“Tratado de Ioma”

DATOS, HECHOS Y ENSEÑANZAS DE LOS RABINOS MENCIONADOS, EN EL

TRATADO MISHNÁTICO DE IOMA

 

BIOGRAFÍAS

 

Rabí Zejaria ben Kebutal

Rabí Matitiahu ben Shmuel

Rabí Meir “baal hanes”

Rabí Ieoshua ben Gemala

Rabí Ishmael ben Elisha

Rabí losi ben Jalafta

Rabí Menajem

Rabí Yehuda bar Ilay

Rabí Eliezer ben Horkanus

Rabí Elazar ben Azaria

Rabí akiva

       

 

Rabí Zejaria ben Kebutal

Vivió en la generación de la destrucción del Segundo Templo, era Cohen, aunque Maimónides, olvidó de mencionarlo entre los cohanim.

 

Rabí Matitiahu ben Shmuel

Conocido como Matia, es mencionado en el capítulo tres del Tratado de Ioma, siempre discrepa con Tana Kama, Rabí Meir, fijándose la halajá (ley), según su fallo.

Vivió al final de la época del Segundo Templo, y era encargado de las suertes que echaban los “cohanim”, para realizar los servicios del Templo.

Uno de los quince “jasidim” (hombres piadosos), responsables del orden del Templo, y no se sabe a ciencia cierta, si era “cohen”.

 

Rabí Meir “baal hanes” (El hacedor de milagros) (135-l7Oec)

El más grande de los tanaítas de la cuarta generación, el más importante de los alumnos de Rabí Akivá, pertenece al grupo de sus cinco últimos alumnos, nuestros maestros del sur (Rabí Meir, Rabí Yehuda, Rabí losi, Rabí Shimón y Rabí Elazar) que “llenaron todo Israel de Torá”, (Breshit Raba 61:3), después de los malos edictos romanos, de la rebelión de Bar Kojva, que prohibieron su estudio y su observancia.

Estudió también con Rabí Ishmael. Uno de sus maestros fue Elisha ben Abuya, conocido bajo el nombre “ajer” (el otro), que también después de haber abandonado el camino de la Torá, Rabí Meir siguió escuchando sus enseñanzas, diciendo: «Una granada comió, la cáscara tiró y su contenido ingirió”.

Por cuestiones de seguridad, fue Rabí lehuda ben Baba quien lo ordenó como rabino, junto a los otros cuatro estudiosos.

En la época de la persecución de los romanos al prohibirse la intercalación del año, lo enviaron a Asia, a realizarlo (Mejila 18:2).

Después de la nefasta época romana, al regresar la tranquilidad al país, se formó un consejo bajo la presidencia de Raban Shimon ben Gamliel, Rabí Natan era el presidente del Sanhedrin y Rabí Meir fue nombrado jajam (sabio) (Horaiot 13:2), por una discusión que irrumpió entre Rabi Natan y Rabí Meir y el presidente, tuvo el segundo que abandonar su lugar y emigrar a Asia, pasando allí sus últimos días.

Rabí Meir tuvo un papel importante en la recopilación de la Mishná según la tradición “Stam Mishná Rabí Meir” (una mishná sin el nombre del que emitió los conceptos, sabido pertenece a Rabí Meir (Sanhedrmn 86:1).

Rabí Meir se destaco por su sagacidad e inteligencia privilegiada, dijeron. “Todo el que ve a Rabí Meir en la casa de estudios, es como si sacase las montañas de su lugar y moliese una con otra”. (Sanhedrín 24:1).

Fue admirado por sus congeneracionales y por las generaciones que le siguieron. Rabí Iosi ben Jalafta, su compañero, lo presentó ante la gente de Tzipori diciendo:

“un gran hombre, un hombre santo, un hombre modesto” (Ierusahalmi Moed Katan (3:5). Resh-Lakish llamó a Rabí Meir: “la boca santa”. (Sanhedrín 23:1).

En la última generación fue colocado en la misma línea que Ezra el escriba, Hilel y Raban Iojanan ben Zakai (Vaikra Raba 2:11).

A pesar de su grandeza, no ameritó que fuese fijada la ley según su opinión, sobre eso se expresa Rabí Aja bar Janina: Sabido es ante quien dijo: “el mundo fue creado que no hay en la generación de Rabi Meir, un sabio de su nivel, y ¿por qué no fijaron la ley como él? Porque sus compañeros no podían precisar sus ideas, ya que sobre algo puro probaba que era impuro por medio de ciento cincuenta argumentos (Eruvin 13:2).

Rabí Meir se destacó también en la Agadá. Era un gran orador y querido por todas las capas sociales. Su discurso lo dividía en tres partes: halajá (ley), agadá (leyenda) y fábulas, dijeron los sabios. Al morir Rabí Meir desaparecieron los fabulistas (fin de Sota).

Rabí Meir era un escriba. Escribía “rollos de Torá y megilot”, se destacó en su trabajo, especializándose en la caligrafía, para lo cual él mismo preparaba la tinta.

Conocía las sagradas escrituras de memoria y, una vez, a falta de texto, escribió el rollo de Esther, de memoria (Megila 18:2).

Sobre su origen y su familia no tenemos conocimientos, lo contrario a sus otros compañeros alumnos de Rabí Akivá, que fueron siempre mencionados con el nombre de su padre. Rabí Meir no fue llamado nunca con el nombre de su padre y nuestras fuentes no lo mencionan. Según una opinión, su nombre era Rabí Nehoray —y su sobrenombre Meir- porque alumbraba (meir) los ojos de los sabios con sus explicaciones.

Su mujer se llamaba Beruriá, la hija del Tana Rabí Janina ben Teradeon, que era famosa por sus conocimientos de Torá, su sabiduría y buenas acciones. Tuvo dos hijos que murieron a temprana edad como lo que nos relatan nuestros sabios.

Rabí Meir estaba en la casa de estudios un día sábado, a la hora de la oración de la tarde. Fue entonces cuando murieron sus dos hijos. Beruriá, su madre, los acostó en la cama y los tapó con una cobija.

Al terminar el sábado, Rabí Meir regresó del Bet Hamidrash (casa de estudios) y preguntó a su mujer: “ están los dos niños?” Ella contestó: “Fueron al Bet Hamidrash”. El replicó: “Los estuve esperando en el Bet Hamidrash, pero no los he visto”.

Ella le ofreció comida a su esposo. Rabí Meir volvió a preguntar: “ están los dos niños?”, y ella contestó: “A veces van a tal lugar, pero pronto regresarán”.

Beruriá ofreció comida a su esposo. Cuando había dicho la bendicón de después de la comida, ella le dijo: “Rabí, tengo que hacerte una pregunta”.

- Habla

- Rabí, hace mucho tiempo vino un hombre y me confió un depósito. Ahora ha vuelto. ¿Tenemos que devolverle su depósito o no?

- Hija mía, el que recibe un depósito está obligado a devolvérselo a su dueño.

- Yo no lo hubiera devuelto, sin habértelo dicho antes.

Entonces tomó a su esposo por la mano, lo hizo subir a la recámara, se acercó a la cama, y quitó la cobija que estaba extendida sobre sus dos hijos. Al verlos, Rabí Meir comenzó a llorar y á lamentarse. Beruriá le dijo:

“Dios nos los había confiado por cierto tiempo; ahora su dueño los ha vuelto a pedir, ¡que su nombre sea bendecido”. En esta forma, su mujer consoló a Rabí Meir (Midrash Mishlé 28).

Por sobre todo, colocó, Rabí Meir, el estudio de la Torá al más alto nivel, porque es ella quien educa a la persona, afina su espíritu y da forma a su manera y comportamiento. Y así se expresa en “Pirkei-Avot Cap. 6:2).

Rabi Meir dice: Todo aquel que se ocupa de la Torá por la Torá misma, se hace merecedor de muchas cosas, y no sólo ello, sino que el universo entero justifica su existencia por de él. Es llamado amigo, amado, que ama al Omnipresente, ama a las criaturas, es revestido de humildad y reverencia, lo prepara para ser justo, piadoso, recto y fiel, lo aleja del pecado y es acercado al mérito, es posible recibir de él, consejo, criterio, intuición y fortaleza, pues fue dicho: “Mío es el consejo y el criterio, intuición soy, mía es la fortaleza”. (Mishle 8:14), le es otorgado el reinado, el dominio y el escrutinio de la Torá, le son revelados secretos de la Torá, se hace como un manantial que fluye sin cesar y como no, que no aminora su curso, tiene recato y paciencia, perdona las ofensas y lo engrandece y eleva por sobre todas sus hechuras.

Como el ocuparse de la Torá es lo más importante, Rabí Meir nos apremia a estudiar, y nos previene de no desatender el estudio: Sé parco en ocupaciones mundanas y dedícate a la Torá, sé humilde ante todas las personas. Si desatiendes la Torá, tendrás muchos obstáculos opuestos a ti; pero si te ocupas de la Torá, hay una gran recompensa para serte otorgada. (Pirkei— Avot 4:10).

Rabí Dostay en nombre de Rabí Meir dice: “Todo aquel que olvida una palabra de lo que aprendió, la escritura lo considera como si hubiera perdido su alma”. (Pirkei-Avot 3:8).

No sólo estudiar debe la persona, sino también enseñarla a otro, y el que estudia Torá y no la enseña es considerado: “que desprecia el verbo de HaShem (Sanhedrín 99:1).

Cuán odiada es la ignorancia, porque si no hay Torá, no hay educación y respeto, y los ignorantes actúan groseramente, sin pena y vergüenza. Por eso todo el que casa a su hija con un ignorante es como si la atase y la coloca frente a un león (Psajim 49:2).

Junto a su gran amor por el estudio de la Torá, nos aconseja no dejar el trabajo a un lado, y así enseña en el Tratado de Kidushin 82:a.

Rabi Meir dice: debemos enseñar a nuestro hijo un oficio digno, y luego rogar a Aquel que posee la riqueza, pues todos los oficios pueden conseguir que el obrero siga siendo pobre o bien que se enriquezca; ni la pobreza ni la riqueza dependen del oficio, todo depende del mérito del obrero... Pero agrega: Rabí Nehoray dice: dejo de lado todos los oficios del mundo, y sólo enseño a mis hijos la Torá, ciencia cuyos frutos se comen en este mundo, pero cuyo capital queda íntegro para el mundo futuro.

Todas las cualidades que enumeró Rabí Meir en la persona que se ocupara de la Torá por la Torá misma se cristalizaron en él. Era amigo, amado, ama al Omnipresente y ama a las criaturas. Su gran amor por las personas sale a relucir en la siguiente fuente talmúdica:

«Rabí Meir acostumbraba dar una clase, todos los viernes a la noche en la sinagoga de Jamta. Una mujer solia participar, viernes tras viernes, para escuchar las sabias palabras del Rabí. Una vez el Rabí tardó más de la cuenta y la señora regresó a su casa, cuando la vela estaba ya apagada.

- No entrarás a mi casa (dijo el esposo) hasta que vayas y escupas en la cara del Rabí.

Cuando Rabí Meir tuvo conocimiento del asunto, le pidió que escupiera en su ojo para sacarle el “am hara” (mal de ojo), y que lo repita siete veces consecutivas. Cuando lo hizo, le dijo el Rabí: Ve y dile a tu marido: “Tú me dijiste escupir una vez y yo lo hice siete”. (lerushalmi Sota 1:4).

Como amaba a las personas no escatimaba esfuerzos para hacer las paces entre el hombre y su prójimo. (Gifin 52:1). Amaba tanto a judíos como gentiles, malos y buenos, porque el santo bendito ama a todas las criaturas.

Su amor por Eretz Israel no tenía límites, proclamaba: «Todas clases de plantas crecen en Eretz Israel, y no falta nada en Eretz Israel (Brajot 36:2).

Las piedras de Eretz Israel todas son santas (Kidushin 54:1). Un gran mérito es habitar en Eretz Israel, grande fue su pena cuando tuvo que emigrar a Asia, decía todo aquel que habita en Eretz Israel, la tierra expía sus pecados (Sifri Aazinu).

 Antes de su muerte ordenó subir sus restos a Eretz israel, y hasta el momento de hacerlo habrían de colocarlo a la orilla del mar de Eretz Israel para que sus aguas tocaran su ataúd (Yerushalmi, Kilayim 9:3).

A pesar de su grandeza, era muy humilde y predicaba a adquirir esta cualidad: “sé humilde ante todas las personas (Avot 4:10). Cuando discutia con sus condiscípulos a nivel de “halajá” (ley) decía: Nunca me dio mi corazón por desentenderme de las palabras de mis compañeros (Shabat 134:1). Se levantaba en honor a un anciano, por ignorante que sea ( Bicurm

3:3).

Como Rabí Akivá, su maestro, recibía todo evento por malo que sea, con amor y solía decir: “Todo lo que hace el misericordioso es para bien” (Brajot 60:2).

Solia decir Rabí Meir: “Estudia con todo el corazón y con toda el alma, para conocer mis caminos y estar atento a las puertas de la Torá. Guarde mi Torá en tu corazón, y que mi temor esté ante tus ojos. Aparta tu boca del pecado y purifícate y santificate de tus culpas y las violaciones y estaré contigo en todas partes”. (Brajot 17:1).

En este pensamiento, hablando en nombre de HaShem, nos transmite Rabí Meir un modelo de conducta para cada hijo de la nación hebrea.

 

Rabí Ieoshua ben Gemala

Uno de los Sumos Sacerdotes de la época de la destrucción del Segundo Templo. Se casó con Marta bat Baltos, una de las mujeres más ricas de su época.

Ben Gemala es recordado y halabado en las generaciones posteriores, porque hizo unas tablas de oro, para el servicio de Iom HaKipurim (Mishna, Ioma 3:9), especialmente es mencionado por su trabajo en pro de la educación.

Doscientos años después de su fallecimiento transmitieron estas palabras: “Realmente el recuerdo de ese hombre llamado Ieoshua bar Gemala debe ser bendecido, si no fuera por él, la Torá habría caldo en el olvido en Israel.

Al principio a los niños que tenían padre, el padre les enseñaba la Torá; los que no tenían padre no la estudiaban. Se guiaban por el siguiente versículo: Y las enseñaréis a vuestros hijos, vosotros, (los padres) las enseñaréis. Pero luego se dispuso nombrar en Jerusalén maestros para enseñar a los niños. Se guiaron por el siguiente versículo: Porque de Sion saldrá la ley. Fue lo mismo; a los niños que tenían padre, el padre los llevaba (a Iersuhalaim) para que les enseñarán; los que no tenían padre no iban a estudiar. Entones se resolvió nombrar maestros en todos los distritos, disponiéndose que ingresaran (los alumnos) a los dieciséis o diesisiete años de edad. Cuando el maestro se enojaba y los castigaba protestaban y abandonaban la escuela. Fue entonces cuando el Rabí Ioshua ordenó que se nombraran maestros de niños en todas las provincias y todas las ciudades, y que los niños ingresaran a la edad de seis o siete años.

(Baba Batra 21:1)

 

Rabí Ishmael ben Elisha

Uno de los más importantes tanaítas de la tercera generación. Según algunos era nieto de Rabí Ishmael, el gran sacerdote que vivió a los finales de la época del segundo templo, y que fue uno de los diez mártires inmolados, santificando el nombre de HaShem (Kidush Ha Shem).

En su infancia fue llevado prisionero a Roma y rescatado por Rabí Ieoshua, que vio en él un futuro maestro del pueblo de Israel.

Ocurrió que Rabí ben Janania fue a la ciudad de Roma. Le dijeron: “hay un niño en la prisión, de ojos hermosos, bien parecido, de cabello enrulado”.

Fue y se presentó en la puerta de la prisión. Citó el versículo: ¿quién entregó a Yaakov para ser saqueado y a Israel a los robadores?

Contesta: aquel niño, completando el versículo, «No fue el Señor, contra quien hemos pecado, porque no quisieron andar en sus caminos, ni fueron obedientes a la Torá (Isheiahu 42:24). Dijo: «estoy seguro que será uno de los grandes de Israel, prometo no moverme de aquí hasta que lo rescate, por todo monto que me exigir

Dijeron: No se movió de allí hasta que lo rescató, pagando mucho dinero y no pasó mucho tiempo hasta que se convirtió en uno de los grandes maestros de Israel. Ese niño era Rabí Ishmael ben Elisha (Gitin 58:1).

Rabí Ieoshua era uno de sus primeros maestros, también estudió con Rabí Eliezer, y Rabí Nejunia ben Hakana.

Su amigo cercano era Rabí Akivá, aunque discutió con él sobre muchos aspectos.

Tanto Rabí Akivá como Ishmael crearon dos escuelas sobre el estudio de la Torá. Fue el primero que resumió los trece principios y las reglas de estudio, según las cuales se puede analizar y deducir las leyes de la Torá.

Fijó, también, otras reglas para el entendimiento de la Torá. «Habló la Torá en la lengua de los humanos”. No hay adelantado o atrasado en la Torá. Todo tema que es repetido otra vez, es porque algo nuevo se aprende de él (Sota 3:1), y otros.

Rabí lshmael era conocedor de las Agadot, sobre él dijo Rabí Tarfon: “Es un gran sabio y conocedor de las agadot” (Moed Katan 28:2).

Vivió en Aziz, una aldea al sur de Yehuda. Dos de sus hijos fallecieron, uno tras otro. Los cuatro compañeros vinieron a consolarlo en su dolor: Rabí Tarfon, Rabí losi Haglili, Rabí Eliezer ben Azuria y Rabí Akivá.

En su gran humildad predicó comportarse con respeto a toda persona. Se presto a servir ante un hombre importante y honorable, sé complaciente con la juventud y acoge a todas las personas con alegría (Avot 3:12). También a los estudiosos de la Torá los juzgaba favorablemente. Se ha enseñado en la escuela de Rabí lshmael: «Cuando veas a un erudito cometiendo un pecado de noche, no pienses en él de día, porque tal vez haya hecho penitencia (Brajot 19:1).

Dio honores a sus compañeros y admiraba a sus maestros. Ocurrió y una vez no respetó una regla que ordenaba, porque estaba seguro de si mismo, la infrigió y reconoció su error. Una vez —contó- leí a la luz de la vela (era sábado) y quise inclinarla (para ver mejor). Dijo cuán grandes son las palabras de los sabios, que dijeron: “no se lee en las noches del sábado, a la luz de la vela”.

Según algunos de nuestros sabios, inclinó —Rabí Ishmael- la vela y escribió en su cuaderno: “Yo Ishmael, hijo de Elisha, leí e incliné mi vela en la noche del sábado, cuando se reconstruya el Sagrado Templo, traeré una ofrenda como expiación (Tosefta Shabat 1:13).

Gran importancia dio al estudio de la Torá. Cuando le preguntó Eliezer ben Dama, el hijo de su hermana, si puede estudiar la filosofía griega, después de haber aprendido toda la Torá, le contestó diciendo: “el libro de la Torá no debe apartarse de tu boca, lo meditarás día y noche” (leoshua 1:8) y añadió: “busca el momento en que no es de día, ni de noche y dedica este espacio de tiempo para estudiar la filosofía griega (Menajot 99:2), a pesar de eso enseñó a sus alumnos a orar, en la época de siembra, y sembrar y cosechar, porque la Torá no fue dada a los ángeles (Brajot 35:2).

Grande era su amor por el pueblo de Israel, y gran caridad hadia para con ellos. Según la Agadá, Rabí Ishmael fue como Rabí Akivá, su compañero, uno de los diez mártires inmolados por la santificación del nombre.

 

Rabí losi ben Jalafta

Taná de la cuarta generación (135-170), es mencionado en la Mishna y otros como Rabí losi, uno de los cinco alumnos de Rabí Akiva, compañero de Rabí Meir, Rabí Yehuda, Rabí Shimon y Rabí Elazar.

Sus conocimientos recibió de los sabios de Yavne, como también de su padre Rabí Jalafta y de Rabí Iojanan ben Nuri, su Rabino era Rabí Akiva, y cuando la situación durante la rebelión de Bar Kojva, se volvió imposible, fue Rabí Yahuda ben Baba, el cual lo consagró como Rabí.

Tuvo buenas relaciones con los sabios de la época, y era muy querido.

Sobre Rabí Meir dijo: “Un gran hombre, un hombre santo, un hombre humilde (Ierushalmi Brajot 2:7).

Cuando le transmitieron las enseñanzas de Rabí Shimon citó el versiculo de Mishle: 24:26 “Besarán los labios, de aquel que da respuestas acertadas”.

Rabí Ieoshua el príncipe, era su alumno, el cual lo admiró (Nidá 68:2).

Cuentan:

Cuando Rabí Yehuda quería objetar a las palabras de Rabí losi, solía decir: “Nosotros, los pobres (en conocimientos), cuestionaremos las palabras de Rabi Iosi”. Como hay diferencia entre el “lugar más santo del Templo y el lugar más profano”, así la hay entre nuestro generación, y la de Rabí Iosi (Ierushalmi Gitín 6:7).

Vivió en Tzipori (Galilea), allí tenía su Yeshiva y su Tribunal.

Su profesión era la marroquinería (Shabat 49:1-2), y tenía un campo, el cual lo trabajaba (Shabat 118:2).

Su hermano falleció, sin dejar hijos, y Rabí losi cumplió con el precepto de “iebum” (levirato), se casó con la viudo y tuvo cinco hijos, todos fueron eruditos de la Torá, los más conocidos son: Rabí Ishmael, y Rabí Elazar. Rabí losi orgulloso de sus hijos dijo: “Plante cinco cedros en Israel” (idem, ídem).

Entre sus máximas encontramos. Escuché una voz que susurra como una paloma y dice: “oh, que destruí mi casa, quemé mi palacio, y exilé a mis hijos entre las naciones” (Brajot 3:1).

 

Rabí Menajem

Es mencionado, sólo una vez en la Mishna, se lo identifica como Rabí Menajem ben Iosi. Tanaita de la quinta generación, el más joven de los hijos de Rabí losi ben Jalafta. Según el Talmud, se lo conocía con el nombre Verdimas, y ¿por qué se llamaba así? Porque su cara se asemejaba a una rosa (Vered, en hebreo). (Shabat 118:2).

 

Rabí Yehuda bar Ilay

Conocido como Rabí Yehuda. Uno de los grandes tunaítas de la cuarta generación. Uno de los últimos alumnos de Rabí Akivá, que volvieron y fijaron las bases de la Torá en Eretz Israel, después de la crisis causado por los malos edictos y exterminios después de la rebelión de Bar-Kojva (135).

Era hijo de Rabí hay, alumno de Rabí Eliezer y nativo de li ciudad de Usha en la baja Galilea.

Los conocimientos los recibió de su padre que le enseñó los enseñanzas de Rabí Eliezer.

En su temprana infancia estudió Torá con Rabí Tarfon cii Lod (Megila 20:1). Rabí Tarfon le tuvo mucho cariño y lo llamaba “mi hijo”.

Rubí Yehuda transmite sus dictámenes halájicos (legales) corno también los de los otros sabios de Yavne, Rabí Eliezer, Rabí Ieoshua, Raban Gamliel, Rabí Elezar ben Azaria, Rabí Ishmael y Rabí Iosi el Galileo.

Su maestro por excelencia fue Rabí Akivá, quien le enseñó los senderos del Midrash, y según éstos basó el Midrash halájico del libro Vaikra (tercer libro del Pentateuco).

Junto con sus cuatro compañeros, propagó la Torá, ya que el mundo quedó desolado después del caos y aniquilación de las consecuencias de la rebelión contra Roma.

No fue Rabí Akivá quien los ordenó como rabinos, por causa de las persecuciones, sino Rabí lehuda ben Baba, quien lo hizo en un lugar situado entre Usha y Shfaram, a las escondidas, por la amenaza de muerte de los romanos (Sanhedrin 14:1).

Después de que el gobierno romano cesó con los edictos y parecidos, los sabios de la generación se reunieron en la ciudad de Rabí Yehuda y dijeron: “todo aquel que estudió, que venga y estudie, y aquel que no lo hizo, que venga y estudie” (Shir HaShirim Raba 2:5).

El trabajo era inmenso, Rabí Yehuda y sus compañeros debían recuperar lo perdido a causa de la aniquilación y la destrucción, y su acción fue coronada por el éxito. En corto tiempo llenaron todo Israel de Torá (Shabat 33:1).

Más de seiscientos halajot (leyes) se encuentran en la Mishná, su nombre aparece en todos los TratadosTalmúdicos, con excepción del Tratado Kinim (nidos).

También a nivel de la Agadá, encontramos su nombre, tanto en el Midrash, como en el Talmud.

Los alumnos eran sabios de la quinta generación de los tanaítas, entre ellos: Rabí Elazar, hijo de Rabí Shimón, Rabí Ishmael y Rabí losi; también Rabí lehuda Hanasi (El Príncipe) recopilador de la Mishná, era uno de sus alumnos.

Rabí Yehuda era considerado muy piadoso por su gran humildad, estaba siempre dispuesto a ceder a su honor para hacer las paces entre hombre y mujer.

Una vez dijo un hombre a su mujer: Te prometo que no tendrás ningún provecho de mi, hasta que hagas probar tu comida a Rabí Yehuda y Rabí Shimón. Rabí Yehuda probó, pero Rabí Shimón vio una falta al honor de la Torá y no probó (Nedarim 66:2).

Como Rabí Tarfon, su maestro, opinaba Rabí Yehuda que la acción precede al estudio (Ierushalmi, Jagiga 1:7).

Amaba al trabajo y decía: “Todo el que no enseña a su hijo un oficio, le enseña a robar” (Kidushin 29:1), pero a pesar de eso, “haz el estudio tu ocupación principal, y del trabajo una ocupación complementaria” (Brajot 35:2).

Rabí Yehuda proyectaba luz y bondad, sus costumbres y maneras anunciaban su santidad y sabiduría. “En la víspera del sábado le traían un recipiente lleno de agua caliente, lavaba su cara y sus pies, y vestía de blanco, pareciéndose a un ángel (Shabat 28:2).

 

Rabí Eliezer ben Horkanus

Rabí Eliezer, tanaíta de la segunda generación, el primero de los alumnos de Rabí lojana ben Zakay y el más importante de ellos.

Sobre él dijo su Rabino: Rabí Eliezer es una cisterna encalada que no pierde gota: “Si todos los sabios de Israel fueran colocados en un platillo de la balanza y Eliezer ben Hurkanus en el segundo platillo, pesará más que todos ellos”. (Avot 2:8).

El gran tanaíta Rabí Eliezer Hagadol era hijo de un rico propietario llamado Horcanus. Este Horcanus poseía muchos campos y castillos y sus hijos trabajaban los terrenos del padre.

También Eliezer araba la tierra junto con sus otros hermanos. Tenía 22 años cuando el padre lo encontró cierta vez llorando y le preguntó:

- ¿Por qué lloras? Tal vez no te gusta el trabajo y quieres que te cambiemos a otro campo?

- ¡Yo quiero estudiar Torá!

Fue la breve y resuelta respuesta. Finalmente escapó de la casa paterna yéndose a Jerusalem a la Yeshivá de Rabí lojanan ben Zakal.

Al ver al joven recién llegado, Rabí lojanan ben Zakai le preguntó:

- ¿Quién eres? ¿Y quién es tu padre?

Eliezer no le respondio sino que rompió a llorar.

- ¿Por qué lloras, hijo?, le preguntó cariñosamente el gran sabio.

- Yo quiero estudiar Torá —contestó Eliezer-.

- El Rabí volvió a preguntarle:

- ¿Alguna vez visitaste una escuela? ¿Por lo menos sabes Kriat Shmá, Tefilá y Birkat Hamazón?

- ¡No! —fue la respuesta de Eliezer.

Rabí lojanan ben Zakai le enseñó a leer el Kriat Shmá, a rezar y a decir el Birkat Hamazón y comenzó a instruirlo en Torá hasta que Eliezer superó a alumnos que habían empezado a estudiar en la Yeshivá antes que él.

En el primer tiempo, cuando recién había llegado a la yeshivá, el Rabí le sintió el aliento pesado. Y después de mucho esfuerzo le fue imposible enterarse que su nuevo alumno ayunaba la mayor parte del tiempo. t empezó a interesarse más en él, conoció su historia y cómo se había ido de su casa sin la autorización paterna. Le consiguió un buen alojamiento a su costa y lo bendijo, deseándole que debido al hambre sufrido por la sagrada Torá sea merecedor de pronunciar palabras de Torá que perfumen el mundo.

Eliezer estuvo tres años en la Yeshivá de Rabí lojanán ben Zakai, y sediento bebia de los claros manantiales del gran maestro hasta que se destacó como uno de los mayores eruditos de su generación.

En el interín a Horcanus le fueron mal los negocios y él con su familia tuvieron que irse por una temporada. Cuando la familia volvió a su tierra y posesiones, dijeron los hermanos al padre:

-Para los sufrimientos Eliezer no fue nuestro socio, pero para la herencia seguramente se presentará como heredero con los mismos derechos que todos nosotros.

Ellos decidieron que Horcanus fuera a Ierushalaim y publicara en la Yeshivá de allí que él desheredaba a su hijo Eliezer.

Cuando Horcanús llegó a Jerusalem, Rabí lojanan ben Zakal lo recibió con todos los honores, lo invitó a sentarse entre los sabios más grandes e importantes de la generación como Nakdimón ben Gurión, Calbá Sabúa y ben Tzitzit Hakeset y ordenó que Rabí Eliezer pronunciase una disertación ese sábado. Cuando llamaron a Eliezer a exponer sus comentarios él comenzó dirigiéndose a su maestro con estas palabras: «Yo soy comparado a un pozo que no contiene más que lo que en él vertieron”.

A eso le respondió Rabí Iojanán ben Zakai;

- No, hijo mío. Tú eres comparable a un surgente manantial del cual siempre brota agua fresca.

Entonces Rabí Iojanán ben Zakal se retiró y Rabí Eliezer pronunció tan agudas palabras de Torá como se habían escuchado desde la época de Moshé Rabenu. Y su cara brillaba como el sol. Los alumnos corrieron a referirle a Rabi lojanán ben Zakai cómo su rostro brillaba y resplandecía debido a su extraordinaria Torá.

Rabí Iojanán ben Zakai se acercó a él y besándolo en la cabeza dijo:

- Bienaventurados ustedes, Abraham, Itzjak y Yaacov,

que un ser así descendió de vuestros hijos!

- ¿A quién están elogiando así? —a lo cual le respondieron:

- ¡A tu hijo Eliezer!

Con gran turbación el padre exclamó:

-Siendo así por qué dijo “Bienaventurado Abraham, Itzjak y Yaacov”, tendría que haber dicho “Bienaventurado yo que un ser así descendió de mi”.

Al darse cuenta de la presencia de su padre Rabí Eliezer interrumpió su prédica y exclamó:

- ¡Padre! No puedo continuar estudiando si tú estás de pie.

Horcanus le respondió con énfasis.

- mío! Yo vine a desheredarte, pero después de haber presenciado tu grandeza en Torá, rehusaré su herencia a tus hermanos y todo lo recibes tú como regalo!

Rabí Eliezer le contestó:

-Al Padre Celestial no le pedí dinero ni riquezas, sólo recibir como regalo la sagrada Torá, y yo no quiero tomar más que mi parte.

Con gran entusiasmo siguió estudiando y se convirtió en yerno del Nasi Rabón Shimón ben Gamliel, casóndose con su inteligente hija Imá Shalom.

Imá Shalom, la privilegiada hija del Rabón Shimón ben Gamliel (uno de los diez grandes sabios que murieron por “Kidush Hashem” (santificación del nombre de D-os) víctimas del Imperio Romano) y hermana del Rabón Gamliel de Iavne, estaba entre las más renombradas de su época. Sus hijos eran de una extraordinaria belleza y cuando le preguntaban con qué se había hecho merecedora a ese privilegio, ella respondía:

-Debido al singular recato dentro de la vida familiar.

En la vecindad de Imá Shalom y su hermano Rabón Gamliel vivía un juez, un filósofo, que en todas partes trataba de mostrar una personalidad ejemplar incapaz de aceptar soborno, y de esa forma estafaba a los que acudían a él para solucionar un litigio.

Imá Shalóm acudió al juez con un candelabro de oro como obsequio y le pidió que distribuyese lo que había quedado de sus padres entre ella y su hermano Rabón Gamliel. En el juicio, el magistrado ordenó repartirse la herencia por partes iguales.

Rabí Gamliel le hizo esta observación:

-Nuestra Torá indica que en caso que haya hijos varones, las mujeres no reciben herencia alguna.

El juez le respondió:

- Desde el día que comenzó vuestro destierro fue anulada la Torá de Moshé ocupando su lugar otro conjunto de leyes, las cuales indican que los hijos varones y mujeres heredan por partes iguales.

Al día siguiente el Rabán Gamliel le regaló un valioso asno de Egipto. En la segunda sesión del pleito el juez explicó:

- He profundizado en el Código Romano y encontré un pasaje que reza: “Yo no vine a disminuir las doctrinas de Moshé sino a .agregar”. ¡Y la antigua doctrina indica claramente que en caso que hayan descendientes varones, las hijas mujeres no reciben ninguna parte en la herencia!

Imá Shalom exclamó:

- tu vela arda y nos ilumine a todos! — Con eso quería referirse al candelabro con lo que había sobornado.

A eso respondió Rabón Gamliel:

- asno quebró el candelabro!

Y todos los presentes en el tribunal comprendieron que Imá Shalom y Rabón Gamliel habían representado esa farsa para poner de manifiesto que el incorruptible juez se había dejado sobornar.

¿Por qué lo llamaban Eliezer Hagadol, elevado título que ninguno de los tanaítas tuvo? Porque de los cinco gigantes de espíritu, los cinco alumnos más sabios del Rabón lojanón ben Zakai, Rabí Eliezer ben Horcanus, Rabí Yoshúa ben Jenaniá, Rabí Elazar ben Aroj, Rabí losi Hakohen y Rabí Shimón ben Netanel, fue reconocido Rabí Eliezer como el más grande tal como lo determinó el mismo Rabón Iojanán ben Zakai que solía decir:

- Si todos los sabios judíos estuvieran sobre un platillo de la balanza y Eliezer ben Horcanus en el otro, los sobrepesaría a todos.

Sobre sus elevadas doctrinas morales podemos leer en Pirké Avot: “Que el honor de tu amigo te sea tan valioso como el tuyo y no te entregues con facilidad a la ira contra otro y arrepiéntete como mínimo un día antes de tu partida de este mundo y que entres en calor frente al fuego de los sabios de la Torá y ten cuidado de no tocar sus brasas calientes para no quemarte porque sus mordeduras son como las de un zorro y sus picaduras como las de un escorpión y sus murmurios como los de una serpiente venenosa y todas sus palabras son como brasas de fuego”.

Estas breves reglas de moral son verdaderos brillantes y es necesario comprenderlas en su fundamento y perspicacia: “que el honor de tu amigo te sea tan valioso como el tuyo” tiene dos significados:

1) La medida del honor brindado por tu amigo sea apreciada por ti como la tuya. Cuando honras a tu amigo siempre consideras haber cumplido tu obligación y hecho lo suficiente. De la misma manera debes conformarte con los honores brindados por el otro y no considerarlos insuficientes.

2) El honor que te brinda tu amigo no juegue en ti ningún rol más grande que si tú mismo te lo hubieras asignado.

“No te entregues con facilidad a la ira contra otro». La ira por sí misma no es un pecado para uno. Pero es una de las peores costumbres, porque en cuanto la persona cae en enojo ya no es la misma que unos minutos antes. No piensa en forma natural. No habla como es debido y es capaz de cualquier maldad.

“Arrepiéntete como mínimo un día antes de tu partida de este mundo”. Los alumnos de Rabí Eliezer le preguntaron: “ sabe una persona cuándo va a morir para arrepentirse un día antes?”.

El les respondió:

- Como nadie sabe cuándo va a ser el último día, tiene que arrepentirse cada día, porque nadie está seguro de llegar al día siguiente, y de esa forma el ser humano debe arrepentirse durante toda su vida.

Y lo mismo dijo el rey Salomón:

- “Que en todo momento sean blancos tus vestidos y que sobre tu cabeza nunca falte aceite”.

Esto significa cuidarse siempre de los pecados aumentando la Torá y las buenas acciones que iluminan el alma igual que el aceite.

“Que entres en calor frente al fuego de los sabios de la Torá”. La naturaleza del fuego es que de lejos se siente

frío y muy cerca, quema. Lo mismo sucede con los sabios, hay que seguir sus pasos para aprender de ellos virtudes, moral y buenas acciones. Pero todo con respeto y cortesía. El que está muy familiarizado con el sabio y se cree su igual, finalmente se quemará.

Un tiempo antes de la destrucción del Templo, el Rabán lojanán ben Zakai fundó en Iavne una gran Yeshivá. Rabí Eliezer, uno de sus grandes discípulos, también fue invitado a ese conjunto de sabios. Entonces salió del cielo una voz que proclamó:

- “Dos de los representantes son aptos para ser poseedores de la Visión Divina y Shmuel Hakatán es uno d ellos”.

Todos los sabios estuvieron de acuerdo que el segundo no era otro que Rabí Eliezer ben Horcanus.

Y cuando Rabí lojanán ben Zakai salió de Ierushalaim en medio de la guerra con Vespaciano, emperador romano, fueron Rabí Eliezer y Rabí Yoshúa los que escondido en un ataúd lo sacaron de contrabando.

En esa época fue cuando Rabí Iojanán ben Zakai les dio el título a Rabí Eliezer ben Horcanus y a Rabí Yoshúa. Y desde ese momento Rabí Eliezer ocupó un lugar privilegiado dentro de la vida judía como conductor y “grande” de su generación, junto con su cuñado Rabán Gamliel (el cual se convirtió en Nasi a la muerte del Rabán lojanán ben Zakal) y Rabí Yoshúa llevó a cabo numerosos viajes a Roma tratando de conseguir que los grandes emperadores anulen pesados tributos y decretos oprimentes para los judíos.

La historia se repite y lo sucedido entre Rabí Eliezer y su padre Horcanus volvió a repetirse. Rabí P se contrató en lo de Rabí Eliezer para trabajar ti años y en la víspera de lom-Kipur le pidió:

- Dame lo que me corresponde en pago por mi trabajo. Quiero ir a mi casa para llevar alimentos a mi esposa e hijos.

Rabí Eliezer le contestó:

- ¡No tengo plata!

 - Dame frutas

- No tengo

- Dame tierras

- No tengo

- Dame animales

- No tengo

Rabí Akivá tomó sus herramientas de trabajo y se fue a su casa totalmente desanimado. Después de Sucot, Rabí Eliezer cargó comida, bebida y diversos productos sobre tres asnos y con toda la suma que le debía a la casa de Rabí Akivá. Después de conversar animadamente, comer y beber le pagó lo que le correspondía y le preguntó:

- Cuando yo te dije que no tenía plata, ¿qué pensaste?

- Pensé que se le presentó mercadería muy barata y utilizó todo el efectivo.

- ¿Y cuándo te dije que no tenía animales?

- Pensé que estaban alquilados a otra persona.

- ¿Y qué pensaste cuando te dije que no tenía tierras?

- Pensé que se las alquilaba a alguien.

- Cuando te dije que no tenía frutas ¿qué creíste?

- Consideré que aún no había separado Trumá. y Maaser.

- ¿Y cuando contesté que tampoco tenía ropa?

- Pensé que había consagrado su fortuna al Beth Hamikdash (Sagrado Templo).

Exclamó Rabí Eliezer:

- ¡Así fue, lo juro! Debido a mi hijo Horcanus, que no cumple la Torá, consagré toda mi fortuna al Beth Hamikdash pero cuando me encontré en el sur con mis amigos, ellos anularon mi promesa, y a ti, que entonces me jusgaste favorablemente, que el Altísimo también te juzgue favorablemente.

Su grandeza sobrepasó todos los limites, y eso produjo una gran separación con los otros judíos sabios en un juicio puro e impuro en el cual Rabí Eliezer determinó puro y los sabios impuros. En ese día —cuenta la Guemará-( Rabí Eliezer dio numerosas respuestas y demostró los sabios su razón. Pero ellos no aceptaron su veredicto. Entonces exclamó Rabí Eliezer:

- ¡Si la ley es como yo digo que lo confirme este algarrobo — dijo Rabí Eliezer.

Y el algarrobo se corrió a 400 codos (192 mts) de su lugar.

Los sabios respondieron:

- Eso no demuestra nada.

Volvió a decir Rabí Eliezer:

- la ley es corito yo digo que lo confirme el manantial!

Y el manantial se corrió de lugar.

Respondieron los sabios:

- Eso aún no alcanza.

Dijo Rabí Eliezer por tercera vez:

- Si yo tengo razón que lo confirmen las paredes de la Yeshivá!

Y las paredes empezaron a inclinarse. Rabí Yeoshuá gritó:

- ¡Cuando los sabios discuten en un juicio, ustedes no tienen que inmiscuirse!

Cuenta la Guemará. que debido a la honra de Rabí Yoshúa las paredes no cayeron y debido a la de Rabí Eliezer quedaron inclinadas.

Dijo Rabí Eliezer: -

- Del cielo van a confirmar que la ley es como yo digo! Entonces salió una voz del Cielo:

- ¿Por qué luchan contra Rabí Eliezer cuando la ley es siempre como él indica?

Rabí Yoshúa se puso de pie y respondió:

- ¡La Torá ya no está en el Cielo!. —Esto se refiere a que la decisión sobre cada versículo fue entregada a los sabios de este mundo tal como lo dice la misma Torá:

«Ajarei rabim lehatot” (seguir a la mayoría), entonces se dictaminó impuro sobre lo puro por él decretado y eso fue quemado para demostrar que así es la ley. Y decidieron no volver a encontrarse ni a discutir con Rabí Eliezer y desde entonces él no volvió a Iavne, sino que estudió con jóvenes alumnos en su propia Yeshivá en Lod, donde residía. Ese día, en que los sabios dictaminaron en desacuerdo con Rabí Eliezer, los cielos se huracanaron y una gran medida de ira fue vertida sobre el mundo, el trigo, la cebada y los olivos disminuyeron en una tercera parte y también la masa preparada por las mujeres se arruinó.

 

Rabán Gamliel, su cuñado, estaba en aquella época realizando un viaje por mar y una gran tormenta lo amenazó poniendo en peligro su vida. Entonces él comprendió que eso solamente se debía al honor de Rabí Eliezer y levantándose dijo:

- ¡Señor del Mundo! ¡Tú sabes que todo lo que hicimos no fue por mi honor ni por la de mis padres, sino por el tuyo para que no se multipliquen ni extiendan peleas entre los judíos- y la tormenta se calmó.

Los comentaristas explican el concepto de Rabí Eliezer cuando trató de convencer a los sabios sobre el algarrobo, el manantial y las paredes de la Yeshivá que indicaban que de todas las necesidades humanas como comer, beber y dormir, él sólo tomaba lo más necesario:

gozaba de la fruta del algarrobo, bebía agua y siempre estaba entre las paredes de la Yeshivá, un lugar que lo llevó a sus elevados conocimientos en Torá.

Su sed y fluidez para estudiar la Torá eran sobrenaturales. El mismo lo afirmó:

- Nadie llegaba a la Yeshivá antes que yo.

Nunca descabecé ni el más ligero sueño dentro de la misma. Siempre salía al último y nunca me distraje con conversaciones vanas —y de esa forma superó con sus extraordinarios conocimientos a todos sus amigos- lo que le valió que Rabí lojanán ben Zakai lo denominara «un pozo de cemento en el cual ni una gota de agua se pierde”.

En el Midrash se relata que ejercía una poderosa influencia. Cierta vez Rabí Yoshúa entró en la Yeshivá de Rabí Eliezer, después de la desaparición fisica de éste, y al ver la piedra donde el sabio solía sentarse a estudiar, la besó y exclamó:

- Esta piedra es comparable al Monte Sinaí y el que sobre ella se sentó es comparable a las Tablas de la Ley. Rabí Itzjak dijo:

- En vida de Rabí Eliezer todo lo que estudiábamos estaba tan claro como en el día en que la Torá fue entregada en el Monte Sinaí.

¡Hasta esa altura llegaron a valorarse sus conocimientos! Pero pese a eso, para que no hubieran escisiones en la Torá Oral, los sabios debieron oponerse enérgicamente a Rabí Eliezer y con la autoridad dada por el “Ajarei rabim lehatot” (seguir la decisión de la mayoría) y para evitar las disputas acordaron no encontrarse más con él.

Después que los sabios se separaron oficialmente de él, la soledad lo apesadumbraba enormemente y por eso su esposa, Ima Shalom, siempre cuidaba que después de decir Shmona Esre no dijera Tajnun, plegaria capaz de tener un efecto inmediato, y lo distraía con una conversacón que anulaba esa propiedad. Una vez aconteció que un padre golpeó a su puerta y ella le alcanzó algo. Cuano entró en el cuarto y lo encontró diciendo Tajnun, le dijo:

- ¡Détente! Ya mataste a mi hermano. —No pasó mucho y se supo que Raban Gamliel había fallecido.

- ¿Cómo lo supiste? —preguntó Rabí Eliezer a su esposa.

- Mis grandes padres me dejaron una cabalá: todas las puertas pueden cerrarse, pero las puertas de un corazón oprimido que sufre y llora nunca están cerradas! —fue su respuesta.

En el Talmud lerushalmi se cuenta que una vez iba por la calle Rabí Eliezer y le cayó basura que una mujer tiraba sin darse cuenta que alguien pasada. El se alegró y exclamó:

- Yo agradezco que de hoy en adelante mis amigos volverán a amigarse conmigo “de la basura se levantará un pobre” —pero lamentablemente su deseo no se vio satisfecho.

Cuando Rabí Eliezer enfermó, sus alumnos fueron a visitarlo y le pidieron:

- ¡Rabí! ¡Enséñalos los caminos a través de los cuales podremos llegar a la vida verdadera y correcta!

El les respondió:

- Honrad uno al otro, enseñen a sus hijos

Torá de acuerdo a la correcta acepción de la Guemará y manténganse siempre entre sabios y cuando recen tengan en cuenta ante quién lo hacen.

Eso quiere decir que cuiden los principios del judaísmo, estudien Torá con los niños desde la más tierna infancia, y sirvan con abnegación a Dios.

En sus últimos días fueron a visitarlo Rabí Akivá con sus amigos. Rabí Eliezer estaba acostado en su cuarto y ellos entraron en la sala. Era un viernes después del mediodía. Mientras tanto su hijo Horcanus entró al cuarto para sacarle los “Tefihin” y el padre no lo dejó. Horcanus dijo a las visitas:

- Me parece que debido a los sufrimientos mi padre no está en sus cabales.

A eso le contestó el padre.

- ¿Por qué no te interesas en el encendido

de las velas y en preparar comida caliente para “Shabat”, las cuales huelen a prohibiciones de la Torá y te interesas en que me seque los tefilin, lo cual no es más que una prohibición de nuestros rabinos?

Cuando los sabios oyeron que estaba totalmente lúcido entraron en su cuarto, pero se mantuvieron alejados de él cuatro codos.

Rabí Eliezer les pregunta:

- ¿Dónde estuvieron hasta hoy?

- No tuvimos tiempo.

A eso respondió Rabí Eliezer:

- Yo no estoy seguro si estas personas van a morir en forma normal.

Le pregunta Rabí Akivá:

- ¿Cuál fin será más difícil que el mundo

de ellos porque con tu aguda inteligencia hubieras podido aprender mucho de mí. (Rashi).

Ellos le hicieron una pregunta referente a las leyes de puro e impuro, a lo cual Rabí Eliezer respondió puro. Y con la palabra puro se elevó su santa alma.

De inmediato se levantó Rabí Yeoshúa y exclamó: «El voto está anulado”.

Acompañándolo desde Cesarea a Lod donde fue sepultado Rabí Akivá lloraba desconsolaamente y martirizándose exclamaba:

- Padre, Padre, gran luchador de la Torá, mucha plata me quedó sin tener quien me la cambie —Esto significa muchas preguntas sobre Torá tengo para hacer y no quedó quien me pueda responder.

En la Guemará se cuenta que hubo un año de sequías. Pese a los ruegos de Rabí Eliezer las lluvias no cayeron. A los ruegos de Rabí Akivá llovió. Los sabios pensaron que esa era una señal de que Rabí Akivá era más importante, entonces salió una voz del Cielo:

- No, no es cjue sea más grande sino que pasa por alto sus costumbres.

Rabí Moshé Jaim Lutzato dice que eso no quiere decir que Rabí Eliezer no tuviera la virtud de pasar por alto sus costumbres. Pero como Rabí Akivá descendía de conversos, sus buenas costumbres eran más distinguidas en el Cielo. Rabí Akivá mismo pensó que Rabí Eliezer podía sentirse relajado debido a eso, entonces se puso de pie y dijo:

- Yo soy comparable al sirviente de un rey, al cual se le contesta enseguida y no se mantiene con él largas conversaciones. Pero el Rab es comparable al querido de un rey, el cual es muy distinguido por éste que gusta mantener con él largas conversaciones y por eso no le responde al momento.

 

Rabí Elazar ben Azaria

Tanaíta de la tercera generación, de los grandes Rabinos de Yavne. Cohen de alta alcurnia, y muy rico; también su padre era un sabio conocido.

Por mérito de su sabiduría y riqueza llegó a la presidencia cuando Raban Gamliel fue separado de su magistratura, porque no dio honores a Rabí Ieoshua.

Cuando este hizo las paces con Rabí Yeoshua y volvió a su puesto, no lo sacaron del todo de la honorable posición. Le permitieron presentar, exposiciones sobre Torá, durante dos sábados y Rabí Elazar uno, y ese sábado se llamaba, el sábado de Rabí Elazar ben Azaria.

 

Rabí akiva

En su niñez no estudió Torá, y quedó en su ignorancia hasta la edad de cuarenta años, gracias a su propio esfuerzo y a la ayuda de Rajel, su esposa, llegó a niveles elevados en su conocimiento de todas las materias de la Torá.

Leamos lo que nos relata la Guemará:

Rabí Akiva era pastor del rico Ben Kalba Sabua, cuya hija, viendo cuan noble y modesto era Akiva, se enamoró de él. Un día le dirigió la palabra: “si me caso contigo, ¿irás y te dedicarás al estudio para llegar a ser sabio?. Claro está, le replicó Akiva. Y ella le desposó en secreto, y le hizo marchar a la academia. Cuando el padre se enteró, la expulsó de su casa y la desheredó.

Rabí Akiva permaneció durante doce años en la Academia, al cabo de los cuales regresó acompañado por doce mil discípulos. Mientras estaba en su casa, oyó que un anciano le decía a su esposa: “ cuándo vivirás como si fueras viuda?. Y ella le respondió: “si supiera que había de hacerme caso, le habría aconsejado que estudiara doce años más”. Y Rabí Akiva se dijo:

“entonces, con su consentimiento, puedo marchar”. E inmediatamente marchó otros doce años, al cabo de los cuales regresó con veinticuatro mil discípulos. Cuando llegó a la ciudad, su mujer le salió al encuentro. Un vecino le ofreció prestarle algunos vestidos y adornos para que se engalanara con ellos, pero ella le dijo: “el justo provee a las necesidades de su bestia”. Entonces se acercó a él y le besó los pies. Sus discípulos quisieron apartarla, más Rabí Akiva les dijo: “dejadia, todo lo que es vuestro es mío, (nuestros conocimientos), le pertenecen”.

Cuando Kalba Sabua se enteró de que un gran hombre había llegado a la ciudad, se dijo: “iré a verle, quizá me libre de mi voto” (la desheredación de su hija). Cuando llegó ante Rabí Akiva, éste le preguntó: “ hecho el voto de haber sabido que el esposo de tu hija era un célebre maestro?

Sabua replicó: “si hubiera sabido un solo capitulo del Jumash o una sola halajá (ley), nunca habría hecho mi promesa”.

Entonces Rabí Akiva le dijo: “pues soy yo”. Sabua se inclinó y le beso los pies, y le regaló la mitad de sus riquezas.

La hija de Rabí Akiva hizo lo mismo (que su madre) con Ben Azay.

Esto es exactamente lo que el pueblo dice: una oveja sigue a otra, de tal madre tal hija. (Ketuvot 62b-63a).

Cuando Rabí Akiva enriqueció, le regaló a Rajel, su esposa, una joya llamada “ciudad de oro”. Cuando la esposa de Raban Gamliel vio la impresionante joya, se llenó de envidia, vino y le dijo. Su esposo dijo: ¿hubieses hecho como ella? Vendió sus trenzas para dejarlo estudiar Torá. (lerushalmi Shabat 6:1).

Nunca dejó Rabí Akiva de agradecer a su esposa, solía decir: ¿Quién es rico? Aquel que tiene una esposa virtuosa. (Shabat 25:).

Sus estudios:

Rabí Akiva residió en Bnei — Berak (Sanhedrín 32:2), se destacó por su constancia y profundización. Toda halajá (ley), que aprendía de sus Rabinos, la analizaba y cuestionaba una y otra vez, se preguntaba: ¿por qué fue escrita la letra alef?. ¿Para qué fue traido éste concepto?. Una y otra vez pedía explicación de sus maestros (Adra de Rabí Natan 6).

Rabí Akiva estudiaba hasta el último detalle, cada letra, punto y señal (Menajot 29:2), buscando versículos en la Torá y el Tanaj (Biblia) para que sirvan como prueba a toda ley.

Rabí Tarfón, con admiración exclamó: Rabí Akiva, todo aquel que se separa de ti, es como si se separase de la vida (Kidushin 66.2).

Se cuenta que Rabí Akiva jamás dijo en el Uril Hamidrash (Academia), es hora de acabar el estudio, excepto las vísperas de Pesaj y del día de Kipur (Pesajim 109:1).

También, cuando su hijo enfermó gravemente, no dejó ni un minuto de estudiar Torá (Smejot 8).

Durante veintidós años estudió con: Najum Ish Gam Zo, y fue influenciado por su escuela, que explicaba los temas de la Torá en forma especial, Rabí Akiva amplió la escuela de su Rabí, explicando cada palabra y letra de la Torá.

Rabí Akiva se ocupó de todas las materias de la Torá, también de la parte esotérica se ocupó, siendo el único entre cuatro Rabinos que salió sano en mente y cuerpo del estudio de temas profundos (Jagiga 14:2).

Rabí Akiva es considerado como el más importante Rabí de todas las generaciones, cuando fue presentado ante el anciano Tana, Rabí Dosa ben Arginas, le dijo: ¿Eres tu Akiva ben Iosef, que tu nombre es conocido hasta el fin del mundo? — Siéntate, hijo mío, “Que se multipliquen como tú en Israel” (Iebamot 16:29).