanza únicamente el entrenamiento que es esencialmente
“mecánico”, sino que es necesario enseñar y fijar el objetivo y al mismo
tiempo ejercitarse. Es éste el sistema pedagógico, y es éste también el
método que eligió la Torá. El objetivo al que el pueblo judío debe
aspirar fuéseñalado en el Monte Sinaí: “Vosotros seréis para mí un
reino de sacerdotes, un pueblo santo”. Este es el nivel más elevado al
que el pueblo pudo pretender. Estaba bien claro, que ello sería la obra
de las futuras generaciones.
El pueblo que estuvo esclavizado por cientos de años, y la generación
que logró su libertad, no pudo ni estaba en condiciones de alcanzar éste
objetivo. Ello requiere una revolución espiritual; la victoria absoluta
del bien sobre el mal. No era posible elevar al pueblo hasta ése nivel,
tan sólo con la enseñanza de principios. Dios quiso dar al pueblo, que
exclamó “NaaséVenishmá”, la posibilidad de alcanzar el nivel de un
reino de sacerdotes y pueblo santo. Para ello, tuvo que preparar los
medios educativos necesarios, que estaban destinados, con el correr del
tiempo, a cambiar tanto el carácter del individuo como el de la
sociedad.
Dennis Prager – Joseph Telushkin
LA SIGNIFICACION ETICA DE LA COMIDA: LA UTOPIA VEGETARIANA.
El crecimiento del ideal del Kashrút es evidente en la Torá. Idealmente,
de acuerdo con el judaísmo, debemos ser vegetarianos. En el jardín del
Edén, una representación bíblica de la Utopía, el hombre no debía matar
ningún animal sino comer solamente frutos y vegetales del Jardín
(Bereshit, 1:27-9). Después de dejar la Utopía, sin embargo, el hombre
primitivo cazó y lo hizo sin consideración por el sufrimiento de los
animales. En consecuencia, tanto por el bien de los animales como por el
desarrollo ético de la humanidad, pronto se establecieron leyes para
regular el comer animales. Primero, se prohibió a los hombres comer
parte de un animal vivo, una ordenanza tan antigua y universal que es
una de las siete leyes que el judaísmo obliga a cumplir a todos los
hombres y mujeres de todas las naciones. Luego, la Torá prohibió comer
la sangre de un animal “porque la vida (o el alma) de una criatura viva
está en su sangre” (véase Vaikrá, 3:17, 7:26, 17:´10-14; Dvarím,
12:15-16 y 12:23-25). El propósito de ésta antigua ley era inducir
repulsión al derramamiento de sangre, y parece que hay en verdad una
correlación directa entre la prohibición de la Torá de beber sangre y la
incidencia extremadamente baja de homicidios entre los judíos.
Más tarde, para impedir que el judío saliera y matara cualquier animal
que viera, la Torá, en una especie de compromiso realista con su ideal
vegetariano (quizás una razón para este compromiso fuéque el
conocimiento nutricional no bastaba para permitir a la gente subsistir
sólo con una dieta vegetariana), dividió el reino animal en especies
permitidas (Kasher) y no permitidas (Taref). Al mismo tiempo, el
judaísmo instituyó sus leyes para el sacrificio, siendo el objetivo
fundamental reducir el sufrimiento del animal sacrificado tanto como
fuera posible. Para citar unos pocos de muchos ejemplos posibles, un
animal herido era declarado no Kasher para asegurar que los animales
serían matados lo más rápida e indoloramente posible con un solo corte;
el shojet (matarife) no puede ser cualquier judío: tiene que ser
especialmente piadoso y educado (porque una persona así sería
presumiblemente más cuidadosa para minimizar el sufrimiento del animal);
y un animal sacrificado con un cuchillo desafilado, roto, no es Kasher.
Un ejemplo particularmente conmovedor del humanismo judaico y del
propósito del Kashrút de sensibilizar moralmente al ser humano, es la
prohibición de la Torá de matar un animal y su cría en el mismo día.
(Vaikrá 22:28)
Así pues, las leyes que ponen la parte del reino animal fuera de los
límites de las mesas judías junto con las miríadas de leyes que aseguran
la matanza humana de la parte permitida constituyen la ética sistemática
del judaísmo con respecto a los alimentos.
El Kashrút puede ser considerado como una parte de la ética sistemática
del judaísmo referente al tratamiento de los animales. Bajo el
encabezamiento “tzaar ba’alei jaim” (prevención de la crueldad a los
animales) la Torá legisló hace más de 3000 años que: 1) así como el
hombre descansa en Shabát, así debe descansar el animal (Shemót 20:10);
2) “No ararás con buey y asno juntos” (Dvarím 22:10), ya que siendo de
tamaño y fuerza desigual ambos sufrirían; 3) si un hombre encuentra un
nido de pájaros, no puede matar a la madre con la cría, sino que debe
alejar a la madre pájaro para respetar sus sentimientos (Dvarím 22:6),
porque como ha escrito Maimónides, “El dolor de los animales en ésas
circunstancias es muy grande” (Guía de los perplejos,3:48); 4) mientras
pisotea el trigo, el buey (o cualquier otro animal) no puede ser
amordazado (Dvarím, 25:4), de manera que mientras trabaja en el campo el
animal estélibre para comer tanto como desee. Más tarde en el período
talmúdico, los Rabinos legislaron que está prohibido comer en la mañana
antes de haber alimentado a los animales (Talmud Berajot, 40 a) o
comprar un animal si no se está seguro de poder proporcionarle
suficiente alimento.
Pero esto no es todo. El Kashrút, como todas las leyes judías, también
sirve al propósito fundamental de reforzar el autocontrol de cada judío.
En un famoso pasaje en el Midrash Tanjuma (escrito hace unos 1500 años)
Rav dice que “Las Mitzvót (mandamientos; en éste caso del Kashrút)
fueron dadas solamente para entrenar a la gente. ¿Por quéle importa al
Bendito…la pureza o impureza de los animales que comemos? Está claro,
entonces, que las Mitzvót fueron dadas solamente con el propósito de
modelar a la gente”.
Con frecuencia se pregunta: ¿el Kashrút está verdaderamente relacionado
con la ética o con la santidad?; después de todo, no es lo que vá dentro
de la boca del hombre, sino lo que sale, lo que lo hace impuro.
Contestaríamos: Cada vez que un judío se sienta a comer una comida
Kasher es recordado que el animal que se está comiendo es una criatura
de Dios, que la muerte de esa criatura no puede ser tomada con ligereza,
que la caza como deporte está prohibida, que no podemos tratar cualquier
cosa viva irresponsablemente y que somos responsables por lo que sucede
a otros seres (humanos y animales) aún si no estuvimos en contacto con
ellos. Por consiguiente, como un ejemplo de esta última preocupación,
una corte rabínica en Boston declaró no Kasher las uvas arrancadas por
trabajadores chicanos oprimidos; y quizá también podemos declarar no
Kasher las pieles de las focas que fueron matadas a golpes, y no
utilizadas.
Tres veces al día, ha señalado Richard Israel, “un judío debe
preguntarse ciertas cosas antes que pueda comer ¿Fuématado éste animal
de manera cruel? ¿Fuéextraída toda su sangre? ¿Es la tierra y su
abundancia mía como para hacer lo que yo quiera? ¿Quésignifica que la
mesa debe ser un altar?”
Algunos podrían dejar de lado ésta preocupación judía por la dieta como
insignificancia, sintiendo que la religión debe tratar sólo de cosas
sublimes. Pero el judaísmo sostiene que no hay área de la vida que no
sea capaz de llegar a ser exaltada. Comer es insignificante sólo cuando
la gente que está comiendo es insignificante. En el hogar judío donde se
observa el Kashrút, donde las personas bendicen a Dios antes de comer y
donde se cumple el mandamiento judío de hablar de asuntos de la Torá
durante la comida, el comer no es insignificante. Es un acto más en el
intento del hombre por santificar toda su vida. Como ha escrito Samuel
Dresner: “Al comer un trozo de pan, podemos descubrir a Dios, al beber
un vaso de vino, podemos santificar el Shabát, al preparar un trozo de
carne podemos aprender algo de la reverencia de la vida”.
Aparte de los ideales sociales y morales comunicados por las leyes del
Kashrút, hay todavía un efecto más que señalar: la relación del Kashrút
con la cohesión social de la comunidad judía. Cuando un judío no
observante, o un no judío, viaja a una ciudad donde no tiene conocidos,
a menudo permanece allí sin llegar a conocer a los habitantes. Pero
cuando viajamos, nuestra observancia del Kashrút asegura inmediatamente
que encontremos gente local. Habitualmente, llamamos al Rabino para
inquirir dónde puede encontrarse comida Kasher y con mucha frecuencia
ésto resulta en una invitación a cenar, ya en la casa del Rabino o al
hogar de un lego que él pueda sugerir. Esta ha sido nuestra experiencia
a través de todos los Estados Unidos de Norteamérica y en los cinco
continentes. Más tarde vamos a la sinagoga donde encontramos otros
judíos y hacemos amistad con otra gente. Como compartimos un sistema de
valores y un estilo de vida hay por lo menos alguna relación instantánea
entre nosotros. Cuando se observa el Kashrút, ningún judío está solo
nunca en una ciudad donde hay otros judíos.
DR DAYAN. I. GRUNFELD
EL RITUAL Y LOS SIMBOLOS
ERICH FROMM
El ideal humano y su libertad: la armonía entre el hombre y la
naturaleza.
Los símbolos son imágenes gráficas o palabras que representan ideas,
sentimientos o pensamientos. Pero hay otra clase de símbolos, cuya
importancia en la historia del hombre quizá no sea menor que la de los
símbolos que aparecen en los sueños, los mitos y los cuentos de hadas.
Me refiero a los rituales simbólicos en los que no son las palabras ni
las imágenes sino las acciones las que representan experiencias
internas. Todo el mundo emplea rituales simbólicos de esa especie en la
vida diaria. Cuando nos quitamos el sombrero en señal de respeto, o
estrechamos las manos como expresión de sentimientos amistosos, actuamos
-más que hablamos- simbólicamente. Estos símbolos son simples y se
entienden fácilmente; así como muchos sueños, que son claros para todos
sin necesidad de mayores investigaciones. Hay asimismo muchos símbolos
religiosos que son igualmente sencillos; la antigua costumbre hebrea,
por ejemplo, de rasgarse la ropa en señal de duelo.
DR. DAYAN I. GRUNFELD
Un símbolo individual
El ejemplo clásico de las Leyes Dietéticas judías que tienen carácter
simbólico es la prohibición del consumo del nervio ciático o “tendón
encogido” (Guid Hanashe) -como se le denomina en relación con el
episodio que causó esta prohibición (véase Bereshit 32,33)- y la
prohibición de comer alimentos leudados en Pésaj. (Jametz)
Según la Torá, la razón de la primera prohibición es la lucha nocturna
que sostuvo Iaakóv con un ser no identificado, que le causó una cojera;
y el motivo de la segunda prohibición es el hecho de que los Hijos de
Israel, cuando salieron de Egipto, no tuvieron tiempo para esperar que
fermentara la masa preparada y por lo tanto comieron el pan sin leudar
(Shemót 12,39).
Ahora resulta evidente que estos hechos por sí mismos no serían bastante
importantes como para ser recordados a través de los tiempos por las
Leyes Dietéticas, si no fuera porque están ligados con ciertas verdades
y conceptos de fundamental importancia para la existencia y el futuro
del pueblo judío. Y son precisamente estas verdades las que han de ser
perpetuadas y renovadas eternamente mediante la observancia de las Leyes
Dietéticas que simbólicamente están relacionadas con ella. Es así como
la lucha de Iaakóv con el ángel protector de Esáv, según nuestros Sabios
(Bereshit 32,25 y Bereshit Rabá cap.77), en la soledad de la noche, es
un prototipo de la lucha que se libera a lo largo de la historia entre
la ley moral cuyo defensor es Iaakóv y la fuerza bruta representada por
Esáv. La renguera de Iaakóv, que finalmente se convierte en el
victorioso Israel (literalmente: que ha luchado con el ángel de Dios),
es un símbolo de nuestra nación que nunca será vencida por las fuerzas
materialmente más poderosas de Esáv, aún cuando pueda suceder, como
aconteció con nuestros antecesores, que sea herida y lesionada y sufra
toda clase de tribulaciones temporarias en su paso por la historia.
(Véase Ishaiau 9,7 y su comentario talmúdico en Julín 91a).
Del mismo modo, respecto a la prohibición de jametz (leudado) en Pésaj,
el hecho de que Israel no haya tenido tiempo de abastecerse para el
largo viaje a la Tierra Santa tiene un profundo significado simbólico;
porque un líder humano jamás se había arriesgado a conducir al desierto
un pueblo de dos millones de almas sin proveerse debidamente de
alimentos. El hecho de que hayan salido de Egipto sin tales provisiones
demuestra, pues, que la redención de nuestro pueblo del cautiverio en
Egipto no fuéel resultado de un bien preparado levantamiento de una
minoría oprimida, sino que se debió sóla y exclusivamente a la
intervención directa de Dios. “Acordáos de este día, en el cual
salísteis de Egipto, de la casa de servidumbre; porque con mano poderosa
os sacó el Señor de aquí; por tanto no se comerá (en él) pan fermentado”
(Shemót 133). Por lo tanto los judíos, al observar la prohibición del
jametz en ese día, expresan su convicción y su reconocimiento de que la
esencia y el destino de su pueblo radica sólo en la conducción de Dios.
Esto explica también las graves consecuencias que la Ley Judía impone a
quien comiera jametz en Pésaj; porque quien quebranta esta ley demuestra
con ello que se niega a reconocer la conducción Divina en la historia de
Israel…
SANTIDAD Y PUREZA
DAYAN DR. I. GRUNFELD
La comida y la personalidad
Para la interpretación mística las Leyes divinas son más que un curso de
capacitación en la disciplina ética; su principal importancia radica más
en su efecto, tanto sobre el macrocosmos como sobre el microcosmos, o
sea: tanto sobre el Universo en su totalidad, como sobre el hombre visto
como modelo de ese Universo. Aquí nos referiremos solamente al efecto de
la observancia de Kashrút sobre el cuerpo y sobre el alma del ser
humano, ya que el intento de exponer en un breve ensayo la filosofía
“cósmica” de los místicos judíos en materia de Leyes Dietéticas nos
conduciría muy lejos de nuestro tema principal.
La Torá misma expresa el punto de vista de que la carne de animales
prohibidos ejerce una influencia nociva sobre ese misterioso “algo” que
llamamos la personalidad humana. Por otra parte, la Torá recomenda la
observancia de las Leyes Dietéticas como un medio positivo de
auto-santificación. Por supuesto que no lo hace en el sentido de que la
sola abstinencia de alimentos prohibidos hace santo al hombre; pero sí
en el sentido de que ello contribuye a que sea mucho más fácil volverse
santo…Este, y ningún otro, es el significado de lo que indica la Torá
en Vaikrá 20:25-26: “Vosotros, pues, habéis de hacer distinción entre
animales puros e impuros…Vosotros, por tanto, habéis de serme santos,
porque Yo, el Señor, soy Santo, y os he separado de entre las naciones
para que seáis Míos”.
De éste y otros pasajes similares (véase Vaikrá 11: 41-45 y Devarím
14:21) resulta evidente que el enfoque meramente higiénico en la
interpretación de las Leyes Dietéticas es erróneo desde su mismo
principio. La salud física y la longevidad pueden ser efectos
secundarios del cumplimiento de lo prescripto por estas leyes, pero no
pueden ser consideradas en la categoría de “razones de los preceptos” en
lo que a las Leyes Dietéticas concierne.
La esfera de acción de las Leyes Dietéticas es no sólo el cuerpo humano,
sino toda la personalidad del ser humano como una entidad indivisible.
Ello está en total consonancia con la concepción fundamental del
judaísmo, que siempre se preocupa por la unidad de la materia y del
espíritu, del cuerpo y del alma.
Es aquí donde parecería surgir cierta dificultad filosófica, que siempre
constituyera el punto de partida de ataques y críticas a las Leyes
Dietéticas. Esta dificultad deriva de la pregunta: ¿De quémodo puede el
alimento influir la vida espiritual del ser humano? ¿Cómo se puede
explicar esta transición del cuerpo al alma?
El misterio psicosomático
Si escudriñamos más a fondo éste problema, hallamos que es ésta una
dificultad aparente y no real, y que todo el problema no es primitivo de
las Leyes Dietéticas. Es más bien el antiguo misterio de la acción de la
materia sobre el espíritu, y viceversa. Este problema ha acaparado los
pensamientos de los más grandes filósofos de todas las épocas, desde
Aristóteles y Platón -e ncluso antes de ellos- y hasta nuestros días. La
pregunta sobre la relación entre cuerpo y alma ha recibido diversas
respuestas. La teoría del paralelismo psicosomático supone una
existencia paralela del cuerpo y del alma sin influencia recíproca;
mientras que la teoría de la interacción psicosomática sostiene que el
cuerpo y el alma actúan mutua y recíprocamente el uno sobre el otro.
…En realidad conocemos muy poco sobre la esencia de la materia y del
espíritu como para poder determinar cuál es su relación sustancial.
Actualmente, los científicos expertos en las ciencias de la naturaleza
se plantean dudas acerca de lo que realmente constituye la materia, sin
hablar ya del espíritu. Según todas las probabilidades, desde el punto
de vista metafísico la relación entre cuerpo y espíritu permanecerá tan
inexplicable como el propio misterio de la vida.
RAB. SHIMSHON RAFAEL HIRSCH
Ni el embuste materialista ni la ilusión espiritualista.
Todo lo que se habla acerca de las leyes “dietéticas” de la Torá de
Moisés -importante, según se afirma, sólo en aquella época y en aquellas
circunstancias- queda sin efecto ante lo que dice la propia Torá. No es
nuestra salud física, sino la salud espiritual y moral de nuestras
almas, la que queda asegurada mediante el cumplimiento de estos
preceptos. Ellos son los que preservan los instintos físicos del
predominio de los poderosos impulsos bestiales; los que protegen la
voluntad espiritual y moral para que no sea embotada ni paralizada. E
incluso enfatizan para nosotros las condiciones fundamentales para el
cumplimiento de nuestras funciones: debemos mantener nuestro cuerpo
físico en el estrecho sendero de la pureza de la vida; de este modo
capacitamos a nuestro cuerpo para que sea obediente servidor de nuestra
alma divina.
En “Jorev” (Capítulo 68) ya hemos señalado el sentido de la legislación
sobre alimentos prohibidos, he incluso hemos mencionado la experiencia
que demuestra que se debe seleccionar la alimentación tomando en
consideración los valores éticos. Agreguemos ahora a esto la voz del
materialismo contemporáneo: todos los hechos verídicos, de los cuales el
materialismo saca sus conclusiones falsas, no hacen más que confirmar
esta verdad, si acaso las Leyes Divinas tuvieran necesidad de tal
confirmación. Es cierto -en efecto- que el cuerpo ejerce gran influencia
sobre el espíritu y la voluntad; pero el embuste materialista pretende
deducir de ello que el espíritu y la voluntad no son más que funciones
del cuerpo material; todas sus acciones son consecuencias materiales de
los órganos físicos, y el espíritu y la voluntad no tienen valor alguno
ante la materia. De aquí que sea aún más comprensible el cuidado que nos
impone la Torá respecto al alimento que elegiremos para nuestro cuerpo.
Porque la Torá no identifica la fuerza con la materia, ni el espíritu
con los órganos materiales -sino que considera a ambos como instrumentos
para cumplir las tareas para el espíritu.
La existencia del espíritu es superior a la materia y a la fuerza
material; pero su acción en la vida de nuestro mundo depende de ellas.
Es comprensible, pues, el especial cuidado que se nos impone en cuanto a
nuestra alimentación, ya que los “instrumentos de trabajo” del espíritu
se renuevan contínuamente mediante los materiales alimenticios. Por lo
tanto, no debemos proporcionarle más que aquellos elementos que
mantengan su permanente disposición al servicio del espíritu. De este
modo facilitaremos al espíritu su dominio sobre tales instrumentos y la
debida utilización de los mismos para el cumplimiento de sus elevadas
funciones.
DR. DAYAN I. GRUNFELD
El último fundamento: la convición del origen Divino de la Torá
Hemos tratado de reflexionar sobre las bases filosóficas de las Leyes
Dietéticas judías, y hemos expuesto algunas de las explicaciones
brindadas por pensadores judíos embarcados en diversas corrientes del
pensamiento: moralistas, simbolistas y místicos. Pero aún cuando todo lo
que la especulación del pensamiento humano pueda decir sobre esta
materia ya está dicho, queda todavía un aspecto fundamental que debe ser
subrayado: la exigencia de las Leyes Dietéticas -o cualquier otra Ley de
la Torá- de nuestro acatamiento, no se basa en especulación nuestra de
ninguna índole, ni en nuestra capacidad de entender finalmente los
motivos íntimos de estas leyes. La razón fundamental de la validez de
las Leyes Dietéticas es el simple hecho de que Dios las ha ordenado.
Nuestra propia especulación, por exitosa que llegue a ser, nunca podrá
tener el mismo valor que la simple y sencilla convicción de que Dios, en
su omnisapiencia, ordenó estas leyes para nuestro beneficio; y en
materia educacional, es ésta convicción la que debe ser inculcada en la
mente del niño en primer término, antes de comenzar a desarrollar
teorías sobre las Leyes Dietéticas o sobre cualquier otra Ley de la
Torá. También aquí podemos aplicar lo dicho por el Salmista: “Todos Tus
mandamientos son verdad” (Tehilím 119,86).La fundamentación básica de
las Leyes de la Torá es la convicción de su origen Divino.
“Muy por encima de todas las especulaciones humanas está la Torá, la Ley
de la vida en Israel eterna e inmutable como las leyes que rigen el
movimiento de los planetas en el cielo y el crecimiento de las semillas
en la tierra. El mismo Dios que ha establecido las leyes que la
naturaleza debe seguir imperiosamente, es el que ha dictado las leyes
que se solicita al pueblo de Israel cumpla voluntariamente, por su
propio y libre albedrío. Y tal como las leyes de la naturaleza son
invariables -pese a cualquier otra opinión que pueda tener el hombre-
así también las especulaciones sobre las leyes de la Torá sólo pueden
ser un factor de ilustración para nuestras propias mentes, pero nunca la
causa de validez de las mismas. La causa causarum, la causa primera,
tanto de las leyes de la naturaleza como de las leyes de la Torá- es
Dios”.
(Rabí Shimshon Rafael Hirsch, pag. 288).
La simple féde nuestras madres judías de antaño fuélo que mantuvo la
guardia del Kashrút en el hogar judío y transmitió incólumes éstas
prácticas sagradas a través de todas las generaciones hasta la nuestra.
Las leyes de Kashrút han modelado el carácter colectivo de nuestro
pueblo; más que ningún otro conjunto de leyes del judaísmo, ellas han
contribuído a la santidad de la Confraternidad de Israel. Las Leyes
Dietéticas han purificado el cuerpo del pueblo de Israel y han
ennoblecido su alma; han engendrado ése espíritu de martirio y de
auto-renunciamiento en aras de un ideal elevado que ha permitido a
nuestro pueblo bregar, a través de todos los tiempos, por los más
elevados pensamientos y aspiraciones del ser humano: la Unidad de Dios,
la libertad moral, la dignificación del cuerpo humano y la santificación
de la vida humana.
El judío observante no guarda las leyes de la kashrut porque se haya
apegado a sus detalles específicos, no porque le proporcionen placer o
porque las considere buenas para su salud, ni tampoco porque la Biblia
le ofrezca razones claras para ello, sino porque las considera como un
mandamiento Divino y se somete a la voluntad de la Divinidad y a las
disciplinas impuestas por su fé. En las palabras de nuestros sabios:
“Una persona no debe decir: “No deseo comer carne de cerdo, por ejemplo,
porque no me gusta” En vez de eso debe decir: “Quisiera hacer éso, pero
mi Padre en el Cielo decretó de otra manera'”. A pesar de que “el
beneficio derivado de muchas de las leyes de Dios, se encuentran
inexplicablemente en su práctica y no en la comprensión de sus motivos”
(Moisés Mendelssohn), el judío nunca se cansa de proseguir su
investigación para sondear la Mente Divina y para determinar las razones
que hayan podido inspirar la promulgación de las leyes de Dios. El
hombre de fétiene la seguridad de que existen razones para los decretos
Divinos, aún si éstas no son claras y están ocultas para él.
¿POR QUE PREOCUPARSE?
HERMAN WOUK
Kashrút y el heroísmo de la vida diaria
Es indudable que hoy en día se requiere un esfuerzo por parte del que
desee seguir el régimen hebreo y no se recluya en su casa. Las
costumbres alimenticias de la mayoría se oponen constantemente a este
cumplimiento: en los restaurantes, en los trenes y en los aviones, en
las casas de los amigos. Atenerse a la dieta requiere ante todo una
claridad de propósito, luego cierta fuerza de voluntad, y, desde luego,
un sentido acomodaticio del humor, si se quiere sobrevivir y cumplir al
propio tiempo la venerable comedia.
A nuestros antepasados raramente les venía a las mentes la pregunta que
se hace enseguida un cerebro moderno: “¿Quénecesidad hay de mantener
todo ésto?” Para ellos resultaba más complicado y les causaba más
trastorno, intelectual y físico, salir en busca de una chuleta de cerdo
o de un camarón y comérselo que comer según la costumbre judía. Estos
hábitos formaban parte de la satisfactoria sensación de pertenecer a un
antiguo y orgulloso pueblo; y en sus mismos cimientos indestructibles,
había el instinto de que la Ley Mosaica era la voluntad de la
providencia histórica para el pueblo judío. La comunidad americana, al
pasar revista a su tradición, examina con ojos curiosos toda la serie de
prácticas hebreas. Esto es motivo de desazón e incluso de angustia para
padres y educadores, que no siempre disponen de respuestas para
preguntas que ellos jamás se hicieron.
En Occidente, entre los grupos más asimilados, y en la Urss, donde las
prácticas judías eran perseguidas por los comunistas, hay gran cantidad
de judíos que ya no mantienen el régimen, ya sea por libre elección, por
indiferencia, por coerción o por desconocimiento. Pero la amplia mayoría
de judíos de todo el mundo aún siguen las leyes en sus líneas generales.
Un grupo muy numeroso las observa al pie de la letra. En los Estados
Unidos, después de lo que pareció, de momento, una deserción en masa que
daría el contraste con dichas prácticas en el término de una generación,
las Leyes han terminado por arraigar, y todo parece indicar que su
observancia vá en aumento.
Esto en parte se debe, indudablemente, al hecho de que cada vez se hace
más fácil el cumplimiento de la Ley. La producción de alimentos Kasher
ha llegado a ser una industria moderna. Con la aparición en el mercado
de la carne congelada en masa, resulta sencillísimo preparar comidas
Kasher. Junto a esto parece existir una lenta y firme tendencia de la
comunidad judía -impelida por una vorágine de muchos movimientos a la
vez- hacia su centro de gravedad, que no es otro que la Ley Mosaica. De
momento, ésta tendencia parece estar en contradicción con la ley de la
creciente conformidad a las costumbres de la mayoría. Pero las leyes
sociales no son leyes astronómicas. Los hombres pueden aprender nuevas
cosas y cambiar de rumbo, cosa que no pueden hacer los planetas. En los
Estados Unidos, uno no se convertirá necesariamente en un Jones comiendo
como él, sino portándose como él se porta. Hablando de una manera muy
general, Jones es el hombre que practica su religión y respeta a los que
practican otras religiones distintas.
Digo ésto para indicar que, a grandes rasgos, el renacimiento religioso
de los judíos norteamericanos ha sido hasta ahora un cambio social más
que religioso o intelectual, como lo fuéla separación primitiva de la
fé. Pero aquellos que desean la conservación del judaísmo, deberían
acoger con alborozo cualquier clase de resurrección, fuese la que fuese.
Hay que confiar que, con el tiempo, la sustancia ocupará el lugar
central.
En términos generales, nuestra antigua dieta hebrea permanece tan
claramente expuesta como cuando Moisés nos la dió a conocer. No es un
régimen para ermitaños. Nos ofrece carnes y bebidas en gran abundancia y
variedad. El límite está expuesto únicamente por las posibilidades
económicas de cada cual y el sentido común, no por la ley. Si deseamos
cumplir la dieta de buena fé, nada nos impide hacerlo. El aumento en la
cantidad de los abastecimientos corresponde a la comunidad, que debe
ejercer su influencia sobre los abastecedores, en demanda siempre de
mayor calidad.
Kashrút y la identidad judía
Los únicos alimentos que la Torá suprimió de nuestro régimen tienen un
valor higiénico marginal. Desde luego, hay que reconocer que los judíos
han sobrevivido durante treinta siglos y conservado un excelente estado
de salud sin comer serpientes, carne de cerdo, mariscos ni tortugas. El
Kashrút, como regla, hace hincapiéen la limpieza y en la pureza, aunque
el slogan “Kasher quiere decir puro” diga únicamente de la misa la
mitad. Pero lo más importante es el reconocimiento de que existe una
norma para el acto diario de comer, una norma que los judíos han
mantenido desde los tiempos del Sinai. Constituye un vínculo para la
comunidad y un recordatorio de su identidad nacional, que acompaña a los
fieles cada vez que tienen hambre. Es un compromiso diario contraído con
nuestra fé, una elección formal, una tranquila y mesurada
autodisciplina. El judío que viaja tiene que sufrir ciertos
inconvenientes, y éstos le recuerdan, quiéralo o no, quién es él y
cuales son sus vínculos. No hay duda de que esas leyes sobre la comida
consiguen el resultado propuesto. Son instrumentos sociales cuya
finalidad es mantener viva a la nación judía, e instrumentos
psicológicos para preservar la identidad de sus individuos. La cuestión
esencial, la única en torno a la cual gira todo el debate, es saber, en
primer lugar, si vale la pena conservar el judaísmo; y en segundo lugar,
si existe para él cualquier otro medio práctico de supervivencia al
márgen de su Ley.
LA EDUCACION DEL HOMBRE
AARON BARTH
Kashrút: el Instinto y la Voluntad
¿Cómo comienza ésta gran educación?
Ella comienza con que cada individuo aprenda a dominar su instinto. Pues
en ello reside la diferencia entre el hombre y todos los demás seres
vivientes.
En efecto, es posible habituar a un animal mediante castigos físicos y
otros métodos similares, a no tender a su instinto. Por ej.: no ensuciar
la casa, no recibir comidas de extraños, etc. Pero dominarlo totalmente,
dominarlo en aras de un principio moral, no es posible. Unicamente puede
hacerlo el hombre, y está obligado a ello, si desea ser considerado como
una persona civilizada.
La Torá de Israel, ha elegido otro camino, que a simple vista parece más
difícil. El judaísmo no niega el instinto en sí, lo que hace es
dominarlo. Según el judaísmo, no es el monje ermitaño el modelo
deseable. Prueba de ello le ofrece la obligación del nazareo al término
de su promesa de traer una ofrenda expiatoria, por haberse privado de
placeres que le están permitidos.
El judaísmo no exige la extirpación del instinto, sino algo más difícil:
que el hombre domine a su instinto y no que el instinto domine al
hombre. Prácticamente, el judaísmo reemplaza al instinto por la
voluntad. Detengámonos y examinemos el significado de ambos términos:
Instinto -(iétzer)-es el factor que lleva al hombre a obrar sin previo
razonamiento. Voluntad es el factor que lleva al hombre a medir y
razonar sus actos, antes de realizarlos.
“Sof maasébemajhavá Tejilá”. El hecho cuyo fín está antes en el
pensamiento, es fruto de la voluntad; mientras que el acto que está
precedido por el pensamiento es fruto del instinto. El judaísmo otorga
al hombre el derecho de disfrutar y satisfacer las necesidades naturales
del instinto, pero antepone a todo acto la obligación de revisarlo.
Dicho de otra manera: el judaísmo exige del hombre elevar el instinto al
grado de voluntad. Dos versículos de Kohélet, ilustran claramente el
punto de vista del judaísmo sobre este punto: “anda, come con alegría tu
pan y bebe tu vino con corazón gozoso”, agregando más adelante: “Pues
tus actos ya han agradado a Dios”. También dice: “Regocíjate en tu niñez
y alégrate en tu juventud y sigue los dictados de tu corazón y de tus
ojos”, pero “sabe también, que por todos tus actos te juzgará Dios”.
En efecto, todo individuo puede satisfacer su instinto, pero tan sólo
después de haber examinado si su acto será del agrado del Creador. A fín
de que la Torá pueda llevarnos a realizar algo tan difícil, debemos
comenzar desde la más temprana edad. Seguramente por éso es que la Torá
nos impone desde nuestra niñez muchas prohibiciones relacionadas
precisamente con el primer instinto que aparece en el hombre: el hambre.
El instinto demanda poderosamente comer lo que está a nuestro alcance,
pero la Torá le impide a uno hacerlo de este manera, pues se debe
examinar si la comida que tenemos delante es Kasher o no, y si es
Kasher, se debe volver a ver si está permitido comerla en dicho momento.
Decir que está prohibido ingerir una comida en determinado momento
significa que hace poco se comió carne y ese alimento es lácteo, o no se
dijo la bendición correspondiente, o es día de ayuno, etc.
Todo ello enseña, que en todo momento cuando alguien se dispone a
satisfacer su instinto, la Torá lo conduce desde temprana edad a
contenerse, a un sofrenamiento que permite convertir al instinto en
voluntad. La privación puede ser muy corta, pero el hecho mismo de
impedir la satisfacción inmediata del instinto, el no actuar por mandato
directo del instinto sino después de un exámen a conciencia, es lo que
hace diferenciar fundamentalmente al hombre que domina a su instinto,
del que es dominado por el mismo.
MARTIN BUBER
El judaísmo nos enseña a salvar el abismo que separa lo sagrado de lo
profano, y ése abismo forma parte de los fundamentos de todas las
religiones. En todos los casos lo sagrado es siempre excluído, apartado
de la totalidad de los objetos, de aquellos bienes y actos que
pertenecen a lo universal, y lo sagrado constituye, entonces, un ámbito
cerrado, fuera del cual lo profano debe levantar sus tiendas. Dos son
las consecuencias de esta escisión en la historia del hombre. Se otorga
a la religión un territorio seguro, intocable, de una integridad siempre
garantizada…, pero no se otorga a lo sagrado un poder equivalente en
los restantes aspectos de la vida…
En el judaísmo… basta observar cuántas acciones cotidianas comienzan
con una bendición para percatarse de qué modo la santidad empapa todo
aquello que en sí es profano. No sólo bendecimos a Dios cada mañana al
despertarnos porque nos ha permitido despertar, también bendecimos Su
nombre cuando nos mudamos a una casa nueva, cuando usamos una
herramienta o un vestido nuevo, porque nos ha concedido la gracia de
vivir hasta ese momento. Así, el simple hecho de nuestra existencia
terrenal es santificado en toda ocasión y por lo tanto también la
ocasión misma… La separación de los dominios es sólo provisoria… En
el mundo Mesiánico todo será sagrado… Lo profano es considerado como
un estado preliminar de lo sagrado; es lo aún no santificado. El destino
de la vida humana es el de ser santificada en su forma natural. “¡Dios
mora allí donde el hombre le permite penetrar!” Y la santidad del hombre
consiste precisamente en “permitirle penetrar”. Básicamente, lo sagrado
es en nuestro mundo aquello que está abierto a Dios, y lo profano es
aquello que permanece inaccesible a El; santificar es, pues, abrirse a
Dios, permitir Su acceso…
KASHRUT: LOS ASPECTOS PRACTICOS
Herman Wouk
La Torá contiene cuatro reglas principales para la preparación de los
alimentos. Los comentaristas las han considerado a veces como reglas
humanitarias o como leyes sanitarias. Sin necesidad de esforzar la
lógica, es fácil hallar ambas finalidades conjuntamente en dichas
reglas. De todos modos, la trasgresión de una de las cuatro reglas
convierte al alimento en trefá, haciéndolo incomible según la ley
hebrea.
Ever min hajai:
La primera ley alimenticia, la única ley alimenticia de la Biblia que se
dirige a todos los hombres, es de intención claramente humanitaria.
Prohíbe comer carne arrancada de un ser viviente…”los miembros de los
vivos”. Si el lector se horroriza ante esta idea, significará que no se
halla familiarizado con las antiguas prácticas culinarias que aún
subsisten entre comunidades primitivas, y entre algunas que no se
consideran tan primitivas.
Dam:
La segunda ley prohíbe beber sangre, pues afirma que “la sangre es
vida”. El empleo de la sangre en la cocina actual es corriente,
especialmente en la confección de salsas. La ley judía no sólo prohíbe
esto, sino que excluye la propia carne si no se ha desangrado
debidamente. Está muy difundida la idea de que, debido a ello, es
imposible conseguir un bistec Kasher. Como nosotros mismos preparamos
excelentes bistecs en mi casa -a veces ante la sorpresa y estupefacción
de nuestros invitados judíos-, yo puedo delcarar lo contrario. En los
tejidos se conserva jugo más que suficiente para hacer un perfecto
bistec. Pero en nuestros países de origen, las amas de casa judías
freían los bistecs hasta que éstos tenían un color entre pardo y
grisáceo. Al trasladarse a América, importaron al Nuevo Mundo este modo
de cocinar. Esto significa que el llamado bistec judío no está bastante
hecho para el gusto norteamericano, pero ni falta que le hace. En las
granjas del Oeste, es fácil encontrar bistecs al estilo judío
completamente asados. Es únicamente cuestión de gusto local.
Basar Bejalav:
La tercera regla surge de la curiosa prohibición repetida tres veces en
la Torá y con idénticas palabras: “No cocinarás a un cabrito en la leche
de su madre”. Esta repetición hizo creer a Maimónides que en la época
Mosaica constituía un rito frecuente entre los idólatras. Fuese lo que
fuese, el énfasis puesto en esta prohibición llevó mucho tiempo atrás a
que la carne y los lácteos fuesen apartados completamente del régimen
hebreo. Los alimentos que dá la tierra o el mar se comen conjuntamente
con la carne o la leche. La carne y la leche, o sus derivados, nunca se
sirven juntos en la mesa. En los hogares de judíos cumplidores de la
Ley, hay utensilios y vajilla distintos para las dos clases de
alimentos. En las cocinas del ejército y la armada israelíes, este
equipo duplicativo es obligatorio.
Jelev:
La cuarta regla proscribe la grasa dura que se forma bajo el diafragma.
Las reglas que distinguen a esta grasa de la comestible son complicadas
y contribuyen a hacer un verdadero arte de la matanza de animales y de
la preparación Kasher de su carne.
Guid Hanashe:
El relato en el libro Bereshit, según el cual Iaakóv luchó con un
misterioso desconocido, explica otra de las proscripciones del régimen
judío: el nervio ciático de la rabadilla. Iaakov resultó herido en este
nervio de su muslo, dice el relato bíblico, y se alejó del lugar del
combate cojeando. Este relato tiene indicios de ser una visión mística.
El encuentro tuvo lugar la noche antes de reunirse con su vengativo
hermano Esáv, tras una separación de veinte años; la lucha duró hasta el
alba; y el combate singular y victorioso de Iaakóv con el desconocido
dió por resultado que cambiase su nombre por el de Israel. “Porque has
luchado con Dios y con hombres y los has vencido” La Torá añade, al
final de este relato, que en recuerdo de este suceso los hijos de Israel
no comen el tendón femoral.
L.A.BERMAN
La prohibición de beber sangre y comer “los miembros de los vivos”
sienta las normas, rígidas pero sagradas, para quitar la vida a los
animales de acuerdo a la ley hebrea. Sólo hay una manera de hacerlo:
seccionando instantáneamente la arteria carótida del cuello Shjitá. La
sangre mana a borbotones; el cerebro se queda sin riego sanguíneo al
instante; el animal pierde el conocimiento. El resto no son más que
reflejos musculares, a los que el animal es tan ajeno como un hombre
sumido en coma, y la muerte es rápida y misericordiosa. Esto es lo que
dicen los fisiólogos. Las declaraciones de los científicos, recogidas
para defenderse de las acusaciones de que se ha hecho objeto a este
sistema, demuestran que proporciona una muerte rápida y misericordiosa a
los animales, exenta por completo de sufrimientos.
Estas rigurosas normas para asegurar una muerte sin dolor son parte
integrante de nuestra Ley. Si se omite cualquiera de estas precauciones,
la carne se considera trefá, y no podemos comerla. El golpe mortal debe
ser uno. El más pequeño movimiento de sierra ya lo descalifica, y mucho
más un segundo golpe, un golpe que aturda el animal o cualquier otra
forma que le inflija dolor. El filo del cuchillo debe estar tan afilado
como una navaja y sin ninguna mella; la más pequeña muesca ya hace
inservible la carne. El animal debe permanecer absolutamente inmóvil en
el momento de recibir el golpe mortal, para que el cuchillo pueda cortar
su carne sin impedimento. Se encargan de esta tarea diestros matarifes
profesionales, que sufren exámenes antes de verse autorizados por sus
aptitudes y conocimientos técnicos. Un cuerpo de inspectores igualmente
experimentados presencian la operación. Los gremios de matarifes e
inspectores (los términos hebreos correspondientes son Shojet y
Mashguiaj) son muy antiguos e importantes. Con mucha frecuencia el
oficio, con la experiencia acumulada, pasa de padres a hijos.
Los inspectores examinan el animal muerto tratando de descubrir en él
señales de enfermedad, que desde hace miles de años convierten a la
carne en impura. Esta parte de la Ley, sin duda, es altamente sanitaria,
y en éste particular se adelantó muchos siglos a su época. Generación
tras generación ha contribuído a crear la buena salud proverbial
imperante en las comunidades judías. Cuando la carne pasa al consumidor,
existen otros procedimientos para extraer de ella los residuos de sangre
que pudiera contener. De ésto se encargaba antes el ama de casa, y las
madres transmitían los conocimientos acumulados a sus hijas, pero hoy en
día la distribución en serie de alimentos Kasher se encarga de mantener
creciente de cumplir éstas últimas operaciones, ofreciendo al mercado
una carne lista para cocinar. Estos distribuidores asumen toda la
responsabilidad, mediante un dictamen Rabínico acerca de los síntomas
dudosos.
Además de la Shejitá, las leyes judías prescriben la extracción de la
sangre mediante el lavado ysalado de la carne:
Melijá
“En primer término, se remoja la carne en agua fría durante media hora a
fin de ablandarla y hacer que la sangre se desprenda fácilmente, así
como para sacar toda la sangre que hubiera en la superficie de la carne.
En segundo término, se sala cuidadosamente la carne por todos los lados
y en todas sus hendiduras. La sal a utilizar debe ser más gruesa que la
sal común de mesa, a fin de que no se deteriore antes de haber cumplido
su misión de quitar totalmente la sangre. En tercer término, la sal
saturada de la sangre absorbida es lavada mediante el rápido remojado de
la carne en agua fría y haciendo correr el agua. Este proceso de remojo
y enjuague se repite tres veces, cada una de ellas con agua nueva y
fría.
LOS ANIMALES PROHIBIDOS:
En Levítico capítulo 11 y Deuteronomio capítulo 14:2-21 se enumeran los
animales, peces y aves que está permitido comer y aquellos que está
prohibido hacerlo.
§ Están permitidos solamente los animales que posean la doble
característica de tener: (a) pezuñas hendidas y (b) ser rumiantes. Todos
los demás están prohibidos.
Para que la posesión de solamente una de las características antes
mencionadas no sea considerada como suficiente, a los animales que
poseen solamente pezuñas hendidas o aquellos que son sólo rumiantes, se
los individualiza por su nombre como prohibidos. Estos incluyen el
camello, el cerdo, la liebre, el tejón, etc. Los animales que poseen las
características que permiten designarlos como “puros” son: la oveja, la
vaca, la cabra y el ciervo.
§ Solamente los peces que poseen la doble característica de tener aletas
y escamas, están permitidos. Todos los demás están prohibidos. Los
mariscos comunes se encuentran en la categoría de prohibidos. Esta
categoría incluye: cangrejos, langostinos, ostras, mejillones, almejas y
langosta de mar. El pez espada y el esturión tienen escamas dudosas y
las Autoridades religiosas los colocaron en la lista de los prohibidos.
§ Entre las aves, la Torá no dá ninguna característica específica para
distinguir entre las permitidas y las prohibidas. En cambio, se las
identifica por su nombre y especie, siendo veinticuatro en total. A
partir de las aves enumeradas en la Torá, el Talmud deduce las
características de las aves prohibidas. En su mayoría, son las de rapiña
o aquellas que consiguen su comida al estilo de las aves de rapiña.
Estas incluyen el buitre, el cuervo, el avestruz, el halcón, la lechuza,
el pelícano, la cigueña, la garza, etc. Las aves de corral permitidas
han sido tradicionalmente identificadas y son: la gallina, el pavo, el
ganso, el pato y la paloma.
§ Los animales anfibios y los insectos están prohibidos porque son seres
vivientes que se arrastran o reptan “sobre el vientre” (como la
serpiente); o que son “un enjambre de cosas aladas”; o que se los
considera en la categoría de los roedores o los lagartos. “Porque son
abominación… no os contaminéis con ellos…” (Levítico 11:42-43).
“Manjares” de sibarita tales como anguilas, caracoles, serpientes,
hormigas o diversos insectos están prohibidos por la Torá.
§ La Torá nombra a todos los animales permitidos para comer como
“tahor”, puro o limpio. Estos son kasher, lo que significa adecuado y
apropiado de acuerdo con la ley. Todos los animales prohibidos son
denominados como “tamé”, impuro, contaminado o sucio; son considerados
también como “sheketz”, una cosa detestable y como “toevá”, abominación.
Estos son animales no-kasher. El término “trefá” es, por lo tanto,
aplicado comúnmente a ellos, como a cualquier otra carne que no es apta
ritualmente para ser ingerida de acuerdo a la ley judía. No hay forma de
transformarlos en kasher. (Han aparecido en el mercado productos
vegetales o condimentos elaborados de manera que proporcionen un sabor
artificial o una apariencia similar a los de ciertos alimentos
prohibidos. Aunque éstos alimentos son kasher, la utilización de
términos tales como “tocino kasher” o “langostinos kasher” es objetable
para el autor del libro. Los términos son contradictorios porque no
puede hacerse nada para convertir el verdadero tocino o el langostino en
kasher. Este uso es engañoso y conduce a confusión, por lo tanto debe
ser evitado.)
§ Los productos que provienen de animales no kasher, tampoco son kasher.
Los huevos de aves no kasher están prohibidos. La leche de animales no
kasher está prohibido. La única excepción es la miel de abejas, que la
Torá permite en forma específica. Quizás deba aclararse que las abejas
producen la miel del néctar de las flores.
§ El código religioso judío incluye también algunas regulaciones
meramente higiénicas. Cualquier alimento susceptible de perjudicar la
salud no debe ser ingerido, aún si está permitido por las otras reglas
de la kashrút. Esos alimentos están prohibidos por los rabinos sobre la
base del peligro a la propia salud (sacaná). Se fundamenta esta
prohibición en el pasaje bíblico “guardad pues, vuestras almas…”
(Deuteronomio 4:15).
EXIGENCIAS DE LA SHEJITA:
§ La Torá prohíbe comer de cualquier animal “puro” (en las categorías de
animal o de ave de corral) que haya muerto de muerte natural o haya sido
sacrificado por cualquier método que no sea el ritual -shejitá.
“Ninguna cosa mortecina comeréis…” (Deuteronomio 14:21). Esas reses
muertas así se denominan nevelá o trefá. “Podrás carnear de tus vacas y
tus ovejas…como te he mandado yo, y comerás…” (Deuteronomio 12:21).
Lo que es sacrificado de acuerdo a esas instrucciones puede comerse; lo
que no es, está prohibido.
§ Los detalles de éste método autorizado de sacrificar animales para el
consumo, conocido como shejitá, fueron transmitidos a través de la Torá
Oral. Es el único método de sacrificio por el cual los animales o aves
“puros” conservan la kashrút y son aptos para ser comidos.
§ Las exigencias del sacrificio ritual para el consumo se aplica
solamente a los animales y a las aves, pero no a los peces. La Torá
específicamente excluye a los peces cuando dice: “¿Se degollarán para
ello todas las ovejas y todos los bueyes? -¿se juntarán todos los peces
del mar para darles abasto?” (Números 11:22).
§ Este método de degüello ritual está concebido de tal manera que cause
el menor dolor posible al animal y a la vez hacer salir de él la mayor
cantidad de sangre posible. Consiste en un corte dado de ida y vuelta
hecho en la garganta de forma rápida, por medio de un jífero
perfectamente afilado y que debe tener una longitud adecuada, libre de
la más mínima melladura o desigualdad. El movimiento veloz del cuchillo
debe tomar solamente una fracción de segundo y seccionar rápidamente la
tráquea, el esófago, los dos nervios vagos, como también ambas arterias
carótidas y las venas yugulares. Todas las evidencias que están a
nuestra disposición nos indican que tras un corte así, se pierde casi
inmediatamente la conciencia, a los dos segundos después de la shejitá;
que el corte en sí es indoloro (de la misma manera que, cuando una
persona se corta con una navaja de afeitar afilada no siente ningún
dolor al primer momento y se dá cuenta de ello más tarde, cuando ve la
sangre o se raspa la herida); que no existe el menor dolor durante los
segundos que siguen hasta que la conciencia se pierde completamente. Los
más eminentes fisiólogos, patólogos y otros científicos, calificados
para juzgar sobre este tema, han declarado que el método judío es
absolutamente humano.
Los métodos apoyados por las sociedades protectoras de animales para
aturdir al animal antes de sacrificarlo, pueden en realidad infringirle
heridas lo suficientemente graves para que lo conviertan en trefá. Ese
golpe que aturde debe ser preferido a las crueldades y el dolor inferido
por la mayoría de los otros métodos de sacrificio no-kasher, pero en
relación con el degüello kasher, el corte de la shejitá puede
considerarse en sí mismo como una forma efectiva de aturdimiento porque
su efecto es producir una insensibilidad inmediata.
Fuera de lo humanitario de la shejitá, el método judío implica otra
ventaja que lo distingue de la mayoría de los otros métodos. Asegura un
derrame rápido y total de la sangre del animal, en vez de permitir que
la sangre se coagule en el interior de éste, entre la carne, lo que
contribuye a respetar el mandamiento sobre la prohibición de la
ingestión de la sangre del animal. El máximo derrame de sangre posee
además numerosas ventajas higiénicas.
El shojet no es únicamente un matarife judío. Debe ser una persona
piadosa; debe poseer un conocimiento completo de los capítulos del
Shulján Arúj que detallan las reglas y prescripciones de la shejitá, así
como conocer el estado de los órganos del animal que lo pueden convertir
en trefá; debe aprobar un exámen estricto y debe poseer un certificado
debidamente extendido por las autoridades rabínicas para ejercer sus
funciones de shojet. En razón de su piedad, instrucción y formación, a
menudo el shojet es convocado para ejercer otras funciones religiosas,
especialmente en las comunidades más pequeñas. El método judío de
shejitá se remonta a la tradición bíblica (Deuteronomio 12:21). Sus
detalles están elaborados en el Talmud (Julín 1-2) y codificados en el
Shulján Arúj (YoréDeá 1-28).
Prohibición de la sangre:
§ La Torá prohíbe el consumo de la sangre inclusive si viene de animales
y aves kasher. Esto no se aplica a la sangre del pescado. “Además,
ninguna sangre comeréis, ni de aves ni de bestias. Cualquiera persona
que comiere de alguna sangre, tal persona será borrada de su pueblo”
(Levítico 7:26-27; también 17:10-14).
§ Para evitar que se viole la prohibición de comer sangre, ésta debe ser
removida previamente de la carne por uno de dos métodos:
Primero: el método de “remojar y salar” (generalmente llamado “hacer
kasher”).
Segundo: el método de asar bajo las llamas, o en un horno o en una
asadera eléctrica. En este proceso la llama o el calor eléctrico extraen
la sangre, que se vierten al exterior.
Para la carne y las aves se requiere cualquiera de los dos sistemas, ya
sea el proceso de asar o el de “remojar y salar”. Esto constituye otro
paso para que los animales y las aves kasher que han sido sacrificados
en forma adecuada, sean aptos para ser comidos.
§ Cuando la carne o las aves -aún de animales kasher que han sido
sacrificados en forma kasher- se cocina o se prepara de cualquier
manera sin cumplir con los pre-requisitos necesarios para la remoción
de la sangre de la manera exigida, se convierte esa carne en trefá o
no-kasher. Durante la cocción, rezuma la sangre de la carne y ésta se
cuece en su propia sangre que es prohibida, haciéndola de ésta manera
trefá y haciendo prohibido el contenido total de la olla o sartén.
Hacer kasher asando:
§ El asado no se debe realizar en una cacerola, sino en una parrilla que
permita eliminar la sangre.
§ La parrilla o el asador en que se asa la carne “no-kasher”, no deben
ser utilizados para asar la carne que ya ha sido “hecha kasher”.
§ La carne cruda debe ser previamente bien lavada. Cuando está sobre el
fuego, debe ser ligeramente salada.
§ Después que la carne está casi lista debe ser lavada en agua fría para
extraer la sangre adherida. Esto para satisfacer las exigencias del
proceso kasher. La carne es entonces calentada nuevamente o puede
continuar el proceso de asarse, de acuerdo a las preferencias, en otra
parrilla o asador reservados para asar carne ya “hecha kasher”.
§ El hígado, debido a que contiene tanta sangre, puede prepararse
solamente por éste método. El proceso de remojar y salar no se aplica en
el caso del hígado y no debe ser utilizado.
Hacer kasher por remojo y salado:
§ En primer lugar la carne debe ser bien lavada bajo agua fría corriente
y colocada después en un recipiente lleno de agua fría donde debe
remojarse por media hora. La carne debe estar completamente sumergida en
el agua. Esto sirve para ablandar la carne.
§ La carne que ha sido congelada en el refrigerador no debe ser salada
hasta que se descongele y alcance la temperatura ambiente.
§ Después del período de media hora de remojo, la carne debe ser
cubierta totalmente por todos sus costados (en el caso de las aves por
dentro y por fuera) con una mediana capa de sal gruesa. La sal del
grosor adecuado para este objetivo se conoce como sal de cocina. La sal
de mesa común es demasiado fina, ya que tiene la tendencia a disolverse
y ser absorbida por la carne en lugar de actuar absorbiendo la sangre de
ella.
§ La carne o el ave salada, se coloca luego sobre una superficie plana
que se mantiene inclinada en un ángulo tal que permita que la sangre se
escurra. Si se utiliza un escurridor perforado o un instrumento con
aberturas como una parrilla para permitir la elimnación de la sangre,
éste no necesita estar inclinado.
§ La carne o el ave se mantienen en la capa de sal por el período de una
hora (en condiciones de emergencia, el tiempo puede reducirse a un
mínimo de dieciocho minutos).
§ Después de ese tiempo se puede eliminar la sal bajo el agua corriente.
La carne o el ave están ahora listos para ser hervidos, fritos o asados.
El asado se debe hacer en una parrila o asador kasher.
§ El recipiente o la fuente utilizada para remojar la carne o el ave, no
debe ser utilizada para ningún otro propósito.
§ la carne debe ser remojada y salada lo más rápido posible después de
ser adquirida. En todo caso, no debe hacerse más allá de las setenta y
dos horas después del sacrificio del animal o desde la última vez que
fue lavada (ver más adelante). Esta información puede obtenerse del
carnicero. Si hay una demora inevitable, la carne debe ser bien lavada
con agua fría antes de que se cumpla el período de setenta y dos horas,
Esto es para evitar que la sangre se seque o se coagule en el interior
de la carne, lo que convertiría en inefectivo el remojo y el salado
subsiguientes.
§ Si la carne debe conservarse forzosamente más de setenta y dos horas
sin ser lavada o sin ser hecha kasher, ya no puede ser más remojada y
salada. La sangre sólo puede removerse entonces por medio del proceso de
asar.
§ Una yema de huevo encontrada dentro de una gallina debe también ser
remojada y salada. Sin embargo puede ser salada separada del ave o en la
parte superior del escurridor perforado. Además esta yema nunca es
considerada completamente parve y no puede comerse junto a productos
lácteos.
§ Una vez finalizado el proceso del asado o de remojo y salado, se ha
removido el excedente de sangre (lo que aún queda se considera como
“jugo de carne”). Ahora está preparada para ser hervida, frita, asada o
preparada de cualquier otra manera, ” a medio hacer o bien hecho”, de
acuerdo a las preferencias.
§ En los últimos años la mayoría de las carnicerías kasher proporcionan
un servicio adicional al consumidor. Si éste lo solicita, éstas “hacen
kasher” (remojo y salado) la carne para el cliente. Este servicio
recientemente introducido elimina muchos de los inconvenientes del ama
de casa para preparar carne kasher. En algunos casos se cobra una
pequeña suma por este servicio, pero en general es gratuito. Pero debe
recordarse que el carnicero no “hace kasher la carne a menos que se le
solicite y si no lo hace, es deber del ama de casa hacerlo.
§ La carne fresca congelada empaquetada como kasher es siempre remojada
y salada en la planta procesadora y esto está indicado en el envase.
§ Es recomendable que toda la carne que está destinada al congelador se
“haga kasher” por remojo y salado, antes de ser guardada y congelada.
Esto permite al ama de casa preparar la carne inmediatamente después que
la haya descongelado de la manera deseada. Si fuécongelada sin ser
primero “hecha kasher”, lo mejor es asar la carne después de haberla
descongelado.
§ La carne para picar o moler debe ser “hecha kasher” antes de ser
molida. Si la carne es molida antes de ser remojada y salada, ya no
puede ser ingerida y no puede considerarse kasher. Si se la cocina en
una cacerola o se la asa en una sartén, el utensilio o vajila se
convierte en trefá.
§ Está prohibido utilizar un huevo que contenga un coágulo de sangre.
Por éso los huevos deben ser cuidadosamente inspeccionados previamente
para detectar los posibles coágulos.
§ Aunque este libro no los incluye, el consumidor de artículos kasher
debe saber que existen muchos otros complejos de leyes referentes a las
condiciones que pueden convertir en trefá un animal kasher que ha sido
sacrificado en forma adecuada. El shojet y los rabinos que supervisan la
faena de la carne deben poseer un conocimiento completo de estas leyes.
§ Es necesario que el shojet examine cuidadosamente los pulmones y los
otros órganos internos del animal, después de sacrificado, especialmente
si hay razones para sospechar de que no cumple con todos los múltiples y
complejos criterios de salubridad, tal como están establecidos por los
códigos de la Ley-Judía. Decoloración, enfermedad, heridas internas,
fracturas de miembros, convierten a menudo a un animal en trefá de
acuerdo a la ley judía.
§ El carnicero kasher debe ser también un buen profesional y tomar
precauciones especiales para conservar la kashrút de la carne que se le
entregó.
§ La carne fresca, por ejemplo, que no fué remojada y salada no uede ser
conservada más de setenta y dos horas después del sacrificio del animal
sin ser lavada. Si se la conserva por períodos más prolongados, debe
repetirse el lavado cada setenta y dos horas. Esto es para evitar que la
carne se seque y se coagule, haciendo de ésa manera ineficaz el remojo y
salado subsiguientes.
A menos que un carnicero venda su carne dentro del período de tiempo
especificado, debe tener conciencia del lavado. Debe poseer también
buena habilidad para extirpar o eliminar ciertos vasos sanguíneos,
nervios y tendones grasosos que no deben ser comidos; ésto debe hacerse
antes de que la carne sea “hecha kasher”. debe contarse con que el
carnicero cumpla con éstas responsabilidades no sólo con habilidad sino
que también con honestidad.
El consumidor debe asegurarse que el carnicero kasher al que se le
compra, se encuentra bajo supervisión rabínica competente, generalmente
asegurada por un “Certificado de kashrút”, que debe estar expuesto en
forma visible.
§ Carne congelada kasher u otros productos procesados de carne pueden
comprarse generalmente en mercados de alimentos no supervisados, pero
ésto solamente si vienen completamente envueltos y empaquetados y el
envase está marcado en forma legible con una certificación de kashrút
del producto por una autoridad rabínica competente o por una comisión de
kashrút.
A partir del mandamiento repetido tres veces en las Escrituras de que:
“no cocerás el cabrito en la leche de su madre” (Exodo 23:19; 34:26;
Deuteronomio 14:21), (Onkelus, que generalmente se ciñe al texto hebreo,
traduce esto como “no comerás carne y leche”), la Ley Oral deduce de la
prohibición de cocinar carne y leche juntas, como la prohibición de
comer tal mezcla de carne y de leche, de obtener cualquier beneficio de
ésa mezcla de carne y leche.
(Aunque la leche que provenga de un animal kasher está permitida, es
precisamente ésa leche kasher la que la Torá prohíbe cuando está
mezclada con carne de vaca, oveja o cabra kasher. Las ordenanzas
rabínicas se promulgaron como “vallas” para salvaguardar la observancia
de éste mandamiento, y éstas se reflejan en las prácticas observadas en
un hogar kasher).
§ Aunque en un comienzo las aves no fueron incluídas en la prohibición
bíblica, un decreto rabínico extendió la prohibición de mezclar carne y
leche también a las aves. De ésa manera, la utilización del término
carne se refiere también a las aves en todos los casos.
§ Los términos carne (idish:fleishig; hebreo:basár), o leche (idish:
miljik; hebreo: jaláv), para el propósito de éstas leyes religiosas se
refieren no solamente a la carne y a la leche en sí y a los productos
que contengan ingredientes de carne o leche, sino también a grasas de
carne o de leche y a los productos elaborados con ellas.
Un producto alimenticio que no contenga ni carne ni leche, y que no
deriva de ninguno de los dos, es neutro. La palabra idish parev (parve)
o la palabra hebrea stam se utilizan para definir ésta tercera
categoría. La categoría neutra (parve) incluye: 1.-todo lo que crece de
la tierra: hortalizas, frutos, nueces, café, especias, azúcar, sal; 2.-
todos los peces kasher; 3.-huevos, y 4.-artículos elaborados de
productos químicos. Los alimentos parve pueden cocinarse o comerse
conjuntamente con productos lácteos o con carne.
§ Los productos de la carne y los lácteos no deben cocinarse o servirse
en los mismos recipientes aún si no son servidos al mismo tiempo.
§ Todo recipiente que ha sido utilizado para la preparación de ambos,
carne y leche (aún si no fuéhecho al mismo tiempo), y de ésa manera
absorbió pequeñas cantidades de carne o de leche, se convierte en
no-kasher. por lo tanto es necesario tener utensilios de cocina y de
comida separados para los platos lácteos y los de carne (platos,
vajilla, cubiertos). Estos deben estar marcados adecuadamente o
distinguirse fácilmente unos de otros por el color, el diseño, la forma
o el tamaño.
§ Comida kasher carne o lácteos o parve cocinada en recipientes que
fueron utilizados indiferentemente tanto para carne como para leche, se
convierte en no-kasher y está prohibida.
§ Un período de tiempo específico debe transcurrir desde que se ha
comido carne hasta poder comer un producto lácteo. En los códigos
existen opiniones diferentes acerca de la extensión del período de
espera. Las prácticas aceptables la extienden desde un período de tres
horas hasta uno de seis horas. (La razón para este período de espera es
la de dar tiempo para que se descompongan los residuos de grasa que se
adhieren al paladar y que no se pueden enjuagar fácilmente, y las
partículas alojadas en las cavidades de los dientes.)
§ Lo contrario no es necesario. Después que una persona comió productos
lácteos puede enjuagarse la boca con agua, comer un sólido neutro como
pan y proceder de inmediato a comer carne. (La razón es que los
productos lácteos no poseen las características grasosas de la carne ni
tampoco se alojan entre los dientes. Si se trata de un producto lácteo
que posee esas características, como quesos duros, se requiere entonces
el mismo período de espera que después de haber comido productos de la
carne.)
§ Una persona enferma (o un niño muy pequeño) pueden reducir el período
de espera de una hora, si fuera necesario, siempre que se tenga cuidado
en lavar la boca y los dientes en forma minuciosa, y siempre que se
pronuncien las plegarias finales después de la comida de carne para
señalar claramente que el segundo período de comida no es una
continuación de la comida de carne.
§ Un alimento parve cocinado en un recipiente para carne puede servirse
con una comida de carne, pero no debe ser ingerido junto a productos
lácteos. Esto, sin embargo, no lo convierte en fleishing y está
permitido comer productos lácteos inmediatamente después.
§ El fregadero de la cocina (a menos que existan dos fregaderos
separados) se convierte de hecho en no-kasher ya que absorbe los
remanentes de la carne y la leche. Los platos -de carne o leche- no
deben ser sumergidos directamente en el fregadero de la cocina o en un
mismo sumidero. Esto convertiría a la vajilla en no-kasher, aún si los
platos de carne o de leche no son sumergidos juntos al mismo tiempo.
Para sumergir los platos deben utilizarse recipientes que pueden ser
introducidos en los fregaderos. Los recipientes deben ser diferentes
para la carne y la leche. de la misma manera deben utilizarse rejillas
de plástico de diferentes colores para amontonar los platos.
§ La máquina lavaplatos puede utilizarse indistintamente para platos de
carne o leche si se adquieren nuevos juegos de las rejillas sobre las
que se han de colocar los platos y los utensilios, reservando un tipo
para la vajilla de carne y el otro para la de leche y dejando funcionar
la máquina vacía entre el tiempo que se la utiliza para la vajilla de la
carne y la de la leche y viceversa. El funcionamiento en vacío no
requiere un ciclo completo; basta un ciclo de lavado con detergente. Hay
otras autoridades rabínicas que juzgan el problema en forma más estricta
y no autorizan la utilización de la misma máquina aún bajo las
condiciones arriba indicadas.
§ Es una práctica frecuente asignar repasadores de color o forma
determinados para los platos de carne y de otro color y forma para los
platos lácteos. Esa es una práctica adecuada porque se evita que un
repasador utilizado para secar platos de carne pueda ser utilizado por
equivocación la próxima vez para un plato lácteo y viceversa. Si es
necesario, cualquier repasador recién lavado puede ser utilizado tanto
para carne como para leche.
§ Cuando se sirve a una persona una comida de carne y a otra una láctea
sentados a la misma mesa, debe diferenciarse claramente entre ellos,
como por ejemplo utilizando diferentes manteles o poniendo manteles
individuales para cada uno de ellos.
§ Uso de sustitutos de la leche o la manteca con la carne: el desarrollo
de productos totalmente vegetales que “parecen y tienen el mismo gusto”
de los productos lácteos y que están destinados a sustituírlos (manteca,
crema, helado, etc) aumentó la posibilidad de variación en la
preparación de comidas kasher. No existen objeciones halájicas para su
uso en la preparación de comidas de carne o para comerlos junto con
éstas. Pero, debido a que pueden confundirse con su contraparte láctea,
es importante evitar lo que los sabios denominan “la apariencia de
transgresión”. Para propósitos de identificación es conveniente que se
guarden y sirvan en la envoltura o paquete de fábrica, o en cualquier
otro recipiente que señale claramente que su contenido es parve.
§ No todas las cremas para cafédenominadas “no lácteas” son realmente
tales, de acuerdo con las leyes de la kashrút. Algunas contienen
caseinato de calcio, derivado de la leche, lo que lo convierte en un
producto lácteo que no debe ser utilizado con comidas de carne.
§ En el uso común se ha confirmado que el vidrio es un material no
absorbente. Por lo tanto, no está prohibido el uso ocasional de platos
de vidrio para servir tanto carne o leche. Sin embargo, utilizar un solo
juego de platos de vidrio como un sustituto para la práctica tradicional
no es aconsejable y no se debe aceptar como algo usual.
§ Vasos de vidrio pueden ser utilizados cuando se come carne o leche.
Pyrex o una vajilla similar utilizada para cocinar u hornear no pueden
ser intercambiadas para carne y leche. (La acción del calor intenso las
hace susceptibles de absorción.)
§ Cuando se adquieren alimentos o se preparan comidas es importante
observar los ingredientes que las componen para tener la plena certeza
de la kashrút del producto, sea este miljik, fleishig o parve. La
fabricación de alimentos alcanzó en la actualidad un alto grado de
diversificación y las prácticas de etiquetar pueden confundir al
consumidor kasher. Por ejemplo, mono y di-glicéridos o emulsivos pueden
fabricarse indistintamente de grasas vegetales o animales. Pueden ser
por lo tanto kasher o trefá. La lactosa puede fabricarse de leche o de
melasa. Por lo tanto puede ser lácteo o parve. La palabra “grasa” casi
siempre indica manteca de cerdo o de otros animales. Esta es la razón
por la que es cada vez más importante buscar un certificado de kashrút
de confianza.
La Torá prohíbe el nervio ciático, conocido en hebreo como guid
hanashé, que se encuentra en el cuarto trasero del animal. Si es
extraído éste tendón y los vasos sanguíneos adyacentes, puede ser comido
el cuarto trasero del animal. La extracción de ése tendón fuérealizado
en algunas comunidades judías a través de la historia y hoy en día es
hecha en Israel. En América no resulta económico para la industria de la
carne invertir mucha mano de obra y tiempo en la extracción de ése
tendón (tarea que consume tiempo). No hay muchos carniceros que posean
la habilidad necesaria exigida para ésa tarea y existe un vasto mercado
para la carne no-kasher. Por lo tanto, la totalidad del cuarto trasero
de los animales sacrificados de manera kasher se corta y se vende con la
carne de animales sacrificados no-kasher. Pues un judío comerá el cuarto
trasero de un animal kasher, sólo después que se le haya extraído el
tendón prohibido.
§ La Torá prohíbe también la grasa conocida como jelev – sebo (extraída
del animal por el carnicero kasher). “Ningún sebo de buey ni de oveja ni
de cabra comeréis” (Levítico 7:23-24). ésta grasa prohibida que rodea
los órganos vitales y el hígado, se distingue de la grasa permitida que
se encuentra alrededor de los músculos y bajo la piel, conocida como
shumán. Aunque la Torá no especifica por quéexiste una diferencia entre
ambas grasas, es interesante notar que investigaciones bioquímicas
recientes han observado que existe una diferencia entre los dos tipos de
grasa.
§ La ley de la Torá prohibió beber vino que haya sido utilizado en
relación con un fin idolátrico. Ese vino se denomina iain nesej. El mero
contacto del vino con un idólatra en cualquier etapa de su preparación
es suficiente para convertirlo en prohibido. Aparte del hecho de que
todo lo utilizado para ceremonias idólatras le fuéprohibido al judío;
hay otro factor para ésta prohibición, es el propósito adicional de
alejar al judío del contacto de convites con no judíos.
Si bien la ley judía actual no considera como iain nesej el vino que
estuvo en contacto con no judíos, las ordenanzas rabínicas extendieron
la prohibición a vinos no judíos ordinarios, stam yeinam. Esta
restricción es levantada si el vino es hervido previamente.
Los vinos que no se fabrican de uva, sino de otros frutos o granos
fermentados, no están incluídos en ninguna de las restricciones bíblicas
o rabínicas.
COMER “AFUERA”
§ Todo alimento kasher hervido, asado, horneado o frito, en un utensilio
trefá que haya sido utilizado para carne, ave o pescado no kasher, o que
haya sido usado indiscriminadamente para carne y lácteos, se convierte
en no-kasher y no debe ser ingerido.
§ Todo alimento kasher, preparado en forma adecuada en una vajilla
kasher, que se sirve caliente, en un plato no-kasher previamente
utilizado para carne, ave o pescado no-kasher, o utilizado
indiscriminadamente para carnes y lácteos, se convierte en no-kasher y
no debe ser comido.
El principio legal básico seguido en los casos anteriores es que por
acción del calor, el alimento kasher absorbe restos del alimento
prohibido, incluso de un recipiente que en lo demás está limpio. Aunque
los sabios del Talmud vivieron mucho antes de que la química se
convirtiera en ciencia y antes de que fueran elaboradas las teorías de
la química, su juicio está confirmado actualmente por el hecho de que
las reacciones químicas y la activación e interacción de moléculas de
diferentes cuerpos tienen lugar solamente por la acción del calor.
§ El mencionado principio legal es también la base para la regla de que
cuando un alimento kasher frío entra en contacto con un utensilio
no-kasher frío y limpio, el alimento no se contamina por la sustancia
prohibida, sigue siendo kasher y puede ser comido. (La única excepción
ocurre cuando la comida kasher consiste fundamentalmente en condimentos
muy fuertes como por ejemplo mostaza, etc.)
§ Esta facilidad proporciona oportunidades de comer a los judíos
observantes que se encuentran lejos de su hogar o de un restaurant u
hotel kasher, o que están invitados a un hogar no-kasher. Estos platos
pueden comerse aún si se sirven en utensilios no-kasher.
(Un posible menú de esta categoría puede incluír: frutas frías,
legumbres frescas, fruta envasada, pescado kasher envasado, atún o
salmón, algunos productos lácteos (leche, crema, manteca), o aún
cereales desecados, que se obtienen fácilmente en casi todos los lugares
del mundo).
§ Algunas autoridades consideran también permitido el café, téo
chocolate calientes, ya que el caféo el agua caliente se preparan y
sirven en recipientes utilizados exclusivamente para éste propósito.
§ En lugares en los que se sirven comidas y donde se utilizan utensilios
especiales para hervir los huevos, tienen vigencia la misma facilidad.
Sin embargo, huevos cocinados en recipientes trefá son en sí mismos
trefá. La cáscara del huevo no es una barrera contra la contaminación,
porque es porosa y absorbente.
§ Debe tenerse cuidado cuando se compra pan. La mayoría de los panes
eurropeos no contienen ingredientes trefá sino solamente harina y agua,
y puede confiarse en ellos en caso de emergencia. Aunque la manteca de
cerdo no se utiliza en realidad como ingrediente, sino que generalmente
se la usa para engrasar las asaderas, convierte a éstas en trefá. O
puede suceder que las mismas asaderas que se utilizan para hacer
productos con manteca de cerdo, se utilizan para otros sin manteca de
cerdo. (A menudo los panes blancos se enriquecen con leche, lo que los
convierte en producto lácteo y limita de por sí su uso, aún si el
problema de la manteca de cerdo se deja de lado.) Tortas, galletas y
pasteles generalmente son hechos también con manteca de cerdo o con
grasas animales.
§ Si se ordena frutas o ensaladas de verduras en un establecimiento
no-kasher, debe tomarse la precaución de saber que no se le agregaron
salsas no kasher, o aceites elaborados de peces no-kasher.
§ Debe tenerse conciencia de que éstos son los “límites extremos” de lo
que puede comerse en lugares no-kasher. Judíos devotos deciden a menudo
no aprovechar éstas facilidades permitidas y restringen aún con más
severidad la comida en lugares no-kasher. Cuando viajan, llevan consigo
su propia comida. Pero, felizmente, hay restaurantes kasher en casi
todas las ciudades importantes. Tambien se proporciona alimentos kasher,
si se lo solicita cuando se hacen las reservas de pasajes en todas las
líneas aéreas y en muchos barcos de pasajeros.
§ Las facilidades permitidas deben solamente ejercerse cuando se viaja,
cuando se visita un hogar privado no-kasher judío o no judío, o cuando
se recibe una invitación a funciones públicas bajo auspicios de un
no-judío. En esas circunstancias, el judío afirma su judaísmo y las
disciplinas de su fécuando limita su menú de la manera indicada. Esto
es lo que le separa de aquellos que no se encuentran bajo los términos
del Pacto.
Esas facilidades no deben ser aceptadas cuando se recibe una invitación
a una cena no-kasher auspiciada por una organización judía o por toda
organización de la que participen solamente miembros judíos, o que sea
ofrecida por una familia judía en celebración de alguna ocasión solemne.
Bajo esas circunstancias, el judío observante que se “conforma” con una
ensalada de frutas mientras que sus correligionarios menos observantes
comen carne trefá, aves trefá o pescado trefá, permite que se le trate
como un “ciudadano de segunda clase” entre sus propios hermanos. Entre
los judíos no tiene necesidad de afirmar su “judaísmo” observando los
valores judíos a los que están sujetos por el Pacto; y tampoco debe ser
sometido a la vista de correligionarios judíos violando los mandamientos
sagrados frente a sus ojos. Toda organización judía o toda familia que
muestre tan poca consideración por el invitado observante o que es tan
insensible a sus sentimientos y organizan las cosas de tal manera que no
pueda participar en pie de igualdad en virtud de su conciencia o deberes
religiosos, deberá esperar que tal invitado decline la invitación.
§ Cuando por error un utensilio o recipiente para carne se utiliza para
un producto lácteo o viceversa, el recipiente o utensilio puede
convertirse en no-kasher. Esto depende de las circunstancias, aunque
siempre se convertirá en no-kasher si pasa por un proceso de calor, o
cuando el contacto, aún en frío, se prolonga por un período de más de
veinticuatro horas. Lo mismo se aplica si la comida trefá es preparada
involuntariamente en un recipiente o con utensilios kasher.
En esas circunstancias, es posible a veces “hacer kasher”, es decir
volver nuevamente kasher el recipiente o el utensilio. Esto es posible
hacer por varios procedimientos.
§ Los procedimientos utilizados para hacer kasher son variados. Esto
puede ser hecho sumergiendo el utensilio en agua hiorviendo (o volcando
el agua sobre éste); pasándolo por el fuego hasta que se ponga al rojo,
enterrándolo en la tierra, etc. Todo depende de la manera como se lo use
y de co mo resultó contaminado. Recipientes utilizados para líquidos
calientes se escaldan con agua hirviendo; recipientes utilizados sin
agua sobre un fuego (sartenes, asaderas, hornos, parrillas) se limpian
al “rojo vivo”, es decir, sometiendo el recipiente al calor del fuego.
§ La mayoría de los utensilios de metal y de madera (las autoridades
rabínicas israelíes también incluyen el plástico en este grupo) pueden
ser reconvertidas en kasher. Porcelana, esmalte y arcilla no pueden ser
convertidas en kasher nuevamente por ningún medio. Tampoco es posible
convertir en kasher utensilios que posean ranuras, espacios estrechos o
partes pegadas con grietas difíciles de alcanzar, en primer lugar porque
no pueden ser limpiados a fondo.
§ El procedimientro básico y las reglas para hacer kasher con agua
hirviendo son los siguientes:
• El elemento que debe ser convertido en kasher debe lavarse y fregarse
a fondo, en primer lugar.
• El elemento que se debe convertir en kasher (y el recipiente en el
cual debe sumergirse el elemento) no deben haber sido utilizados por lo
menos veinticuatro horas.
• Debe sumergirse en el agua hirviendo.
• Se extrae del agua hirviendo y se enjuaga en agua fría.
§ Si el elemento que debe convertirse nuevamente en kasher es una
cacerola que no puede sumergirse en un recipiente más amplio (en lugar
del tercer paso), se llena la misma cacerola con agua hasta el borde y
se hierve hasta que el agua se vuelque.
§ Cuando el procedimiento de hacer kasher es por “calor al rojo vivo”,
se aplica las mismas reglas con la diferencia de que en lugar de
sumergir el elemento, se lo sostiene sobre el fuego hasta que se vuelve
rojo.
Hornos y asaderas utilizadas previamente para cocinar no-kasher pueden
transformarse en kasher por medio de una limpieza a fondo y fregado de
todas las partes visibles, seguido por el encendido del horno a máxima
temperatura durante media hora. (El mismo procedimiento se utiliza
cuando se prepara para Pésaj y se convierten hornos y asaderas en kasher
lepésaj, es decir de jametz a pesajdik).
En resúmen, la vajilla o recipiente pueden ser vueltos nuevamente kasher
y los procedimientos a utilizarse dependen totalmente de la naturaleza
del utensilio y de la manera en que se convirtió en trefá. Siempre es
aconsejable consultar a una autoridad rabínica calificadda en esos
asuntos para determinar la mejor manera de corregir el error.
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