DEUTERONOMIO 27.

CAPÍTULO 27.

 

 

Versículo 2: ‘Y SERÁ EN EL DILA QUE HAYÁIS CRUZADO EL IARDEN...”

Tras explicar y comentar las mitsvot ante la nueva generación, Mohéh dará las últimas instrucciones al pueblo, acerca del procedimiento del cruce del río larden, para pisar por fin la tan anhelada Tierra de Promisión.

El cumplimiento de la Toráh constituye la condición “sine qua non”, de una vida feliz y significativa del pueblo de Israel en su tierra. Por eso se le pedirá que erija piedras grandes, que blanqueará con cal, para escribir sobre ellas:

“Todas las palabras de la Toráh, ésta...”

Los comentaristas e intérpretes están divididos en cuanto al alcance de esta prescripción.

Ramban entiende que había que escribir la Toráh completa, suponiendo que las piedras eran muy grandes o que estamos frente aun hecho milagroso.

Ibn Hezra, citando a sabios anteriores a él, opina que bastaba con transcribir las mitsvot sintetizadas como en un poema, y no necesariamente todo el texto de la Toráh, desde Bereshit

- Génesis hasta Debarim -Deuteronomio. En la liturgia sefaradí existe, por ejemplo, el poema ‘Azharot” compuesto por Rabbí Shelomóh Ibn Gabirol (1020-1058) que enuncia los seiscientos trece preceptos de la Toráh revelada.

Abarbanel sugiere que este pedido pretende evitar que el pueblo de Israel ceda a la tentación, vigente en aquella época, de erigir estelas o piedras conmemorativas en honor a sus conquistas.

El pasaje comprendido entre los versículos 2 y8 ha suscitado enormes cuestiones de exégesis originadas en el comentario de Rashi al versículo 2.

Los intérpretes posteriores no han podido resolver las dificultades, aunque S.D. Luzzato afirma haber visto en dos manuscritos, sobre pergamino, una versión del comentario de Rashi, distinta a la que figura en nuestras ediciones del Pentateuco. Acota que en uno de esos manuscritos no figuran ni el año ni el lugar donde fue compilado, mientras que en el otro consta como fecha de escritura el año 1273 e.c. Agrega Luzzato que, en un texto muy antiguo, sin fecha ni lugar, propiedad de un sabio colega suyo, está escrito en nombre de Rashi: “Ellos erigieron doce piedras en el Monte Hebal y después las trasladaron y las trajeron al Guilgal, a la posada, como figura en el Tratado Sotá”.

Según estos textos, los comentarios de Rashi concuerdan con los del Talmud en T.B. Sotá 35 A.

Por otra parte citaremos versículos del libro de Iehoshúah como testimonio aclaratorio, por ser cercano en el tiempo ala promulgación de estos mandamientos. Así vemos en Iehoshúah 4:2 y Ss. que, por mandato de Iehoshúah, doce hombres del pueblo, uno de cada tribu, sacaron doce piedras del lugar donde habían pisado con firmeza los Cohanim al cruzar el Iardén, colocándolas en la posada donde habrían de pernoctar esa noche. El versículo 20 del mismo capítulo agrega: “Y las doce piedras éstas que habían tomado del Tardón, las erigió Iehoshúah en el Guilgal”. La finalidad era erigir un testimonio viviente para eternizar el portentoso cruce del río Iardén.

Rashi, al comentar Iehoshúah 4:3 afirma:

“Esto fue hecho según el mandamiento de Moshéh de construir un altar en el Monte Hebal y escribir sobre las piedras las palabras de la Toráh. Y en el mismo día ellos llegaron hasta el Monte Hebal, construyeron el altar con las piedras que habían traído, ofrecieron holocaustos y sacrificios, comieron y bebieron, trasladaron las piedras y pernoctaron en el Guilgal”.

También en Iehoshúah 8:30 y ss. se menciona el altar que éste había erigido en el Monte Hebal, y el versículo 31 nos recuerda que lo hizo siguiendo el mandamiento de Moshéh, como está escrito en el libro de la Toráh de Moshéh.

El versículo 32 del mismo capitulo confirma que Iehoshúah escribió la repetición de la Toráh de Moshéh que había escrito ante los hijos de Israel. Cuando Moshéh presentó el  “Sefer ha-Berit” -libro del Pacto- ante los hijos de Israel, (Exodo 24:4), también erigió doce estelas en nombre de las doce tribus de Israel. Más adelante el profeta Eliahu habría de hacer lo mismo al construir un altar en el Monte Carmel.

Tal vez las piedras quieran representar la firmeza y perdurabilidad de la Toráh, que desafía el paso del tiempo.

Al respecto llama la atención el comentarista de Tseror Hammor: “La piedra natural representa el escollo y el tropiezo que puede haber en el camino. Al erigir la piedra y escribir sobre ella la Toráh, estamos convirtiendo el escollo en fuente de orientación”. ¿No es acaso la función del ser humano el dominarla naturaleza hasta ponerla a su servicio, para vivir una vida significativa’?

Versículo 4: “Y SERÁ QUE AL VUESTRO CRUZAR EL IARDEN...”

D.Z. Hoffman considera los versículos 4y ss. como una exposición analítica de los versículos ‘2 y 3. “Pues ése es el estilo de la Toráh: primero enuncia globalmente las ideas y luego las expone analíticamente. Por ejemplo, en Génesis 1:1 enuncia la creación de los cielos y la tierra como una totalidad, mientras que los versículos siguientes explican analíticamente el proceso de la creación en sus distintas etapas.

Versículo 5: "...NO DEBERÁS BLANDIR SOBRE ELLAS, HIERRO”.

Véase nuestro comentario a Exodo 20:22, página 201 de nuestra edición.

Versículo 8: “...EXPLICAR BIEN”.

Según el Talmud, esto indica que la Toráh fue escrita y explicada en “setenta idiomas”, para que los pueblos de las zonas conquistadas tuvieran conocimiento de ella y de su condena de la idolatría.

Ibn Hezra sin embargo, entiende que las palabras “baer heteb” que traducimos como “explicar bien”, se refieren más bien a la legibilidad de la escritura. Compárese esta interpretación con Habakuk 2:2.

Versículo 9: "...ESTE DÍA ERES PUEBLO...”

“Después que has recibido la Toráh y te has comprometido con ella mediante juramento” (Hizzekuni).

Versículo 12: "ESTOS SON LOS QUE ESTARÁN DE PIE -PARA BENDECIR AL PUEBLO-...”

Desde este versículo hasta el final del capítulo 28, la Toráh analiza el tema de la bendición y la maldición, ya enunciado sintéticamente en Deuteronomio 11:26 y ss., según su norma y estilo.

Para una buena comprensión de este acto, nos remitimos a Iehoshúah 8:33 al 35, ya que este conductor lo dió cumplimiento: “Y todo Israel: sus ancianos, sus alguaciles y sus jueces, estaban de pie a un lado y al otro del Arca, frente a los Cohanim de la tribu de Levi, los que portaban el Arca del Pacto de Adonai, tanto el forastero y el nativo, una mitad frente a la montaña Guerizzim y la otra frente al Monte Hebal, como había ordenado Moshéh -Servidor de Adonai bendecir al pueblo, Israel, al principio. Y después de esto, leyó todas las palabras de la Toráh, la bendición y la maldición, corno todo lo que está en el libro de la Toráh. No hubo palabra alguna que no hubo leído Iehoshúah ante toda la congregación de Israel: las mujeres y los infantes y el prosélito que se encaminaba ante ellos”.

Radak interpreta que, después de leerlos doce casos de admonición que figuran en Deuteronomio 27:15 a 26, Iehoshúah leyó las prevenciones que incluían la recompensa por el cumplimiento y el castigo por incumplimiento de la Toráh, como figuran en Deuteronomio 28.

Rashi, en su comentario al versículo 12, reproduce la interpretación talmúdica que dice:

“Seis tribus subieron a la cima del Monte Guerizzim, y otras seis a la cima del Monte Hebal, mientras que los Cohanim, una parte de los Leviím y el Arca permanecían al pie de las montañas, en el medio. Dirigían los Leviím su cara hacia el Monte Guerizzim y empezaban con la bendición, diciendo: ‘Bendito sea el hombre que no hiciere ni escultura ni fundición...’ y ambos grupos -las seis tribus de cada montaña- respondían: Amén’. Volvían (los Leviim), dirigiendo su faz hacia la montaña Hebal, y empezaban con la maldición, diciendo: ‘Maldecido sea el hombre que hiciere escultura o fundición...’ y así con todos los versículos siguientes, hasta el que dice:

Maldito sea quien no afirmare las palabras de la Toráh, ésta’

Versículo 15: “MALDECIDO SEA EL HOMBRE QUE HICIERE ESCULTURA O FUNDICIÓN...Y LO COLOCARE EN OCULTO...”

Versículo 24: “MALDECIDO SEA QUIEN GOLPEA A SU PRÓJIMO -EN OCULTO...”

Rashbám observa que, de estos doce casos de admonición, sólo en estos dos casos figuran las palabras “en oculto”, ya que aluden a transgresiones factibles de cometerse también en publico. La Toráh habría elegido estos doce casos de perversión porque generalmente se incurre en ellos “en oculto”, residiendo en ello su gravedad, pues no pueden ser detectados para castigo de los infractores. Según la Toráh, el transgresor descubierto por los organismos de justicia, debe ser juzgado y condenado, de acuerdo con sus leyes, y no maldecido como dice el versículo (Deuteronomio 29:28): “Las que están ocultas, para Adonai nuestro D’s., empero las que son manifiestas, para nosotros y nuestros hijos, hasta siempre; para cumplir todas las palabras de la Toráh, ésta”. Nótese que once de las doce transgresiones enumeradas en este pasaje infringen mitsvot “lo tahase”, preceptos que se observan por omisión, frenando nuestro impulso negativo.

El versículo 26 expresa una admonición genérica contra aquel que no afirmare “las palabras de la Toráh, ésta”.

Rambán distingue entre aquellas personas que no cumplen con la Toráh “por principio” y quienes no lo hacen por negligencia, categorizando las primeras como “rebeldes y herejes”.

El verbo 7 “lehakim”, además de “afirmar”, significa “levantar”; de allí la costumbre, que persiste hasta nuestros días, de levantar el Sefer Toráh en la sinagoga, antes de la lectura, mostrando el texto escrito a todos los presentes, que se encuentran de pie a la derecha, a la izquierda, adelante y atrás del lector de la Toráh. Al ver la escritura, deben hacer una reverencia, diciendo “vezotha-Toráh asher sam Moshéh” -y ésta es la Toráh que expuso Moshéh ante los hijos de Israel-.